Prólogo.

El silencio era lo único que se interponía entre nosotros, podía escuchar claramente su respiración entrecortada jugando con sus manos mirando hacia ellas. No podía ver con claridad sus ojos y supuse que iba a llorar.

-Ya sabes…es lo que pienso. –Susurró cabizbaja y su voz era tenue…demasiada al mi parecer pero también se quebraba ante una vocal.

-Mírame. –La obligué pero ella negó con la cabeza incapaz de hacer contacto visual conmigo y eso me ponía impaciente.

-¡Sr Redfield ya llegue!. –La puerta se abrió de par en par mientras que la estúpida e inútil de Sally entraba allí pero se detuvo al ver mi situación con mi…¿Novia?. –Oh vuelvo más tarde.- Y sin más que decir cerró la puerta.

Esta vez salí de mi asiento y con paso firme y decidido me acerqué a ella poniéndome de rodillas y con mi mano en su mentón insistí en que me mirara, como era de esperarse su rostro estaba lleno de lágrimas.

-No entiendo porque lloras, tú tomaste esta decisión.

-Pero ¿Estaré haciendo lo correcto?. –Con su mano secó sus lágrimas, era contradictorio a lo que me había pedido pero me sentía de la misma manera.

-Jessica, me parece una buena decisión yo estoy de acuerdo y si no estamos haciendo lo correcto el destino se encargará de unirnos de nuevo ¿Verdad?. –Le intenté sonreír pero rápidamente cambie mi acción por acariciar su cabello, no quería que pensara que estaba feliz por su decisión. ¿Debía estarlo?

-Tienes razón. –Asintió con una sonrisa tímida, estaba incomoda y no sabía que hacer al igual que yo. –Debo irme, esto no es un adiós para nada.

-Por supuesto que no, aquí me tienes para lo que sea.

-Gracias. –Me dio un fuerte abrazo como hacia siempre porque sabía que me molestaban al ser tan fuertes pero esta vez no para molestarme sino por necesidad ¿Era la última vez que iba a verla? Debería estar triste por haberla amado tanto pero solo era sentía que me había quitado un peso de encima.

Caminó hacia la puerta y se detuvo cuando tenía en su mano el picaporte y se dio la vuelta. –Chris, tú también cuentas conmigo para lo que sea. –Me guiñó el ojo retirándose de mi oficina y quizás de mi vida.

Capítulo 1.

La culpa se apoderó de mi carcomiéndome por dentro al ver la oscura mirada de mi hermana menor que murmuraba por lo bajo mientras se colocaba su zapatilla, odiaba sentirme asi ella era una profesional en hacerme sentir de lo peor por cosas mínimas que me había pedido que era simplemente poner el alarma a las 7:00 am porque ninguno de nuestros celulares sonaba lo suficientemente fuerte como para despertarnos ayudándonos a comenzar el dia como lo hacia el estúpido despertador.

-Perdón. –Con mi labio inferior hice un puchero pero ella apenas le presto atención dándose la vuelta. Yo acudí rápidamente a mi tardanza y con audacia salí de mi cama quitándome mi pijama ridículo vistiéndome un poco más decente con mi blusa blanca junto a mi falda de tiro alto color azul marino.

Miré mi alrededor de todo el basural que me rodeaba a lo que se suponía que era mi habitación buscando mis zapatos negros de tacón alto y con apuros me los puse trastabillando. Frente al espejo que milagrosamente estaba limpio peiné mi cabello castaño con mis dedos que raramente estaba arreglado.

Desde el living claramente escuché como la puerta de la sala se abría y se cerraba con un golpe en seco. No se como pero, corrí hacia el living con mis zapatos asesinos y de milagro no me caí al aferrarme contra la barra de la cocina que conectaba con la sala.

-¡Emily espera!. –Chillé incorporarme y esta vez por mi seguridad me quite mis zapatos y salí hacia la puerta observando como mi hermana apurada ingresaba en la chatarra de auto que habíamos rentado hacia un par de años pero cariñosamente le llamábamos Maggie.

-¡Venganza hermanita!. –Alzó su mano para hacerme un ademán con su rostro triunfante.

-¡Espera llévame hacia la fabrica!.

-Lo lamento, yo llego tarde, ¡mis niños me necesitan!. –Seguia en su postura y eso me molestó porque prácticamente yo no estaba bromeando y estaba llegando tarde, mi única oportunidad era Maggie. Ella solo arrancó el auto sin escuchar mis suplicas.

-¡Maldita me vengaré de ti!. –Grité quedando en medio de la calle viendo como ella se alejaba y la pobre vecina de en frente, Angélica alias "La chusma" me miró con espanto mientras regaba sus plantas de su patio delantero.

