Disclaimer: Pokémon no me pertenece es propiedad de Satoshi Tajiri .

Notas de autor:

Esta historia llegó a su fin, así sin más; no me sentía del todo preparada para decirle a dios a este par.

Incluso ahora no he podido dejar de llorar y puede sonar hasta ridículo, pero amo a estos personajes y a este historia; simplemente son parte de mi y me han estado acompañando desde junio, pasando conmigo por diferentes momentos en mi vida.

Aunque no lo parezca, esta historia tiene muchos sentimientos propios hacia la pareja, las emociones que me dan; todo esta plasmado aquí y a pesar de que me he topado con personas que solo con saber que la pareja es Steven y Ruby digan que es «asqueroso» o «no debería existir» no quiere decir que yo dejaré de amarlos.

A quienes me han dejado sus comentarios a lo largo del fic, me dieron mucho animo leerlos y saber cuanto les gustó mi fic. No se como expresar lo que siento correctamente así que solo puedo decir: gracias.

Enthriex, Alexander Malfoy Black, Levy-Chama, zoruastar, Black-WhiteKun, LaRavenclawDesorientada, Ryuunoko, Rex the Machine, MisSmaLyan, LilaQueen, Krito7u7 & Amphy and Alex.

Esta historia termina, pero muchas otras vendrán. Porque como he dicho antes, el amor viene en diferentes formas.

Advertencias: Posible OoC.

Alerta roja: Si vienes a joder porque no te gusta el yaoi considera que lanzaré una maldición sobre ti.

Gracias.


Mantener los ojos cerrados estaba poniendo ansioso a Steven, sin embargo había sido una petición de su pequeño novio y no pudo negarse a complacerlo. Sin embargo, estar en aquella sala lo hacía recordar la conversación que había tenido con Norman nada mas dejar a Ruby unos días atrás.

No había sido tan terrible, había imaginado cosas peores como él siendo mutilado y arrojado a los bosques o algo así, pero al parecer la madre de Ruby -su suegra, quería que la llamara así y aquello si que lo sorprendió- había hablado con Norman y calmado a su marido casi completamente por lo que solo lo había visto mal todo lo que duro la corta conversación que había sido mas o menos un:

—Estoy saliendo con su hijo, ¿podría...

—Propasate y ni tu padre te reconocerá.

Dulce y completamente escalofriante.

Ruby le había restado importancia, demasiado feliz como para que aquella amenaza le importara realmente; aunque claro, si un niño huye de su casa difícilmente le teme a cualquier tipo de reprimenda que pudiera darle su padre. En eso, Ruby y Norman eran dos gotas de agua.

Steven sintió un escalofrío recorrerlo cuando algo suave rozó contra sus labios, no eran los de Ruby, pero sabia que algo estaba haciendo porque escuchaba una pequeña risa y aunque la curiosidad estaba ganándole apretó los párpados para no ver que era.

El coordinador por su parte, sonrío con cariño al notar que el campeón hacia todo un esfuerzo para no abrir los ojos y lo enterneció completamente, se acercó hasta su nariz y la rozó con sus pestañas, como si éstas pudieran depositar pequeños besos a lo largo de su piel.

Ruby sintió las manos de Steven abrazarlo por la cintura para poder soportar aquello y le sonrió.

—Abre los ojos— pidió colocando sus manos en las mejillas del campeón, encontrándose frente a frente con sus orbes azules mirándolo tan intensamente que se preguntó qué sería de él si algún día aquella mirada se la dedicara a alguien mas.

Antes de que Steven pronunciará cualquier cosa, Ruby llevó sus labios hasta los de él para dejar un sutil beso, solo un pequeño roce que terminó cuando el campeón colocó uno de sus dedos en sus labios mirando a la puerta, donde su suegra estaba con una sonrisa cariñosa y Norman con un tic en una de sus cejas.

Por acto reflejo, el coordinador se puso en forma defensiva frente al campeón, logrando que su padre suspirara mientras salía de la sala con dirección a su propia habitación murmurando un montón de cosas que Steven esperaba, no fueran dedicadas a su difunta madre.

—¿Te quedaras a cenar, Steven?— Preguntó entonces la mujer, sin embargo el peliplateado no estaba seguro de querer estar cerca de un cuchillo y Norman al mismo tiempo, al menos no ahora que estaba en periodo de prueba.

—Iremos con el señor Stone, mamá— Ruby se adelantó a contestar sin dirigir la mirada hacia su novio y aquello lo alertó; no había motivo alguno por el que aquel chico quisiera ver a su padre, Steven entrecerró los ojos con sospecha.

—De acuerdo, que se diviertan— se despidió con una sonrisa, yendo a donde sin duda su marido estaría maldiciendo a los antepasados Stone.

—¿Con mi padre?— Preguntó cuando estuvieron solos, Ruby sólo se limitó a levantarse para tomar su chaqueta y salir al exterior donde Metagross ya estaba esperando por ellos.

—Si, quiero visitarlo.

—¿Estás planeando algo?— El campeón no dio su brazo a torcer mirándolo con los ojos entrecerrados.

—Mi consciencia esta limpia.

Tal vez su cuerpo no, pero aquel detalle Steven no tenía porque saberlo.

