¿Cómo sería la vida de Master, el representante, chofer, asesor, cocinero, niñero, administrador y una larga lista de labores más, encargado del grupo VOCALOID? Pues vamos a responder esa pregunta en este fic.
La idea surgió de pronto una noche y me animé a escribir esto. No lo actualizare muy seguido, ni tiene continuidad un capitulo con otro, simplemente es el diario personal de Master, donde expresa todas las presiones que conlleva ser el representante de VOCALOID.
No tengo más que decir… así que sigan leyendo este nuevo proyecto. Igual, acepto ideas para las situaciones que destrozan los nervios de Master.

Al Dolmayan OUT!

Mi vida con VOCALOID

¡Hola! Soy Master y los vocaloids me vuelven loco.

Mi nombre es Shawn Master, también conocido en el mundo de la farándula simplemente como Master. Para muchos no soy una persona importante, ni mucho menos un rostro conocido para aquellos que son ajenos a todo el mundo que existe detrás de los escenarios donde los cantantes se presentan. Y es que mi labor no es cantar, tampoco componer, mucho menos poner coreografías; yo soy un manager, el representante legal del grupo musical japonés más famoso de los últimos años: VOCALOID.

¡¿A quién engaño?! Mis labores diarias con estos chicos alocados van más allá de eso, pero mucho más lejos. Básicamente puedo decir que soy su niñera, debo soportar sus peleas, travesuras, quejas, penas y celebraciones. Si fuera por separado, no tendría problema alguno, pero eso no pasa nunca; siempre se juntan todas las situaciones. Y claro, además de esto debo velar porque se cumplan los caprichos que los "vocaloids" en cada hotel que visitamos, que por fortuna son pocos; debo vigilar las fechas de los conciertos y las firmas de autógrafos, ordenar las entrevistas con la prensa, analizar las ofertas de trabajo. Pero no sólo lo referente a sus presentaciones, también me encargo de conducir el camión que nos lleva a los auditorios, gimnasios o donde sea que se presenten; debo llevarlos a las pruebas de vestuario y, aunque suene ridículo, junto con mi novia y fiel compañera, les preparamos las tres comidas diarias cuando paseamos por en medio de la nada.

Si bien, ser manager es difícil a veces, estos chicos no me lo hacen más sencillo. ¡Todo lo contrario! A veces siento como la cordura me va dejando lentamente mientras me consumen los problemas que ellos provocan: los gemelos jugándole bromas a los gerentes de los hoteles, Gakupo rompiendo objetos valiosos por su torpeza o prácticas de esgrima, Gumi recogiendo a cuanto animal callejero encuentra, Miku huyendo de los fans, Kaito olvidando hasta en donde tiene la cabeza, Meiko fugándose a algún bar, Luka… bueno ella prefiere quedarse en el cuarto a leer, pero cuando decide seguir a sus amigos vienen los problemas. Y, ¿quién debe responder por todo esto? Así es, solo yo. Aunque mi novia (que a todo esto, se llama Thelma y es por ella que conocí a este grupo) es un año menor que yo y me ayuda, usualmente ella también está metida en problemas por divertirse con los "vocaloids"

Sin embargo, a pesar de esto, de que he tenido que ir a varias terapias con psicólogos de diversas ciudades y países, que mi estómago es más ácido que carne y que solo duermo de tres a cinco horas; no cambiaría a estos chicos por nada del mundo. Ellos me han cambiado la vida por completo, le han dado lo que me faltaba: fama, dinero, amistad, alegría, estrés, aventura, trabajo, viajes y demasiadas experiencias únicas que no quiero olvidar y debo de inmortalizar de algún modo. Es por eso que me he decidido a escribir este diario en el cual describiré, plasmare, gritare y todo lo que pueda expresar por medio de la palabra escrita mis vivencias con estos ocho chicos.

No puedo dormir, se supone que despierto dentro de cuatro horas.

Bien, creo que escribiré una pequeña anécdota que ocurrió hace unos días. Y es sobre el olvidadizo Kaito.

Yo no sé de dónde saca la disquera tantos compositores, y ahora trabajábamos con uno nuevo, un tal Mothy también llamado Akuno-P. El punto es que estábamos en los estudios de grabación para hacer el demo es una canción llamada "Judgement of Corruption", donde Kaito encarna a un juez corrupto. Hacia unos cuantos días que habíamos regresado de una presentación en Seúl, Corea del Sur, y el peliazul se dedicó a ensayar esta nueva composición en el viaje de regreso.

