Sabemos que merecemos el peor de los castigos por tardar tanto en actualizar este fic, esperamos que no se hayan enojado y lo sigan leyendo ya que esta historia nos gusta mucho. Esperamos sus opiniones :), y de nuevo disculpas.
Capítulo 18
Mary Margaret apostaba todo a su mano, y Regina miraba fijamente a la rubia porque si accedía a ir y perdía, se quedaría completamente desnuda. Emma se había dado cuenta de la cara de petición que su compañera le estaba dando, pero había llegado hasta ahí y quería arriesgar.
-Yo también, muéstrame qué tienes…-
Regina levantó las cejas sin poder creerlo, no era necesario que fuera, era un estúpido juego donde no iban a ganar nada importante. Se fijó en la mesa y en las cartas de ambas mujeres mientras aguantaba la respiración, esperando el resultado.
-¡Perdiste!- una gran carcajada de Mary Margaret hizo que los hombres empezaran a vitorear –Ahora vas a ver…- se levantó rápidamente, se notaba que estaba excitada y quería destapar su premio: Emma.
La rubia abrió sus ojos un poco asustada, había creído que tenía posibilidades y se la había jugado, ahora tocaba acarrear con las consecuencias. Resopló y se levantó, al menos el juego ya había terminado. Mary Margaret se acercó a ella poniendo las manos en su cintura y dispuesta a quitarle la única prenda que le quedaba: su tanga.
Regina miraba la escena como a cámara lenta, no podía soportarlo más y se levantó muy enfadada.
-¡Ya basta! ¡Parecemos animales en celo por Dios!- alzó la voz casi sin darse cuenta.
De repente, todos los de la mesa se quedaron mirando fijamente a la morena, no entendían que reaccionara así. No era nada de otro mundo lo que estaba sucediendo ahí, y ni siquiera para los demás ella estaba relacionada en algo con Emma. Se hizo un silencio incómodo hasta que Mary Margaret habló. La interpretación de la mayoría fue bastante parecida: Regina quería llevarse a la coordinadora del campamento a la cama con ella.
-Si querías desnudarla tú, sólo tenías que decirlo. No te creas que no me he dado cuenta de que la estuviste mirando toda la noche-
Al escuchar esas palabras, tanto Emma como Regina notaron cómo sus mejillas se enrojecían, no estaban disimulando nada bien y Graham estaba mirándolas sospechosamente. El hombre cada vez estaba más confundido con sus dos compañeras, y conforme a eso, los ratones le aumentaban exponencialmente al verlas cerca e incluso, al verlas pelear.
-A mí sólo me gustan los hombres, especialmente mi marido, si estoy aquí es por él. Ahora mejor me voy y les dejo seguir con la fiesta…- pensó que con esas palabras quizás podía disimular un poco el asunto, comenzó a caminar alejándose del resto. Estaba tan enfadada que no se daba cuenta que sus celos podían llevar al fracaso toda la misión.
Emma le hizo un gesto a Graham con la cabeza para que fuera tras ella. Le preocupaba Regina, pero si iba ella misma sería muy sospechoso. Vio cómo su compañero se levantó con una clara erección en sus pantalones. La rubia rodó sus ojos queriendo pegarle un puñetazo. Se dio cuenta que seguía desnuda y buscó su ropa en el suelo. Se había quedado a solas con el matrimonio y Mary Margaret la miraba levantando su ceja porque quería continuar con la fiesta.
-Lo siento, pero tengo que marcharme, diviértanse con el resto de las parejas- la rubia se justificó mientras se ponía la ropa a toda prisa y caminaba hacia las tiendas. Una vez allí entró bastante molesta –Regina ¿qué demonios fue eso?-
La morena miró a la rubia queriendo soltar toda la rabia que tenía dentro, pero con Graham delante no podía, así que sólo le quedaba disimular.
-Te salvé, ¿preferías estar desnuda delante de todos?- Regina se cruzó de brazos poniéndose a la defensiva.
-Has estado completamente fuera de lugar, hasta parecía que estabas celosa- dijo Graham mientras se acariciaba la barbilla muy curioso -¿O será que lo estabas?-
-Tú mejor cállate y ve al baño ¡por Dios!- la morena señaló el bulto de los pantalones del hombre mientras giraba la cara intentando no mirar.
