Disclaimer: Hola todos, gracias por los comentarios que me han hecho, agradezco mucho que se tomen el tiempo de contarme sus impresiones, sobre todo cuando me dicen que gracias a este fic aman a Isaak de Kraken, y que poco han visto de Anfitrite, porque esos son dos de mis objetivos principales, buscarle más historias al inmenso mundo del maestro Kurumada.

Por ahí ya estoy empezando a cocinar unas ideas para expandir Crossroads en microhistorias, pero todavía no me decido. También abrí una cuenta en AO3 en donde no he publicado todavía, pues también quiero pasar Crossroads a inglés, espero que el trabajo y el posgrado me lo permitan, y si lo logro les paso el link a los que gusten leer en inglés.

Pues les cuento, a mí siempre me ha llamado mucho la atención todo lo que tiene que ver con el mundo marino de Saint Seiya, y veo tanto potencial desperdiciado, que bueno, me atreví a dar mi idea de cómo sería. Además, Finlandia es otra de mis pasiones y gracias a este fic las puedo combinar de alguna forma, así que gracias por acompañarme en este viaje en la lectura, porfa #quedateencasa y cuidémonos todos.


Capítulo 52: Crossroads

/SANTUARIO/

Me quedé fría en donde estaba. Antes de salir hacia el salón principal, el Patriarca, que me miró con una risita cómplice que no supe interpretar hasta que:

- Bueno, pues este momento de tensión requiere que brindemos juntos por un futuro más esperanzador. Aimée, general de Kraken, los esperamos en la sala principal.

- Pe-pero, Su Santidad... - intenté protestar, decir algo, pero se me secó la garganta.

- Vamos a darnos unos minutos para asimilar lo que acaba de suceder, Aimée, no te preocupes. - Y sin decir nada más, nos dejó solos, llevándose a todo el mundo de allí Y CERRANDO LA CORTINA para darnos privacidad.

Solté el aire que no sabía que estaba conteniendo pero no me atreví a darme la vuelta. Isaak tampoco dijo nada ni se movió por varios minutos.

Hasta que se aclaró la garganta y se me acercó, pero sin atreverse a tocarme.

- Aimée.

No pude evitar darme la vuelta y conectar mi mirada con la suya. Había en ella una emoción que no podía descifrar, pero sabía que el escudo con el que protegía sus emociones no estaba ahí para bloquearlas. Sentí que los ojos se me aguaban, aunque no cayó ninguna lágrima por mi mejilla.

- Yo... Isaak...- comencé a hablar pero tenía la lengua atada. Isaak trató de tomar mis manos entre las suyas y por reflejo, nada más, las levanté un poco para que no lo hiciera. Cerré los ojos por un momento y cuando los volví a abrir tomé aire. - Lo siento, Isaak, est- estoy muy confundida con esto, por favor, ahora no, yo... yo no sé qué estoy sintiendo, y el momento no es... digo, todos están detrás de esa cortina esperando que suceda algo y yo no quiero sentir que debo llenar otra expectativa ajena...

Empecé a balbucir todo lo que me preocupaba en ese momento. Si duda, tener a distancia de escucha a Atena, al Patriarca, a Shura y a Irina no era la forma en la que quería decirle a Isaak como iba a patearle el trasero hasta el Yomotsu, ni lo mucho que lo extrañaba ni ninguna de esas cosas ambivalentes que sentía hacia él. Y justo cuando pensé que igual se iba a reír de mí o algo peor como dejarme ahí como una tonta o echarme de nuevo la culpa de todo lo que había pasado; hizo lo último que me imaginé que haría dadas las circunstancias: me abrazó.

Cuando me rodeó con sus brazos, me quedé de piedra. Mi reacción normal hubiese sido la de empujarlo hasta el otro lado del mundo pero estaba tan estupefacta y su cercanía me resultaba tan reconfortante que, extrañamente, dejé caer mi frente en el espacio en el que su armadura no le cubría cubría el cuello y apoyé mis manos en su pecho. Cetus emitió una vibración extraña, cálida, que pareció resonar con Kraken por un instante, como si dos viejas amigas se hubieran saludado después de mucho tiempo de no verse.

