EL NUEVO RESIDENTE

-Que hambre tengo… ¿Dónde estoy?-

Un pequeño lobo caminaba por la nieve en medio de una gran tormenta, no podía ver más allá de sus pequeñas patas que arrastraba cansado y sin ánimos.

-¿Cómo terminé aquí?- se preguntaba en su mente mientras lloraba.

El pequeño no tenía más de tres meses de edad, era blanco como la nieve con un poco de tonos grises en el área de su cara, tenía unos ojos azules los cuales estaban llenos de lágrimas por tanto llanto, el pelaje de su cola era un poco alborotado por el frio viento que lo golpeaba de frente en todo momento.

Después de varias horas de caminar sin algún tipo de orientación o destino específico halló un árbol con un agujero en el tronco al que no dudó ni un segundo para refugiarse dentro, se ovilló dentro del angosto hueco que apenas ofrecía refugio del fuerte viento y la nieve.

A unos cuantos kilómetros de ahí se encontraba un pueblo no muy grande, pero sí con una hermosa vista hacia donde se quisiera ver. La gente en el pueblo caminaba de un lado hacia el otro acompañados de sus amigos caninos, niños jugaban con cachorros, otros usaban sus perros para transportar materiales de construcción, había perros cazadores, perros del correo o simplemente como compañeros de sus dueños.

Alejado del pueblo se encontraba un barco encallado en el cual vivía un lobo mestizo de color gris un poco oscuro, él jugaba con una pequeña de tonalidades de color similares, solo que un tanto más clara y con ojos de color azul como el cielo.

También con ellos se encontraban dos osos polares que jugaban con la pequeña; sobre del barco había un ganso que los observaba jugar desde la borda.

El mestizo se acercó al ganso subiendo al barco con unos tablones que conectaban al suelo con la cubierta del barco.

-Parece que después de todos estos días no han logrado encontrar casa a Aleu- dijo el ganso con un peculiar acento ruso mientras volteaba a ver preocupado y un poco pesimista al mestizo a su lado.

-No…- respondió suspirando y bajando la cabeza mientras se sentaba junto al ganso que no se había movido de su lugar –tenías razón Boris, nadie la quiere por parecer más a un lobo… como yo-

-Balto, tienes que aceptar que ella es diferente, tal como tú lo hiciste y ella en algún momento tendrá que aceptarlo también-

Balto miró hacia el enorme cielo azul, con una profunda tristeza miraba a su pequeña que jugaba a lo lejos, dio un gran suspiro.

-Y también deberá saberlo- bajó su cabeza recostándose en el suelo.

Permaneció así por varios minutos, después Balto alzó sus orejas en señal de alerta y se puso de pie al instante como si algo se aproximase.

-Aleu, vámonos- dijo Balto aproximándose a la salida del bote que era un tablón de madera para llegar hasta la nieve.

-Pero papáaa…-

-Se acerca una tormenta, te llevaré con tu madre, hoy dormirás en su casa-

Aleu corrió hacia su padre que se encontraba esperándola bajo el barco.

-Adiós tíos Muck y Luck, adiós tío Boris- dijo la pequeña mientras que corría hacia donde su padre se encontraba, después de eso caminaron hacia el pueblo.

El viento comenzaba a pronunciarse más, la temperatura descendió rápidamente, Balto y Aleu caminaron dentro del pueblo por la gran avenida buscando la casa de su compañera Jenna, la madre de Aleu.

-Papá- dijo Aleu -¿te quedarás a dormir con nosotras?-

-No pequeña- le respondió Balto –te dejaré con tu mami y regresaré a dormir con tus tíos Muck y Luck, tu sabes cómo se ponen cuando hay tormentas.

Después de caminar algunas calles que se comenzaban a quedar solitarias por la tormenta que se aproximaba Balto y Aleu llegaron al fin a una casa.

Balto rascó la puerta con sus pezuñas esperando a que alguien le abriera; segundos después abrió la puerta una niña pequeña y pelirroja que era acompañada por una igual mente pelirroja pero hermosa Husky de ojos café claro que instantáneamente atontaban a Balto cuando los miraba fijamente.

-¡Hola Balto!- la niña abrazó a Balto levantándolo y apretándolo con un fuerte abrazo.

Balto lamía a la pequeña y movía su cola demostrando su alegría, ya que en el pasado él había salvado su vida y ella estaba muy agradecida con él.

-Hola Balto- dijo la Husky con una voz suave y bella.

-Hola Jenna- respondió Balto un poco atontado por la belleza de la Husky – traje a Aleu para que se quede contigo esta noche hasta que pase la tormenta.

-Si amor está bien… ¿no te quieres quedar?- preguntó.

-Gracias amor, pero no puedo, tu sabes como son Muck y Luck en estas situaciones- respondió un poco triste por rechazar tan tentadora propuesta.