-Sí, encárgate de ese tema Graham… y Mills, por favor, ven conmigo que creo haber visto algo sospechoso, necesito a alguien con un arma… un arma literal- aclaró al ver cómo había sonado aquello.
Graham rio mientras se dispuso a volver a la fiesta, no pensaba echar a perder el resto de la noche por sus dos aburridas compañeras. Había mujeres y juegos sexuales gratis, era hombrey no podía resistirse a todo aquello.
Mientras tanto, las dos mujeres salían de la tienda y empezaron a caminar por la zona. Era bastante de noche y se escuchaba a lo lejos las risas y el alboroto del resto de la gente del campamento. Durante unos largos minutos ambas permanecieron en silencio.
-Casi arruinas todo el plan…- pronunció Emma suavemente, sin intenciones de pelear.
-Casi te la tiras frente a todos- Regina, cabizbaja, miraba sus pies mientras caminaba.
-La que era mi novia me pidió un tiempo y nunca más me dijo nada de nuestra relación… pero no pensaba tirármela, no me gustan los tríos-
La morena levantó sus cejas y se paró para mirar a la otra mujer mientras hablaba enojada.
-¿Si hubiera sido con ella a solas sí te lo hubieras planteado? ¿Crees que vamos a volver si te acuestas con todo el mundo en este tiempo?- estaba alzando la voz de nuevo, odiaba perder tanto los nervios, pero la situación lo merecía.
Emma, que también se había parado frente a ella, se cruzó de brazos.
-No me he tirado a nadie si eso es lo que te interesa… y no, no tengo intenciones de hacerlo. Pero tampoco voy a esperarte para siempre- el tiempo pasaba y no habían aclarado nada.
-Tengo que decidir si voy a estar con una adicta después de haberlo perdido todo por culpa de uno, creo que es una decisión importante y si no puedes tener paciencia me estás demostrando lo poco que te importa todo esto- a Regina le parecía justificable lo que le estaba pidiendo a la otra mujer.
-Gracias por decirlo de esa forma- a la rubia le dolía que se refiriera a ella como una adicta, sabía que no se podía ser una "ex-adicta" pero había cambiado mucho sus hábitos de vida, m más de lo que la morena podía imaginarse –Tal vez aparezca alguien que me acepte por lo que soy… y no por lo que fui-
Regina sintió dolor en el pecho al imaginarse a Emma con otra persona.
-Tal vez tengas suerte en este campamento- siguió caminando, no estaba por la labor de seguir discutiendo y menos si la rubia si iba a poner en plan víctima.
-Nunca se sabe… no estoy buscando a nadie y lo sabes- fue detrás de ella y puso la mano en su cintura.
Al sentir la mano ahí, Regina se paró suspirando.
-Odio sentirme así- sentía los ojos de la otra mujer clavados en su espalda –Estos celos me matan- dijo bajito, en apenas un susurro.
Emma se acercó más a ella y besó su cuello suavemente.
-Me gusta que te den celos… significa que te importo-
Regina sintió un escalofrío.
-Pues a mí no me gusta nada-
-¿Te crees que me encanta que duermas con Graham en la misma carpa? Y mucho menos después de ver lo… contento que se puso antes-
La morena se giró quedando cara a cara con la otra mujer.
-No dejaría que ese idiota me tocara ni un pelo y lo sabes, estoy aquí para trabajar… ¿habías visto algo sospechoso o sólo era una excusa para hablar a solas?-
-Me pillaste, era sólo una excusa…-
Regina no pudo evitar sonreír y acercarse a Emma para abrazarla, lo necesitaba después del día que habían pasado.
-Esa Mary Margaret es una lesbiana de cuidado…-
-No me gustan las mujeres de pelo corto- la rubia sonrió dejando escapar una pequeña risa mientras la abrazaba con fuerza –La que me gusta no quiere jugar conmigo en este campamento de pervertidos…-
Regina rio.
-Realmente esta gente está bastante loca…- se separó un poco de la otra mujer –Deberíamos volver-
Emma asintió y empezaron a caminar hacia las carpas.
-Mi carpa es una de color verde con el número cinco… mi compañera no creo que vaya a pasar la noche ahí porque me dijo que buscaría compañía… así que ya sabes- la rubia guiñó un ojo coqueteando.