- Lo sé... - dijo, con la voz un poco ronca y susurrando. - pero, ole kiltti, cuando todo esto pase, permíteme contigo, Aimée. Pase lo que pase, no quiero que me odies porque fui un imbécil y por un mal entendido que no vamos a sortear hasta que no hablemos.

Su voz con el tono suave y suplicante hicieron que me quebrara. Aunque no hice ningún sonido, sí sentí una cascada de lágrimas caer por la cara mientras asentía y me acurrucaba contra su cuello, que junto a su armadura, quedaron mojados, pero pareció no importarle porque justo sentí como alzaba sus manos y primero me acariciaba el cabello y luego las llevaba hasta mis mejillas y con los pulgares me limpiaba las lágrimas y pasaba algo de cosmo helado para que no se me hincharan los ojos. Levanté la cara y di un paso hacia atrás, dándonos espacio mientras me limpiaba la cara con mi mano. Él dejó caer las suyas a los costados.

- Si eres un imbécil, typerä, no me hagas llorar así cuando tengo que salir allá a poner cara de poker.- Isaak sólo sonrió y asintió.

- Anteeksi. - dijo en un susurro, agachando la cabeza. Una vez tuve mi cara decente, me quedé mirándolo unos minutos hasta que me decidí y sin darle mucho tiempo para pensar, lo abracé, enredando mis brazos en su cuello y cabello, y antes de soltarlo le di un besito leve en los labios, y sin mirarlo, me dí la vuelta y salí hacia la sala principal, en donde, para mi infinito horror y sorpresa, estaba un muy serio Camus de Acuario intercambiando ideas con un igual de serio Shura de Capricornio, mientras Atena y el Patriarca conversaban con Irina sabrá el olimpo de qué.

Cuando sentí que Isaak también salía de la parte de atrás, miré de inmediato a Camus que, para mi mala suerte, me estaba mirando a mí y levantó una ceja. Yo sólo negué y evité su mirada, esperando que el Patriarca retomara los asuntos que nos reunían.

- Bien, ahora que estamos todos de nuevo.- inició el Patriarca. - Irina de Dragón del Mar, quiero presentarte a Camus, Santo Dorado de Acuario, él será quien los acompañe en la misión de retribuir el ánfora con Anfitrite.

Ambos inclinaron la cabeza a modo de saludo.

- Pero antes, Isaak, explícanos por favor eso de que nos entregarán a Anfitrite como garantía, porque no es lógico.

- ¿Poseidón pretende que Anfitrite esté aquí? - intervino Atena, cruzándose de brazos, poniendo un dedo en la barbilla pensativa.

Isaak pareció volver a la vida una vez Shion le dirigió la palabra, y tras unos minutos de silencio, retomó lo que estaba diciendo antes del ataque de María.

- Así es. Pero antes debo aclarar qué hay detrás de ese ofrecimiento, Atena. - comenzó. - Primero, debo explicarles que en el caso del señor Julián Solo, ser el recipiente del alma de Poseidón hace que su vida, a diferencia de la suya, si me permite compararlos, sea llevada de forma doble, por así decirlo. Dada la naturaleza e historia familiar del señor Solo, no es del conocimiento de su círculo familiar ni empresarial que en él habita el alma del señor de los Mares. Por eso, pensamos que una vez que la reina Anfitrite habite el cuerpo mortal que está destinado a contenerla, esta pueda mantenerse aquí, segura de los intentos de Apolo por atacarla y lejos de las intrigas que amanezan desde hace años a la familia Solo.

- ¿Eso no es poner al Santuario en la mira de Apolo? - intervino Camus. - ¿Qué pasa con Atlantis?

Isaak lo miró unos minutos antes de continuar.

- No realmente, maestro. - y el énfasis en la palabra habló volúmenes de lo que pasaba en ese momento por la cabeza de Isaak. Camus no era el único molesto. - Nuestra intención es llevar la batalla con los Apellai al mundo Marino, y si es necesario, enterrarlos en las profundidades del mar.

- Eso es suicidio- protestó Shura.

