Una pequeña nota fue la causante de grandes confusiones, pero nadie le dijo a Peeta Mellark que la mejor forma de invitar a salir a Katniss -despistada- Everdeen no era ésa. La próxima vez sólo debía utilizar sus preciadas palabras. Sino díganle a Gale, que aprendió el gran valor de ellas.


Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer no me pertenece. La trilogía LJDH pertenece a SC.


Aclaraciones: AU. Actualidad. Everlark. Mención muy leve de Gadge. Puede que un poco de OoC, lo dejo a su criterio.


Post-it

Uno


Katniss miró irritada el reloj. Esa noche sería la graduación de su pequeño patito y quería irse temprano, pero su jefe -el desgraciado Presidente Snow- no le mandaba la confirmación de que los reportes que le envió cuatro horas atrás.

Pero Prim, su pequeño patito, ya no lo era tanto, esa noche sería su ceremonia de graduación y oficialmente sería un médico. Recordó cuando animada le contó que la habían admitido en la facultad.

Los años habían transcurrido rápidamente.

Al igual que las horas del reloj.

Recorrió su oficina en espera de la respuesta del señor Snow, se sentó en la incómoda silla acolchonada -después de horas de estar en ella- y tomó un dardo del cajón de su escritorio. Entrecerró un ojo y apuntó al blanco del tablero pegado tras la puerta.

Escuchó el inconfundible sonido de la punta haciendo contacto con el material y sonrió. El tiro había dado en el lugar preciso.

Como siempre.

Con un suspiro removió las hojas en su escritorio y un papel amarillo llamó su atención.

Era un post-it.

Pegado a la superficie de su preciado escritorio de madera, en el lado izquierdo.

Con energía lo separó y miró las palabras escritas en él.

Hoy te ves ardiente en tu vestido rojo.

Cato

-Ese idiota de nuevo- refunfuñó y sus ojos grises brillaron con fastidio.

Escuchó unos toques en su puerta.

-Pase- indicó. La puerta se abrió y una cabellera rubia entró.

Peeta Mellark, uno de sus compañeros de trabajo.

Inconscientemente llevó una mano a la trenza que contenía su cabello negro. La otra hizo bolita el post-it amarillo.

-¿El presidente te entregó los papeles?- cuestionó al mismo tiempo que botaba a la basura la arrugada nota.

El chico de ojos azules asintió pero, increíblemente, no sonrió.


Peeta observó con tristeza la acción de Katniss.

La mejor forma de rechazarle era desechando el post-it que había escrito. Frente a sus ojos.

Vale, admitía que no fue un gesto muy valiente invitarle a salir mediante una pequeña nota, pero siempre que estaba frente a Katniss Everdeen le era muy difícil hablar de sus sentimientos.

Era irónico, él se encargaba de las relaciones públicas de Panem et Circenses y no podía entablar una sencilla con la mujer que le traía loco.

Lo admitía, Katniss le gustaba mucho.

Incluso al grado de decirse enamorado.

Demasiado.

Desde que la escuchó cantar -mientras estaba borracha- en una fiesta organizada por sus compañeros, cayó rendido. Todavía recordaba el silencio del bar al escucharla cantar en el escenario, ella lucía una blusa roja a cuadros y pantalones de mezclilla oscuros, su cabello atado en dos infantiles trenzas.

Pero sus esperanzas decayeron al ver que botó su nota.

No tenía más motivos para sonreír sinceramente. Y sólo era miércoles.

Le entregó los documentos y salió de la oficina, resistiendo el impulso de dirigir una última mirada a la abogada de la empresa.


La joven de cabellos oscuros miró intrigada la puerta por la que Peeta había salido. No había hecho los comentarios joviales de los que estaba acostumbrada, sólo estuvo callado.

No entendía qué había ocurrido.

Su celular sonó, lo tomó del escritorio y miró el contacto.

Era su mejor amigo Gale.

-¿Todavía no estás lista?, ya salí de mi trabajo y se suponía que yo pasaría por ti- dijo él del otro lado de la línea. Por costumbre asintió y reparó en que su emisor no estaba viéndola.

