Disclaimer: Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, ya todos los conocen, así que sí, la trama es mía.


Bar en Londres

Prólogo

You've got that smile,

that only heaven can make

.

Estaba viviendo mi viaje soñado. Ahorré tanto para tener el dinero suficiente y un poco más para hacer este tour, que al fin pisar suelo europeo era… asombroso. No se sentía diferente, pero el sólo hecho de saber que estás en otro continente, otro país, otro idioma, otra cultura, todo se volvía diferente y más fascinante.

Terminé la universidad y tengo mi título, estoy de vacaciones hasta volver a mi país y ejercer mi profesión. Todos dicen que luego de salir de la universidad debes trabajar de inmediato o pierdes el ritmo, pero vengo diecinueve años estudiando ininterrumpidamente, salvo esos meses de vacaciones, así que lo siento, me tomaré un año para ir lentamente y sin presión por la vida.

Este viaje a Inglaterra lo hablé con mi mejor amiga desde que teníamos quince años, Rosalie quería conocer París, yo Londres, así que dijimos: «Hey, hagamos un tour por Europa y matamos dos pájaros de un tiro», así que aquí estamos, en un bar que rebosa ambiente británico por todos lados.

Si soy sincera, diré que Inglaterra siempre me pareció frío y a la vez cálido, tan feliz y a la vez triste, son como polos opuestos en un mismo instante, amo esa sensación, y cuando mi lado no estudioso ni académico, sino mi lado femenino y hormonal descubrieron a Edward Cullen, todo cambió. Inglaterra ya era un SUEÑO con mayúsculas para visitar. Actor, y canta, es lindhermoso, sexy, caballero, divertido, británico hasta la médula y con estilo. Qué más quieren, soy su fan.

En mi casa, en mi cuarto, lo de estar en un mismo lugar que él o conocerlo jamás hizo en mí una cosa por realizar, porque soy realista, las probabilidades de encontrarte a Edward Cullen eran remotas, pero estoy en su país, en su ciudad, y una mujer tiene derecho a ilusionarse, aunque luego quede hecha pedazos.

—Nos quedan dos días para irnos a Paris —dijo Rose sonriendo—. Salud por eso.

Levanté mi vaso de coca para chocarla suavemente con el vaso de cerveza de ella.

—Por unos días geniales.

—Lo serán, creí que el tour que elegimos no me iba a gustar, pero ha sido tan lindo que me da pena irme —hizo un puchero y dio un trago a su bebida—. ¿Es normal que la cerveza tenga un gusto diferente aquí?

—No lo sé, quizás sea el ambiente británico que hace que todo cambie.

—Lo hace —dijo seriamente—. Sabes que no me gustan los morenos, no discrimino, sólo que prefiero los rubios, pero aquí no dejo de buscar hombres con cabello oscuro, son más sexys que los novios de Barbie, Bella… —dio un suspiro desganado—. Mis gustos ya cambiaron.

Reí por su dramatismo, cuando volviéramos a casa otra vez su fijación serían los rubios. Rose era así. Tomé unas hojas puestas en la mesa donde estábamos, el bar tenía una disposición fuera de lo común, habían mesas grupales, para dos, y algunas, como la nuestra, se encontraban pegadas a la barra donde se pedían los tragos y bebidas, nuestros hombros estaban a la altura de la barra, la mitad era libre, la otra con mesitas pegadas. Al menos no debíamos pararnos para pedir.

—Esto es extraño, ¿por qué pondrían hojas y un lápiz en las mesas? —inquirió mi amiga observándolas—. Estamos al lado, no es como si fuera para pedir algo de tomar y enviarlo en forma de avioncito.

—Rose, a veces dices cosas tan… —me reí, no podía hacer otra cosa cuando la escuchaba—. ¿Cuántas cervezas llevas?

—Isabella, sólo llevo un vaso, y aún no me lo aca…

Se quedó a media oración y cerró la boca. Hubo un ruido de gente llegando y voces detrás de mí. Quise voltear mi cuerpo para curiosear, pero Rose volvió a hablar.