- No lo es, - interrumpió Irina. - el mundo Marino es más fuerte de lo que la batalla con los Santos de Bronce dejó en evidencia. Y el cosmo de Anfitrite ha comenzado a fortalecerlo a medida que se va liberando. Estamos pidiendo su ayuda, justamente, porque no queremos que su alma se libere por sí sola y, en medio de la confusión, se genere otro desastre.

- ¿Y dónde queda Asgard en todo esto?- insistió Camus.

- Asgard no tiene intenciones de involucrarse, maestro. La última vez que estuvimos allá nos exigieron solucionar por nuestra cuenta todo este lío, y así planeamos hacerlo, a menos que ellos realmente deseen hacer parte de esto. Y en mi opinión, muy personal, no lo harán a menos que Apolo los ataque directamente.

Las palabras de Isaak parecieron crear más tensión en la sala, hasta que Atena se levantó y delante de todos, me entregó el mapa con la ubicación de Anfitrite, que estaba cerrado con su sello, el mismo que según contaba mi maestro, se usaba para sellar a los dioses como Hades y el mismo Poseidón en las ánforas cuando perdían contra la diosa.

- Todos estamos muy tensos en este momento, pero creo que es necesario que confiemos nuevamente o no vamos a poder enfrentar el reto que tenemos delante. En este momento Apolo está en Hiperbórea, lo que nos da tiempo para planear nuestra estrategia, y es por eso que Shura partirá mañana a Delfos.

Shura asintió, visiblemente tenso.

- Muy bien, - intervino el Patriarca - creo que podemos decir que logramos un acuerdo. - todos asintieron - Pero, Isaak, Irina, hasta no llegar a la ubicación, y una vez en Atlantis, espero que respeten el que sea Aimée la única que conozca la ubicación del ánfora, de lo contrario, no tendremos trato.

Isaak e Irina se miraron unos segundos y asintieron, y yo tragué saliva, me daba un poco de miedo sentirme en esa situación. Isaak era una cosa, pero, ¿qué pasaba si alguien en Atlantis se enteraba? Tendría que plantarme firme, pasara lo que pasara.

- Descansen por hoy, por favor. Mañana Camus y Aimée viajarán con ustedes a Atlantis, y nosotros los alcanzaremos en la ubicación del ánfora al final de la semana, donde esperamos poder encontrarnos también con señor Solo.

El Patriarca y Atena se retiraron, Shura apretó las manos de todos y a mí me revolvió el cabello como despedida, y salió, seguramente a despedirse de Eva; mientras que una vestal que no había visto antes entraba para guiar a Irina e Isaak hacia sus lugares de descanso. Camus y yo los despedimos con una inclinación de cabeza y, una vez salieron, nos quedamos solos en la Sala del Trono.

- ¿En serio irás conmigo a Atlantis? - pregunté, no sin mucho tacto pero con muchísima curiosidad. Camus dejó ver una micro-minúscula-diminuta-casi imperceptible sonrisa y alzó la ceja.

- Te veo brincando de la emoción. - respondió con sarcasmo.

Esta vez fue mi turno para sonreír, pero sonreír de verdad.

- De hecho, sí, Camus, me siento más segura con esto - levanté el mapa- si voy acompañada de un Santo de Oro, y sé que contigo estaré en buena compañía aunque no me quieras mucho.

Por tercera vez en el día, Camus alzó la ceja y esta vez se cruzó de brazos y me miró como desafiandome.

- ¿De qué estás hablando?

- Ay, Camus, no te hagas, yo sé que no te agrado mucho.

Camus bufó, pero como con burla y acto seguido, me invitó a salir de la sala junto a él.

- Lo que no me gusta es tu relación con Isaak, por las decisiones estupidas que tomaron en su momento, Aimée. Si hubiesen sido más inteligentes, no me hubiera importado, porque no me interesa. - hizo una pausa en la que yo tuve tiempo de indignarme por sus palabras, pero antes de que pudiera protestar me miró. - Pero tú, de hecho, no me caes mal, Cetus.

Y estiró la mano para estrechar la mía, cosa que hice sin pensarlo dos veces. Acto seguido, inclinó la cabeza a modo de despedida y salió rumbo Acuario.

Y yo, estupefacta decidí pasar la tarde en Tauro, habían pasado muchas cosas en una sola tarde y necesitaba contárselas a alguien.

