Okay… no tengo excusas para dar esta vez *se arrodilla en el suelo y baja la cabeza hasta el piso* Me disculpo enormemente con todos y cada uno de ustedes mis queridos lectores por que la actualización tardara tanto.
La Uni me ha dejado sin alma, así que probablmente este capítulo sea diferente a lo que se esperaban… pero al menos ya es donde incluye el porno y OTP feels.
A pesar de eso, me parece que salió un poco OCC…? Realmente he perdido mucho la práctica y pido perdón por eso.
Para compensar un poco, es un capítulo largo con lujo de detalles de cada cosa que hacen estos chicos traviesos.
Sin más, los dejo para que lean.
Y perdónenme la vida. Los amo.
ADVERTENCIAS
* HARD Yaoi (boyxboy)
* Lemmon
* Misaru/Sarumi
K no me pertenece :V
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Lo siguiente que hizo el azabache fue apretar los párpados con intensidad tras divisar al ojimiel acercarse con tono hostil y sentir sus dedos alrededor de su erección. Pensó que la 'venganza' que Misaki había sentenciado se convirtiera en algo como lo que pasaba comúnmente en las calles cada que se enfrentaban. Sus manos se cerraron en puños, pues los delicados dígitos alrededor de su miembro lo aprisionaban con fuerza, lo que le alentó a detener sus jadeos, en caso de que los hubiera tenido. Apretó los labios en un intento de evitar que salieran sonidos que comunicaran su rendición e intentando reunir la fuerza suficiente para no dejarse llevar aún por completo y seguir haciéndole frente a Yata. A lo largo de su cuerpo se sentía un diminuto hormigueo que iba aumentando poco a poco, especialmente en la parte interna de sus muslos.
Sintiéndose por primera vez, y de manera irónica, desnudo e indefenso, esperó por lo que fuera que Misaki estuviera a punto de hacer, mientras seguía luchando por mantenerse rígido, callado y coherente, entonces una cálida mano se posó en su mejilla y movió su rostro un poco hacia arriba.
Fushimi se estremeció levemente al contacto, y tras esperar unos momentos sin que nada más sucediera, abrió cuidadosa y lentamente los párpados para encontrarse con su antiguo amigo mirándole muy de cerca, con ojos curiosos y algo consternados, aquellos rosados labios estaban entreabiertos y susurraron algo que no alcanzó a entender, pero antes de que pudiera preguntar aquellos labios se acercaron más y sintió las frentes de ambos juntarse.
-Respira… respira, mono tonto. – murmuró Yata sutilmente y con voz dulce, en suspiro que se mezcló con la respiración del ojiazul. Pudo sentir que un escalofrío se formaba en la parte baja de su espalda que se desvaneció antes de subir por su espina cuando llegó a comprender las palabras que quedaron flotando en su mente, entonces abrió un poco más los ojos en entendimiento; cuando Yata se separó lo suficiente para mirarlo, soltó una bocanada de aire que se había quedado atrapada en su pecho por un periodo de tiempo del cual no estaba seguro, pero sintió un gran alivio e incluso dolor cuando por fin lo dejó salir.
Jadeó, tratando de compensar el tiempo que duró sin oxígeno, antes de recargarse en la pared. Aún se le dificultaba respirar con normalidad, pues la mano de su acompañante seguía firmemente aferrada a él, brindándole descargas de placer que, sumadas a su respiración imperfecta, le hacían acumular saliva de más en su boca. Saliva que terminó escapándose por otro lado y le ocasionó toser. El castaño se rio por lo bajo y el ojiazul se sonrojó aún más al pensar en lo ridículamente patético que se veía al actuar de aquella manera sólo por tener a alguien sosteniéndolo, es decir ¡Ni siquiera lo estaba frotando!
Misaki volvió a reír, parecía disfrutar tener al mono controlado sólo por su mano. Le dirigió una mirada maliciosa antes de lamerse el labio inferior. Ese diablillo ya sabía lo que tenía que hacer para provocar a Fushimi; podía parecer inocente y estúpido a veces pero hasta él podía entender este tipo de situaciones. Sabía a dónde iba a parar esto y que ya no había marcha tras, así que ¿Qué mejor que disfrutar el hacer sufrir a Fushimi mientras aún podía y sin resistencia? Además, estaría mintiendo si dijera que esta situación no le estaba gustando, pero cargando con su necio orgullo, pensó en considerar aquello como otro tipo de pelea entre él y Saru, donde tenía que haber un ganador. Era mejor pensar que lo que quería era hacer 'perder' esta 'batalla' a Saru en lugar de aceptar que le estaba gustando tener sexo gay con su ex compañero en HOMRA. La idea era demasiado descabellada para ese pequeño recién adulto que, por su parte, también tenía la mente ocupada en otros asuntos en aquel momento.
Yata podía sentir la temperatura subir en el miembro de Fushimi y la forma en que daba pequeños espasmos de vez en cuando. Las palabras del otro vibraron en su cabeza, las que le decían que hiciera todo lo que le viniera a la mente. Como si de una orden se tratara, su cabeza se llenó de imágenes embarazosas y sonidos confusos que esta vez le hicieron ahogar un gemido en su garganta, pues se encontró deseando más de alguno, con lo excitado que ya estaba.
