Hey!

¿Cómo han estado? Espero bien.

Vengo con algo nuevo, que sera un long-fic. Es un "Universo Alterno" (AU) porque todo esta situado años después de la serie. Los chicos rondan por la edad de 21 años.

La serie no me pertenece. No hago esto con fines lucrativos y mucho menos para afectar o molestar a alguna persona.

Solo lo hago por diversión (lo cual puede ser aún peor que lo anterior)

Disfruten... o no.


Historia de un amor.


Capítulo 1: ¿Qué le digo a mi corazón?


Sentado, solo y en la oscuridad. Así me encuentro. No quiero hacer nada, al menos por ahora no deseo saber nada de nadie, ni de mamá, ni de papá, de alguna chica y menos de Cody.

Siento tristeza. Siento odio y es por mí. Pero no es sólo ese sentimiento, también es asco e incluso terror.

Es viernes. Cody llegara a casa tarde. Son las siete de la noche. El cielo pinta ser más gris con cada segundo y el viento es más fuerte con cada pulsación de mi corazón.

Hace tiempo que las cosas han cambiado.

Mamá sigue viviendo en el hotel Tipton.

Cody y yo rentamos una pequeña casa, cerca de su universidad y cerca del pequeño local donde trabajó. Es verdad que mamá y papá nos brindan algo de apoyo económico, pero yo soy quien más aporta dinero.

No es el mejor lugar para trabajar y mucho menos el lugar donde imagine que mi vida daría sustento. Pero la realidad es esta.

Soy un simple cajero, sin carrera universitaria con un hermano perfecto. Y ese es el mayor problema de todos.

Cody es perfecto. Desde que mi memoria funciona es de esa manera y no ha cambiado.

Solo una pequeña cosa sin importancia.

Escucho la puerta abrirse. Miro el reloj. Ha pasado una hora.

Salgo de la cama y cierro la ventana. Empieza a llover.

-¿Zack? ¿Estas aquí?- Grita mi hermano. En otro tiempo contestaría con algo grosero u hostil.

-Voy en un segundo.- Grito en respuesta. Suspiro.

Miro la habitación antes de salir al encuentro.

Algo de ropa sucia o limpia regada por el suelo. La cama en el centro, la ventana en el lado izquierdo y un closet en el derecho. Mi laptop en el buró al lado de la cama. Mi pedacito de casa es un asco.

Me acercó a la puerta y giro la perilla con rapidez. Identifico a Cody en menos de tres segundos. Esta sentado en el sofá. Con la televisión encendida y un libro en las manos.

Obviamente la televisión es ignorada por un libro que no puedo entender aunque me lo proponga. Descubro un olor a comida. Miro la mesa que esta frente de mi. Comida china. La favorita de ambos.

-Hola.- Saluda. Es la primera vez que nos vemos en el día. Y no nos queda mucho tiempo juntos por el día de hoy.

-Hola.- Respondo. Atravieso con la mirada el pequeño lugar, la sala. La puerta de su cuarto esta entreabierta. Seguro y alguien viene con él. Espero que sea un amigo y no Cindy. Su mejor amiga con intenciones de querer llevárselo a la cama por diversión.

La puerta del baño esta totalmente abierta. Eso me indica que estamos los dos y nadie más. Estoy algo paranoico. Esa es toda nuestra casa. Un baño, dos habitaciones y una sala-comedor. No es mucho pero basta para los dos.

-¿Como te ha ido en la escuela?- Su cara parece entristecer.

-Mal. Reprobé un examen.- Estoy sorprendió. Eso jamás ha pasado.

-¿Necesitas que un profesor muera?- Digo, intentado subir su ánimo.

- No aumentaría mi calificación... Pero seria grandioso.- Me sonríe.

Las emociones se encuentran en mi cuerpo. Las ignoro.

Me preguntó si en realidad puede leer con la tenue luz de la televisión.

Camine hasta el sofá y tome asiento.

Los dos juntos. Me gusta. Se veía bien.

Últimamente la moda de chico anticuado paso a ser una moda mejor.

Un pantalón negro ajustado, una camisa blanca brillante, un abrigo negro, un sombrero algo extraño de color blanco y unas botas del mismo color. Una bufanda roja. Se ve muy bien.

Una sonrisa de felicidad dibujaba su rostro. Sus dientes blancos parecían brillar.

Suspire.- Tengo hambre.- Obviamente los dos sabíamos de la comida china en la mesa por el olor que guardaba la casa.

-¿Quieres comida china? La compre pensando en ti.- En un hermano mayor, esto significaría una cursilería más. Para mi fue como un orgasmo sin eyaculación... Vaya comparación.

-Si.- Dije con ánimos. Nos levantamos de y nos dirigimos a la mesa.

Empezamos a comer en silencio y con algo de velocidad.

Mire el reloj. Faltaba media hora para la hora de entrada.