- X -

Cuando la vestal les mostró sus lugares de descanso a Irina e Isaak, lo primero que hizo Isaak fue mojarse la cara y tocarse la frente por si tenía fiebre, ¿qué acababa de pasar? Luego, mirando su reflejo, se tocó los labios pensativo.

- ¿Estás bien?- la voz de Irina se escuchó desde la puerta, haciendo que brincara del susto y maldijera por lo bajo al distraerse y bajar la guardia. - Perdón por entrar así, llamé tres veces y no respondiste.

Isaak se secó la cara y salió al encuentro de Irina.

- Estoy bien, por ahora. No sé qué me pase luego de que Sorrento se entere de lo que está pasando.

- Lo sé. - dijo, y apoyándose en la puerta, se cruzó de brazos. - Pero hay una cosa que ninguno de los dos puede reportar, Isaak.

Isaak asintió.

- No importa que esté Camus de Acuario ahí, nadie puede saber que Aimée tiene ese mapa o es muy probable que alguna vestal fiel a María o Kaysa o Krishna intenten algo gracioso.

- Lo sé. Tethys tampoco puede saberlo, lo que me preocupa porque no sabemos qué está sucediendo en Atlantis en este momento.

Irina asintió y luego se llevó el índice al mentón.

- Mañana lo sabremos, pero dime una cosa, ¿qué pasó detrás de esa cortina?

Isaak se puso rojo hasta las orejas y desvió la mirada.

- Na-nada. - dijo, y luego se aclaró la garganta. - Si sacia tu curiosidad, prometimos hablar después.

- ¿Después de qué? - Irina se cruzó de brazos, su tono molesto sorprendiendo al Kraken. - Isaak, escúchame muy bien. Vamos a entrar a una maldita guerra, ¿después de qué van a hablar? ¿Cuando alguno de los dos se muera, qué estalle el caos en el mundo, que la Tierra se inunde o muera por una sequía?

- ¿Y qué quieres que haga, que vaya y la busque ya?

- ¡Sí!- dijo, manoteando en su posición apoyada contra la puerta.

- No puedo hacer eso, Irina. - La aludida volvió a cruzarse de brazos. - No sólo por el protocolo, y lo que quieras, sino porque la posición en la que está ahora Aimée no es fácil, yo no voy a convertirme en otra carga para ella.

Irina soltó una carcajada e Isaak quedó atónito mirándola sin saber qué hacer.

- ¡Estás TAN enamorado, Kraken! Te tienen del...

- ¡Hey! Lárgate ya, esta conversación se acabó, Irina. - Y con la cara más roja que antes, Isaak empujó a Irina y la sacó hasta la puerta y se la cerró en la cara, mientras ella seguía riendo a carcajadas por el pasillo.

- X -

/ATENAS/

Luego de tres días en el hospital, Danika sentía que si no le daban de alta, se iba a lanzar por la mismísima ventana del hospital. Luego de su encuentro con la sirena, no había podido conciliar el sueño, esperando que en cualquier momento entrara otra vez por la ventana para pedirle que se la llevara lejos.

Y encerrada en sus pensamientos estaba que no se dio cuenta cuando Tethys entró en la habitación de hospital con unos papeles en su mano.

- Buen día, Danika. - dijo Tethys con voz tranquila. - Mi nombre es Tethys y vengo de parte del señor Julián Solo.

Danika no supo qué responder, asintió y se quedó mirando fijamente a Tethys, había en ella algo que la inquietaba y que no la hacía sentirse muy agusto, aunque lo atribuyó a que era una desconocida. Una vez mencionó que era una de las empleadas de Julián Solo, pudo recordar que en ocasiones él iba a obras de gala acompañado de una mujer rubia, del flautista que siempre estaba con él o de ambos. Cuando Danika notó que Tethys que no había pasado de la puerta, la invitó a sentarse en el sofá junto a su cama.

- Perdón por mis modales, no esperaba que el señor Solo supiera que estaba aquí.

Tethys fingió sorpresa.

- Sí, bueno, es que todo termina llegando a él. Algunos de los músicos son beneficiarios o trabajan de alguna manera para él y supo la noticia.

- Comprendo.

