El Demonio Uchiha

CAPÍTULO 9

*O*O*O*

Hinata abrió sus ojos. Por un momento ella pensó que todavía estaba soñando. Pero, Dios la ayudase, ese rostro era real. La respiración tibia que rozaba su mejilla era real. Él había venido, la había salvado. Hinata sacó su mano fuera del pecho de Itachi y la llevó a su labio hinchado. Un momento después, su mirada se deslizó de vuelta hacia él.

Su pecho desnudo.

Miró más abajo y gritó ¡Ella estaba desnuda! ¡Él estaba desnudo! El instinto la hizo alejarse de él, pero su brazo se enlazó alrededor de su cintura más firmemente. Hinata jadeó. Itachi roncaba. Sus huesos se sentían blandos contra su cuerpo. ¿Qué era eso? ¿Cómo la había encontrado? ¿Por qué la había buscado? y más importante aún ¿Por qué estaba desnuda? No, no esto era un sueño, Itachi la había desnudado... El pensamiento la hizo sonrojarse desde la cabeza hasta la punta de los pies.

Le preguntaría todo eso más tarde; ahora mismo estaba demasiado ocupada con la tarea de intentar aquietar los latidos de su corazón, pues este se regocijaba latiendo con tanta fuerza que ella estaba segura que iba a despertar a Itachi. Para cuando ella miró su rostro nuevamente, su mirada suave la hizo estremecerse. Ella sonrió forzadamente, luego se ruborizó y jugo con sus dedos.

Itachi estaba seguro que su pobre corazón nunca se recuperaría.

— ¿D-dónde están nuestras... ropas? — Ella tartamudeo, bajando modestamente su mirada. Estaba demasiado avergonzada, era demasiado pudorosa como para estar completamente desnuda en los brazos de un hombre, además él no era cualquier hombre. Itachi Uchiha era él hombre que más amaba.

—Secándose. Estabas congelada y tenía que mantenerte tibia.

Hinata, no aguantaba más, sabia que en cualquier momento se podría desmayar, sus nerviosismo y vergüenza aumentaron cuando Itachi la pego más a él, Hinata le pidió entre tartamudeos que se alejara un poco que la dejara cambiarse pero el Uchiha no la soltó, así que se dio por vencida.

— ¿P-por qué vino por mí?

Él la llevó más cerca en su abrazo de acero.

—No quiero que te marches, Hinata.

— ¿Qué? no lo entiendo, usted dijo que me quería lejos de su Aldea y de su vida, que lo ha hecho cambiar de opinión.

—Te quiero cerca, eso te incomoda.

—N-no. Hinata se relajó entre sus brazos, sus palabras crearon una esperanza en su frágil corazón... Él la quería a su lado y eso la hacía feliz.

—Ellos me iban a vender — ella cerró sus ojos y tímidamente apretó su mejilla contra su pecho—. Y todo en lo que podía pensar era en… usted.

Dios lo ayudase ¿Cómo podría vivir sin ella?

—No temas, Hinata. Ellos no volverán.

Hinata no oyó a la bestia terrible en su voz, sólo la culpa de un hombre que sabía que matar era el único camino para sobrevivir aunque deseaba que no fuese así.

Ella miró las llamas dentro de sus ojos, chispas donde su pasión por la vida, su esperanza, su venganza, y su redención ardían. Él había matado a muchos hombres. Se había convertido en algo detestable, y su propia causa había dejado de ser una causa honorable ante sus propios ojos. Pero en ninguna parte de esa poderosa mirada había odio. Ella sonrió, de repente comprendiendo por qué él la había alejado de su casa. Él se había convertido en un monstruo para salvar aquello que amaba.

—Me salvo de nuevo.

Por Dios ¿Ella siempre lo miraría como si él fuese un héroe? Itachi se preguntó. Hasta cuando había intentado mostrarle su corazón negro, ella se había negado a verlo.

—Hinata — él casi no quería decir eso. Maldición, tenía que admitir ante sí mismo que le encantaba ser un héroe para ella. Pero él no era un caballero. No era un héroe—. No soy más que un bastardo inhumano. Yo...

Ella sacudió la cabeza.

—Usted es más de lo que jamás podría haber soñado. Lo que usted hizo fue porque fue forzado a p-proteger a aquellos que ama, para salvar a su Clan de la extinción. A veces no puedo evitar preguntarle a Dios qué hice para merecer conocer a un hombre como usted, Uchiha San.

