Los gritos de su papá y la tele a todo volumen en el cuarto frente al de él lo despertaron aquella mañana de un sábado invernal.

¡Perseus Jackson! – y con el mayor dolor de cabeza que tenía sabía que ya habían salido las noticias semanales luego de un viernes violento en el que salió junto con Jason, Leo, Frank y Nico; esos amigos de toda la infancia que siempre… Bueno, ellos lo sacaban a divertirse y tal vez con Leo se excedía un poco. Apareció en la puerta de la habitación revolviéndose el pelo negro de por sí ya desordenado. - ¿Me podés explicar qué es esto? – cerró los ojos con fuerza evitando la mirada llena de una ira verdosa de su papá.

¿Qué cosa? ¿Qué dicen esta vez? – intentó mirar a la pantalla pero la luz cegadora le provocaba una migraña inaguantable.

¡Vos y esas malditas fiestas a las que asistís! Dicen haberte visto consumiendo drogas, narcóticos, estupefacientes, ¡cómo diablos le quieras decir! – escupió con rabia - ¿Sabés todo lo que provoca esto? ¡Se supone que con "nuestra" empresa, hay que dar el ejemplo Perseus! No ir por ahí drogándose.

Yo no me drogo. – tuvo que discutir porque estaba harto de las mentiras…

Esas fotos parecen muy reales.

Tu confianza en mí debería ser real. Pude haber tomado, sí, pero nunca en la vida me drogué y no pienso hacerlo papá. Yo no soy esa clase de persona y lo sabés.

Lo que sé es que vas a tener que cambiar esa imagen porque si vas a ser el encargado de las empresas, vas a tener que mostrarte más serio y sentar cabeza de una vez. – y ahí venía todo el discurso que ya se había aprendido de memoria porque lo habrá escuchado más de mil veces.

¡Vas a conseguirte una novia, Percy! Y no, esta vez no es en broma y escucháme bien… A como no te consigas una novia en menos de una semana, voy a buscarla yo mismo y Drew no me parece una mala opción ¿sabés?

¿Drew? ¿En serio estás buscando que mamá te odie, verdad? – contestó con una sonrisa – Y, que los medios no crean nada. Además ¿te parece una buena opción?

Cualquier cosa en este momento me parece una buena opción. – contestó saliendo de allí – Una semana Percy, una. – lo dejó con el enojo juntándose en la boca y las palabras para decirle todo lo que pensaba de él, de su maldita empresa multimillonaria y de todo aquel mundo al que había sido sometido a vivir.

Y es que en serio odiaba todo aquello y nadie podría sacarlo de aquella situación, bueno sí pero seguramente se hallaba durmiendo a pesar de los gritos en la habitación de al lado porque, lejos de haber salido junto a él y sus amigos, se había quedado la noche leyendo algo para el examen que tendría en unos días en la universidad, y por más que le hubiese dicho que se sabía el libro de memoria y no hacía falta que siguiese leyendo… Eso no parecía ser suficiente para la gran Annabeth Chase.

Su mejor amiga vivía con él desde que comenzó la universidad y había sido una guerra eterna convencerla de que no iba a molestar a nadie si vivía en la gran mansión que tenía habitaciones como para un país entero y que, los que posiblemente la molestaran, serían ellos con sus eternas discusiones entre él y su papá. Su mamá era un caso aparte, y es que Sally Jackson siempre era la que solucionaba todo con una simple mirada hacia Poseidón y luego le acariciaba el cabello y ¡santo remedio! La furia de los dos se eliminaba por completo. El se marchaba junto a Annabeth quien reía desesperadamente por cómo había sido domesticado mejor que un león y como Poseidón estaba realmente enamorado de ella como para dejarse calmar así.

Pero este no había sido el caso porque, evidentemente, su mamá se había levantado temprano marchándose de allí antes de que todo explotara como hacía siempre los sábados por la mañana y luego, durante el almuerzo, se enteraba de todo por las constantes miradas entre Percy y Poseidón.