Estaba demasiado cabreada como para saludar a esa vieja chusma y con mi hermana que me había abandonado pero por un lado era justo, por mi culpa ella llegaría a tarde y a decir verdad ella era mas importante que yo.

Mi pequeña molesta hermanita menor es una excelente maestra en un jardín de niños demostrando su gran amor a esos insoportables pequeños que lloran y pelean por simples muñecos. Lo malo es que conmigo no lleva el mismo trato que con los diablillos que tiene de alumnitos a los cual yo denomino "mocosos" al verla cansada y de mal humor conmigo aveces.

No es que odie los niños, para nada. Me parecen adorables aunque no soy un imán para ellos pero simplemente a veces son molestos y no tengo esa paciencia como mi hermana lo tiene.

Por suerte no tengo hijos, seria un desastre mantener a uno de esos pequeños aunque apenas puedo cuidar de mi trabajo ni siquiera me quería imaginar como seria yo una madre.

Entré nuevamente a mi casa entrando en mis zapatos, tomé mi bolso y me largue de allí cuando antes cuando la hora marcaba 7:43.

A la mierda con todo, estúpida alarma.

El cálido aire matutino me relajaba mientras caminaba al sentir la molestia al estar en mis apretados zapatos que parecía que en cualquier momento perdía la sensibilidad en mis pies, el hecho de caminar dos manzanas hacia la parada del bus no me agradó en absoluto.

Al llegar allí miré el reloj de mi celular y para ponerme mas negativa a un eran 7:48.

Debía entrar a las 8:00 y tengo de viaje unos quince minutos… de todas formas no llegaba.

Había gente a mi alrededor, se las notaba tensas igual que yo de seguro estos también llegaban algo tarde y eso hizo sentirme menos estúpida de lo que realmente soy.

Hacia un lado se encontraba una chica no mas de veinte años. Noté su mirada melancólica cuando ella miraba el celeste cielo que el día se encargó de hacerlo agradable a la vista a excepción de ella que reprimía sus lagrimas haciendo notar un leve enrojecimiento alrededor de sus ojos.

Mi atención fue directo hacia otro ángulo al ver una mujer de unos treinta y tantos años de la mano de un niño de aproximadamente cinco o seis años.

-Mamá, ¿por qué no vas a la escuela?. –Preguntó el pequeño sacudiendo de manera inquietante el brazo de su madre que apenas le prestaba atención.

-Porque yo soy grande y los grandes trabajamos.

-Pero tu dijiste que soy grande… ¿Por qué yo no trabajo?.

Porque eres insoportable… Pensé.

Luego de algunos minutos de los cuales sufrí al escuchar como el pequeño niño no paraba de hablar el santo Bus se aproximaba a nosotros y yo de la alegría casi me revolcaba en el piso para festejar aunque no pude hacerlo cuando al estar mas cerca de mí estaba repleto de pasajeros. No tuve más alternativa que agachar la cabeza, subir y pagar mi boleto.

Intenté ir mas al fondo de este para estar más tranquila y poder bajar de allí más rápido pero lo único que conseguí de mi estúpido plan fue quedar en medio del transporte tan aprisionada que parecía un sándwich. Ni hablar de que cuando vi un poco de lugar para mi más al fondo no dudé ni un segundo de empujar a la gente y hasta algunos hombres aprovecharon en manosearme.

Luego de ser manoseada por medio bus conseguí mi lugar más al fondo aunque a decir verdad también estaba repleto de gente pero tenía un lugar limpio para bajar sin ser empujada y nuevamente toqueteada por algunos degenerados.

Hacia mi derecha capté que se encontraba justo la muchacha que había estado conmigo en la parada…Si esa chica, la melancólica. Ahora se encontraba un poco inquieta buscando algo en sus bolsillos a lo que segundos después sacó su celular y marcó para hacer una llamada y desesperada de lo llevo a su oído.

-¡Mami mami mami! ¿ya llegamos tarde?.

Al escuchar esa voz que reconocí al instante vi al pequeño niño nuevamente de la mano de su madre que le espetaba al gritar tan fuerte que dejó aturdidos a todos los pasajeros al igual que a mi. Vi como un señor de mediana edad le ofrecía asiento al pequeño que aun hablaba y gritaba tan fuerte que mi paciencia se acababa.

No entiendo como Mily soporta estos pequeños toda la semana…

Di un suspiro mirando la hora de mi celular mientras que intentaba pensar en otra cosa que no sea gritarle al niño. La hora cada vez se hacía más larga de lo común cuando vi que eran 7:56.

Ay definitivamente este no iba a ser mi día imaginándome a mi jefe pidiéndome explicaciones del por qué llegué tarde. Lo bueno es que a veces ni le importa si llego tarde cuando ve mi escote. Lo sé es un maldito asqueroso y degenerado es molesto notarlo en algunas ocaciones pero ante todo es mi jefe y debo cuidar mi trabajo.

