¡Ajam!
Si, nuevo record ¡Actualicé mucho antes de lo usual! Jaja, me sorprendo yo misma. De hecho, hace una semana que comencé a escribirlo, y pensaba publicarlo ese mismo día, pero como siempre, tenía weba y soy lenta.
Con respecto al capítulo: Alguito de avance y verán nuevos personajes. Me divertí mucho escribiéndolo, pero ando lenta con la trama. ¡Eh! Prometo que para el próximo capítulo habrá mucho avance :3
Seré sincera, publicaré capítulos más cortos que esto, así actualizaré constantemente.
Quisiera informales que ando apagada un poco con el fandom de Naruto (Puto Kishi que no me dio MadaIzu ): ) Jaja ok no, es solo que ya no es lo mismo que antes, y mi fangirleo con el Uchihacest anda dormido ¡Necesito estimulación! Jaja.
Además, como les mencioné con anterioridad, estoy en otros fandoms y escribiendo de ello, aunque sé que no habrá muchos lectores que los seguirán porque uno de los fandom es de un anime viejo, y solo lo escribo por una amiga del facebook (Ok, también porque me gusta mucho escribir de ello jaja), ehhh también anime nuevos :3 Aunque no sé cuándo publicarlo... Ok, eso no viene al caso. El punto es que por eso, no siempre voy a escribir Uchihacest/Senjucest, pero no quiere decir que no vaya a seguir publicando fanfics de ello.
Mmm que más... ¡Gracias por los reviews!
Encontrarán alguna que otra cosa mal redactada XD Siempre sucede esto LOL.
¡Disfrútenlo!
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La semana de iniciación laboral ha comenzado; para muchos, las vacaciones de verano han finalizado con éxito, mientras que otros se completaron no con buenos resultados. Un hombre recostado aun en la cama, arropado de pies a cabeza, comenzó abrir los ojos poco a poco, quitándose las sabanas de su cabeza. Se fijó por la ventana de su habitación, que estaba a punto de amanecer. Su reloj biológico le avisaba que era alrededor de las siete de la mañana; al notar en el despertador, ya marcaban las seis y cincuenta cinco. Bostezó levantándose de inmediato y quitando las sabanas por completo, estirándose un poco y colocándose las pantuflas y yéndose despacio hasta la puerta de su habitación. Siguió bostezando por todo el pasillo hasta que llegó a la puerta del baño. Antes de entrar ahí, decidió primero ver cómo está su hermano, que aún dormía en el sillón de la sala; comenzó a fijarse que no había señales de su hermano.
— ¿Izuna?
Entró a la cocina y comenzó a revisar algunas ollas. En eso vio una nota en la repisa, la tomó y comenzó a leerlo:
"Madara, dejo el desayuno listo. Disculpa por no comer contigo pero como seré el nuevo en mi trabajo, debo estar allá temprano…"
Sonrió. Nuevamente se dirigió al baño para asearse. Ciertamente, la convivencia con su hermano menor ha sido buena, pero sin embargo, aún no han entablado una relación normal, de más confianza y un poco más libre de presión entre ellos, sobretodo porque hay temas pendientes que hay que discutirlo, pero aún no era el momento, no para él.
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— ¡Tobirama, préstame tu carro! ¡No seas malo! —rogó el mayor de los hermanos Senju mientras su siguiente hermano preparaba la comida. —No acepto un "No" como respuesta.
—No. —Ignoró a su hermano mayor y tomó los recipientes de comida para dárselos a sus hermanos menores. —Tomen sus almuerzos. —Kawarama e Itama lo tomaron. Luego Tobirama volvió a mirar a Hashirama, como si esperara una respuesta de él. —Ya deberías irte.
— ¡Tobirama!
— ¡¿Qué quieres?! —el mayor dio un paso hacia atrás de manera defensiva, y una gota en la sien comenzó a caer.
— ¡P-Por favor! —el mayor colocó sus manos en los hombros del albino apoyándose, y también rogándole aún más. Los hermanos menores veían con vergüenza la escena. A veces le daba pena como el hermano mayor se doblegaba tanto. Tobirama lo miró por unos segundos y suspiró.
