Ya lo veo por fín...
Ahora puedo creer, esos cuentos de ayer.
Y ese mundo que encontré...
Lo se... Sólo con fe
Y buscar la ilusión que perdí,
mirar eso que antes no ví,
Ansiar, Querer, Soñar, Lograr.
Volar...


Spencer corría hacia la casa del árbol de los niños perdidos, mientras gritaba el nombre de la pequeña hadita rubia. Aún tenía tiempo, aún podía salvarla... Apartó ramas de su camino, con las manos, de vez en cuando soltando una especie de "tsss", al hacerse daño con estas.
Por fin, divisó la casa y entró a la velocidad de la luz.
-¡Lolo! -Entró, casi cayéndose de boca por las escaleras, y se acercó a la casita del hada. Abrió la hoja que tenía por puerta, y su expresión se volvió a una de horror. -Oh... no... Maldita sea...
Notó lagrimas brotar en sus ojos, y un nudo en su garganta. La pequeña rubia yacía tirada en el algodón que tenía por cama... Sin luz. Había muerto, y todo era su culpa. Billy tenía razón... Su madre tenía razón... Era un niñato mimado, y no le importaba nadie más que él mismo. Agarró con cuidado el cuerpo del hadita, y comenzó a llorar.
-Lo siento mucho... -Susurró, acercándose a la cama de Billy. -De verdad... Lo siento...
Dejó a la muchacha en la almohada, y se tumbó a su lado bocabajo. Nunca debió haber ido a aquel lugar... Ahora los piratas tenían a Billy, probablemente matarían a los niños perdidos, y Lolo estaba muerta. Se frotó los ojos con la mano, sólo haciéndose daño en el derecho, que aún seguía morado e hinchado, y llenándose la cara de sangre por las heridas que se había hecho con las ramas. Joder... Hasta para eso era un inútil.
Apretó los puños, aún notando las lágrimas resbalar por sus mejillas.
-Yo creo en ti... -Suspiró, con voz pastosa.

Al lado del pequeño, algunos brillos comenzaron a rodear a Lolo, haciéndola elevarse lentamente. La chica se estiro un poco, y se rascó la espalda bostezando, como si se acabase de despertar de un profundo sueño. Su luz había vuelto a iluminarse con fuerza, mientras ella sonreía al sentirse poderosa de nuevo. Posó su mirada en el castaño deprimido, y entrecerró los ojos. De verdad, que ese tonto le caía muy mal. Pero... Tampoco se sentía bien al verlo así.
Se acercó, suspirando, y comenzó a tirar de su pelo.
-¡AU! ¡AU! -El chico se levantó, sorprendido. -... ¿Lolo?
La chica le respondió, sacando la lengua con cara de asco, al ver al chico lleno de sangre. Se acercó a un cubo de agua y lo hizo volar hasta su cabeza, mojándolo entero.
-M-me alegro que estés bien. -Suspiró, Spencer, entrecerrando los ojos enfadado. Ella le respondió con una sonrisa. -Bueno... Al menos Billy se pondrá contento... -Los dos se quedaron mirando unos momentos, hasta que el pequeño reaccionó. -¡BILLY! -Gritó asustando a la rubia.

