Este fic participa en el Amigo Invisible Navideño del foro "Amor de tercera generación"
Este fic responde a una de las peticiones de Elphyra que pedía un fic ta que así:
"Quisiera saber cómo se lo tomará la familia Malfoy cuando Scorpius les notifica que es novio de Lily Potter. Como mínimo Scorpius debe tener unos dieciséis años (y Lily catorce), es a decir no podéis hacerlo antes del quinto curso de Scor pero sí más tarde (cuando salen de Hogwarts, por ejemplo)."
Poco convencional
Los derechos de autor de estos personajes y de todo el potterverso pertenecen a jotaká, sin embargo, esta historia es mía.
Capítulo primero
Conociendo al Señor Malfoy
Todos los que me conocen coinciden en que me parezco muchísimo a mi madre. Es verdad, soy físicamente idéntica a ella. Excepto en las gafas, la miopía es la gran herencia de los Potter. Pero, además de la miopía, tengo otro rasgo que, claramente, he heredado de mi padre; el afán de héroe. Y de héroe suicida.
El niño que sobrevivió y que dejo de ser un niño hace años, no es como lo pintan en los periódicos. Ni os fieis de sus fans ni os fieis de Skeeter, es todo mentira. Mi padre, el hombre al que más quiero por encima de todo, es un poco tonto o, al menos, lo es a la hora de tomar este tipo de decisiones. ¿Era un inconsciente o realmente era su intención salvar al mundo? Yo me declino más por la primera opción.
Pero no es mi padre quien importa ahora. Soy yo. Yo, que me he empeñado en ser la heroína de mi novio en una misión suicida. La que me ha llevado a estar en la puerta del despacho de Draco Malfoy.
Os pondré al corriente; estoy saliendo con Scorpius Malfoy y, no, no es por un ataque de rebeldía como opina más gente de la que desearía. Estoy enamorada de él, en la medida que una chica de dieciséis años puede estar enamorada. Superlativamente, porque, como dice mi abuelo, el amor es cosa de jóvenes y almas jóvenes. Soy una joven enamorada, era el destino que acabase cometiendo una locura como esta. ¿Mi locura? Voy a enfrentarme al mismísimo señor Malfoy para convencerle de que estudiar runas antiguas es una carrera muy distinguida e interesante.
Estudiar Runas Antiguas no es algo de renombre, es una carrera de bichos raros. Ratas de biblioteca, lo suficientemente inteligentes como para acceder a una de las mejores carreras, que prefieren dedicar su vida a la investigación de antiguos textos de alquimia. Como Scorpius.
Desde que le conozco siempre ha sido así. Cinco años en los que le he visto más veces en la biblioteca, con un gran libro de hace siglos, que en el Gran Comedor. Estoy segura de que pasa más horas estudiando y leyendo que haciendo cualquier otra cosa, incluidas las necesidades básicas.
Por eso, me extraña mucho que su padre no tuviera ninguna sospecha de que su hijo no era, ni por asomo, un poquito normal. Si un niño de siete años te pide de regalo de navidad un libro de runas, digo yo, que es algo sospechoso.
Señor Draco Malfoy, no sé de qué te extrañas a estas alturas de la vida. Y, mucho menos entiendo, porque soy yo la que te tiene que abrir los ojos o, por lo menos, hacer que tú y tu hijo os volváis a dirigir la palabra.
Sí, he comprobado que los Malfoy, sin importar la edad, se enfadan y se comportan como niños pequeños. O peor, porque son muchísimo más orgullosos.
Maldito rubio altivo. Queda poquísimo tiempo para que la secretaria de tu padre me avise de que puedo pasar al despacho. Estoy tan nerviosa que puede que se me olvide que te quiero. Reza para que no sea así.
Ya oigo el taconeo.
—Señorita Potter, ya puede pasar.
Maldita secretaria ¿Cómo es capaz de decirlo tan tranquila? Creo que está disfrutando al ver mi cara de agonía, se le nota en esa media sonrisa mal disimulada.
Bien, tendré que entrar, si le hago esperar le causaré peor impresión de la que ya le causo solamente por mi apellido. Bonita situación para conocer al padre de mi novio.