-No creo que sea lo mejor, porque si alguien nos ve pondría en peligro toda la misión- a Regina le apetecía pasar esa noche con Emma, pero tenía miedo de estropearlo todo. Como siempre, intentaba poner el trabajo primero.
-Tienes razón… bueno, supongo que tendré que dormir en el medio del bosque sola- bromeaba –Nos vemos mañana en el desayuno- la rubia miró a su alrededor fijándose en que nadie las viera y se acercó a besar la mejilla de Regina.
-Preferiría sola que con Graham… seguro ronca- sonrió a su compañera –Buenas noches… Tina-
-Buenas noches Bette- Emma rio bajito pensando en lo gracioso que sonaban sus nombres y que la morena no tenía ni idea de dónde habían salido. Cada una se fue a su tienda. Las carpas de los monitores estaban un poco alejadas de las de las parejas, en teoría porque no debían entrometerse en las actividades de los demás, y sobre todo, para poder dormir lejos de los gemidos y ruidos, algo que Emma agradecía enormemente. Se acomodó en el suelo y no tardó en dormirse.
Mientras tanto, cuando Regina había llegado a la tienda, ya estaba Graham dormido profundamente, y se dio cuenta gracias a unos sonoros ronquidos. La morena resopló y se tumbó intentando dormir, pero no había manera, los gemidos de las otras parejas y el sonido de su compañero no la iban a dejar descansar en toda la noche. No dejaba de pensar en la propuesta de Emma para dormir con ella y en lo mucho que le apetecía aceptarla. Así que, después de ver que no había manera de pegar ojo, salió a hurtadillas de la tienda y caminó buscando la de la rubia. Entró con cuidado y la vio dormida plácidamente, sonrió levemente y se acercó tumbándose detrás de ella.
Al sentir un cuerpo pegándose al suyo, Emma se sobresaltó un poco y se dio la vuelta mientras se separaba bruscamente. Al ver que era la morena resopló aliviada.
-Dios... casi me matas del susto- se llevó la mano al pecho, el corazón le latía con fuerza.
-Perdón, pensaba que dormías... moría de frío en mi tienda y no podía dormir- dijo Regina con una leve sonrisa. Era sólo una excusa. Siempre era más fácil decir una antes que ir directo con la verdad.
La rubia se acercó a ella.
-¿Estás queriendo decir que soy más caliente que Graham?- levantó sus cejas divertida.
-No he querido comprobar su temperatura corporal... ¿o querías que lo intentara?-
-Si te atreves a hacerlo te quedarás sin tu "posible" novia... sólo eso te digo- ni hablando en broma le hacía gracia la idea de imaginarse a Regina cerca Graham, o de cualquier hombre.
-Ah, o sea que tú quizás encuentras a alaguna mujer interesante, pero yo no puedo hacer nada... vaya normas- Regina se volvió a tumbar.
-Puedes hacer lo que quieras... pero siempre puede haber consecuencias- la forense se acostó al lado de la otra mujer, quedando cara a cara -¿Sigues con frío?- acercó sus labios al mentón de la otra mujer, tenía la cara helada.
-Sí, un poco- rodeó con sus brazos la cintura de Emma pegándose aún más a su cuerpo -Tú estás calentita-
-Regla número uno... en todas las actividades deben participar los dos miembros de la pareja. Creo que tengo que multarte...- la rubia sonrió bromeando haciendo que la otra mujer soltara una carcajada.
-¿Cuál va a ser mi multa?-
-Tienes que besarme y acariciarme hasta que me duerma... y cuidado con dónde van tus manos, porque no querrás despertar al león- levantó sus cejas.
-Mmm... qué crueldad obligarme a hacer eso- Regina se acercó besándola suavemente mientras metía la mano debajo de su camiseta para acariciar su piel desnuda.
-Me calientas mucho cuando te enfadas- Emma se dio la vuelta para que la morena la abrazara por detrás y no caer en tentaciones.
-¿En serio? Pues... debes estar excitada muy a menudo últimamente-
-Me calentaba porque ese enfado era por los celos que tenías... y porque querías mi tanga de premio. Eres muy mala perdedora...-
-Es que a esa zorra le faltaba meterte los dedos... te comía con la mirada y te acariciaba- al imaginar de nuevo la escena, la cara de Regina se ponía roja de ira.