—Para ti soy solo Itachi—

—Hmn— Hinata asintió y sonrió con dulzura.

Él llevó las puntas de sus dedos hacia sus labios y ladeó su cabeza en dirección a la suya.

—Estás herida—. El calor ronco de su voz estremeció las terminales de sus nervios—. ¿Te duele?

—Un poco—, ella apenas susurró y se sonrojo ante su contacto.

Itachi besó su boca suavemente.

— ¿Todavía? — Hinata se sorprendió ante el inesperado beso, pero quiso que el la besara de nuevo. Cuando ella sacudió la cabeza, él depositó más besos suaves— ¿Y ahora?

—C-creo que aún me duele — Sus pestañas largas temblaron contra su mejilla. Ella separó sus labios, esperándolo.

Él no la hizo esperar, sino que se inclinó sobre ella y la observó rendirse debajo de él. Su respiración era irregular. Parecía que él tenía intención de decir algo que podría arrancar su corazón de su pecho. Él lamió y saboreó sus labios. La extensión de su cuerpo descendió sobre ella. Él separó sus labios con las puntas de sus dedos y luego lamió el borde de su boca.

Ella se abrió fácilmente a la invasión de su lengua y gimió. Sintió su piel rígida contra su cuerpo no experimentado, pero él no la asustaba. Él era su caballero. Un salvaje por derecho propio, pero sus manos se movían sobre ella como llamas sedosas, tan tiernamente que ella pensó que podría enloquecer. Cuando esas manos encontraron sus pechos, un gemido bajo se escapó de su garganta. Hinata arqueó su espalda para encontrar su boca hambrienta y la agonía maravillosa de sus labios acariciando sus pechos envió una corriente de excitación a su vientre y su entrepierna, estos eran sentimientos nuevos y se preguntó si lo que estaban haciendo estaba bien.

Cuando él interrumpió el beso para mirarla a los ojos, ella se tapó la cara con sus pequeñas manos, no quería verlo a los ojos.

—Hinata—, Itachi tomo tiernamente las manos de Hinata y las retiro de su rostro sonrojado, él susurró, y el deseo en sus ojos se convirtió en algo más demandante—. Quisiera hacerte mía, pero no quiero que me odies o me veas con miedo, tu eres tan pequeña. Te amo y nada podrá cambiar eso. Aunque no lo creas nunca he estado con ninguna mujer, es decir yo jamás había tocado a ninguna mujer, jamás me interese en relacionarme con las mujeres, mi venganza era lo único que me importaba hasta que tu apareciste en mi vida.

Ella oyó el temor por su bienestar en su voz y acarició su mandíbula tensa.

—Yo también lo amo y nada puede cambiar eso y usted me hizo mujer desde el día en que sus labios tocaron los míos—. Ella lo demolió sin tener que usar mucha fuerza, y lo besó hasta que él sintió esa verdad en su corazón.

Hinata era demasiado tímida pero amaba a ese hombre y él correspondía sus sentimientos, se entregaría totalmente a él cuando fuera el momento adecuado y para ese entonces no habría marca atrás, por ahora los dos disfrutarían de caricias tímidas y besos llenos de anhelo, un anhelo que quería ser saciado.

Hinata yacía acurrucada en el lugar que se había convertido en el más familiar para ella que su propia casa. Los brazos de Itachi siempre estarían allí sujetándola, protegiéndola. Ella estaba segura de eso, tan segura como cualquier joven enamorada podía estarlo. Hinata se atrevió a besar su pecho, luego pasó sus tímidos dedos sobre los músculos de su abdomen.

Itachi capturó su mano y la llevó a sus labios. Pero él permaneció mudo por tanto tiempo que Hinata levantó la cabeza para mirarlo.

— ¿Q-qué le preocupa? Cuénteme, por favor.

Al brillo de la luz ambarina del fuego, su mirada estaba abierta y exponía su corazón.

— ¿Q-qué pasa, Itachi?

—El mundo...— él le dijo—, de repente parece perfecto—. Ella asintió con la cabeza, pero un momento después él exhaló un suspiro largo y profundo—. Pero no es perfecto, Hinata. Tal vez Shizune tiene razón. Yo ya no lo sé.

— ¿Shizune?