—Bien… —sacó las llaves de su bolsillo, entregándosele en las manos. —Te lo presto con la condición de llevar a Itama y Kawarama al colegio.
— ¡De acuerdo!
— ¿Nii-san nos llevará? Pero él conduce horrible. Por eso chocó su carro. —comentó Kawarama en espera a su muerte imaginaria.
—Gracias, hermanos por el apoyo. —dijo Hashirama con decepción hacia la falta de apoyo en su casa.
—Pórtense bien. —Dijo el albino al ver como sus hermanos menores salían del apartamento un poco preocupación; luego dirigió una mirada fulminante y amenazante a Hashirama, cosa que este se palideció. —Si chocas mi carro, haré que lo pagues no solo con el dinero, sino con tu vida.
Llegando hasta el estacionamiento abrió la maletera colocando sus pertenencias de trabajo. Luego se acercó hasta el volante encendiendo el carro.
—Maneja bien, hermano. No queremos morir tan jóvenes. —El mayor trató de controlarse pero en parte tenían razón.
—No los voy a matar, hermanitos.
Dejando a sus hermanos en la escuela, se dirigió hasta la clínica, estacionando el carro. Suspiró y comenzó a colocarse la bata y el carnet de identificación. Su especialidad era la gineobstetricia y estaba haciendo una especialidad en pediatría. Amaba a los niños, y ciertamente deseaba ser padre, pero con su condición veía esa meta muy lejana. Además, si en tal caso pudiese adoptar a un niño en un país donde los homosexuales tuviesen la posibilidad de ser padres, no podía, había otra complicación… Madara. Él siempre ha dicho que no le interesa ser padre, no le agradaba la idea y no pretende serlo jamás. Esas palabras lo entristecieron, ya que esperaba formar una familia con él en el extranjero. Aun así, decidió estar con él sacrificando su deseo.
Entrando a la puerta de la clínica, varias mujeres esperaban la llegada de él
—Doctor Senju, buenos días. —saludaron las pacientes desde la sala de espera, Hashirama se inclinó para saludarlas.
—Hashirama… Buenos días. —se acercó una pelirroja sonriente.
—Mito… ¿Cómo has estado?
—Bien, supongo. —le entregó una carpeta. —Esta semana tenemos varios pacientes. —Hashirama vio de reojo toda la labor que le tocaba hacer.
— ¡Comencemos!
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Entrando a su sitio de trabajo en el departamento judicial, donde los acusados no tienen la posibilidad de pagar un abogado privado, el gobierno le cederá uno gratis. Vio algunos papeles y carpetas en su escritorio; dio un suspiró y comenzó a revisar.
—A ver… ¿Qué cliente me tocó esta vez? —leyó el historial y dio un quejido a ver el asunto de su cliente. Cerró los ojos para tranquilizar su enojo, cerrando la carpeta y yendo hasta la celda. —Lo que tengo que hacer para ganarme la vida. —vio a su cliente temporal sentado en el suelo en una celda de la comisaria.
— ¿Usted es mi abogado? —preguntó el acusado al ver a Madara del otro lado de la reja. Se levantó y se acercó hasta él.
—Según tengo entendido. —trató de no darle una mirada fulminante. —La información que tengo de su caso; usted golpeó a un hombre porque…
— ¡Porque es un enfermo gay! ¡Se lo merecía!
— ¿En serio? —apretó fuertemente la carpeta que llevaba en la mano. —Usted sabe que es penado las agresiones por discriminación, ya sea por religión, sexo, ciudadanía, discapacidad, u orientación sexual, ¿no?
—Sí, bueno… —cerró los ojos. El solo la idea que lo encierre por varios años por ese motivo le aterraba. —Pero usted es mi abogado, ¡debe sacarme de aquí!
—Hablaré con el fiscal para saber si hay trato con la otra parte. —dio la vuelta y caminó hacia la salida, no sin antes darle una información. — ¿Sabías que se está muriendo por la paliza que les dieron?