-Sí, ya puedes venir, increíblemente pude salir antes de tiempo- reveló y se puso en pie. Acomodó los papeles en su escritorio con una mano.

-Llego en quince, espera en la salida del edificio, el portero del estacionamiento no es agradable- se refería a Romulus Thread, el 'perro' que protegía la parte inferior del bloque de oficinas. Gale colgó antes de que pudiera contestarle.

Terminó de alistar su área de trabajo, tomó su bolso y se dirigió a la salida.

Sin percatarse del post-it amarillo en el lado derecho de su escritorio.

El lugar donde Peeta había dejado el suyo.


Peeta llegó a su casa, dejó las llaves en la mesa de la sala y avanzó hasta su cocina. Se arremangó su camisa de vestir azul, se colocó un delantal de cocina naranja con las palabras 'Para el mejor pastelero' -regalo de Delly, claro- y comenzó a sacar los ingredientes de los estantes.

Lavó sus manos en el fregadero y decidió lo que haría.

Bollos de queso.

Los favoritos de Katniss.

Se comportaba de forma patética al hacer los panes que a ella le gustaban, pero era su único consuelo ante el inminente rechazo que recibió aquella tarde. Si Delly y Madge no le hubieran armado de valor para invitarla a salir, seguiría observándola a la distancia y siendo su amigo -y no se sentiría mal como en ese momento-, pero sus amigas estaban seguras que Katniss sentía algo por él, aunque ella misma no se había dado cuenta.

Incluso Madge -la mejor amiga de Katniss- le dijo que ella aceptaría salir con él aunque no estuviera muy segura de sus sentimientos.

Que equivocadas estaban ambas.

Pero él seguiría velando por Katniss, como en el proyecto 'Diente de León'. Soportaría la idea de estar cerca, aunque ella no sintiera algo por él.

Tal vez hasta estaba enamorada de su amigo Gale.

Suspiró.

Consideró si era mala la idea de hornear su pan favorito.

-Es esto o llenar dos o tres caballetes con su imagen- dijo en voz alta.

Sin pensarlo, introdujo la bandeja en el horno.


Katniss abrazó a Prim antes de que fuera hacia su asiento especial.

-Estoy muy orgullosa de ti, mi pequeño patito- le dijo al oído. Su madre sonreía a un lado de ellas.

-Gracias por todo el apoyo que me diste Katniss, me ayudaste a pagar los primeros años de mi carrera y te estaré muy agradecida- murmuró la joven de cabellos rubios.

Primrose se refería a los primeros dos años de su carrera, cuando su madre estaba muy afectada por la muerte de su padre -ocurrida año atrás-, que prácticamente perdió contacto real con el mundo y pocas veces laboraba en el hospital. Salió de su letargo hasta que la mayor de las Everdeen estuvo involucrada en un accidente automovilístico que casi le costó la vida.

Pero ya hacían años de eso.

-Es hora de tomar nuestros asientos- instruyó la madre de ambas. Katniss asintió y se alejaron para avanzar a los lugares que tenían asignados como familiares, los cuales se encontraban ocupados por los demás invitados de Primrose.

Los Hawthorne estaban allí, al igual que su mejor amiga Madge -gran apoyo para Prim cuando estuvo en el hospital, ya que ella llegaba por su madre enferma-.

Se acercó al mismo tiempo que Gale y escuchó el comentario que éste hizo.

-Bonito vestido, Undersee- se refería al blanco con azul que su amiga portaba, combinado con los ojos color cielo que caracterizaban a su antigua compañera de universidad.

-Bueno, si hoy voy a encontrar al hombre con que me casaré necesito lucir bien, ¿no lo crees?- respondió su amiga con una sonrisa condescendiente.

Gale abrió los ojos un momento, pero rápidamente se compuso.

-¿Cuántos años menos que tú tienen, cuatro o cinco? Tú no saldrás con alguno de ellos- comentó burlón y con un toque de celos.