El hecho de que el castaño tragara saliva mientras miraba hacia su entrepierna no pasó desapercibido, por lo que Fushimi decidió que era un buen momento para el contraataque.
-¿Qué pasa, Misaki? ¿Ya te acobardaste tan pront…? – lo que vió a continuación le provocó interrumpir sus palabras. Aquellos sensuales y hermosos orbes ocre lo miraban con un brillo tan inusual y… ¿encendido? Podía verse la lujuria creciendo en ellos, como una chispa intensa que era capaz de generar un escalofrío en Saruhiko. Este abrió grande los ojos en asombro.
Con delicados movimientos y una lentitud elegante, el más bajito se fue acercando a Saru sin perder el contacto visual, dejando al otro sin palabras. Se abrió paso entre sus piernas, y el menor se sintió demasiado intimidado para cerrarle el paso con sus rodillas y las abrió para permitirle que se aproximara más, hasta que de nuevo estuvieron nariz contra nariz, pero en una posición que dejaba fácilmente indefenso al más alto.
El skate rodó sus labios desde la comisura de la boca de su compañero hasta la línea de la mandíbula y luego hasta su cuello, dando una pequeña mordida para luego deslizar su lengua por el mismo lugar, para saborear mejor. Sabía que ahí estaba uno de esos puntos sensibles de Saru, así que siguió jugueteando con la piel de su cuello y finalmente entre sus dientes aprisionó el lóbulo de su oreja izquierda antes de succionar suavemente un par de veces. Sus manos también estaban bastante ocupadas; una de ellas se deslizaba de arriba abajo en el brazo de Saru con desconcertante suavidad y armoniosa lentitud que erizaba la piel por donde pasaba, la otra mano comenzó a moverse muy lentamente, con patrones circulares mientras sostenía su miembro.
Eso, eso era agarrarlo con la guardia baja.
-Mi-Misa… kh – El aire escapaba con dificultad y torpeza de los pulmones del chico más alto, y sentía que cada segundo que pasaba le arrebataba un poco más de la cordura que todavía poseía, como si fueran cubos de hielo que se derretían cada vez más rápido por el calor del momento.
El mayor dejó escapar una risilla contra la piel sensible del ojiazul que le provocó estremecerse de pies a cabeza. Decidió comenzar a torturar de manera más indiscreta, iniciando con mordidas que iban bajando por su cuello hasta su hombro donde dejó una gran marca roja después de succionar la piel en un arrebato. Su mano se deslizó de del brazo hacia la espalda y de ahí lentamente hacia abajo mientras trazaba una fina línea con la punta de su dedo índice. Por su parte, la otra mano acariciaba la punta de la erección del azabache, que ya había comenzado a emanar unas gotitas transparentes de pre-semen.
Misaki soltó una risilla ronca que hizo estremecer a Saru, sus ojos miel encontraron los azules de Saruhiko y fue como si una chispa estallara. Fushimi tenía la cara roja y sus ojos lagrimeaban un poco debido al placer que sentía y al mismo tiempo al que no sentía, pues Yata se estaba moviendo endemoniadamente lento, provocándole una impaciencia y dependencia que luchaba por suprimir.
— ¿Qué pasa mono? — Con una sonrisa de medio lado, el castaño no le dio tiempo de contestar pues lo hizo jadear al chupar improvisadamente uno de los endurecidos pezones del menor — Ah, ¿te gusta?
Retarlo así, cuando Saru era el que siempre lo molestaba, le hacía sentir realmente bien, triunfante, y verle tan sumiso… oh, vaya, lo excitaba todavía más. El ojiazul parecía atrapado por una atmósfera de placer que apenas le dejaba respirar y eso le hacía sentir aún más dominante.
Intentando cambiar el ritmo, su mano comenzó a acariciar a todo lo largo del miembro de Fushimi, de abajo a arriba y de nuevo de arriba abajo, llegando a sus testículos donde usó toda su mano para estimularlos. La respuesta fue inmediata, la espalda de Fushimi se arqueó y sus ojos se cerraron, mordió su labio y los dedos de sus pies apretaron la sábana bajo ellos.
Otra risilla de satisfacción se escapó antes de seguir jugando con mordidas y besos con aquellos pezones pezones. Su mano subía y bajaba marcando un paso cada vez más rápido, ahora lubricada con los líquidos de Saru, haciendo énfasis en la base del glande donde parecía era el sitio más sensible.
¿Pero dónde quedaba él? No hay que malinterpretar, disfrutaba tener al mono rendido, pero sentía que quería ir más allá, más contacto, más placer, para ambos. Él también comenzaba a sentirse impaciente. Sin aviso, se deslizó entre las piernas de su acompañante y con sus manos se ayudó a sostener los muslos de Fushimi para abrirse camino.