— ¿En serio? Uno menos. —al escuchar eso, Madara apretó sus dientes y las manos, trató de controlarse y respiró varias veces.
—Si ese chico muere, nadie los ayudará.
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En una oficina cerca de la ciudad, un hombre de prestigioso atuendo, revisaba constantemente algunos documentos entregados hace días. El joven Uchiha se encontraba del otro lado del escritorio, esperando con ansiedad la respuesta de esa persona. Comenzaba a sudar y el traje que tenía puesto aumentaba más la temperatura de su cuerpo. Sus manos jugueteaba constantemente entre sí en respecta a su reacción, cosa que el hombre mayor notó.
—Fuiste uno de los mejores en tu promoción. —leyó todo los documentos traídos de joven Izuna. Lo leía con mucho interés.
—Muchas gracias.
—Pero, no tienes mucha experiencia.
—Sí, bueno. Espero que con los conocimientos adquiridos, pueda estar capacitado para el puesto.
—Usted es recomendado por un buen amigo y puedo aceptar que él tenga un buen ojo para elegir trabajadores; sin embargo, eso no quiere decir que te daremos el puesto de inmediato. —colocó los documentos en su escritorio. —Además, por su falta de experiencia laboral, empezaras un poco abajo. —se levantó de su asiento. —Tenemos ingenieros con mucha experiencia y son ya residente. En tu caso, serás el ingeniero asistente de uno de ellos, y así podrás obtener experiencia. —comenzó a caminar hasta el Uchiha, apoyando su mano en su hombro. —Te presentaré algunos…
Dirigiéndose a las afuera del edificio, donde muchos obreros e ingenieros trabajaban arduamente. El jefe al pasar, los trabajadores inclinaba la cabeza en señal de saludo y respeto. Un hombre hablaba con otros constructores, señalando cierta parte de la construcción con muchos planos en una mesa de Madera.
—Yahiko. —llamó el dueño de la empresa. Este volteó a su llamado.
—Jefe… —un hombre de cabello color anaranjado, y unos ojos plateados se acercó hasta su cabecilla, inclinándose para saludar.
—Te presento a Uchiha Izuna. Él será tu ingeniero asistente. —este se inclinó para saludar.
—Mucho gusto.
—Soy Sada Yahiko. Soy el ingeniero residente de esta obra.
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En el cafetín de la clínica, dos colegas descansaban de un largo labor; no hubo un momento de descanso en toda la mañana. Habían pedido dos café fuerte para terminar de despertar.
—No quería que aún terminara las vacaciones. —dijo la pelirroja revolviendo el café con la cuchara, esperando que la azúcar se disolviera.
—Oh vamos, tú amas tu profesión, ¿por qué esa queja?
—No disfruté del todo el descanso. —dio un sorbo. Miró a Hashirama y sonrió de medio lado, acordándose de la información. — ¿Y a ti? ¿Cómo te fue con el hermano de Madara?
—Creo que bien. —una gota en la sien se formó, recordando el primer escenario del hermano de su pareja. —Al principio tenía una línea separadora imaginaria hacia mí, por ciertas circunstancias que ocurrieron entre nosotros.
— ¿Qué clase de circunstancia?
—Es que… —se sonrojó un poco. —Le quité la toalla y lo dejé desnudo.
—Oye, sabía que no eras santo, pero tampoco creí que eras un depravado, Hashirama.
— ¡No me digas eso! ¡No tú! —apuntó con aún con más vergüenza.
—Con más razón trazó esa línea.
—Es que pensé que era Madara. Se parecen mucho de espalda. —tomó un sorbo de su café desviando su mirada, tratando de no pensar de esa vergüenza que pasó con su cuñado. —Por cierto, ¿por qué no disfrutaste tus vacaciones? —preguntó algo curioso y a loa vez preocupado. Mito solo suspiró. En realidad no tenía muchas ganas de hablar de ello.
En ese momento la alarma en su bolsillo sonó anunciando que el descanso acabó y que nuevos pacientes los esperaba.
—Luego te cuento.