-Se refiere a algún hermano, Gale- aclaró la joven Posy. Los demás rieron.

-¿Por qué no la invitas a salir de una vez, se casan, tienen hijos y dejas todo ese jueguito tuyo?- se burló su hermano Rory y novio de Prim. Katniss sonrió de lado al ver el diminuto sonrojo en la cara de Gale y los ojos brillantes de Magde.

Incluso ella había notado lo que su mejor amigo sentía por la privilegiada Madge Undersee. Años atrás hubiera sentido celos, pero ambos habían aclarado lo que sentían por el otro y no era una relación romántica.

Sin embargo, su amigo no parecía dejar atrás el prejuicio y orgullo de su infancia. Madge era y había sido la hija de un prestigioso abogado, mientras que ellos eran los hijos de simples trabajadores de una fábrica. Pero ambos habían logrado superarse, ella al estudiar leyes y él convirtiéndose en ingeniero mecánico. A su amiga Madge también le gustaba Gale y una vez le había invitado a salir, pero él lo 'había olvidado' y ella no quiso insistir más -aunado al hecho de que el joven de ojos grises solía ser un mujeriego-; después de eso, su amigo se dio cuenta de lo que sentía y la única forma de acercarse a ella era mediante una actitud infantil.

-Me halagas, Rory, pero creo que a tu hermano no le interesa -agregó Madge en voz baja y como buena hija de un hombre de renombre, sonrió-. Está comenzando- dijo al mismo tiempo que señalaba el escenario.

Katniss tomó su lugar entre su madre y Gale, al que miró con una ceja enarcada.

Él suspiró.

Ambos dirigieron su mirada al hombre con el micrófono.


Peeta estaba entretenido mirando a Gigi hablar con Alex sobre las relaciones, justamente ésa era la mejor película para ver en esos momentos de decepción.

Claro que él simplemente no la quería.

No tenía por qué hacerse ilusiones.

-No tengas muchas esperanzas, Gigi. Al final romperá tu corazón- murmuró.

Después de la tercera bandeja de bollos había decidido parar, por lo que se fue a su sala de TV a cambiar canales hasta llegar al que se encontraba viendo en ese momento. Si él hubiera sido Neil, le habría pedido matrimonio a Beth demasiado tiempo atrás.

Apagó el televisor mucho antes que acabara la película y entró a darse una ducha. El día siguiente debía trabajar y ver a Katniss de nuevo.

Además, por la mañana tenía que recalentar muchos bollos para repartir a sus compañeros de trabajo.


Al entrar a su oficina, Katniss reparó en que habían hecho limpieza, lo que explicaba que sus papeles se encontraran ordenados pulcramente en el sitio que deberían -acomodados en las esquinas del escritorio-, que la foto de Prim -y su detestable gato Buttercup- descansara sobre el archivero junto a la pared y que sus bolígrafos estuvieran alineados en el centro de la mesa de madera, cerca del teléfono inalámbrico.

Dejó su portafolio negro sobre la alfombra gris y extrajo su computadora portátil.

-Pase- indicó al escuchar unos leves toques en la puerta.

Peeta.

Sonrió levemente.

-Hola Katniss -saludó el rubio-. Ando repartiendo bollos, toma dos- dijo acercando la bandeja que llevaba entre sus manos. Ella los tomó y él salió rápidamente de la oficina.

-Nos vemos- alcanzó a decir Katniss con extrañeza.

¿Por qué Peeta no se había quedado a platicar?

Llevó el bollo a su boca y lo saboreó con gusto.

En definitiva eran sus favoritos.

Siempre que fueran hechos por Peeta.


Madge llevó la taza de café a sus labios y ocultó una sonrisa.

Ni en su trabajo como maestra de música se divertía tanto.

Se distrajo mirando alrededor de la cafetería, los comensales almorzaban y platicaban amenamente en sus asientos de colores psicodélicos, a Peeta y a ella no les agradaba El Capitolio, pero era lo que quedaba más cerca del edificio de su amigo.

