Navidad en Brooklyn

De Heidi Patacki

No es una historia mía. Fue publicada originalmente en inglés bajo el nombre 'Christmas in Brooklyn' en Diciembre del 2000. Detalles al final de este capítulo.

Primera parte: Canadá


Helga Pataki - Kramer estaba sentada delante del pequeño espejo del hotel, con nerviosismo se cepillaba el cabello. Al día siguiente tendría la mayor presentación de ventas de su carrera, y por primera vez en mucho tiempo se sentía nerviosa. Por lo general, sus habilidades eran perfectas; era una vendedora despiadada y astuta, tal como lo había sido su padre. Pero había algo en este viaje a Canadá para cerrar el trato con Turner Broadcasting que había estado convirtiéndola en un manojo de nervios durante toda la semana. En todas las reuniones y las comidas de negocios había estado mordisqueando su profesional manicure y despedazando servilletas... tenía un mal presentimiento acerca de todo el asunto.

Helga dejó el cepillo y cogió el teléfono para llamar a su marido, Dirk Kramer. Él era un hábil negociante también; un ex aprendiz de su padre que había emigrado al negocio de telefonía celular. Vendía semi-fraudulentos paquetes de pago por minuto 'baratos' para los usuarios de teléfonos celulares en todo el país. Dirk y Helga rara vez estaban juntos, sus trabajos les exigían viajar mucho. A veces Helga sentía que estaba perdiendo todo contacto real con su esposo de sólo cinco años. Hacía todo lo posible por mantenerse en contacto con él a través de llamadas telefónicas de larga distancia, pero a veces incluso sus conversaciones telefónicas se sentían forzadas.

"¿Hola?" una voz de mujer contestó el teléfono cuando llamó a su casa en Vermont. Extraño, pensó Helga, haciendo una pausa. ¿He marcado un número equivocado?

"¿He-LLO?" la mujer dijo de nuevo, molesta con el desconcertado silencio de la otra línea. Helga se aclaró la garganta.

"Ah, sí, soy la señora Kramer" dijo ella, decidiendo no mencionar su propio apellido antes del guión por esta ocasión, "¿Me pasa con Dirk, por favor?"

Helga oyó un jadeo ahogado en la garganta de la mujer.

"¿Quién habla, por cierto?" Preguntó ella, endureciendo su voz. " ¿Es la residencia Kramer, verdad?" Estaba bastante segura de que conocía muy bien su número; llamaba a su propia casa más a menudo que el número de noches que pasaba allí. Pero su dedo podría haberse deslizado...

CLICK. La mujer en el otro extremo colgó. La mano de Helga tembló un poco mientras colgaba el auricular. Podría llamar de nuevo... pensó, pero le temblaban las manos y estaba cansada. No, decidió, iba a ir a la cama. Mejor no pensar mucho en esto antes de la reunión de mañana...

Así que se puso una vieja camiseta y unos pantalones de pijama, y se metió bajo las mullidas colchas de la cama de hotel. Su empresa siempre se aseguraba de que tuviera las mejores comodidades cuando viajaba. La verdad es que llevo una vida de ensueño, Helga pensó, ¿no es cierto? Soy una mujer de poder e influencia; gano más dinero del que mi padre jamás ganó, y ciertamente estoy más satisfecha conmigo misma de lo que mi madre lo estuvo alguna vez.

Trató de no pensar en Dirk mientras se quedaba dormida. Trató sobre todo de evitar la persistente idea de que ni siquiera le importaba que él la engañara. Mi matrimonio no es ninguna broma, Helga se tranquilizó mentalmente. Todo va como lo he planeado...

.

Era de noche, y estaba de vuelta en Nueva York. La nieve caía suavemente desde el cielo emblanquecido, lo que hacía que la ciudad pareciera más tranquila de cierta manera. Pero entonces, ¿no había habido siempre un extraño silencio que caía sobre su antiguo barrio? ¿Una barrera segura, tranquilizadora que era la ausencia de ruido? Sólo unas pocas sirenas de policía distantes hacían eco de las calles vacías.

Era tarde, y Helga estaba caminando sola. Pero no estaba asustada - tenía la extraña sensación de que alguien estaba cuidando de ella.

