Hola gente, espero que todos estén bien y que perdonen mi tardanza. Ahora vayamos a mi objetivo principal...
Este es el último capítulo de reversible, si, así lo había decidido desde la creación de la historia y ha llegado el final. No pienso que me se me ha quedado corto, ni que me ha dejado con ganas de más. Si les soy sincera, el capítulo ya lo había completado desde el mes pasado, lo había arreglado, revisado, reescrito y demás. Por cobardía no lo había subido, no se si se les haga demasiado corto o no sea un buen final. Esta es la primera historia publicada de más de un capítulo que he podido terminar, así que me considero principiante. Me alegra que les haya gustado el capítulo anterior y con éste espero de todo. No tengo más nada que acotar.
Muchas gracias a Tsuki Grey, MayiLoza por seguir mi historia y agregarla a favoritos. Y a Katte Turner por recomendarme (es mejor que un chocolate caliente viendo caer un aguacero desde tu ventana) Y A TODOS POR SEGUIRME HASTA AQUÍ, AMAMAMA LOS QUIERO GRACIAAAAAAAAS...
Aclaro:
Ryoga seguirá siendo mujer, no habrá cambio de sexo de improvisto.
Por supuesto hay presencia de lemon.
Habrá ooc en Ryoma, traté de hacerlo lo más menos romántico posible.
Disfruten...
Capítulo 8
Te amo
Rayaba inerte dibujos absurdos en su cuaderno de matemáticas, dejaba que su mano derecha hiciera lo que le diera la gana en las primeras líneas de la página, mientras su mano izquierda servía de apoyo de su mentón y sus cabellos cosquilleaban sus piernas. Subrayó líneas, encerró círculos y enfatizó números. Pero por más que quisiera no se sacaba de la mente su triste momento.
El comienzo de las clases había llegado. El instituto seguía tan normal y aburrido como se lo había esperado, claro que con algunas modificaciones entre los estudiantes. La primera noticia que llegó a sus oídos de una Osakada muy preocupada fue "el noviazgo entre Raquel y Dan Taichi" y aún seguía sorprendida por lo cruel que había sido el destino con ella. Dan y su "chica" se veían realmente felices, de vez en cuando él y ella mantenían cortas conversaciones y en cada una de ellas él le preguntaba lo mismo "¿Le has dicho algo a Echizen?".
¿¡Cómo carajos iba a hacerlo?! Cerró el cuaderno de golpe y se acomodó en el escritorio, escondió su cabeza entre sus brazos cruzados y cerró los ojos. Todo había pasado muy rápido y la ausencia del ambarino se hacía cada vez más presente en su vida. Dan le decía que todo había sido una tonta mentira, ella había optado por seguir como si nada, y es que no le había afectado profundamente ni nada por el estilo…eso era realmente deprimente. Que el hombre del que creías que estabas enamorada te diga que te usó creyendo que tú también lo hacías y no te doliera era algo absurdo. Que te hayas dado cuenta que el hombre del cual siempre estuviste enamorada ha sido el que te dejó claro desde un principio que no quería nada contigo es demoledor. ¿Qué podía hacer?
Ryoma no había llegado a Japón aún, se supone que llegaría el fin de semana que se avecinaba. Por lo que no sabía como reaccionaría al verlo con esos nuevos ojos que había aceptado su mente y corazón. Le gustaba, le gustaba mucho y su corazón se lo recalcaba cada vez que era mencionado en clases o con el simple pensamiento en donde él esté adherido. Pero, ¿Qué hacer? Nada. ¡No podía hacer nada cuando su corazón tenía un complot existencial!
Su vida estaba hecha un lío, no se sentía una buena persona y al mismo tiempo tendía a sentirse humillada. La habían usado sin que ella se diera cuenta aunque le daba igual la idea. Pero ¿Qué pasaba con los sentimientos que antes sentía por Dan? ¿Cómo es que se habían esfumado tan rápido? También era claro si lo reflexionaba con detenimiento por un tiempo. Quizás su subconsciente creó un enamoramiento hacia aquel muchacho que la cegaba de sus verdaderos sentimientos hacia el ambarino. O como había escuchado en una canción del exterior, se había enamorado de si misma estando con Taichi.
Suspiró mientras volvía a abrir el cuaderno de matemáticas y centraba su atención en los ejercicios. El estarse comiendo las uñas, estresarse y pensando en alguna estrategia para saber que haría en ese estado, ya estando consciente de sus emociones. Debía buscar alguna escapatoria del martirio que estaba viviendo. No debía pensar en eso, en qué haría cuando lo viera, en las múltiples alucinaciones que tenía a su causa, en las pesadillas donde él decía que la odiaba… ¿Desde cuándo le era importante lo que pensara Ryoma? ¿Cómo todo podía cambiar de unos meses a otros?
¡Odiaba su vida justo en ese momento! No sabía qué hacer, no sabía como ocultar sus sentimientos, no sabía como apagar la llama que había encendido Ryoma desde el primer momento en que la besó. ¿Desde cuándo se volvió algo "normal" tener a Ryoma al lado suyo? Escuchar su voz, sentir su aliento, sus besos en el hombro y ¿Qué de pronto al voltear no encuentre nada? Era demasiado para ella y era realmente deprimente. Cerró los ojos por un momento intentando apaciguar el dolor que comenzaban a reflejar sus ojos. De pronto un ruido no muy lejos de ella le llamó la atención.
Volteó la mirada y no se sorprendió al ver a un ambarino jadeando acercándose a ella. Quizás si se sorprendió un poco, generalmente Ryoma siempre estaba a su lado cuando su mente le fallaba. Un carraspeo la sacó de su ensimismamiento y lo miró indiferente.
— Hola –Su piel se erizó al escuchar su voz, la reacción normal de cada vez que lo veía. Lo miró por un rato, prefería hablar con él aunque realmente no estuviera. Se aclaró la garganta y habló ronca.
— Hey –Se escuchó, la voz baja y quebrada, desanimada. Suspiró, se sentía tan desalentada que le cansaba hablar. Su cuerpo dolía y su pecho aun más. Su cuerpo estaba recibiendo las consecuencias de su dolor.
— ¿Estás bien? –Preguntó él mientras respiraba pausadamente tratando de controlar sus jadeos.
— De maravilla –Contestó lo más sarcástica posible. ¿Cómo su propio inconsciente le iba a preguntar eso?
— ¿Cómo han estado las vacaciones? –Sobó su cien al escuchar aquella pregunta, su subconsciente le estaba haciendo una broma.
— Normales –Respondió lacónica. Habían tardado mucho conversando, se comenzó a preguntar. ¿Qué clase de actuación le tendría montada su mente?
A veces Ryoma la besaba fervientemente sin más, también estaban aquellas ocasiones en que sólo aparecía sin decir nada y la miraba con aquellos ojos ámbares brillando de intensidad, no hace mucho tuvo una conversación muy larga y por poco creyó que era real. Hablaban de gatos y que él estaba pensando en comprar un himalayo y llamarlo Karupin. Claro, luego de charlar un rato él desapareció y ella cayó en una depresión crónica. Habían días en que no sabía qué hacer para no pensar en Ryoma.
— ¿No me preguntarás? –Lo miró, por un momento pensó que había desaparecido. Ella lo miró con suspicacia y luego tomó aire para responder.
— La estarás pasando bien –Dijo con los ojos cerrados
— No –Negó el molesto - la pasé bien –enfatizó las últimas dos palabras. Él se inclinó unos momentos y pensó que la besaría, pero sólo se detuvo frente a ella - ¿Qué te pasa?
— El hombre del que estoy enamorada no me confirmaría los sentimientos ni en mil años –Respondió sin pensarlo mucho, no iba a andarse con rodeos con ella misma.
Lo miró. Estaba aturdido, con una ceja en alto y la mirada llena de inocencia. Éste Ryoma era distinto al que estaba en su mente molestando su existencia con su arrogancia y sonrisas pícaras.
— ¿Qué ha pasado con Taichi? –Casi se atraganta al escuchar la pregunta.
— ¿Dan? –Se carcajeó – no estarás hablando enserio –
— ¿Qué pasó con Taichi? –Preguntó esta vez más serio.
