Hola a todos por última vez en este fic! :D

Lamento la demora! Pero lo prometido es deuda! x3

Quiero darles las gracias a todos quienes se pasaron por aquí y leyeron con paciencia esta locura que es mi primera historia en HxH c: Gracias por darle la oportunidad, por seguirla conmigo y por supuesto un especial abrazo de "Gracias" a aquellos que me apoyaron comentando y aconsejando a lo largo de la historia c: Aprendí bastante gracias a ustedes! c:

También quiero responder el review de Airmhunter: Hola! c: gracias por leer y comentar! no sabía que también estabas leyendo esta xD jajja el dominado? jaja que medió risa cuando leí eso xD espero no decepcionarte! Es una oferta genial! yo acepto encantada! me encantaría ver algún día un dibujillo tuyo! c: Espero que te guste el último capítulo! c:

¡Que lo disfruten! C:

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Amor X Destino X Continuará

La luz se coló por la ventana iluminando la pieza, a pesar de que no había sol, se distinguía perfectamente a luminosidad de un día nublado cubriendo la habitación.

Abrió los ojos, y sonrió…

Gon estaba durmiendo sobre su pecho, ya ni siquiera recordaba cómo fue que, luego de su "pelea/batalla" entre "Quieras o no voy a ponerte este algodón con alcohol" vs "Hazlo y te sacaré un brazo", habían terminado durmiendo, con la ropa puesta y él con un Gon creyéndolo una almohada…

Le sonrió con cariño y le acarició la cabeza, ya después lo regañaría por esto…

El menor comenzó a removerse, ya estaba despertando.

— Buenos días, Killua.- le saludó sonriente y luego lo miró como sin entender—. Oye… ¿por qué estás debajo de mí?

Una gota resbaló sobre la cabeza albina, al parecer, él tampoco recordaba mucho de cómo terminó su batalla… ¡un momento! Estaba seguro de haber visto entrar a Biske en algún minuto… ¡claro! ¡De seguro ella los golpeó por alguna razón y tal vez por eso no recuerden nada! No es como si ella midiese su fuerza; pero… ¿por qué los habrá golpeado? No recordaba siquiera haberle dicho vieja bruja…

— No importa, solo bájate…

— Pero…estoy cómodo aquí— Se recostó de nuevo en su pecho, logrando que el albino se sonrojara.

— ¡P-pero si t-tienes todo el resto de la cama!— Gon reía divertido, sabía que su amigo estaba nervioso. Lo miró un momento, de esa manera tan inocente como solo él sabía hacerlo…

— ¡Killua, me gustas mucho! — le habló alegremente, al tiempo que se acercaba a él y le robaba un beso en los labios. El oji-azul pensó en alejarlo de sí, pero su cuerpo no le obedeció en lo absoluto. Lentamente fue cerrando los ojos y correspondiendo el beso del moreno.

Gon lo liberó, para ver si había logrado su objetivo de hacerlo sonrojar como quería; pero ni tiempo tuvo de apreciarlo, pues el mayor volvió a atrapar sus labios sin permiso alguno, ahora era él sonrojado por la impresión.

Killua lo soltó justo cuando Gon comenzaba a corresponder y el moreno lo miró frustrado, ¡eso fue injusto!

El Zoldyck sonrió victorioso y volvió a recostarse su cabeza en la almohada mientras que Gon volvía reposar en su pecho.

— ¿Sabes? me alegra que la Flor pueda volver a encargarse de proteger a Ariasu y a las montañas.

— Aquí todo volvió a la normalidad; además, Biske estará cerca ahora que ya entrenó lo suficiente y no necesita ser más monstruo.

—…Debemos seguir buscando a Ging. ¿Crees que debamos irnos ya?

— Hmm…por hoy deberíamos quedarnos aquí para reponer energías, e irnos mañana.

— ¡Killua, vamos a explorar las montañas!

— ¡¿Qué parte de reponer energías no entendiste?!

— ¡Vamos, será nuestro último día aquí! ¡Tenemos que aprovecharlo!— El albino miró hacia afuera, el día no se veía muy bien, posó de nuevo sus ojos en las almendras y terminó contagiándose de su ánimo.

— ¡Está bien! ¡Pero si se pone a llover y te enfermas, tendrás que pagarme la cena por un mes!

— ¡¿Qué?! ¡Eso no es justo! ¡¿Y qué pasa si te enfermas tú?!

— Pues tendrás que pagarme la cena y las medicinas…

— ¡Eres un tacaño, Killua!

— ¡Wow! ¡Este lugar es muy pacífico, parece sacado de un cuento de hadas!— Gon estaba maravillado con la paz que apreciaba en ese momento; llegaron al centro de las montañas más lejanas, al pie de una pequeña laguna que permanecía escondida por un bosque de Sauces en la orilla, como si estos la protegieran.

