Prólogo

2015

La noche era calma y fría, puede que esa fuera la razón por la que las calles estuvieran vacías. A la sombra no le importaba, esto facilitaba su misión. Se dirigió al edificio de ladrillos e ingresó por la puerta del frente. Con un movimiento de la mano dejó a los pocos empleados inmóviles.

Con toda la calma del mundo empezó a seguir los carteles que le indicaban donde encontrar el ala de maternidad del hospital, mientras inmovilizaba a cuanta persona se cruzara en su camino. Cuando por fin llegó al cuarto empezó a buscar entre las cunas los apellidos correctos. Había pasado una semana en el lugar averiguando cuál sería la embarazada perfecta. Una vez enterado de las fechas de parto sólo le quedaron dos madres en la mira, sólo era cuestión de esperar a que una de ellas diera a luz.

Esta era, ahí bien claro figuraban los apellidos y el nombre de la criatura. La sombra se inclinó y tomó al bebé en los brazos, se lo acomodó en el brazo izquierdo y comenzó a desandar el recorrido. Cuando llegó a la puerta de salida, con un nuevo movimiento de la mano hizo que todo el mundo volviera a sus cosas como si nada. Nadie notó los minutos perdidos.

La sombra se fue acercando lentamente al bosque con el pequeño bulto en sus brazos. El bebé en ningún momento se despertó de su sueño. No lo hizo cuando lo sacaron de la cuna. Tampoco cuando lo enfrentaron a la noche fría. Y tampoco cuando el extraño arrojó algo al suelo que abrió un portal por el cual ambos desaparecieron.


Capítulo 1

Mayo 2014

"Tú… Tú hiciste esto"

"Sólo quería salvarle vida"

"Eres igual a tu madre… ¡nunca piensan en las consecuencias!"

"¡No lo sabía!"

"¡Por supuesto que no lo sabías! Bueno, será mejor que no hayas traído nada más contigo" Regina se dio vuelta y salió de Granny enfurecida, dolida.

Henry, que había estado observando todo desde un costado, miró con incredulidad a Emma sin poder creer lo que le había hecho a su madre. ¡Justo cuando Regina no sólo se había reformado completamente sino que había empezado a creer que ella también podía ser feliz! Su madre no iba quedarse sola, ahora más que nunca él debía acompañarla, demostrarle cuánto la quería, hacerle ver que no estaba sola, que era amada. Si esperar más, sin dirigirle la palabra a Emma, salió corriendo detrás de Regina. Cuando la alcanzó se puso a caminar junto a ella en silencio.

Emma tenía la mirada perdida en el piso, sin pestañar. ¿Cómo una buena acción podía tener consecuencias tan malas? Ella había querido salvar a una mujer inocente, nada más, nada más. Hook le había dicho que la dejara morir, se le repitió varias veces, le dijo que podía cambiar las cosas, pero ella no le hizo caso. Pensó que llevándola con ellos no había peligro de modificar nada importante, después de todo, ¿qué posibilidades había de que se encontrara con alguien conocido? La suerte nunca había sido lo suyo. Regina. Tenía que explicarle, tenía que hacerle entender que no había querido arruinar su relación. Saliendo de su estupor dio un paso hacia la puerta, pero una mano en el brazo la detuvo. Al girar la cabeza vio que era su madre.

"¿A dónde vas?" le preguntó Snow.

"A buscar a Regina, tengo que hacerle entender…"

"No Emma, déjala tranquila. Henry ya fue tras ella y me parece que eso es lo mejor"

"No, mami. Quiero explicarle…"

"Nada de lo que le digas va a cambiar el hecho de que trajiste del pasado a una mujer que le arruinó el futuro o, por lo menos, su segunda chance de tener un final feliz, Emma. Me parece que por una noche ya hiciste suficiente" le dijo la morocha en forma terminante.

Emma miró boquiabierta a Snow. ¿Su propia madre la culpaba?

"No fue mi intención hacerle nada a Regina, Mary Margaret. Yo…"

Snow suspiró. "Lo sé Emma, pero haya sido tu intención o no, lo cierto es que la lastimaste. No creo que Regina quiera saber nada de vos en este momento. Lo mejor va a ser que esperes hasta mañana para ver si se calma y te quiere escuchar."

