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ELLAS

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Y ahí estaba justo frente a él, tan hermosa como siempre: sus cabellos rosas, meciéndose con el viento; sus jades llenos de alegría a pesar de las tristezas y muertes productos de la guerra; sin embargo, nunca lo admitiría, era su secreto. Empezó a caminar para alcanzarla entre la multitud que iba y venía, ignorando las miradas curiosas y sus comentarios.

No importaba, ellos no le importaban. Solo ella. Había vivido ya demasiado tiempo arropado por la soledad y el deseo de venganza; la lucha contra Naruto permitió que viera más allá de lo que sé que obligo a vivir, un auto castigo después de descubrir que las cosas nunca eran como parecían. Su viaje de redención comenzó unos años atrás y conocer el mundo que se negó a ver.

Días atrás estuvieron lejos de la civilización, solo la naturaleza le hizo compañía; empero, la tranquilidad se esfumó al encontrarse de frente con el bullicio de una feria, al parecer celebrando el día de San Valentín. Según una señora, era una festividad en honor al amor y por ende las flores y globos rojos eran la decoración principal, la cual culminaría a la media noche con unos fuegos artificiales.

Durantes sus viajes, descubrió que algunos guardaban el rencor por demasiado tiempo, tanto que dañaban sus corazones y les cegaba la razón; no obstante, también estaban aquellos que creían en el perdón y cómo la gente era capaz de cambiar. Así era Sakura, sin importar lo mucho que la dañó y dolor que le provocó en el pasado, hoy estaba dispuesta a caminar junto a él, redescubriendo el mundo que intentó ignorar.

En las pocas veces que volvió a Konoha después de la guerra, siempre sentía las miradas lastimeras, los murmullos incomódos y las advertencias vacías que daban de él:

"Es un monstruo, no te acerques" "Hija, siempre trata de alejarte de él. Es un Uchiha, no quieres nada con ellos. Nunca" "Camina más rápido, y no lo mires" "Es peligroso, la locura dice tomar control sobre él"

La verdad era que no sabían nada de él, no le conocían y a él no le importaba. Tropezó sin querer con una pequeña niña, ella le sonrió de manera sincera mientras lo tomaba del pantalón, jalando lentamente para llamar su atención. La miró fijamente y observó como le extendía una rosa roja, la alegría se reflejó en su cara cuando la tomó con su única mano, murmurando un pequeño "Gracias" La chica salió corriendo para encontrarse con su madre.

Continuó su camino hasta llegar a ella. El cabello rosa estaba algo despeinado, sus mejillas rojas por la emoción y sus ojos verdes con ese particular brillo al encontrarse con cosas nuevas.

—Sakura—susurró para llamar su atención, la mencionada giró con entusiasmo envolviéndole en un abrazo lleno de alegría…de amor. De esos que se pueden volver fortalezas contra la soledad y las tristezas.

Su relación había evolucionado bastante desde la primera vez que la vio en la academia, notó a esa chica de cabellos rosa y ojos verdes en su grupo; pero a decir verdad, lo tenía sin cuidado a esa edad. Demasiado pequeño para entender el mundo, creía que lo único importante en ese entonces era demostrarle a su padre, que era igual de bueno que su hermano; sin embargo, el caos y la sangre llegaron a su vida demasiado pronto y dejó a un lado las cosas, para enfocarse en su venganza.

Una venganza que no lo llevó a nada. Solo le dejaron el sabor amargo de la soledad y más oscuridad. El primer indicio de sus sentimientos, fueron durante los exámenes Chunin; no obstante, habían sido solo eso, destellos de lo que en ese momento no e podía permitir...de lo que pensó, nunca sería digno de recibir. Trató de cortar todos los lazos de afecto que se aferraron, maquilló el hecho de que no sentía nada; cuando la verdad todo lo contrario.

Estaba dispuesto a ser odiado por todos; como su castigo por los crímenes cometidos, auto-condenándose a nunca poder sentir el calor de un abrazo o el ánimo de un amigo; pero años después, ahí estaba, sintiendo a Sakura aferrarse a él recostando su vientre abultado y arrastrándolo por los puestos de la feria, tan rápido como su hija aún no nacida se lo permitiera.

Pasaron de juego en juego, comiendo dangos y bolas de arroz de color rosa. Tomando tranquilamente un poco de té, esperando que el tiempo transcuriera hasta que la media noche llegará. Hablando de trivialidades, haciendo como si el mundo no existiera a su alrededor, solo estaban ellos dos. Aunque al verla levantarse presurosa, arrastrándolo a él, supo que ya era hora. Los fuegos artificiales estaban comenzar, lo mejor de todo el evento y no sé lo podían perder.

La miró atento, viendo como ríe y grita de felicidad y sin pensarlo dos veces, toma la pequeña mano entre la suya. Ella voltea un poco avergonzada pero llena de alegría, lo abraza con fuerza al tiempo que él la envuelve entre sus brazos.

—Sasuke-kun, te amo—susurra cerca de sus labios, para darle un beso cargado de ternura e infinito amor.

Él se limita a sonreír levemente y abrazarla más fuerte, porque aunque algunos lo consideren un monstruo de quien de correr lejos y esconderse, si ella es la excepción a la regla todo estará bien. Por el tiempo que Sakura le sonría y le amé. Durante ese tiempo que pasen juntos y lo mire con alegría y no con miedo, mientras sus comentarios sean llenos de vida, motivadores y estimulantes, para él será suficiente.

—Gracias, Sakura.—Observá como ella sonríe más antes de volver su mirada al los fuegos artificiales, lo conoce demasiado bien. No está dado a palabras cariñosas; pero en esos pequeños actos que tiene con Sakura, trata de transmitir todo lo que siente y sabe qué son captados a la perfección por su esposa.

Su esposa, se repite silenciosamente acariciando con delicadeza el vientre. Una patada sobre su mano y otra envolviendo la suya, son todo lo que necesita para saber que el futuro era brillante.

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FIN


Gracias por leer.

Zhang, off.