He tenido la suerte de que el señor Bloom se portó bien conmigo, se dice que mantiene relaciones con algunas de sus empleadas a lo cual yo lo niego rotundamente. Conmigo jamás se ha sobrepasado pero si las miradas se hacen notar muchas veces pero es humano y mirar es gratis además, conozco a su familia y a cada integrante, sé que no sería capaz de hacerles daños por un simple culo y un par de tetas ejecutivas.

-¡Maaaaamiiii ya llegamos tarde!. –Nuevamente el infante irrumpió mis pensamientos.

-¡Brian no grites más!. –Escandalosamente la madre retó a su hijo que ahora comenzaba a llorar sonoramente…lo que faltaba.

Respiré profundamente, si no callaba a ese diablo en dos minutos iba a ser yo la que gritaría por el estado de locura que me está llevando el pequeño malcriado. ¿Qué más puede pasarme ahora?.

Ahora escuché hacia mi derecha la chica triste que hablaba por lo bajo: -¿Fred?, gracias por atenderme…si lo sé pero puedo explicarlo. –Ella negó con su cabeza varias veces escuchando a lo que yo supuse que era su novio. -¡No por favor!. –Su grito junto al llorón del diablillo llamado Brian sonó como una canción de metal fuerte, con auriculares y cuando tienes dolor de cabeza.

No pude aguantar más estar allí y para mi bien y los demás decidí bajarme en la próxima parada caminando por mi cuenta, de todas formas ya eran las ocho de la mañana pasadas y llegar tarde me daba igual en estos momentos.

Después de caminar unas interminables cinco manzanas más llegué a la fábrica donde trabajaba hacia un par de años de recepcionista, ni más ni menos que la fábrica de golosinas Sweet Temptation. Desde la puerta hacia un lado se encontraba el guardia de seguridad Tobías que como siempre me recibía con algún piropo o clase de coqueteo.

-¡Se ha caído un ángel del cielo!. –Me sonrió demostrándome sus blancos dientes guiñándome el ojo de forma seductora.

Yo solo le sonreí en respuesta de agradecimiento ante aquel halago y sigilosamente entre allí esperando la cara enojada de la otra recepcionista, Sandra pero tanto mi escritorio como el de ella brillaba por su ausencia. Bueno, debe estar trabajando o quién sabe.

Al ver que estaba fuera de peligro relaje mis tensos músculos encogiéndome de hombros dejando mi bolso en el escritorio apoyándome relajadamente en mi asiento sintiendo como mi cabeza estaba bombardeada de tantos gritos en el bus. Necesitaba una aspirina urgente en mi sistema ahora.

El teléfono del escritorio de Sandra sonó y al no verla presente acudí a él.

-Golosinas Sweet Temptation, ¿en qué puedo ayudarlo?. –Dije de muy mala manera, se debe notar a kilómetros mi bajo estado de humor.

-Bueno días , Jill soy el señor Mead .

-¿Qué tal señor Mead?,¿ Quiere hablar con Bloom?.

-Por favor. –Me dijo tan amablemente como siempre, ahora me hace sentir culpable en como lo trate segundos atrás.

Yo solo toque el botón 0 de acceso directo hacia la oficina de mi jefe pero no contestaba . Bueno quizá no estaba.

-Lamento decirle que no está.-Le dije, esta vez fui más amable de lo común. -¿Quiere que le deje un mensaje?.

-Dile que por favor llame y necesito contactarme con él acerca de las inversiones.

-De acuerdo le diré, tenga un buen día.

-Igualmente.

En mi escritorio reposaban dos carpetas a lo que supuse que debía revisarlas y lo hice. Una vez terminado luego de veinticinco minutos las lleve hacia el despacho de mi ahora, ausente jefe que solo Dios sabía dónde estaba.

Al abrir la puerta me llevé la sorpresa de mi vida y hasta se podría decir que también un trauma como extra. Al parecer ellos no se habían percatado de lo que estaba presenciando.

Las piernas de Sandra rodeaban la gorda cintura de mi jefe que se entretenía bastante en sus pechos y ella gemía en voz baja.

Cerré la puerta a la vez que llevaba mi mano hacia mi boca sorprendida intentando reemplazar esa imagen por la del día que mi tía Elizabeth accidentalmente se sentó encima de mi pobre hermana que tenía apenas unos cuatro años, fue traumático tanto para mí como para mi hermana.

Llegué a mi escritorio nuevamente sintiéndome nerviosa, de hecho tenia repentinos escalofríos que recorrían mi espalda de arriba hacia abajo, ni hablar de los malestares que aparecían sobre mi estómago cuando las imágenes de la puta de la recepcionista se dejaba manosear por aquel degenerado.

