¿Charlie Charlie?

Domingo, día de descanso para el más grande y hasta el más chico de los aprendices y guerreros de la diosa de la sabiduría. Un día que comenzaba aun así desde las seis de la mañana con un delicioso y nutritivo desayuno, para luego terminar como todos los días libres, con los más chicos sentados en las gradas del coliseo viendo como los soldados y el resto de la población se dedicaba a reparar lo que entre semana los caballeros dorados aun regentes destruían en sus entrenamientos.

Para el pequeño aprendiz de cáncer, días como esos solo podían estar asociados a innumerables formas de como fastidiar a los más pequeños, incluyendo como sacarles el dinero que con tanto esmero esperaban recibir cada fin de semana para gastar en la pequeña ciudad contigua al santuario, ideas que junto al pequeño español y el delicado pisciano cobraban vida en un abrir y cerrar de ojos. Y por supuesto ese maravilloso y soleado día no podía ser la excepción, mucho menos luego que su joven maestro llegase con la extraña noticia de cierto acontecimiento paranormal que tenía asustados a la mayoría de pueblerinos.

Así que, con rapidez, casi escabulléndose entre los pilares de cada templo, Ángelo futuro caballero de cáncer, no minoraba su paso ni para tomar aire, solo bajó su velocidad cuando sus pequeños ojos azules dieron con cierta cabellera celeste y sus oídos captaron ese singular acento español, dibujó una pequeña pero pícara sonrisa antes de caerles encima y rodar por el suelo polvoso para luego soltar una sonora carcajada.

—Sabes… nuestros maestros no nos enseñan el uso del cosmos por pasatiempo…—Afrodita se puso de pie sacudiendo su impecable ropa de entrenamiento y sacando pequeñas raíces de su trenzado y largo cabello— eres un cavernícola…

Por su lado Shura se puso de pie en sacrosanto silencio, sacudió también su ropa y alborotó más su cabello espantando cualquier rastro de flora que se hubiese colado en su lacia y corta cabellera, para luego chocar una de sus manos con la del italiano.

—Ha vamos Piscis aprende de Shura él no se queja…

—Shura no se queja por que no entiende la mitad de lo que dices… —se quejó el sueco de brazos cruzados— recuerda que no tiene mucho en el santuario como nosotros…

—Ha…—Ángelo chasqueó su lengua y cerró sus ojos pasando ambas manos tras su nuca y balanceándose en sus pequeños pies.

—Pues… —se trató de defender el español.

—Calla Shura… —de nuevo Afrodita se colocó frente a su amigo del tercer templo y entre cerró sus ojos con rabia al sentirse ignorado— ¡Ángelo!

El italiano presionó aun mas sus ojos esbozando una singular sonrisa, y solo los abrió cuando sintió el empujón de su amigo y caminó al verlo partir con Shura a rastras.

—Esperen chicos… tengo algo que contarles…

—Si es otra de tus ideas donde me tengo que vestir de niña, paso— el peliceleste se detuvo encarándolo nuevamente.

—NO! No es eso… —sonrió el canceriano, sacudiendo sus manos con ligereza— nada de eso… es un rumor que mi maestro conto hoy a su ilustrísima… —dijo bajando su voz y acercándose a su desconfiado amigo, quien solo alzó una de sus finas cejas mientras cruzaba sus brazos.

—Cuenta… ha de ser algo bueno para que vengas a darnos persecución…

Angelo sonrió, tanto por la conocida curiosidad de su compañero, como la genial idea que ahora surcaba su mente, el relato se extendía desde días atrás, cuando una anciana mujer había contactado con varitas de madera un espíritu al que todos llamaban Charlie y que solía contestar preguntas sobre futuros no muy lejanos moviéndolas en un singular y sincronizado movimiento.

—Espera— Afrodita lo interrumpió relajando su postura y caminando de un lado a otro sosteniendo su fina barbilla— ¿me estás diciendo que una anciana habla con fantasmas? ¿Eso es todo? ¿Qué se supone que ganaremos con eso?

