SOMBRAS

CAPITULO 1

Polvo de Oro

En las afueras del lado oeste del pequeño pueblo de Ponyville hay un camino que tiene solo un par de años de haber sido construido. Permite un acceso rápido y cómodo a la cima de la montaña más alta en los alrededores. Cualquier pony nuevo en el pueblo y que lo siguiera se sorprendería al darse cuenta de que lleva a una pequeña terraza y un jardín exquisitamente dispuestos en lo alto de la montaña.

La terraza y el jardín preceden una gran pared de roca natural en la cual la entrada de una cueva ha sido cubierta con una pared que no le pediría nada a la fachada de una mansión en Canterlot, con la excepción de su gran extensión y la impresionante puerta de madera en el centro, lo suficientemente grande como para permitir el cómodo paso de un dragón.

La cueva en si dista mucho de tener el aspecto normal de una, sobre todo por el enorme piano que ocupa un rincón, y se encuentra perfectamente amueblada, elegantemente decorada y expertamente acondicionada para que un pony con los gustos más refinados de Equestria viviera sin dificultad alguna.

En el fondo de esta, en lo que podía llamarse la habitación principal, había un modesto montón de monedas y joyas, al lado de este una amplia y cómoda cama y sobre esta una unicornio adolescente observaba con atención a su hermana mayor. Sweetie Belle acurrucaba a su sobrina entre sus pezuñas, quien se distraía con un diamante entre sus pequeñas garras.

-¿Está bien que Ruby juegue con algo tan duro? – preguntó la unicornio cantante.

Rarity asintió distraídamente.

-Twilight probó la dureza de sus garras y colmillos, no son tan resistentes como los de un dragón, pero no se va a lastimar tan fácilmente.

Rarity regresó su atención al espejo en frente de ella. Modelando y posando para asegurarse que los meses de dieta y ejercicio que siguieron al nacimiento de Ruby Heart hubieran logrado su objetivo.

La unicornio sonrió satisfecha y asintió, excepto por la cicatriz de la cirugía y un par de estrías en su vientre, que de todos modos su pelaje cubría con facilidad, nadie diría que ella pasó por el embarazo más peculiar en toda la historia de Equestria hacia apenas tres meses.

-Te vez muy bien hermana.

Rarity sonrió llena de orgullo.

-Gracias Sweetie, realmente necesité de mucho esfuerzo para recuperar mi cuerpo.

-Es curioso, Fluttershy no hiso nada en especial y en menos tiempo que el tuyo su cuerpo regresó a la normalidad.

Rarity gruñó y miró a su hermana de rejo, con Sweetie belle era difícil saber cuando sus comentarios eran maliciosos u observaciones inocentes. Decidió cambiar de tema antes de que su hermana le siguiera recordando como su mejor amiga obtenía fácilmente cosas que a ella le habían tomado mucho esfuerzo.

-Es una pena que no me puedas acompañar a Foaleans.

Sweetie Belle asintió.

-Lyra, Octavia y yo debemos ensayar.

Rarity sonrió con un aire de melancolía.

-Mi hermanita menor llenando las salas de conciertos de Canterlot. Llegaras mas lejos de yo jamás lo hare.

Sweetie Belle se sonrojó.

-No es cierto, tú haces vestidos muy hermosos, yo solo canto.

Rarity se sentó junto a su hermana y le acaricio la crin.

-Tu arte es más apreciado por el público que el mío, a la larga a ti te recordaran más que a mí. Es el destino de todos los ponies, ser recordado por la historia u olvidados como el polvo.

Sweetie belle abrazó a su hermana mayor.

-Tú has salvado Equestria mas veces que muchos de los héroes de los cuentos. Además de que eres la primera pony en casarse con un dragón. Te recordaran más que a mí.

Rarity asintió.

-Tal vez, pero me gustaría que fuera por mi arte.

La risa de Ruby rompió el momento y llevó a Rarity a concentrarse en su hija y acercar su rostro al de la pequeña.

-¿Estas lista para ti primer evento de aute coture?, ¿puedes decir semana de la moda en Foaleans?, ¿puedes?

Por toda respuesta Ruby sujetó la nariz de su madre con sus garras y le dio una pequeña mordida en esta, provocando que Rarity la arrebatara de los brazos de Sweetie Belle con su magia para después abrazarla fuertemente contra su pecho.