-¡Jilly!. –Aquel grito me hizo saltar de mi asiento mirando hacia el pasillo al verla a Molly, la chica de Marketing que esbozaba una sonrisa al verme…si supiera lo que estaba pasando a pocos metros seguro que estaría como yo… o peor.

-Hola.

-¿Estas bien? Te veo pálida.

-Es que me siento un poco mareada.

-¿Por qué no vas a tomar aire?. –Me sugirió con su rostro preocupado ante mí, si salía afuera seguramente me escaparía de mi trabajo y eso no era bueno para nadie.

-Ya se me pasará. –Intenté sonreír. –Además tengo trabajo y la idiota de Sandra no ayuda mucho.

-Es una floja, falta cuando se le canta y entra cuando quiere es injusto porque si tu llegas tarde el idiota de Bloom esta que hecho chispa contigo.

-Lo sé,pero ¿Qué puedo hacer? Debo callarme la boca.

-Bueno linda cualquier cosa me avisas si te sientes peor. –Acarició mi mejilla con cierta ternura, Molly era así tan simpática como dulce con todos a excepción de Sandra que la odiaba desde que prácticamente tengo memoria.

-Vale.


Habían pasado unas cuatro o cinco horas, no podía evitar mirar con asco a Sandra que se encontraba frente a mí atenta a la computadora sonriéndome al sentir mi mirada.

Ahora entendía por qué ella salía temprano, por qué no hacia una mierda durante diez horas mientras que yo como idiota cubriéndola como siempre cuando en realidad a lo único que se dedicaba era follar al jefe para tener toda sus comodidades. De hecho mi computadora anda bastante mal y lento al igual que la suya, pero de un día a otro ella recibió una último modelo mientras que yo sigo con esta chatarra que me hace renegar y dificulta mi trabajo.

Mi superior había tenido una reunión de lo cual todavía no lo había visto algo que agradecí eternamente.

Mi teléfono sonó y lo mire por varios segundos con terror pensando en que esa voz sería la de aquel asqueroso.

-¿Vas atender?. –Pregunto Sandra impaciente mirándome.

-¿Si?. –Intente sonar normal atendiendo la llamada fingiendo una enorme alegría hacia mi jefe que ronroneó algo que no supe entender.

-Acabo de terminar una reunión y por favor ¿Podrías traerme las carpetas que deje en tu escritorio?.

-Ya voy. –Dije en tono cortante terminando la llamada para luego tomar las carpetas y dirigirme.

Di un suspiro llevando un mechón de pelo detrás de mi oreja creando mi mejor gesto de "Aquí no pasó nada" y entré tarareando una canción de Aerosmith para calmarme.

-Hola.

-Jill, por fin puedo verte. –Su sonrisa hacia mi hizo que mi estómago diera vueltas productos de las náuseas que me producía recordar aquella horrorosa escena donde él rebuscaba el más intenso placer en el escote de Sandra.

Piensa en la tía Elizabeth…Piensa en la tía en como aplastó a tu hermana menor en tu infancia.

-Sí, lo mismo digo.

Intenté no hacer contacto visual con él que caminaba lentamente hacia mí con una sonrisa arrogante, sus ojos azules brillaban y a la vez se lo notaba oscuros al escanear mi cuerpo de pies a cabeza. Yo con sutileza dejé las carpetas en el escritorio de madera caoba que decoraba la acogedora oficina que tenía el desgraciado y me di la vuelta para retirarme cuando antes mientras que mi mente repetía Piensa en la tia Elizabeth , piensa en ella.

-No he dicho que te vayas. –Susurró contra mi oreja en forma gutural y un rastro de presunta "sensualidad".

-¿Algo más?. –Lo enfrenté intentando estar calmada.

-Tengo un asunto que lidiar contigo mi queridísima Jillian.

Jillian…tenía ganas de ahorcarlo por llamarme así.

-¿Qué pasa?.

-No seas estúpida, yo sé que lo viste.

-¿Qué vi que?. –Pregunté con inocencia y la presión comenzaba a ser insostenible.

¡Piensa en la tía por el amor de dios!

-Sé que te gustó lo que le estaba haciendo a Sandra. Seguro que a ti también te gustaría que te folle duro hasta que te quedes sin aliento.

¿Qué mierda acaba de decir?. ¡Era un asco de hombre y totalmente desubicado!. Yo simplemente no supe que decir, no esperaba aquello ni tampoco había imaginado esto. Siempre se había comportado excelente conmigo ¿Por qué ahora me decía esto?. Me sentía totalmente ofendida y enfadada. Lo que más deseaba ahora era darle una paliza a este maldito.

-¿Estás loco?.

-Debes decir que si o sino adiós trabajo. –Llevó sus manos a sus bolsillos diciendo aquello como si fuera lo más normal del mundo.

