Capítulo 1: El polizón

El Sol abrasaba las maderas del navío que crujían levemente por el balanceo del agua, y el viento estaba en calma; apenas soplaba una brisa impregnada de sal que no bastaba para sofocar el asfixiante calor de mediodía. La mayoría de los marineros dormían o hacían sus apuestas en juegos de cartas y dados que estaban amañados, en los cuales el ganador nunca era el que mejor conocía el juego, si no el que mejor conocía las trampas.

Killian Jones los observaba desde su puesto de Capitán con la mirada perdida y sumido en sus pensamientos. Tenía la única mano que le quedaba aferrada al timón y el garfio apoyado en el otro extremo, pesaba más de lo que la gente se imaginaba y era una gran carga más sentimental que física. La soledad que sentía cada día en su interior estaba materializada por aquel trozo de metal que pretendía ser una amenaza, pero no era más que otra máscara con la que ocultar su dolor. La realidad era muy diferente, el nombre de Milah rebotaba en las paredes de su pecho vacío y sentía que el corazón que el Ser Oscuro había estrujado era el suyo y no el de la mujer que había amado. Sin embargo, toda la verdad acerca de sus verdaderos sentimientos quedarían selladas bajo llave en su interior, para el resto del mundo el solo sería el Capitán Garfio, un pirata despiadado y sin sentimientos que sería capaz de hacer cualquier cosa por conseguir sus propósitos. Jamás dejaría ver a nadie como era en realidad, nunca permitiría que nadie descubriera lo terriblemente solo y angustiado que se sentía. Y sobre todo nunca volvería a abrir su corazón a ninguna mujer porque el amor solo lo volvería a romper, y en esos momentos apenas lo sentía latir en su pecho. El tatuaje que se había hecho meses atrás en el brazo ardió como un recordatorio latente de aquellos pensamientos. Solo un nombre y ninguno más: Milah.

-¡Capitán! - la voz de Smee le sobresaltó, estaba tan absorto en sus recuerdos que no lo había oído acercarse.

-¿Qué ocurre Smee?

- Un polizón, Capitán – dijo con voz nerviosa- hemos encontrado un polizón.

Killian enarcó una ceja ante aquellas palabras, hacía tiempo que no tenían un polizón a bordo y le divertía el proceso de interrogatorio y las amenazas que este conllevaba. La mayoría de polizones acababan en el fondo del mar porque se convertían en una carga innecesaria para el desarrollo de sus planes, los pocos que se quedaban pasaban a formar parte de la tripulación del Jolly Roger. Su vida a cambio de una existencia de servicio. Era un trato justo.

- Traédmelo – ordenó con impaciencia en la voz.

Smee se apresuró por acatar sus órdenes, aquel marinero podía llegar a ser tediosamente insoportable y no diferenciarse lo más mínimo de una repugnante rata de cloaca, pero en el fondo era la persona más fiel que Killian había conocido, y sabía que permanecería a su lado pasará lo que pasará. Aunque ello significara incómodas preguntas que él no siempre estaría dispuesto a responderle.

Smee desapareció durante unos minutos de la vista de Garfio y volvió arrastrando una figura encapuchada. Iba acompañado de otro tripulante que le ayudaba a llevar al polizón a trompicones por toda la cubierta hasta el lugar donde se encontraba Killian. Al llegar lo dejaron en el suelo a sus pies.

- Levántate.

Al ver que el polizón se negaba a obedecer, los dos marineros lo alzaron a la fuerza hasta dejarlo de pie ante él.

- Veamos cuál es tu rostro – dijo apartándole la capucha con el garfio.

Lo que vio le dejo sin habla, era muy diferente a aquello con lo que pensaba encontrarse. Al retirar la capucha una cascada de cabello dorado se liberó de su prisión y cayó por los hombros de la mujer que tenía enfrente. Sin duda, aquel primer dato le llamó la atención pero tampoco se trataba de una novedad. No era la primera vez que una mujer se colaba como polizón en su barco. Lo que realmente le conmovió fueron sus ojos. Eran de color verde y brillaban con rabia contenida. Su mirada era desafiante, dura y casi podía notar como penetraba en su interior sin permiso, filtrándose entre los muros que había alzado hacía ya tantos años y había reforzado día a día con el objetivo de que nadie pudiera ver al verdadero Killian Jones. Ahora sentía como esos muros se tambaleaban, igual que un navío atrapado en una furiosa tormenta. Odiaba aquella oleada de sentimientos que aquella desconocida le había provocado solo con mirarle, y por ello sus palabras fueron más duras que de costumbre cuando se dirigió a ella.

- ¿Cuál es tu nombre? – le espetó sin ocultar su enfado.

La mujer se negó a responder y simplemente mantuvo la mirada fija en los ojos del pirata, sin perder ni una pizca del tono desafiante que lo había sorprendido.

- Es la última vez que te lo pregunto – dijo acercándole el garfio a la garganta y presionando sobre ella - ¿cuál es tu nombre?

El silencio se mantuvo.

- Tiradla al mar, los tiburones se encargarán de ella.

Los dos tripulantes empezaron a estirar de ella para cumplir la orden de Garfio, cuando la mujer comenzó a hablar.

- Emma – dijo, escupiéndole las palabras a la cara – Emma Swan.

- Bien, Swan, veo que la mención de los tiburones es suficiente para hacerte hablar. Es una muerte muy desagradable, te lo aseguro, la he presenciado en numerosas ocasiones.

- ¿También has estado al borde de sufrirla? – preguntó mientras miraba el garfio que emitía destellos metálicos a la luz del Sol.

- Debes aprender cuanto antes que los tiburones no son lo más peligroso que puedes encontrarte – Killian acercó su rostro al de Emma hasta que sus labios casi se rozaron y la respiración de la chica se entrecortó. Sentía su aliento muy cerca y un escalofrío le recorrió la espalda – sin embargo, este es mi barco y tú eres simplemente una intrusa, por lo tanto las preguntas las hago yo.

Killian se apartó de Emma y ella pudo volver a respirar con normalidad. No sabía en qué barco se encontraba ni quién era su Capitán, aunque por lo que acababa de ver podía imaginárselo sin problemas. Ella simplemente pretendía huir, escapar de una vida de miseria y soledad que había arrastrado durante demasiados años. Pensaba comenzar una nueva vida lejos de su pasado, de sus recuerdos, lejos de él. Y ahora se encontraba en un barco pirata, rodeada de un puñado de hombres que se desesperaban ante la primera mujer que tenían delante. Sin embargo, no estaba asustada o al menos no pensaba permitir que se le notara. Eso era algo que le había salvado la vida en bastantes ocasiones, coger el valor que conseguía encontrar en su interior y convertirlo en algo grande; aferrarse a él y no dejar de luchar en todo momento. Su corazón podía estar roto y su alma maltrecha pero el valor era algo que siempre la había caracterizado y se sentía orgullosa de ello.

- Llevadla al calabozo.

- ¿Vas a encerradme?

- Es mejor que acabar en el fondo del océano y solo te mantendré encerrada hasta que decida que hacer contigo. Espero que disfrutes de la estancia, no tardaré en hacerte una visita.

Emma comenzó a protestar, pero todo fue inútil, entre Smee y el otro marinero comenzaron a llevársela a pesar de sus intentos de forcejeo. Antes de que desapareciera de su vista, Garfio le dedicó unas últimas palabras: ¡Bienvenida al Jolly Roger, Swan!