Más tarde, mientras caminaba por la calle principal de Ponyville Rarity pudo ver al esposo de Pinkie, Grey Skies, mientras barría la entrada su casa que hacía las veces de su oficina. Rarity aun sentía vibrar su lado mas romántico cada vez que recordaba como el pony había abandonado un trabajo en uno de los bufet jurídicos más grandes de Manehattan para ayudar a Pinkie pie a salvar Sugar Cube Corner en contra de sus mismos jefes.

Grey Skies había abierto la pequeña oficina, pero no tenía mucho trabajo debido a que era extraño que los habitantes de Ponyville recurrieran a las cortes cuando tenían alguna diferencia. Debido a esto el pony terrestre pasaba la mayor parte de su tiempo ayudando a Pinkie con sus trillizas y a cuidar de la casa mientras la pony repostera trabajaba a tiempo completo en Sugar Cube Corner. La unicornio se acercó a saludarlo.

-Buenas tardes, Grey Skies.

-Buenas tardes, lady Rarity.

Rarity suspiró con una sonrisa.

-No es necesario que me llames así, somos como familia.

Grey Skies sonrió también, antes de que cualquiera de los dos ponies pudiera decir algo mas escucharon la voz de Pinkie.

-¡Hey!, ¡Rarity!, ¡Greysito!

La pony repostera apareció doblando la esquina y llevando en perfecto balance sobre su espalda una torre de paquetes y cajas de cartón.

-¡Hola!, estaba haciendo entregas de pedidos y pensé en dejar un par de muffins para la cena. ¿Cómo estás Rarity?, ¿Todo bien con Ruby?, si necesitas algún consejo sobre bebés puedes preguntarme ¿están listas las dos para la gran semana en Foaleans?

Mientras hablaba rápidamente Pinkie realizó un movimiento con su espalda que provocó que uno de los paquetes de la parte media de la columna se saliera de esta y cayera en una de sus pezuñas. Con un movimiento distraído Pinkie la lanzó por la puerta abierta de la casa, donde cayó en el escritorio de su esposo sin perturbar en lo más mínimo ningún otro objeto.

Rarity asintió.

-Estamos bien Pinkie, y gracias por tu ofrecimiento, lo tomare en cuenta. Y si, ya casi partimos, solo llevare a Ruby con Twilight para que le haga un pequeño chequeo y abordaremos el expreso de la noche.

-¡Perfecto!, les hare una gran fiesta de bienvenida cuando regresen. Bueno, tengo que irme, ¡adiós!

La pony rosada se alejó corriendo a toda velocidad por la calle, sin embargo se detuvo y con la misma velocidad, pero caminando hacia atrás, regreso a un lado de su esposo y le sujeto la nuca con una pezuña.

-Dame un poco de de azúcar, nene.- Dijo Pinkie antes de jalarlo hacia un beso para después alejarse tan rápido como sus agiles patas se lo permitían.

En los pasillos del palacio de Canterlot las dos princesas de Equestria caminaban apresuradamente. No eran los pasillos por que generalmente se movían. Ahora lo hacían por uno de los pasillos de servicio que las llevaría a un pequeño patio donde normalmente se recibía e inspeccionaban los ingredientes de la comida antes de pasarlos a las cocinas.

Ambas princesas avanzaban en silencio hasta que Luna se detuvo y miró hacia atrás.

-¿Sucede algo, Luna?

La princesa de la noche dudó por unos segundos.

-Lo siento, Celestia. Pero tuve la impresión de haber visto a alguien en las proximidades de nuestras personas, pensé que ya no sufría de esas extrañas maquinaciones de mi mente.

La princesa Celestia miró extrañada a su hermana.

-¿Te ocurría a menudo antes?

Luna asintió.

-Después de mi regreso a veces tenía la sensación de que alguien mas estaba junto a mí y en ciertas ocasiones me pareció ver una sombra de reojo o un atisbo de movimiento en los espejos del palacio. Pero eventualmente se detuvo, supongo que lo sentí de nuevo porque no queremos ser vistas.

La princesa del día asintió y se lamió los labios.

-Lo sé, no me agrada mucho esta situación, pero tenemos que hacerlo.

Ambas princesas continuaron avanzando hasta llegar al pequeño patio. El patio, cuya puerta normalmente se encontraba custodiada solo por dos reclutas de cualquiera de las órdenes, se encontraba estrechamente vigilado por media docena de guardias de las dos ramas del ejército e inclusive los comandantes de ambas guardias estaban presentes.

Los dos militares se colocaron junto a sus princesas. El enojo era evidente en el rostro de la comandante Northern Wind y la pegaso gris de larga crin azul pálido no tardó en expresar su inconformidad.