De repente, alguien detrás de ella pateó una lata, enviándola volando por delante de ella. Helga jadeó, y se dio la vuelta. Se sorprendió al ver a su amigo de la infancia 'Curly' Gammelthorpe, de pie y observándola con una mirada entendida.

"¿Curly? "La voz de Helga sonó aguda contra el silencio de la noche. Curly sonrió lentamente.

"Él te espera" dijo, tímidamente golpeando su pie contra el suelo. Helga de repente se dio cuenta de que ella tenía la misma edad que Curly- ambos eran niños otra vez, no más de diez u once.

"¿Quién - qué? "-preguntó ella, tirando de su ñoño vestido rosa. Dios! No se había puesto ese feo y gigantesco moño en el cabello desde que sus días como matonesa en la escuela primaria.

"Él espera" Curly dijo de nuevo, volviéndose para irse. Helga comenzó a caminar detrás de él, cuando de repente una tapa de registro se abrió bajo sus pies. Helga gritó, y salió volando por los aires. De las alcantarillas empezó a salir un humo negro y espeso. Ella gritó de nuevo, y se volvió para correr, pero el humo la retuvo. Se estaba ahogando, necesitaba aire.

"¡Arnold!" sollozó con frustración.

.

Helga se despertó, jadeando, en busca de aire. La luz en la habitación del hotel era brillante, y su alarma sonaba ruidosamente. Ese sueño... ¿Arnold? ¿El amor de su infancia? ¿Por qué soñaba con él - y con el viejo barrio- ahora? No había estado allí en años... pero el sueño pareció haber despertado un dolor que había estado ignorando durante mucho tiempo... de repente no era importante si llegaba tarde a su reunión.

Apáticamente se vistió y recogió sus materiales para la reunión. Arnold. Ese... bastardo. Nunca le había dirigido una segunda mirada en el aspecto romántico. Él, que solo salía con chicas virginales y puras de corazón en sus años de escuela secundaria. Mientras tanto, Helga estaba pasando por terapia, y problemas con el alcohol. Ella había llegado a odiarlo a él y a toda esa bondad facilona con la misma intensidad con que los amó siendo niña. Nunca fui lo suficientemente buena para Arnold, pensó con amargura. Había que dejárselo a esas bonachonas cabezas huecas como Lila o Ruth... Helga no podía creer que todo esto estuviera volviendo a su cabeza. Fue hace más de diez años que se había graduado...

Él la había alcanzado después de la ceremonia...

"Quería desearte lo mejor, Helga" él había dicho, sin ninguna mala intención, mirándola con esa mezcla de miedo y lástima que detestaba.

"¿Qué demonios te importa?" ella le había espetado con esa fulminante mirada tan de ella, fumando en su octavo cigarrillo del día.

Arnold sacudió la cabeza con tristeza y Helga casi quería creer en su afligido acto. Pero él solamente estaba siendo soberbio... tratando de restregar su perfección y su idealismo en su cara, como siempre.

"Solíamos ser amigos" dijo con cautela: "Siento que las cosas resultaran de esta manera. Espero que tengas una buena vida, Helga."

Mucho mejor que la tuya, estoy segura, pensó con ironía, saliendo de la habitación del hotel. Arnold probablemente todavía vivía en algún barrio pobre, dedicándose a algo patético como enseñar a preescolares o leer para niños ciegos... hmph. La gente como él no sabía lo que era la vida real.

Helga sintió una punzada en el estómago al pensar en eso. Se apresuró escaleras abajo y luego afuera para coger un taxi. En realidad no era completamente cierto que Arnold no había tenido su cuota de dificultades... con ambos padres muertos antes de que él aprendiera a hablar... sus abuelos habían muerto también cuando él tenía quince años, dejándolo solo en el mundo. Se había ido a vivir con su amigo Gerald por un tiempo mientras terminaba la preparatoria, y después había conseguido una beca para estudiar en Nueva Escocia. Pero para ser completamente huérfano como él era...