-Entiendo amor, cúbranse bien, no creo que esta tormenta sea leve- Jenna dijo esto mientras le daba una cariñosa lamida a Balto en su mejilla, que él respondió con la misma acción.

-Adiós cariño- dijo Balto alejándose por la calle y dirigiéndose de nuevo al bote.

Una hora después la gran tormenta se posó sobre de Nome como un gran espíritu de nieve durante toda la noche, limitando a cualquiera que quisiera salir al exterior. La noche se volvió fría, la nieve no terminaba de caer, las ventiscas eran muy fuertes y el frio muy penetrante, tanto que en el bote todos acurrucados alguno se le ocurriese mover un par de centímetros, sentía un frio muy intenso.

Ya por la mañana la nieve cubría casi todo el paisaje, la tormenta había terminado y detrás de ella dejó un hermoso pero espeso manto blanco. Después de despertar, Balto se estiró, tomó agua y se dirigió de regreso a la casa de Jenna dispuesto a regresar a cuidar a su pequeña hija.

Llegando con Jenna se acercó a la puerta y comenzó a aullar levemente, segundos después Jenna salió de la casa junto con su hija Aleu.

-Hola Balto- dijo Jenna mientras se acercaba a Balto para saludarlo con un cariñoso lengüetazo.

-Hola amor- le respondió regresándole el lengüetazo.

Después de su tierno saludo todos caminaron hacia el bote donde se encontraban Muck y Luck esperando para jugar con Aleu.

-Hola Aleu dijo Muck- mientras corría hacia ella -juguemos al escondite-

Balto y Jenna subieron al barco a descansar y recostarse sobre de la cubierta observando como jugaban. Aleu jugaba con Muck y Luck ideando escondites nuevos para no ser vencida en el juego.

Después de varios juegos Aleu pensó en esconderse en un lugar más alejado, así que se acercó al bosque que estaba muy cerca de una gran colina; tenía una gran vista hacia sus amigos y era una zona muy flexible en caso de hacer un escape rápido, era simplemente un escondite envidiable.

Aleu se escondió unos minutos mirando como Luck los buscaba, ella reía por lo emocionante del juego y orgullosa de su nuevo gran escondite, pero… algo de pronto la incomodó, era un olor extraño, no sabía que era o donde estaba así que se dejó guiar por su olfato que por su herencia estaba bien desarrollado, de pronto, a unos metros de ella, notó algo de sangre impregnada en la nieve.

Aleu se asustó pensando en que un depredador se encontraba cerca, así que salió corriendo de su escondite a toda prisa, pero tropezó con algo que… extrañamente no sentía como nieve, de hecho era más esponjoso, Aleu se levantó asustada y notó que tenía un poco de sangre en su cuerpo.

-¿Qué es esto?- pensó asustada -¿pero qué paso aquí?

Aleu volteó por curiosidad, con lo que ella tropezó no era nieve definitivamente, era más cálido y suave, como si fuese un animal. Ella quedó petrificada, aquello… no, con lo que ella tropezó era un pequeño lobo blanco tal vez de su misma edad que ella, con una tonalidad gris en su cabeza pero con sangre en su cuerpo y en la nieve como si se hubiera arrastrado hasta quedar tendido en el lugar en el cual ahora yacía inconsciente, la imagen era abrumadora, tanto que le faltó el aire, casi comenzó a llorar, la pata del pequeño estaba llena de sangre y el no mostraba señales de vida.

Perturbada quiso correr a toda prisa, pero escuchó un gemido que provenía del pequeño lobo, el aún respiraba…con dificultad pero respiraba. Aleu no sabía qué hacer, así que comenzó a aullar desesperadamente y a ladrar con fuerza.

A lo lejos Balto tomaba una siesta, pero al oír el llamado de su pequeña despertó de un gran salto.

-¡Aleu!- gritó y comenzó a buscarla.

-¿Donde esta?- preguntó Jenna igualmente asustada.

-Debe estar en el bosque- mencionó Balto mientras corría a toda prisa dirigiéndose al bosque.

En el bosque Aleu se acercó al pequeño, lo miró sintiéndose impotente y tratando de ayudarlo lamió frenéticamente la herida para intentar sanarla; el pequeño gimió de dolor por el contacto y entreabrió sus ojos débilmente.

-¡Auch!, eso duele- dijo con mucha dificultad.

-Perdón, pero no te muevas, la ayuda viene en camino- dijo Aleu -¿Cómo te llamas?- preguntó Aleu mientras que seguía limpiando la herida.

-Me… llamo… Konoy- dijo adolorido apretando los dientes y cerrando sus ojos.

Aleu se recostó sobre de él para tratar de que no muriera de frio.

-¿Tu cómo te llamas?- preguntó Konoy sonriendo un poco –claro, si se puede saber-

-Me llamo Aleu- respondió al mismo tiempo vio a su padre a lo lejos acercándose a toda prisa.

