Este drabble también ha sido publicado en Mundo SasuSaku.

Los personajes de Naruto no me pertenecen a mí; le pertenecen a Masashi Kishimoto.


Sr. Ramen, ¿acepta a Naruto Uzumaki como esposo?

—Sigo creyendo que esto es una locura total.

Sasuke Uchiha no pudo evitar sobarse sus costillas debido al codazo de su esposa. Venga, él tenía la razón y todos los lunáticos que apoyaban ese circo estúpido estaban realmente equivocados. Oh, por el amor de los tomates, ¿cómo era posible que las leyes hubieran aceptado tal estupidez? Es decir, el no estaba en contra del amor homosexual, es más, prefería eso al amor de Naruto y… esa cosa.

—¡Sasuke! —alzó la voz Sakura—, la ceremonia está a punto de comenzar. Guarda silencio si no quieres que te deje en abstinencia hasta el nacimiento de Yui. —Acarició su abultado vientre, su nueva arma mortal. El nombrado maldijo en alemán cien veces las malditas hormonas que dominaban a su amada y "frágil" alma gemela.

—Como quieras —expresó entre dientes. Seguía pensando que todo lo que estaba ocurriendo era nada más ni nada menos que un sueño provocado por la ingesta de tomates caducados.

—Shhhhh, está comenzando.

—Queridos hermanos y hermanas, estamos aquí reunidos para presenciar la unión de dos… almas en sagrado matrimonio. —El responsable de aquellas palabras no era un profesional capacitado, era Kakashi Hatake, una opción rápida y barata—. En fin, saltémonos unas cuantas hojitas y vayamos a lo importante. Naruto Uzumaki, ¿aceptas a esta… estructura conformada por sustancias naturales como tu esposo en sagrado matrimonio?

—Sí, acepto. —Hinata, presente en aquella conspiración hippie, según Sasuke, no pudo evitar sollozar fuertemente.

—Y usted, Sr. Ramen, ¿acepta a este joven rubio y desquiciadamente torpe como su pareja hasta que la fecha de caducidad los separe? —El "nombrado" movió, por obra de la naturaleza, un fideo—. En ese caso, los declaro ramen y Naruto. El novio —Miró al rubio— puede besar a la… comida. —El de ojos celestes obedeció las órdenes del pervertido; depositó sus labios sobre los fideos tibios del amor de su vida. Todos aplaudieron, incluso un amenazado azabache. Kushina lloró mientras Minato sonreía con orgullo.

El Uzumaki no podía estar más feliz. Observó a su esposo; sus largos y gruesos cabellos de pasta, sus trocitos de naruto, su perfume de caldo de pollo y sus músculos de puerco lo tenían hechizado. No podía creer lo afortunado que era. Por fin tenía a ese alguien que siempre lo apoyaría, a ese alguien con quien podría concebir pequeños fenómenos humanos con cabellos de pasta, ojos de huevos y pecas de condimentos. Con lágrimas en los ojos abrazó el paquete de ramen. Ese era el día más feliz de su vida.

Dos días más tarde…

—¡Quiero el divorcio! —gritó el rubio con caldo deslizándose por las comisuras de sus labios.

Esa definitivamente había sido la boda del siglo.