Volvió a su cuarto para ver si podía conciliar el sueño de alguna manera… Las once de la mañana. Todos debían estar ya desparramados por alguna parte de la casa y él no podía lograr dormirse nuevamente hasta que no hablaran del tema con su mamá en la mesa del comedor mientras los cuatro almorzaban e hiciese entrar en razón a su padre porque no se imaginaba en una relación con nadie; es decir ¿quién lo soportaría? Y es que ya una vez lo había intentado con Rachel… Aquella joven que conoció hace dos años y gracias a que su papá seguía buscando que "sentara cabeza" terminó convenciéndolo de que salir con ella era lo mejor; pero su relación llena de dislexia y su síndrome de no poder quedarse quieto y distraerse completamente no duró lo que se le podría llamar mucho. Tal vez un mes y luego ella empezó a quejarse de que sabía más cosas de Annabeth que de ella, además de que le prestaba más atención y bueno, ahí decidió por terminar todo.

Desde ese momento está soltero y con veinticinco años, nada lo apura.

Pero aparentemente su papá no manejaba sus mismos tiempos y ahora en lo único que podía pensar era en salir de debajo de la ducha porque sus manos comenzaban a arrugarse y no había sacado ninguna conclusión en la terapia de agua caliente que solamente sirvió para relajar sus músculos y sacar el dolor de cabeza y el malestar que estaba por todo su cuerpo luego de la maldita noche anterior. Salió de nuevo a la habitación para buscar algo de ropa y marcharse a tomar un té en la cocina para sentir algo en el estómago y evitar vomitar lo poco que había consumido.

Sacó de un estante una remera azul eléctrico, y un buzo de un azul más oscuro; de otro tomó un jean gris claro y de debajo de su cama tomó las Vans de color azul también y salió al pasillo luego de intentar peinarse su desarreglado cabello negro que nunca pudo peinar. Y casi corriendo se marchó escaleras abajo evitando cualquier lugar donde pudiese encontrarse con su padre para que lo mirara con la ira retenida y empezara nuevamente con todo ese discurso de que su vida era de lo peor, que no valoraba todo lo que le daban, etc.

¿Adónde se supone que vas, sesos de alga? – susurró alguien a su espalda y volteó con una sonrisa para encontrarse con los ojos grises llenos de tormenta. - ¿No andarás drogado, verdad? – rió ante su broma mientras se acercaba a abrazarla y apoyaba su cabeza en el pelo rubio de la chica.

Sí, estoy muy drogado Annabeth. Soy una muy mala junta, no deberías hablarme. – imitó el tono que usaba su padre cada vez que salía una nueva mala noticia de Percy y una buena de Annabeth. - ¿Cómo estás, chica lista?

Bien ¿se puede decir lo mismo de vos?

Se puede decir, sí. Fue una noche larga… - pasó un brazo por los hombros de ella y comenzaron a caminar. Se sentían tan bien estando así; él se sentía demasiado cómodo muy diferente a como fue con Rachel. – Imagino que te enteraste de todo lo que dijeron.

Digamos que tus peleas con Poseidón no son de las más calladas y que además la tele suele estar muy fuerte. – le dijo mientras le rodeaba la cintura y bajaban las escaleras abrazados. – En fin ¿qué te dijo?

Que debo conseguirme una novia y sentar cabeza y bla bla bla. Lo de siempre, sólo que esta vez sí iba en serio.

Nunca va en serio hasta que tu mamá no opina.

Siento que ésta vez va en serio; dijo que si no conseguía novia o alguien que fingiese serlo. El iba a conseguirme una y dijo que Drew no le parecía tan mala idea.- el rostro de ella palideció y el odio cruzó sus ojos tan rápidamente que nadie hubiese sido capaz de verlo. Esa… - pero prefiero dejar las fiestas e ingresar a la universidad antes que andar por ahí abrazando a Drew.

¿Qué vas a hacer, sesos de alga? Eres un idiota por descontrolarte así ¿lo sabés, verdad?

Nunca te cansas de repetirlo. Pero voy a esperar a que mamá hable y luego se nos va a ocurrir algo ¿verdad? "Annabeth siempre tiene un plan". – la imitó como cada vez que decía esa frase y no pudo más que sacarle una sonrisa. – Vamos al patio, anda. Necesito un poco de aire fresco y a ti te gusta leer sentada en el pasto – recordó el libro que traía entre manos sobre la arquitectura Europea del siglo diez. – De paso me lees un poco todo eso que no entiendo y luego lo explicas y sigo sin entenderlo ¿a que sí te gusta mi plan?

