Cola de serpiente
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Capítulo 1: mala suerte
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Fue mala suerte.
Otra cosa no podía ser, según Randy, ya que la secundaria Norrisville había sufrido ataques cada semana desde que él tenía memoria. Siempre era reconstruida durante la noche, o en un día, si los daños eran graves. Esas paredes debían ser de papel y bambú, o los robots de McFist eran más duros de lo que él creía. No quería enfrentarse a ellos sin el traje para comprobarlo.
Durante años, la escuela había sido destrozada y reconstruida, pero algo había quedado siempre intacto: el mosaico de la mascota del colegio, en donde estaba sellado el Tengu. Siempre había sido así, y Randy había supuesto que la "base" de la escuela nunca podría romperse. Después, cuando recibió la máscara y el Ninjanomicon, comprendió que había bastante más que mera suerte, y que no era buena idea que se rompiese la piedra.
Y ahora había desaparecido.
No había sido destrozada, no, sino robada: por lo que Heidi había dicho en su programa, unos robots habían entrado el sábado a la noche en la escuela, y se habían llevado la piedra. El video de seguridad mostraba cómo se la habían llevado, levantándola con una ventosa, tal y como Howard levantaba el control remoto de la consola para jugar Derriba Tumbas.
Había sido suerte, y sólo eso, que los constantes ataques no hubiesen movido antes la piedra. O, quizás, era mala suerte, o el constante temblor del edificio, lo que la había aflojado. Y habían elegido ir el día en que el Ninja no estaba en la escuela.
Viceroy debía estar detrás de todo eso.
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-No, Cunningham, no caerán por eso- dijo Howard, algo más que molesto, llevándose un puñado de pochoclo a la boca.
-Pero Howard, ¡podría ser la única oportunidad!- dijo Randy, nervioso.
-Mira Cunningham- el pelirrojo colocó la bolsa de papel sobre la mesa, a un lado de la de Randy, más pequeña, y de las dos botellas de gaseosa –Es una tontería. Si el Ninja de Norrisville no puede infiltrarse, ¿qué te hace penar que yo podré?
-Ya engañaste a un ex-Ninja- le recordó el otro, tomando la bandeja con la comida y la bebida y dirigiéndose a la habitación de Howard –Y lo hiciste muy bien.
-Sí, y fue disfrazándome de mujer- ahora sí que parecía enojado.
-Y usaste el traje, con resultados no tan… desastrosos.
-Yo no soy el Ninja, sabes- estaba en esa fase entre la molestia y el enojo, y Randy lo notó.
-Es que- se detuvo, ya dentro de la habitación de Howard, y suspiró –Me he dado cuenta que, a veces, necesito ayuda.
-¿Tú, o el Ninja?
-Los dos, Howard- levantó la cabeza, tomó aire, lo retuvo y lo expulsó –Desde que me enteré de lo de la llave del Hechicero, a veces… tengo miedo.
Howard, que ya se había sentado en un almohadón y levantado el control remoto, dándole la espalda, no movió sus dedos por unos segundos, pese a que el juego ya había empezado. Bajó el control, sin molestarse en poner pausa, se dio la vuelta y lo miró, extrañado.
-¿Miedo? ¿Tú?
-Así es, Howard- Randy se sentó en el almohadón de al lado –A veces me pregunto si de verdad soy el indicado para ser el Ninja. Es decir, mira a Morgan: ella nunca pierde la calma, y sus capacidades atléticas superan las mías. O Stevens, que parece encajar en varios grupos a la vez sin problemas. O a Julian, cuando logró, en menos de cinco minutos, que un grupo de alumnos poseídos obedecieran sus órdenes.
-Y ya sabes cómo terminó eso.
-Y ahora McFist se ha robado la piedra en donde está sellado el Tengu, y eso sólo puede significar problemas.
-Oh, sí, ya me imaginó a quién va a molestar primero ese pájaro maldito.
-Howard- Randy estaba nervioso de verdad ahora –Esa piedra no sólo sellaba al Tengu, sellaba al Hechicero.
Silencio.
-¡Pues no, Cunnigham! ¡Es ridículo! ¿Cómo se supone que yo, que sólo usé ese traje una vez, pueda ir de civil a Industrias McFist?
-No es eso lo que te pedía, Howard- Randy parecía algo menos nervioso ahora –Sólo necesito que me digas qué nuevo sistema de seguridad instaló tu padre en la oficina de McFist.
-¡Has perdido!- chilló el televisor, tras ellos.
-Si mi padre se entera, Cunningham, le diré que… que…
-¿Que el Ninja te lo pidió como un favor especial?
-¡No! Que me salvó de… de…
-¿Saben lo del Tengu?
-NO- Howard lo miró, y Randy pudo ver que aún estaba asustado –Que me salvó de… algo, más de… una vez y… Oh, ya se me ocurrirá algo. ¡Así que más vale que no te descubran!
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McFist se había esforzado de verdad.