- Bueno, tengo órdenes de ayudarle con su salida del hospital.

A eso Danika alzó una ceja pero su mirada traicionó la sorpresa y alivio que sentía de poder salir de allí.

- ¿Por qué el señor Solo? No es por ser desagradecida. - dijo, alzando sus manos con las palmas abiertas al frente. Tethys volvió a asentir y sonrió con una risita perversa.

- Pues... no estoy muy enterada, sólo que tengo entendido que hay un negocio o algo similar que tiene pendiente conversar con él, ¿correcto?

- Sí, pero...

- El señor Solo pensó que podrían conversar de eso con más tranquilidad ahora en lugar de esperar que retome sus actividades en la Ópera, después de todo, son las últimas semanas de temporada.

El rostro de Danika se ensombreció tras ese comentario. Si bien era cierto que todavía tenía un par de días para reponerse y retomar su lugar en Cosi Fan Tutte, lo más seguro era que ya tuviese un reemplazo por el resto de la temporada y tendría que empezar de nuevo en la puja por buscar su lugar dentro de las óperas que se estrenarán en los próximos meses, y para ello tendría que pedir de nuevo la ayuda de Apolonia, y deberle un nuevo favor, y esta vez, seguramente, sí tendría que casarse con su primo Stavros. Suspiró pesadamente olvidando delante de quién estaba.

- Justamente, no creo que...

- Y por eso, - Tethys la interrumpió. - el señor Solo me ha pedido que convirtamos su accidente en un momento de oportunidad tanto para usted como para él. Piénselo con calma, voy a entregar estos papeles al doctor y volveré para ayudarle, ¿de acuerdo?

Danika asintió y se dejó caer en la almohada con las mejillas levemente rosadas. Aunque esto fuera más un asunto de negocios, no podía negar que Julián Solo le atraía, y que fuera él y no Apolonia quién se hubiera puesto en contacto, había sido una bendición a su manera de ver.

...

Cuando Tethys volvió, había un enfermera ayudándole a quitar los catéteres y máquinas que tenía conectados.

- Todo listo, Danika. - dijo la enfermera con un tono formal. - Una vez regrese el doctor con las órdenes y recomendaciones firmadas, puede irse a su casa.

- Sas efcharistó.

Una vez solas, Danika comenzó a buscar sus cosas para arreglarse hasta que una duda la asaltó y se giró hacia Tethys que estaba sentada de nuevo en el sofá junto a la cama.

- ¿Tethys?

- ¿Sí?

- ¿Cuando salgamos de acá iremos directamente donde el señor Solo? - la sirena asintió, y se quedó mirando fijamente, por lo que Danika sintió que debía seguir hablando. - A ver, es que quiero decir, no es como nadie fuera a venir por mí, yo vivo sola aquí en Atenas, pero me parece un poco extraño, perdone por favor que insista.

Tethys asintió, pensativa. Desde que había entrado, la chica no había hecho nada diferente a tratarla con respeto y casi reverencia, cuando en realidad debía ser al contrario. Sin embargo, para no levantar sospechas, le siguió el juego, mismo que tendría que terminar una vez Julián le explicara todo; ella era la sirviente, ella era quién debía cuidar su lenguaje y hablar con timidez. En pocos días, si todo salía bien, esta chica sería la Emperatriz de Atlantis, la Reina de los Mares, y ella era una de las criaturas a su servicio.

- Yo no puedo dar muchos detalles, pero sé que la señora Apolonia no se encuentra en Atenas y que el ambiente de la Ópera puede ser muy competitivo. Y bueno, también pasa que Julián... - Tethys hizo una pausa y se mordió la mejilla por dentro por casi revelar más de lo permitido y por hablar con familiaridad de Julián. Miró con horror que Danika la miraba con mucha atención, tenía que evitar que pensara que su familiaridad con Julián iba más allá de ser su empleada ficticia. - ... que Julián Solo es un hombre absolutamente generoso y de palabra, y en vista de que se llevan bien, él quiso invitarla a recuperarse en un lugar tranquilo y aprovechar la situación para hablar de negocios, pero prometo que él se lo explicará mejor.

Danika asintió y continuó con el proceso de buscar su ropa para organizarse, si iba a ver a Julián Solo tendría que estar presentable por muchas razones.