Nunca cambias Percy.

Nunca dejes que cambie, Annabeth. – la apegó más a él y ese calor se sintió demasiado bien como para ser verdad. Y es que abrazarse con Percy era lo más cómodo que pudo haber probado en toda su vida, sentir su brazo sobre sus hombros y como la atraía hacia él ponía su corazón a mil y un fuerte cosquilleo en la zona en contacto con su mejor amigo.

La guió hasta el inmenso jardín trasero, digno del mejor palacio inglés con un diseño lleno de flores, árboles, fuentes y varias cosas más. A lo lejos se podía divisar la cancha de tenis, luego la pileta con una cascada, un mini campo de golf, dos rampas de skate, cancha de baloncesto y un enorme garaje donde estaba la colección de autos de Percy y Poseidón. La mejor mansión de las afueras de Nueva York con un jardín precioso que ellos recorrían cada vez que podían mientras se abrazaban para llegar hasta el lago artificial y acostarse en el césped mientras Annabeth leía y acariciaba la cabellera negra del muchacho que se recostaba en su regazo, cerrando los ojos escuchando la suave voz y sintiendo una paz absoluta con cada roce de su mano con la rubia. Se detenía de vez en cuando para escuchar la pregunta de Percy sobre algo que no entendió – generalmente el texto entero – y entonces se lo explicaba para escuchar la mentira más grande que podía decirle, "sí Annabeth, ya entendí". Y la dejaba continuar.

Este día no fue diferente, sólo que el frío se hacía notar más que nunca en el parque y no pudieron recostarse en el pasto, sino que recurrieron a una pequeña hamaca paraguaya colgada entre dos árboles donde se acostaron uno junto al otro y ella – descansando tranquilamente en su pecho, sintiendo como Percy jugueteaba con sus cabellos – quiso empezar a leer pero la paz la torturaba lentamente sintiendo que cerrar los ojos y disfrutar del pequeño tacto era la mejor opción. Y su compañero pareció entender esto porque siguió enredando sus dedos en la suave cabellera rubia de Annabeth hasta que comenzó retirando tres mechones de pelo e intentó hacer una trenza.

Percy – susurró tranquilamente - ¿Qué haces?

Te estoy peinando – contestó aguantándose la risa al ver cómo rápidamente Annabeth se levantaba asustada. La última vez que había intentado peinarla tuvo que cortarse el pelo hasta casi la altura de los hombros. - ¡Ey! Me estaba quedando linda…

Un día voy a peinarte yo con unas lindas tijeras, sesos de alga. – contestó sonriendo mientras se desarmaba la, bien armada, trenza y se volvía a recostar - ¿quieres que lea?

Como quieras Annabeth, de todas formas no voy a entender nada. – bromeaba con ella y no dejaba de hacerla sonreír como lo hacía él en ese mismo momento. Nadie podía darle tanta felicidad como Annabeth.

Estás pensando en lo que te dijo tu padre. – sentenció levantando la cabeza del pecho de Percy para mirarlo a los ojos. – No tienes porqué preocuparte ahora, todavía no es el almuerzo y ahí es cuando Sally hace entrar en razón a Poseidón, Percy… Estás anticipando mucho las cosas.

¿Y si mi mamá está de acuerdo?

Nunca lo estuvo.

No confío en mi poder de conseguir novia en menos de una semana si esto sale como Poseidón quiere y las cosas solamente van a empeorar. Yo nunca busqué una vida que se venda a todos los medios de "espectáculo", Annabeth y sin embargo estoy haciéndome cargo de miles de historias que no son verdad de mí y de gente que sólo quiere usarme…

Siempre me vas a tener Percy y sabes que voy a estar para apoyarte y ayudarte a encontrar una novia. Pero por favor… ¡Evitemos que sea como Rachel! No soportaba su voz todo el día en esta casa y menos cuando te andaba buscando y tú te escondías en mi habitación. – Percy se echó a reír sin control mientras ella lo seguía recordando cada tarde en la que no quería ver a su antigua novia y entraba corriendo a la habitación de Annabeth acostándose con ella en la cama mientras Rachel recorría, a los gritos, todo el pasillo; entrando en cada habitación sin sospechar que Percy se estuviese escondiendo de ella. – Y si vas a conseguirte a alguien, voy a prohibirte esconderte en mi habitación.