Toco a la puerta y una voz burlona, desde el interior, me avisa de que puedo pasar. Abro la puerta. Él está enfrente de mí, sentado en una butaca, y rodeado de miles de papeles esparcidos por toda la mesa. Es la primera vez le veo de frente y tan de cerca. El parecido con su hijo es asombroso; son completamente idénticos. Tienen hasta el mismo gesto de burla y superioridad perpetuo en el rostro.
—Buenos días, señorita Potter, ¿a qué debo el honor de su visita? —me inquiere a modo de saludo. Otra vez ese recochineo en sus palabras. Lo que le faltaba a mis nervios.
Me cuesta unos instantes responder algo que suene coherente.
—Buenos días, señor Malfoy —me siento en una silla que hay enfrente del escritorio —Soy Lily Potter, una amiga de su hijo y…
—Señorita Potter, ¿no le han dicho que no hay que decir mentiras? Sé perfectamente que es la novia de mi hijo.
Aunque seguía sin borrársele esa media sonrisa típica de los Malfoy, su voz había sonado muy seria.
Vaya metedura de pata nada más empezar. Scorpius podría haberme dicho que se lo había contado a su padre. Espero que se haya enterado de boca de su hijo y no de alguna situación peor. Las cosas no tenían que haber sido así, a saber qué idea se habrá construido de mí.
Aún así, creo notar que el señor Malfoy está muy entretenido con esta situación. Supongo que ver a una adolescente nerviosa y haciendo tonterías tiene que ser más divertido que revisar un montón de papeles.
—Si lo que está pensando es que lo sé porque me lo ha dicho mi hijo está muy equivocada. Simplemente lo he deducido, y parece que estoy en lo cierto.
Oh, genial, además he caído en su trampa. Creo que tendré que hacer uso de toda mi diplomacia para superar este pequeño desliz.
—Bueno, señor Malfoy, no había considerado que esta fuese la mejor situación para presentarme como la novia de su hijo. Siempre pensé que su hijo estaría conmigo y que sería algo más convencional.
Parece que está funcionando.
—Entonces olvidémoslo y volvamos a mi pregunta inicial.
Sí, funcionó, aunque responder a esa pregunta no es tan fácil. Más hora, que me ha hecho dudar de que no vaya a captar cuando le mienta. No me puedo echar atrás, no ahora que he llegado tan lejos, aunque sólo sea el principio.
—Quería darle un mensaje de parte de su hijo. No es un mensaje exactamente, pero se podría decir que sí.
Oh no, me he enrevesado y, por si fuera poco, me quedo callada.
—Creo que no la entiendo, señorita Potter.
Su rostro comienza a oscurecerse, creo que lo estoy cabreando. Vaya lio en el que me he metido.
—Quiero decir que no me dijo que se lo dijera ni que no, pero yo pensé que debía saber que le echa de menos y que necesita su apoyo.
Draco Malfoy apoya los brazos sobre la mesa y castañea los dedos. Suspira antes de responderme.
—Puede, señorita Potter, que me enfadara con él en su momento y discutiéramos, pero no soy yo el que sigue enfadado, es él quien no ha respondido a ninguna de mis cartas.
Oh, vaya. Ahora pensará que le he tomado por un infantil, que impresión más buena que le tengo que estar causando. Voy a matar a Scorpius en cuanto le vea, y le haré tragarse todas las cartas una a una.
—No sabía que había recibido ninguna carta, no me dijo nada sobre eso. Disculpe, de verdad, si le he importunado. Hablaré con él. Gracias.
Me levanto torpemente y me dirijo a la puerta. Cuanto antes salga de esta incomoda y desastrosa situación, mejor. Cuando estoy sujetando el pomo de la puerta, el señor Malfoy me interrumpe.
—Señorita Potter —hace una pausa, como si antes de decir lo que va a decir tuviese que tragarse todo su orgullo —, mi hijo es igual de orgulloso que yo cuando era joven. ¿Podría conseguir que leyese las cartas?
—Claro, señor Malfoy —le respondo antes de despedirme y abandonar su despacho.
Parece que esto no ha hecho más que empezar.
Notas de la autora:
Aquí está el primer capítulo. Sé que no es exactamente lo que pediste pero, como ya te dije, se me descontrolaron los personajes. Así que échale las culpas a ellos xD
Serán tres capítulos y un epílogo. Espero que te gusten, porque los he hecho con mucho cariño.