SOMBRAS

CAPITULO 14

Residuos del dolor.

Días después de la noche que las seis portadoras se internaron en el bosque Everfree las princesas Luna y Celestia avanzaban lentamente entre las ruinas del antiguo castillo.

-¿Eso es todo lo que dijo Twilight?- preguntó Luna a su hermana mayor.

-Si- Contestó Celestia, unos metros atrás de ella, -¿Estás segura de que era ella?

Luna asintió lentamente.

-La cutie mark es la prueba definitiva, se trataba de Silver Mirror.

Celestia se colocó al lado de su hermana.

-Lo siento mucho, Luna, pero después de lo que sucedió con Nightmare Moon los soldados registraron el castillo y nunca la encontraron. Debimos de buscar con más cuidado, pero pensamos que había muerto en los derrumbes.

Luna suspiró y miró por los restos de una ventana al mar de arboles retorcidos iluminados por la luz del atardecer.

-Toda su vida se la pasó aquí, sola, esperándome. Y aun después de que su vida terminó ella continuó esperándome.

La mayor de las hermanas le colocó una pezuña en el hombro a la menor.

-¿Alguna idea de cómo pudo hacer lo que hizo?

Luna sacudió la cabeza.

-Esa clase de magia… Nightmare Moon jamás tuvo ese poder.

-¿Es posible que Grogar haya desarrollado ese tipo de hechizos mientras estuvo prisionero?

Luna suspiró y reanudó la marcha.

-¿Quién puede saberlo?, aun así no creo que se lo hubiera enseñado a Silver Mirror. Mientras que Grogar trataba de convencer a Nightmare Moon que cometiera más actos horribles Silver Mirror trataba de salvarme.

Celestia asintió.

-Existe otra posibilidad, si realmente estaba manipulando los espíritus de los fallecidos podría tratarse de un tipo muy especifico de magia.

Luna se detuvo y cerró los ojos.

-Nigromancia, magia del caos.

Celestia se lamió los labios.

-Según Twilight ella habló de un monstruo, hace mil años pocos ponies habían visto un grifo, ¿hablaría del nigromante que enfrentamos en la guerra o…?

-De Discord. -Terminó Luna.- Si Discord le dio todo el poder que vimos durante la guerra a un grifo no hay razón para dudar que se lo pudo dar al espíritu de un pony fallecido.

Ambas hermanas se detuvieron en frente de un par de puertas entreabiertas en el nivel de la cocina. Luna tomó aire por la boca y miró indecisa la abertura éntrelas puertas.

-Puedo entrar contigo.- Ofreció Celestia.

-No, esto aun es parte de lo que hice como Nightmare Moon, es mi responsabilidad enfrentarlo.

Entró lentamente en la habitación, conteniendo el aliento. Su mirada se posó en el gran espejo que alguna vez adornó su habitación pero lentamente su atención fue forzada hacia el rincón que mencionó Twilight.

Sus pasos se volvieron inseguros mientras se acercaba a los restos del pony. Observó los fragmentos de hueso hasta que repentinamente se esfumó la fuerza de sus patas y calló de rodillas en el suelo con lágrimas en los ojos.

-Lo siento… lo siento tanto…

Lejos del bosque Everfree, en Ponyville. Rainbow Dash se despedía de sus amigas para regresar a Cloudsdale, el ultimo hogar que visitó fue el de Pinkie pie.

Encontró a su amiga pastelera haciendo una maleta.

-Hey Pinkie, ¿Qué sucede?

La pony rosada miró a su amiga.

-Ya dieron de alta a mi papá, llevaré a las trillizas para que pasen tiempo con la familia.

Rainbow sonrió.

-¿Vez? Te dije que tu papá estaría fuerte como una roca a fin de cuentas.

Pinkie Pie negó lentamente.

-Ya está fuera de peligro, pero solo por el momento. Aun así está débil y ya no podrá ocuparse de la granja como lo hacía antes del infarto.

Hubo unos momentos de silencio en la habitación. Pinkie fue quien lo rompió.

-¿Sabes? he estado pensando en lo que me dijiste cuando fuiste por mi al hospital me di cuenta de algo.

