¡Hola a todos! Me fue un poco dificil hacer este capi... ¡Disfruten y comentes antes de irse!

Recuerden esto es un M.


Realidades

I.

—Ka-Kagami-kun...—se oyó un susurro mezclado con un gemido.

El pelirrojo sintió algo despertar en su interior algo cálido que recorría por sus venas y llegaba hasta su estomago. Cuando quiso seguir con su actividad, se encontró que la voz de "Riko" ya no era un susurro que se oía casi lejano, sino que su tono de voz se elevaba cada vez más, hasta despertarlo de su sueño. Al abrir los ojos se encontró con una realidad poco agradable. La chica estaba pegada a él, las manos de ella agarraban las suyas tratando de zafarse de su agarre inútilmente. Una exhalación de angustia salió de ella Kagami mientras sentía como el cuerpo de la chica temblaba. Al darse cuenta de ello aflojó su agarre y la dio vuelta.

Ahí lo vio. Ojos abiertos con el sueño habiéndola abandonado hace ya tiempo y al borde del llanto, algunas lagrimas ya bajaban por sus mejillas. Algo era obvio en la mirada de la chica: miedo. Su suave llanto se hizo más intenso y sus espasmos más frecuentes. Tenía miedo. Ella le tenía miedo.

La realidad le cayó como un balde de agua fría, se estaba aprovechando de ella, consiente o no, tenía poca importancia. En ese momento Kagami Taiga se sintió la peor escoria del mundo. La garganta se le cerró y las palabras no le salían. ¿Cómo pedía perdón por esto? Su cabeza era un lío. Atino a soltarla del todo y a sentarse en la cama, estaba por pasar por encima de ella y tirarse al piso, arrodillarse y clavar la frente en él rogando perdón, pero algo se lo impidió. Le ardían los ojos, acerco una mano al rostro y sintió humedad. Estaba llorando. Se sentía tan mal que estaba llorando.

Ella lo miró sorprendida, aun con las marca de las lagrimas que habían recorrido su rostro y se habían secado.

—¿Por qué...?—lo interrogó confundida.

—Perdón...—rogó con voz entrecortada—Perdón...—repitió.

—¿...Por qué... estas llorando?—dijo casi inaudiblemente.

El chico no respondió de forma inmediata, pero la tristeza que sentía era visible en su cara.

—Perdón...—volvió a rogar.

—...¿Por qué lo hiciste...?—

—Yo... perdóneme...—se disculpó—yo estaba...yo estaba soñando...y no es excusa...—ella lo miraba expectante—perdóneme... por favor...—estaba destrozado. Se sentiría culpable por ello por el resto de su vida.

No esperó lo que ocurrió después, la entradora se sentó y tomo su rostro acercándolo al de ella. Cerró los ojos y lo beso suavemente en los labios. ¿Qué carajo estaba pasando? No entendía nada. Tan pronto como empezó, terminó. Se separaron y ella lo observo, como si esperase alguna reacción, hasta que se decidió a hablar.

—Yo...—comenzó—No... No creo que pueda perdonarte...no ahora...—hizo una pausa—pero creo... que con el tiempo...—dio a entender. Tenía una oportunidad.

—¿Por qué...?¿Por qué... me besaste?—le preguntó, olvidándose totalmente de la barrera de un año que los separaba.

—No lo sé...pero...—su semblante cambió a uno más sereno, algo raro en ella—te veías tan desolado... que aunque no pueda perdonarte ahora... sé que te sentís mal por haberlo hecho.—

—¿Entonces...?—

—Tómalo como una oportunidad para redimirte.—

II.

No entendía nada de los que había pasado. ¿Ella lo había perdonado? No, había dicho que no podía hacerlo levantó del sillón donde estaba sentado discerniendo lo sucedido. Ella le había dicho eso, para cambiarse y después marcharse a su departamento. La tormenta había disminuido lo suficiente como para que la gente saliese de su casa. Evitando alargar el momento incomodo que habían tenido ambos en su cama. Al final tenía el día completo para pensar que había pasado. Camino hasta la cocina y comenzó a prepararse una comida simple, su estomago no aguantaría nada pesado, los nervios estaban todavía presentes en él.

Así Kagami Taiga estuvo pensando que hacer durante todo el día, sin poder dar con una solución.

III.

Riko corría a toda velocidad, quería llegar a su casa. "¿Qué fue lo que paso?" Se preguntó. "¿Por qué Kagami me trató así? ¿Por qué me hizo eso? ¿Por qué mierda lo besé?" Llegó a destino, abrió la puerta y buscó a su padre, sólo encontró una nota que decía que se iba a al casamiento de unos amigos, que volvería la mañana siguiente y le advirtiera que cerrara bien todas las ventanas y puertas.

"Me había olvidado de esto, con la tormenta y lo otro..."