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—Ya llegué, Madara. —Se quitó los zapatos y se colocó unas pantuflas. Al no recibir una respuesta, siguió buscando a su hermano por todo el apartamento. —Oh, no ha llegado.
Se quitó el saco dejándolo en el sofá. Fue hasta la cocina subiéndose las mangas de la camisa y colocándose un delantal. Sacó algunas ollas y se dirigió hacia la nevera sacando algunas verduras, y finalmente hacía la gabetera para buscar otros ingredientes.
Los hermanos habían quedado que se turnaban para hacer el desayuno y la cena cada día, ya que en el almuerzo lo hacían afuera.
Mientras que Izuna lavaba las verduras, comenzó a recordar todo lo que vivió en la empresa, el buen trato, y un gran colega que lo ayudaba a prepararse más. Luego, un vago recuerdo llegó a su mente, de unos días antes de venir a Tokio.
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Izuna al colgar el teléfono después de haber hablado con un colega se dirigió hacia la única persona que se encontraba en la casa… Mikoto. Sabía que no era su verdadera madre, sin embargo lo crió desde que era un bebé luego que accidentalmente sus padres murieron en la carretera.
—Mamá, ya encontré un trabajo
— ¿En serio? ¿En dónde?
—En Tokio.
— ¿T-Tan lejos? ¿Y cómo te mantendrás si aún no tienes cómo sustentarte? La capital es muy activa y muy difícil, Izuna.
—Es que… —pausó por un momento. Pretendía mentirle pero le costaba mucho hacerle eso ya que ella siempre se portaba tan bien con él, y lo había tratado como a un hijo. —Me quedaré en la casa de alguien.
— ¿Conoces a alguien allá?
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—Ya llegué, Izuna. —el menor salió de sus recuerdos y se dirigió hasta la puerta.
—Bienvenido.
— ¿Estás preparando la cena?
—Sí, bueno, esta noche me tocaba hacerla, ¿no?
—Sí, tienes razón. Mañana me toca a mí.
Madara preparó la mesa, colocando los platos y llevando parte de la comida ya lista.
—Itadakimasu…
Empezaron a comer. Madara tenía una mirada tranquila y acogedora; normalmente a la hora de cenar siempre lo hacía solo, a veces estaba en compañía de Hashirama, pero mayormente lo pasaba con sus hermanos menores, así que ya se había acostumbrado a comer solo por las noches; ahora, está disfrutando cada momento en compañía de su hermano menor que hacía tanto tiempo que no veía, aunque le gustaría que lo llamara "hermano" como en el pasado. Por otro lado, Izuna al verlo comer junto a él era algo que añoraba desde hace años, como lo hacían anteriormente. Sonrió al recordar varios momentos, aunque era muy pequeño para recordar con exactitud, aun así en su memoria guardó varias escenas donde su hermano mayor le daba de comer en la boca una vez que tuvo una fractura en su muñeca y no podía tomar los palillos.
Nuevamente volvió a perderse en uno de sus recuerdos antes de venir a Tokio. Quería saber más de él y porqué se fue de Okasa.
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— ¿Él? ¿Pudiste localizarlo? ¿Cómo está?
—Supongo que bien. Dijo que es abogado. No hablamos mucho, no tenía suficiente dinero para instalarme hablar con él.
—Qué bueno que esté bien. —dio un suspiro. —Izuna… —nombró para llamar la atención de su "hijo" —Cuando le cuentes a tu padre… Por favor, no le digas que hablaste con Madara y mucho menos que te alojarás con él.
El menor desvió su mirada, nunca supo por qué su "padre" no le gustaba hablar sobre Madara.
—Nunca entendí lo que ocurrió. —Mikoto se sentía mal en esa situación; como le hubiese gustado decirle todo, pero Fugaku prohibió que se hablara de ello en la casa.
—Sé que tienes derecho a saberlo, pero no soy la indicada para contártelo.
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— ¿Izuna?
— ¿Qué?