— Está feliz con Raquel –
— ¿Raquel? –
— Por supuesto –Habló despacio y con recelo, no podía ser que…
— ¿Y tú? –
— Yo ando aquí ¿no ves? –Volteó su rostro para no verlo más – desaparece – murmuró – desaparece, desaparece, desaparece –
— Ryuzaki –
Sintió una mano en su hombro y las lágrimas amenazaron con salir de sus cuencas. Privó su llanto y cerró sus ojos con fuerza, no podía ser cierto.
— El hombre del que me enamoré no me ama –Volvió a decir. Volteó para encararlo y lo miró directamente a sus ojos sorprendidos – no me amaría jamás –
— Si no me lo has preguntado –Su corazón se detuvo y se alejó un poco de él. Su mente estaba jugando mucho con ella
— ¿Q-qué? –
— Ryuzaki – se acercó a ella y se arrodilló hasta quedar cara a cara. Ella cerró los ojos murmurando una y otra vez lo mismo "desaparece" – estoy aquí, no comprendo qué te pasa –
— No estás aquí –
— ¿Por qué? –
— ¡Porque no eres real! –Se levantó gritando y empujando el pecho del ambarino - ¡No lo eres! – No podía caer en la trampa que le estaba tendiendo su mente. Él estaba en el exterior, seguramente con muchas chicas alrededor de él, sin saber pensado ni en un solo momento en ella. ¡Era injusto! ¡Ella no lo podía sacar de su cabeza! Y él... a él no le importaba en lo más mínimo ella.
— ¿Qué dices Ryuzaki? –
— ¡Vete! ¡Desaparece de mi vista! –Golpeó su pecho mientras gritaba una y otra vez, no quería verlo más. Tendría que ir a terapias psicológicas si no quería terminar alucinando todo un día con él.
— Mírame –Imploró - ¡Ryuzaki mírame! –Sintió las manos de Echizen en sus mejillas y el aliento caliente de éste chocaba a escasos centímetros de su boca, allí lo confirmó.
La sensación que no había experimentado en mucho tiempo volvió, un cosquilleo en su estomago, temblor en su cuerpo y una intensidad que jamás había sentido atravesó su pecho, como un rayo que atravesaba su corazón. Esos sentimientos, esas emociones que no había sentido hace tiempo. No podía creérselo… ¡era él!
— Eres tú –Dijo atónita con los ojos muy abiertos.
Su corazón retumbó en su pecho y los sollozos junto a su llanto se hicieron escuchar en su habitación. Su mente cansada de tanta agonía se rindió ante el corazón y la razón dio un paso atrás. Él estaba ahí y no podía creerlo, su cerebro no lo procesaba, era ilógico e imposible. ¿Ryoma en su habitación, preguntando por su bienestar y llegando antes de lo previsto sin saber su verdadero motivo? No, eso era imposible.
Pero ahí estaba, lo sentía y sabía que aquella presencia frente a ella era más poderosa y de alguna manera comenzó a sentirlo…real. Sus manos y brazos sentían el cuerpo cálido del ambarino, el olor dulzón masculino entraba por sus fosas nasales, los brazos fuertes, el pecho fornido, el cabello suave y desarreglado, el rostro…
Con sus manos tanteó todo lo que sabía que tenía permitido tantear, los ojos gatunos y ámbares de Echizen la miraban turbados y curiosos. Lo sabía, era totalmente extraño lo que estaba haciendo pero ¡quería saber si realmente era él! Todo a lo que estaba acostumbrada hizo presencia de la nada, estaba acostumbrada a él y de pronto, aparecía sin más: con su mejor semblante calmado y aquella mirada segura junto con su actitud arrogante y dialecto corto. Se bufó de su propia conciencia, el Ryoma Echizen con el que alucinaba no le llegaba a los pies al real. Y él…él era real.
— Ryuzaki –Lo miró fijamente a los ojos mientras escuchaba su apellido de sus labios. Ok, debía calmarse y comenzar de nuevo, limpió sus ojos, se alejó un poco y optó por tener una postura firme.
— ¿C-cómo estás? –Preguntó lo más amable posible, no sabía como actuar. Hace unos segundos se jalaba los cabellos por encontrar una manera moderada de actuar frente a él, no contaba con que fuera más bipolar que nunca.
— Te dije que bien –Dijo confundido
— Pensé q-que –Hizo una pausa, hacía mucho tiempo no sentía su corazón desbocarse, tomó aire y habló - ¿No llegabas dentro de unos días más? -
— Quería regresar –Se encogió de hombros y ella al verlo sintió las lágrimas correr por sus mejillas – Has llorado mucho -
— Lo si-e-ento –Limpió sus lágrimas de nuevo – es complicado -
— No comprendo –
— No tienes que hacerlo –Tomó aire y bajó la cabeza – qu-que bien que estás a-aquí–
Entonces presenció algo que creía que jamás vería de nuevo, Ryoma le sonreía, una sonrisa amplia, íntima y con ojos achinados, una sonrisa que solo ella podía ver. Una sonrisa que irradiaba confianza y amabilidad, una sonrisa sincera de Echizen. Las lágrimas brotaron de nuevo de sus ojos y ella sólo rió. De pronto, sintió unos brazos rodear sus hombros y su cabeza fue abrazada por unas manos. Ryoma la estaba abrazando mientras ella lloraba, él la estaba consolando.
— Estoy llorando p-por ti –Dijo en voz baja, sólo para ella. Esperaba que él no la escuchara.
— Tartamudeas mucho –Dijo él encima de su cabeza. Desde hace mucho tiempo no se escuchaba tartamudear tanto estando con él, era notable su nerviosismo.
Se alejó tras lo dicho haciendo un puchero y cruzando de brazos, hacía el mejor esfuerzo que podía por conservar la calma, pero no podía evitarlo. Su corazón palpitaba rápido, su respiración entrecortada no ayudaba para nada y mucho menos aquel nudo en su garganta. No era fácil, estaba siendo consumida por sus nervios.
— ¿Qué paso con Taichi? –Preguntó él mientras se sentaba en la orilla de la cama.
— Y-yo –Recordó cada vez que habló con Dan "Cuando lo tengas enfrente dile lo que sientes" – Terminamos –trató de parecer lo más concreta posible.
— Se supone que él no te haría sufrir, se supone que él era el amor de tu vida… ¿Por qué terminar una relación? –Parecía molesto, apretaba los puños con fuerza y su mirada había cambiado e irradiaba furia. ¿Estaba molesto con ella por terminar su relación?
— Porque –Respiró profundo y se sentó en una silla frente a él, era ahora o nunca para hablar seriamente sobre el tema. No importaba lo que hubiera dicho antes, lo importante estaba por venir y necesitaba escucharse a sí misma y escuchar la respuesta del ambarino – Me gusta otra persona –
Ryoma sólo parpadeó un par de veces y se inclinó sobre sus codos, produciendo más cercanía entre ellos. Sakuno intentaba calmar su respiración y comenzó a peinar su cabello, unos segundos en silencio y no evitaba sentirse incomoda ante una mirada profunda y expectante a sus palabras.
— Pero no le gusto –Habló rápido para zafarse de aquella aura tensa que los cubría esos momentos. Le costaba respirar y comenzaba a sentirse mareada.
— A mi también me gusta alguien –Dijo simple mientras cerraba los ojos. Su corazón saltó y el miedo comenzó a cubrir su felicidad. - Es…agradable, linda, tiene buen cuerpo –su ánimo comenzó a caer cuesta abajo – graciosa, la persona más terca que he conocido, sabe valorarte, inteligente –vale, no había ni una posibilidad de que fuera ella. Se alejó un poco de él, observándolo, pensaba con detenimiento cada palabra que le decía, como si tuviera miedo de dar una mala impresión de esa chica con sus palabras.
— ¿La conociste allá? –Tragó en seco y miró hacia arriba tratando de aguantar las lágrimas. No podía romper en llanto depresivo, no frente a él.
