¡Hola! Primero que nada Gracias por entrar, este es mi primera historia y espero que les guste xD Es un Universo Alterno :D
Antes que nada quiero darle las Gracias a Claudia Gazziero mi beta :D
Disclaimer: Los personajes le pertenecen a la escritora E.L James yo solo los utilizo con el fin de entretener :) la historia me pertenece :D
Capítulo 1
— ¡Levántate, maldita sea!
El azote de la puerta y la fuerte voz me despertó abruptamente de mi sueño, me sentí despojada de la cobija rápidamente y sin darme tiempo de reaccionar una mano tomo mi brazo sacándome de la cama.
—Más te vale apresurarte y despertar al mocoso para que se pongan a trabajar.
Asentí dos veces seguidas para que el supiera que estaba completamente en mis sentidos. Después de darme una de sus miradas lascivas él salió de la habitación, solté todo el aire que estaba conteniendo, me lleve una mano al pecho para tratar de calmar mi corazón y volteé a mi lado, mi hermanito seguía durmiendo.
Lo vi respirar acompasadamente mientras seguía en su sueño, Theodore tiene el sueño bastante pesado, me daba una lástima tremenda tener que despertarlo pero tenía que hacerlo antes de que Jack volviera y lo despertara él mismo.
—Ted, es hora de que te levantes —dije, zarandeándole el hombro con delicadeza—. Teddy, es hora de levantarse.
Se removió lentamente y abrió los ojos clavándolos en mí, sus ojos azules iguales a los míos me examinaron y después de unos segundos me sonrió. Mi hermoso niño, le di un beso en la frente mientras él se desperezaba.
—Buenos días, Ana. —Me saludó, bostezando.
—Buenos días, Ted; apresúrate… antes de que Jack vuelva.
Rápidamente se levantó a buscar la toalla junto al cepillo de dientes para salir corriendo hacia el baño, un nudo se me formó en la garganta como todos los días mientras lo veía arreglarse. Me sentía una egoísta por darle esa vida, pero no quería alejarme de él, no podía soportar la sola idea de dejar de ver a mi hermoso niño y sabía que a él le pasaba igual.
— ¿Qué haces parada allí? —Aquella voz chillona me sacó de mis pensamientos.
La vi parada en la puerta de la habitación mientras se recogía el largo cabello negro en una cola, llevaba unos short de jeans y una camisa azul. Me miraba con desprecio y con superioridad.
—Jack y yo tenemos hambre, apresúrate. -Sin decir más se fue, me apresuré a entrar en el baño justo cuando Teddy salía ya listo, me cepille, me bañe y me puse el uniforme: un jeans negro y un suéter blanco con mi nombre bordado en el lado derecho y el nombre del local en el lado izquierdo; las mangas tenían franjas rosas al igual que el cuello. Trabajaba en una cafetería por las mañanas, la paga no era muy buena y a veces no había buenas propinas pero al menos era algo que traer a la casa.
— ¡Anastasia! -El grito de Jack resonó por toda la casa, puse los ojos en blanco, ¿es que no podían aguantarse por unos minutos? Dejé mi paño guindado en el baño para que se secara junto al de Ted y me puse las converse negras para encaminarme directo a la cocina y hacerles el desayuno.
Allí estaba una pequeña mesa redonda con Teddy, Jack y Elizabeth, la puta de Jack. Los tres esperaban por el desayuno, me acerque a la cocina y en unos minutos les había servido los huevos revueltos con los panes tostados.
La casa no era muy grande, la cocina era pequeña y teníamos sólo esta mesa para comer, la sala poseía sólo dos muebles y un radio en la esquina, el cual utilizaba Jack para oír sus partidos y ver si había ganado en las apuestas de caballos. No vivíamos en la miseria, pero estaba segura que sin los vicios de Jack habría podido ser mucho mejor. Pero, ¿qué podía hacer yo?
Absolutamente nada.
Elizabeth fue la primera en terminar de comer, se levantó dejando el plato en el mesón y me miró. —Trata de no llegar tarde hoy.
Asentí, ella salió de la casa mientras los tres terminábamos de desayunar, recogí los platos y me dedique a lavarlos, podía sentir la mirada de Jack sobre mi espalda.