-Lo siento, yo no tengo la culpa de la lívido ajena- Emma rio y cogió la mano de la otra mujer para llevársela a los labios y besarla -Tienes actividades por la mañana, creo que hay una especia de piscina con aguas terminales, y luego masajes eróticos...-
-¿De verdad? Miedo me da lo que sea capaz de hacer Graham debajo del agua... cada vez se suelta más-
-Bueno, de él depende regresar a la comisaría castrado o no. De todas formas, aprovecharé para investigar. No debemos perder más tiempo- a veces se olvidaba que estaba en una misión.
-Sí, tienes razón, hemos estado distraídos, mañana debemos ponernos las pilas- hablando de forma somñolienta dejó escapar un bostezo -Deberíamos dormir-
-Sí... despiértame cuando te vayas por la mañana- se acomodaron bien pegadas y cerró sus ojos. Apenas unos minutos después dormían plácidamente.
A la mañana siguiente, Graham se despertó notando que estaba solo en su tienda, era muy pronto, todo estaba silencioso porque tras la fiesta de la noche anterior dormían. Se puso la ropa y empezó a buscar a su pareja de campamento. Al ver que no la encontraba por ningún lado, llegó a la tienda de Emma y la abrió, viendo a ambas mujeres durmiendo abrazadas.
-¿Me he perdido algo?- preguntó cruzándose de brazos.
Emma y Regina se incorporaron sobresaltadas.
-Por supuesto que no, si no hubieras estado con tu amiguito activado todo el tiempo, Mills no hubiera tenido que venir a dormir aquí- la rubia tuvo buenos reflejos para contestar justificando la situación.
-Roncabas como una bestia- se adelantó a hablar Regina para hacer que sonara creíble -Era imposible dormir-
Graham, las miraba poco convencido, pero para nada podía imaginarse a la detective Mills acostándose con mujeres, no era para nada el prototipo de lesbiana. Más bien no podía imaginársela acostándose con nadie, y con Emma mucho menos, pero cada vez las situaciones decían más.
-Deberían tener cuidado, las he visto yo y no hay problema, pero las podría haber visto otra persona... y dada la reputación de Swan...-
-¿A qué te refieres?- preguntó Emma sintiéndose aludida.
-La gente en la oficina habla... Belle habla...- las miró haciendo un gesto con las manos, dando a entender lo obvio que era todo. La resentida muchacha se había encargado de contarle a tres cuartos de oficina lo que había pasado con Emma.
Regina carraspeó y se levantó intentando dar por finalizada la conversación.
-Deberían hablar menos y trabajar más, la vida privada de Swan o de cualquiera en la oficina es justamente eso: privada. Vamos a desayunar agente Humbert- miro a Emma -Luego nos vemos, intenta averiguar algo- le dijo adiós con la mano y salió con Graham para ir a la carpa del desayuno.
La rubia se había quedado pensativa, no le gustaba para nada que Belle fuera hablando de lo que pasó. Además, a la que le molestaría más seguro sería a Regina, porque trabajaba todo el tiempo con ella y no querría que los demás sospecharan por nada del mundo que ellas tenían una relación.
El desayuno de esa mañana era especial, las mesas habían sido sustituidas por espaldas y torsos desnudos, donde la comida había sido colocada estratégicamente. Al ver aquello, Regina perdió el poco apetito que tenía. No tenía la mínima intención de comer la comida que estaba sobre el cuerpo de un desconocido.
-Esto es...-
-¡Magnífico! ¡Lo sé!- la voz estridente de Mary Margaret les hizo voltearse -El año pasado no tuvimos nada así, es realmente una buena idea- sonreía feliz por la situación, parecía que el alcohol de la noche anterior no le había afectado para nada, aunque en su rostro se notaba que había dormido poco -¿Cómo terminaste la noche?-
-Bueno... tuvimos fiesta privada- contestó Regina con una sonrisa falsa, tenía que disimular que todo había ido bien después de su pésima salida de la partida de póker. Su respuesta fue recibida con risitas cómplices por parte de los demás.