Claro que Helga sabía lo que se sentía. Ella no había hablado con sus padres en años . Ella y su padre se habían odiado abiertamente desde que ella llegó a la adolescencia, y su madre era un mero cascarón de superficialidad y odio hacia sí misma... lo único para lo que los dos eran buenos era para adorar a su hermana mayor Olga. Olga vivía en Suiza con su francés esposo Kenyun; ambos eran médicos y tenían tres hijas perfectas, niñas rubias con coletas y lazos en el cabello. Olga, la bienintencionada boba, quien seguía enviando fotos de su familia en Navidad a Helga. Necesitaba de toda su valor para no tirarlas a la basura; aunque en el fondo sabía que no era culpa de Olga; Helga se sentía tan estafada por su hermana mayor.

Para cuando Helga llegó a la filial de Turner en el centro de Québec estaba de muy mal humor. Con sus carteles y gráficos empujados sin cuidado bajo el brazo, se metió en el ascensor y pulsó el botón del piso 61. ¿Por qué ese bobo sueño tenía que aparecer ahora y arruinar su día con todos esos malos recuerdos del pasado? ¿Y qué era todo ese humo al final? ¿Por qué ella gritó el nombre de Arnold? ¿Por qué no... el de Dirk?

Como si Dirk me salvaría en una crisis, pensó Helga. Estaría demasiado ocupado cerrando el trato con algún perdedor loco por los celulares ... Por supuesto Arnold en realidad la había salvado una vez, durante aquella inundación en la escuela. Había gritado su nombre entonces, también, mientras el agua se la estaba llevando en su corriente... y él la había atrapado.

"Es casi Navidad," dijo una voz detrás de ella, y Helga se dio la vuelta, conteniendo el aliento. No se había dado cuenta que había una anciana en el ascensor con ella. La anciana estaba apoyada cómodamente en el rincón, con las manos dobladas pulcramente sobre su estómago, su vestido de terciopelo púrpura colgando con gracia alrededor de sus tobillos.

"Um, sí," Helga dijo "Supongo que sí." Diciembre 5, esa era la fecha de la reunión, que era hoy. Sólo veinte días más para Navidad. Ella y Dirk generalmente aprovechaban este tiempo de vacaciones para ir a Aruba. Ellos nunca celebraban.

"¿Has sido buena este año?" la anciana le preguntó con una sonrisa extraña. Helga frunció el ceño. ¿Qué estaba insinuando? Ella dio un tirón hacia abajo a su falda negra para que no se viera tan corta; la parte superior del sujetador de medias se podía ver.

"Bueno, por supuesto que lo he sido" Helga contestó de mal modo, quitándose de un tirón el pelo sobre los ojos.

"¿Buena contigo misma, incluso?" -preguntó la mujer.

"Hey, mire," dijo Helga, dando golpecitos con el pie en el suelo y deseando que el ascensor se apurara para llegar al piso 61. "Soy la persona más emocionalmente saludable que conozco, señora, ¿entendido?"

La mujer lanzó una mirada abstracta hacia el techo del ascensor.

"¿Quién de nosotros sabe lo que realmente necesitamos?" le preguntó en voz baja. "Lo que es más, ¿lo que realmente queremos?"

"¿Eh?"

"Si pudieras conseguir algo para Navidad, una sola cosa" dijo la anciana, mirando de nuevo a Helga "¿Qué sería?"

"¡No es asunto suyo!" Exclamó Helga. ¿Qué demonios era este fortuito interrogatorio? ¿Una cosa que quiero para Navidad? Tuvo la tentación de decir: ¡Que cierre su maldito pico, señora!

Quiero la oportunidad de presumirles a todos esos perdedores en Nueva York la diva en que me he convertido, Helga pensó con una risita. De patear el barro sobre sus rostros patéticos.

Mientras el ascensor se acercaba a la parte más alta del edificio, Helga comenzó a oír un sonido de clic. Ella tiró del collar de su blusa un poco, a medida que el sonido se hacía más fuerte.

"¿Qué demonios es eso?" murmuró. Se volvió para mirar a la anciana, ella tenía los ojos cerrados. Se ve tan tranquila, pensó Helga. ¡Vaya zoquete!

De repente, las luces en el ascensor se apagaron. La flagrante luz de emergencia roja se encendió por encima de ellas, y el ascensor se detuvo con un accidentado golpe. Helga fue lanzada hacia atrás contra la pared de la derecha.