— La conozco desde hace mucho –Respondió de inmediato. ¡Genial! Significaba que ella la conocía – todos esperaban que ella y yo fuéramos pareja, concluían que era lógico y ahora yo también lo creo –hizo una pausa y ella quedó cabizbaja, si a Ryoma ya le gustaba una chica ¿Por qué estaba en su casa? No eran los mejores amigos ni mucho menos apenas hablaban, la única relación cercana que tuvieron fue la de amantes. ¿Para qué contarle todo eso y ser tan abierto con ella? – No he dejado de pensar en ella, parezco otra persona y es porque ella siempre está en mi mente, incluso le compré un regalo –de su bolsillo sacó un llavero, que mostraba un osito de peluche miniatura más pequeño que el dedo pulgar del ambarino, un osito sonriente sosteniendo un corazón en el centro – tócalo –
Respiró profundo y suspiró, al tenerlo en la mano se enamoró aun más de el llavero y el odio creció hacia la futura chica Echizen, la chica había provocado que Ryoma comprara el regalo más hermoso y cuchi que había visto en su vida, la chica había provocado que Ryoma pensara cada detalle al describirla, que sonriera al decir algunas cosas y que se entristeciera al decir otras. Lo había comprobado, la chica había enamorado a Echizen y ella ahora estaría sumida en la depresión y en el dolor de verlo junto a otra mujer cuando ella le amaba más que a nada. Volvió a bajar la cabeza, ya no quería pensar en nada.
— Es hermoso –Escondió su cabeza entre sus brazos mientras tendía una de sus manos para entregarle el llavero. Ryoma debía irse lo más pronto posible, no aguantaba su dolor en el pecho, era peor que miles de cachetadas, no lo soportaría por más tiempo – será muy afortunada –
— Lo eres –Escuchó y su corazón se detuvo.
Levantó la mirada y sus ojos se encontraron, el ámbar brillaba más que nunca y el movimiento de su manzana de Adán delataba los nervios del muchacho. Él cerró los ojos y suspiró, para luego volver a abrirlos. La mirada determinada y segura que tantas veces le sacaba de quicio ahora se mostraba como una nueva oportunidad para ella. Y entonces, él dijo las palabras mágicas.
— Me gustas Ryuzaki –Dijo directo y claro. Más claro que nunca. Ella quedó petrificada un momento mientras él se levantaba de la cama – Me agradas, pienso que eres linda y pienso la mayoría del tiempo en ti –lo miró, parado firme frente a ella con las manos en las caderas, esperando evidentemente que ella dijera algo – necesito saber tu respuesta en éste momento, no es fácil esp…. –
Demasiado tarde, Sakuno besaba los labios de Ryoma, el beso más cuidadoso y tierno que pudo darle ella. Un beso que pronto se transformó en deseos lujuriosos y claras necesidades de expresar sentimientos uno por el otro. Sakuno sintió la humedad de la boca del ambarino y permitió que éste disfrutara de la suya, enredó sus manos en los cabellos de Ryoma y se dejó abrazar por él. Se separó a medias por la falta de oxigeno, unieron sus frentes y comenzó a jadear. Ella negó con la cabeza y comenzó a besarlo de nuevo, no podía satisfacerse tan rápido los deseos que sentía. ¡Cuánto lo extrañaba!
Era la única boca que ella había probado que ocasionaba una erupción de lava dentro de ella. Su pecho le oprimía, su cuerpo temblaba pidiendo más, sus manos se posaban en hombros, cabello y barbilla, ansiosas por trazar un camino en el cuerpo del chico. Era diferente a todas las veces que lo había tocado, era una entrega absoluta, una ansiedad inquietante, como el primer día que estrenas tu regalo de navidad, como cuando se colocaba la ropa que había esperado semanas para colocarse, una sensación tan asfixiante y al mismo tiempo tan tranquilizadora, orgullo por saber que él sería suyo, vergüenza por entregarse a él completamente. Odio, amor, molestia, alegría, placer, ternura. ¿Cuántas otras emociones le había hecho sentir Echizen? ¿Cuántas veces su corazón rebotaba al ser llamada? ¿Cuántas veces su boca le falló cuando quería reclamarle algo?
Ryoma era su persona, lo había sido desde hace mucho y por hormonas y confusas emociones adolescentes, no había visto la verdad. Había tenido los ojos vendados por unos meses y fue el mismo Ryoma quien le quitó la venda, con sus palabras, sus hechos, sus acciones y su propio recuerdo. El chico que tenía frente a ella en esos momentos, había sabido como sobrellevarla y conllevar sus sentimientos, supo como declararse sin ser muy romántico, supo como mostrar sus emociones a su manera. El hombre que tenía frente a ella se convertiría en un hombre cuando la hiciera su mujer y luego… ambos verían que hacer.
Porque así funcionaban las cosas para ambos…
— E-espera, h- hey –Habló el ambarino cuando sintió algo húmedo en su cuello.
Lo observó: jadeante, anonadado y con unos tonos rojos en toda su cara. Volteó hacia arriba y lo miró con una sonrisa seductora.
— ¿Desde cuándo tartamudeas tanto? –Preguntó seductora.
Recibió otro beso por parte de él, así se entendían, así demostraban sus más intentos sentimientos. Desde un principio siempre había sido así, las más profundas e inexplicables emociones para una chica tímida y un chico poco hablador, siempre habían sido expresadas mediante caricias. El tacto era su sentido más intenso entre y para ambos. Y no pudiera haber existido un mejor sentido para ellos.
Los rayos de luz que emanaba la lámpara habían sido apagados por la mano de Echizen, acorraló a la castaña hasta una de las paredes de la habitación, besó sus labios una y otra vez, besó, lamió, mordió y apretó. Los labios que había poseído semanas antes y que ahora reclamaba como un buen depredador reclama a su presa. Ella era suya y nadie podría quitarle ello de la cabeza. Sujetó las dos manos femeninas y las subió por encima de la cabeza castaña. Con su nariz acarició todo el rostro, luego los brazos y por último pasó por su cuello, la castaña suspiraba placentera y sonriente. Entonces el rió bajo.
— Es algo increíble la manera en que reaccionas tan bien a mí –
— … ¿Eh? –
— ¿Sentías lo mismo con Dan? –Se sintió incómoda ante la pregunta. Ciertamente Dan no se comparaba con él ¿Para qué hacer la pregunta?
— N-ni con un beso –Respondió y lo vio sonreír. Comenzó a sospechar ¿Acaso era una pelea machista sobre quién la hacía sentir mejor? ¿Dan y él le habrían tendido una trampa desde un comienzo?
— Me encantas –
Aquellas palabras activaron una alarma en la cabeza de Sakuno. Empujó con sus dos brazos a Echizen y se abrazó a su misma, comenzó a jadear y a mirarlo con desprecio.
— ¿Qu… -
— ¿Qué me dice a mí que no estás aquí solo para poseer mi cuerpo? –Preguntó con rabia y tosquedad. Ryoma apretó la mandíbula y los puños mientras se acercó a paso rápido hasta ella. Cerró los ojos confundida y bajó la cabeza, entonces su mano fue sujetada con fuerza por el ambarino y la pegó contra el pecho de él.
— ¿Te parece que estoy aquí por tu cuerpo? –Lo miró aturdida – siente –afirmó con las manos la suya y ella sintió un tamborileo en el pecho de él. Un corazón latente que parecía amar a gritos – maldición, ¿Tan difícil de entender es…? –
— Es sólo un miedo vulgar –Dijo. Allí estaba él de nuevo, abriéndole los ojos, demostrándole con hechos y actitudes dignas de él sus sentimientos – y-yo –
Lo miró con lentitud, lo amaba, lo deseaba pero tenía miedo de ser lastimada y ésta vez, cualquier malogro de Echizen desataría las peores depresiones que pudiera vivir en su vida. Podía entregarse a él pero…
— Ryuzaki –Sintió entonces como su nombre fuera violado en esos momentos – eres cruel – miró los ojos brillantes de Echizen – produces un calor que hace que me calcine más que un rayo y luego sin más me alejas como la propia reina del hielo –aquellas palabras le provocaron un escalofrío, su piel se erizó y todo su cuerpo palpitó – eso que sientes no es sólo placer Ryuzaki –sintió de nuevo los labios de Echizen en los suyos con un corto beso – es fricción, destino o como quieras llamarlo – sintió otro beso que perduró un poco más que el anterior – es mi manera de decirte algo -
La confusión fue tapada por la lujuria y el orgullo. Orgullo al saber que Ryoma también sentía ése tipo de cosas sólo con ella y lujuria al sentir el deseo desbordante que abarcaba todo su cuerpo. No había más que añadir, nada más que decir. Ella era de Ryoma y Ryoma de ella, quería entregarse a él tragando su miedo de ser lastimada, aunque después hubieran consecuencias, aunque quizás todo se tratara de una vil trampa porque no podía dejar de lado aquella idea. Aunque aquello que estuviera apunto de cometer fuese considerado un pecado, quitara la vida de los insectos y absorbiera todo el oxígeno necesario para respirar, ella haría el amor con Ryoma, también era su manera de decirle algo y no habría forma de amainar aquello que sentía.