El albino sonrió ante la magia del sitio…

— ¡Nee, Killua! ¡Vamos a quedarnos aquí! ¿Sí?— antes de contestar, sintió unas finísimas gotitas en la mejilla.

— Comenzará a lloviznar ahora… ¿aun así te quieres quedar?

— ¡Claro! ¡Eso solo será mejor!— tras decir aquello, se sacó los zapatos y comenzó a andar descalzo hasta llegar a la orilla del lago— ¡El agua está deliciosa! ¡Ven, Killua!

El mayor sonrió animado y lo imitó, el ambiente estaba bastante tibio y acogedor debido a la llovizna que se aproximaba, y el sentir la frescura del agua en sus pies después de haber recorrido todas las montañas entre saltos y caminatas, fue la sensación más agradable que podía recordar…

Su cara relajó cada una de las facciones albinas que poseía, Gon sonrió complacido al ver esa imagen; Sin embargo su estómago hizo acto de presencia, interrumpiendo el silencio del lugar.

— ¿Quieres comer ahora?— preguntó el albino.

— ¡Traje muchas frutas y sándwiches!

— ¿En serio?— porque su estómago apoyaba la moción…

Ambos salieron del agua y se quedaron bajo el árbol, almorzando luego de esa maratónica excursión; después de todo, habían logrado llegar varias montañas más lejos de donde estaba la casa de Aiko.

Gon y Killua continuaban debajo del sauce, reposando de su almuerzo; la fina llovizna adornaba ahora el lugar, el ameno ambiente se inundó con un aroma a flores que llegaba desde el otro lado de la laguna, ya no habría más tormentas.

Ambos cazadores relajados y apoyados contra el tronco. Habían dejado de hablar un momento, solo se quedaron ahí disfrutando del aire tibio aire ocasionado por la llovizna, que podían escuchar a la perfección gracias a sus entrenados oídos.

— Killua…— llamó el menor mirando el cielo cubierto por las ramas del árbol— ¿Crees que hayan más del Continente oscuro en el mundo?

—…Es posible, con este son dos lugares en que los encontramos.

— Pero Ariasu…no era como Pitou, ni como los demás.

— Así como hay tantas clases de humanos, deben haber muchas clases de alienígenas. No pueden ser todos iguales en un mismo mundo.

— Tienes razón…— murmuró. Killua lo quedó mirando entre preocupado y curioso; no sabía que pasaba por su mente y lo que menos quería era que él recordara todo lo vivido con las quimeras. Sin pensárselo mucho para no desistir de la idea, tomó de la polera al menor y lo atrajo hasta él para unirlo a su pecho.

Gon quedó impresionado con el repentino y cercano gesto que tuvo su amigo, aunque la sonrisa no tardó en aparecer.

— T-tonto… ¿q-quién es el que piensa demasiado ahora? — Le susurró tratando de parecer molesto. El moreno no tardo en exponer su risa; las posiciones se invirtieron esta vez. Era extraño que él estuviese pensando más las cosas y que el albino lo frenara por ello. Una idea cruzó su mente y un tenue sonrojo adornó sus mejillas…

— H-hagamos un t-trato…- le habló de pronto.

— ¿Trato? ¿Cuál?

— Yo no pienso más, si tú tampoco lo haces — lo miró expresando su determinación y aun sonrojado, logrando que el albino se pusiera nervioso.

— ¿Y…yo q-que tengo que v-ver?

— Solo dejaré de pensar en esto de una vez por todas, si tú lo haces conmigo también.

— ¡Eso es chantájate!

— No estoy mintiendo, lo sabes…- esa mirada tan luminosa y expresiva siempre desarmaba a Killua; corrió sus ojos azulinos de los castaños para poder concentrarse bien.

— Es…como si me pidieras no pensar, sa-sabes que eso no se puede.

— Sí se puede.

— Te digo que no.

— ¡Sí se puede y te lo voy a demostrar!

— ¿Y cómo vas…? ¿Eh?

La mano del menor ahora estaba haciéndose paso entre su cuello, llegando a su nuca y hundiéndose en sus cabellos, pero lo que más lo descolocó fue sentir los labios del moreno recorriendo su cuello, dejando una serie de besos por el camino. Un ligero temblor se apoderó de su espalda y el calor se juntó en sus mejillas de inmediato.

— G-Gon… ¿Qu-Qué est-tás…?