...

Nada mas llegar a Devon,S.A. , la pareja entró directamente a la oficina del presidente; a pesar de que a Steven aquello no le parecía muy correcto dada la hora.

—Ruby— el presidente Stone sonrió ampliamente, provocando que se formaran arrugas en sus ojos—. Me alegra verte.

—Gracias señor—el adolescente contestó, demasiado formal para el gusto de ambos Stone—, a mi también me alegra verlo; ya que Steven no me deja venir.

—Este hijo mío—dijo como si su corazón doliera—, cuando era pequeño no podía quitármelo de las rodillas y ahora...

—Papá. —el peliplateado lo cortó de golpe, esa era una de las principales razones por los que no dejaba a su pequeño novio alrededor de su padre; no sabía que cosas embarazosas podían salir de su boca y no estaba dispuesto a arriesgarse.

—De verdad, no sé como soportas su falta de sentido del humor—el patriarca de los Stone se encogió de hombros—, quiero decir, yo no lo soportaría con su cara tan seria siempre; aunque nunca ha estado con nadie como para que me conteste eso.

—¡Papá!

Los ojos rojos de Ruby estaban brillando ante su nuevo descubrimiento, él era la primer persona para Steven, el campeón nunca había estado saliendo con alguien antes de él. El peliplateado suspiró internamente al notar la mirada de su novio y como parecía emitir pequeños destellos de alegría a su alrededor.

—Creo que es mejor irnos — Steven se incorporó, mirando a su padre para que no dijera algún comentario más.

—Oh, así que él no lo sabía.

—Papá, por hoy es suficiente.

—Bien, después le enseñaré fotos embarazosas de cuando eras bebé —el presidente se rió de buena gana—. No olvides que tu padre también quiere verte.

—Lo traeré más seguido— prometió Ruby con una sonrisa después de darle un apretón de manos a su suegro.

—Cuento contigo.

Steven casi tuvo que sacar a Ruby a empujones cuando se dio cuenta que ni su padre ni él se soltaban de las manos compartiendo una mirada con muchos significados que no le gustaban ni una pizca. Cuando se vieron abrazados por la brisa fresca, el coordinador lo tomó del brazo para detenerlo.

—Hay un lugar al que quiero ir— dijo mientras se dirigían al norte de la ciudad.

Conforme se iban acercando a la playa Steven pudo ver exactamente que era lo que Ruby había planeado; sonrió dulcemente antes de jalar al chico a su cuerpo y alzarlo en brazos hasta depositarlo en el lugar que había preparado con una manta y velas. El moreno se rió abrazándose al cuello de su amante y se acomodó en su clavícula mientras Steven se sentaba.

—¿Alguna ocasión especial?

—Que estoy contigo— suspiró el coordinador soñadoramente—y que me amaras siempre, siempre.

—Lo prometo.

Ruby le sonrió acariciando con sus dedos el rostro de Steven, tratando de trazar cada detalle a la perfección; el ancho de sus cejas, su nariz, la curva de sus labios. Todo. Ruby quería grabar a fuego en su memoria cada parte de Steven porque quería amar al hombre que era en ese momento y el que sería cuando pasaran los años.

Quería amarlo siempre, a cada instante; cada faceta que pudiera poseer. Su rostro sonriente, su mirada enojada o las lagrimas que podrían surcar su rostro. Ruby quería amarlo todo de Steven. Deseaba entrar al cielo o al infierno, donde fuera mientras lo hiciera sosteniendo su mano y sintiendo su calor como en aquel momento.

Steven besó los dedos de Ruby cuando los sintió regresar a sus labios, le sonrió acariciando su mejilla y depositó otro beso ahí, después lo abrazó sin querer dejarlo ir.

—Cada vez que te veo— el campeón murmuró sintiendo la necesidad de hablar, de decir aquello que en cualquier otra ocasión no se atrevería a dejar fuera de su sistema—, no puedo dejar de enamorarme otra vez de ti.

Ruby enrojeció, enroscando entre sus dedos mechones de pelo color plata, sintiendo en su pecho no solo el cálido aliento de Steven; sino todo el amor que aquel hombre le había enseñado a sentir.

—El amor llega de formas misteriosas—murmuró el coordinador entrelazando sus dedos con los del otro.

—Si.

Duraron rato en aquella posición, amándose con cada roce, con cada respiración compartida; en cada beso dado. Que importaba la hora, el frío o cualquier otra cosa ajena a ellos; en aquel momento, en ese pequeño instante solo importaba el sentimiento que inundaba sus corazones.

—¿No te arrepentirás de esto?— Dijo repitiendo la misma pregunta qué tiempo atrás le había hecho cuando aquel juego de enseñar a besar había iniciado, el pelinegro le sonrió con lagrimas en sus ojos; porque desde aquel día a ese momento muchas cosas habían cambiado. Menos una.

—No, eres al único a quien puedo pedírselo

Y Steven besó su cuello, besó sus manos, besó cada parte de la piel al descubierto de Ruby intentado tatuar en aquellos roces el amor que sentía, de dejar grabado el sentimiento que había encontrado en él.


A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario es, como han dicho otras autoras:"como manosearme la teta y salir corriendo."

Hayden