Su lengua inició con una pequeña caricia sobre aquel miembro húmedo, palpitante y caliente, luego intentó en la punta, luego recorrió toda la longitud. Pronto se sintió lo bastante confiado para metérselo a la boca y comenzar a chuparlo cual caramelo.
— ¡A-ah! M-Misaki… Misa… — entre jadeos, el menor intentaba llamar la atención del otro sin éxito. Se sentía tan indefenso pero ahora ya no tenía temor, ahora disfrutaba de cada movimiento de Yata aunque eso significara un poco de sufrimiento, y es que mentiría si dijera que no es un poquito masoquista y que la impaciencia lo estaba matando. Sus caderas no demoraron en seguir el paso de la cabeza del castaño mientras sus manos se aferraban a los cabellos de su amado, sus labios a medio abrir dejaban ver débiles hilos plateados de saliva. Sin poder contenerse mucho debido a la inesperada habilidad de principiante de Misaki para los orales, la conocida sensación en su vientre bajo se hizo presente. —Misaki… m-me vengo, a-ah…. V-voy a…
Yata no respondió por obvias razones; mientras, intentaba meterse todo le miembro de Saru a la boca, sólo asintió una vez con la cabeza con los ojos cerrados, mientras se concentraba en lo que hacía. La vista desde arriba, a pesar de no tener anteojos, era espectacular, las mejillas rosadas de Misaki, sus largas pestañas un poco húmedas por las lágrimas de placer, sus delgados labios alrededor de su pene… Pero poco pudo poner atención a eso pues de un momento a otro desapareció todo dentro de la boca de Yata, éste frunció el ceño ligeramente mientras Saru sentía su punta chocar contra la pared de la garganta del castaño y su boca contraerse alrededor de él. Aquello fue lo que finalmente le hizo correrse, apretando las sábanas, arqueando la espalda y con un gruñido de placer. Una cosa más para tachar en su lista de deseos.
Jadeando, Saru dejó el peso de su cuerpo caer sobre la pared detrás de él, luego de unos segundos notó que sus manos estaban aferradas a los cabellos castaños de Misaki, lo cual había hecho inconscientemente durante el climax. Lentamente liberó los mechones despeinados y el mayor se sentó lánguidamente antes de mirar de nuevo al ojiazul. Fushimi ya había recobrado la cordura suficiente para darse cuenta que Misaki se había tragado su semen, con un delgado hilo de líquido blanquecino escurriendo por su barbilla, eso le provocó un espasmo placentero en el vientre bajo y un escalofrío debido a lo sensual que le parecía.
- Mi-Misaki… - Suspiró el mayor mientras le temblaban las piernas. El castaño parecía en un trance, pero cuando llamaron su nombre su mente volvió a la tierra, y entonces una sonrisa maliciosa se formó en su rostro.
Con una lentitud elegante llevó sus dedos a la boca de Saru, tocando sus labios a la espera del permiso para entrar. Saru abrió tímidamente la boca sin la voluntad para negarse y en seguida pudo sentir los delgados dedos de su amado jugueteando con su lengua. Hizo un esfuerzo en hacer bien aquello que se había imaginado ya con anterioridad, pero era difícil seguirle el paso al mayor. Antes de que se diera cuenta, los dedos de Yata habían abandonado su boca y ahora estaban en la propia, se mordió el labio ante el pensamiento de compartir la saliva, como un beso francés indirecto. El mayor aún tenía restos de semen en la lengua que recogió con sus dedos medio e índice antes de bajar hasta el trasero del ojiazul.
Con la otra mano abrió las piernas de Fushimi tanto como pudo, pero no fue difícil ya que este las abrió para él sin mucha molestia y algo de anticipación.
-¿Ansioso? – preguntó Yata con un tono de burla. Pero antes de que Saru pudiera contestarle con algún comentario sarcástico, metió su primer dedo sin siquiera avisar y eso sorprendió por completo al contrario, abriendo la boca en asombro y mientras dejaba escapar un gemido de dolor.
La sonrisa maliciosa de Misaki creció, y sin esperar a que se acostumbrara, comenzó a mover su dedo hacia adentro y hacia afuera. El azabache no sabía de dónde aferrarse, las sábanas que estaban arrugadas por sus puños eran delgadas y la posición no le permitía aferrarse a su compañero, eso era lo único que le molestaba. La sensación rara e incómoda de tener un dedo dentro no era tan molesta una vez que se acostumbraba, podía con ello, y más si era para poder convertirse en uno con su amor platónico.
- Voy a meter otro dedo, ¿está bien? – comentó seriamente el mayor, observando con interés el sitio donde su otro dedo había entrado, diciendo aquello más para sí que para el otro. Lentamente, el otro dedo entró, con leve dificultad, pues a pesar de estar lubricado la entrada de Saru era virgen, él ni siquiera había jugado con ella antes, reservándose para su preciado Misaki.