—Theodore, ve a lavarte las manos.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escucharlo y aunque no podía verlo estaba segura de que Ted había salido corriendo después de recibir la orden. ¡Maldita sea! Podía sentir aún su asquerosa mirada sobre mí.
— ¡Oh Anastasia, no tienes idea de cuánto podríamos gozar tu y yo!
Sentí cómo el estomago se me revolvía ante sus asquerosas palabras. Odiaba eso, odiaba esta casa y a ese hombre que era mi tío y no hacía más que acosarme; de hecho, Elizabeth era la única razón por la que no me tocaba.
—Ya estoy listo, Ana. –Anuncia Teddy, volviendo a la sala.
Dejé los platos a un lado y me volteé para recoger mi bolso, pero al pasar por el lado de Jack sentí como me daba una nalgada. Apreté la mandíbula con fuerza para tratar de no formar un escándalo y tomé la mano de Ted para salir de allí lo más rápido posible. Podía sentir el viento acariciarme la cara en cuanto salimos de aquella asquerosa casa, emprendí el viaje para dejar a Teddy en el Auto lavado y seguir hasta la cafetería.
Theodore sólo tenía 10 años, debería estar en la escuela o divirtiéndose con sus amigos, pero no era así: Jack nos obligaba a trabajar para que él pudiera saciar sus vicios. Era un maldito que todo el día se la pasaba echado en el sillón mientras los tres trabajábamos por él.
Elizabeth, su puta, era dueña de un pequeño bar; yo también trabajaba para ella por las noches, aunque yo sólo era una mesera. Nunca podría rebajarme al punto de poner en venta mi cuerpo, como muchas de las que allí trabajaban. Odiaba a Elizabeth tanto como a Jack, pero daba gracias porque ella siempre estuviera allí. Como era ella la que lo mantenía Jack, jamás haría algo para molestarla, era por eso que no me tocaba… sabía que si abusaba de mí, Elizabeth se desharía de él y un sujeto sin trabajo no podía arriesgarse a tanto. A pesar de eso, yo no estaba tan confiada de mi seguridad, últimamente sus miradas eran más lascivas que de costumbre, y su nalgadas más frecuentes. De sólo pensar en el futuro el miedo se apoderaba de mí. Sentí la mano de Theodore aferrarse a la mía, baje la vista y pude ver la incomodidad en su pequeño rostro.
—Teddy, ¿qué pasa?
El me observó apenado. —No me gusta cómo te mira… ni que te toque como lo hace.
Suspiré. —A mí tampoco, pero tenemos que aguantar...
— ¿Cuánto tiempo? —Preguntó abruptamente deteniéndose y soltándome la mano—. ¿Qué estamos esperando? ¿Qué le dé un ataque y te viole?
Pude ver la angustia y el dolor reflejado en su pequeño rostro, ¡oh mi hermoso niño! A esa edad sólo debería de preocuparse por jugar o por la escuela, pero él sabía más que nadie los peligros de la vida. Había madurado a una asombrosa velocidad gracias a Jack, sabía que estaba preocupado por mí y yo también lo estaba por él, además, tenía miedo de que lo alejaran de mí.
—Sé que esto es peligroso, Ted; pero si nos vamos ¿a dónde vamos a ir? —Él me miró con sus ojos azules intensos y suplicantes—. Si nos vamos Jack es capaz de llamar a los trabajadores sociales, te van a apartar de mí porque aun eres menor de edad y yo no tengo cómo mantenerte ¿Eso es lo que quieres? ¿Qué nos separen?
Él se estresó. —No, quiero quedarme contigo, Ana; pero… tengo miedo.
Sonreí tristemente. —Yo también tengo miedo. –Admití.
Me agaché para poder abrazarlo mejor, tenía que buscar la forma de librarnos de Jack, pero ¿cómo? El tenía todo a su favor, Ted era menor de edad, pero quería deshacerme de Jack a toda costa y sacarlo de nuestras vidas.
Dejé a Ted frente al auto lavado, él tampoco ganaba mucho pero todo era para "contribuir" a la casa. Seguí mi camino hasta la cafetería, distraída y pensando en lo diferente que sería nuestra vida si mis padres vivieran. El sonido de una bocina, seguida de un frenazo me sobresaltó, miré a mi derecha y en cámara lenta pude ver el Audi negro acercándose directamente a mí. Me eché hacia atrás y caí sentada en el pavimento de la carretera.