— Pero, si tú no quieres… -Comenzó a hablar y ella refutó de inmediato con un beso, lo sujetó por la camisa y besó lentamente con los ojos cerrados. Un beso interruptor, significativo y embriagante, así lo había sentido.
Se besaron lenta y pasionalmente. Ryoma la sujetaba de la cintura y la apretaba hacia sí, Sakuno había colocado las manos a cada lado del rostro varonil, de más estaba decir que a paso lento ambos caminaban hasta la cama de la castaña. Los besos seguían siendo lentos, detallados, como si quisieran guardar ese momento en lo más profundo de su memoria. Besos de añoranza, específicamente transmitían la necesidad que habían tenido de su contacto por aquel largo tiempo.
Ryoma mordió el labio inferior de la castaña, con tanta fuerza que provocó que ella gimiera, él gruñó y volvió a besarla mientras acariciaba su espalda. Cada sonido, cada gesto de uno provocaba que el otro enloqueciera; era vehemente, quizás hasta destructivo pero enriquecedor a la vez. Llegaron hasta la cama, Ryoma se sentó primero y sentó a Sakuno en sus piernas, enseguida hubo contacto entre sus zonas, él suspiró y ella respingó, eso había solicitado una pausa entre los dos. Con las frentes unidas y ojos cerrados, comenzaron a moverse acompasadamente, Sakuno gemía y Ryoma gruñía, era lo que habían estado deseando desde hace mucho tiempo.
El ambarino tomó las manos femeninas y las paseó por su contorno. Era claro lo que trataba decir con ello: Tócame. El corazón de Sakuno se hinchó de gozo y alegría, con manos ansiosas quitó la camisa del ambarino y ambos sonrieron. Acciones que sólo ellos entendían, una función que sólo era para dos.
Pronto ambos quedaron sólo en ropa interior, Ryoma yacía encima de ella, besando sus labios, pasando por el lóbulo de su oreja, su cuello y más abajo. Sus manos se paseaban por todo el cuerpo femenino, torneándolo y apretándolo. Las caderas de ella se movían contra las de él, una mano subió hasta llegar a sus cumbres y apretó el suave pecho de Sakuno haciéndola gemir con fuerza, él sonrió con superioridad y su boca se posó en el montículo. Sakuno gimió de nuevo mientras él engullía con su boca aquella delicia.
Los gemidos lo enloquecían, la tela yacía mojada y arrugada. Ya no valía la pena que la castaña estuviera cubriendo tan semejante cuerpo y la ropa comenzaba a estorbar. Quitó la prenda rosada y observó como dos botones brotaban, rosados y sobresalientes; cubiertos por la pátina luz de la luna. Entrecerró los ojos mientras sentía un escalofrío en todo su cuerpo, sobretodo en una parte especial, como latigazos, oleadas de deseo y unas ansias excitadas por pobrar aquellas cumbres. Fue directo y sin aviso quitándole el aliento a la castaña, lamió, chupó y mordió más de lo que tenía pensado hacer. Realmente estaba disfrutando del cuerpo de Sakuno.
Paró un momento y se levantó para mirarla, ojos cerrados, un delicado lustre de sudor en todo su cuerpo, mejillas sonrosadas, labios hinchados y respiración entrecortada, casi jadeante. Sonrió arrogante y se apoyó sobre sus rodillas para permanecer quieto frente a ella, gozaba viéndola: mirada suplicante, leves contorsiones, se acurrucaba contra él pareciendo una gata.
— ¿Qu-qué esperas? –No respondió, siguió sonriendo mientras la observaba – Mou, es injusto –su ternura habitual dejó de notarse en los ojos rubíes y ahora un seño fruncido comenzaba a formarse en su rostro – no es gracioso que te rías –
— Sonrío –La corrigió la mirada de su Ryuzaki cambió a cabreada y una línea recta se formó en sus labios, Ryuzaki molesta, semidesnuda debajo de él suplicando de sus caricias. ¿Qué más podía pedir? Su sonrisa incrementó y de pronto fue tomado por los hombros y tumbado contra su espalda. La castaña quedó frente a él.
— No tengo paciencia para tus jugarretas –
Sakuno besó intempestiva a Ryoma, fuerte y con algo que malicia, podía decirse que con bastante poder y dominancia. Siguió besándolo mientras que con una mano quitaba la única prenda que faltaba para desnudar a Echizen, éste emitió un suave "Ohh" espectador de las acciones de Sakuno, por eso aquella muchacha le encantaba.
— ¿Ahora que harás?, Ryuzaki? –Preguntó pícaro.
Lo miró con los labios apretados y miró hacia otro lado, era imposible no sentirse intimidada por el cuerpo desnudo de Ryoma, se despojó de la única prenda que llevaba y escuchó un sonoro suspiro por parte del ambarino. Agradecía con toda su alma que su abuela no estuviera en casa esa noche. Sin esperar más se colocó encima de él con las mayores intenciones de besarlo, furtivamente hubo un contacto íntimo. Hubo otro shock para ambos, gimieron, inhalaron y respiraron profundo. Jamás había tenido un contacto así, un simple roce la hacía volar hasta lo más alto del cielo y caer en picada. ¿Cómo era posible eso?, ambos respiraban agitados y suspiraban.
— S-se suponía –Habló él, pero ella movió sus caderas haciendo más prolongado y placentero el roce, él gimió – que debíamos ir lento –se notaba que hablaba con esfuerzo. Ella siguió moviendo sus caderas contra las de él, lo besó lentamente mientras hacía movimientos circulares y era acariciada, todo su cuerpo vibraba con cada caricia en su cuerpo.
La intensidad aumentó, los besos se descontrolaron y las manos de Ryoma se movían con vigor por todo su cuerpo, sus manos tocaban todo lo que pudieran tocar mientras sus caderas se contoneaban con una intimidad profunda. Ambos gemían, Ryoma besaba y mordía todo lo que podía, ella disfrutaba cada atención de él mientras lo acariciaba con igual ímpetu. Rápido, lento, fuerte y lujurioso. Deseo, placer y gozo. Todos aquellos sentimientos se juntaban con sus acciones, en su cabeza pasaban miles de cosas y a la vez todo estaba negro. Era demasiado para ella.
Entonces una explosión llegó desde lo más profundo de su vientre e hizo que se rompiera en mil pedazos por un momento. Gritó. Respiró agitada y miró confundida a Ryoma. ¿Un orgasmo? Él sonreía superior, orgulloso y arrogante, la típica sonrisa que la sacaba de quicio. Apoyó su frente en el pecho del ambarino y gruñó. ¿Eso era todo?
— ¿Decepcionada? –
— ¿Terminó? –Dijo de inmediato. ¡No podía ser! Se sentía vacía y aun sentía ganas de más. Además sentía a Ryoma muy rígido debajo de ella, sabía que algo faltaba. Pensó por unos momentos y recordó aquella clase vergonzosa de Biología. ¡Claro! – N-no… -
Ryoma la interrumpió con un beso y se tumbó con ella debajo. Quedó él encima de ella, lamiendo uno de sus botones endurecidos. Una oleada de calor invadió su cuerpo y una sonrisa se asomó en su rostro.
— Aun no ha pasado nada Ryuzaki –Suspiró. ¡Joder! ¿Desde cuándo le era tan sexy escuchar su apellido?
Recibió un beso rápido del ambarino y observó a Ryoma, estaba acomodado entre sus piernas, apoyándose sobre sus codos teniendo la menor distancia posible entre ambos, sintió de nuevo sus partes rozarse y algo comenzó a abrirse camino dentro de ella.
— Quiero que te concentres en ésta zona –Susurró el ambarino y con su dedo pulgar tocó la parte más nerviosa de la castaña.