El pequeño italiano sacudió su garganta y se acercó a Shura pasando su brazo sobre su cuello para murmurar su plan.

—Esa es la parte más interesante de todas — dijo finalmente el futuro guardián de la cuarta casa— le diremos a los bambinos que yo puedo hablar con el supuesto fantasma y les haremos pagar por una sesión.

Tanto el español como el sueco dibujaron una pequeña sonrisa de complicidad, dinero fácil a costa de los más chicos, un fin de semana para gastarlo en Rodorio, y para cuando el maestro Shion se diera cuenta ya no tendrían nada, un castigo que posiblemente constara de leer libros aburridos y listo su día libre sería un éxito total, de repente el rostro del peliceleste se contrajo con una enmarcada duda, su amigo italiano no tenía poderes de telequinesis, y definitivamente necesitaría mover las benditas varitas de madera para poder responder, abrió su boca pero los dedos de Ángelo viajaron sobre sus labios.

—Ya sé que dirás…—dijo soltando a su amigo español y dándoles la espalda.

— ¿Ha si? —Cuestionó Afrodita, alzando una ceja con duda mientras cruzaba sus brazos—sorprende…

—Mu…—Interrumpió Ángelo girando de improvisto— alguien tendrá que mover las varitas mientras yo hago las preguntas…

— ¿Cómo sabes que la oveja nos ayudará?

—Tengo un plan para eso…—dijo con una enorme sonrisa, mientras hacía señas a sus amigos para que le siguieran hasta el salón del templo de Atena, justo donde el pequeño lemuriano pasaba sus días libres pintando cuanto lienzo libre le fuese facilitado— hace unos días me cuenta que Mu sabe utilizar la telequinesis y que el maestro Shion le ha prohibido usarla para beneficio propio… pero yo lo vi bajando unas galletas del aparador en la casa de Aries y luego ordenando unos juguetes, ese es mi as bajo la manga— rio, haciendo crispar la piel de los demás.

—x—

Mu tenía un arcoíris en el suelo marmolado del templo, miles de hojas regadas por todo lado y libros de cuentos abiertos, paró de pintar, cuando breve pero intenso, el cosmos de sus pequeños compañeros se hizo presente en el lugar, tres cosmos que el podría reconocer en cualquier lado, y que lo hicieron arrugar su fina nariz.

—Hola bambino…

Ese inconfundible acento italiano, el ariano se giró lentamente y se sentó en suelo, sobre sus rodillas

—Ángelo— murmuró, cruzando sus brazos— ¿Qué quieres?

Los tres chicos rieron.

—Nada solo quería venir a saludarte… y preguntarte si ya habías escuchado el rumor sobre el fantasma que ronda las doce casas.

Los ojos de Mu viajaron por cada uno de los rostros que le observaban, con desconfianza entrecerró sus ojos, y finalmente se puso de pie, negó con su cabecita lentamente.

—No… al maestro no le gusta que escuche historias de terror… mucho menos esas mentiras que tú dices…

—Tengo un trato para ti borrego… pero necesito tu ayuda…— el fututo cáncer se acercó quedando a escasos centímetros del pelimorado.

— ¿Por qué debería de ayudarte? Siempre que lo hago me meto en problemas… — Mu dio dos pasos atrás.

—Veras… —dijo el italiano— mis amigos y yo sabemos que ya dominas la telequinesis—el pequeño abrió sus ojos enormemente— y sabemos que la has utilizado para beneficio propio y…

— ¿Qué quieres? — Interrumpió el pequeño con un poco de nervios— pero no le digas nada al maestro o me castigará.

Los tres niños se voltearon a ver, con Mu de su lado la trama saldría excepcional.

—x—

— ¿Estamos listos? — Ángelo se acomodó en las gradas del coliseo, con los niños un poco más arriba y su primer cliente, o mejor dicho victima en sus manos, un pulgar arriba por parte de los tres cómplices y el teatro daba comienzo.