-No puedo creer que me digas una cosa así. –Negué con mi cabeza totalmente indignada ante su repugnante propuesta que rebajaba a cualquier mujer.

-Vamos, yo sé que tú lo quieres. –Tomó mi brazo elocuentemente y no perdía su gracia pensando que esto se trataba de un chiste ante mi respuesta.

-¡Lo único que quiero ahora es darte una patadas en tus sucias bolas por lo hijo de puta que eres!. –Gemí lo más fuerte que pude empujando uno de los asientos hacia él, ojala Molly me esté escuchando y abra la puerta para ponerse en mi defensa pero lo único que obtuve fue que con más fuerza me tomara del brazo, tanto que me dolía obstruyendo mi circulación sanguínea.

-Escúchame una cosa, trabajas para mi hace más de tres años tú me conoces como yo a ti. Eres muy hermosa y podrías tener lo quieras. Tú me haces feliz a mí y yo te hago feliz a ti.

-¡Vete a la mierda!. –Escupí su cara soltándome de él sin dudarlo ni un segundo.

Salí corriendo de su despacho tomando mis cosas donde Molly se encontraba sentada sobre mi escritorio notándome nerviosa.

-¿Qué fueron esos gritos?.

-No pasa nada. –Dije aunque mi voz quebró al igual que yo soltando la primera lagrima, no sabía por qué lloraba pero me sentí tan insultada que era una buena razón para llorar.

-Jill ¿Por qué lloras?. –Sandra se aproximó hacia a mi apoyando su mano en mi hombro y yo me alejé tomando de la mano a Molly alejándola de esta maldita.

-¡No te acerques a mí!.

-¿Por qué dices eso?.

-¡Porque eres una puta que se acuesta con el jefe para tenerlo todo!. –Vociferé notando el asombro de mi compañera que se encontraba a mi lado que vocalizó un simple oh.

-¿Qué?. –Enarcó sus cejas hipócritamente aquella estúpida perra a la cual yo denominaba como compañera de trabajo.

-Parece que te encanta que estén en tu escote ¿verdad?.

-No sé de qué hablas. –Su voz se apagaba de la vergüenza mientras que Molly a mi lado reía y los demás se asomaban a ver lo que pasaba por mis gritos. Me daba igual, no me importa nada.

-¡Yo te vi con este hijo de puta al que todos llamamos presidente de esta fábrica inmunda!.

-¡Yo tenía razón!. –Dio saltitos mi única compañera, y era verdad Molly siempre supuso que Sandra se acostaba con él pero nadie le daba la razón al ser una chismosa.

-¡Atención todos!. – Alcé mi voz mucho más fuerte y todos mis compañeros me miraban con atención. -¡Aquí está la puta que sale temprano mientras nosotros nos matamos trabajando ¿Saben porque? ¡Porque se acuesta con Bloom así que ustedes hagan lo mismo para tener mejores comodidades porque yo me largo de aquí!.

Mientras que todos murmuraban por lo bajo la estúpida de Sandra corrió hacia el baño llorando mientras que yo tomaba mi bolso completamente enfadada y Molly me miraba sin saber que decir.

-Oye…¿Qué harás ahora?.

-Nada, avísale al idiota de que renuncio y cuídate mucho. –Abrasé a mi amiga que me recibió con un calurosamente.

-Tranquila, lo linchamos entre todos ahora. –Bromeó terminando el abrazo sonriéndome. –Gracias por hacerle pasar un lindo momento a esta perra, eres mi héroe. –Dió nuevamente unos saltitos haciendo que su cabello pelirrojo natural se despeinara.

-Háganlo por favor, no seguimos hablando.

Me di la vuelta hacia la salida sonriendo con triunfo, ahora me sentía un poco mejor.

Desde la puerta Tobías me miró con miedo y no me dijo absolutamente nada ,solo me deseó buena suerte y se lo agradecí porque en este momento la necesitaba.


Y allí estaba, caminando sola en las calles calurosas de Nueva York mirando mi celular que marcaban las 2:37 PM y por ende había poca gente activa en las calles ya que la mayoría se encontraba trabajando o quien sabe dónde.

Este era el peor día de mi vida primero fue despertarme tarde , luego el bus lleno y casi me convierto en asesina por el travieso Brian, trabajé sola, casi fui violada por mi ex jefe y la frutilla del postre: Desempleada.

Pero por un lado estaba orgullosa de mi misma por haber rechazado al instante el trato que quería llevar a cabo ese tipo y de lo único que me arrepentía era de haber salido de allí sin antes darle la paliza que se merece por maltratar laboralmente a las mujeres.

