Personaje: Cyborg
Summary: Cada cierto tiempo había en el equipo algún Titán desdichado que desease que la tierra se lo engullera sin masticarlo. Lamentablemente para ellos la misma tierra se encargaba de escupirlos apenas probarlos.
Nota: Serie de oneshots que en su mayoría tendrán continuación.
TeenTitan no me pertenece y yo lloro por eso.
VERGÜENZAS
Momento vergonzoso número III: Cumpleaños ajeno.
Hace un mes Cyborg había creído lo que era enrojecer hasta los circuitos… Ahora se daba cuenta de que eso era insignificante comparado a lo que estaba padeciendo en ese mismo instante.
Porque sí, había pasado pena y culpa cuando Raven le había hablado –a gritos he de añadir– en alguna lengua incomprensible para todo el sexo masculino, no sólo del mundo, sino que también de todos los universos habidos y por haber. Únicamente Star había entendido parte de ello, y eso porque la propia gótica había censurado las partes más relevantes de su historia.
En efecto, fue una situación incómoda y horripilante que ahora le parecía el paraíso. Raven era realmente malvada, pero comparado con esto era un simple, hermoso y esponjoso conejito blanco haciendo sus gracias diminutas en la alfombra de la sala… un conejito blanco que era superado con creces por esta terrible cruza de bestias mitológicas.
Porque esto distaba de ser un pequeño mamífero; esto era un enorme, furioso, irritado y agresivo hibrido de dragón cruzado con hembra de basilisco, que aventaba fuego, escupía veneno y... hacía sus monstruosas gracias tamaño colosal en la alfombra de la sala...
La bestia hacía de todo para amedrentar a su presa: fruncía el ceño y abría las fauces ferozmente para demostrarle lo que era el verdadero temor, chorreando lava venenosa a través de su afilada hilera de colmillos, rugía y aleteaba, imponiéndose ante todo ser que lograse ver. Ningún antiguo caballero de la mesa redonda, ni el Rey Arturo, ni el mismo Merlín, hubiesen aceptado adentrarse a la perturbadora aventura de enfrentar al hibrido que en ese mismo instante le miraba con los ojos desorbitados y se saboreaba a que sabrían sus circuitos ahumados.
Lo peor del asunto es que él no tenía un ejército que le ayudase a enfrentarlo. Ni si quiera ningún amigo que le apoyase escondido entre los matorrales y rezase por su miserable y tecnología vida. No, nada de eso. Él estaba sólo y desamparado, defendiéndose con pequeño y delgado palito de madera que ardería cómo alma en el infierno cuando el venenoso dragón escupiese fuego sobre él y su inútil arma.
Tembló involuntariamente. Si, definitivamente a Raven le tenía el exagerado temor sano y común que a cualquier mujer en la vida se le debe de tener en todo momento; pero a éste ser no podía tenerle el temor común y corriente reservado exclusivamente para las mujeres. A ésta mamá gallina – porque sí, era una madre de familia quien le atormentaba – se le debía de otorgar el título al ser más poderoso y temible de la galaxia… o del universo.
Porqué ella –sí, ella en cursivas para demostrar la magnitud del asunto – no paraba de darle la reprimenda de su vida. A grito pelado. En público. Solo. Sin apoyo de sus amigos, ni nadie que le auxiliase. Mientras había infantes de cuatro o menos años llorando y otro grupo de madres de familia lo fulminaban con la mirada. En cambio, los únicos que no le veían mal era el grupo de paramédicos que se llevaban a lo que hace unos momentos había sido un payaso alegre y juguetón… y esto porque estaban más centrados en intentar que el payaso no estirara la pata y llegase vivo al centro de salud más cercano. En resumen el ahora ex querido Titán estaba pasando un trago amargo, agachando la mirada, mientras una señora de un metro con cincuenta centímetros de estatura parecía ser más alta que la Torre T, sin que sus amigos se dignasen a responder por él. O mínimo a averiguar si aún seguía vivo.