Un muchacho de pelo azabache miraba con el ceño fruncido a Jonah que le devolvía la misma mirada de odio.
-¿Dónde está Spencer? - Preguntó, intentando soltarse de las cadenas que retenían sus brazos a la espalda. El pequeño rubio sonrió ampliamente, y le enseñó sus manos, llenas de sangre. Por supuesto, era la suya propia, por culpa del puñetazo propinado por el castaño. Pero eso Billy no lo sabía...
-Digamos que no accedió a mis propósitos, y he tenido que encargarme de él. -El mayor comenzó a patalear. -Oh, no puedes imaginar como gritaba... "Billy, Billy, ¡Sálvame~!"
-HIJO DE PUTA. -Gritó pataleando con más fuerza. -EN CUANTO ME SUELTE VOY A PARTIR TU ESTÚPIDA CARA.
-Bah, paso de ti. -Sonrió ampliamente Jonah, y volvió junto a su madre.
El moreno se quedó mirando el suelo, mordiéndose el labio inferior. No podía... no quería creer que ese pequeño bastardo le hubiese hecho daño a Spency. Después de todo había desarrollado unos sentimientos raros hacía el castaño. Cada vez que lo veía notaba una especie de felicidad interior. Y cuando el enano estúpido posó sus sucios labios sobre los del pequeño, sintió como la sangre le hervía.
-Billy Joe Cobra... -Sonrió Madame X, acercándose y sacándolo de sus pensamientos. El aludido levantó la vista levemente. -Por fin, has venido a mi.
La mujer lo agarró de la barbilla, a lo que él frunció el cejo y le escupió en los zapatos. Jonah hizo una mueca de asco, y miró a su madre.
-Deja de oponerte, Cobra. No querrás acompañar a tus amiguitos, ¿verdad? -Sonrió, señalando a la vela mayor donde estaban todos los niños perdidos atados. -Puedes elegir el primero en caer por la borda.
-Vale, elijo al mocoso este. -Soltó señalando con la cabeza al rubio.
-Yo no soy como vosotros. -Se defendió el chico, de forma infantil.
-Desde que nos traicionaste, por supuesto que no. -Billy gruñó cuando el imbécil le pegó una patada. -¡MALDITA SEA!
-¿Acaso prefieres morir a estarte calladito? -Preguntó Madame X, cruzándose de brazos. El moreno sonrió con sorna.
-Prefiero morir a estar con una perturbada como tú.
-... Muy bien. -Sonrió ella, ampliamente. Jonah parecía satisfecho también. -Si no eres mío, jamás serás de nadie.
Y dicho esto, agarraron al chico por los hombros, y lo lanzaron contra la vela mayor junto a los demás niños. Billy soltó otro gruñido, mientras comenzaron a atarle.

-Billy es muy valiente lo que has hecho... -Le animó Shanilla, sonriendo un poco.
-Oye, quería preguntarte... -Empezó el moreno. No quería morir sin saber la respuesta a lo que le estaba pasando. ¿Y por qué no preguntarle a la más inteligente de los niños perdidos? -Últimamente... Cada vez que Spencer y yo estábamos juntos... Notaba algo raro... Aquí en el pecho. -Susurró. La chica se le quedó mirando unos momentos y sonrió. -Creo que estoy enfermo...
-A mi me suena a que estas enamorado.
-¿Huh? ¿Cómo la loca de X? -Shanilla rió un poco, llamando la atención de algunos piratas malhumorados.
-Uy... Perdón... -Susurró ella. Luego, volvió a su líder. -No como Madame X, eso es obsesión. ¿A qué cuando Spencer se enfada te sientes muy mal contigo mismo?
-Uh... Sí...
-Incluso ahora, que estas a punto de morir, lo único en lo que piensas es en él. -La niña perdida se intentó estirar un poco, para acariciar a Billy, pero le fue imposible. Le miró un rato, y luego añadió en un susurro; -El enamorarse... Es signo de madurez.
-¿¡Huh!?
-¡EH, TÚ! -Uno de los piratas agarró a Shanilla por los brazos. -¡POR LISTILLA, ERES LA PRIMERA EN MORIR!
-¡NO! ¡SUELTA!
-¡Déjala!
Jonah no podía estar más feliz. El imbécil de Billy, y sus antiguos amigos (ahora enemigos), cayendo uno por uno por la tabla y siendo comidos por un kraken. Era como su sueño hecho realidad. Se acercó al moreno, con una sonrisa amplia y se puso a su lado, mientras ataban rocas a la niña.
-Hola, Billy.
-Pírate, Jonah. -Soltó, mordiéndose el labio inferior, sintiendo una gran impotencia por no poder ayudar a su amiga.
-Oh, ¿No te apetece hablar un poco más de cómo gritaba Spencer? -Rió el rubio.
-¡HE DICHO QUE TE PIRES!
-Que lástima~ Murió después de que tu le gritases que era un traidor. Ahora te odiara por toda la eternidad. -El moreno se le quedó mirando un rato, con los ojos desorbitados, la reacción que Jonah esperaba justamente. -¡Hahaha!
-¿Ah, si? Yo no lo recuerdo así... -Una voz a su espalda, llamó la atención de los niños perdidos y los piratas. Billy sonrió ampliamente, recuperándose de su estado de shock.
-¡SPENCER! -Gritó Shanilla al chico que se colgaba desde uno de los cabos. A su alrededor aleteaba Lolo, un poco molesta por tener que colaborar con el niño. -¡LOLO! ¡ESTÁIS VIVOS!
Hoover acababa de salir del camarote de Madame X, cuando vio al castaño subido a las cuerdas, con una sonrisa idiota. El hijo de la capitana se quedó unos momentos mirándolo, y luego se puso tan rojo como un tomate, así que fue el hombre el que habló.
-¡ATRAPÁDLE!
-¡Corre, Spence!

