N/A: He puesto un poco de mis sentimientos en este capítulo, porque me he dado cuenta que lo que Bélgica siente por España y la relación que tienen me hace recordar a lo que yo siento por alguien y las cosas que me ha dicho. Supongo que no tiene importancia que ustedes sepan esto, pero así soy, me gusta compartirles mis angustias a los desconocidos.


| No más |

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"Es escalofriante, tenerte de frente, hacerte sonreír…"

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. Anhelo .

Suspiro…

—Como quisiera tener un día libre de esto…

Los fuertes rayos del sol a pleno medio día, le estaban dando directamente a la cara mientras intentaba tender esas pesadas sábanas blancas y húmedas que recién lavó junto a otras ropas del mismo color. Llevaba casi toda la mañana entera haciendo lo mismo, tallando y fregando con sus manos aquellas prendas de su jefe Antonio y del niño Lovino, más las sábanas y las cortinas de cada una de las habitaciones de la casa…

Esto de hacer los quehaceres domésticos era una cosa de a diario para Bélgica desde que llegó a vivir a casa de España, y aunque no suele quejarse de éstos porque algunas veces se entretiene haciéndolos, hoy estaba exhausta y sin ganas de seguir lavando y tendiendo ropa en aquel vasto patio. Le gustaría poder olvidarse de su papel como "ama de casa" por un día entero, y pensaba que sería lindo que España y Romano la trataran como una reina aunque sea por una vez en su vida…

Se ha detenido un momento con las manos dentro del canasto con ropa y sábanas húmedas, mientras su mente se pierde en un nuevo universo alterno… otra vez, en un sueño donde todo es como debería ser.

Sacudió su cabeza cuando esa nueva fantasía se hizo presente en su imaginación, y se regañó a sí misma para alejarse de esos pensamientos en donde España, de quien aún sigue enamorada como una tonta, llegaba a aligerar su trabajo y a decirle que parara de tender la ropa que con tanto esfuerzo lavó, porque él lo haría por ella, él se encargaría de tender las prendas en su lugar. Y él la observaba con una bella sonrisa y la besaba en los labios cuando ella intentaba ayudar…

Esas cosas no pasaban en la vida real, porque España aún no ha acostumbrado el ser tan "amoroso" con ella, o eso es lo que Bélgica se dice a sí misma cuando piensa en el asunto.

Se supone que ahora son algo parecido a una pareja, pero no quiere presionarlo a hacer algo que no nace en él todavía, porque eso no estaría bien. Supone que esto de tomar un ritmo para comenzar con los arrumacos en la relación se lleva su buen tiempo.

Hay algunas veces en que siente que sus días con España se agotan y lo perderá en un dos por tres, porque están casi a finales del siglo XVII, y las cosas entre él y otras naciones no van para nada bien, empezando por su hermano Holanda y el señor Austria… Bélgica siente que es solo cuestión de poco tiempo para que ella deba separarse de él, y quizás si eso sucede, no lo volverá a ver en muchos, muchos años…

—Esta relación no es normal… ¿o sí? —se preguntó al terminar de tender una de las sábanas limpias, y cogió otra más para seguir haciendo lo mismo. Suspiró de nueva cuenta cuando no supo qué responder a esa pregunta que acaba de hacerse.

Su relación con España no es lo que ella esperaba, pero sus sentimientos por él seguían siendo los mismos. Era muy difícil para ella intentar borrar algo que ha atesorado por tantos años. Aunque, tal vez no debería apresurarse, porque apenas tienen casi tres semanas de estar "juntos", y quizás él no está acostumbrado a una relación como esta… No es como si ella fuese una experta en el asunto de todos modos, en el amor Bélgica aún es muy ingenua y seguro que él ha tenido un poco más de experiencia que ella.

Seguro que con el correr de estos días, esas demostraciones de afecto que ella cree necesitar como la joven enamorada que es, no tardarán en llegar a su vida sentimental.

...

De vez en cuando, España ha de sorprenderla con un beso en la mejilla mientras cocina… Algunas otras veces le da un abrazo por detrás y le da las gracias cuando ella limpia su oficina, y todos los días le da un beso en la frente cuando llega la noche y ya es la hora de irse a dormir. Él no se ha dado cuenta aún, pero en todos estos días que han pasado, sus labios jamás han tocado a los de ella. Sin contar ese beso de arrebato que le dio cuando ella confesó sus sentimientos hacia él.

No es algo que él quiera realizar a propósito, simplemente es despistado y lamentablemente, no se ha dado cuenta de lo mucho que Bélgica desea que él la bese…Hasta ahora España no ha sentido esa necesidad de hacerlo, pero esto es algo que ella no debe saber de él, no aun.

...

Una noche mientras España llevaba a Romano hasta su habitación a dormir, el pequeño italiano un poco consternado, se decidió por confesarle algo que le había estado abrumando la conciencia desde hacía horas. Resulta que esa tarde mientras España salió a atender unos asuntos, Bélgica le había estado insistiendo al niño que ya era momento de que se diera un baño, y éste por flojera o mera travesura, no quería aceptar la idea de estar limpio y presentable. Después de todo, ¿quién en estos días se baña? Pensó él, hay gente en el pueblo que olía mucho peor que él y a ellos nadie les decía nada.