...

El doctor llegó un par de horas después con los papeles de alta y una vez libre del hospital, Danika y Tethys salieron rumbo a la casa de Julián, sólo que el carro no las dirigió a la mansión en el centro de Atenas, sino a una casona ubicada en la municipalidad de Pireo cerca de la bahía Zea, donde además, se guardaban algunos de los yates personales de la familia Solo.

Danika miraba por la ventana, asombrada del tamaño que poseían los cruceros que zarpaban desde la bahía. Tethys estaba igual de impresionada, nunca había estado lo suficientemente cerca a uno de estos enormes barcos y, hasta donde recordaba, nunca había tenido la oportunidad de subir en uno en compañía de Julián. Su trabajo, después de todo era cuidar de los intereses de Poseidón debajo del mar.

Una vez en la casona, una mujer de unos 50 años salió a recibirlas.

- ¡Kalós írthes! ¡Kalós írthes! El joven Julián las está esperando. - dijo recibiendo las maletas de las manos de Danika y caminando animadamente delante de ellas hasta el fondo de la casa donde podía verse una sala con salida al mar.

Ambas siguieron a la mujer hasta la puerta de dicha sala, donde las invitó a pasar. Danika miraba asombrada e incluso le daba miradas de lado a Tethys, como buscando de ella un indicio de qué estaba sucediendo, pero la verdad era que Tethys estaba igual de sorprendida que ella, pues nunca había estado en un lugar así.

- Bienvenidas a mi segundo hogar, Tethys, Danika. - la voz de Julián las sacó del ensueño y las devolvió a la realidad.

- ¿Este lugar es nuevo? - demandó saber Tethys, quién volvió a sorprender a Danika por la familiaridad con que trataba a Julián, quien sólo sonrió y se acercó para saludar a Danika de abrazo y un beso en la mano.

- No, Tethys, este lugar es mi lugar de escape de todo el ajetreo de Atenas cuando no lo soporto más.

- ¿En el Pireo escapas del caos de Atenas? - replicó ella, insistiendo e incrédula. Julián asintió, centrando de nuevo su atención en Danika.

- Espero que hayas tenido un buen viaje, ¿te sientes mejor? - preguntó con un tono dulce y Tethys por poco y bufa de la risa, aunque logró contenerse. Danika asintió, todavía abrumada por la situación. - Perdona por favor mi treta, es que tengo un par de días libres y quería aprovechar la oportunidad para que conversemos mejor sin la intervención de Apolonia, no deseo por supuesto imponerme sobre tus deseos.

- N...No, bueno, es un poco fuera de lo común para mí, pero agradezco el gestor señor...

- Julián, por favor, insisto. - Danika soltó una risita tímida mientras se sonrojaba.

- De acuerdo.

Y luego de eso, Julián les dio un recorrido por toda la casa, no sin antes que Tethys notara la ausencia de una presencia en particular.

- ¿Y Sorrento? - Julián la miró con malicia.

- ¿Ya lo estás extrañando? - Danika miró el intercambio con curiosidad y sintió alivio cuando vio que Tethys tartamudeaba y se sonrojaba, evadiendo la pregunta de Julián, quien luego cambió su semblante por completo por uno más serio. - Está solucionando un par de asuntos que deben ajustarse hoy y no dan espera.

Tethys entendiendo, siguió caminando tras ellos a una distancia prudente para no interrumpir mientras Julián tomaba a Danika de la mano y le mostraba toda la casona.

- X -

/ATLANTIS/

El día de regresar a Atlantis por fin había llegado para mi infinito tormento. El día anterior, Camus me había abordado en la noche para enseñarme mil y un formas de esconder el mapa en mi armadura y ropajes para evitar perderlo o generar sospechas al respecto. También había discutido con él algunos de mis recelos sobre lo que podríamos encontrarnos allá, todo eso mientras tomábamos un finísimo vino francés del que tendría que robar una botella cuando volviera al Santuario si todo salía bien.

En la madrugada pude despedirme de una muy alicaída Eva y asegurarle que Shura iba a estar bien aunque a mí tampoco me constaba. Y luego, en las afueras del Santuario, nos encontramos con Irina e Isaak que conversaban con Atena y el Patriarca.