El problema fue que apenas y le di tiempo para el ensayo. Admito mi culpa, programar firmas de autógrafos y presentaciones en televisión para esa semana no fue una buena idea. Pero yo confiaba en que Kaito aprendería al menos el ritmo de la canción y no importaba si leía la letra durante la grabación, después de todo solo era un demo.

Llegó el día de la grabación, todo estaba listo para recibir a Kaito, pero no contaba con que se presentaría un inconveniente.

–Master –me dijo tímido. Cuando el habla así, significa que metió la pata–. Tengo un problema.

–¿No puede esperar? –le pregunté–. Debemos ir al estudio en una hora y ya vamos retrasados.

–Es que –masculló–. Perdí la canción.

–¡¿Qué tú qué?! –grité.

–Perdí la canción nueva –repitió asustado, no es que yo suela atacar a mis representados, pero dicen que mis reacciones son muy… extrañas–. La he buscado todo el día en mi habitación, pero no la encuentro.

–¿Por qué? ¿Por qué tenías que perderla? –dije. Me asusté a mí mismo.

–Pero de seguro nos darán otra copia, ¿verdad? –su voz temblaba, hasta pude ver como su frente se perlaba en sudor–. Deben tener otra, ¿no?

Yo negué con la cabeza.

–Esa era la única copia, Mothy solo nos dio esas hojas y nadie la escaneó ni nada, fue una indicación de él.

–¿No puede darnos otra?

–No… Porque él no vive en esta ciudad… Tardaría al menos dos días en llegar… y el demo se debe presentar mañana.

–¿Y qué hacemos? –me dio lastima el pobre, su rostro estaba pálido del susto. ¡No quería asustarlo!

–¡Búscala en todas partes! –le ordené tomándolo de los hombros y sacudiéndolo con fuerza–. Revisa la sala y la habitación de los gemelos, yo iré al autobús. Debemos encontrarla.

Y sin más, cada uno fue a buscar los papeles que contenían la letra de esa canción nueva, claro que Kaito tropezó un par de veces gracias al mareo que le cause. Corrí desesperado hacia el autobús del grupo, antes de entrar revisé debajo de las llantas de este e incluso le pregunté al guardia del hotel si no había visto las hojas de Kaito. Abrí las puertas rebusqué por cada rincón del vehículo; los asientos por arriba y abajo, el suelo, las mesas, las diferentes gavetas, hasta el microondas y el refrigerador. Pero no había nada más que polvo, palitos de paleta y restos de naranjas. Estaba derrotado, pero aún mantenía la esperanza de que Kaito encontrara la canción.

Mala noticia.

Cuando entré al apartamento de nuevo, lo primero que vi fue a Kaito vuelto un manojo de nervios y miedo, sentado en un sillón y acompañado por Gakupo. Su sola expresión me daba la respuesta que no quería escuchar.

–¿Y ahora qué hacemos? –me preguntó tímido. ¿Es que en verdad asusto tanto?

–Te diré que vamos a hacer –respondí–. Vamos a ir directo al estudio, a explicar lo que pasó y grabaras lo que sepas de la canción.

–Solo son dos estrofas –reclamó. No era mucho, pero sin dura era mejor que nada.

–Eso tendrá que bastar para el demo –le dije, tomándolo del brazo para irnos de ahí.

–Espera –tartamudeó–; Gakupo, dame mi celular –pidió el peliazul.

El joven de cabello morado se acercó a la barra de la cocina y tomó un teléfono celular de color azul con el colgante de un helado, se lo entregó a Kaito quien agradeció y lo metió a su bolsillo. Yo estaba que echaba chispas por los ojos, pero el joven Shion se quedó contemplando su bolsillo; metió de nuevo su mano y sacó una hoja de papel doblada. La extendió.

–Master –me dijo con una sonrisa inocente–. Todo el tiempo tuve la canción aquí.

¡Quería ahorcarlo, patearlo, golpearlo! Mis instintos violentos afloraron con eso, pero debía contenerme o no grabaría nada; además, no niego que me sentí aliviado en ese momento. Sin decirle nada, lo saqué del apartamento y nos fuimos al estudio con solo quince minutos para hacer un recorrido de media hora. Llegamos a tiempo, después de infringir varias reglas de tránsito, pero eso ya es historia para otro día.