Bélgica persiguió a Romano por todo el segundo piso de la casa, entre divertida y desesperada por no poder alcanzarlo, y en el momento justo en que Romano bajó corriendo las escaleras y se mofó de ella de forma inocente, la belga intentó hacer lo mismo que él y sin quererlo tropezó en el último escalón con un fuerte torzón de tobillo. Por esta razón, Romano había estado tan consternado por el resto del día, creyendo que era culpa suya el hecho de que Bélgica hubiera tenido ese accidente. Recordaba que ella se quejó mucho cuando cayó al suelo, pero le pidió que no se preocupara… Aún parecía dolerle cuando caminaba.

—Bueno, sólo se torció el tobillo. A todos nos ha pasado, ¿no es así? Estoy seguro que Bélgica va a estar bien. —comentó España —. No debes preocuparte.

—Si tú lo dices…

Romano comenzó a sentirse mejor consigo mismo después de haber hablado sobre el tema, y pensó que si España no parecía preocuparse como él, entonces él tampoco tenía porqué hacerlo. ¿Para qué agobiarse? El mayor tenía razón, todo fue un simple accidente y lo de Bélgica no debió haber sido algo grave.

—Buenas noches, Romano.

—Adiós, bastardo.

El chico español sonrió al despedirse del menor, y abandonó la habitación con un candelabro en mano hasta la suya propia. En realidad no tenía ganas de dormir, pero intentaría conciliar el sueño de alguna forma u otra.

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Bélgica por su parte, trataba de todas las formas posibles el acomodarse en la cama después de haberse vestido con un camisón de dormir blanco y de tela ligera. Una vela con luz tenue iluminaba las penumbras de su habitación, y entre apartando las sábanas y todo eso que hacía para acomodarse en la cama para dormir, su tobillo lastimado rozó con el colchón y el dolor de su caída volvió otra vez a ella psicológicamente como cuando se dobló el pie. Era una sensación demasiado incómoda y punzante que no la dejaba para nada tranquila…

Hace un rato buscó por toda la cocina y la alacena, esa pequeña pomada que era especial para los moretones y accidentes. Solía usarla mucho para esos momentos en los que Lovino se caía y se raspaba, o cuando ayudaba a Antonio a curar sus heridas de batalla. Hoy que fue ella la del accidente era su turno de usarla, pero lamentablemente no encontraba la pomada por ningún lado… seguramente que España la tenía guardada en alguno de los muebles de su alcoba.

Así que sin poder soportar más ese dolor en su tobillo, decidió ir hasta la habitación del moreno con la intención de pedirle prestado ese ungüento. No quería quitarle mucho tiempo, y esperaba que él no se hubiera dormido todavía.

Cuando llegó a la habitación, aguardó silenciosa frente a la puerta buscando la manera correcta de pedir permiso para pasar. Tocó la madera unas tres veces seguidas y sin esperar una respuesta de verdad, tan solo giró la perilla e inhaló valor antes de entrar.

—¿Bel? —la susodicha escuchó su nombre y se sintió estática. Mientras España estaba en pleno proceso de cambiarse la ropa para intentar dormirse, ella había osado interrumpirlo como si nada. Y aquellos cordeles que mantenían la camisa del ibérico menos holgada, habían quedado completamente olvidados al momento en que él le dedicó su atención para acercarse a la puerta.

Bélgica se sonrojó cuando lo vio en tales condiciones, y no es que no lo hubiera visto antes así o sin camisa, pero la situación la hacía pensar que el morbo estaba invadiendo los rincones más puros de su mente… y sus ojos querían mirar directamente al pecho descubierto del ibérico, pero se esforzó lo más que pudo por mirarlo a la cara… cosa que tampoco le ayudaba mucho a calmar sus nervios, ¿por qué demonios tenía que ser él tan guapo?

—Me disculpo España, no debí interrumpirte…

—Está bien, —él se rió y su sonrisa brilló como un sol en la perspectiva de la rubia —no seas tan tímida.

—No te voy a quitar mucho tiempo, —aclaró Bélgica —sólo quiero pedirte ese bálsamo que sé que tienes para los moretones… Creí que habría algo de eso en la cocina pero no pude encontrar nada hace rato.

—Ah es cierto, Romano me contó lo de esta tarde. —él comenzó buscar aquel ungüento en los cajones de la mesita de noche que tenía al lado izquierdo de su cama. Y Bélgica lo observaba realmente curiosa, ¿será que se preocupó por ella cuando Romano le contó sobre sus desgracias?

—¿Lo hizo? —le preguntó expectante.

—Sí, me lo dijo todo. No debió correr así por las escaleras… pudo haberse hecho daño. —España negaba con la cabeza frunciendo los labios, y Bélgica claramente tomó esto como lo que era: él estaba más preocupado por Romano que por ella.

Ni modo, qué se le va a hacer —. Sí… tienes razón.