Aleu corrió hacia su padre, Balto vio a Aleu empapada de sangre en su cuerpo.

-¿Qué te paso?, ¿Quién te hizo eso?, ¿Estas herida?- Balto bombardeó a Aleu con muchas preguntas que ella no podía contestar al instante por la extrema preocupación que su padre presentaba.

-Estoy bien papá, pero él está herido- dijo apresurada -¡ven!

-¿Quién Aleu?- preguntó aunque no menos alterado y siguió a su hija.

Aleu mostró a su padre el lobezno herido que yacía en la nieve. Balto no dudó ni un segundo y levantó al pequeño sobre de su espalda, pero sintió como si una piedra congelada se le hubiese puesto encima.

-Este pequeño es muy fuerte- pensó Balto –cualquier perro sufriendo un frio similar ya hubiese muerto-

-Aleu dirígete inmediatamente con tu madre- dijo Balto después de su pensamiento –llevaré al pequeño con el veterinario-

-¡Si papá!- contesto Aleu mientras que su padre se alejaba a grandes pasos, Jenna llegó corriendo hacia la escena haciendo las mismas preguntas a Aleu al verla llena de sangre en todo su cuerpo.

-¡Cuida a Aleu!- grito Balto a Jenna mientras se alejaba corriendo hacia el pueblo a toda velocidad, pero tratando de que el pequeño no callera de su espalda durante el camino.

Balto recorrió la avenida principal de Nome buscando el Centro Veterinario, mientras que caminaba trataba de sentir en el pequeño siguiera con vida.

-Al fin- dijo Balto acercándose a una casa pequeña que tenía un cartel de madera que decía "Veterinario" tallado.

Se acercó lo más rápido que pudo a la pequeña casa que tenía una entrada de madera, con unas cuantas plantas en el exterior como adorno, desde afuera se lograban escuchar los ladridos de algunos perros que habían sido enviados por sus amos e incluso algunos pájaros y gatos.

Balto rascó la puerta con desesperación, viendo que no funcionaba ladró lo más fuerte que pudo hasta que la puerta se abrió. Una chica de al menos veinte años con cabello negro y ondulado, ojos color miel, y con una voz dulce salió de la casa.

-Balto, ¿eres tú?- preguntó la joven – ¿qué te trae por aquí?... ¿qué tienes ahí?- Balto volteó a ver el suelo de madera señalando con su hocico al lobezno herido que había dejado momentos antes de llamar a la puerta.

-¡Oh por dios!- exclamó la veterinaria levantando al pequeño –está muy frio- la joven entro corriendo a la casa y sacó varios instrumentos de medicina como vendas, alcohol, jeringas, después puso a llenar una gran olla con agua cliente

-No te preocupes Balto, el estará bien- dijo después del drama sanando la herida de Konoy que adolorido y aún con movilidad trató de morderla, pero ella tenía experiencia, así que anticipó el movimiento y sostuvo el hocico de Konoy con firmeza pero evitando de que se lastimara.

Después remojó una toalla en el agua caliente y se la puso encima para calentar su cuerpo congelado –eres muy resistente, bueno no me sorprende eres un lobo- pero la veterinaria sabía en su interior que incluso un lobo adulto pudo haber muerto por tanto frio en su cuerpo.

-No te preocupes Balto él se pondrá bien solo necesita descansar- dijo después de las debidas curaciones y de meter al lobezno dentro de una jaula que estaba cerca de la chimenea equipada con dos tazones uno de comida y otro con agua además de mantas para que durmiera calientito.

Balto se retiró agradecido y regresó al bote donde aún se encontraban su hija y su pareja, pero él tenía muchas dudas; "¿Quién era ese lobo?", "¿De dónde venía?", tratando de contestar esas preguntas en su propia mente se percató que ya había llegado al bote.

Al entrar en el encontró a Jenna acostada junto con Aleu que yacía dormida, Jenna tenía algunas dudas, incluso más que Balto.

-¿No te mencionó nada del pequeño?- preguntó Balto esperando a que Jenna le contestara alguna de las preguntas que tenía.

-No… solo me dijo que su nombre es Konoy, no me dijo nada sobre su procedencia, al parecer ella tampoco lo sabe- Jenna se sentía casi igual de decepcionada como Balto al no saber más.

-Él tenía una herida de bala en su pierna… al parecer fue perseguido por cazadores, es un milagro que siga vivo- Balto se recostó cerca de ellas –¿irás a dormir a casa?-

-No… creo que me quedaré con ustedes hoy- contestó Jenna colocando su cabeza sobre sus patas delanteras

El atardecer era hermoso, el cielo se teñía lentamente de amarillo, naranja y finalmente rojo, las estrellas y la luna comenzaban a brillar en el cielo, a lo lejos se podía notar una aurora boreal de color verde y naranja, la noche era oficial, la oscuridad se apoderó de Nome esperando un nuevo día.