— ¿Y me estás diciendo que puedes con estos palillos contestar las preguntas que yo haga? — Milo rascó su barbilla con suavidad.

A su lado su inseparable amigo extranjero observaba malicioso cada movimiento del italiano, cada respiración incluso sus ojos que veían de un lado a otro.

—Así es… —dijo Ángelo frotando sus manitas — primero dices "Charlie Charlie" y luego veras si los palillos se colocan sobre el si o el no, adelante has una pregunta…

—De acuerdo… ¿Charlie Charlie ganaré la armadura de escorpio?

Un minuto de silencio, dos… pero al contar tres los palillos se balancearon sobre la palabra "si"

Ambos niños se voltearon a ver sorprendidos, no había cables, no había imanes, ni una mesa con orificios, era real… sea lo que sea Ángelo había logrado contestar esa pregunta sin mover ni uno solo de sus músculos.

—Increíble…—murmuró el griego— ¿Cómo lo haces?

—Es un fantasma…—susurró el italiano— y una vez que lo hallas llamado no se va a ir de tu lado

Los orbes del más pequeño se abrieron con espanto, la sola idea de tener un fantasma viviendo en ese enorme templo no le causaba mucha gracia, a pesar de que el santuario estaba lleno de historias de almas en pena, no era lo mismo escucharlas que hablar con ellas y de solo imaginar que tendría un fantasma a su lado, moviendo cosas, tocándole y hasta susurrándole cosas en su oído le hacía crispar su piel.

— ¿Ahora como hago para poder liberarme de ese fantasma? — preguntó el pequeño griego, juntando sus manos.

—Bueno—meditó el futuro caballero de cáncer— podrías pagarme una mensualidad y tendría esos fantasmas fuera de tu templo.

Tanto Camus como Milo se voltearon a ver con desconfianza.

—Pagarte

—Si ya sabes por mis servicios de caza fantasmas.

—x—

Así pasaron varios días, hasta que el rumor de que el italiano le cobraba a sus compañeros se hizo chisme por las doce casas, por su puesto hasta llegar a oídos del patriarca, quien no dudó un instante en llamar a los trece jovencitos hasta el salón para darles una lección.

Todos sentados cada uno con su maestro tras la espalda, escuchaban atentamente las palabras del avejentado lemuriano.

—Los fantasmas son almas en pena que no pueden estar jugando ni contestando preguntas a nosotros los que estamos vivos, es una broma de muy mal gusto Ángelo y compañía.

Los tres pequeños habían sido puestos en pie frente a sus compañeros. Cabizbajos y en silencio mientras eran juzgados.

—No existe tal fantasma— aseguró el patriarca.

—Entonces…—Milo tomó la palabra— como hace para mover los palitos sobre el papel.

Hubo un murmullo colectivo.

—Posiblemente se las ha ingeniado para eso pequeño Milo.

—Maestro…—Mu dio un paso adelante— Yo he hecho mover los palitos para que Ángelo gane algo de dinero, no podía decir nada porque usted me había prohibido usar mi técnica de telequinesis para mi uso personal y juro acusarme con usted si decía una sola palabra.

De nuevo murmullos.

—Silencio— la voz de Shion retumbó en el lugar — entonces, Mu, Ángelo, Afrodita y Shura se dedicaran a limpiar el salón patriarcal como castigo, el resto no existe fantasma alguno que pueda predecir el futuro y a dormir.

—x—

Esa noche hubo silencio, ninguno de los chicos pudo conciliar el sueño, solo había una luz en el salón principal, una pequeña melena lila que resplandecía ante las velas.-

—Charlie Charlie si estás ahí, de verdad… por favor no le digas a los chicos que yo solo utilice mi telequinesis una vez nada más, todos podrían asustarse.

Los palitos giraron hasta colocarse en la palabra SI

Fin