—Podría matarte justo ahora, Isabella Swan.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué hice? —la miré sin entender.

—Tus constantes «moriré si algún día lo veo» puede que se haga realidad justo cuando París estaba a la vuelta de la esquina.

—Cuándo dije eso… —volví a preguntar si entender a qué se refería—. Oye, no me gustas enfadada.

—No estoy enfadada, estúpida, me preocupo por tu salud mental —dijo viendo detrás de mí—. El amor de tu adolescencia justo en este lugar. Sólo te aviso.

—Estás jodiendo.

—Nope.

—No es gracioso. Si volteo y es broma, te voy a golpear —amenacé sintiendo la adrenalina y el retumbar de mi corazón en mi cabeza.

Disimuladamente miré hacia un grupo de personas en una mesa hacia la pared, eran como diez o menos, y se estaban acomodando en sus asientos. Podría identificar a Edward de espaldas, es una cosa un poco psicópata, pero luego de tantos años ya puedes reconocerlo por su voz, risa, zapatos… Sé que suena loco, pero si eres fan no es tan extravagante poder hacer esto. Él estaba ahí, definitivamente esa ropa era de él, digo, ya habían fotos de él con esa vestimenta, y ese perfil… síp, era Edward Cullen. En el mismo bar que yo. Con sus amigos. ¿Muero ahora o después? Creo que después, quiero observarlo aunque sea un poquito más hasta que me echen por acosadora.

—Mierda —dije dándome vuelta y mirando a Rosalie—. Lo siento, pero tendrás que golpearme cada vez que quiera voltearme, ¿de acuerdo? Promételo.

—Confío en ti, Bella. Autocontrol, mujer, déjalo salir —me dio mi vaso de coca que ahora estaba lleno—. Él no está aquí, es tu imaginación, sigamos con nuestra agradable conversación sobre París y Venecia que nos esperan.

Intenté concentrarme en ella y en las personas frente a mí, pero detrás estaba lo que me importaba. ¿Qué hacías cuando la persona famosa que te encantaba se encontraba en un mismo lugar que tú, a unos siete metros de distancia, y que jamás habías visto salvo en una pantalla? Díganme, porque sería feliz sólo mirándolo, pero tampoco podía.

—No, no te voy a cambiar de puesto. Sería muy evidente, se darían cuenta que lo desnudas con la mirada y nos echarían por psicópatas —me dijo Rose adivinando mis pensamientos—. Quizás antes de irnos, o que ellos se vayan, le hablas, ¿de acuerdo?

—Si es que sigo viva, me parece bien.

Mi autocontrol es grandioso, pero no fue por eso por lo que evité voltear a mirarlo, o por lo que me quedé sentada divirtiéndome con mi amiga. No hice nada porque simplemente soy de esas personas que se conforma con tener aunque sea una pequeña parte de su sueño, y agradece por eso, al menos tienes algo, ¿no? Y él será famoso, pero es persona, tiene derecho a salir con sus amigos, beber, caminar por la calle a cualquier hora sin ser perseguido por fotógrafos, a tener privacidad, aunque sea mínima, él merece ser normal, y no por mí y mi admiración por él voy a interrumpir estos momentos que a veces no tiene muy a menudo por la vida que lleva en Hollywood.

Así que mi mirada se centró en la mesa, en los dos vasos llenos de bebida, en el maní salado como bocado y en las hojas.

Hojas.


He aquí sin razón alguna. Lo que pasa es que ya saben, a veces en la noche cuando tratas de dormir empiezas a pensar y haces historias y llegamos a esto.

Sin ánimo de lucrar, sólo expresar tanta cosa que tengo en la cabeza. Mañana doy mi último examen y al fin vacaciones, y sí, mi recreo del estudio resultó esto.

Se acerca el fin de semana sdghjk, saludos.