Saru intentó morderse el labio para no dejar escapar ningún gemido de dolor, apretaba sus párpados y arrugó un poco la nariz cuando Misaki empezó a mover los dedos para dilatarlo. Cuando empezó abrir y cerrar los dedos, no pudo contenerlos más y tuvo que cubrirse la boca con las manos mientras un par de lágrimas rodaban por sus mejillas. De repente todo se detuvo y fue como si se diera cuenta en aquel momento del silencio de la noche y de cómo su respiración y los sonidos de su garganta eran realmente notorios; una mano cálida tocó su mejilla, alejando con suavidad las manos de su boca.
- Saru, ¿acaso… esto duele?- sus ojos se encontraron. El rostro de Misaki seguía enrojecido, con un tono lujurioso, pero sus ojos denotaban preocupación. Tan tonto. Fushimi le había hecho pasar por lo mismo una vez y ahora que tenía la ventaja se preocupaba como un niño. Pero era tierno. Fushimi se sentía vulnerable por lo que lo sarcástico no le salió.
-Estoy bien, M-Misaki… puedes continuar.
Los ojos miel del mayor delataban que no le creían, aún con expresión seria, estudió el rostro del menor. A pesar de haber tenido como objetivo anterior torturar un poco a su compañero, eso no era lo que tenía en mente; seguía excitado y con deseos de continuar, pero también sentía algo de duda al ver el rostro del ojiazul contorsionarse tanto de dolor.
En un momento decidió mover un poco sus dedos dentro de Saru y escuchó un gemido de dolor ahogado. Entonces frunció el ceño y sacó sus dedos con cuidado.
Fushimi gimió una vez más ante la pérdida de contacto y al sentir su interior contraerse dolorosamente.
-N-no, espera ¿qué haces? – preguntó el menor con un hilo de voz, algo adolorido pero preocupado de que Misaki se hubiera aburrido de él y ahora fuera a botarlo. Una vez más. Sintió algo frio en el estómago cuando Yata se alejó de él unos escasos centímetros. Se sentó lo más rápido que pudo y tomó su brazo. – E-espera, no…
Misaki lo miró con sus ojos miel y esa intensidad que le caracterizaba en las batallas, se acercó a él con avidez y le besó en los labios. Saru se derritió por un momento ante el nuevo contacto, los pocos segundos que duró, luego el mayor se separó un centímetro para mirarlo a los ojos.
- Mono tonto… no quiero hacerte daño. – dijo en un susurro que, a pesar de sonar algo culpable, su voz era ronca y sexy. "No de esta manera".
Saru abrió grande los ojos, un remolino de emociones daba vueltas en su interior, Misaki estaba preocupado por él, pero él a su vez estaba nervioso de que después de llegar tan lejos, ahí sería donde pararían. – Misaki, no tienes que… No pares, no importa. Lastímame, hiéreme, hazme daño, hazme pedazos. No me importa. – esta vez su voz sonaba algo desesperada, e incluso sus ojos comenzaron a humedecerse en desesperación. Estaba perdiendo por completo la atmósfera que luego de tantos años había logrado conseguir.
La mirada de Misaki le parecía que era de lástima, y su corazón sintió una puñalada fría. Sí, de seguro sentía lastima por alguien tan patético. Bajó la mirada evitando aquellos orbes color miel y apretó los puños para evitar que sus manos temblasen. Sintió de repente un frío incómodo en todo el cuerpo, y el desprecio de Misaki pesar en su pecho.
Por su parte, Yata sonrió comprensivamente. Con delicadeza acunó el rostro del menor con su mano y la elevó para que sus miradas se encontraran y entonces lo besó. Esta vez fue un contacto tierno, lleno de sentimientos, lento y apasionado que duró más que el anterior. Después de un momento, Misaki se atrevió a usar la lengua y acariciar con ella los labios de Saru, tras un par de roces entre las lenguas de ambos, se separó jadeando y con las mejillas rojas, acariciando la deFushimi.
- Mono tonto… -seguía diciendo. Con su pulgar atrapó una lágrima que rodaba por la mejilla de Saru. Después se alejó y se paró de la cama.
Saru sintió todo el peso del mundo caer en su estómago. ¿Acaso estaba siendo rechazado? ¿Qué debía hacer ahora? ¿Correr para no resultar herido? ¿Esperar? ¿Decir algo? Quizás era un buen momento para ser tragado por la tierra. Se mordió el labio e intentó mirar a otro lado pero sus ojos muy abiertos seguían los movimientos de Yata. Este caminó hasta su mesita de noche, dándole la espalda, y sacó algo de un cajón. Se giró con una expresión entre avergonzada y ansiosa; en la mano llevaba un botecito de color gris que aferraba a su vientre, fue entonces cuando Saru notó que seguía erecto, bastante, y vaya que era más grande de lo que esperaba ahora que lo veía desde esa perspectiva.
Misaki regresó a la cama y se sentó al lado de Saru. Resopló algo parecido a una risilla y le robó otro beso a Saru.
- ¿Qué pasa con esa cara? Pareciera como si pensaras que iba a correrte de mi apartamento – lo dijo en un tono sarcástico, pero aún así su rostro decía que no intentaba hacerlo sentir mal. Mostró el botecito en su mano. –Había olvidado que tenía esto.