A los lanzallamas, sierras, láseres y pisos falsos le había agregado patrullas de robolagartijas patrullando los pasillos, en techos y paredes. Escondiéndose todo el tiempo, esquivando trampas y avanzando, el Ninja intentó sacudirse esa extraña sensación del cuerpo. El Ninjanomicon no dijo nada al respecto, pero él sabía que no era normal el sentirse así de raro cuando se ponía el traje.
"Me siento apretado"
Esas no eran las palabras exactas, pero el significado era bastante cercano. Y sólo lo sentía cuando tenía puesta la máscara, lo cual lo hacía aún más extraño. No había pegado el estirón: su ropa le quedaba igual que antes que la sensación comenzase. Era algo que había cambiado en el traje. Y el Nomicon no decía ni una palabra al respecto.
-¿Recuerda lo que pasó la última vez?- le preguntó Viceroy a su jefe, cuando un par de puertas automáticas se abrieron. El Ninja se escondió, inmóvil, y observó a los dos adultos.
-Oh, no me lo recuerdes- McFist pareció desinflarse, encorvó la espalda y sacudió la cabeza –Jamás había visto a Marci tan enojada.
-Entonces, creo que hay fundamento en hacer que la barrera tenga comunicadores por si los robosimios cometen ese mismo… digamos, error- terminó el otro, sonriendo un poco.
-Oh, bueno, veo el punto… - tomó aire y chilló cuando estaban justo debajo del sitio en donde se escondía el Ninja -¡Pero es no explica por qué aún no has liberado al Hechicero!
-Esa piedra no sólo es un objeto físico, señor- dijo Viceroy, frunciendo un poco el ceño –Es un espacio con unas condiciones similares a los puentes de Einstein-Rosen, ya que si bien es la "cerradura" en la que podría introducirse la llave del Hechicero…
-Sí, sí, sí, eso no me importa. ¡Lo que importa es liberar al Hechicero!
-Señor, ¿cree que servirá de mucho si el Ninja sigue libre?
En ese momento entraron en un ascensor, y cuando las puertas se cerraron, el Ninja sólo pudo oír los chillidos confusos de McFist.
Aún no lo habían logrado.
Bien.
Continuó su camino, sintiendo que cada vez estaba más cerca.
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Plumas.
El traje se sentía como si tuviese plumas.
Pensó que picaría y que al rascarse delataría su posición, pero logró llegar al laboratorio de Viceroy sin problemas. No picaba: delataba su presencia, pro no exponía al Ninja. La piedra estaba allí, suspendida en lo que parecía ser un cono de luz, y con cada paso que daba, la sensación se hacía más fuerte.
El Ninja se sentía dividido.
Por un lado, sabía lo que esa extraña sensación podría significar, en especial ahora que estaba a un metro de la piedra. Lo que no sabía era por qué había sucedido, y si eso tenía relación con el hecho que habían robado la piedra. No tenían la llave. ¿O habían encontrado una forma alternativa de liberar al Hechicero?
Con su bufanda, el Ninja tomó una pantalla de una lámpara de pie que había por allí cerca, de metal, que tenía casi la misma forma que la piedra. Usando su espada, le dio la forma adecuada, y esperó que pesasen más o menos lo mismo. Lanzó el objeto contra el cono de luz, liberándolo a último momento de su bufanda, y saltó.
La pantalla modificada chocó contra la piedra, y quedó suspendido en el medio del cono de luz. La piedra salió disparada, y el Ninja la atrapó con una mano, saltó hacia el techo y desapareció por el sistema de ventilación. Guardó la piedra en el pecho de su traje, como había hecho con la savia del árbol de navidad de McFist (y vaya que me había traído problemas, pensó para sí), y sintió que la sensación variaba.
Las plumas se agitaron y se alisaron.
La piedra estaba algo tibia, como si hubiese estado cerca de algo caliente, pero el cono de luz no emitía una temperatura distinta al ambiente. Despacio y vigilando cada paso, el Ninja logró salir de la enorme pirámide, diez segundos antes que la alarma cundiese por todo el edificio.
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El peso era distinto.
No solo comparado con la pantalla modificada, sino con el momento en que lo tomó por primera vez. Randy, sin saber bien qué hacer, volvió a su casa e intentó buscar consejo en el Nomicon.
Y el libro no se abría.
-¿Qué sucede?- preguntó, desconcertado –No he hecho nada como cuando apareció el Oso Mexicano. ¿Por qué no te abres?
El libro ni siquiera brilló.
Suspirando, Randy fue a por la piedra.
Era plana por un lado, y curvada por el otro. Brillaba con un color entre amarillo y rojizo, y seguía estando tibia. Randy casi esperaba que un ojo rojo apareciese de un momento a otro, pero nada sucedió, y al final decidió que lo mejor era dormir. Colocó la piedra bajo su almohada, abrazó al Nomicon, y se durmió.
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Y soñó con el Tengu.
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No pude con mi genio.
La serie tiene tantas sugerencias al respecto, que decidí que alguien debería tomar cartas en el asunto. Es injusto que esa piedra haya aparecido en uno o dos miserables capítulos, y ese magnífico ser en uno solo. Hay que hacer algo, carambolas.
Nos leemos
Nakokun