"¡Demonios!" gritó, mientras los papeles para la reunión caían en cascada hasta el suelo. Ella comenzó a agacharse para recogerlos cuando oyó un ruido que venía de arriba:

SNAP. ¡Snap -snap -snap! Una rápida sucesión de chasquidos se escuchó, y el panel de control del ascensor comenzó a chispear. Helga escuchó un crujido, y sintió el ascensor comenzar a moverse... hacia abajo. Lentamente al principio y después más rápido...

"¡Oh, diablos!" ella gritó, mirando a la anciana, que aún permanecía en calma.

"¿Qué es esto?" gritó mientras caían hacia su destrucción.

"Resiste," dijo con suavidad la mujer, y Helga arañó frenéticamente en el piso del ascensor, sin encontrar nada a que aferrarse. Ya estaban ganando velocidad...

"¡Arnold!" gritó sin pensar antes de que el estrepitoso choque la hiciera callar.

.

Hacía frío en Nueva York. Helga estaba sola en las calles, buscando alguna señal. Todo parecía estar cerrado, y el viejo barrio parecía un pueblo fantasma. Ella se detuvo frente a la vieja tienda de su padre: Big Bob Beeper Emporio. Las ventanas tenían rejas, aun así, algunos vándalos habían logrado traspasarlas. Había un largo grafiti de color rosa intenso que atravesaba las puertas frontales.

CERRADO, se leía en un cartel en una de las ventanas, Edificio en Venta.

Helga se puso delante del que fue el antiguo lugar de trabajo de su padre, mirando las sombras y bordes irregulares de los vidrios rotos, recuerdos desvanecidos. Finalmente, cogió una piedra, y retrajo el brazo hacia atrás para lanzarla a través del cristal de la puerta delantera. Estaba a punto de tirarla cuando una niña pequeña salió corriendo delante de ella, riéndose.

"¿Phoebe?" Helga exclamó con incredulidad cuando reconoció a la chica. La mejor amiga de su infancia, no había envejecido desde la última vez la vio, una emproblemada e incómoda visita a la universidad de la Liga Ivy a la que Phoebe acudía. Helga se miró a sí misma y, por supuesto, ella también llevaba la ropa y los zapatos de su juventud.

"¡Sígueme!" Phoebe le hizo una seña, corriendo detrás del Beeper Emporio, a un callejón oscuro. Helga trotó ccon curiosidad detrás de ella, su corazón latiendo más rápido.

"¡Phoebe, espera!" -gritó, tratando de mantener el ritmo. Phoebe se detuvo más adelante, y señaló un portal oscuro que se bifurcaba del callejón en el lado opuesto del Beeper Emporio. Helga se detuvo a su lado y se detuvo un momento para recuperar el aliento.

"¿Qué es este lugar?" Preguntó ella, asomándose por la tenebrosa puerta.

"Mira", dijo Phoebe con una mirada aprendida en dirección de la puerta. Helga se acercó con cautela y giró el pomo.

El interior del edificio al que entró olía a polvo y a moho. Helga caminaba con cuidado, adentrándose más en el edificio, y cuando se volvió para mirar detrás de ella, sólo encontró oscuridad, no puerta y no Phoebe. Se quedó sin aliento, pero ella siguió adelante.

Dentro vio el resplandor de una hoguera. Sentados alrededor de ella estaban dos figuras, encorvadas y envueltas en mantas sucias. Una de ellas levantó la cara hacia Helga, y detrás de sus manchadas gafas, Helga reconoció a la pordiosera.

"¡Miriam!" -exclamó, cayendo de rodillas al ver a su madre, acurrucada y temblando de frío en el edificio abandonado. Ella miró, aterrorizada, a la figura que estaba a su lado, una forma más grande, acuclillada en el suelo cerca del calor del fuego.

"Helga," su padre llamó, su enojado ceño frunciéndose. "¡Tú nos dejaste! ¡Por tu culpa somos esto!"

"Oh, Helga," Miriam se quejó "Tenemos tanto frío... ¿no podrías darnos tú un poco de calor?"

Empezaron a acercarse a ella; esos inmundos, hambrientos fantasmas de los padres que había conocido alguna vez.

"¡No! ... ¡No!" Helga gritó, alejándose en la oscuridad. De repente había una pared detrás de ella, y ella estaba atrapada." ¡Retrocedan!" gritó, cubriéndose el rostro con sus brazos,

"¡No tengo nada que darles!"

