—Lo he perdido todo… —susurró Lain.

Hacía mucho tiempo desde la última vez que había reiniciado. Había reiniciado por lo menos unas cuatro veces. Siempre que reiniciaba, tenía la idea de que podría cambiar su destino; pero, era en vano. Siempre que intentaba hacer algo para que su destino cambiase, todo se estropeaba y terminaba peor.

La última vez fue la peor. Alice descubrió lo que hacía Lain y justo cuando estaba a punto de escapar, Deus la mató. Lain decidió que sería mejor dejar de reiniciar y empezar a vivir en el Nexo.

El Nexo era un lugar sombrío y fúnebre; pero para Lain, era el mejor lugar en el cual estar.

Pasaba el tiempo tendida en el frío suelo, contemplando el cielo teñido de negro y abstraída en sus pensamientos.

—El mundo orgánico no vale la pena si Alice no está conmigo.

Lain sabía que Alice siempre había sido su «cadena» a la realidad orgánica.

—Yo solo quería ayudarla, ser feliz junto a ella; pero supongo que lo eché a perder todo —Lain esbozó un gesto de disgusto.

Lain comenzó a viajar en sus recuerdos. Recordó las salidas a Cyberia con Alice, los monótonos ciclos escolares en los que podía ver a Alice, el primer regalo de su padre: una Navi —artefacto con el que trató de ayudar a Alice—. Asimismo, rememoró la calidez que emanaba la sonrisa de Alice.

Súbitamente, una frase pasó por la mente de Lain: «Cierra el mundo; abre el siguiente». Recordó que Deus le había dicho aquella frase en más de una oportunidad; pero ella nunca había reparado en su significado.

Lain empezó a analizar la frase. Estuvo un rato pensando, y ultimadamente, consiguió dar con la respuesta.

—A ver. Con «cerrar el mundo» se refería a abandonar el mundo orgánico y con «abrir el siguiente» se refería a empezar una nueva vida en un mundo mejor, posiblemente el Nexo. Y… ¿qué pasaría si cerrara el mundo orgánico para Alice y la trajera al Nexo?

En el rostro de Lain se dibujó una sonrisa. Soltó una risita y entusiasmada exclamó:

— ¡Lo tengo! Traeré a Alice al Nexo; ya no tendré que estar sola.

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ALL BACK?

RESET

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Y sin pensárselo dos veces, reinició…

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RESETING…

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Era otoño, el frío ya se sentía en el aire y las variopintas hojas se desprendían de los árboles. Lain se dirigía a clases como de costumbre. Estando sola, mientras canturreaba los versos de su canción favorita:

I am falling, I am fading, I have lost it all

— ¡Lain!

Una voz femenina la llamó; una voz que hacía tiempo que no escuchaba. Lain sabía de quien provenía esa voz, era prácticamente impensable que no la reconociese. Se dio vuelta entusiasmada.

Alice se aproximaba a ella. Al ver la sonrisa de Alice, un indecible éxtasis recorrió el cuerpo de Lain. Alice se detuvo en frente de ella.

— ¡Lain!, ¿cómo estás?

—Bien Alice, ¿y tú?

—Bien. Estuve un tanto preocupada por ti, no habías venido a clases por tres días. ¿Qué te pasó?

—Estuve un poco enferma.

—Ya veo. Me alegro de que te vuelvas a sentir bien.

Alice consultó la hora en su reloj. Eran 7:52 A.M. y las clases comenzaban a las 8:00.

— ¡Venga, tenemos que apresurarnos que ya es tarde!

—Claro.

Alice comenzó a caminar; sin embargo, Lain no le siguió, más bien, se le quedó mirando. La miró de arriba a abajo, y pensó: «Ya no tendrás que preocuparte más por mí. De ahora en adelante estaremos juntas… por siempre».

Alice se percató de que Lain no estaba con ella, por lo que se dio vuelta, consiguiéndose a Lain inerte, arqueó una ceja y le preguntó:

— ¿Lain?

— ¡Ya voy! —respondió Lain de inmediato.

— ¿Estás segura de que te sientes bien?

—Sí —replicó fulminante.

Se dirigieron apresuradamente al colegio. Pero había algo extraño, lo cual Alice notó y lo cual la extrañó un poco…

En todo aquel recorrido, Lain tenía una amplia sonrisa y repetía a media voz: «Juntas por siempre».