—Hmn ella cree que debo negar mi apellido.

Hinata se incorporó asombrada. Itachi tuvo que sonreír ante esa belleza lista para una batalla. Ella era suya, y se sentía más feliz de lo que jamás podía recordar haberse sentido. Estar allí con ella, podía hacerlo olvidarse del mundo.

— ¿Itachi san, u-usted consideraría hacer una cosa así?

Él sacó su mirada de sus pechos y le sonrió.

—No hasta ese día en que yo estaba colocando el Ungüento Curativo en tú herida y me llamaste Itachi Uchiha.

— ¡Y-yo nunca permitiría que usted hiciera eso! — Ella lo previno—. Nunca permitiré que niegue lo que ama.

Él acarició su mejilla enrojecida con su palma.

— ¿Aunque eso significase tu propia vida?

Hinata sofocó un sollozo. Ella se había convertido en otra responsabilidad para él. Dios querido, ella quería que él descansara. Ella quería asegurarle que podía defenderse, que se aria más fuerte y de aquella forma no sería una carga más para el—Yo daría mi vida por usted.

Itachi cerró sus ojos, incapaz y poco dispuesto a tolerar esa idea.

—Hinata—, él dijo, mirándola nuevamente—. ¿Piensas que amar a alguien hace que morir por él sea más fácil?

Ella asintió.

—S-si. Si, lo creo Itachi San—. Cuando él sacudió la cabeza y se alejó, ella tocó su mandíbula, trayendo su mirada de vuelta hacia ella—. ¿O usted piensa que es el único merecedor para estar dispuesto a dar la vida por alguien que ama?

El Corazón de Itachi latió con ferocidad. Claro, él entendía que cualquier verdadero Uchiha estaría dispuesto a morir por su apellido. Pero no dejaría que ella muriese por eso.

Él la amaba, la necesitaba en su vida. Cada vez que ella posaba su mirada aperlada en él, él se olvidaba de las injusticias sufridas por él y por su clan ¿Cómo podía estar enojado con el mundo, cuando el mundo le había dado a la pequeña Hinata Hyuuga?

Pero ella podía serle quitada.

Ese pensamiento cruel congeló su alma y despertó a la bestia. Ella ya lo amaba. Ella ya se había declarado una Uchiha. Él le había declarado su amor y había y sus manos inexpertas habían tocado su cuerpo virginal. Pero todas las esperanzas no estaban perdidas. No, tal vez si él mantuviese su corazón callado, si la enfrentase con una elección por su vida, ella escogería vivir.

—No voy a dejar que mueras por mí, Hinata.

Bien, no era una declaración de amor, pero a ella le gustó. Le dio una palmadita en la mano y se levantó tímidamente tapándose con la colcha, para juntar sus ropas.

—N-no pretendo morir. Cuando encuentre a mi hermanita y a mi Niisan venga por mí, voy a...

Itachi capturó su muñeca y la hizo acostar hasta que ella yació sobre su pecho.

—No volverás con él.

— ¿N-no? —, ella preguntó.

—No. Eres mía ahora y te quedarás conmigo.

Hinata se sonrojo.

—P-pero me preocupa mí...

— ¿Hinata?

— ¿Sí? — Ella sonrió ante el sonido de su nombre dicho tan dulcemente por sus labios.

—Hablas demasiado, pequeña. — Él devoró su boca, ahogando algo más que ella quería decir mientras sus manos se deslizaron por su espalda.

Hinata se encontraba cómodamente acomodada entre los brazos de Itachi. No corría velozmente, sino que él mantuvo un ritmo lento, disfrutando de sentirla pegada a su corazón. Había pasado una larga y tortuosa eternidad desde que él hubiese tenido a alguien tan cerca de ese lugar sagrado. Cuando él le había dicho que moriría apretando el corazón de un Hyuuga entre sus manos, no, verdaderamente no había sabido que ese corazón sería el suyo. No había estado preparado, dudaba que alguna vez lo estuviera, a entregarle a ella a cambio. Si, había intentó hacer que ella lo odiase para salvarle la vida. Pero la vida de Hinata y Sasuke significaba más para él que su hogar, su familia y su apellido. Él no tenía duda de que desistiría de todo por ellos. Pero era su propia alma lo que él había intentado proteger también. La había perdido una vez por haber amado. Perder esto nuevamente lo aterrorizaba.

