Bueeeno... Aquí estoy de nuevo con este mini-fic de Rizzles. Perdón si hay algunos capítulos cortitos pero actualizaré diariamente así que nada de quejas ;) ¡Espero que os guste! Dejarme un pequeño comentario para saber vuestra opinión :)
Endorfinas
- ¿Ha quedado claro? – preguntó Korsak, situado al lado de la pizarra, rotulador en mano y sintiendo todas las miradas de los presentes clavadas en él.
Los detectives que iban a participar en aquella misión asintieron, conformes con el plan ideado. Las únicas que no estaban totalmente de acuerdo eran Jane y Maura, las más involucradas en el tema. La reunión se dispersó y el pequeño grupo formado por los detectives Rizzoli, Korsak, Frost y la doctora Isles se reunieron en un pequeño corro frente a la pizarra.
Los marrones ojos de la detective recorrían una y otra vez la información ahí escrita, las fotos ahí pegadas, buscando posibles fallos o fracturas en el plan que les impidiera llevarlo a cabo y les obligara a buscar una alternativa.
- O sea, que Jane y yo tenemos que andar por el club fingiendo que somos pareja. – repitió Maura, procesándolo.
- Sois pareja o sois amigas en busca de un rollito, como queráis – aclaró Korsak.
- No lo veo, chicos – comentó Rizzoli, sacudiendo la cabeza.
- Es muy básico, Jane, simplemente buscar mujeres que encajen en el perfil. Tenemos la completa colaboración de la camarera así que nosotros os estaremos cubriendo la espalda en caso de que las cosas se pongan… chungas – intervino Frost.
- Mira, suena muy fácil pero ¿cómo vamos a fingir que somos lesbianas? – inquirió Jane, rehuyendo la mirada de Maura.
- Solo actuar como soléis actuar – respondió el mayor de todos.
- Jane, Giovanni se lo creyó, supongo que ellas también – Maura hizo un gesto con la cabeza, señalando una foto del bar.
- No es lo mismo…
- Está bien – se rindió Korsak. – Si veis que no cuela pasamos a otra cosa, ¿vale? Este es solo el Plan A, tenemos 26 letras más en el abecedario.
Rizzoli movió la cabeza, conteniendo una sonrisa, resignada a tener que cambiar de acera por una noche. Lo que realmente la preocupaba era tener que fingir con la forense y que le gustara.
- Vamos a vestirnos – Maura enganchó su brazo con el de la detective, guiñando un ojo mientras caminaban hacia el ascensor.
- ¿Por qué estás tan emocionada? – inquirió la morena, entre divertida y molesta.
- Nunca me he tenido que hacer pasar por una lesbiana, me hace ilusión.
- Maur, no tienes remedio – bromeó Jane, dándole un suave golpe a la forense.
- Tampoco es que lo haya buscado – contestó ella, con una sonrisa.
La forense se paseó frente al armario, con los brazos en jarras y cara de concentración. Sacó varios vestidos solo para volver a colgarlos y chasqueó la lengua con desaprobación.
- No sé qué ponernos – comentó, sin apartar la mirada de la ropa.
- ¿¡Qué?! ¡Oh dios mío! ¿La gran Maura Isles no sabe que vestir? – exclamó Jane, tomándole el pelo.
- Pues no… ¿Verdad que es un gran problema? – la forense se giró para mirarla, sus grandes ojos verde avellana abiertos de par en par con preocupación.
A la detective se le escapó una carcajada, tumbándose en la cama ante la mirada reprobatoria de la doctora.
- No te rías, Jane.
- ¡Venga ya! Tienes el vestidor más grande que jamás haya visto.
- ¿Y? Eso no significa que tenga ropa que pon… ¡No me mires así! – se cortó a sí misma cuando vio la cara de "me estás tomando el pelo" de la morena.
- Maur, coge el primer vestido que veas y ya está.
- Si fuera tan sencillo… – resopló la forense.
- ¡Lo es! – la detective se levantó de la cama y caminó hasta el armario, paseando su vista por las múltiples prendas allí colgadas. Su mirada topó con un vestido negro de cuero y, automáticamente, imaginó como quedaría puesto en el cuerpo de Maura. La boca se le secó ante semejante imagen y decidió que era mejor verlo en la realidad que en sus fantasías.
- Toma – cogió el vestido y se lo entregó a la forense, quien lo miró de arriba abajo con aprobación.
- Buen gusto, Jane. Así lo puedo combinar con los Louboutin que me compré el otro día – comentó, entrando en el vestidor y cogiendo unos zapatos de tacón de aguja negros con la suela roja.
- ¿Ves como no era tan difícil? – preguntó la detective retóricamente, volviéndose a la cama.
- Espera – la detuvo la forense, mirándola con ojos críticos - ¿Y qué vas a llevar tú?
- ¿Yo? Esto – Rizzoli señaló sus pantalones de traje negros, su camiseta roja y la americana negra.
- ¿¡Qué?! ¿Estás loca? Jane, tienes que atraer a las mujeres, no asustarlas.
- ¡Ey! – Exclamó la aludida, molesta - ¿Qué tiene de malo mi ropa?
- Termino antes diciéndote que no tiene de malo.
La detective sacudió la cabeza, sin acabar de creérselo.
- Vale, doña Perfecta. ¿Qué me vas a poner? – preguntó, rindiéndose, sabiendo que no iba a poder ganar aquella lucha.
La mirada de Maura se iluminó ante las palabras de su amiga y fue casi dando saltitos hasta el armario, rebuscando entre los vestidos hasta que dio con el adecuado. Con una exclamación de satisfacción, se puso ligeramente de puntillas para sacar la percha y mostrarle a Jane su elección.
- Ah, no, no, no. – se negó rotundamente.
- Oh, sí.
- Ni loca, Maura.
- Pues bienvenida al manicomio, querida, porque vas a llevar esto aunque tenga que desnudarte a la fuerza.
Rizzoli contuvo un escalofrío y se mantuvo firme en su decisión, remarcándola al cruzarse de brazos. No iba a ponerse aquel vestido rojo pasión tan corto, y ajustado, y escotado, y… No.
- Venga – dijo la forense, cogiendo a la detective por los hombros y haciéndola girar – Te quedaría perfecto.
- Me da igual, no pienso llevar eso.
- Sí que lo harás y no hay más que hablar. – sentenció la rubia, atravesándola con la mirada.
Jane tragó saliva y apartó la vista, volviendo a mirar ese vestido. No lo veía en su cuerpo, no encajaba, ella no podía llevar esas cosas. La sexy del equipo era Maura, no ella. Y hablando de Maura…
- Desvísteme – pidió ésta, con el pelo recogido en un moño desecho, mostrándole la espalda a la detective.