Su corazón bombeaba excitado, escuchar gritar de placer a Ryuzaki era lo mejor que pudieran atender sus oídos, aguantar las ganas de arremeterse dentro de ella había sido terrible. Era como lava que bajaba lentamente por una cumbre quemando todo su camino, así sentía su miembro en esos momentos. Ahora se encontraba allí, encima de ella con un extremo afincando aquella barrera y no podía sentirse mejor. ¡Qué caliente y qué mojada! ¿Cómo la sentiría cuando estuviera ya adentro de ella finalmente? Apretada, empapada, ardiente…
Gruñó fuerte y la miró, comenzó a mecerse hacia delante y atrás con un ritmo moderado. Sintió las piernas de Sakuno acomodarse a los lados de su cadera. Ahora lo rodeaba, dándole la oportunidad de penetrarla hasta lo más profundo de su ser si le daba la gana. Genial, él quería ser lo más paciente con la castaña y ella hacía eso. Entonces la miró y lo notó, todo siempre había sido de la misma manera con ambos, la química y afinidad afloraban en esos momentos. Su menté volvió a unas semanas atrás, cada vez que él ascendía en los permisos de poseer el cuerpo de ella, era rápido Fuerte, casi brusco y a ella le gustaba. ¿Quería decir eso que Ryuzaki esperaba un arremetido?
No lo pensó más y, sin dejar de ser cuidadoso, se adentró poderosamente dentro de Sakuno, robándole el aliento y un fuerte quejido. Por un momento se sintió potente y dueño de todo el mundo, la sensación era igual a como la había imaginado semanas antes. Poder, superioridad y fortaleza. La castaña estaba aun mejor de lo que se lo habría esperado, era una completa sorpresa sentir tanto deseo y placer por una persona. Allí comprendió que ella era su persona.
— S-sal –Escuchó una suplica y la miró, dejó de ahincar y relajó todos sus músculos. La miró preocupado y el miedo comenzó a crecer en su interior. ¿Había sido mucho para ella? – e-es demasiado g-grande –sonrió al oírla – duele-
Negó con la cabeza y se quedó un rato allí, mirándola. El dolor era predecible en su cara y aun así no soltaba ninguna lágrima, ella era tan fuerte como lo decía ser. De pronto el orgullo se adueñó de su ser y sonrió ampliamente. ¿Cómo hacerle saber a Ryuzaki lo bien que se sentía al saber que era suya? Su Ryuzaki.
— Mía –Dijo solamente y la besó. Con tanta delicadeza y atención que pensó que ella se burlaría de él por ser tan romántico. Luego de un beso profundo besó cada parte de su rostro, labios, mejillas, nariz, frente, ojos – No pensé que me gustaras tanto -unas nuevas palabras entraron en su mente, quería decirlo pero temía que fuera muy pronto y que fuera demasiado para ella – te quiero – te amo, dijo en su mente. Por alguna razón aquella palabra se había metido en su cabeza y ahora la llevaba atragantada en su garganta. La besó de nuevo y comenzó a moverse lentamente. De inmediato escuchó un gemido de placer por parte de ella.
Sonrió, pronto comenzaría el verdadero placer. Comenzó a moverse dentro de ella y todos los pensamientos se alejaron, en su mente sólo había cabida para las emisiones que provenían de la castaña y del ruido que seguramente harían sus cuerpos al chocar. Su cuerpo vibró ansioso y sonrió interiormente. Muy pronto vendría ese momento.
Sus caderas ascendieron el ritmo y pronto notó que el dolor de ella ya había desaparecido por completo, Sakuno enterraba las uñas en su en su espalda y apretaba de vez en cuando las piernas. Aquella posición estaba resultando ser demasiado placentera para él, si seguía así no podría disfrutar de ella, debía cambiar de posición pero ¿estaría ella preparada? La pregunta fue respondida casi contiguamente, ahora ella se encontraba encima de él, la miró desafiante. Era sumamente crucial que eligiera esa posición. Ahora ella dominaba y su cuerpo recibía un martirio lujurioso. Sakuno movió las caderas como anteriormente lo había hecho, circular y de una manera demasiado sensual, el gimió ronco y sacudió su cabeza y la llevó hacia atrás aguantando tanto placer. ¡Aquella mujer lo volvía realmente loco!
Al parecer eso la asustó, había parado de improvisto. Volvió la cabeza para verla y allí la encontró, con las piernas un tanto dobladas y los brazos tapando su boca. ¿Cómo se podía ver tan tímida y sensual al mismo tiempo? Una tierna Sakuno lo sacaría de sus cabales demasiado fácil. Se apoyó sobre sus brazos y hubo un contacto más profundo entre ellos, él gemía al sentirse tan adentro y ella se movía ansiosa por más. Sus caderas se movían rápidas, los jadeos eran sonoros y sus cuerpos se fundían en uno solo con un placer intenso. De improvisto Sakuno cambió de movimiento y comenzó a subir y bajar sus caderas. El tono rubí de sus ojos brillaba como ninguna otra gema encontrada jamás. Posó una de sus manos en una cadera y le ayudó a subir y bajar por él. Primero fue lento y matador, luego de unos segundos yacía tumbado debajo de ella con ambas manos a los lados de su cadera haciendo más placentero el contacto. Las embestidas comenzaron a sonar, todos sus sentidos se deleitaban esa noche.
Pronto comenzó a sentir sutiles aprietos, algunas contracciones estando dentro de ella y gimió fuerte, era demasiado para él lo sabía y sin avisar volvió a la posición inicial y comenzó a arremeter fuerte contra ella, sabía que no le dolía, él entraba y salía con tremenda facilidad de ella, eso significaba todo un mar de placer en el que se había sumergido estando dentro de ella. La escuchaba gemir, contorsionarse y apretar aun más fuerte. La besaba con todos sus ganas mientras se hundía aun más en las mareas de Ryuzaki, ella lo calcinaba cual sol y lo congelaba cual frío invierno. Se estaba perdiendo en ella y nadie lo pararía.
El final de sus amoríos terminó con un gemido al unísono de ambos, había acabado con ella y ella lo había matado de un solo tiro. Quedaron inmóviles por unos segundos, bañados en un exquisito sudor y fundidos uno en el otro. Salió despacio y la escuchó suspira debajo de sí, bajó hasta sus labios y los besó, se tumbó en su cuello encima de ella, no podía creer que no tuviera energías para levantarse, un suave escalofrío recorrió su espalda y sintió unas caricias en la nuca. Sakuno acariciaba sus cabellos, aquella sensación era la mejor que pudo haber sentido en toda su vida. Sonrió y cerró los ojos sin quererlo, sólo quería disfrutar del momento por unos segundos…Sólo unos segundos.
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Una claridad llegó a sus párpados, escuchó el canto de las aves y se paró en seco. Con los ojos achinados cobró el sentido de la realidad, la habitación de la castaña era atravesada por los primeros brillos del son amaneciente. Miró el reloj en la mesa 5:30am. Ya era demasiado tarde. Miró a la chica debajo de él y abrió los ojos sorprendido. ¡Había dormido encima de Ryuzaki todo el tiempo! La chica dormía profundamente desnuda con su cuello rojo por la marca de él. Sonrió de nuevo, la noche anterior había sido magnífica, su sonrisa se borró y comenzó a vestirse. No había tiempo para pensar, debía ponerse a trabajar.
Ya vestido pasó una mano por su cabello y luego saltó de la ventana de la chica. No quería despedidas ni nada por el estilo, dentro de 3 horas la vería y tenía muy poco tiempo para lo que pensaba hacerle. La idea ya la tenía prevista desde hace ya tiempo, al pensar que seguiría con Taichi había pensado en algo ostentoso que a ella le gustara y la idea que tenía en mente era románticamente moderada para ambos. Suficiente para que ella se sintiera amada y para que él no se sintiera ridículo. Pero ahora las cosas habían cambiado, Ryuzaki le había expresado sus sentimientos de la mejor manera y él no sentiría abucheo alguno por hacer lo que planeaba.
Trotó hasta su casa y entró, nadie aun se había levantado para suerte suya. Entró a su habitación, se bañó, se aseó y se vistió para dirigirse al instituto. Aun observaba la maleta sin desempacar todavía, había llegado tan sólo el día anterior en la mañana y lo primero que quería hacer era verla a ella. Bufó, no podía creer que Ryuzaki lo cambiara en esos aspectos.
