Stiles se ha refugiado en la cocina antes de montar en cólera. Es domingo, su padre está fuera del pueblo y desde la noche anterior ha estado planeando el último día de la semana como un día para él y Derek; no para él, Derek y toda la manada, humanos y tío psicópata incluidos. Total, que están todos en su salón sentados como han podido bebiendo refrescos y algunos aperitivos. Él se sirve un vaso de agua sin notar una presencia que se acerca amenazadoramente, tras cerrar la puerta en un burdo intento para que el resto no oiga nada; y siente un pecho pegarse a su espalda, y una afiladas garras pasearse por su abdomen bajo la camiseta. Stiles suspira levemente cerrando los ojos al notar los labios del beta posarse sobre su cuello sin ninguna delicadeza. La barba de Derek roza la piel de su clavícula con el paso leve de su saliva, provocando que el menor tenga que agarrarse a los brazos del hombre lobo para no caer al suelo.
Derek tiene esa capacidad para dejarle callado, para hacerle perder la consciencia y para hacerle suplicar. Y Stiles tiene esa manera de hacerle confiar en él ciegamente, de provocar que sienta celos hasta del aire que respira y de oler a hogar. Pero el menor está tenso y eso hace que al beta le duela cada hueso de su cuerpo. Suelta un lastimero sollozo haciéndole girar para abrazarlo y darle calor evitando que siga inquieto. Stiles se dirige hasta sus labios mordiéndolos con suavidad, tomándose su tiempo para degustar su sabor, porque poco le puede importar ya que esté la manada a un par de metros. Él quería estar con Derek, y con Derek está, ¿no? Y el mayor se lo toma como una invitación a seguir, subiéndole sobre la encimera de mármol y colándose entre sus piernas sin pedir permiso. Stiles enreda sus finos dedos en el oscuro pelo, dejando escapar un suspiro sobre la boca ajena que está comenzando a desesperarse, necesitando más de él.
- Oye, Derek, que Scott dice… -Peter abre la puerta entretenido en un hilacho de su camiseta, alzando la vista para encontrarse nuevamente en una situación poco pudorosa con su sobrino y el hijo del Sheriff.
Stiles no puede creérselo; ha pasado en una milésima de segundo, de estar en el cielo con su perfecto hombre lobo a estar a punto de cometer la matanza más sangrienta de toda la historia mundial. Está rojo por la ira con el ceño fruncido y con un Derek que se está acordando de toda la difunta familia de su tío, que, ¡oh! Es la misma que la suya. Peter sonríe ampliamente apoyándose en el marco de la puerta y nadie se da cuenta de que Stiles se dirige hasta él con el puño cerrado, asestándole un golpe en la nariz con toda la fuerza que consigue reunir; el resultado es, Peter desequilibrándose hasta caer de bruces contra el suelo, con una rotura del tabique nasal que le dura unos segundos pero haciéndole gemir de dolor, y Stiles con un nudillo dislocado.
El menor de los Hale y él están sentados en la vacía sala de espera del hospital, esperando a que Melissa vaya a por ellos para poder curar la mano de Stiles. Están en silencio y el menor tiene acumulada una tensión y rabia en sí mismo que no es normal, Derek quiere pedirle perdón pero cada vez que abre la boca, Stiles resopla con toda la molestia que le es posible. Porque, realmente, la culpa la tiene Derek, que parece que no sabe decir que no a la manada cuando se trata de ambos; ya que bien que se lo dice a Stiles, cuando hay algún entrenamiento medianamente duro. El menor comienza a mover la pierna con nerviosismo, levantándose rápidamente cuando ve la sombra de la madre de Scott aparecer.
A ver cómo le explica a su padre, después, que tiene que llevar una férula durante una semana porque le ha tenido que pegar un puñetazo a Peter Hale. Rueda los ojos saliendo del hospital y arrastrando los pies por el cansancio. Derek camina unos centímetros detrás suya y cuando escucha desbloquear el Toyota que hay en la puerta, Stiles se gira hasta él por un momento.
- Iré andando hasta mi casa.
- ¿Qué? -Derek ladea el cuello confundido por ese "mi" que sale de su boca, porque nunca lo usa-. No.
- No vas a llevarme a mi casa. -Repite negando con la cabeza.
- Stiles… sube al coche. -Replica dando un paso hacia delante, abriendo la puerta del copiloto.
- No, Derek. -Y ahí es donde la conversación acaba, porque Stiles termina por ignorar al hombre lobo y seguir su camino hasta el vecindario que está a dos manzanas.