Pinkie dejo de guardar ropa en su valija y se acercó a su amiga.

-La vida es una fiesta, y algunas veces los invitados se tienen que ir de la fiesta antes de tiempo, lo importante es que te diviertas con ellos mientras están ahí, disfrutar de su compañía. Y cuando se han ido no estar triste, porque no les gustaría que estuvieras triste en una fiesta

La pastelera le sonrió a su amiga pegaso y continuó haciendo su maleta. Rainbow Dash salió de la casa de su amiga. Permaneció unos segundos en silencio y finalmente voló hacia Cloudsdale mascullando una maldición.

Rainbow Dash se lamió los labios mientras observaba desde el lado exterior de la cerca la puerta de empleados de la fábrica del clima.

El sonido del silbato que marcaba el cambio de turno la sobresaltó, los trabajadores del primer turno comenzaron a abandonar la fábrica y después de unos minutos pudo ver a quien buscaba. Un pegaso de color azul celeste y con una corta crin de color arcoíris.

Rainbow aleteó lentamente en su dirección y aterrizo enfrente de él, interrumpiendo la plática del corcel con sus compañeros de trabajo. El pegaso y sus acompañantes detuvieron inmediatamente la marcha y hubo unos minutos de incomodo silencio.

-Hey.- Finalmente saludó Rainbow.

-Hey.- Contestó el pegaso.

El resto de los trabajadores murmuraron una despedida y se alejaron rápidamente del par. Rainbow notó el uniforme de su padre.

-Así que… ahora eres supervisor de… de arcoíris… eso… eso es bueno.

El padre de Rainbow se aclaró la garganta.

-Sí, me ascendieron tres años después de que… he, de que te fuiste.

El par de pegasos permanecieron de nuevo en silencio, Chroma Blast lo interrumpió.

-¿Quieres ir a el departamento?, sigo viviendo en el mismo lugar que antes.

Rainbow asintió lentamente y ambos pegasos emprendieron el vuelo. No pronunciaron ninguna palabra, Rainbow Dash se enfocó en los detalles de los barrios donde pasó su infancia, barrios que no veía desde la discusión con su padre, barrios que había evitado a toda costa desde que regresó a vivir a Cloudsdale.

Antes de que se diera cuenta llegaron a un edificio de apartamentos muy familiar para ella, el color de las paredes era más opaco, las puertas mas maltratadas por el clima, pero fuera de eso todo seguía igual.

Chroma Blast se disponía a abrir la puerta cuando las emociones dentro de Rainbow finalmente hicieron erupción.

-Escucha papá, siento mucho lo que hice y lo que dije cuando me fui. Sé que te decepcioné cuando me expulsaron de la academia de vuelo pero…

-¿Decepcionarme? –Chroma Blast negó con la cabeza. –Ese día me hiciste sentir muchas cosas Rainbow, tristeza, enojo…-

El pegaso terminó de abrir la puerta de su departamento y con un movimiento de la cabeza le indicó a su hija que entrara.

Rainbow Dash se quedó boquiabierta, la vieja sala seguía siendo la misma, la vieja mesa donde había comido seguía siendo la misma, inclusive la silla con la pata rota donde Gilda se había estrellado cuando corrían por la sala seguía ahí.

La diferencia se encontraba en las paredes. Enmarcados y colgados de la pared había recortes de periódico, propaganda de los Wonderbolts y fotografías. Todo referente a Rainbow Dash.

-… pero jamás me has decepcionado, hija.

Rainbow observó aun boquiabierta la decoración en las paredes y se acercó lentamente al cuadro que ocupaba el lugar de honor.

-Es… es el programa de mi primera presentación con los Wonderbolts…

La voz de su padre le llegó de alguna otra habitación.

-Estuve ahí, en primera fila.

Chroma Blast Salió de su habitación con una pequeña caja de cartón en su pezuña.

-Estaba guardando esto para ti.

Rainbow la abrió y extrajo una vieja insignia de cadete de su interior.

-Hey, gracias, le di la mía a Scootaloo.

-Es la de tu madre.