De pronto se oyó la voz de Phoebe de nuevo, como una invitación en la oscuridad.

"¿Helga?" le preguntó, sonando diferente, inquisitiva. "Helga, ¿puedes oírme?"

Los ojos de Helga se abrieron de golpe, y ella estaba mirando el rostro de la amiga perdida hace mucho tiempo. Phoebe, en toda su antigua y presente gloria, mirándola también. Una plastificada identificación de hospital colgaba de su cuello, rozándola en la cara.

"Helga, Oh Dios mío", dijo Phoebe, dando un paso atrás y tomando un gráfico que estaba al final de la cama. "Eres un milagro vivo, en verdad."

"¿Phoebe?" Helga le preguntó con incredulidad. "¿Qué es esto?"

"Esto, es cuidados intensivos," explicó Phoebe con claridad y despacio"Y estoy tan sorprendida como tú. Bienvenida de nuevo a la tierra de los vivos."

"¿Qué...?" Helga tartamudeó, recordando lentamente el accidente de ascensor. "¿Dónde estoy? "

"En el Manhattan Central," Phoebe explicó, mirando sombríamente por la ventana la ciudad a sus pies. "Fuiste traída aquí de emergencia desde Québec. Créeme, no quisieras ser atendida por extenso daño craneal en un hospital canadiense. "

"¿Qué? ¡Esto no tiene ningún sentido!" Helga trató de incorporarse, pero el dolor fue terrible.

"Relájate," Phoebe dijo: "Es sólo una coincidencia. Tu marido está esperando abajo."

"Oh, él" Helga gruñó, sintiéndose valiente.

"¿Te gustaría que te explique el alcance de tus lesiones?" Preguntó Phoebe "¿O debo salir y enviar al Sr. Kramer aquí?"

"Dios! Explícamelo en primer lugar, " Helga gimió.

"Bueno, " comenzó a Phoebe, "En primer lugar, has estado en coma durante más de una semana. Pero no te preocupes, milagrosamente no hubo daño cerebral permanente. Y tus músculos no se han atrofiado, así que la terapia física no será necesaria. Sin embargo, hubo extensas cicatrices y habrá incapacidad temporal. Tu brazo izquierdo está roto, y ambos tobillos se han fracturado. Como puedes ver, ya que te hemos enyesado."

"Dios mío, " Helga murmuró, examinando su destrozado cuerpo.

"Debes agradecer a tu estrella de la suerte de que tu cuello no se rompiera," dijo Phoebe, tomando un sorbo de una Coca-Cola Light que estaba sosteniendo.

"¿Sabes que esas cosas te darán cáncer?" le dijo Helga. Phoebe se encogió de hombros. "Hey," dijo Helga "¿Y qué le pasó a la vieja?"

"¿A quién?"

"A la mujer en el ascensor ", dijo Helga , "La que estaba conmigo cuando nos estrellamos . "

"Bueno, si ella sobrevivió, no fue traída aquí para su atención," dijo Phoebe, "Pero no estoy muy segura. No vayas a empezar con la culpa del sobreviviente ni nada de eso, ¿eh? No sería su estilo . "

"¡Oye, dame un respiro, Phoebe!" Helga gritó , " ¿Y qué con esa actitud tan fría? ¿Cómo demonios te ha ido, de todos modos? "

"No mal," dijo Phoebe "Acabo de pasar por un larguísimo divorcio, estuve a punto de perder mi licencia para practicar medicina, y mis dos gatos huyeron corriendo. Pero, bueno, al menos yo puedo caminar . "

"¡Muy graciosa!" Helga bromeó. "Bueno, todo iba muy bien para mí hasta que esta pesadilla sucedió. Hablando en serio, Pheebs, ¿qué te ha pasado? Pareces... no sé. Cambiada."

Phoebe rodó los ojos "¡Imagínate!, después de ocho años." Ella comenzó a salir de la habitación. "Voy a enviar a tu marido enseguida"

"Ni te molestes," Helga murmuró, pero Phoebe no la oyó.