Salió de la habitación, escuchó a su madre en la cocina y unos pasos detrás de él.
— ¡Así que por fin llegas eh! –La voz de Ryoga resonó en el pasillo – que suerte tienes de que sólo yo me di cuenta –siguió caminando hacia las escaleras y comenzó a bajarlas - ¡hermano no me ignores, tenemos que hablar! –
— Ryoma ¿Por qué tan temprano al instituto? ¿Estás tan ansioso de volver? –Se topó con Rinko en el pie de la escalera.
— Madre –Habló con voz neutra – para la cena traeré a mi novia –y se fue de la casa.
Comenzó a caminar la acera mientras enumeraba las cosas que debía cumplir. La primera y principal era hablar con Taichi, el día anterior tuvo que guardar toda su rabia al ver a Ryuzaki en aquel estado, tenía que hablar con él seriamente debido a eso. Luego hablaría con Osakada, ella debía ayudarlo, se trataba de una sorpresa para su mejor amiga y era la mejor para difundir noticias, también aprovecharía para dejar en claro que por el resto del año escolar no quería más insinuaciones por parte de su "fanaticada". Y por último quedaba esperar y cruzar los dedos para que a Ryuzaki le gustara la sorpresa.
Entró al instituto, varias personas habían llegado para ese momento. Profesores y estudiantes saludaban alegres y optimistas por su regreso. Las típicas preguntas se escucharon. ¿Cómo te fue? ¿Hizo mucho frío? ¿Cómo es la gran ciudad? Él respondía lo más lacónico posible, con palabras concisas y cortas para no llevarle mucho tiempo. Sus ojos enfocaron una cabellera castaña y dos coletas altas, la primera persona había aparecido.
— Osakada –
— ¡Ryoma-sama! –Tomoka lo recibió con una inmensa sonrisa y lo miró esperanzada. La chica estaba emocionada por ver como él la había llamado - ¡Qué alegría que volviste!-
— Ven conmigo –Ordenó, no podían hablar en un lugar donde todos estaban atentos a sus palabras. Caminaron hasta llegar a las escaleras de la institución y allí comenzó a hablar –necesito que vayas a comprar lo más rápido posible dos bolsas que contengan 100 bombas blancas –le tendió dinero y ella lo sujetó extrañada – compra helio también –
— E-espera Ryoma-sama, ¿Por qué haces todo esto? ¿Quieres 200 globos, para qué? –
— Quiero hacerle algo a mi novia –
— ¿Q-qué? –
— También necesito que reúnas unas 50 personas –Habló ignorando la cara estupefacta de Osakada - eventualmente los ayudaré pero necesito llenar los globos antes de que ella llegue, en un momento predeterminado se colocarán aquí abajo – señaló al patio – y lanzarán los globos hacia arriba –
— ¿Qu-quién? –
— Cuando ella llegue necesito que la distraigas si no estamos listos –Volteó y comenzó a subir las escaleras, ya había divisado su otro objetivo – deberías estar feliz –se detuvo un momento para luego voltear con una pequeña sonrisa – al final de todo, Ryuzaki es tu mejor amiga –y siguió su camino para escuchar un grito de la chica del lunar.
Siguió subiendo las escaleras, entonces su sonrisa se borró. Una impotencia comenzó a apoderarse de él y la rabia le abarcaba. Apretó el puño molesto y respiró profundo. Taichi subía las escaleras no muy lejos de él. Subió por las escaleras hasta alcanzarlo. Lo volteó sin ningún aviso y lo empujó hasta que chocó contra una pared y lo miró rabioso. Semanas antes había algo que le impidió realizar aquellos actos, por alguna razón el orgullo y el vigor hacían que actuara así. Aquel chico de una manera indirecta había lastimado a Ryuzaki y ese hecho de por si, ya era razón para que se molestara.
— E-echizen –
— Ryuzaki –Dijo sin que su furia amainara un ápice.
— ¿Ya hablaste con ella? Parece que se han… -
— La lastimaste –Interrumpió. Hasta escuchar su voz de niño bonito y de angelito le sacaba de quicio.
— N-no –El chico tornó su rostro a serio – ella desde un principio supo que no me gustaba –
— La lastimaste – Insistió
— ¿Pero ella está feliz no? – Aquello lo detuvo un momento y se alejó de Taichi. Era verdad lo que estaba diciendo, ¿Qué iba a hacerle? ¿Golpearlo? Ryuzaki estaba feliz por él y, aunque haya pasado un mal rato por el de la bandana, ella seguía estando feliz, por él. O por lo menos eso creía.
— Si vuelves a hacerle algo parecido a Ryuzaki –Dijo antes de irse – cualquier insignificancia –
— Nadie podrá –Taichi sonrío – todos sabíamos desde un principio que ustedes terminarían emparejándose -
Por alguna razón aquellas palabras hicieron que se sintiera calmado. Todos los chicos sabían que Sakuno no podía ser de más nadie sino de él, y a él le había llevado mucho tiempo descubrirlo. Subió por las escaleras y antes de terminar de subir el último escalón volteó, sería una gran idea de que Taichi ayudara a Osakada.
— Hey –Lo llamó, Dan seguía en el mismo lugar sonriendo - habla con Osakada y ayúdala –
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Abrió los ojos cansada y se levantó en seco, demasiado rápido para su cuerpo, ocasionando que se mareara. Sujetó su cabeza y buscó la razón de que su habitación – y ella – estuviera en mal estado. Rememoró los acontecimientos de la noche anterior y un gran sonrojo apareció en sus mejillas. ¡Había tenido sexo!, se levantó rápido y se dirigió al baño. ¿Y si había sido una mentira? ¿Y si su subconsciente creó todo y ella se desnudó en el proceso? Se dirigió a la ducha y comenzó a sentir dolores, más dudas se creaban en su cabeza. ¿Por qué los dolores?
Dedicó su atención a su baño, enjabonó su cuerpo y lavó su cabello. Cepilló sus dientes y luego se cubrió con el nuevo albornoz rosado que le había comprado su abuela. Salió del baño y se dirigió a la cama para acomodarla, fue allí cuando cercioró sus dudas. Una mancha roja cubría el centro de la cama. Quitó las sabanas rápido y las escondió en un cajón. Si su abuela veía eso, no podía creer lo que se imaginaría.
Blasfemó después de haber recorrido el cuarto recordando los momentos, saltando como una tonta y riendo enamoradamente, descubrió el gran hecho de que ése día tenía clases y el estar tan distraída no le había dado la oportunidad de ver la hora. Tomo el reloj de la mesa y gritó, ya llevaba 10 minutos retrasada. Terminó de vestirse y de cepillar su cabello, bajó hasta la sala, su abuela seguía sin llegar. Salió de su casa y comenzó a correr.
Comenzó a preocuparse mientras corría. ¿Por qué su abuela no había llegado? Esperaba que no le pasara nada y que se le haya ocurrido dirigirse de la casa que visitaba a ir directo al instituto. Sin embargo, había un hecho que le preocupaba aun más a Sakuno, si había pasado la noche con Ryoma ¿Por qué él no la había levantado? ¿Por qué no había despertado con él? Y aun más alarmante ¿Por qué se fue casi a hurtadillas?
Llegó al instituto, se escuchaban voces por todos lados. ¿Por qué no estaba el silencio habitual que habría cuando estaban recibiendo clases? Una idea llegó a su mente. Claro, Echizen había vuelto y se habría formado un despelote de personas alrededor de él. Ya se imaginaba a las chicas de los institutos "¡Ryoma-kun! ¡Te extrañé Ryoma-kun!" Su corazón abatido recibió una cachetada, no lo había pensado aún pero… ¿Qué pasaba si lo de anoche no había cambiado las cosas en absoluto?
— Me gustas Ryuzaki –Recordó las palabras – pienso que eres linda, me encantas –recordó sus besos y sus caricias – no pensé que llegaras a gustarme tanto –
Sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas, los cerró fuerte y tragó en seco, no podía permitirse llorar. Ella aceptó entregarse a él y debía enfrentarse a las posibles consecuencias con la frente en alto y no con lágrimas en los ojos. Respiró hondo y entró al instituto, enseguida se encontró a Tomoka.