Los ojos de Rainbow Dash se abrieron de par en par.

-Pero, he revisado las listas… ella…

Chroma suspiró.

-Nunca inició el entrenamiento, al día siguiente de que le entregaron la insignia y le comunicaron que fue aceptada el médico nos dio otra noticia. Ella decidió que tú eras más importante.

Rainbow Dash apretó la insignia contra su pecho mientras lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos y las alas de su padre le envolvían.

Mientras Rainbow Dash y su padre compartían una tarde llena de toda una vida de historias Applejack se sentó frente a la tumba de sus padres y se quitó el sombrero.

-Saben, han pasado muchas cosas raras en los últimos días. Creo que no me di cuenta hasta que lo pensé después pero… pero a lo que le tenía más miedo era a…. verlos a ustedes.

Guardó silencio por unos cuantos segundos y tomó aire de nuevo.

-No… no puedo imaginarme lo que sentiría al verlos como esos pobres desgraciados grises, con sus caras tan… tristes y enojadas.

La pony campesina clavó su vista en el manzano que protegía la parcela de los Apple en el cementerio. La abuela Smith lo había plantado ahí el día en que habían enterrado al bisabuelo de Applejack.

-Y también pensé en una cosa… Twilight dijo que los espíritus de los muertos se quedaban aquí porque tenían algo que hacer, un deber que cumplir. Y sé que para un padre no hay mayor deber que el de cuidar a sus hijos… especialmente si sus hijos están tristes.

Miró de nuevo la tumba de sus padres.

-Se lo prometí a Mac, se lo prometí a Mint Blast, pero creo que faltó prometérmelo a mí misma, ya no llorare, levantaré mi vista y seguiré mi camino. No seré la razón por la cual ustedes no puedan descansar. Estén tranquilos, má y pá, su hija será feliz de ahora en adelante.

En lo alto de la montaña en las afueras de Ponyville, en la mansión-cueva Rarity se preparaba para descansar. Había cerrado temprano la tienda y retirado a su hogar.

La diseñadora se encontraba en su habitación, retirándose el maquillaje de la cara lentamente. Miraba fijamente su reflejo en el espejo, examinando el área alrededor de sus ojos buscando cualquier signo que delatara su edad, cualquier cosa que la distrajera de los pensamientos que rondaban su mente desde los sucesos de los últimos días.

Su vista captó una forma que parecía ser un pony a unos metros detrás de ella. Rarity giró rápidamente la cabeza con un hechizo preparado en su cuerno cuando notó que la figura era uno de sus maniquíes.

La unicornio modista suspiró y apagó su cuerno al mismo tiempo que se limpiaba el sudor de su frente con un pañuelo de seda. Habían pasado cuatro días desde esa noche en Everfree y desde entonces cada vez que veía algo de reojo se ponía nerviosa. Sacudió la cabeza y movió el maniquí con su magia para apartarlo de su vista.

Desde la experiencia con los seres grises y la neblina negra su mansión le parecía más fría e inhospitalaria que de costumbre. Sin Spike el lugar estaba demasiado vacio y los enormes espacios eran intimidantes para ella.

Se sentó en su cama y observó a su pequeña, dormida plácidamente abrazando un pequeño dragón de peluche con los colores de su padre.

También desde los tétricos sucesos del los últimos días ciertos pensamientos mas oscuros que de costumbre le rondaban su cabeza. ¿Qué haría cuando sus padres se fueran?, ¿Qué haría si Spike no resultara victorioso en cualesquiera que fuera su misión mas haya de las frías montañas del norte de Equestria?

Se lamió los labios y suspiro trabajosamente, ¿Qué haría Spike cuando, tarde o temprano, ella se fuera mucho antes que él?

Acarició la crin de Ruby y sonrió con melancolía.

-Ya tendremos tiempo de preocuparnos por eso más adelante, querido. Por lo pronto cumple tu promesa, quédate conmigo hasta que se apaguen las estrellas.

Mientras el sol se ponía sobre Ponyville Fluttershy observaba a Big Mac, Apple Bloom y Strong Hoof reparar los desperfectos creados por los grifos grises y Rainbow Dash. Deseaba ayudar pero en esos momentos la pequeña Apple Dessert se encontraba cenando.