— Te demostraré que uno puede dejar de pensar…y solo sentir, Killua. – le habló, ahora sobre sus labios albinos, para luego presionarlos suavemente. El mayor cerró los ojos instintivamente, mientras que, aun de forma insegura, se iba entregando a lo que sentía con ese beso. Atrajo la cintura de Gon a su cuerpo y comenzó a seguir el compás de los labios del menor. Se acariciaban sin mucha prisa, pero algo comenzó a cambiar en ese roce inocente. Ambos cuerpos iba apegándose más y sus bocas iban aumentando el ritmo de su encuentro; está vez querían más...

De forma tímida, desaceleraron el beso, para lentamente ir dejando paso al otro para que explorara sin barreras; la lengua del moreno fue la primera en adentrarse en la boca del mayor, Killua ahogó un gemido al sentirla rozando su propia cavidad; pero sin perder más tiempo, continuó de la misma manera permitir que Gon se le adelantara mucho. Y así pasó de un tenue encuentro, a un beso demandante y totalmente dispuesto a no perderse ningún rincón del otro.

Después de un rato, Killua fue quien tuvo que cortar el beso, por falta de aire; sentía su cara arder y la respiración totalmente agitada, mientras que Gon lo observaba atento y con un leve rubor en las mejillas. ¿Cómo es que a él no parecía afectarle tanto? El menor, al darse cuenta de la diferencia y sin perder más tiempo, quiso continuar "enseñándole" a su amigo a no pensar…

De los hombros, lo empujó sin mucha fuerza contra el suelo, al pie del árbol; se sentó sobre sus caderas, y al ver como Killua lo miraba sin entender, le sonrió coquetamente y bajó hasta su oído para besarlo dulcemente y seguir hacia abajo con sus mejillas y cuello.

— G-Gon…n-no…

— ¿No te…gusta esto, Killua?— preguntó al tímido, pero sin mucha intención de detenerse.

— N-no e-es…es q-que… si a-alguien nos ve…

— No te preocupes, estamos en medio del bosque y no hay gente a varios kilómetros de distancia.

— Pero…

— Nada de "peros" — le habló infantil mientras depositaba un cariñoso beso en sus labios— ¿Recuerdas lo que dijes antes? No debes pensarlo tanto, Killua…

El albino lo miró, agitado con todas esas caricias pero aun debatiendo que hacer; lo miró con cariño y le besó la frente para luego poner la suya contra esta.

— ¿Confías en mí?- le preguntó.

— C-claro q-que sí…

— ¿Entonces… puedo seguir con lo que estaba haciendo?

El silencio reinó por unos segundos, Gon esperaba la respuesta, aceptaría cualquiera de las dos que su amigo le dijera…

— S-sí…- le susurró de pronto y sin mirarlo. Gon sonrió ante esto y besó una vez más sus labios, de forma efusiva, tentándolo a hacer lo mismo. Las manos de Gon comenzaron a subir la polera del albino, haciéndose paso hacia su pecho; pararon en los pezones del mayor, una de ellas comenzó a tocarlos y a hacer círculos a su alrededor; hasta que su misma boca fue a parar al lugar, para lamer y besar esa delicada zona.

Los gemidos del mayor no se hicieron esperar, se sentía bien, realmente bien; pero no iba a admitirlo ni mucho menos...

Finalmente la polera desapareció y para el regocijo de Gon, el mayor quedó desnudo de la cintura para arriba. Killua se esforzaba por esquivar su mirada, su pecho subía y bajaba mientras en sus mejillas aun se apreciaba ese potente tono carmesí.

Gon volvió a bajar hasta sus labios, depositó un corto beso en ellos y comenzó a bajar, esta vez, sin impedimentos, por el pecho hasta el vientre albino; mientras repartía caricias en los muslos de su amigo y besos cada vez más abajo.

Desabrochó los pantalones de Killua y se dispuso a bajarlos; pero una mano lo frenó. Gon miró al oji-azul, se notaba avergonzado y algo nervioso.

— N-no es justo…— le susurró, al tiempo que bajaba la vista, Gon lo imitó y entendió a que se refería. Y de un momento a otro, él ya estaba sin polera también.

— Ahora estamos a la par—le sonrió inocente. Solo Gon podría seguir pareciendo inocente en una situación así. Y antes de que pudiera objetar más, el menor volvió a abalanzarse sobre su cuello y hombros.

Una vez más, las manos morenas comenzaron a descender hasta la entrepierna del albino…

— G-Gon, e-esper-ra…ah…n-no…es-p-pera-a…- apenas podía articular dichas palabras entre esas caricias. Con las manos morenas ronzándolo tan suavemente, su amigo lo estaba arrancando de la realidad, sentía que el tacto de Gon le quemaba como si usara su propio Jajanken en sus palmas.

Entre gemidos y suspiros, un par de corazones acelerados y respiraciones agitadas, con las mejillas a todo color y esos besos que lograban llegar a lo más profundo de cada uno.