Porque sí, los muy malitos habían huido, y estaba seguro que ahora ellos estaban a kilómetros de distancia respirando entrecortadamente en la cómoda y segura guarida en forma de T, mientras el sufría algo que ni siquiera había sido su culpa. Sufría algo que había sido culpa de la gótica, y que ahora creía firmemente que esto había sido llevado a cabo con alevosía, dolo y traición por parte de su querida "hermanita" para vengarse de cualquier cosa que hubiese hecho ese día que regreso como si fuese una fiera.
Y afirmaba eso con vehemencia, pues no por nada Raven había sorprendido a todos ese día diciendo que quería ir a jugar un poco de fútbol americano en el parque esa misma tarde. Cosa que todos le creyeron la mentira y cayeron como bobos en su trampa… o bueno, al menos él era el bobo que sí cayó en la trampa… y aunque eso sonase exagerado, e inclusive algunos dirían que tal vez la cuervo sólo quería ejercitar un poco al aire libre, la evidencias lo respaldaban, porque si había una cosa que todos ellos sabían sobre Raven en el equipo era que ella jamás lanzaba el balón al lugar equivocado… ¡JAMÁS!
Pero está vez así lo hizo al momento de pasarle el balón, ocasionando que cayera en quién sabe dónde, haciendo que él – la ahora víctima – se ofreciese a ir por el balón junto con el mutante. Mutante que al ver la escena antes que Cyborg – escena en dónde había una tarta de chocolate arruinada; en dónde el payaso (con alergia al cacao) se convulsionaba violentamente mientras era auxiliado por una ama de casa en lo que llegaba la ambulancia; y dónde especialmente había un centenar de niños llorando espantados – había decidido huir convertido en una libélula sin avisar a su amigo, pues ya se había enfrentado a situaciones parecidas y sabía que era él o el robótico quien sobreviviría a esa situación. Obviamente decidió por él muy cabrón, pensó Cyborg cuando se dio cuenta muy tarde en dónde había ido a caer.
De Star Fire y Robin no quería ni hablar. Sí, siempre había sabido que el petirrojo asustado podía ser igual de miserable que Chico bestia, pero jamás lo llegó a pensar de la alienígena, la cual al igual que Robin sólo lo había visto a lo lejos y, ambos haciendo como que no lo veían, se alejaron de puntitas caminando hacia atrás, esperando no ser notados por ninguna persona ahí presente.
Y ahora estaba él ahí desde hace unos cuarenta minutos, sonrojado, apenado, con nauseas, esperando – siempre parado, con la cabeza gacha y las manos inertes en los costados – su cercana muerte, mientras una señora de mediana edad, bajita y con el cabello rojizo por la tintura, le gritaba a todo pulmón, mientras todos los transeúntes le miraban con lástima y los invitados de la fiesta lloraban o le miraban asesinamente –a excepción del payaso, que posiblemente estuviese agonizando por el chocolate dentro de la ambulancia – señalándolo cómo un ingrato sin corazón.
Sip, hace un mes Cyborg creía saber lo que era enrojecer hasta los circuitos. Ingenuo de él, pues ahora definitivamente sabía lo que era que estos ardieran al rojo vivo.
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¿Pueden creer que tenía esto listo desde hace meses pero se me olvido subirlo? Si no es porque decidí actualizar mi otra historia no me habría dado cuenta D:
Bueno, con este one shot tuve un disgusto, ya lo había escrito antes, pero miserablemente no se qué pensaba que antes de cerrar el archivo no lo guardé. Se me arrugó la cara de tal payasada, en especial porque me había gustado mucho como quedó.
¡Argh! ¡De sólo acordarme me estiro las greñas!
Bueno, pero al menos logré acordarme de lo que más quería poner, así que no es lo mismo, pero igual no está mal este escrito (¿Cierto? ¡CIertooo? D:)
Bueno, una disculpa de nuevo por la tardanza, esto no debería de haber pasado –estrella la cara contra la laptop–
¡En otras dos semanas el otro once shot!
¡Wuuu!
–Gira en la imaginaria silla –
¡No leemos pronto!
Saludos,
Pichón Salvaje