Lo diste todo por esa flor, creyendo que tal vez con eso un poco de tu culpa pudiera disminuir, jamás lograste volver a ser la misma persona por más que te esforzarte por tener la sonrisa en tu rostro.
La flor era hermosa no podías negarlo, pero cuando lo mirabas parecía atraerte más y más a los recuerdos que aún no lograbas olvidar, parecían susurrarte palabras hirientes en la soledad de esa vacía habitación.
"Recuérdalo", palabras tan viejas y que todos los días formaban un surco en tu ya de por sí, pútrido corazón, una palabra más y no lo resistirías por mucho.
Nunca creíste que ese accidente pudiera arruinarte la vida y convertirte en la persona que eres ahora, simplemente la sombra que debiste de haber sido siempre, cuando la monotonía te vence es difícil escapar de ese vacío ¿no es así, pequeño hipócrita?
Tienes miedo de salir pitando de este mundo, pero no eres el único en el universo Ivan y eso lo sabes muy bien, todos tus sueños se irán al trasto del que jamás debieron salir y la existencia en este mundo pronto se convertirá en un recuerdo que todos querrán desechar de su mente.
Imaginas los diarios en la mañana: Psicótico se suicida tras ser inculpado de causar el suicidio del que fuera su mejor amigo, el infantil Yao. Tan dulces. Tan buenos. Tan sucios como tú.
Sonríes, la pequeña pastilla en tu mano es una antigua conocida a la que solías conocer muy bien, todo termino relativamente rápido, pero lo que más lamentaste fue que te enterraran junto a esa malévola flor.