Tímidamente llevó su mano albina hasta los muslos del menor, sus palmas lo acariciaban con ternura, mientras se hacían paso a la entrepierna del oji-castaño; a pesar de estar concentrado en las caricias que él mismo daba, Gon no pudo evitar estremecerse al sentir como Killua masajeaba esa parte tan sensible. Trataba de no juntar las piernas para no impedirle el paso, pero era difícil.

Las caricias del albino parecían no tener prisa alguna, sus dedos se lucían como expertos jugadores, podía sentir la erección y el calor entre los pantalones verdes, eso lo emocionaba más aun; y con esa rapidez y sutileza propia, abrió el pantalón del moreno y lo dejó caer, ahora solo la fina tela de sus bóxers eran la única barrera; que por cierto, no soportó mucho, pues esa curiosa mano albina alejó la tela de su piel morena.

Los largos y finos dedos del oji-azul rozaron todo el largo de su miembro, el gemido del menor no se hizo esperar, Killua sonrió complacido. Con su mano libre atrajo la cabeza de su amigo y acercó su boca al cuello desprotegido, hundiendo todo su rostro en el lugar, mientras dejaba un tenue rastro de besos y mordidas menores.

— Ki-Ki…llua…

Los cabellos platinos le hacían cosquillas en el rostro, mientras que su cuerpo perdía las fuerzas que le quedaban, al dejarse consumir por la boca del mayor en su cuello y su hábil mano que masajeaba su intimidad al compás.

Gon, sin querer, ejerció más fuerza en sus manos, por culpa de la mano intrusa del mayor en su piel desnuda; Killua no dejó de notarlo, causando que su objetivo se perdiese un poco y dejara caer su mano. Gon aprovechó la oportunidad y volvió a invertir las posiciones.

El pelinegro no perdió más tiempo y despojó a Killua de sus pantalones; ahora solo quedaba su bóxer negro. En verdad no entendía muy bien lo que estaba haciendo, solo quería ver a Killua tal y como era, sentirlo lo más cerca que pudiese de él, quería tocarlo y besarlo hasta que ya no tuviese más energía, así que no iba a detenerse ahora.

Su mano comenzó a masajear la entrepierna del menor, acercó más su rostro para verificar lo que sucedía; no era su imaginación, el miembro de Killua iba haciéndose más duro y caliente, además de ir aumentando su tamaño. Su "curiosidad" fue más fuerte y con ambas manos retiró la última prenda de su mejor amigo.

Ahora ambos estaban a la par.

Gon quedó mirando la entrepierna del mayor, tenía curiosidad total, nunca había visto así a su amigo, al bañarse no lucía de esa manera. Llevó su mano hasta su intimidad y la tocó suavemente, causando un gran gemido, más fuerte que los anteriores en respuesta. Gon miró curioso a Killua, y luego volvió a bajar la vista.

— ¡N-no lo m-mires así! — lo regañó como pudo, se sentía lo bastante avergonzado como para que Gon lo mirara de esa manera tan…inocente y a la vez fascinado.

— Nee, Killua… ¿M-me d-dejas…? eh…y-yo…bueno…— El albino lo miró sin entender, y al verlo así pudo calmarse un poco, Gon también estaba nervioso. — Es que…quiero…a-acariciarte…

Las mejillas ardieron más de lo que ya lo hacían y levemente asintió para luego separar un poco sus blancas piernas y permitir que su amigo hiciera lo que quería; sintió como los dedos de Gon, uno por uno comenzaron a rozarlo, luchaba por no gritar; luego fue su palma completa quien lo masajeaba de arriba a abajo, esas acaricias lo hacían gemir sin que pudiese evitarlo. Gon tomó ambos muslos albinos y los separó un poco más…

Killua lo miró curioso…

— ¿Q-qué…?— pero no pudo más que soltar un grito ahogado al sentir como su miembro era capturado por la boca del menor — ¡G-Go-on…! ¡o-oe…!

Hubiese seguido reclamándole, pero prefirió taparse la boca para que Gon no escuchara esos gemidos que le parecían tan vergonzosos y que ya eran completamente incontrolables. Se sentía realmente bien, era una experiencia nueva; bajó un poco la vista, ver al moreno hundido entre sus piernas y concentrado en hacerle sentir ese enorme placer, que incluso rozaba lo doloroso. Esa boca masajeaba todo el largo de miembro de forma lenta y pesada, notaba como el calor recorría su cuerpo, mientras su intimidad palpitaba por la erección.

El menor se sentía fascinado con las nuevas emociones que le provocaba a su amigo, y que a su vez, encendían en él toda una nueva experiencia. Escuchar la agitada respiración de Killua, acompañado de esos gemidos ahogados, lo excitaba más de lo que alguna vez pudo llegar a creer.