La alarma del reloj que hay sobre su mesita de noche empieza a pitar, a ciegas le da un golpe por encima hasta que se apaga girando para mirar la hora. ¿Las cinco de la tarde? Ha dormido tres horas del tirón. Suspira mirándose la mano, que parece no dolerle en ese momento para su suerte. Baja hasta la cocina para coger algo de beber y se frena en seco cuando ve parpadear la luz del contestador automático. Da al botón de reproducir y escucha la voz de Scott: "Eh, tío, ¿cómo estás? Te has dejado el móvil en el coche de Derek y tu padre te ha llamado como tropecientas veces. Pero ya le hemos dicho que se te había olvidado. Derek dice que vengas a por él, que estaremos de entrenamiento a partir de las cinco y media en el bosque, donde la mansión. ¡Un abrazo!"
Joder, su móvil. Pues eso, que algún día perderá la cabeza y se dará cuenta cuando no pueda ponerse una capucha. Toma una botella de agua de la nevera y vuelve a su habitación para cambiarse de ropa e ir, con total disgusto, a la antigua casa de los Hale. Arranca el motor del Jeep y conduce por la carretera principal hacia la casa, metiéndose con el coche por el barro y el césped, hasta aparcar en la puerta. Alza una ceja bajándose del Jeep, porque todo está demasiado tranquilo y no hay ningún coche cerca.
Un rugido en el porche de la antigua casa se hace presente en todo el bosque, haciendo que tenga que dirigir la mirada hasta un Peter Hale con los ojos azules destellando y cara de pocos amigos. Stiles solo puede proferir un "oh, dios mío" antes de echar a correr para evitar que el tío de los Hale le de caza. Error. Peter corre tras de él más veloz de lo que Stiles puede superar, saltando cualquier bache que pueda encontrar a su paso. Y al menor solo se le ocurre la brillante idea de trepar -como puede- hasta la copa de un roble no demasiado alto. Cosas de boyscout. El mayor se para paciente con los brazos cruzados junto al tronco y alza la mirada hasta un jadeante Stiles que no puede ni con su vida, en ese momento.
- No sabes cómo disfrutaría de arrancarte cada articulación. -Sonríe levemente.
El resto de la manada se hace notar apareciendo tras el tío de Derek; y todos tienen una mueca divertida en su cara. Sí, ha sido otra de sus bromas macabras en conjunto hacia el hijo del Sheriff; y Stiles está cansado. Y no sabe cómo bajar del árbol.
- Stiles, baja. -Le pide Derek tragándose una carcajada.
- No… No sé. -Murmura avergonzado y algunos no pueden reprimir la risa-. Ha… Ha sido la adrenalina. Y… ¡Ay! Me duele… ¡Joder, me duele la mano! ¡¿Pero es que sois gilipollas?! ¡¿Qué puto problema tenéis?!
- Stiles… Stiles, salta. Que te cojo. -Se ríe el menor de los Hale y cuando ve la expresión del chico, se gira hasta la manada cortando toda gracia que haya podido haber de la situación-. Largo.
Y lo dice tan jodidamente serio, que al resto le falta el tiempo para huir despavoridos. Vuelve a observar a Stiles y le indica que salte. El menor no está muy convencido pero lo hace, tras tomar aire y cerrar los ojos. Derek le coge a tiempo de que sus pies choquen con el suelo, dejándolo después con cuidado.
- Eres… Eres, sin duda alguna, la persona más gilipollas que he conocido en mi vida. -Le reprocha soltándose de su agarre.
- Stiles, solo ha sido una broma. -Derek resopla rodando los ojos, cruzándose de brazos.
- No ha tenido ni puta gracia. Porque tú, en general, no tienes ni puta gracia. -Replica alzando un poco más la voz-. Y, ahora, ¡dame mi móvil!
Derek extiende el brazo en silencio con el teléfono de Stiles en la palma de la mano, indicándole que se acerque. Y, justo cuando está a punto de cogerlo de la mano del hombre lobo, éste la retira haciendo que se queden a un par de centímetros. El mayor se inclina levemente, con esa mueca tan imparcial que a Stiles le aterra en su cara.
- No vuelvas a rechazarme. -Murmura sobre su oído, mientras que Stiles tiembla de miedo por un segundo, refiriéndose al incidente del hospital y el coche-. Si te doy una orden, la acatas.
- Tú… Tú nunca me haces caso. Siempre haces lo que te place. -Masculla el humano con enfado, quitándole el móvil de las manos.
- Si vuelves a rechazarme… -Derek lo toma por la nuca acortando la distancia que hay, para tenerle más a su merced-. Te llenaré el cuerpo con las marcas de mis colmillos.
Y Stiles no está seguro de que sea una mala idea del todo.