—¿Eso significa que estoy sola?— revisó cada cuarto, al encontrar todo en orden se dirigió a la ducha.

Abrió el agua y se desvistió. Tomó un momento para verse en el espejo. "¿Por qué yo...?"

—No soy Momoi o una por la que todos se mueren...— miró su busto, pequeño en comparación de la pelirosa, pero aún así promedio. Siguió analizándose, quizás no tenia pecho, pero tenía lindas piernas y su cara no estaba mal.

—¡Tan mal no estoy! ¡¿Por qué siempre me miran mal entonces?! ¡¿Tan poco creen que valgo?!—

Sonrió.

—Van a ver. ¡Que prefiera ir simple no significa que no me guste arreglarme cuando tengo ganas!—

Ya verán.

—Eso sí, con la comodidad no negocio. Ni loca voy de tacos altos a ningún lado que no sea una fiesta.—

Se metió bajo del agua con convicción de ser ella misma pero cerrarle la boca a aquellos que decían que no era linda. Si esto no lo hacía, bueno, dicen que la violencia no es la solución, pero honestamente se sentía inclinada por ella...

El agua recorría su cuerpo relajándola, cerró los ojos y dejó su mente en blanco cuando una sensación la trajo de vuelta. Manos. Manos sobre su cuerpo, grandes, con callos, cálidas que dejaban tensión donde pasaban. Primero las sintió en sus piernas, luego en su estomago donde algo lo hacía hundirse y retorcerse, en su pecho, espalda y caderas. ¿De dónde salieron? Abrió los ojos, no había nadie más que ella en el baño. Se recargó en la pared de la ducha, tocó su abdomen, todavía lo sentía retorcerse. Volvió a cerrar sus orbes marrones en busca de tranquilidad, pero la imagen de ojos rojos le llegó. La miraban intensamente y no la dejaban pensar. Trató de calmarse, pero todo se sentía más intenso, ahora que esos ojos estaban ahí. Algo la rozó, las manos habían vuelto y esta vez no se privaron de nada, tocaron todo, fueron suaves, duras, lentas, rápidas, todo al mismo tiempo. Cuando entraron en su intimidad, Riko sintió que se le iba el mundo, todo mientras los ojos rojos la miraban, lento y suave para luego tomar un ritmo que a dejó en el pico de placer a punto de explotar. ¡Casi, casi llegaba, solo un poco más! Mordió los labios para no gemir, no lo había hecho antes, no lo haría ahora. Los ojos de aquel hombre—, tenía que ser un hombre—la volvían loca, la hacían querer llegar. La mano tocó un punto delicado que la hizo ver estrellas debajo de los parpados, como si un rayo la golpease su cuerpo se quedó duro para luego comenzar a relajarse mientras jadeaba.

Levantó los parpados y vio como el agua corría pero ella ya no estaba parada, se encontraba en el suelo y la mano que tantas sensaciones le había dado, era la suya. ¿Cuándo fue qué empezó a tocarse ella misma y su fantasía se volvió "realidad"? Lo qué más le impacto fue que en ese instante reconoció las manos del sueño; tantas veces que las había tocado, revisando callos y posibles daños; los ojos que veía todos los días, había visto muchas emociones pasar por ellos, pero nunca las de esa imagen. Fue en ese momento que los supo: quería que el dueño de ambos le mirase así y que la tocase.

"Ya lo hizo." Dijo una pequeña voz en su cabeza. "Ya te 'sintió', ¿O no? Quizás no te miró, pero... es algo..." La tentó su imaginación.

—Seguro estaba pensando en otra...—Rió amargamente al volver a la realidad.

"El mismo lo dijo, estaba soñando y en este momento yo también, nunca nadie va a verme así..."

Se había masturbado por primera vez en su vida pensando en Kagami Taiga, uno de sus jugadores. ¡Dios mío! ¿Dónde había quedado la profesionalidad de la cuál tanto se jactaba...?

Suspiró y se puso de pié.

IV.

Rápido, más rápido. ¡Necesitaba llegar! ¡Por dios que necesitaba terminar! Su mano se movió por su miembro, buscando la forma de terminar esta miseria. Desde que había almorzado, las imágenes de ella volvían cada vez más fuertes y en intervalos más cortos, poniéndolo en palabras burdas, duro. ¡Como quería cogérsela*! Sintió el cuerpo tensarse para luego poco a poco relajarse. Soltó un suspiro mientras sentía el esperma recorrer su mano.

Shit!— profirió en inglés, el habito era difícil de olvidar—Salió mucho...—buscó con que limpiarse.

"¿Qué voy a hacer? No puedo seguir así..."

.

.

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Continuará...


*Coger/cogérsela: En Argentina decimos así cuando queremos tener sexo con alguien, hay muchas formas de decirlo, esta es una entre tantas...