El castaño comenzó a escalar la cuerda, como si vida dependiese de ello (técnicamente lo hacía...) y a pesar de que no se le daba bien eso de escalar en las clases de educación física, al parecer el que te persigan unos piratas malolientes y que dan miedo anima mucho la cosa. Llegó hasta el palo de la vela mayor, y se agarró con fuerza, algo asustado. Lolo suspiró, entrecerrando los ojos. Si el pequeño imbécil tenía miedo, ¿para que demonios sube ahí? El hadita agarró una cuerda, y la llevó hasta Spencer, tirando de su mejilla.
-¡Ouch! Gracias... -Agarró la cuerda, y se columpió esquivando un par de hombres que acababan de subir.
Llegó hasta el suelo con una sonrisa triunfal, y volviendo su mirada hasta Billy y los niños. Ellos vitoreaban, aún atados a un poste. El pequeño agarró la navaja del moreno, que se encontraba encima de un cañón, y después de salvar a Shanilla, fue a desatarlos.
-¡Spencer! ¡Eres el mejor! -Sonrió Rajeev, por fin sintiendo sus brazos de nuevo. El castaño sonrió ampliamente, pero cuando fue a hablar con el líder de los niños se dio cuenta de que aún seguía atado de los brazos al poste.
-¡Maldita sea! -Se quejó Billy, moviendo las cadenas.
-Tranquilo, encontraré la llave. -Susurró algo preocupado Spencer, mirando alrededor. -¿Dónde está?
-¿Cómo quieres que lo sepa? -Suspiró el moreno. -Por cierto... Lo siento.
-¿Huh? -El castaño levantó una ceja. -¿Por?
-Bueno... Supongo que te utilicé... Para salvar a Lolo... No fui muy sincero contigo. -Spencer suspiró también, pero acabó por sonreír.
-No seas tonto, Billy.
El chico se sonrojó un poco, pero su expresión se volvió a una de susto.
-¡CUIDADO!
El pequeño se giro, justo para esquivar una espada de pirata, que venía de Hoover. Frunció el ceño, hasta que vino Lolo una vez más a salvarlo. Aleteó alrededor del enano para distraerlo y así, Spencer consiguió huir seguido de los niños perdidos.
Corrieron por toda la cubierta, hasta que divisaron un brillo en popa.
-¡EL TESORO! -Gritaron todos a la vez, recuperando sus tirachinas y espadas de madera. Al menos tenían algo para contraatacar, aunque fuese inútil contra los sables piratas.