Por suerte ya vestía con el uniforme.

No me gusta trabajar por la noche, pero no me queda de otra. Dejar mi trabajo actual significa buscar de nuevo y tarde bastante en encontrar este. Ademas, si Cody quería llevar a alguien a la casa no me enteraría y eso es mejor.

-¿Trabajaras?- La respuesta es obvia también, pero esta pequeña rutina me agrada.

-Si. De hecho me tengo que ir ya.- Miento.

-Pero... Aun falta media hora. Solo haces diez minutos caminando al trabajo.- No quiero decirle la verdad. Me voy para no estar con él.

Aunque quiero y a la vez no. Es difícil.

-Tengo que acomodar algunas cosas. Hoy me dejan cajas con los productos. No quiero hacerlo durante la noche.- Noto desilusión en su cara.- Luego tendremos un fin de semana juntos ¿Que quieres hacer mañana?- Me pongo de pie y el me imita.

-¿Estás seguro?- Su cara parece angustiada.- No te estarás viendo con esa puta que…

Le sonrió.- Ya no he visto a Seline desde hace mucho. Y no le digas puta.- Parece molesto. Nunca le agrado esa chica y ahora, me doy cuenta de que nunca me agrado.- Ese insulto es mucho para ella.

Ahora él sonríe.

Me acerco y lo abrazo con poca fuerza.

-Nos vemos mañana. Piensa lo que haremos- Susurro en su oído. No dice nada. Me alejo y camino a la puerta. Tampoco pronuncio palabra y salgo.

El viento golpea fuerte mi cuerpo. Esta helado pero me relaja. Camino y observo las casas. Siempre las mismas. El mismo camino y un trabajo mediocre. La lluvia solo es un recuerdo por las mojadas calles.

Cuando visualizo el local me arrepiento de llegar veinte minutos antes. Hoy es el día más libre que tengo. ¿Que hay de interesante en trabajar en una tienda de autoservicios por la noche?

La oscuridad de las nubes con la de la noche hace ver todo tétrico. El viento fuerte y las hojas del otoño no ayudan mucho a mi miedo interno que jamás podre demostrar a nadie. Nadie que no sea Cody, claro está.

Me detengo frente a las puertas automáticas y espero que se abran.

-Hola Tracy.- Saludo a mi compañero de trabajo. Ha llegado temprano. No sé sus razones y la verdad, no me interesan.

-Hola, Zack.- Por su voz, sé que ayer estuvo más tiempo en el antro que de costumbre.

-Si esperan salir antes por llegar antes, se equivocan.- La voz de Andy nos taladra los oídos.

-Solo queremos ser puntuales.- Le digo. Andy es algo así como la definición perfecta del jefe odioso. Es un cuarentón regordete y bastante feo. Se está quedando calvo. Usa anteojos y la misma camisa roja a cuadros azules desde que me dieron el empleo hace un par de meses.

Tracy por su parte es algo guapo. Un poco bajo y moreno. Se la pasa en cualquier bar o centro nocturno que le de alcohol. No le importa faltar un día al trabajo, como ayer.

-Los veo mañana.- Andy no dice nada. Eso me alegra. No quería escuchar sus tontas instrucciones rutinarias y sin sentido.


Las horas pasan y solamente ocho personas visitan el lugar. Miro el reloj, es más tarde de lo que creía. Las tres de la mañana.

Tracy se encuentra en la bodega durmiendo. Estoy detrás de la caja registradora, mirando la calle desierta.

El viento ha disminuido.

Me pregunto que estará haciendo Cody y una pulsada de dolor llega a mi cabeza. Cinco horas sin pensarlo, había sido bueno.

Las puertas se abren.

-¿Cody?

-Esperaba ver a Tracy aquí…- Mi mente genera más de ciento y una conclusiones en un segundo.

-¿No te alegras de ver a tu hermano trabajador?

Se acerca al mostrador.- Esto me da mucha pena… por favor no lo comentes en casa ¿vale?

No sé a qué se refiere. Y me da miedo saberlo.

-Quiero unos condones.- La sangre subió a su cabeza.

-¿Tamaño?- Mi cara demuestra una tremenda picardía. Pero en el interior no puedo evitar pensar con quien los utilizara.

-Ya sabes…- Se sonroja aún más. Si es que es posible.- Extra.- Murmura. Tomo la caja azul más cercana del tamaño que me pide.

Paso el código de barras por el detector y le cobro. Recibo el dinero y le doy el cambio.

-¿Quién es la afortunada?-

-Obviamente Cindy. Nos vemos mañana.- Y sale de la tienda.

Suspiro. No sé ni para que pregunte.

Me siento traicionado, pero no hay razón. Tengo celos, pero no los debo de tener. El dolor aparece y no quiero aceptar el porqué.

Y aún peor, siento un amor que no debo de sentir.


Gracias por leer.

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RusherloveKogan.