España sostenía el ungüento que ella le pidió, y la observó bajar la mirada entristecida. Tenía toda la intención de entregarle lo que ella le pidió, pero la idea de ser siempre amable con ella cruzó fugazmente por su cabeza, haciéndole cambiar de parecer. Quizás Bélgica se merecía este gesto de su parte.

—Déjame ver tu pie. —le pidió en un tono sereno, y ella lo miró entre sorprendida y avergonzada —. Quiero revisarlo.

España se sentó en una orilla de la cama, y con una seña le indicó a Bélgica que hiciera lo mismo, pero ella no sabía si debía hacerlo o no —. N-No es necesario… no está tan mal, sólo necesito el ungüento.

—Vale, eso lo decidiré yo. —de nuevo él le pidió que se sentara, esta vez palmando con una de sus manos aquel espacio de cama que sobraba a su lado buscando convencerla. Le sonríe, ya que ahora parece ser más consciente de que ese gesto siempre le funciona con ella —. Déjame ver qué tal está, ¿sí?

Bélgica no pudo negarse a esa atención, y a paso lento se sentó a su lado como España se lo indicó. Él tomó con cuidado ese pie que ella tenía lastimado, y era evidente ahí, que la parte del tobillo comenzaba a verse amoratada.

—Esto no se ve muy bien… —España examinó el pie por todos lados, e incluso lo dobló y tocó un poco la zona dañada, por supuesto que Bélgica se quejó al contacto —. Voy a tener que vendarlo.

¿Tan mal estaba su tobillo? Bélgica solo pensaba aplicarle el ungüento y ya, ella también sabía de estas cosas sobre curar, no era una novata, pero no lo había visto tan afectado. La joven belga sonrió cuando su mente formuló la idea de que quizás, España pensaba vendarle el tobillo para darle más cuidado a su lesión… eso mostraba que estaba preocupado por ella, ¿verdad?

—Gracias, España.

—De nada, linda.

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Cuando el pie de Bélgica estuvo oficialmente vendado y bien tratado por las manos de España, estas dos naciones se mantuvieron en silencio por un par de segundos sin saber bien qué decir.

Según calculaba Bélgica, debía ser algo tarde ya, y la verdad es que España no mostraba tener muchas ganas de querer dormir, aunque cargaba unas ojeras que lo hacían lucir muy cansado. ¿Sería que él estaba teniendo problemas para conciliar el sueño otra vez? A ella no le gustaba verlo así…

Aun sentada a su lado, la chica sugirió una idea para ayudarlo —. ¿Quieres que te prepare un té para que puedas dormir…?

—No, no… —España alegó con las manos —. Estoy bien así Bel, pero gracias.

Bélgica no supo por qué, pero lo que acaba de ver le causaba la gracia suficiente como para reírse de él un rato, era demasiado tierno verlo actuar así.

Con su característica sonrisa felina y su voz jocosa, Bélgica se atrevió a confesarle a España lo que él ya sabía desde hace un tiempo atrás —. Te quiero, Antonio.

El pobre con eso sentía sus mejillas arder, se sentía halagado… y el hecho de que ella hubiese usado su nombre le hacía caer cuenta que lo que decía era algo de verdad, algo muy serio —. Eh, ¿¡por qué esto así tan de repente!?

—Porque siento que no te lo he dicho bien antes… y se siente muy bien hacerlo ahora… —la sonrisa de Bélgica era preciosa, sincera y armoniosa, como la de cualquier joven enamorada que se siente confiada frente a su enamorado —. Te quiero mucho Antonio… cómo no tienes idea…

España sonrió y relajó sus hombros. La observó de nueva cuenta antes de decidir lo que debía responder o hacer después de escuchar los sentimientos de Bélgica hacia él.

Ella le parecía tan adorable… incluso más que su pequeño secuaz al que siempre apapacha, Bélgica estaba a otro nivel, y aunque el pensamiento de ser adorable es parecido al que tiene con Romano, el sentimiento que ella emana es totalmente distinto… Bélgica es una joven mujer, sus ojos brillan cada vez que lo ve y aunque él es un distraído de primera, tampoco es que esté ciego para no darse cuenta de ello, que Bélgica es hermosa por dentro y por fuera, y que a estas alturas de la historia, apenas vienen surgiéndole las ganas de acercarse más a ella. ¿Será esto lo mismo que ella siente al verlo y estar cerca de él? ¿Será que a ella también le entran esas extrañas ganas de besarlo cada vez que lo ve a los ojos después haber sonreído por él?

—Tú me sonrojas, Bel. —y sí que lo hace, con tantas atenciones y frases bonitas, ¿quién no lo haría?

—Es un placer.

Un fuerte abrazo que pareció durar horas fue entregado hacia la joven por parte de España, y un beso o dos en los labios, entre sonrisas, marcaron el buen comienzo de eso a lo que la gente llama una relación de amantes… Porque eso eran, torpes y necios amantes que podrán o no tener un gran futuro en el amor, ¿pero quién dice que no pueden intentarlo?

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