Era un bote con lubricante. Fushimi olvidó por un momento su preocupación ante una gran duda que le atacó en ese instante.
-Misaki… ¿Por… Por qué tienes algo así en tu…?
Yata rodó los ojos y se puso un poco más rojo. – Fue Kusanagui-san. Me lo dio hace unas semanas. Dijo que como ya iba a ser mayor de edad probablemente lo necesitaría y… bueno, lo guardé para no tirar un regalo que se molestó en darme. – Fushimi se quedó en blanco. Misaki hizo algo parecido a un puchero- Quién diría que en realidad lo necesitaría… - levantó la mirada, esta vez con una sonrisa pícara.
Trepó a la cama de nuevo y llevó consigo a Saru a una posición más cómoda, él encima del menor y sin dejar de mirarlo, su cuerpo delgado con marcas rojizas por todos aquellos lugares donde había mordido o chupado. Dejó el botecillo cerca de la cabecera antes de seguir. Acarició su cuerpo una vez más, de arriba abajo, como para memorizar cada rincón; su boca fue a dar de nuevo al cuello sensible de Saru para dar algunas caricias con su lengua y hacer sonidos húmedos a la cercanía del oído de su compañero. – Mono tonto…
Fushimi se mordía el labio, aun intentando acoplarse de nuevo a la atmósfera luego de casi estar seguro de que jamás llegarían a esto. –Mmmm…. Misaki…
-Oye… - Yata elevó la mirada y acercó su rostro al de Saru lo más que pudo mientras sus codos soportaban su peso. Sus frentes hacían contacto, y sus ojos parecían estar magnéticamente atraídos pues no dejaban de mirarse.- No soy idiota, sé lo que estabas pensando hace un momento… - con su rodilla rozó la entrepierna de Saru y este se mordió el labio levemente.- Y no tienes por qué preocuparte. A estas alturas ya no podemos detenernos, ¿cierto? – dijo con voz rugosa y arrastrando las palabras. Aún tenía ese tono desafiante y algo altanero que había tenido hace un momento, que junto con su voz rasposa y ronca lo hacían sonar más sensual – Y yo… no quiero parar tampoco.
El corazón de Fushimi comenzó a latir tan rápido que le dio vergüenza pensar que Misaki podía oírlo. Una de las manos de Yata se movió al costado de Saru y comenzó a acariciarlo lentamente. Misaki desvió la mirada y pareció que su rostro subió otro todo de color.
- Yo… sé que puedo ser un idiota y todo, que soy distraído y que te hago daño con facilidad – dijo en un murmuro. Saru tragó saliva. – Pero… creo que ya lo sabía. Creo que sólo quería negarlo.
El ojiazul lo escuchó algo aturdido. ¿A qué se refería? De repente su estómago se contrajo en anticipación al pensar que sabía a lo que se refería. Misaki por fin lo miró.
- Supongo que era inmaduro de mi parte evadir tus sentimientos porque yo… yo… sentía vergüenza. – se mordió el labio y su mano bajó hasta los muslos de Saru. – Pero creo que me ocultaba a mi mismo más de una cosa. – Comenzó a frotar descaradamente el miembro de Fushimi con la palma de su mano. – Esta noche me di cuenta.
Su rostró volvió a ganar esa expresión hambrienta, lujuriosa, aquella que le estaba torturando con placer hace unos minutos. Su lengua humedeció sus labios y los acercó al azabache.
- ¿D-de qué te diste cuenta, cabeza hueca? - logró articular Fushimi casi sin aliento. Misaki sonrió y mordió el labio inferior de Saru para luego dejarlo libre.
Sus ojos despedían una chispa roja de pasión que no había visto nunca, y tan honesta que sabía que Misaki no se contendría.
- Que yo también quería hacer esto contigo. – dijo en un suspiro antes de robarle el poco aliento que le quedaba en un acalorado y ardiente beso.
Fushimi no daba crédito a sus oídos. Llevaba media vida enamorado de Misaki, admirándolo desde las sombras cuando iban en el instituto, obsesionado con él después de aquella traición, pensando siempre que le era repulsivo y que tenía que recurrir a otros métodos para quedarse permanentemente en su cabeza. Pero ahora… ¿Misaki lo… correspondía? Aquello no podía ser más que un sueño, ¿verdad?
Cuando les hizo falta el aire, se separaron y jadearon, Misaki siguió besando y trazando patrones con su lengua en el cuello del menor. Su mano parecía no cansarse de acariciar su miembro que se volvía a endurecer poco a poco. Fushimi ya no se molestaba en contener sus jadeos y gimoteos, al igual que Misaki. El ojiazul se había aferrado a la espalda de Misaki en un impulso, era algo que siempre había querido hacer, aunque también le gustaba la idea de Misaki aferrándose a él, pero en aquel momento, debido a lo vulnerable que se sentía por a la confesión del mayor, le encantaba la idea de que fuera él quien ahora se encargara de hacerle sentir bien.