El oji-azul se sentía ya en el límite, el líquido pre-seminal comenzó a escurrir de su lugar, y Gon, al notarlo, se detuvo al no entender del todo lo que estaba pasando. Miró a Killua con algo de miedo por creer que haber hecho algo mal, este se notaba totalmente sonrojado, la respiración incontrolada y aun con la muñeca en la boca para ahogar cualquier sonido.

Cuando bajó otra vez la vista, algo más llamó su atención…muy suavemente comenzó a introducir un dedo en el interior del albino.

— ¡Ahm!— eso fue totalmente inesperado para el mayor.

— ¿T-te do-dolió, Killua?

— N-no…— respondió, siempre haciéndose el fuerte, incluso en situaciones así. Gon lo entendió de inmediato y lo liberó de ese dolor para luego recostarse sobre él y llegar hasta sus labios. Definitivamente besarlo era algo de lo que no se aburría, se dedicó a acariciarle sus labios, mientras que su lengua se encontraba con la ajena como si de un baile se tratara; el albino correspondió aumentando el ritmo del encuentro, mordía con delicadeza los labios morenos, solo para lograr que Gon liberara esos gemidos que tanto le gustaba causar en él. Killua lo tomó de la cintura y lo atrajo más hacia él, para profundizar el beso; sin embargo, no contaron con un pequeño detalle…

— ¡Ahm!

— ¡Arh!

Esa pequeña expresión no pudo evitarse por ambas partes; al acercarse peligrosamente al cuerpo del otro, sus intimidades se rozaron sin querer. Ambos se miraron sonrojados y excitados, incluso algo adoloridos por su respectiva erección…

— K-Ki…Killua…eh… ¿p-pu-puedo…? — pero no podía seguir la oración, era demasiado vergonzoso.

El albino notó su incomodidad y al entender el porqué, un violento sonrojo lo invadió de inmediato; pero no era como que no quisiera que su amigo siguiera. Al ver que el menor se quedó inmóvil y sin poder seguir, decidió ayudarlo un poco.

Se acercó a él y le arrebató un improvisto beso, que terminó siendo bastante exigente al apegar la cintura de Gon y tomarlo de la nuca para obligarlo a continuar. El moreno no tuvo más opción que corresponder a la apasionada sorpresa.

De un momento a otro, Killua lo soltó y se recostó totalmente en el suelo sin dejar de mirarlo, estaba concediéndole el permiso que Gon había tratado de obtener. El oji-castaño lo miró indeciso, no quería lastimarlo.

— ¿E-estás…se-seguro?

El mayor asintió con una imperceptible sonrisa y sin dejar de mirarlo; no es como si no estuviese asustado, pero no quería detenerse ahora; es más, ahora estaba totalmente seguro de que con la única persona que podría llegar a hacer todo esto, era Gon, con nadie más le hubiese gustado vivir algo así más que con su luz.

Gon se le acercó, con la intensión de besarlo; pero se detuvo y habló sobre sus labios.

— Te amo, Killua…— le susurró al momento de robarle el aliento por la impresión. Ese beso logró remecer el estómago de ambos, esa simple unión de labios representaba lo que cada uno sentía por el otro y el deseo de estar junto a la persona amada.

A medida que iban profundizando el beso, Gon fue recargándose más sobre el cuerpo del albino. Killua, algo tímido, separó ligeramente las piernas; mientras el moreno se hacía un espacio entre ellas y comenzaba a penetrar lentamente el interior de su mejor amigo.

El mayor no pudo evitar el ahogar un grito de dolor; Gon lo miró preocupado.

— K-Killua…

— Estoy b-bien…— le interrumpió. Los zafiros se encontraron con los castaños, ninguno quería detenerse, eso se leía en ambos. Gon entendió y continuó adentrándose en el estrecho lugar. El menor liberó un gemido de placer, nunca imaginó lo bien que podía llegar a sentirse algo así. Quería moverse, su cuerpo se lo pedía, pero no quería lastimar a Killua; así que optó por volver a posar su mano sobre el miembro del albino y comenzar a masajearlo otra vez, de arriba hacia abajo; al escuchar como los gemidos del oji-azul aumentaban, se atrevió a comenzar a mover su miembro invasor.

El vaivén se hizo lento y tortuoso para ambos, era la primera vez de los dos, era natural; pero a medida que sus cuerpos fueron acompasándose, el dolor era suplantado por el placer. Entre gemidos y suspiros se unían como nunca antes, el ritmo de las caricias y de la penetración se complementaba perfectamente; ambos niños con el pulso a todo dar y la respiración acompañada de suspiros y gritos ahogados. El ritmo aumentó, estaban acercándose al límite, sentían como su cuerpo quemaba desde los pies hasta la totalidad de sus caras, y como ardía el contacto con el otro cuerpo. Finalmente llegaron al máximo y ambos terminaron casi al mismo tiempo, bañando al otro con el líquido acumulado en su interior ante ese placer.