Casi toda la tripulación acabó por rodearles en cuestión de minutos. Jonah se puso en medio de todos, sonriendo a Spencer.
-Vamos, monada, aún estás a tiempo de unirte a nosotros. -Soltó. El castaño se le quedó mirando unos momentos, antes de agarrar una piedra preciosa del cofre y lanzárselo con un tirachinas a la cara. De nuevo, el rubio comenzó a gritar de dolor.
Los piratas miraron la escena, sorprendidos, hasta que uno de ellos al ver el rubí caer por la borda se lanzó a por él. Los niños intercambiaron miradas cómplices, y comenzaron a tirar joyas al mar, donde los bucaneros las seguían, lanzándose en picado.
Spencer comenzó a reír, hasta que llegó Lolo rápidamente, y comenzó a tirarle del pelo. El castaño la siguió a cubierta, y se encontró cara a cara con la capitana del barco.
-Asi que tú eres el famoso niñato que quiere acabar con mi barco... -Soltó la mujer. El chico no respondió, pero se fijó en la llave dorada que colgaba de su cuello. -¿Te crees que eres competencia contra mi?
-Yo... -Pasó su vista hasta el moreno que le devolvía la mirada, preocupado.
-Oh... -La mujer de pelo morado entrecerró los ojos, aunque el pequeño no pudiera verlos. Se mordió el labio inferior, furiosa. Esa mirada. Estaba clarisimo. A ese mocoso le gustaba SU Billy Joe Cobra. Apretó con fuerza su espada, y corrió hacia él dispuesto a darle una estocada. El chico se alarmó, y siguió a Lolo hasta los cabos para subir de nuevo.
-Maldita sea... Otra vez no... -Se quejó para si mismo, mientras subía rápidamente.

La rubia aprovechó, y aleteó alrededor de Billy, con una gran sonrisa adornando su rostro. El moreno le devolvió la sonrisa, aunque se veía un poco triste. La chica se preguntaba por qué...
-Me alegro de que esteis vivos, Lolo. -Susurró. -Pero... por favor, ayuda a Spencer. -Casi soltó como una súplica. ¿Billy? ¿Su Billy suplicando? Él era más de dar ordenes y encargarse de todo aquel que no las cumpliera. El hadita ladeó la cabeza sin entender. -No podría soportarlo... Si le pasase algo malo.
Lolo suspiró un poco enfadada, y subió hasta donde Spencer tiritaba de miedo por la altura, y el poco espacio que tenía para moverse. Ella comenzó a hacer ruidos para que le prestase atención.
-¡Lolo! Gracias a Dios que estás aquí. -La chica rodó los ojos.
El castaño se incorporó un poco, pero su rostro palideció al encontrarse de frente con Madame X. ¿Qué iba a hacer ahora? No tenía arma, y aunque la tuviese, no le apetecía tener una disparatada batalla en un lugar donde no podía tener sus dos pies juntos. Comenzó a andar hacía atrás, mientras la mujer se le acercaba más y más.
-¡SPENCER! -Comenzaron a gritar los niños perdidos, y Billy cuando el chico casi se cae de espaldas, al no tener más palo por el que moverse.
-Rindete, mocoso. -Susurró la mujer con una sonrisa.
-... -El chico miró alrededor, sintiendo el aire mover su pelo. ¿Acaso no tenía otra opción? ¿Morir y ya está? Cerró los ojos con fuerza, cuando el sonido de una campanita llamó su atención. Lolo movía los brazos, como si se tratase de un pájaro, y el pequeño comprendió a la perfección. -Lo siento, pero no. -Sonrió.
-¿Perdón?
-Verás, "capitana". Tú nunca podrás tener a Billy para ti. -Soltó, frunciendo el ceño.
-¡HA! ¿Qué tiene un enano como tú que no tenga yo? -Rió sarcásticamente la capitana. El hadita y el niño se miraron de forma cómplice. Él levantó tres dedos, y fue bajándolos uno a uno mientras enumeraba.
-Fe... Confianza... Y... -Lolo dio algunas vueltas a su alrededor, llenándolo de una sustancia amarilla. -Polvo de hadas.