— ¡Saku, Saku! –Su amiga la recibió con un abrazo – tengo nuevas noticias –estaba feliz y sonriente, era obvio que Echizen había vuelto al instituto y peor, ya se encontraba en él.
— Cuál será –Habló con sarcasmo mientras pensaba en su situación. ¿Cómo reaccionar al verlo? ¿Sonreír? ¿Suprimir sus sentimientos?
— Y eso no es lo mejor –Escuchó de Tomoka – las chicas como era de suponer, comenzaron a acosarlo –bajó la cabeza al escucharla, nada había cambiado – pero él las ahuyentó como si fueran perras ¿puedes creer eso? –Alzó la cabeza y miró a los ojos a Tomoka - ¡Sakuno, Ryoma tiene novia! –
— Oh -…¿Qué? Ni siquiera le había pedido el noviazgo. ¿Se trataba de ella? ¿Cómo podía asegurarlo? Su corazón abatido comenzó a bombear de alegría y su mente descansó un momento. ¿Estaría mal emocionarse por ello? Ambas siguieron caminando en silencio, llegaron a las escaleras y allí noto algo extraño - ¿Soy la única que no está con su uniforme de educación física? –
— Oh –Vio respingar a Tomoka y subió la ceja con suspicacia – debe ser que te equivocaste de uniforme Saku, no vas a poder tener clases deportivas hoy -
— ¿Pero qué dices? Hoy es miércoles –
— No querida, hoy es martes –
Se detuvo un momento en las escaleras, Tomoka la miró curiosa. ¿Realmente era miércoles? ¿Qué debía pensar? El día de ayer existió, nada sucedió, fue todo imaginación suya. ¡No! No podía serlo, ya había confirmado que todo lo que había pasado era verdadero. Pero… ¿Quién le decía que su subconsciente fue más allá? ¿Y si la macha roja era salsa de tomate y ella no recordaba nada? Gimió por unos momentos y sacudió la cabeza mientras sonreía. No, no podía estar tan loca ni tan necesitada de un psiquiátrico.
— S-Sakuno –Escuchó una voz de hombre y respingó asustada, por un momento había creído que se trataba de él, pero sólo era Dan.
— Hola –Sonrío amable, volteó para todos los lados. Tomoka había desaparecido - ¿Tomoka? –
— No lo se, no la vi –El chico subió los hombros despreocupado. Lo observó, también llevaba su uniforme deportivo. ¿Realmente se había equivocado de día? No entendía nada - ¿Escuchaste que llegó Echizen? –
— Eso escuché –Comenzaron a subir juntos las escaleras.
— Finalmente podrás decirle tus sentimientos –Aquellas palabras la atravesaron como una flecha. Finalmente… Ella todavía no le había dicho a Ryoma con exactitud lo que sentía por él. Él le había dicho que la quería y que le gustaba, pero ¿ése amor podía comprarse al enamoramiento intenso de ella? No lo podía comparar, ella en términos simples lo amaba, porque eso significaba estar enamorado, amar a alguien y aceptarlo, que los defectos se volvieran encantos y que de pronto él fuera perfecto. Ella le llevaba mucho a Ryoma si crearan un medidor de amor – Sakuno –
— Lo siento –Se disculpó, había permanecido quieta en mitad de la escalera, alcanzó el paso de Dan –
— Ésta mañana estás muy distraída –Acotó él haciéndola respingar de nuevo – y muy nerviosa –
— No lo estoy –Negó fervientemente. ¿Por qué estar nerviosa? ¡Claro! Pronto vería a Echizen. De nuevo, algo le llamó la atención entonces - ¿Por qué todos están afuera de sus aulas? –
— Los profesores están con Echizen –Respondió al instante, casi robotizado.
— Entonces –Dijo ella recibiendo una fuerte ventisca - ¿Por qué estamos en la azotea? –
— No lo se –Respondió Dan – pero pasemos –
Ella se adentró en la azotea, ese día hacía más viento que de costumbre, un viento frío por la temporada de invierno. La puerta se cerró tras ella fuerte y volteó para reclamarle a Dan, pero él había desaparecido. Enarcó las cejas y comenzó a hacer camino en la azotea. ¿Por qué encerrarla en un lugar como ése?
— Ryuzaki –Una oleada nerviosa recorrió su pecho y su corazón saltó emocionado. Volteó y allí lo vio. Echizen estaba apoyado de las mayas de metal, con las manos en los bolsillos observando el paisaje. Tragó en seco, estaban solos. ¿Cómo debía reaccionar al verlo? - ¿Cómo te encuentras? –
— Adolorida –Fue lo primero que se pasó por la cabeza y escapó de sus labios, él río y ella también. Así que, finalmente no estaba loca y si había pasado todo lo que había experimentado la noche anterior.
— Acostúmbrate –Siempre frío y distante. Sonrió mientras bajaba la cabeza, no sabía desde cuándo pero cada vez que lo escuchaba hablar así su corazón se alegraba. Aun así, no podía dejar de molestarse. Eran emociones contradictorias.
— ¿Por qué debería? –Preguntó molesta
— ¿Tengo que responder? –Lo observó acercarse a ella y correspondió el beso que le estaba dando. Un beso normal, con un abrazo añadido. Sintió como Ryoma la apretaba hacia él y ella lo empujó alejándolo.
— Lo siento –Se disculpó mientras miraba el piso – N-no puedo procesar todo –comenzó a hablar – Tu llegas y te declaras, luego me quitas la virginidad –
— Hacemos el amor –Rectificó él
— Entonces te vas –Continuó ella ignorándolo – sin ni siquiera avisar, despertarme ni nada. Me levanté tarde, adolorida, confundida, tuve que correr hasta acá para que me dijeran que tienes una novia, yo no se que novia tienes y dudo que sea yo, entonces no se para que me quieres a mí si tu realmente no me conoces –hablaba rápido y pasaba sus dedos por su cien con estrés – no sabes lo que he pasado, pienso que a veces enloquezco cuando pienso en ti, cuando alucino contigo. A veces no se diferenciar la realidad del sueño, no se que es qué –sintió un abrazo fuerte que pensó que le rompería las costillas y la asfixiaría.
Ryoma redujo la fuerza después de unos segundos sin dejar de abrazarla.
— Esto es real –Dijo él con voz calmada – cada caso que me dices tiene su explicación, si crees que estás loca entonces nos iremos a un psicólogo –ella rió al escuchar su opinión – quizás no te conozca mucho pero, se que eres perseverante, también que te gusta disfrutar todo al máximo, eres muy apegada a tus clases, mueves cielo y tierra por tener buena nota –escuchaba atentamente cada una de sus palabras – te encanta el chocolate pero no caliente, adoras perfumarte a más no poder, el sentido que más te gusta consentir es tu olfato, también se que odias el rosa aunque tu cuarto sea absolutamente rosado –
Ella se separó de él y lo miró sorprendida
— Ryuzaki te conozco desde niña –Sintió su mirada ámbar encima de ella y bajó el rostro – desde siempre te he tenido éste apego, sólo que no lo había notado –
— Y-yo –Lo miró a los ojos y sintió como su cara ardía, debía decirlo era ahora o nunca – t-te a – algo blanco le llamó la atención, sus ojos se agrandaron y caminó para verlos de cerca – e-esos son…-
Globos blancos comenzaban a subir hacia el cielo, abriéndose paso entre ellos mismos y por las nubes, no dejaban de subir. Sentía que eran miles que se asomaban por la azotea y seguían su camino, amaba demasiado esos globos. Un pequeño recuerdo apareció en su mente.
— Cuando me pidan el matrimonio – dijo ella con apenas diez años, sujetando una flor y dibujando un corazón con sus pétalos – quiero que sea con muchos, muchos, muchos globos blancos, ése es mi más grande sueño –
Abrió sus orbes como platos y luego miró a Ryoma que le sonreía con ternura, ella se ruborizó y lo abrazó con fuerza.
— No creas que te pediré el matrimonio –Ella rió por el comentario y lo abrazó aún más fuerte – y ésta es la última vez que hago algo tan ridículo por mi novia –cerró los ojos con emoción al escuchar la última palabra.