Bueno, este es un buen desmadre, Helga pensó, tratando de no llorar. Una vez que sus tobillos sanaran sería capaz de volver a encarrilar su vida, pero mientras tanto, seguramente perdería su trabajo, por lo menos. También su buena apariencia juvenil - se horrorizó con su reflejo en el espejo de la habitación. Esa lisiada luciendo tan desamparada; la chica en el espejo era una masa deforme bajo las feas mantas azul del hospital, con el brazo en un cabestrillo y sus pies en botitas de yeso. Sus mejillas se habían quemado y tenía cortadas en todo el puente de la nariz y en la frente. Su pelo había sido afeitado en varios lugares para que los médicos pudieran arreglar esas viejas heridas que ahora estaban sanando bajo horribles vendajes. Las cejas y las pestañas chamuscadas por el fuego de la caída del ascensor.

Dirk entró con una elegante chaqueta de cuero agrietado que Helga no le había visto nunca antes. Su pelo estaba peinado hacia atrás con un nuevo estilo, y él la observó desde el otro lado de la sala como si fuera un grave accidente de coche.

"Bebé," dijo "Mírate nada más"

"Lo sé," dijo Helga "Patético. ¿Quién hubiera dicho que era mortal? "

Dirk forzó una carcajada. Se veía muy incómodo. Se echó el pelo castaño claro fuera de la frente y se sentó su lado en la cama.

"Bueno", dijo Helga con un suspiro. " ¿De qué me perdí la semana pasada ? ¿Me has traído el Wall Street Journal? "

"Um, no," dijo Dirk, mordiéndose el labio inferior, "Helga, tengo algo que confesar."

"¿Qué? "

"Bueno," comenzó con un pesado, excesivamente dramático suspiro: "Cuando me enteré del accidente en Québec... Pensé que estabas muerta."

"¡Dios!," fue todo lo que Helga pudo decir. Ella no podía leer la expresión de Dirk en absoluto.

"Y," dijo Dirk, mirando al suelo. "Me sentí... aliviado. "

Helga lo miró fijamente. Trató de imaginarse a Dirk en un accidente de ascensor, ¿cuál sería su reacción? Tal vez no tristeza... pero ciertamente no sería alivio.

"Tú... ¿qué?" -preguntó, estupefacta.

"Helga, me doy cuenta que esto llega en un momento inoportuno," dijo "Pero, quiero el divorcio."

Helga no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Me despierto de un coma para ESTO?

"¡Eres un miserable hijo de puta!" gritó, "¡Fuera!"

Dirk se puso de pie y se alisó la chaqueta. "Si esa es la forma en que deseas hacerlo, vieja amiga," dijo pomposamente "…vas a escuchar de mis abogados" Con eso, bruscamente salió de la habitación.

Helga se recostó en su cama, mirando al techo. ¿Qué he hecho? Se preguntó con lágrimas en los ojos. ¿Qué he hecho para merecer esto?

CONTINUARÁ

En la Segunda Parte: Brooklyn


Nota de SS.

Bien. Sólo unas cuantas cosas que aclarar. Esta es una historia escrita hace mucho tiempo y es una de mis favoritas de siempre. Probablemente una de esas que me convirtieron en ávida lectora de fics y de este sitio. La considero una historia hermosa y creo que mucho la pena que sea publicada en español. Heidi Patacki dio su permiso para traducirla, algo que agradezco infinitamente.

Trataré de mantener las cosas y las notas de autor tal como las escribió Heidi, aunque adaptaré sólo lo básicamente necesario debido a que cuando este fic fue escrito aún no se habían airado algunos capítulos de Hey Arnold!

Y para no perder la costumbre, aunque con unos cambios:

No poseo Hey Arnold; Craig Bartlett y Viacom lo tienen. Y no poseo esta historia, Heidi Patacki es la dueña. Planeo publicar un capitulo cada semana; jueves o viernes. Siendo que son seis capítulos espero que la historia esté terminada dentro de cinco semanas. Para quien guste mucho de esta historia y no quiera esperar por mi traducción abajo dejaré el link.

Espero la disfruten. Sus reviews son bien recibidos aquí o en la historia original.

He aquí el link de la historia original y el link al perfil de su autora. Si no salen bien pueden copiarse en la direccion justo después del slash de fanficion punto net.

Nos vemos.

s/131966/1/Christmas-in-Brooklyn

u/28689/Heidi-Patacki

13 de marzo de 2014.