Yata suspiraba en su piel mientras su boca saboreaba sus pezones una vez más. Con impaciencia acariciaba toda su piel, y en algún punto aferró a Fushimi de la cintura y acercó sus cuerpos cuanto pudo, para aumentar el contacto y que la fricción le diera atención a su enrojecido e impaciente miembro. De nuevo fundieron sus labios en un beso mientras Misaki tomaba ambas erecciones y las frotaba juntas con una mano, y entre ellas. La sensación hizo que ambos gimieran de placer y sus caderas se movieran a la paz de la mano del skate.
Después de un poco más de caricias y besos, Misaki se separó para moverse un poco hacia atrás, y con un aire embelesado observó a Saru desde arriba. Se mordió el labio y ahogó un gemido.
-¿Q-qué pasa, idiota? – comentó Saru, bastante agitado y algo aturdido.
Sin inmutarse ante su tono altanero, Misaki seguía como en trance mirándole. Después tomó el bote de lubricante que había dejado cerca de las almohadas, sin dejar de mirar el cuerpo del menor.
- Diablos, es que en serio… quiero follarte. –dijo con un hilo de voz ahogado en desesperación y placer, debido a su impaciencia.
El azabache abrió grande los ojos y el color se le subió hasta las orejas, su miembro lo sentía palpitar por la falta de atención y su estómago contraerse por la emoción de todo lo que había pasado esa noche. Pero intentó sonreír de manera maliciosa como un "yo gané" que obviamente en aquel momento le importaba un comido al ojimiel.
Pronto, los dedos de Misaki, el pene de Fushimi y su entrada estaban completamente lubricados. Antes de entrar el primer dedo, el mayor masajeó aquella zona con cuidado, mientras observaba como reaccionaba su compañero. Cuando por fin entró su dedo medio sonrió al ver como Saru arqueaba la espalda y gemía un poco. Era obvio que ahora ya no molestaba como antes.
La verdad era que antes ya estaba impaciente, y cuando vio que su saliva iba a funcionar poco para lo que tenía planeado recordó el lubricante. ¡Y qué bueno que lo hizo! porque mientras pensaba en qué usar no se le ocurría ninguna buena idea. Y es que su impaciencia, mezclada con la cara de sufrimiento de Saru le impidieron continuar. Pero ahora que miraba que Saru respondía tal cual se esperaba, no se detendría para nada.
Removió el dedo en su interior, era más fácil que antes, debido al lubricante y a que antes ya lo había dilatado un poco. Rozó cada una de las paredes y en una de ellas Saru dio un brinquito y ahogó un gemido repentino. Pronto metió el segundo dedo y con mayor facilidad lo dilató.
- Eh, Saru, ya no duele, ¿cierto? – dijo en tono burlón y Fushimi aferró su mano a la de Yata que tenía sus dedos dentro para detenerlo un momento.
-No, ya no duele. –Dijo desafiante, entonces su mano ayudó a estimularlo, con la otra acariciaba sus testículos. –A-ah… para… nada… - Y era verdad, ahora sólo se sentía un cosquilleo agradable en sus caderas.
Misaki sonrió y dejó escapar aire. Embistió con sus dedos un poco y exploró su zona de placer para recordar su ubicación antes de sacar los dedos. Escurrían un poco del lubricante y se sentían calientes. Sin pensar mucho en ello, los metió a su boca y los limpió de los restos que tenían.
Yata miró hacia el bote de lubricante y se quedó meditando ¿Acaso tenía condones? Recordaba tener algunos en su armario. También se los había regalado Kusanagi. Trataba de pensar si debía usar aquellos que tenían un lubricante especial para 'sentir más' en la etiqueta o usar los normales que venían con el lubricante y estaban en su mesita de noche. De sus pensamientos lo sacó un toque en su mano. Era la mano de Saru sobre la suya, y este se había sentado para mirar de frente a Misaki. Parecía que sufría un poco y el castaño se preocupó, pero después se dio cuenta de que la expresión que lo dominaba solo era impaciencia.
-¿Q-qué esperas, cabeza hueca…? Anda… rápido… -dijo mientras temblaba levemente y pegaba más su cuerpo sudoroso al del contrario. El skate arqueó las cejas ante la imagen sumisa de Saruhiko que tenía en frente, era inusual y extraño. Y su entrepierna también lo notaba. – Misaki, no me hagas esperar. Ya… mételo…
La verdad es que si hubiera estado en cualquier otra situación habría usado aquello como una ventaja o un punto de burla. Pero ahora eso solo sirvió para alimentar su deseo. Aventó a Saru contra el colchón y se colocó encima de él.
- No te quejes luego. – dijo en un suspiro mientras posicionaba la punta de su miembro justo en la entrada de su compañero. – Yo… yo sólo trataba de recordar dónde tenía los condones…
-No importa – se apresuró a decir Fushimi.- No los necesitos. Quiero sentirte, Misaki. – jadeó mientras meneaba sus caderas para hacer énfasis en su necesidad de contacto- Además… No lo haría con nadie más, sólo tú.