Mientras caminaba mis pies dolían dentro de mis zapatos híper apretados, jamás los uso y justo hoy decidí ponérmelos. Decidí quitármelos y andar descalza .Mis pies hicieron contacto con el tibio piso y se sentía bastante agradable menos para la poca gente que caminaba por las calles que me miraba como si me estuviera prostituyendo. ¿Qué? ¿Nunca vieron a una mujer enojada con mala suerte y descalza?.

Al llegar a la esquina vi como un joven era el último en subir el único Bus que me dejaba en casa. Alarmante me animé a correr descalza pero este siguió su rumbo sin importar mis suplicas de que se detuviera.

A la mierda, era la mujer con menos suerte del mundo después de esto.

No iba a esperar el próximo bus ya que tardaría aproximadamente unos cuarenta minutos y no estaba de humor para esperarlo así que opté por caminar hacia mi casa mientras recibo las acusadoras miradas de que ando carente de zapatos. ¿Qué más puede pasarme?.

Resignada crucé la calle maldiciendo por lo bajo por mi poca suerte y por mi mal día que no tenía fin.

Escuché como alguien tocaba bocina y miré atenta hacia la calle donde me encontraba a mitad de mi camino hacia la próxima calle. Claramente vi como un auto negro se acercaba donde me encontraba que estaba a punto de arrollarme. Por suerte mis reflejos reaccionaron a tiempo y con habilidad me arrojé hacia un lado al igual que mis zapatos que volaron por el aire y en cuanto a mi caí torpemente sobre mi brazo izquierdo que por cierto comenzó a doler un poco. Lo que me faltaba…

Dispuesta a insultar al idiota del conductor intenté ponerme de pie pero mi brazo molestaba bastante al igual que mi pierna, era raro porque segundos atrás no dolía. Lo único que pude hacer fue arrodillarme en medio de la calle al ver que no había nada de tráfico.

Esperé que este maldito saliera del auto para comenzar una disputa con él del por qué no tuvo más cuidado y de que casi me mataba pero también era culpa mía por ser despistada pensando en mis problemas.

Y la puerta se abrió revelando a un guapo hombre vestido con un traje gris y a simple vista era caro, su cabello castaño oscuro brillaba al radiante sol que iluminaba su perfecto y varonil rostro. Sus ojos eran un color azul grisáceos y sus labios…Dios sus labios eran perfectos y rosados. Recordé la frase de mi hermana "Este hombre está más fuerte que aliento de perro" y esta vez era digno usar esta frase.

-¿Estas bien?. –Corrió arrodillándose ante mí que me había quedado sin habla mirando sus gestos preocupados y sensuales a la vez. Puso una de sus grandes manos en mi hombro e intente ponerme rígida al sentir un leve cosquilleo en todo mi cuerpo que jamás había sentido y no creía que fuera por el "Accidente".

Abrí mi boca para intentar decir algo pero parecía que había olvidado como armar una oración o incluso una palabra para él que me miraba expectante.

-¿Puedes hablar?. –Indagó en tono burlón, de hecho estaba más relajado al ver que yo supuestamente me encontraba fuera de peligro.

-Eh…sí.

¡Al fin hablaste! Festejó mi mente.

-Disculpa venia despistado y casi te mato, perdóname ¿Te sientes bien?. –Esta vez se puso de pie ofreciendo su mano para levantarme y sin dudarlo la acepté sintiendo su cálida mano sobre la mía.

Fue inexplicable la sensación que chocó contra mí, era como si una corriente nos unía. Miré sus ojos confundida y él me miro con esa misma expresión. Sus claros y hermosos ojos brillaban contra los míos haciendo sentir especial.

-¿Estas bien?. –Volvió a preguntarme ¿Acaso era un disco rayado?. Me pregunta siempre lo mismo pero era cortés al verlo preocupado por mí, era normal en un ser humano.

-Estoy bien. –Me solté de su mano nerviosa caminando hacia la acera para sentirme más segura mientras que aquel hombre caminó hacia un lugar no muy lejano que no llegué a ver al darle la espalda en mi recorrido. –Solo me duele el brazo y la pierna por la caída pero con lo que me paso en todo el puto día es menor ¿Qué más puede pasarme?.

Como si fuera por arte de magia un auto paso a tan rápida velocidad que justamente pasó por encima de un charco y creo que saben el resultado: Yo empapada de barro que se unía a mi torso uniformemente. Debo verme ridícula.

-Corrijo, ya nada me puede pasar. –Suspire enojada, ni siquiera me sentía avergonzada delante de este hombre.

-Lamento tu mal día. –Me sonrió y no supe que era lo que le daba gracia pero pude notar su tierna mirada que me dirigía haciéndome derretir por dentro y caminó hacia mí entregándome mis zapatos ¡Mis zapatos! Me había olvidado completamente de ellos.

-El peor día de mi vida. –Dije recibiendo mis zapatos asesinos.

No mientas, es el mejor día de tu vida por conocer a este hombre.