Gon cayó rendido sobre Killua, el cansancio se les notaba en la cara, pero había valido la pena; hasta ahora, esto era lo más excitante y fantástico que habían vivido. El moreno se recostó en el pecho del mayor y este llevó su mano hasta su pelo negro, acariciándolo suavemente.

— Killua…— habló el menor—. Eso…me gustó…mucho…— su respiración agitada no lo dejaba hablar de corrido. Killua sonrió, igual de complacido.

—…A mí también…me gustó…mucho— respondía a la par.

Así se quedaron un rato, la llovizna aun no se detenía y pequeñas gotitas de rocío caían en sus caras y espaldas, a pesar de las ramas del sauce, igual estas se colaban; pero era relajante, hasta hipnótico, un ambiente que nunca creyeron perfecto para hacer el amor…

Sin embargo, Killua sabía que podía ser algo peligroso…

— Gon…debemos vestirnos e irnos antes de que la lluvia empeore.

— Pero esto se siente bien… — reclamó infantilmente, Killua le besó la frente.

—…No seas terco — le regañó con cariño—. Anda, levántate, tenemos que irnos…

—…No es justo — susurraba a modo de réplica mientras, lentamente liberaba al mayor de su opresión, pero al quedar ambos sentados, quedó mirando a Killua…

— ¿Qué sucede?— preguntó el oji-azul al notarlo.

— Nada…es solo que…para la próxima vez, quiero que cambiemos de posición.

— ¡¿Ah?!— el sonrojo y los nervios lo invadieron de inmediato. Gon solo le sonrió inocente.

— Es que yo también quiero sentirte dentro de mí, Killua…

— ¡Baka!— lo golpeó— ¡No tienes que ser tan literal para esas cosas!

— ¡Pero Killua! ¿Acaso no quieres volver hacer esto conmigo?— preguntó cual perrito abandonado bajo la lluvia.

— ¡N-no lo digo por e-eso!

— ¿Ves?... no te preocupes, sé que te gustará sentir lo que yo sentí hoy, es como…

— ¡Silencio!- lo golpeó de nuevo, ¡¿cómo es que no tenía ni las más mínima vergüenza de decir ese tipo de cosas?! …no es como si la idea no le gustara, pero… ¡no era para ser tan explícito!

— Auch… ¡me dolió! ¡No te tenías que golpearme otra vez!

— ¡Es que eres un tonto!

— ¡Pero aun así me quieres!—. Y recibió otro golpe más…— ¡Ah! ¡¿Y eso por qué?!

—…Por que sí…— refunfuñó avergonzado y desviando la mirada, todo lo que Gon había dicho era verdad, pero con el simple hecho de decirlo y de manera tan inocente y natural, para él, era merecedor de un golpe.

Hay algunas cosas que nunca cambian y tal vez nunca cambiarán…

Se había hecho de noche cuando ambos cazadores volvieron a la casa. Biske les preparó la cena, Alice dormía profundamente y Aiko estaba desaparecida.

— ¿Qué harás ahora, Biske?— preguntó Gon mientras cenaban.

— Me quedaré unos meses aquí, hasta que pueda llevarme a Alice para entrenarla; además me servirá para descansar, estos últimos días me he sentido bastante agotada…

— Debe ser la edad…

¡Pum! …y Killua voló alto una vez más. Gon la miró con gotita rodando en su cabeza.

— ¿Y tú tienes algún comentario?— preguntó cual asesino en serie en su zona.

— N-no…

Biske daba miedo…

— Me alegro…— y su aspecto angelical volvió de inmediato—. Y dime… ¿qué estuvieron haciendo todo el día?

Un violento sonrojo lo invadió, sentía el corazón en el cuello. ¡¿Qué le diría ahora?!

— Eh…y-yo…— ¡Demonios! ¡A buena hora se le ocurría a su amigo ir a volar por ahí!— Bu-bueno…no-nosotros…— Y el hermoso sonido de la tetera lo salvó. Biske tuvo que ir a la cocina para apagarla, mientras él se apresuraba en tragar su comida y, aun con la boca llena, anuncia que estaría tomando un baño. Subió tan rápido que ni tiempo le dio a la maestra para responderle.

— ¡Agh!... ¿Cómo tiene tanta fuerza siendo tan vie…? ¿Y Gon?- ¿Ya había terminado de comer tan rápido? Solo había volado unos segundos…

Sin creer que ya estaba arriba, fue a buscarlo por el resto de la casa, tal vez Biske lo había mandado por algunas verduras a la bodega. Con esa idea, salió al patio de la casa, pero no esperaba encontrarse con alguien más afuera. Aiko estaba sentada en una enorme roca un poco más abajo de la bodega, casi al pie de la colina. Miraba la montaña donde Ariasu se encontraba, se preocupó un poco por la anciana y decidió bajar.