Tras las despedidas, cruzamos el remolino que llevaba al Mundo Marino, y por un segundo olvidé lo aturdidor que era. Una vez debajo del mar una mano enguantada con oricalco y el cosmo de Poseidón se extendió frente a mí para ayudarme a poner de pie: Sorrento.

- No puedo creer que todavía te marees, Aimée, qué decepción. - dijo como saludo con el mejor ánimo en la voz. Sonreí muy a mi pesar porque era cierto, y me puse en pie con la gracia, elegancia y dignidad de un gato. Habíamos entrado por el remolino que conectaba con el Gran Soporte Principal.

- Esto ha cambiado un poco por aquí. - dije, notando las inscripciones y los dos tridentes que adornaban el Soporte. Me giré para buscar a Camus y encontré su mirada haciéndome preguntas.

"¿Qué pasa?" - preguntó cósmicamente algo irritado.

"El Soporte Principal no tenía inscripciones la última vez que vine, ¿tendrá que ver con los cambios en los pilares de los que hablaron Irina e Isaak?"

Los susodichos caminaban detrás de nosotros con un semblante muy serio, lo que me hizo preocupar bastante, sentí que las manos comenzaron a sudarme, y rogué a Atena que mis peores temores no se confirmaran en este momento, hasta que Sorrento habló.

- María, - dijo con severidad y desviando su atención de mí y de Camus, hacia Irina e Isaak. - ¿dónde está?

Irina fue la que habló.

- En primer lugar Sorrento, te presentamos a Camus, Santo Dorado de Acuario, quien esta vez acompañará a Aimée en su misión. Santo Dorado Camus, este es Sorrento de Siren, comandante general del ejército de Poseidón. Sé que ya se conocen, pero el protocolo lo pide. - Sorrento asintió, haciendo un saludo con la cabeza que Camus respondió de la misma forma. - Sobre María, y para responder tu pregunta, ha hecho lo que temimos que iba a hacer, perdió el control y por poco ataca a Atena.

- ¡¿Qué?! - dí un respingo al escuchar a Sorrento tan salido de casillas, sentí miedo por mí misma y agradecí al cielo que desde el primer día le hubiera caído tan bien, y esperaba que siguiera siendo así. - ¿Pero qué carajos le pasa?

- Sí, la hemos dejado bajo custodia del Patriarca, es lo mínimo que podíamos hacer, durante todo el encuentro tuvo una actitud muy a la defensiva. - Sorrento se pellizcó el puente de la nariz, irritado sin importarle que estuviéramos ahí, lo que en realidad no me daba mucha tranquilidad. Miré a Camus y su semblante era más serio que el mío.

Esto pareció despertar de su diatriba iracunda a Sorrento porque acto seguido volvió su atención a nosotros.

- Les pido que me perdonen, Camus, Aimée. - alcé una ceja al ver que nombra primero al Santo de Acuario pero pues así eran las cosas, el importante en esta visita era Camus, por su rango, y no yo. Por un segundo respire aliviada porque eso significaba que su presencia quitaba el foco de atención de mí y lo centraba en él, bendito Patriarca. - María lleva un tiempo desobedeciendo mis órdenes deliberadamente y no hubiese podido responder por su bienestar físico de no estar en este momento apresada en El Santuario.

- Apresada no sería la palabra correcta, Sorrento. - intervino Camus. - Pero por el momento estará bajo nuestra custodia, entendemos también que tiene un asunto no resuelto con Kanon que está entorpeciendo las cosas y a nosotros nos viene bien la información.

Sorrento asintió.

- Comprendo, síganme por favor.

Y tras eso echó a andar hacia el que era el salón principal en el Templo de Poseidón donde estaban los demás Generales que, por la presencia de Camus, sólo me enviaron saludos como pulgares arriba o leves inclinaciones de cabeza. Solapados, pensé, un poco irritada, pero comprendía el gesto. Como era de esperarse, si la presencia de Camus allí había generado cierto cambio de actitud en Sorrento que por su estatus era el que más libertad para dirigirse a mí tenía, era apenas lógico que pasara con los demás.