Sabes que eso no va a funcionar.

¿Conseguirte a alguien?

Que no me esconda en tu habitación. – concluyó volviendo a reír mientras la abrazaba más a él e inspiraba el olor a limón que salía de su pelo. – Bueno entonces ¡hoy vamos a aprender arquitectura de Europa en una época muy vieja y vas a hablar de formas de ladrillos, estatuas, etc! Y así empezamos una hora…

¡Percy, Annabeth! – se escuchó a Poseidón a lo lejos y por el tono de su voz los estaba llamando para comer.

En la tarde será, sesos de alga.

Me lo debes, chica lista. – se levantó de la cama y, sin muchas ganas de separarse de Annabeth, se abrazó por detrás de ella rodeando su estómago y apoyando la cabeza en su hombro.

Hasta que los encuentro… Sally dice que quiere que comamos juntos.

Ella siempre quiere eso. Tú nunca lo cumples. – dijo Percy venenosamente desafiándolo.

No pienso discutir cosas que nunca vas a entender, simplemente vamos. Y en tu posición, yo no discutiría mucho.

No soy un niño.

Y evidentemente un adulto tampoco. – sentenció, dándose vuelta. Annabeth se giró para mirarlo pero él no la dejó apartarse y cortar el abrazo, por lo que quedó muy cerca de su rostro y no podía dejar de perderse en esos ojos grises que más que nunca hoy, estaban milagrosamente hermosos y ella… Bueno, se detuvo a admirar más de una vez el rostro de su mejor amiga, pero hoy la miraba de una forma tan distinta.

¡Es que nunca entiendes, no! – le dio un golpe en el hombro y se marchó, cortando el agarre de él sobre su cintura. Sintiendo el frío por primera vez.

En la mesa las cosas estaban demasiado tensas, y ni siquiera su mamá parecía dispuesta a alivianar el ambiente porque estaba perdida en sus propios pensamientos. Y él simplemente esperara a que su papá sacara el tema porque no podía más con los nervios y Annabeth no ayudaba mucho que digamos con la mirada en la ventana que daba al exterior, molesta porque ahora las cosas van a ir peor de lo que podrían haber sido.

Se enfrentaba con su padre sin mirar su plato, observándolo fijamente a los ojos, batallando sobre quién iba a ganar aquello y ninguno hasta el momento sabía de qué lado estaba Sally y ella era la que definía todo al final.

¿Qué pasó ayer, Percy? – habló por fin obteniendo la mirada de todos sobre sus ojos verdes.

Nada de lo que cuentan en los medios, eso lo aseguro. – la mirada de su mamá delataba un sentimiento que era incapaz de comprender.

¿Seguro? Porque esas fotos se veían muy verdaderas y…

¿Otra vez vas a creerle a los medios? – el dolor le traspasó la voz y sintió la mano de Annabeth sobre la suya debajo de la mesa.

No es eso Percy, sabes más que nadie que siempre confié en lo que haces en las fiestas… Pero me preocupa tu modo de divertirte. – se moría por contestarle pero el enojo iba a hacer que dijese cosas que no pensaba – Hablamos con tu papá y… Pensamos que… Lo mejor sería que te muestres un poco más discreto y…

Estás de su lado.

No es así Percy, yo nunca estoy de ningún lado. Simplemente entiendo que esta vez tiene razón, esto no es bueno para nadie y a la larga vas a terminar enfermándote a como sigas así y… Y creo que es bueno que consigas a alguien.

¿Y si no lo hago? – la mirada de Annabeth no estaba haciendo más que advertirle sobre la última vez que se había opuesto a una de las órdenes de Poseidón, ese psicólogo y que lo enviaran el último año a una academia militar y que además, tuviese guardaespaldas todo el tiempo, fue lo más horrible que pudo haberle pasado. Además de que no tenía permitida ninguna salida.

Siempre se puede repetir lo mismo que la última vez, Perseus. No creas que vas a salir ganando. – y por el verde lleno de negro de su papá sabía que no había lugar a discusión, su mamá en cambio intentaba razonar con él.