— G-gracias –
— Salí temprano por esto, Osakada y Taichi me ayudaron -¡Por eso todas las rarezas de ése día!
— Y-yo –Sólo faltaba algo – estoy enamorada de ti –
— Y yo de ti –No le dio ni tiempo de respirar, ella se había declarado y Ryoma había aceptado sus sentimientos.
La besaba con amor y la abrazada. Sonrió y lo siguió besando. Si alguien le hubiese dicho meses antes que se enamoraría del chico al cual odiaba, lo tacharía por loco y le tendría un rencor profundo. Ni ella misma podía creerse como el amor a veces podía ser cubierto por el odio, sentimientos intensos que están a sólo un paso de ser uno como el otro. Tenía algo claro, su relación con Ryoma sería interesante y esperaba disfrutar el mayor tiempo con él.
El hombre que pudo revertir sus emociones una y otra vez…
Miraba a través de ventana, sus ojos paseaban por el césped recién podado, el jardín brillaba como nunca antes lo había hecho. En plena primavera, todas las flores habían brotado, los lirios azules resaltaban entre las hortensias blancas, como si fuera un debate sobre quien se ganaba el territorio. Ajenos a la pelea, los girasoles bailaban con el viento muy cerca del sauce que se encontraba al final del jardín y, por último, cerca de la casa miles de dientes de león comenzaban a soltar sus dientes, uno por uno. Era una puesta de sol fantástica, su jardín hacía un espectáculo sólo para ella.
Sintió un apoyo en su cuello y unas grandes manos cubrieron su vientre, actualmente hinchado. Volteó para encontrarse con los ojos ámbares que la miraban preocupantes, ella sonrió. Habían pasado diez años y su interior seguía sucumbiéndose al entrar en contacto con aquellos orbes. Se alejó un momento y lo observó un rato, su rostro había madurado, sus ojos habían ganado experiencia, su cuerpo compostura haciéndolo ver robusto, su cabello seguía igual de despeinado y su actitud…Su actitud era otro tema para ella.
Ryoma le había demostrado ser todo lo que ella había esperado, desde su graduación de preparatoria hasta la de universidad. Ambos habían logrado mantener su relación hasta los momentos, habían logrado ser profesionales, obtener un buen empleo y una gran casa. Ryoma había madurado y ella también. Habían logrado convertirse en adultos en toda su expresión…bueno, casi toda.
— ¿Qué ves? –Preguntó él, antipático.
— N-nada –
— Me estás buceando –Dijo rozagante de picardía y seguridad.
— N-no, yo sólo… -
— Oh Ryuzaki –Su cuerpo tembló al escuchar su apellido - en tu vientre está creciendo una criatura debido a nuestras travesuras – él se acercó con sigilo hacia ella y la arrinconó – y aun así, ¿no estás satisfecha? No pensé que fueras tan impaciente y obsesionada –
— No estoy obsesionada. ¿Qué piensas que soy? ¿Una ninfomaníaca? -Lo escuchó reír y luego recibió un beso, él la abrazó por su cuello y acarició su cabello.
— No logro abrazarte –Escuchó su voz burlona.
— Tengo 9 meses –Dijo molesta.
— Y estás gigante –
— Tú estuviste de acuerdo con tener trillizos –Elevó su tono de voz y él hizo lo mismo.
— Tú también – Lo besó.
Si, quizás sus juegos de palabras, insinuaciones, peleas y todo aquello que se considerara infantil en ese aspecto no terminaban, Ryoma seguía siendo Ryoma y ella seguía siendo ella, no podía pedirle más a la vida. Desde que aquel hombre le pidió el noviazgo y unos años después el matrimonio, su felicidad había sido interminable y todos atestiguaban su vida. Su abuela, sus padrinos, sus amigos, ¡Incluso Dan! Todos estaban felices con la gran noticia del matrimonio y posteriormente, la llegada de los trillizos Echizen.
No podía negar que su vida era no perfecta. Las peleas de pareja siempre existirían, pero nada grave aún para que uno se fuera de la casa o al menos se alejara, el sentimiento que sentía hacia el ambarino era fuerte y sabía que era correspondida. Sino, jamás hubiera buscado por toda la ciudad una marca de cereales que a ella se le habían antojado. Si, sus antojos no eran extraños sino difíciles de conseguir. Chocolates del extranjero, Tés que sólo los vendía una tienda en un puerto de un pueblo cerca de Okinawa, caramelos que vendían en internet, extrañas frutas latinas… Y todo aquello se lo había conseguido él, no podía negar el hecho que se amaran, no tenía ningún argumento con que apoyar esa idea.
Apartaron sus labios y Ryoma la abrazó por detrás, ella reía por las cosquillas y él sonreía. Era uno de esos días donde todo se desenvolvía con tanta perfección y calma, que lo único que podían hacer era reír. Siguió en su ritual de risas con los ojos cerrados mientras Ryoma la consentía, los abrió satisfecha y paró en seco. Frente a ella, había una imagen que le había recordado una escena del pasado.
Era su reflejo. En el espejo largo que se encontraba justo al lado del baño, un espejo que cubría a una persona de pies a cabeza. Se observó, ella parada con las piernas cruzadas y brazos abrazando los de Ryoma y él detrás de ella, con sus piernas a los lados de ella y sus brazos apresados a una gran – por no decir gigante - barriga. O por lo menos lo intentaba. Dando pequeños besos en su cuello y de vez en cuando sonriendo. Tragó nostálgica, esa era una escena que ya había sucedido. Muy similares pero diferentes, cuando ninguno de los dos tenía en claro sus sentimientos. Le recordó los días que habían pasado juntos y a hurtadillas en aquella casa, las "travesuras" que habían hecho y todo el amor que se habían expresado indirectamente. ¿Quién diría que el placer pudiera ayudar tanto?
— Parecemos… -Habló ella pero fue interrumpida
— Somos amantes –Rectificó él antes de que ella pudiera terminar la frase, no sabía como Ryoma hacía eso, pero era como si le estuviera leyendo la mente – se a que te recordó Ryuzaki, sólo espero que no te estés arrepintiendo de nada –ella rió al escuchar eso y negó con la cabeza
— M-mmm –Intentó hablar mientras se deshacía del nudo en su garganta, trago – me gusta que me llames así –
— ¿Cómo? –
— Ryuzaki –Dijo ella sonriendo – aunque ahora sea Echizen y a veces me llames por mi nombre, sabes que siempre he tenido una debilidad por cuando pronuncias mi apellido –
— Claro, hay muchas Ryuzaki pero sólo una Ryuzaki de Echizen –Dijo el chico con total orgullo – eres mi Ryuzaki, así de simple –
— Así de simple –Sonrió, adoraba cuando existía esa muletilla entre los dos, dirigió su mirada al espejo y se encontró con la mirada ámbar. Echizen le sonreía mientras inhalaba su cuello. Hasta para ella todo había resultado ser ridículamente romántico, pero le gustaba. Ryoma jamás cambiaría su manera de pensar ni su manera de actuar con ella, por eso lo adoraba. Porque a veces hacía que lo odiara con su actitud arrogante, fría y distante hacia los demás y luego hacía que lo amara cuando notaba su actitud entregadora hacia ella, sólo ella hacía que Ryoma se comportara como se comportaba. Y sólo él hacía que ella tuviera sentimientos tan iguales y distintos al mismo tiempo, sentimientos reversibles – Te amo –
— También te amo –Escuchó de él mientras seguía olfateando su cuello. Ella sonrió y luego sintió unos dolores en su vientre, lo miró animada y a mismo tiempo adolorida, su futuro los esperaba. Sólo quería llegar hasta el final con él... y sus próximos tres niños.
Fin
Muchisisisisisimas gracias a Katte Turner, Tsuki Grey, Yiemvi Shiraiwa, Jawii, SaKuRiMo0n, BlackDream-Mary, Tsukihime Princess, Try to Follow Me y al Guest bello por comentarme! Son como un helado en pleno verano... no no comestibles ni ricas, sino reconfortantes. Sin su apoyo no me sentiría bien.
Aprovecho para hacerle publicidad a mi nueva historia que ya está publicada, "Medios de Transporte". Tendrán mas de mi por un tiempo.
Acepto todo tipo de opiniones.
"Lo que tenga que venir, que venga"