— Ya está lista la cena, debería ir antes de que se enfriara.

— No te preocupes, tesoro. Yo comeré después…— le contestó de forma maternal. Killua no se quedó muy conforme de todas formas.

— ¿Se encuentra bien?

—…Lo estaré, querido. Es difícil dejar a las personas que amamos, pero hay momentos en los que es necesario.

Oír eso no le gustó mucho al albino, la imagen de Gon vino a su mente. Es cierto…¿qué pasaría cuando él encontrara a su padre? Además, Alluka no podría quedarse con Mito-san para siempre, ella lo necesitaba y él también quería protegerla…Y Gon…

"En algún momento necesitará que lo deje solo con su padre…" hasta ahora siempre había estado con él, ambos habían vivido diversos momentos juntos, aun seguían creciendo juntos. ¿Eso iba a terminar?

Esa pregunta dolió en su pecho, esa era precisamente la punzada de angustia que había logrado evitar desde hace un tiempo, en especial luego de pelear contra las hormigas quimeras.

¿Qué debía hacer ahora? ¿Qué debía pensar? Lo de esta tarde solo había logrado que su amor por Gon creciera… ¿Qué ocurriría con ellos cuando el tiempo decidiera alejarlos y llevarlos por caminos diferentes?

Sus ojos reflejaron la tristeza que lo invadía en ese momento. Al parecer amar a alguien era más doloroso y sacrificado de lo que todos creían…

Aiko pareció notar el transe del niño, y la razón…

— ¿Sabes, tesoro? Con todo lo que los años me han enseñado no podría sentirme alguien sabio ni mucho menos; pero si he aprendido algunas cosas útiles que el tiempo se encarga de hacerte entender.

—… ¿Cómo qué?

—…Todo el mundo está conectado de alguna manera; pero existen lazos de amor que se forman en la vida y que terminan siendo indestructibles, pueden soportar todo el tiempo y las condiciones del mundo. El vínculo que tienes con quienes amas, jamás se rompe; y sea donde sea que estén o hagan lo que hagan, siempre estarán conectados entre sí; y ese mismo vínculo será quien los vuelva a unir algún día…

Killua la escuchaba con atención, luego desvió la mirada hacia el cielo nocturno, sentía que esos ojos viejos y sabios no mentían…

Y por ahora, sus palabras eran todo en lo que necesitaba creer…

Después de todo, fue el destino el que se encargó de unirlo con Gon y dejarlos estar todo este tiempo juntos, ¿podría volver a hacerlo, verdad? Si debían estar juntos…de una de otra forma volverían a verse algún día, incluso después de tener que despedirse.

Miró a la anciana, aun seguía mirando la montaña. Entendió todo lo que ella quería decirle, esos lazos de amor…no importaba el tiempo ni las condiciones, nunca se rompían.

"…Aunque nos tengamos que separar algún día…no será eterno, sé que algún día volveremos a estar juntos…y podremos viajar y ver el todo lo que nos falte del mundo"

Una tenue sonrisa de esperanza adornó su rostro. Estaba ambos ahí, todo lo demás vendría con el tiempo y ellos estarían bien; ahora lo sabía…

— ¡Alice, debes hacerte muy fuerte para pasar el examen del cazador y manejar bien el Nen!— Le hablaba un enérgico Gon, ya en la puerta, junto a su mejor amigo y frente a las tres Krugar que quedaban en la casa.

— ¡Claro que sí! ¡Confía en mí, Gon! ¡Me convertiré en una gran cazadora profesional como mi mamá y mi tía!

Un tenue sonrojo de egolatría adornó las mejillas de Biske.

— ¡Por supuesto que será así, en tus venas corre nuestra sangre!— habló con orgullo. — ¡Te convertiré en la mejor de las cazadoras, jeje, ahora sabrás el secreto de mi éxito!

Killua sintió un escalofrío en la espalda al recordar la "verdadera" apariencia de Biske, se acercó a Alice y le susurró…

— Te recomiendo usar un chaleco que pese 10 toneladas para que no pueda levantarte…y alguna crema anti-arrugas.

Una venita apareció en la frente de Biske al tiempo que tiraba de una oreja albina para alejarlo de la niña.

— No corrompas a mi sobrina, mocoso.

— ¡Solo le advierto para que después no quede traumada!

— ¡¿Traumada con qué?! ¡¿Acaso olvidas que yo te enseñé a ti también?!

— ¡Yo ya había sido entrenado y ya había aprendido el Nen! ¡Tú solo arreglaste los detalles!