Fluttershy cerró los ojos por un momento y en esa fracción de segundo observo de nuevo los rostros tristes y enfurecidos de los ponies grises.

-Pobres… ¿Que les habrá pasado para que estuvieran tan molestos?, ¿estarán bien ahora?

Nadie tenía aun una idea exacta que de que sucedió con las criaturas grises y a donde se fueron. Fluttershy tenía la esperanza que Helhest tomó los espíritus atormentados y los llevó a un lugar donde ya no tuvieran que preocuparse.

Fluttershy abrazo a su pequeña y suspiró.

-Si hago algo de lo que me arrepienta, o si me arrepiento de no hacer algo… ¿me pasará lo mismo? ¿Me quedaré aquí atrapada?

La pegaso se levantó lentamente, colocó a la potrilla en su alforja especial y con paso pausado camino hacia su esposo.

En la biblioteca de Ponyville Twilight suspiró y dejó su pluma en el tintero. Le dedicó un vistazo cansado al poco avance que había conseguido en el trabajo encomendado por la princesa Celestia y bufó.

-Lo último que necesito en este momento son ideas de ponies con armas. – comentó en voz alta a nadie en particular.

-Lo que necesitas es azúcar… y café. -Le respondió la voz de Trixie desde la cocina.

Twilight se levantó de su escritorio y buscó a su amiga. La encontró tratando de prepararse la cena.

-Creí que doctor había dicho que guardaras reposo. Si te sigues moviendo tus huesos no van a soldar bien.

-Y Trrrixie crrree haberrrte dicho que es una yegua de acción que no puede soporrrrtar la inactividad.

Twilight se sentó a la mesa y se llevó las pezuñas a la cara.

-¿Qué es lo que sucede, Twilight?

La unicornio purpura levantó la vista. Trixie había dejado de lado su acto de nuevo. El saber que solo hacia eso con los ponies a los que le tenia absoluta confianza le hacia sentir una especie de calma.

Twilight suspiró de nuevo, últimamente lo hacia mucho.

-La princesa Celestia, lo noté en su cara, estaba decepcionada. Solo me preguntó porque habías ido a Everfree y que es lo que sucedió pero…

Twilight bajó la vista.

-La expresión lo decía todo: "Te di una orden por tu propio bien y el de tus amigas y desobedeciste", Solo una vez me había visto de esa forma antes y no estaba tan molesta como lo está ahora.

-Tú y las demás solucionaron el problema antes de que se saliera totalmente de control. Esas cosas estaban rondando por toda Equestria ya.

-Y la princesa me agradeció por hacerlo, pero había algo en el tono en lo que lo dijo que… no se, es raro para mi verla así.

Trixie se encogió de hombros.

-Bueno, has salvado Equestria más veces que las que se pueden recordar. Yo creo que ya te has ganado el derecho de desobedecer de vez en cuando.

Twilight se encogió de hombros.

-Supongo que tienes razón Trixie, gracias.

Lejos de la biblioteca, en el bosque Everfree, Zecora caminó lentamente por su hogar, la visita inesperada de sus amistades había hecho un poco de desorden, especialmente un agujero que dejaron en el techo.

La cebra realizó una pequeña limpieza y siguiendo su costumbre miró por la ventana en la dirección general a la que estaba su tierra y rezó una pequeña oración para sus ancestros.

Notó un movimiento entre los arbustos, a los pocos segundos apareció caminando lentamente un pony. Era imposible saber si se trataba de un pony terrestre o un unicornio, ya que en el cuello tenía un corte limpio y su cabeza estaba ausente.

El pony se detuvo y se movió de tal manera que quedó de frente a Zecora, fuera del circulo de sal.

-Saludos, viejo camarada, veo que aun no encuentras tu cabeza. ¿Por qué no vas más allá de esta enramada y buscan el pozo con presteza?

El pony movió el cuello como si inclinara su inexistente cabeza y se dio media vuelta, perdiéndose entre las sombras.