Epílogo

Y un nuevo siglo llegaba.

Y para Ilona y Alexander muchas cosas se había llevado el anterior. Demasiadas cosas.

Paseando por las laderas de aquella montaña, a la luz de la luna llena, Ilona recordaba todo lo que dejaban atrás, como si su vida entera muriera con el siglo pasado.

Jonathan Harker, a Lucy y al profesor Van Helsing, todos ellos se fueron con los 1800s. Y ahora había un espacio desconocido abriéndose ante sus ojos.

Alexander sentía que la vida en ese nuevo siglo sin Van Helsing iba a ser algo aburrida, y cuando recordaban eso, a ella le parecía ver que por sus ojos cruzaba una sombra de tristeza.

Pero ahora eran conde y condesa, de Transilvania, y su castillo era un lugar al que la gente normal evitaba ir. Decían que ellos eran raros, las supersticiones eran cada día peores. Y de vez en cuando se mencionaba el mito de Drácula. Pero ante eso Alexander decía:

-Esta generación morirá en un abrir y cerrar de ojos, y todo comenzará con las nuevas generaciones. Algunos vendrán a husmear, buscando verdades a las leyendas, y a nada llegarán. Así es, así ha sido y así siempre será- y cuando él decía eso, observaba sus dominios extensos a pies del castillo, montañas llenas de lobos y seres siniestros- Ahora las leyendas dicen que Drácula es en realidad Británico, y que vive en Londres- y se reía con ganas.

-Supongo que tú tienes algo que ver con eso también, mi amado- decía Ilona.

-Sí, supongo que algo de mis aventuras en Londres quedó como parte del mito- añadió con ojos soñadores –Sólo mitos, nada más. Habladurías, leyendas, y la verdad que algunos puedan saber, morirá así como murió con Van Helsing, con Harker y con todos los de La Orden del Dragón-


Y así todo lo que dejaban atrás, en el pasado, quedaba en las memorias intangibles; y los rastros de aquellas vivencias eran como huellas indelebles marcadas en sus almas con profunda nostalgia.


Y no importaba lo que pasara, ordinario u extraordinario, el mundo seguía su curso.

Las viejas leyendas apenas sobrevivían. Y las verdades que pocos conocían, morían con ellos.

De resto, todo se veía en la televisión y en las películas como ficción.

La mujer cerró el periódico riéndose disimuladamente después de ver el anuncio de una nueva película que llegaba a los cines en esa época. Se llamaba "Dracula Untold", y la verdad era que ella ya no se molestaba en preguntarse qué podría tener eso de realidad.

Cuando dejaba de hacerle gracia el ver todo eso, le llegaba un profundo sentimiento que no sabía cómo definir.

Estaba sentada sola en un restaurant a orillas de Danubio con El Puente de Las Cadenas muy cerca del restaurant, luciendo muy elegante y sofisticada. Ya no sostenía el periódico en sus manos, ahora una tableta digital último modelo entrelazaban sus dedos pues debía revisar sus mensajes, como siempre que lo hacía a la hora del almuerzo. Era el trabajo después de todo.

En eso suena su teléfono celular y ella atiende con rapidez, esperando oír una voz especial. Pero en vez de eso, quien la llamaba era su secretaria:

-Doctora Grayson, sus pacientes ya se encuentran en el consultorio- le recordaba la mujer. Y en efecto, se había tardado mucho allí, pues ella no solía llegar tarde a su trabajo. El asunto de la película le había distraído con recuerdos ancestrales, y ningún ser humano era capaz de entender, por lo que no podía hablar con nadie. Excepto con él, y el viejo Reinfield.

Los extrañaba, ya llevaban dos semanas lejos.

"Viviremos en Hungría un tiempo" había dicho hacía ya 10 años, y ahí estaban.

Y siempre era así, en todos los países del mundo, una temporada, otra. Y siempre era la Doctora Grayson ¿Por qué no? Ilona y Alexander Grayson llevaban vivos más de cinco siglos, y Reinfield aún seguía vivo, nadie sabe cómo, y la humanidad ante todo eso seguía inmersa en su ordinaria y corriente vida.

La ciencia lo explicaba todo, afortunadamente para ellos.