Me dolía el trasero, pero estaba más preocupada por el carro que casi me había atropellado. Gracias a todos los dioses habidos y por haber el carro se detuvo justo a tiempo, así que no tenía porque preocuparme. Sentí el sonido de las puertas abrirse pero no le presté atención, estaba más preocupada por haberme roto algo que por el idiota que conducía. Tener una lesión no sería nada conveniente, no podía quedarme en reposo en esa casa ni aunque mi vida dependiera de ello. Afortunadamente todo estaba en su lugar, excepto por mi lastimado trasero que dolía por la aparatosa caída, traté de levantarme cuando unas manos grandes y fuertes me tomaron por el brazo con delicadeza.
— ¿Se encuentra bien?
Alcé la vista para contestarle, pero unos hermosos ojos grises me dejaron muda. ¡Dios mío, qué hombre tan atractivo! Iba vestido con un elegante traje negro, una camisa azul celeste y una corbata de un azul más oscuro, su cabello era rebelde y de color castaño cobrizo. Era joven, realmente joven. Me tomó unos segundos darme cuenta de que esperaba mi respuesta, rápidamente me puse de pie.
—Yo… -Titubeé.
— ¿Está usted bien? ¿Le duele algo?
— ¿Eh? –Me cuesta procesar lo que me dice. No puedo dejar de mirarlo-. No, no se preocupe. Estoy bien.
— ¿Está segura? ¿No se lastimo? –Insiste, aunque sé que lo hace sólo por educación.
—De verdad estoy bien, no tiene de qué preocuparse… -le aseguro, mientras intento no parecer alicaída.
Él soltó un suspiro de alivio. —No sabe cuánto me alegro, ya me veía llevándola al hospital… Debería poner más cuidado al cruzar la calle.
—Sí. ¡Dios, cuanto lo siento!
Él sonríe. —Bueno, ya no importa. Usted está bien y no paso nada grave. -Me quede mirándolo por un momento hasta que la bocina de uno de los coches comenzó a sonar, pidiendo que nos moviéramos. —Entra al auto, te llevare…
Lo miré con el ceño fruncido porque eso no era ninguna pregunta, era una orden y yo no era ni su hija ni nada por el estilo para estar recibiendo órdenes de él. ¿Quién demonios se creía que era? Iba a protestar, pero recordé que iba con retraso, no sabía cuánto me tardaría en llegar y un aventón no me vendría nada de mal, así que ignoré su actitud y me metí al coche.
El guapo desconocido se embarcó después de mí. Como piloto iba un hombre que debía tener más o menos unos treinta y tantos años, y con el cabello rapado nos miraba a ambos por el retrovisor. Arrancó el auto en cuanto le dieron la orden.
—Él es Taylor, mi chofer… —El hombre hizo una venia como respuesta—. Mi nombre es Christian Grey, ¿y usted es? -preguntó, mientras cogía mi mano.
—Anastasia Steele.
Le estreché la mano en respuesta, sintiendo como un hormigueo recorría todo mi cuerpo, la retiré al instante. Eso fue bastante raro pero el pareció no darse cuenta, fijé mi vista al frente mirándolo de reojo de vez en cuando. ¡Era tan atractivo! Seguramente era ilegal ser tan perfecto, él tampoco apartaba la mirada de mí y me comenzó a poner nerviosa. ¡Era una locura! ¿Qué tal si resultaba ser un violador o algo por el estilo? Me mordí el labio inferior para tratar de reprimir la risa que me causó mi propio pensamiento. Aquel hombre desbordaba dinero hasta por los poros, era imposible.
Lo sentí removerse a mi lado y desviar la vista al frente, entonces el alivio me invadió. Era incómodo sentir su mirada puesta en mí todo el tiempo. De repente, una loca y absurda idea vino a mi cabeza. Él era un perfecto desconocido, pero al ver sus condiciones, estuve segura de que para él no había nada imposible. Quizás él podía rescatarme de las manos de Jack.
Si iba a escapar, sólo una persona como él podría ayudarme.
CONTINUARÁ
Espero que les haya gustado y que me dejen sus comentarios con sus opiniones y criticas, hasta la próxima y muchas gracias :)