-Si quieres puedo llevarte hasta tu casa, no puedo dejarte así sola y en la calle.

-No te preocupes por mí.

-Pero podrías resfriarte. –Me quedé paralizada al ver como se quitaba su saco mirándome retraídamente, era como si no quería verme.

-Pero…estamos en verano. –Señalé sin sentido la prenda y el arrugó su frente encontrando lógica ante mis palabras y vi cómo se enrojecían sus mejillas levemente.

-Tienes razón, pero tómalo igual, póntelo.

-No, gracias.

-Póntelo. –Extendió su brazo en tono autoritario acompañada por su mirada que no fue muy amistosa, tanto que acepté a su petición sin dudarlo sintiéndome pequeña dentro de su saco que colgaba en mis pequeños hombros. –Vamos, te llevo.

-Ya hiciste mucho por mi hoy, así que gracias. –Me di la vuelta comenzando mi camino nuevamente hacia mi casa.

-¡Espera!. –Gritó a mis espaldas, no me quedó otra que acudir a su llamado quedando en mi lugar dándome la vuelta. –Lo mínimo que puedo hacer es llevarte hasta tu casa. Por favor.

-Veo que eres un tipo bastante persistente. –Crucé mis brazos asintiendo con mi cabeza varias veces y por primera vez le dediqué una sonrisa divertida a la cual el me correspondió.

-Lo soy, sube. –Señaló su majestuoso vehículo.

Quizá este tipo era un loco, un asesino serial o un violador pero ¿Qué más daba? Con los hechos que viví hoy no me sorprendía absolutamente nada en viajar hasta mi casa con este hermoso hombre. Era la seducción andante o sensualidad, como sea. Ni siquiera podía pensar con claridad al verlo entrar en su automóvil a la vez que lo imitaba.

-¿Vives muy lejos de aquí?. –Su amabilidad era notable ante esa pregunta, era otro hombre comparado el de hace escasos segundos que me obligaba no muy educadamente a ponerme un saco que me quedaba enorme.

-No, llévame hasta la calle Bedford y te guio.

-Vale.

Miré hacia la ventana intentando entretenerme con la vista de la cuidad pero no podía mantener concentración al lado de un desconocido que me llevaba a mi casa y peor aún, me hacía despertar sensaciones inexperimentadas.

Deje salir un tenue suspiro entre mis labios e intenté buscar algún tema de conversación para salir de mi extraño comportamiento incomodo con este extraño : - ¿Cuál es tu nombre?.

-Soy un idiota por no presentarme. –Hizo una mueca de disgusto y continuó. –Soy Chris –Respondió sin hacer contacto visual conmigo, mirando atentamente hacia el frente. Tenía una hermosa vista de perfil de este hombre con un brazo totalmente relajado ante el volante mientras que el otro se mantenía inerte y bajo. –Tu eres…

-Jillian, así es mi nombre completo pero odio que me llamen así por lo tanto la gente que quiere seguir viva me llama Jill.

-No es feo nombre Jillian.

No sabía que mi nombre completo sería tan hermoso cuando él lo dijo a través de sus delicados labios. Intenté controlarme inquietándome en el cómodo asiento agachando mi cabeza simulando ver la hora de mi celular y fue inútil porque lo que menos hice fue ver eso.

Un sonido bastante alegre inundó mis oídos. Presté atención esperando saber de dónde provenía suponiendo que era un celular y lo era al ver como se lo quitaba de sus bolsillos, era una llamada pero la canceló y siguió atento al tránsito.

-Atiende, no hay problema. –Exclamé con normalidad encogiendo mis hombros.

-Ahora no, estoy manejando. Nunca hay que atender una llamada mientras manejas. –Su tono nuevamente se puso serio. –Y veo que tú no te has puesto el cinturón.

¿En qué estás pensando estúpida?.

Debe pensar que soy una loca que no usa el cinturón de seguridad y que atiendo llamadas cuando estoy con Maggie. Lo que más me indigna es que es cierto soy bastante irresponsable con el tránsito y de milagro no he tenido accidentes.

-No me di cuenta. –Me avergoncé pasando el cinturón alrededor de mí colocándolo en su lugar. –Así está mejor.

-¿Qué haces a estas horas sola?.

Yo con sinceridad les respondería "Que te importa" pero debía admitir que intentaba preocuparse por mi…creo.

-Acabo de ser despedida, era secretaria en una fábrica y me dijeron que si no hacía "favores". –Hice comillas con un gesto enojado. –Al jefe me despedían. Y como debes suponer, no, no lo hice ni lo haría y aquí estoy con mala suerte y llena de barro. –Señale mi torso llegando al tono más rojo cuando vi que mi blusa blanca al estar húmeda se hizo transparente dejando ver mi sostén. Me cubrí mejor con su saco tapando mis curvas.

