Los personajes no pertenecen a mí, sino a MARVEL y al señor Stan Lee en cuyo caso declaro que solo la historia es de mi autoría.

Inspirada en la canción "Penelope" del artista Diego Torres.

"Mañana a las ocho." La voz de Steve razonaba en la mente de Peggy esa noche que la tragedia ocurrió. El Coronel había intentado hablar con ella, y hacerla comprender que ya era tarde que Steve había caído con la nave de HYDRA y que no volvería. Pero Peggy Carter se negaba a aceptar aquellas palabras que prometían un futuro negro, absurdo incluso. Steve la había invitado a salir, a bailar y ella esperaba a que al día siguiente el hombre más fuerte, el primer Vengador viniera por ella.

Igualmente había una parte de ella, la parte racional que sabía que el Coronel tenía razón, que sabía que las palabras de condolencia eran ciertas, que comprendía el llanto del cielo que no dejaba de llover. Steve Rogers no volvería a la vida, no sería un milagro. "Cayo en una zona muy helada." Le había explicado Howard con una copa de whiskey en la mano. "Iré por él, solo no te ilusiones." Le había dicho el hombre más rico del mundo.

Por fin llegó el día siguiente, Peggy a pesar de ser una comandante no había dejado de llorar durante toda la noche. A pesar de las palabras, el vacío en su pecho le hacía negar lo que acontecía. Llegada la tarde se vistió y maquilló para la cita. Se sentó afuera de su casa en un banquito esperando a que su amado llegara, pero Steve no volvió, ni ese día, ni el siguiente, ni el otro. Y lentamente las horas fueron trascurriendo, los días se perdían en el calendario, las semanas pasaban, los meses se iban y de pronto los años habían hecho de Steve, solo un recuerdo en la mente de la Comandante Peggy Carter. Quien a pesar de las propuestas, se rehusaba a casarse y esperaba cada tarde a las 7:50 en la puerta de su casa esperando que Steve llegara.

Muchos creían que estaba loca, pero solo el amor entiende el sufrimiento de quien espera. Se enojó, lloró y lo odió, Steve no podía hacerla esperar así, pero dándose cuenta volvió a amarlo como siempre, como nunca, como antes, como ahora. Peggy nunca olvidó a Steve, no lo olvidó cuando se casó con un soldado, no lo olvidó cuando tuvo a su primer hijo, ni al segundo, no lo olvidó cuando llegaron sus nietos, ni lo olvidó cuando en su cama, una tarde lluviosa a las 8:00, cerró los ojos para por fin reunirse con su gran amor en el cielo.