Y perder a Hinata lo aterrorizaba todavía más.

A lo largo del litoral por el que ellos viajaban, espumosas olas chocaban contra los acantilados bajos, lanzando gotas de agua marina a más de veinte metros en el aire. Hinata observó eso, pensando cuan parecido era Itachi al mar, turbulento, furioso y poderoso. Ella apretó su mano contra su estómago y se inclinó contra su pecho, disfrutando la maravilla de ese día. Las lluvias habían cesado y el sol brillaba como un orbe de fuego en el cielo pálido, pero un frío crudo permanecía en el aire, haciendo que todo oliese a limpio y a nuevo.

Un nuevo día. Itachi la envolvió más profundamente en sus abrazos y beso su cabeza. Ella oyó a él inhalar profundamente. Hinata suspiró suavemente. Sus ojos se deslizaron hacia el este, donde el bosque comenzaba a desaparecer. A donde quiera que Hinata mirase veía poder y belleza, una tierra tan bella que casi era doloroso para un mero mortal observarla por mucho tiempo.

—Tendremos hijos, Hinata — El afirmo de repente.

— ¿QUÉ?— Hinata se sonrojo fuertemente y lo miro de reojo.

—Quiero tener muchos hijos contigo, Hinata. No ahora, pero cuando seas más grande.

Ella giró para darle una mirada curiosa.

— ¿Si quieres, verdad?

—Hai, ¿C-cree que podrías permitir que te diese algunas hijas?

El humor se encendió en sus ojos.

—Lo permitiría sólo después que me des un hijo.

—Hum. — Hinata se dio vuelta para esconder su sonrisa nerviosa.

—Podríamos parar aquí mismo e intentar hacer uno—Ella se sonrojo y ese gesto a Itachi le pareció rico he encantador.

—Encuentro tu modo de ser bastante encantador, a pesar de que prácticamente eres mía, te sigues comportando como la primera vez que te vi. —Satisfecho, él se permitió una sonrisa.

Más tarde ese día, cuando sus cuatro hombres y su hermano menor los encontraron accidentalmente poco antes que ellos alcanzasen la cuesta del valle de la aldea de la niebla, el cabello corto de Hinata parecía como si hubiese quedado atrapado en una violenta tormenta sus mejillas estaban enrojecidas, su chamarra y pantalón rasgado.

Hidan maldijo por lo bajo y dijo algo sobre orar a Jashin Sama. Kisame eructó y sacudió su cabeza como si su aprobación fuese todo lo que se necesitaba para terminar de unir a esa pareja. Deidara se detuvo y contempló a Itachi y a la pequeña avergonzada en sus brazos con una mirada de evaluación. Sasuke miro a su hermano con fastidio, después su ojos onix viajaron hasta la pequeña y tierna Hyuuga, su hermano mayor era un degenerado, pedófilo y traidor, sintió ganas de golpear a su Oniisan, pero después de ver la sonrisa de felicidad en Itachi un agradable sentimiento se posiciono de su corazón, ¿Quién era el, para destrozar la felicidad de su hermano?

Tobi era el único en el grupo que se rascó la cabeza, perplejo por la imagen.

— ¿Por qué están afuera de la Aldea? — Itachi miró a cada uno de ellos, agregando un ceño fruncido bien merecido para Hidan por su pícaro guiño de ojo.

—Yo les dije que saliste de la mansión como si se te hubiese prendido fuego en el culo—, le dijo Sasuke.

¿Qué diablos te sucedió, Hinata? — Deidara le preguntó mientras ella imperceptiblemente acomodaba el último mechón negro azulado en su lugar.

Sus mejillas se ruborizaron casi inmediatamente, sus dedos se juntaron, y Deidara hubiese sonreído si la imagen de su rostro golpeado no le hubiese helado la sangre.

—Deidara, si tienes una pregunta que hacer, me la harás a mí—. Itachi apuntó su mirada feroz al guapo Ninja.

—Muy bien—. Deidara volvió su atención a Itachi— ¿Qué diablos le sucedió en la cara, Hmn?

¿Cómo se había olvidado de eso?

—Ella fue atacada en el camino—. Cuando ellos exigieron toda la historia, él les dijo—. Los mate.