Su amistad se debía a que él, Delly y ella fueron vecinos durante su niñez, además de que sus padres estaban constantemente ocupados o ausentes. Era un poco irónico que también se llevara con la implicada en el asunto del que no quería reír, pero Katniss había sido su compañera de habitación durante la universidad.

-No me lo tomes a mal, pero quisiera escucharlo una vez más. ¿Me estás diciendo que invitaste a salir a Katniss Everdeen el sábado? -Peeta asintió mordiendo su galleta-, ¿pero lo hiciste a través de un post-it?

-Sí, vamos, ríete, yo también lo haré y nos divertiremos juntos- dijo él sonriendo levemente y ella quiso hacerlo, mas un asunto rondaba su cabeza.

-Pero, ¿dices que ella arrugó la nota y la tiró a la basura frente a tus ojos?

Los ojos azules de su amigo lucieron tristes por un momento, para después regresar a su estado habitual.

-Sí -admitió tras dar un suspiro-. Supongo que es nuestro destino que nos rompan el corazón los chicos de la calle Veta.

Madge asintió y tomó otro sorbo de su taza.

Algo era extraño, pero no era la mujer de cabello rosa que pasó a su lado.


-¿Tienes idea de lo que ocurre con Peeta?- cuestionó a su mejor amiga mientras hablaban por teléfono. El rubio le había evitado todo el día y el único contacto que tuvieron fue relacionado con algún documento que ella debía de analizar o contratos que tenía que redactar.

Ese no era el Peeta Mellark que llegaba a su oficina a compartir los malos ratos que su jefe les hacía pasar, el que siempre se dirigía a ella con una sonrisa amplia y podía hacerle olvidar todo el estrés acumulado, el que le llevaba chocolate caliente los días en que había frío, el que le hacía sentir segura cuando lo veía.

En definitiva algo pasaba con el chico del pan.

-¿A qué te refieres, Katniss?- interrogó curiosa Madge.

-No lo sé, sólo no habló conmigo en todo el día y no sé si hice algo para provocarlo- le confió a la rubia. Caminó hasta su ropero y extrajo el pijama que se colocaría tras darse un baño, empezó a deshacer su acostumbrada trenza -que era muy infantil según el equipo de diseño de imagen de la empresa, pero característico de ella en palabras de su estilista Cinna-.

-Katniss, ¿de casualidad habrás recibido un post-it el día de ayer?- quiso saber su amiga.

-No me recuerdes el estúpido mensaje ese -dijo en tono malhumorado-. Espera, ¿cómo sabes del post-it?

Su amiga comenzó a reír del otro lado de la línea.

-Katniss, ¿qué decía la nota?

-Que lucía ardiente en el vestido rojo que llevé a la graduación de Prim. ¿Quién te ha dicho de ese post-it? Juro que si ese acosador comienza a serlo contigo, la próxima vez que entre a mi oficina le lanzaré uno de mis dardos- musitó enfadada.

-No sé qué avance podría tener conmigo hablándome de lo que hace contigo, pero creo que mañana deberías preguntarle a Peeta -aconsejó su amiga-. Te dejo, están mostrando una receta para un helado de fresas bajo en grasa y no quiero perdérmela- y cortó sin dejarle despedirse.

-¿Qué sabrá Peeta?- se preguntó en voz baja deshaciéndose de su ropa y colocándose bajo las gotas de agua.


-Peeta- le llamó Katniss acercándose la mañana del viernes.

-Katniss -dijo con un asentimiento, sin mirar los ojos grises que tanta le gustaban-. ¿Hay algo en que pueda ayudarte?

-En realidad, sí, si no te molesta. ¿Sobre el post-it del miércoles en mi escritorio?, ¿le dijiste a Madge?, ¿con qué propósito?

Dejó de hacer notas en la computadora y conectó su mirada con la de ella.

-Siento que te haya molestado, no lo mencionaré otra vez -se disculpó y ocultó una mano de la vista de ella, apretó la madera de su propia área de trabajo-. Diremos que no es real, ¿está bien?

Katniss asintió extrañada, estaba siendo cruel con él.