—Te pregunté algo, ¿estás bien? Te noto algo distraído. —comentó el mayor de los hermanos al ver que su hermano se había
—No, solo pensaba. ¿Qué me preguntaste?
— ¿Cómo te fue en tu primer día?
—Empecé como asistente de otro ingeniero.
— ¿Qué?, ¿por qué? Eres un ingeniero igual que los demás.
—Mi jefe me digo que es porque no tengo experiencia laboral, y por lo tanto así podré adaptarme y tener experiencia.
—Me parece algo tonto. No te mataste estudiando para ser el mayordomo de otro de tu mismo nivel.
—Asistente.
—Es lo mismo. —Izuna rió. Le parecía divertido y en cierta forma agradable que su hermano lo defendiera. Le recordaba mucho el pasado.
—Está bien, Madara. —con una sonrisa en su rostro, trató de cambiar el tema. — ¿Y a ti? ¿Cómo te fue?
—Mal. —el mayor bufó con molestia, recordando al sujeto que está obligado a defender. —Ser abogado implica guardar todas tus ideologías sobre el mundo, solo para tratar de salvar a las personas más estúpidas que acabará con el planeta.
—Que exagerado. —rió. — ¿Es un contaminante ambiental o qué?
—Más o menos. No hay mucha diferencia.
—Yo creo que no podría ser abogado. Mi forma de pensar es algo testaruda y querer guardármela solo porque no me lo permite mi profesión, sería algo irritante. —rió.
—Se aprende, aunque al principio es difícil. —Izuna volvió a reírse. Ciertamente le costaba pensar que su hermano pudiese aguantar tantas personas que no tiene su misma ideología. —Pronto dejaré de trabajar con el gobierno y tendré mi propio bufete de abogado.
—Claro que sí. —tomó su mano en señal de apoyo. Madara devolvió el gesto con una sonrisa tranquila.
—Me alegro que estés conmigo, Izuna... —los dos se miraron y hubo un silencio. Ciertamente, y a pesar de que en el pasado eran muy unido, aún les costaba adaptarse en uno al otro, los dos han cambiado, y por varios años —Este fin de semana deberíamos salir juntos, y así te muestro la ciudad.
—No lo sé, Madara. Posiblemente tenga mucho trabajo —suspiró del cansancio. Se acordó que el día de hoy tenía mucho trabajo que hacer, y no se podía imaginar lo que le tocaba esta semana.
—Oh vamos, solo será un rato. —en eso se escucha la puerta al ser tocada varias veces. Izuna mira varias veces y se levanta.
— ¡Un momento! —cuando abrió la puerta se encontró a dos hombres bien vestidos. El más alto lo miraba fijamente, como si lo estuviese analizando.
—Hm... —fue el único sonido que salió de su boca. El menor de los Uchiha frunció el ceño. No le agradaba para nada que lo mirara de esa forma, como si fuese un bicho raro que apareció de la nada en el apartamento.
—Oh… "Así que el puto de Madara ya anda engañando al otro puto de Hashirama con este puto…" —rió el más bajo de los dos, con una sonrisa burlona.
— ¿Qué se les ofrece? —preguntó Izuna con desconfianza.
El moreno levantó una ceja y lo miró de arriba hacia abajo, como si lo estudiara
"Es más enano que ese Senju… Aunque se parece mucho a Madara…"
— ¿Está Madara?
El nombrado se levantó de la mesa dirigiéndose hasta la puerta, verificando si eran las personas que pensaba que era cuando escuchó sus voces. Frunció el ceño cuando se pudo confirmar sus sospechas.
"Ustedes…"
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Continuará…
¿Quién será ese par que llegaron? Averígüenlo en el próximo capítulo (Espero que no me tome mucho para escribir)
¡Apareció Pain! Sip, él tendrá una situación importante en la trama :) (Lo hago en honor a mi fanfic borrado "Gramos de alegría" TwT)
Espero que lo hayan disfrutado. Nos vemos :)
Edades de los personajes:
Madara (30), Hashirama (30), Izuna (25), Tobirama (27), Mito (30), Itama (14), Kawarama (16), Yahiko (28)