Yata no supo cómo contestar a eso. Pero en su cabeza pensó "Sólo era para protección. Pero yo tampoco lo haría con alguien más… idiota". – Voy a entrar – le señaló antes de empujar hacia su interior.
La punta entró después de un momento y ambos dejaron escapar un gemido. Yata no pudo esperar para seguir empujando hacia adentro. El ojiazul comenzó a respirar más rápido. El corazón del castaño no desaceleraba la velocidad de sus latidos, y es que dentro se sentía tan bien, cálido, apretado, tan húmedo. Todo a su alrededor hacía contacto con sus puntos sensibles y a cada avance el interior se contraía y le daba una descarga eléctrica que recorría toda su columna y le erizaba cada vello del cuerpo. Parecía que encajaba perfectamente con aquel cuerpo.
-¡A-ah! M-Misaki… no tan rápido… ¡Ah! – decía Saru entre gemidos mientras sus músculos se tensaba cada vez más.
- No puedo parar… esto… es tu culpa, mono estúpido – dijo mientras seguía empujando hacia el interior, no quería detenerse hasta entrar por completo.
-¿M-Mi culpa? – Masculló con un tono sarcástico en su voz - ¿P-Por qué?
-Por ser tan jodidamente sexy – le soltó el castaño antes de meter por completo su miembro. Fushimi dejó escapar un par de gemidos y Misaki jadeó; sus manos, que habían estado agarrando los muslos del ojiazul, cambiaron de posición. Se colocó por completo encima de Saru mientras se acomodaba en la posición del misionero. Entrelazó una de sus manos con la contraria de Saru mientras su otra mano lo rodeaba por un costado para poder aferrarse a él mientras se apoyaba en la cama. Saru también hizo lo mismo, se aferró a él con una mano, su brazo pasó por debajo del de Yata y se apoyó en su hombro mientras se escondía en el hueco de su cuello para poder inhalar su escencia mejor; sus piernas quedaron encima de los muslos de Yata, donde juntó los talones para acercarse más a él y hacer más profunda la penetración. De aquella forma ambos podían mover sus caderas, y la cercanía era tal que el miembro de Saru se frotaba contra el abdomen del castaño y no era necesario que usase su mano para estimularlo.
-Misaki, Oh, Misaki~ - gemía el menor de ambos en placer, pues Yata podía ser un idiota a veces, pero había memorizado muy bien dónde se encontraba su punto G.
Era difícil saber quién gemía más, pues Misaki sentía descargas intensas de placer que le hacían olvidar el autocontrol, su garganta y caderas respondían naturalmente al entorno que estaba cada vez más húmedo y con cada estocada que daba llegaba más profundo. Y escuchar a Fushimi gemirle directamente al oído le volvía loco. De hecho, estaba tan excitado que sintió su miembro crecer aún más en el interior del azul, y eso no le pasó desapercibido, pero estaba tan enfocado en mover las caderas a la par de Misaki que sólo logró articular sonidos inteligibles. La saliva escurría por sus comisuras y la temperatura de sus cuerpos se sentía cada vez más alta. Cubiertos en sudor, ninguno dejaba de moverse para evitar detener el contacto, pues cada vez estaban más cerca de climax.
-Saru… ah… - en un arrebato de lujuria, aprisionó los labios de Fushimi en un húmedo beso que pronto los dejó sin aire.
-Misaki, Ah… m-más…. –pidió apenas consiente el menor. Y no tuvo que decirlo dos veces para que el skate aumentara la velocidad y la rudeza de sus embestidas. Pronto aumentaron aún más en potencia porque sentía el orgasmo a la vuelta de la esquina. – N-no te detengas…
-S-Saruhiko… Ya casi… yo no…
-Ah, Misaki, córrete… córrete dentro… -dijo con un hilo de voz antes de besarlo apasionadamente.
-Pero…
-Lo quiero, Misaki, lo quiero todo. Por favor... ¡ah! – pronunció en tono impaciente.
Misaki no tuvo que discutir más, no sólo porque lo hubieran convencido, sino porque sus instintos también tomaron posesión de su cuerpo. No sabía que tenía la habilidad de moverse como lo hizo entonces, pero el hecho de que practicara las peleas y el skateboarding lo hacían atlético y flexible.
Una sensación quisquillosa y placentera creció en su abdomen a la par de la velocidad en sus caderas. Abrió los ojos antes de ceder y se encontró con el rostro de Saru cercano al orgasmo. Eso lo llevó al límite. Un par de estocadas más y se corrió dentro del menor con un gemido mientras arqueaba su espalda y apretaba la mano de Saruhiko que tenía entrelazada. Después de terminar, sus caderas se movieron un poco más en un impulso incontrolable, con la mente totalmente aturdida, pero aún con la intención de lograr que Saru también alcanzara el climax.
Fushimi pudo sentir un líquido caliente llenarlo por dentro y el cómo hizo de lubricante para Yata quien aún seguía adentro y moviéndose. Todo aquello y el hecho de que Misaki acababa de darle duro a su punto G, hicieron que se corriera poco después que el mayor.