Por el rabillo del ojo vi que Kaysa de Leumnades miraba fijamente a Camus y por un segundo me asusté.

"Camus, no me gusta como te está mirando Leumnades, el tercero de izquierda a derecha" - dije en mi voz cósmica. Camus solo asintió cuando cruzó mirada con el susodicho.

"Así que este es el general que puede leer los pensamientos, fascinante."

"¿Qué?" - pregunté confundida e incrédula.

"Hyoga no te ha contado cómo tiene esa cicatriz en el cuello, ¿ce n'est pas comme ça?"

"No"

"Es obra de ese General. Pude sentir también una vibración de Cosmo tratando de pasar mi propia barrera cósmica, así que aunque parece que las intenciones de Sorrento no son malas, algunos de sus subordinados no saben qué es seguir instrucciones. Bête."

Me reí para mis adentros, muy de acuerdo con su muy concisa pero correcta descripción de lo que para mí también era el General de Leumnades.

Baian fue el que además de un pulgar hacia arriba, se animó a saludarme con una sonrisa que respondí mientras nos sentábamos junto a Sorrento que, de manera muy casual estaba explicando lo que estaba sucediendo.

- Como ustedes saben, llegó el momento de que Atlantis colabore de nuevo con el Santuario, y por eso es que el Caballero Dorado de Acuario, Camus y Aimée, Santa de Plata de Cetus están aquí. - hizo una pausa para mirar fijamente a cada uno de sus compañeros. - Pero además, quiero hacerles saber que por insubordinación y desconocimiento de las órdenes, María está en este momento en el Santuario, pagando por su insolencia.

Esto pareció bajar los ánimos de todos e incluso Krishna se puso de pie pero Isaak también y extendió la mano hacia el costado para detenerlo.

- Esas fueron las órdenes del Emperador, Irina y yo seguimos esas órdenes. - Krishna no pareció muy convencido pero volvió a tomar su puesto. - Maestro... - y con eso Isaak le dio la palabra a Camus que explicó que, de acuerdo a nuestro acuerdo de cooperación, él y yo acompañaríamos a Julián y a otras dos Marinas hacia un lugar en Naxos en donde se encontraba el ánfora con el alma de Anfitrite, cosa que pareció llamar bastante la atención de todos y alivianar los ánimos del lugar. Kaysa seguía mirando fijamente a Camus, como tratando de descifrarlo pero su hostilidad y estupidez inicial pareció desvanecerse a lo largo de la conversación.

Sentía una tensa calma en ese momento, la verdad se revelaría en Naxos cuando encontráramos a Anfitrite. Sólo esperaba que Atena fuera acompañada de alguien como Aioros o Shaka en caso de que algo pasara, porque aunque Saga podía ser una elección inteligente por su fuerza y agilidad de pensamiento, ser el gemelo de Kanon no le ayudaba en esta situación.


A/N: este capítulo me costó, y espero que la parte final en Atlantis no haya arruinado el mood general del capítulo. Voy a sincerarme y a decir que no tengo idea de como voy a poner a funcionar este conato de guerra, y eso me tiene ligeramente ansiosa, pero vamos allí. Y escribir a Camus me parece muy complejo, honestamente, y yo pensaba que eso sólo me iba a suceder con Shura, pero bueh :P

También quiero anunciar que no soy el próximo RR Martin pero pues viene una guerra, ¿no? Vamos a ver este camino por donde nos lleva, porfi no me odien xD

Gracias infinitas a Geminisnocris y Caliope07 por seguir conmigo. Para responder tu pregunta, linda, yo no veo matrimonio en un futuro cercano para ninguno de nuestros protagonistas. También quiero recomendarles Senda Dorada de mi amiga VelZel: Selket es otra amazona bien interesante que le está sacando canas a Milo, pásense por allá.

Hiperbórea: región al norte de Tracia en donde se rumoraba que Apolo iba a pasar el invierno. Según la mitología, por esos meses Dionisio era el que se encargaba del Oráculo y Delfos, pero no necesitamos otro dios en la ecuación, ¿no? Jajaja.

Sas efcharistó: gracias en griego.

Bête: Idiota en francés.

ce n'est pas comme ça?: ¿No es así?