Ilona muchas veces se encontraba con gente que ya no quería vivir, con chicos que ya no soportaban el aburrimiento. Ella no podía decirles lo extraordinario que tenían frente a sus mismos ojos. Eran simplemente profesionales de la medicina, de la ciencia. Y nadie sospechaba todo lo sobrenatural que había en ellos.

No podían sospecharlo, pero sí aparecían, de vez en cuando, cuerpos muertos, por aquí y por allá, sin una sola gota de sangre.

"Cultos satánicos" decían, otros, los más mente abiertas, entonces consideraban que era el Chupacabras.

Alexander y ella tenían problemas frecuentes con los jóvenes, con los vampiros neófitos. Eran muy imprudentes, pero eso no venía al caso en esos momentos.

Nuevamente se había quedado perdida en sus pensamientos, dejando el tiempo correr, y con los ojos fijos en el Danubio, pues el lugar era muy bonito y muy fino, el puente unía las dos partes de Budapest, así que la zona era bastante elistezca. Ellos no escatimaban gastos.

Es cuando otra llamada de teléfono la hace poner los pies sobre la tierra otra vez.

Y esta vez era él.

-Hola- su voz era la misma de siempre, pero sin los acentos de antaño; la forma de hablar, todo había cambiado. Ahora hablaban todos con modismos de la época. El modernismo era escueto y rápido, y a Alexander, que había dejado hace mucho de ser Transilvano, ya casi no tenía ni el acento Británico.

-Hola- respondió ella con una sonrisa.

-Te extraño, amor-

-Yo también ¿Todavía estás en Italia?-

-Sí, y quiero que vengas conmigo. Esto aquí tomará un tiempo más-

-Deberé dejar la clínica otra vez- dijo sin ningún tono en particular.

-Eres una mujer de mundo, mon chere, ellos lo saben. No importa, ya sabes. Todo lo aceptan porque eres importante, eres algo que ellos no entienden pero saben que eres superior-

En verdad no importaba, la doctora Grayson se iba, se mudaba de país y ya. Clínicas, hospitales, tiempos sin ejercer, así iba, y ella siempre tenía trabajo, porque tenía altas recomendaciones, valioso premios y reconocimientos. Simplemente eran excéntricos.

Así era feliz también. Ésa era si vida errante entre los humanos. Pero en realidad su vida verdadera era de noche, y en otra realidad.

-No, no me importa. Quiero estar contigo, no soporto tenerte lejos-

-Nunca, mi amada-

Deseaba regresar a Transilvania un tiempo, al castillo donde fue tan feliz. Algún día volverían, tenía todo el tiempo del mundo.

-Dime, yo te compro los pasajes- insistía él.

-Cuando quieras, Alex- ella rio traviesa.

-Si sueno un poco ansioso- reconocía Alexander – Es que… de vez en cuando me imagino que ya no te tengo… y, bueno- Alexander no pudo continuar, no le gustaba que sus miedos, y sus temores arruinaran su felicidad.

-Mi amor, siempre estaré contigo. Eternamente tuya, recuerda- y esas palabras encerraban demasiado.

Terminaría con el almuerzo, regresaría a la clínica, impecable, perfecta, muy profesional, y era una vampira caminando a pleno día, era algo muy moderno; pero no era tan maravilloso, era un esfuerzo, era antinatural y peligroso igual, no tenían muchos poderes así.

El mundo moderno era diferente, las reliquias sagradas tampoco ejercían los mismos efectos de antes, y los vampiros podían moverse en el día. Era ridículo en realidad.

Ansiaba con locura la noche, y en la noche tomaría el primer vuelo a Italia porque deseaba estar en sus brazos otra vez. Y ¿Cuándo regresarían a su villa Francesa? No lo sabían, no importaba.

FIN


Agradezco a todas mis lectoras que han seguido mi historia, a todas las del Fanfiction, las de Facebook y Twitter, gracias por su lindo feedback, me alegra compartan conmigo esta vivencia de continuación de nuestra serie de TV.

En realidad mis fanfics los escribo para mí, pero con gusto los comparto y me alegra que a otros también les gusten.

Y en particular éste:: ¡Yaaay lo terminé!

Yo, como ya había mencionado, publico este fic en el blog del mismo nombre, dracula-eternamentetuya blogspot com, y las canciones de Xandria "Save my life" Warcry "Espíritu de amor" las hice banda sonora de mi fic.

¡Bueno, supongo que es todo!