-Me gustaría saber cuándo entraste a mi oficina y sin mi permiso.

-Me gustaría poder seguir hablando contigo Katniss, pero debo terminar una presentación para 'Los Rebeldes', si me disculpas- la mujer volvió a dar un asentimiento y salió de su oficina.

No creía que él sería objeto de la fiereza de la rebelde de la empresa.


-¿Quieres un azucarillo?- preguntó Finnick Odair, uno de los modelos para la campaña de pesca que sería lanzada en tres meses. Observó sus ojos verdes que brillaban con diversión.

Asintió y le acercó su taza de café.

Haymitch Abernathy -uno de los cerebros- llegó donde ellos y sacó un pequeño recipiente del interior de su chaqueta, para verter el líquido en su propia taza.

-¿Problemas en el paraíso, preciosa?- cuestionó después de dar un sorbo, Finnick rió.

-¿Por qué todos saben lo que me ocurre? -interrogó a ambos, mirándolos-. Finnick, ¿y si te pones unos pantalones?

El de cabellos color bronce se encogió de hombros.

-No sabes mentir, preciosa -dijo Haymitch como respuesta-. Ya sabes, no lo mereces.

-¿A quién te refieres?- repuso en forma curiosa. Los otros dos rieron y negaron.

-Es increíble cómo puedes ejercer maravillosamente en los tribunales y no saber nada de la vida real -comentó Johanna Mason, del departamento de Finanzas, que acababa de llegar-. Debe ser muy difícil ser tú- agregó irónica.

Katniss los miró a todos con desconcierto.

Peeta se acercó a buscar un café y saludó a todos antes de retirarse.

-Es tan agradable saber que Annie y yo estamos perfectamente- murmuró Finnick.

-Es patético- dijo Johanna en voz alta.

Haymitch alzó su taza en reconocimiento.


-¿Ya habló Katniss contigo?- exigió saber Madge, después que él le reclamara el haber cuestionado -sobre el post-it- a la mujer que quería.

-Sí, fue un poco, eh, franca conmigo -admitió a su amiga, escuchó el sonido de un piano a la distancia y a Madge decir 'Es todo por hoy, Rue'-. Sólo seremos amigos y antes de que digas algo, estoy bien con eso.

-Peeta, Peeta, ¿qué fue exactamente lo que dijo ella?

-Habló sobre el post-it del miércoles y el que entrara a su oficina cuando no se encontraba- reveló y escribió las palabras adecuadas en el correo que iría a Plutarch Heavensbee, uno de los socios de Snow.

-¿Te comentó lo que decía el post-it?- preguntó.

-¿Por qué insistes tanto, Madge? No entiendo cómo me ayudaría el repetir ese momento, o lo que le haya escrito- le pareció que su amiga rió en voz baja al otro lado.

-Sí que son cabezotas los dos, ¿entonces no le preguntarás de la forma correcta?

-Lo haré si tú hablas claro con Gale Hawthorne, así los dos nos desahogaremos- contrarrestó.

Madge suspiró.

-No justo, Katniss no es un mujeriego que aceptó salir contigo y después te dejó plantada por haber nacido en mejores condiciones.

-La vida no es justa, Madge, ¿lo harás?

-Mejor pasen su vida solos, lo mío con Gale Hawthorne nunca comenzó ni lo hará, él lo dejó muy claro- espetó orgullosa, aunque herida por el suceso ocurrido dos años atrás.

-Lo siento, Madge -se disculpó-. En nuestra vejez nos haremos compañía, tú con tus veinte gatos y yo contando anécdotas de nuestra niñez, ¿te parece?

Madge rió.

-¿Quién sabe? Puede que encontremos a nuestra media manzana, ya que la naranja no funcionó.

-Sabes que prefiero el naranja- acotó y rió. Delly era su mejor amiga, pero en esos momentos no estaba dispuesto a escuchar lo bonito del mundo.


Katniss llevó sus manos a su rostro, no podía seguir analizando ese contrato. Seguía pensando en Peeta, no comprendía qué ocurría con él.

Tocaron la puerta.