-Con todo respeto sus majestades, esto es una vergüenza.

El comandante White Thunder asintió lentamente, como de costumbre su rostro era difícil de leer.

-Estoy de acuerdo.

Luna miró un poco sorprendida al unicornio negro y de crin blanca, cubierto de cicatrices, no era normal que no tuviera fe y obediencia absoluta en las princesas. Celestia trató de calmar a ambos comandantes.

-Lo sé, pero no hay alternativa.

Northern Wind gruñó abiertamente, cosa que sorprendió a los soldados de menor rango presentes.

-Si me permite diferir, ambas guardias tienen unidades especializadas y en la guardia diurna contamos con una unidad de espionaje que pudo…

Celestia alzó la voz, la tercera vez que un evento poco común ocurría en tan poco tiempo.

-No voy a repetir mi error de hace doce años. No voy a volver a mandar a un grupo de ponies fieles y valientes a una muerte horrible. Asunto finalizado.

Hubo un silencio incomodo que duró varios minutos hasta que se abrió lentamente la pequeña puerta. El capitán Shining Armor entró por esta, caminando lentamente, y realizó una reverencia ante las dos princesas.

-Los… "visitantes" están aquí, sus majestades.

Celestia asintió lentamente.

-Háganlos pasar.

Shining Armor asintió e hizo una señal en dirección a la puerta antes de colocarse a un lado de Northern Wind.

Por esta entró un grupo de doce lobos del norte, acompañados por un pony terrestre de color gris y crin pelirroja cuyo cuerpo, excepto por la cabeza y el cuello, estaba totalmente cubierto por una desgastada capa de viaje.

El lobo que encabezaba el grupo, gris y cubierto por una piel de oso, realizó una reverencia ante las princesas.

-Thorkel hijo de Thorfin y sus Jomsulfur a sus servicios nuevamente majestades. ¿En que les podemos auxiliar en esta ocasión? Sus deseos son órdenes… por el precio correcto, claro.

Luna observó con desagrado a los lobos, sin embargo su vista captó algo más. Justo en el límite de su campo de visón algo se movió. La princesa de la luna miró en dirección del pasillo por el que había venido junto a su herma.

Estaba completamente vacío, lo cual aumentó la sensación de incomodidad de Luna, tal vez había sido su imaginación, o uno de los gatos que los cocineros tienen como mascotas para encargarse de los ratones. Tal vez era otra cosa.

Lejos de Canterlot, en el bosque Everfree, Zecora compartía la sensación de incomodidad con la princesa. A pesar de estar sentada en su cabaña tratando de leer un libro acerca de la historia de Equestria podía sentir perfectamente que algo no estaba bien.

A diferencia del resto de los ponies ella sabía que no todo el bosque estaba maldito, los límites de este eran como cualquier bosque que no estuviera en Equestria. Lo cual los ponies, acostumbrados a una naturaleza pacifica, ordenada y totalmente dependiente de ellos, tomaban como algo sobrenatural.

Sin embargo el centro del bosque, cerca de las antiguas ruinas de un castillo, definitivamente estaba bajo la influencia de una magia llena de maldad. Zecora había aprendido a mantenerse alejada de esa zona y sus ojos y oídos entrenados podían captar ciertas cosas entre los árboles.

Ahora esas cosas estaban abandonando lentamente las profundidades del bosque y reptaban lentamente hacia afuera. Adicionalmente había algo más, algo que no había sentido en el bosque antes, posiblemente relacionado con las extrañas huellas que había encontrado cerca de su cabaña.

Eran grandes, pero no profundas, como si un pony de gran tamaño pero extremadamente ligero hubiera ido a visitarla pero se hubiera arrepentido. Posiblemente era un pony herido, ya que solo dejaba la marca de tres pezuñas.

Zecora no pudo soportar más las sensaciones extrañas y, contra lo que su sentido común le indicaba, decidió salir a investigar. Preparó sus alforjas, se encomendó a sus antepasados y alejándose de su hogar se dirigió al centro de Everfree.

A medio camino entre Foaleans y Ponyville, bien entrada la noche Rarity tarareaba una canción de cuna mientras se dirigía a su dormitorio en el tren. El costo de reservar uno solo para ella y Ruby fue bastante alto, pero valía la pena. Sostenía a la pequeña, quien dormía plácidamente, contra su pecho con una pezuña y utilizaba su magia tratando de encontrar la llave de sus aposentos en su bolso de viaje.