Ambos jadeaban, el sudor los cubría, y había semen salpicado en el abdomen de Saru y el pecho de Yata. El mayor se dejó caer sobre el ojiazul y ambos se centraron en recuperar el ritmo su respiración y disfrutar de su orgasmo que lentamente se disipaba. Misaki se sentía embobado, aturdido, y pegajoso, no podía pensar en nada, sólo que en que se sentía como si acabase de visitar el paraíso.
-V-Vaya… eso fue… fue… grandioso… -suspiró Misaki como entre sueños.
Saru dejó escapar un gruñido antes de hablar, abrió los ojos y observó al ojimiel que seguía con sus párpados cerrados y con una expresión de idiota drogado.
-Eres… inesperadamente bueno.- Fushimi esperaba que encontrara aquello ofensivo, pero en aquel estado parecía inmune a todo intento sarcástico de burla.
-¿Ah, sí? ¿Te… gustó? – preguntó con una sonrisa tonta.
Fushimi se recargó en el hueco del cuello de Misaki e infló las mejillas ligeramente mientras se sonrojaba.- Por supuesto… -musitó con un hilo de voz. "¿Acaso eres idiota?" fue lo que sonó en su mente.
-¿Hm?
Después de haber pasado por toda la acción de aquella noche, la personalidad sacarrona de Fushimi parecía volver lentamente. – Me encantó, Misaki – dijo con una sonrisa. Se atrevió a mover un poco sus caderas, apretando sus músculos, mientras el miembro de Yata continuaba adentro y chapoteando un poco de semen. Ambos gimieron. – Para ser un principiante sí que supiste cómo follar mi trasero.
Misaki se tensó un momento, como si por fin entendiera lo que implicaban sus palabras, como si acabase de despertar de un trance. Sus sentidos también comenzaban a despertar.
- Hmp, cállate, mono. – dijo con un tono avergonzado. Acercó su rostro a la mejilla del menor y de repente su sonrisa volvió. – Pero ¿quién era el que me pedía más?
Se sintió bastante satisfecho al ver las mejillas de Saru rojas.
Misaki soltó una risa suave y después también Fushimi.
Se quedaron así, abrazados en silencio por un rato más antes de que Saru lo rompiera.
- ¿Era verdad… lo qué dijiste hace rato…? – "Eso acerca de que te gusto y de que querías tener sexo conmigo" pensó el ojiazul en su cabeza, sintiéndose un poco tímido. Esperaba que Yata no entendiera su pregunta para olvidar el asunto. Era un idiota después de todo. Además, lo vislumbraba como alguien que caería dormido justo después del sexo, y ya que no veía su rostro directamente, era tarde y estaban exhaustos tenía la esperanza de que…
-Lo era. – su voz le provocó que su estómago se contrajera por un segundo. Al parecer sabía a lo que se refería. Saru desvió la mirada hacia él y notó sus orejas rojas.- Y-Yo sólo… no estaba seguro… si debía decírtelo.
Guardaron silencio. Fushimi estaba abriendo la boca para decir algo y de nuevo Misaki habló.
-Creí que era una molestia para ti.
"¿Cómo podrías ser una molestia? Lo eres todo para mí", pensó el azul, sintiéndose avergonzado por lo cursi que eso había sonado en su mente.
-Creí que me odiabas.- soltó Fushimi al final.
Misaki se levantó sobre sus codos para ver al menor a los ojos con una expresión de disculpa.
-Creo que… a veces puedo ser un verdadero idiota.
Saruhiko acarició su mejilla. – Yo también. – "Y un gran idiota", pensó.
Yata rió – jaja… creo que somos un par de idiotas
- Pero aun así eres lo más preciado para mí y lo demás no importa. – la sonrisa de Misaki desapareció y la sustituyó una expresión de vergüenza
- ¿C-Cómo puedes decir cosas tan embarazosas?
"Porque te amo" fue lo que pensó Fushimi, pero contestó algo diferente al final. – Porque me gusta molestarte, Mi~ Sa~ Ki~
Yata frunció el ceño mientras el color subía de tono una vez más en su rostro. Saru soltó una risilla burlesca una vez más, pero había olvidado que tenía desventaja en el terreno, pues como venganza, Misaki movió sus caderas un par de veces antes de sacar su miembro de una vez. Saru tuvo que admitir su derrota pues aún estaba sensible por el reciente orgasmo.
La ducha era la primera opción de ambos a seguir, pero estaban tan cansado que no quisieron moverse. También estaba el asunto de que se habían acurrucado tal manera que no quisieron separarse y cayeron dormidos rápidamente, compartiendo el calor y la misma cama.
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Cof cof *tose disimuladamente* el siguiente vendría a ser el último capítulo y…
Alguna idea de cómo va a terminar? Recuerden que suelo dar inesperados e incluso indeseados plot twists así que no se fien de las dulces palabras.
Dicho eso, también es bueno que recuerden que esta es mi OTP que me da tantos feels que a veces no sé que disfruto más, el dolor perpetuo o la reconciliación final.
I'm so evil.
Pueden comenzar a lanzar tomatazos.
Gracias por leer.