—Itachi—. La seriedad de Kisame sorprendió a Itachi, y el Líder curvó su ceja y esperó que Kisame continuase—. No puedes ser tan descuidado como para dejar que ella salga fuera de tu vista nuevamente. Pienso que yo debería vigilarla la próxima vez que te enojes con ella.

Hinata casi lloró. Corrió y abrazo fuertemente a Kisame, le agradecía que la aceptara y la quisiese proteger.

— ¿Entonces ahora eres el guardián de ella, Kisame?

La determinación que Kisame poseía un momento desapareció de sus hombros que se hundieron en derrota, al ver la mirada asesina de su líder. Era demasiado tarde, él había comenzado eso, y ahora sabía que debía terminarlo. Kisame tragó en seco, luego aclaró su garganta.

—Sabes que yo nunca dejaría que nada malo le sucediese a Hinata. Por eso quiero cuidar de ella...

Itachi esperó pacientemente mientras el Monstruo de la neblina luchaba por recuperar su valentía.

—Ella necesita a alguien para protegerla—

Itachi sacudió la cabeza y pensó, tomándose su tiempo e intentando disimular su diversión.

—Muy bien, Kisame. Es tu deber cuidar a Hinata cuando yo sea incapaz de hacerlo. Pero... — él se inclinó hacia adelante, afirmado su mirada penetrante en cada uno de ellos, y luego, como un milagro, comenzó a sonreír —... habrá sólo un Líder en Kirigakure por esta señorita. Y ese seré yo.

Kisame lo miró perplejo.

— ¿Quién?

Pero Itachi no respondió. Él tomo a Hinata entre sus brazos y dejó a sus hombres y ha su hermano en la cuesta, cada uno luciendo una expresión boquiabierta de sorpresa en sus rostros, todos menos Sasuke quien mantuvo su actitud impenetrable de siempre.

Deidara sonrió y arrebató la odre de Sake de Tobi y la sujetó en alto.

—Por los Ninjas, y las damas que los aman—, él brindó, luego tomó un trago generoso de Sake.

—Gracias...

— ¿Porque? — Itachi volvió su mirada a la cabeza de Hinata.

—Por aparecer en mi vida—, ella lo miro con ternura, luego ladeó su cabeza y lanzó una sonrisa sincera y llena de felicidad—.

Detrás de ellos, los cinco hombres oyeron un sonido que nunca habían oído antes. Y ese sonido pareció llenar el valle con sus ecos.

— ¿Pero qué mierda, oyeron eso? — Hidan disminuyó la velocidad, esperó un momento, luego golpeó con su puño el hombro de Tobi— ¿Qué hay en ese Sake, me estoy volviendo loco?

Hidan lanzó un puñetazo que casi le quebró la nariz al pobre Tobi.

— ¿Porque siempre me tienes que golpear, Hidan Sempai? Se quejó Tobi.

—Hmn, es para que dejes de ser tan maricón y me pongas atención.

—No estás loco, Hidan — Kisame miró fijamente hacia adelante, sus ojos se abrieron enormemente—. Yo lo oí también.

Tobi metió un dedo en su oído y lo limpió.

—Maldición, también lo oí.

Tobi giró hacia Deidara.

— ¿Qué quiere decir eso?

—Quiere decir que tu líder se está riendo, idiotas. — Deidara corrió hasta situare detrás de Itachi y Hinata, gritando por encima de su hombro— ¿Nunca oyeron a un hombre reírse antes?

Kisame observó a su rubio amigo partir, luego giró hacia los otros y se encogió de hombros.

—Sólo antes que él apuntara para matar a alguien.

Tobi le lanzó el odre con Sake.

—Toma, bebe todo, Kisame Sempai. Las cosas por aquí están por cambiar, yo apostaría. Vas a necesitar de todo el valor que puedas reunir.

Hidan se rió y maldijo.

—Primero él va a necesitar valor para... — Tobi casi se tragó la lengua por la fuerza de la palmada que Hidan le dio en la nuca.

—Cuida tu lengua, maldito Hijo de puta—, el Ninja de Yugakure advirtió, luego Sasuke partió velozmente detrás de su hermano mayor, dejando a los tres amigos lanzándose puñetazos, él Uchiha menor no sabía porque su Oniisan tenía unos subordinados tan retrasados, aunque en realidad a él también le había sorprendido escuchar como Itachi reía, su risa era llena de alegría, una risa que jamás le había dado a nadie nisiquiera a él.