Emma no lo podía creer, pero su propia madre parecía culparla de lo ocurrido. ¿No se suponía que ellos eran los buenos? ¿Acaso los buenos no salvan a inocentes? Mirando a su alrededor creyó ver que todo el mundo la miraba de forma acusadora, menos Robin y Marian, quienes todavía estaban abrazados y susurrándose cosas al oído. ¡Ella no había hecho nada malo! ¡Había devuelto una madre a su hijo! Y si nadie lo entendía, ¡que se fueran a la mierda! Después de todo, ¡ella era la puta Salvadora! Furiosa, se sacudió del brazo la mano de su madre y salió del lugar dando un portazo.

Charming le alcanzó el bebé a su mujer con toda la intención de salir detrás de su hija, pero Hook le dio dos palmaditas en el hombro. "Voy yo, amigo", pasó a la pareja y fue a buscar a la rubia.

"¡Hey Swan, espérame!" gritó el pirata trotando tras Emma.

"Ahora no, Hook. Quiero estar sola" le dijo la rubia cortante, sin siquiera mirarlo.

"Vamos Swan, un poco de compañía no te va a hacer mal. Sobre todo si es mi compañía. ¿Quién querría estar sin este increíblemente apuesto pirata?"

"¿Qué parte del quiero estar sola no entiendes?" gritó Emma frenando en seco para mirar rabiosa a Hook.

"No grites, amor. Relájate, para eso vine. Yo sé lo que te puede ayudar" Killian le guiño un ojo. "Unos besos a estos labios rojizos y te olvidas de todos los problemas"

En un movimiento rapidísimo Emma tomó del cuello a Hook y lo estrelló contra un árbol que tenía detrás.

"Te lo voy a repetir muy lentamente porque es evidente que tenés problemas para entender lo que se te dice. Quiero estar sola. Desaparecé." Lo soltó y se dirigió al mismo banco donde vio la luz que salía del granero y toda esta mierda comenzó. No se había sentado más de cinco segundos cuando escuchó, nuevamente, la voz del pirata a su espalda.

"¿Qué pasa, Emma? Te dije que si traías a esa mujer algo iba a pasar, así que no entiendo porque estás haciendo tanto escándalo ahora." El hombre estaba realmente confundido. Pero aún así debería haber notado que no era el momento para echar sal en la herida de la mujer, eso es, si no estuviera tan centrado en sí mismo.

Esas palabras fueron como echar un fósforo a la nafta. Emma se levantó de un salto y enfrentó a Hook. Si las miradas mataran el hombre habría caído fulminado. La fuerza la furia reflejada en esos hermosos ojos celestes hizo que el pirata retrocediera un paso, como si lo hubieran golpeado físicamente.

"Traté de ser paciente, Hook, pero no entiendes las indirectas ni las directas. En algún momento tienes que darte cuenta que un no es NO; no significa un tal vez, y ponele la firma que no significa sí. ¡Si te pido que me dejes sola, me dejas sola, si te digo que no, es NO!" gritó Emma totalmente rabiosa. "¿Cuándo te vas a dar cuanta que actúas como un puto acosador?"

El discurso de Emma le sacó la sonrisa de la cara a Hook, quien se puso nariz a nariz con la rubia cansado de sus idas y vueltas. "No me eches la culpa de todo a mí, corazón. No soy yo el que hoy quiere y mañana no, hoy soy una estufa y mañana un témpano. Deberías decir claramente lo que quieres y dejar de jugar con los hombres, amor. Puede que en algún momento te cruces con alguien que no acepte la forma de jugar que tienes y la pases mal."

"¿¡Me estás amenazando!?" gritó Emma más allá de la furia. "Cómo te digo unas cuantas verdades me acusas de qué… ¿De calienta pija?"

"No te hagas la ofendida, Swan. Que este jueguito ya lo hiciste con Bae. Un día le decías que lo amabas y al siguiente lo querías muerto. Nos tenías a los dos con una soga al cuello tirando de la que veías más lejos. Tú me besaste en Neverland y tú me bésate hoy, nadie te obligó a nada. Así que deja la actuación para quien te crea" dijo el hombre destilando sarcasmo en cada palabra.

"¡Bastardo hijo de puta!" gritó dándole un puñetazo en la mandíbula que lo dejó desparramado en el suelo y dormido como un bebé. Tal como ocurrió en el Bosque Encantado cuando era compañero de Cora.


Henry y Regina llegaron a la mansión, dejaron los abrigos en el perchero y Regina se dirigió a la sala de estar para servirse un whiskey. La detuvo la voz de Henry.