— ¡Mocoso malagradecido!

Antes de que Biske mandara a volar, otra vez, al Zoldyck; Gon se le acercó e hizo su ya tan habitual gesto de respeto a su maestra.

— Gracias por habernos ayudado en la montaña, Biske. No sé si estaría aquí de no haber sido por ti y Aiko-san.

Biske le sonrió con cariño.

— Claro que estarías aquí…—miró a Killua, quien desvió la mirada, sonrojado. "Porque él nunca hubiese podido abandonarte ahí y a tu suerte".

— ¡Aiko-san, muchas gracias por todo!

— Nada de eso, Gon; yo soy quien está agradecida de la ayuda de ambos, la Flor no hubiese podido ser reconstruida sin ustedes.

— ¡Muchas gracias, chicos!— apoyó Alice.

Ambos asintieron y se miraron…

— Vámonos, Killua…— comenzaron a caminar colina abajo mientras Gon se despedía con un gesto de las Krugar.

— Nee Killua… ¿dónde iremos ahora?

— ¡¿Ah?! ¡Te dije que vieras el mapa antes de que saliéramos de la casa!

— Lo olvidé…— admitía con ojos llorosos y un puchero arrepentido.

El albino suspiró pesadamente, esto ya se convertía en una mala costumbre.

— Veníamos desde el sur antes de llegar aquí, así que ahora sigamos hasta el norte. Creo que en esta región está la cuidad de Kakushin, que es famosa por sus avanzadas tecnologías, ahí podremos encontrar algo de información.

— ¡Bien! ¡Entonces vamos allá!

Sin esperar más tiempo…

— ¡Oe…Gon!

Tomó la mano del albino y comenzó a correr colina abajo, con este pisándole los talones, sentía sus mejillas ligeramente rojas, pero no podía evitar sonreír nostálgico ante la situación…

"Gon…solo será por esta vez…solo porque sé que tienes un camino que seguir y yo tengo el mío…pero cuando llegue el momento en que ambos vuelvan a cruzarse y ambos estemos listos, no importa lo que suceda, no dejaré que vuelvas a irte de mi lado…"

— ¡Vamos, Killua, estás muy lento! ¡Si no te llevo yo, te gana una tortuga!

— ¡¿Ah sí?!— Se soltó de su agarre y saltó impulsándose con la cabeza del menor para tomarle ventaja—. ¡¿Quién es la tortuga ahora?!— le molestaba con la lengua afuera.

— ¡Eso es trampa!

— ¡No seas llorón!

— ¡Y tú no seas tramposo!

— ¡Llorón!

— ¡Tramposo!

— ¡LLORÓN!

— ¡TRAMPOSO!

— ¡LLORÓN!

— ¡Te amo!

— ¡¿Ah?!

— ¡Sí! ¡Funcionó!— fue una buena táctica que paralizó momentáneamente al albino para volver a tener la ventaja de la carrera…

— ¡Oe!— le gritaba desde atrás tratando de alcanzarlo, aun con las mejillas rojas— ¡¿Quién es el tramposo ahora?!

— ¡Tú hiciste trampa primero!

— ¡Pero tú empezaste con esto, y además de tramposo eres un manipulador!

— ¡Solo tienes que decir que me amas y estaremos a mano!

— ¡O-olvídalo, tonto!

— ¡Mou…no seas así, Killua! ¡Si ya me los has dicho antes!

— ¡¿Q-qué?!— ¡Tiempo! ...Él estaba siendo manipulado en ese momento… ¿verdad?— ¡E-eso n-no es…!

— ¡En la montaña, cuando estuvimos peleando por culpa de Ryusu! ¡No hagas como si no lo recordaras!

— ¡P-pe-pero…tú…!

— De alguna forma, eso lo escuché perfectamente…— le sonrió victorioso y más al ver como la cara de Killua ardía como el fuego, ¡Bingo!

— ¡Tú…!

Ahora corría de su mejor amigo, con esa infantil risa adornando el ambiente de la montaña…

"Killua…gracias…"

El albino sonrió nuevamente y sin dejar de correr…

"Gon…por ahora…solo sigamos buscando a Ging…"

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No saben lo feliz que me hace que hayan llegado hasta aquí, Muchas Gracias!

…Dude un poco si subir este capítulo tal y como nació, pero así me gustó a mí y quise compartirlo tal cual, posiblemente haya gente a quienes no les hayan gustado algunas partes y lo comprendo perfectamente c: Espero no haberlos decepcionado con el final, ya que siempre vi este fic solo como una "parte perdida del manga" xD no quise armar más castillos en el aire.

¡Los quiero! ¡Y de verdad muchas gracias por leer!

Un abrazo a todos! Y nos veremos pronto! :D