Ahora entiendo por qué me quería cubrir con su saco y no quería decirme que estaba semi desnuda, un acto sumamente caballeroso y sutil de su parte.

-No hay nada peor que alguien se sienta superior a ti, hiciste bien en no hacerlo.

-Lo sé, ahora me quedara buscar otro trabajo pero bueno todo saldrá bien. –Dibujé una sonrisa en mis labios y sentí su mirada por primera vez que entramos al auto en mí.

Otra vez roja…

-¿Tú de que trabajas?. –Pregunté curiosa.

Su celular volvió a interrumpir nuestra plática, pero esta vez Chris apagó el artefacto volviendo a conducir. Demasiado correcto este tipo…

Volvió a prestarme atención con su mirada sin transmitirme nada y luego hacia adelante. –Soy abogado.

-Ah, una vida interesante, papeles aquí papeles allá, trajes caros. Jueces locos condenando. –Comenté sin pensar lo que dije y él soltó una risita.

-A veces no es así. –Se defendió fingiendo estar molesto.

La pena comenzó a sentirse cuando estaba llegando a casa, estaba en la calle Bedford a unas pocas manzanas de mi destino y lo que menos quería era bajar de ahí quedándome encerrada para siempre con este galán que cumple las reglas de tránsito.

-Estamos a dos manzanas, sigue derecho. –Mi voz era baja, se debía notar a kilómetros que no quería bajarme de allí. Su expresión nuevamente se puso rígida y ni se inmutó en decir nada en los próximos doscientos metros.

Luego de decirle donde quedaba mi casa estacionó en frente y ¿Adivinen quien miraba desde la ventana?. Si, Angélica que tenía una perfecta vista en como estacionó el auto justo en su casa.

-Lamento en casi atropellarte. –Se disculpó con sinceridad y con dulzura.

-Fue culpa mía que no miré antes de cruzar.

-La culpa fue de los dos.

-Hecho. –Mordí mi labio inferior y estreché su mano varias veces.

Otra vez mi estómago inició con sus vueltas, era como si un bailarín danzaba libremente dentro mío sintiéndose inspirado en ese momento con música tan relajadora.

Me miró de una manera tan especial que olvide mi alrededor sintiendo el calor de su mano que apretaba la mía.

Bajé mi mirada soltándome de su mano a la vez que salía del auto y luego apoyé mi brazo en la ventanilla.

-Fue un gusto conocerte, Chris.

-El gusto fue mío. –Me examinó por última vez hacia mi pecho y luego miró mis ojos.

Yo al ver su gesto miré hacia el mismo lugar dándome cuenta que había dejado expuesto mi escote y sin importarme me quité el saco entregándoselo.

-Es tuyo.

-Quédatelo. –Arrugó su frente a la vez que se apoyaba en su asiento para estar más cómodo.

-Pero no es mío.

-Ahora lo es. –Otra vez ese tono de querer controlar todo. –Cuídate Jill y lamento tu mal día.

-Gracias.

Y el auto se puso en marcha y él se iba. Era una pena que no iba a volver a verlo pero el único recuerdo que ahora tenía era su saco que olía a su perfume caro.

Antes de darme cuenta que estaba en medio de la calle y entrar a mi casa vi a mi vecina que husmeaba entre sus cortinas al ver como bajaba del auto de Chris. Contuve mis ganas de insultarla por lo chusma que era y crucé para entrar a mi hogar para darme un buen baño y pensar en otra cosa que no fuera en ese desconocido.


¡Hola! ¿Se acuerdan de mi? Volvi en forma de fichas!.

Ay estoy tan feliz en volver a FF de verdad y mas con este fic que le he tomado un inmenso cariño y aprecio.

En primer lugar gracias a mis lectores que me aguantaron porque les prometí actualizar el sabado 19 de abril pero surgieron algunos problemitas y no pude hacerlo ya que el capitulo estaba pero al leerlo no me dejo satisfecha y tome la decisión de rehacerlo en un 100% asi que preferí presentarlo "bien" que horrible y apurada por un review o por una promesa.

Opinando el capitulo me pareció interesante hacer el prologo y el primer cap en primera persona para estar debajo de la piel del personaje pero los demás serán en tercera persona pero puede haber algún que otro capi que lo haga en primera persona si les apetece mas^^.

En cuanto a las demas parejas Cleon, bilecca etc Aparecerán en los proximos capitulos. Aviso para que no pierdan paciencia ajajaja.

Quiero agradecerle a Neiara por su apoyo, a Nicki que me jodió toda la semana c: y especialmente a Stacy Adler (Ex Mire2006) por hacerme la portada de este fic.

Se aceptan criticas constructivas y nada. Buena semana : )

Saludos: Natu.