No lo estamos haciendo en tu contra Percy, pero tenés veinticinco años y es momento de madurar. De establecer algo… Mirá a Jason, él está con Piper y se los vé felices. Además de que sale con ella y nunca provocó ningún escándalo.

O Nico con tu prima Thalia… Siempre se comportan bien en todos lados, Percy. – agregó su padre. – Y Leo, bueno él siempre fue algo conflictivo y que ambos estén solteros no facilita nada.

¡Genial! ¿Ahora vamos a arreglarle la vida a Leo también? ¿Sigue Annabeth luego, verdad? ¿Alguien más quiere venir y que Poseidón se meta a programar cada minuto de vida? – explotó furioso. Annabeth jamás lo había visto así y bajó la mirada porque la incomodidad la estaba matando.

No pienso quedarme soportando estos caprichos. – la voz fría con la que Poseidón dijo todo, ni siquiera podía calmarlo, pero se lo quedó mirando – Escúchame bien, Percy: tenés dos semanas ¡dos! – recalcó – para encontrar a alguien que esté dispuesta a ayudarte a sentar cabeza ¿bien? Y sino, Drew siempre va a estar dispuesta a salir contigo y su familia siempre me cayó bien. Dos semanas en las que no vas a salir ningún fin de semana ¿escuchaste? – luego de que se marchara, miró a su mamá con el enojo reflejado en todo su cuerpo y se marchó de allí, tirando la silla y perdiéndose en algún lado.

Annabeth se quedó mirando el lugar por el que Percy se había marchado y no tuvo ganas de probar ningún bocado más; si bien entendía la reacción de Percy y se molestaba porque tendría que "andar de novio" con una chica y soportar como hace un par de años, verlo abrazar a alguien que no fuese ella y tener que ser completamente discretos cada vez que se daban un abrazo; entendía que era lo mejor para poder controlarlo un poco y que en alguna salida la futura novia podría estar ahí para evitar que se pase de la raya.

Miró a Sally y comprendió lo mal que se sentía por hacerle eso a su propio hijo, y también vio la suplica para que vaya corriendo detrás de él y lo calme un poco antes de que las cosas se pongan peor en la cena o haga lo que hizo la última vez que se enojó con su padre…

Se fugó por dos meses.

Al recordar aquel tiempo se le heló la sangre y se quedó parada frente al único lugar donde Percy podría estar en aquel momento para encontrar algo de tranquilidad. Su mini acuario personalizado con las mejores especies de peces de cualquier tipo de agua y de cualquier forma o tamaño. Ingresó tímida porque aquel lugar no se sentía suyo para nada y no entendía como es que a Percy le gustaba estar allí, con enormes peceras por todos lados y bichos tan raros y grandes…

Quiero estar solo, Annabeth. – salió de su espalda y la tomó desprevenida.

En este momento quiero hacer de todo, menos dejarte solo. – se movió de donde estaba por todo el lugar, mirando con detenimiento cada pez.

No quiero que vengas porque mi mamá te mandó.

Vengo porque no quiero que hagas la primera estupidez que se te cruce por la mente, porque sé que ya pensaste la cosa más idiota del mundo como escaparte o algo así. – notó el sonrojo en su piel y una sonrisa de medio lado.

Sí me extrañaste esos dos meses ¿eh?

Sally te extrañó, sesos de alga, a mí me fue indiferente tu huída. - ¿a quién quería engañar? Muchas noches fueron las que se levantó llorando y muchas más en las que no pudo dormir por el miedo a que algo le haya pasado.

Sí, claro. Eso no fue lo mismo que Leo y Jason me dijeron. Pero como tú digas, sé que sin mí tu vida no es la misma.

Te juntas mucho con Leo…

El tema es, que voy a tener que conseguirme una novia. – finalizó mientras se acercaba a ella y apoyaba su cabeza en el hombro de Annabeth mientras esta entrelazaba sus manos con las de Percy y se veía reflejados en el vidrio de la pecera. Miró a los ojos de Percy y el brillo que surgió repentinamente le dio a entender que tenía una idea en mente y las ideas de Percy nunca jamás de todos los jamases eran buenas. – A menos que…

Ni se te ocurra Percy. No tengo ni idea de qué estás planeando pero que ni se te vaya a cruzar por la mente hacer lo que quieres hacer.

A menos que tú finjas se mi novia.

Y casi se desmayó.