Sobre el traqueteo del tren logró escuchar un sonido extraño. La curiosidad la hiso detener sus acciones y prestar atención al sonido. Después de unos segundo identificó, era el sonido de pezuñas contra el piso de madera del vagón. Pero había algo diferente, no era el clásico sonido rítmico al que estaba acostumbrada.

Repentinamente sintió un escalofrió y sus instintos le hicieron mirar en dirección a la puerta que permitía el paso entre vagones. Ahí se encontraba alguien de pie. Aunque definitivamente equino su complexión y tamaño eran diferentes a los de un pony y mas similares a los de una de las princesas. Rarity se dio cuenta rápidamente de porque el extraño sonido de pezuñas, al desconocido le faltaba la pata delantera derecha.

El misterioso ser usaba una máscara de oro inexpresiva que ocultaba por completo toda la cabeza. Todo su cuerpo estaba cubierto por ropajes de seda con complicados estampados que no dejaban ver ni un solo centímetro de pelaje. El desconocido también usaba una impresionante cantidad de collares, brazaletes y prendedores de todos los metales y joyas preciosas imaginables.

Sin embargo lo que más desconcertó a Rarity fue el hecho de que todo estaba cubierto de polvo y desprendía un olor a viejo y aire encerrado muy fuerte, como si todo el conjunto hubiera estado guardado en un baúl olvidado por décadas y el extraño no se hubiera molestado en limpiarlo antes de vestirlo.

Rarity apretó a Ruby contra su pecho y se giró de tal forma que su cuerpo quedara entre el misterioso ser y su hija.

-¿Puedo ayudarle en algo?

El extraño no respondió, pero comenzó a avanzar lentamente, desprendiendo nubes de polvo que molestaban la nariz de Rarity. En ese momento las pupilas de la unicornio se dilataron y su corazón se detuvo.

Ahora que estaba en movimiento las telas del ropaje de la criatura en frente de ella cambiaban de posición y le permitían tener un vistazo del ser debajo de ellas. En vez de ver pelaje de colores marrones o grises que esperaba al creer que el extraño era una mula o un burro Rarity descubrió una piel negro verdosa y reseca. Peor aún, había zonas donde la piel estaba rota y exponía huesos marrones y viejos, no había la mas mínima presencia de musculo, sangre o grasa.

Rarity presionó a Ruby aun mas, hecho que despertó a la bebé, la pequeña comenzó a llorar, esto hizo que Rarity se pusiera aun mas a la defensiva, bajó su cabeza y su cuerno se encendió.

-¡Si da un paso más lo lamentara!, ¡aléjese de mi hija!

La criatura continuó avanzando, Rarity le lamió los labios y, justo como en la guerra, fijó el hechizo de ataque a una de las múltiples joyas con las que se adornaba el extraño ser. Justo en ese momento las luces del tren fallaron, dejando el vagón iluminado solo por el tenue resplandor del cuerno de Rarity.

-¡Por el amor de Celestia!, ¿no podía ser más cliché está situación?

A pesar de su enojo Rarity seguía con la vista fija hacia el frente, donde podría ver la luz de su magia reflejada en la máscara de oro. El ser continuó avanzando al mismo paso, justo en el momento en el que Rarity se disponía a liberar su magia el cuerno perdió su brillo.

La completa oscuridad y el llanto de Ruby tensaron en extremo los nervios de Rarity, su olfato captó de nuevo el olor a viejo y sus oídos escucharon un susurro por sobre el ruido del tren y el llanto de su hija.

La luz regresó al vagón, y aunque el extraño ya no estaba ahí aun podía escuchar el peculiar ruido de pezuñas alejándose.

Rarity abrió como pudo su compartimiento y rápidamente entró a este. Con la misma rapidez preparó un biberón para Ruby y se lo dio a tomar, con lo que consiguió que volviera a dormirse. La unicornio se acostó en su cama, acunando a la bebé en su pecho. Decidió no dormir esa noche para estar atenta a cualquier situación, aunque aun si lo hubiera deseado no hubiera podido conciliar el sueño.

El encuentro la dejó con una sensación de incertidumbre e incomodidad que no había enfrentado desde los días que pasó en el imperio de los grifos. El extraño susurro la perturbaba en particular, tal vez había sido el sonido de las telas al rozar entre sí o con la piel reseca, pero entre mas pensaba en el más le parecía que habían sido dos palabras que le resultaban ligeramente conocidas.

-¿Igneus Rock?, ¿ese no es?… ¿el padre de Pinkie?