Habían pasado ya más de 10 años en los que Peeta Mellark aún no se creía que Katniss Everdeen haya aceptado ser su esposa. Durante años la observaba silenciosamente, dando por hecho que algún día de aquellos este le hablaría por primera vez. Después de la boda su relación se formalizo más que nunca, ellos se amaban el uno al otro, el chico contaba que ese día había sido el mejor de su vida, aunque claro nada comparado con las fantasías de sostener un pequeño bulto que haya sido el fruto del amor de los dos. Siempre soñó con tener hijos con aquella chica de la Veta, pero solo había un detalle: Ella se negaba rotundamente a quedar embarazada. Intento hablarle varias veces, convencerla de que todo había acabado, que ya no había por qué temer, y así era, Snow tanto Coin estaban muertos, el único miedo que se podría sentir es el de las pesadillas, miedos que solo pasaban alrededor de una sábana. Todas esas palabras, llenas de verdades podrían hacer cambiar de parecer a cualquiera, excepto a ella, la respuesta era siempre la misma, un rotundo no. Ante sus intentos fallidos se convencerla con palabras decidió dejarlo por la paz, cada vez que comenzaba de nuevo ella sacaba chispas por los ojos, más que harta de las mismas palabras. El panadero se dio cuenta a tiempo de que estaba presionando demasiado a su amada esposa, por lo que después del último no, simplemente ya no dijo nada, estar casado con ella era más de lo que podía pedir incluso en sus sueños más atrevidos, eso era suficiente para él.

Una tarde en la que estaba en la casa de su ex mentor, el alcohólico de Haymitch, las dudas saltaron.

-¿No piensan tener hijos nunca? Pregunto el, de la nada.

-Es complicado… Se limitó a decir el chico de ojos azules.

-Con que complicado...

-Es Katniss.

-Lo supuse. No es tan difícil darse cuenta si cada vez que te veo cerca de un niño tu mirada se ilumina, ¿Tú quieres tener hijos o solo te quedaras observándolos?

-¡Por supuesto que sí! Exclamo el, con una sonrisa soñadora. -Pero si ella no quiero no tengo por qué obligarla. Respondió cabizbajo, él tenía muy claro que la chica desde hace tiempo se había negado a tener hijos, y aunque el los quisiera más que nada nunca la obligaría hacer algo que no quería.

-¿Has pensado en seducirla? Pregunta curioso Haymitch.

-¿Seducirla?

-No exactamente a lo sexual, si no a hacer que tenga un amor los por niños, y así no pueda negarse.

-No lo sé, tal vez pueda intentarlo. Dice animado el chico, puede intentar eso, no sería obligarla si no molestarle lo bello que sería tener un hijo, de momento recuerda un detalle. -Pero siempre que tenemos intimidad usa protección, aunque lo consiguiera no quedaría embarazada de ninguna forma.

-Tómala desprevenida.

-Creo que podría funcionar. Dice Peeta, emocionado por la nueva idea.