-Pase- indicó y el dueño de sus pensamientos entró.

-Aquí tienes el contrato firmado, que pases buena tarde- explicó y se dirigió a la puerta.

-¡Peeta espera!- llamó antes de que él saliera completamente.

-¿Hay algún problema?- preguntó enarcando una de sus cejas rubias.

-¡Sí! ¡¿qué te hice para que no hables conmigo?!- exclamó cansada y frustrada.

-Katniss, estoy hablando contigo- expresó él en tono pasivo.

-Sabes perfectamente que no me refiero a eso- agregó poniéndose en pie y dando una vuelta a su escritorio hasta llegar frente a él.

-No sé a qué te refieres- dijo Peeta y ella reconoció la expresión atrapada de la mayoría de los culpables.

-Desde el miércoles estás de esa forma, ¿qué hice?- pidió mirando sus ojos azules.

-No hiciste nada, Katniss, sólo fuiste tú misma- se encogió de hombros.

-¡Ahí está la prueba!, ¡hago muchas cosas de las que no me doy cuenta!, ¡¿podrías explicarme?!

Y de un momento a otro sintió los labios de Peeta sobre los suyos. Una sensación extraña le recorrió y se entregó a ella, llevó sus manos alrededor de su cuello y él dejó las suyas en su cintura, acariciándola con el mismo ritmo que marcaba con sus labios. No supo describir lo que sintió con ese beso, pero removió en ella sentimientos que no sabía que tenía.

-Ahí lo tienes, estoy enamorado de ti, Katniss -declaró Peeta-, pero no haré nada, porque tú no sientes nada por mí, espero que podamos seguir siendo amigos. No te diré nada más de la nota del miércoles.

-¿Cómo sabes que no siento nada por ti? -él la miró interrogante-. Bueno, ni yo estoy muy segura, es difícil de explicar lo que siento cuando estoy contigo pero, ¿a qué nota te refieres? La única que vi ese día fue de Cato.

Peeta comenzó a reír.


¡No vio su nota!

El rubio quiso brincar de la emoción. ¡Katniss sentía algo cuando estaba con él! ¡Todavía tenía esperanzas!

Continuó riendo felizmente.

-¿No encontraste otra ese día? -cuestionó tras terminar de reír y ella negó-. ¿Entonces no rechazaste mi invitación de cenar mañana?

La mirada de desconcierto de Katniss fue lo que necesitó como respuesta.

-¿Te gustaría cenar conmigo mañana a las ocho?- quiso saber. Ella asintió tímidamente.

Volvió a besarla.

Al separarse, Katniss preguntó: -¿Me dirás lo que decía la nota?

-No te preocupes, te enterarás algún día.


El lunes por la mañana la señora Mags -secretaria de Beetee, otro de los cerebros-, recordó el post-it que le dejó una de las empleadas de limpieza el miércoles de la semana anterior.

Llegó a la oficina de una sonriente Katniss y se la entregó. Ella leyó el contenido y rió en voz baja.

-¿Asumo que no tardé mucho?- cuestionó la anciana, que se retiraría a finales de ese mes.

La joven de cabello negro negó. Le dio una última mirada a la señorita Everdeen y salió.


Te parecerá un poco rara la forma de pedirlo,

no va conmigo, pero no me animo a pedírtelo en persona.

Me gustas.

¿Saldrías conmigo el sábado a las ocho?

Atte. El chico del pan


¡Hola!

¿Qué les pareció?, no sé ni de qué surgió la idea, pero empecé a escribir hasta llegar al final y éste fue el resultado. Están invitados a dejar reviews :3

Bueno, lo dejé como one-shot, pero si llega la inspiración lo volveré two-shot, con mi pareja favorita. ¡Gadge! O haga un OS aparte, no lo sé.

Espero que sí les haya hecho reír una partecita u otra. Por cierto, la película que Peeta ve es la de He's Just Not That Into You (en Latinoamérica Simplemente no te quiere o A él no le gustas tanto)

¡Saludos y abrazos!

HoeLittleDuck