Mientras tanto, Emma recorría el lugar indagando. Si dos personas habían muerto por sobredosis alguien tendría que estar vendiendo droga y nadie mejor que ella conocía a ese tipo de personas. Fue preguntando a varios que estaban por ahí, haciéndose la tonta, diciendo que quería probar cosas nuevas. Casi todo el mundo negaba saber algo o le mentían, pero después de un rato consiguió que alguien le dijera dónde podía conseguir lo que buscaba.
Caminó alejándose de las tiendas y encontró a un hombre, no le sonaba su cara, pero debía ser uno más del campamento, no era extraño que en este tipo de campamentos usaran ese tipo de sustancias.
-¿Me buscabas?- preguntó el hombre, debía tener unos 35 años y parecía un tipo común. No era difícil que se camuflara entre todos los demás.
-Sí, busco algo que me haga sentir bien- a Emma le temblaban las manos, todo esto era demasiado para una adicta. Esa frase la había utilizado decenas de veces cuando necesitaba un chute, y ahora, aunque fingido, estaba volviendo a hacerlo.
-Sólo tengo encima marihuana... pero en la tienda tengo algo más fuerte, si te esperas puedo dártelo- la cara de Emma le dio confianza enseguida, era la típica cara de cualquiera de sus clientes, no tuvo duda alguna.
La rubia tragó con dificultad, sentía sudor frío recorriendo su espalda, tenía que acceder, sino nunca descubrirían lo que había pasado. Asintió y acordaron un lugar para verse un rato después.
Se alejó de aquel lugar caminando muy rápido y con mala cara, como sintiéndose culpable por lo que acababa de pasar. El tema de las drogas la estaba afectando más de lo que esperaba. Tenía miedo de lo que era capaz, ya había pasado demasiado tiempo y no podía dejar de pensar en lo mucho que quería consumir la droga apenas se la dieran. Llegó hasta la sala donde la gente del campamento iba a recibir los masajes eróticos y buscó con la mirada a Regina.
La morena, que la vio desde lo lejos, le hizo un gesto con las cejas saludándola, notó su mala cara, pero no podía acercarse a ella en ese momento. La gente a su alrededor estaba desnudándose para recibir su masaje, ella llevaba un albornoz y esperaba su turno.
-Vamos Bette, túmbate- le indicó Graham que ya esperaba desnudo en una de las tumbonas.
Regina resopló, se quitó el albornoz quedando en ropa interior, y se acostó boca abajo. Se acercaron a preguntarles si querían recibir un masaje por un hombre o una mujer. Graham obviamente eligió mujer, y la morena, después de pensarlo unos segundos, se decantó por una chica.
Emma, que los observaba desde la distancia se quedó sorprendida, no entendía porqué había elegido una mujer sabiendo que ella estaba ahí y no le iba a gustar nada. Salió de la carpa de los masajes algo molesta y resopló. En esos instantes necesitaba a Regina, lo estaba pasando mal con el tema de las drogas, necesitaba que la abrazara y que le dijera que todo iría bien. Miró la hora, había quedado ahí al lado con el chico de las drogas.
Mientras tanto, Regina estaba recibiendo su masaje, al principio era muy relajante, el aceite en su espalda y la presión que la chica hacía era muy desestresante. Cerró los ojos dispuesta a disfrutar de algo en ese horrible lugar, pero las manos de la mujer bajaron hasta su culo acariciándolo de forma extraña. La morena pegó un brinco y se incorporó.
-Voy a refrescarme a la piscina mejor-
-Pero aún no terminamos- dijo Graham, claramente excitado por el masaje que estaba recibiendo.
-Te espero allá- se puso la bata rápidamente y salió de allí buscando a Emma.
Una vez fuera del lugar, se puso a mirar a su alrededor, casi todos los del campamento estaban dentro con los masajes, no debería costarle encontrar a la rubia. Caminó un poco hasta que vio a dos figuras, eran Emma y un hombre, el chico miraba a todos lados y se sacó una bolsa del bolsillo ofreciéndosela a la rubia que la aceptaba con nerviosismo y la guardaba enseguida en su chaqueta.
Regina miraba la escena boquabierta, no podía creerlo ¿Le había mentido Emma todo el rato y seguía consumiendo?