"Mamá…" no sabía qué decirle a la mujer para consolarla, para evitar que hiciera algo que todos, y ella más que nadie, lamentarían después de todo lo que le había costado transformarse de villana en heroína. Henry sabía que en este momento, él era el único que podía evitar que su madre se viera tentada a volver a ser la Reina Malvada.

"No te preocupes Henry, no voy a matar a tu madre." Por más que se lo merezca. Aunque me tiente arrancarle el corazón. "Andá a acostarte que es tarde. Yo subiré en unos minutos." Cuando me tome un par de whiskeys y me deje de funcionar el cerebro, cuando esté lo suficientemente embotada como para no sentir más nada. Ni dolor. Ni traición. Ni furia. Ni vacío.

"No mamá, me quedo con vos, no hace falta que hablemos, pero me quedo haciéndote compañía."

"Henry, realmente necesito estar sola."

"No, mamá. Lo que menos necesitas es eso" porfió el chico.

Regina suspiró. Conociendo como conocía a su hijo, lo mejor sería que le siguiera la corriente y una vez dormido bajara y se dedicara a emborracharse hasta perder el sentido. Porque lo cierto era que no sabía durante cuánto tiempo más podría mantener la máscara de relativa calma antes que se le cayera a pedazos y estallara en furia o llanto. O ambos.

"Está bien, vamos a ponernos el pijama y después vemos qué hacer."

Satisfecho, Henry le tendió la mano a Regina para así subir la escalera. La soltó en la puerta de su habitación, la morocha le dio un beso en la frente y se dirigió a su cuarto. Henry se desvistió y se puso el pijama en tiempo récord. No pensaba dejar que su madre bajara a emborracharse, no era ningún tonto. En cuanto terminó fue hacia la habitación de Regina y golpeó con suavidad. Entró cuando su madre lo invitó.

La mujer estaba sentada contra el respaldo de la cama con el mentón apoyado en las rodillas y los brazos rodeandose las piernas. Henry nunca en su vida vio a su madre tan vulnerable. La imagen le rompió el corazón. Los ojos tristes de la mujer dejaron de mirarlo para clavar la vista en el cubrecama.

Henry trepó a la cama y se sentó al lado de su madre, la rodeó con los brazos, la apretó fuerte contra sí y le dio un beso en la cabeza. "Te amo, mamá. No estás sola, no tienes por qué estarlo, yo voy a estar contigo siempre que me necesites."

Esa fue la gota que colmó el vaso. Regina se desmoronó como nunca en su vida y se puso a llorar desconsoladamente en los brazos de su hijo de trece años. Pasaron varias horas hasta que por fin se calmó. "No estaba enamorada de él, ¿sabes? No tuvimos tiempo para llegar a eso. P-pero nos gustábamos, e-estábamos bien juntos. Era n-nuestra segunda oportunidad" hipó la mujer. "La mayoría de las veces no se tiene ni una chance de encontrar al amor de tu vida. D-Daniel fue mi primer amor, puede que fuera mi amor verdadero. Digo, perseguí incansablemente a tu abuela por él y ni hablar de que lancé una maldición que trajo a la mitad del Bosque Encantado a este mundo, así que ERA mi amor verdadero." Reina suspiró. "Robin… me veía envejeciendo junto a él, era… ¿confortable? Como esa ropa vieja y llena de agujeros que uno se niega a tirar porque es taaan cómoda…" murmuró Regina. Poco a poco la mujer se fue relajando hasta quedar dormida en brazos de su hijo.

Elsa salió de ese lugar extraño donde apareció de repente, totalmente desorientada y asustada. No tenía idea de dónde estaba, de dónde había estado o cuánto tiempo había pasado desde que fuera encerrada. Se dio la vuelta para observar el granero del que acababa de salir. ¿Dónde estaría? Tenía que averiguarlo, pero no hoy. Puede que no en un corto plazo, antes necesitaba calmarse y acomodar las ideas.

La mujer miró a su alrededor. No estaba en el Bosque Encantado, de eso estaba segura. Suspiró. Lo mejor sería que buscara un lugar más alejado en ese bosque y se hiciera un pequeño castillo. Una vez hecho esto, intentaría averiguar dónde sé encontraba e intentaría continuar con la búsqueda que la llevó, por una pequeña desinteligencia, al Boque Encantado. Y al encierro.