Disclaimer: Twilight pertenece a Stephenie Meyer. Esta historia es de LyricalKris, yo solo traduzco con su autorización.
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Capítulo uno
Edward
—Es bueno verlo, Sr. Cullen. ¿Logró entrar bien?
Edward Cullen se quitó sus lentes y sombrero. Sacudió su cabeza, pasando sus dedos por su cabello.
—Sí. Gracias, Amber. —Le regaló una pequeña sonrisa, y los ojos de la joven mesera se iluminaron.
—Yo, em… —Sus mejillas se sonrojaron—. Cuando quiera, por supuesto. Es un placer verlo siempre. —Lo miró por debajo de sus pestañas, manteniendo su vista por un momento.
—¿Está Garrett aquí? —Ignoró su evidente coqueteo.
Sus labios cayeron ligeramente, pero ella era una profesional. Se recuperó rápidamente.
—Sí, el Sr. Larson está esperándolo en la mesa de siempre.
Otra vez, le sonrió. Tan egoísta como era el pensamiento, él sabía que era un regalo para la mujer, y era lo menos que podía hacer.
Con un suspiro, se dirigió hacia el comedor principal.
Quién pensó que la vida de una estrella de Hollywood era todo brillo y glamur estaba delirando. Había probablemente por lo menos algunos cientos de personas preguntándose dónde estaba él y qué estaba haciendo en ese momento. Su fantasía de vida era su escapismo. Ellos probablemente lo imaginaban haciendo todo tipo de cosas llamativas. Quizás estaba en una sesión de fotos o quizás en una fiesta llena de estrellas.
Seguro, él hizo esas cosas. Las sesiones de fotos eran tediosas y a menudo absurdas. Porque las estrellas de Hollywood eran, de hecho, gente normal, ellos solo tendían a ser molestos como la mierda, aburridos, ridículos, o alguna combinación de ellos. El cielo sabe que él no era el buen hijo de puta que todos sus fans creían que era.
Sus amigos le llamaban imbécil cariñosamente, pero eso era lo que los amigos hacían. Ellos lo amaban a pesar de sus peores rasgos.
Hoy, su vida glamorosa consistía en conducir por toda la ciudad para evitar cualquier paparazzi que pueda seguirlo a un restaurante mediocre que había escogido porque tenía un callejón sucio por el cual podía salir sin ser visto. Era el tipo de callejón que nadie quería estar, pero daba a la puerta trasera del restaurante.
Cuando llegó a su cubículo, después del abrazo usual que fue intercambiado, el mejor amigo y colega de Edward, Garrett Larson no perdió tiempo en saltar con el tema del día.
—Preguntaría sobre tu vida amorosa, pero no lo necesito. ¿Terminaste con Victoria, no?
Edward bufó.
—¿Acaso no has leído los diarios? Ella terminó conmigo. —Puso los ojos en blanco—. Es por eso que tuve que escabullirme. No podía dejar que los paparazis me atraparan en mi estado frágil.
—Oh, pero es un escáldalo descarado, ¿no? —rio Garrett—. La pareja más hermosa de América. La seductora Victoria Wyle y el soltero más codiciado de Hollywood. ¿Qué podría ser más vergonzoso para un hombre atractivo como tú que perder a Victoria ante el chico más adorable de Hollywood, Riley Biers?
—Mírame, estoy tan avergonzado que ni puedo sentarme derecho. —Era verdad, en cierto modo. Su cubículo favorito en el restaurante era su favorito porque estaba metido en un rincón oscuro. Sin embargo, estaba encorvado contra el rincón más alejado. Era solo cuestión de tiempo antes que alguien los reconozca.
—En serio, tengo que preguntar. Victoria parece un demonio en la cama.
—Tú sabes bien que no voy a responder eso. —Puede que Edward haya sido un idiota, pero no era del tipo que besa y cuenta.
Garrett levantó sus manos en gesto de paz.
—Me parece bien. Al menos dime esto. ¿Cómo es ella? Nunca la conocí.
Edward se encogió de hombros.
—Está bien.
Garrett puso los ojos en blanco.
—Está bien. Eso es todo lo que dices de las mujeres con las que sales.
—¿Qué más quieres? Son personas. Las personas varían en diferentes tipos de "bien". Siguiente tema.
Edward escuchó atento mientras Garrett hablaba detalladamente sobre el próximo proyecto que iba a comenzar en las próximas semanas. Era bueno ver a su viejo amigo tan animado.
Se habían conocido muchos años atrás cuando Edward tenía diecinueve y Garrett veinte. Ambos interpretaban a unos adolescentes en un show popular de ese tiempo. Mucho había cambiado desde ese entonces. Garrett era popular y bien conocido, pero una película que hizo Edward cuando tenía veintidós lo había llevado a un nivel de popularidad inesperada, catapultándolo en el súper-estrellato que nunca había querido.
No quería decir que su vida fuera mala, solo que no era tan espectacular como todos creían que lo era.
Pero Garrett no había dejado que la fama se le suba a la cabeza más que a Edward, así que allí estaban, diecisiete años después.
Cuando Garrett terminó de hablar de sus proyectos, era el turno de Edward
—¿Obtuviste el proyecto de Carmen Medina? —Garrett lucía impresionado—. Maldición. No te voy a mentir, estoy muy celoso. Quería ese papel. ¿Estás emocionado?
Edward hizo un gesto con su mano.
—Soy indiferente.
—Oh, por supuesto que lo eres. Carmen Medina es una de los directores más brillantes por ahí. Ella exhala el aroma de los Oscars.
—Tú sabes como me siento con respecto a los Oscars.
Garrett sacudió su cabeza.
—Lo sé. Por supuesto que si. Un concurso de popularidad. No una medida de talento. Bla, bla, bla. Y púdrete. Todavía quiero uno.
—Es solo otro trabajo.
—Lo que sea.
Un flash a través del restaurante llamó su atención Garrett se giró, sonriendo, y saludando a una chica con cara ruborizada que había intentado ser discreta y falló miserablemente. Edward suspiró para sus adentros pero no protestó cuando Garrett la llamó para que se acercara. Ambos posaron para un par de fotos con la chica y su hermana mayor antes de que los dejaran en paz de nuevo.
—Gracias por eso, Garrett. Apuesto que ella está en Twitter mientras que estamos hablando, cosa que garantiza que los paparazis estarán afuera.
—Ah. Ya nos habían visto. La mayor estaba haciéndote ojitos —señaló Garrett.
—Usualmente lo hacen.
—Bueno, hablando de chicas hermosas… ¿Has escuchado de Tanya?
Edward levantó su vista, dándole a su amigo una mirada de advertencia. Él sabía bien a donde se dirigía esto.
—No, Garrett. No he visto a Tanya dejó en claro que estaba enamorándose de mí, y por lo tanto no seré capaz de presentarte a su hermana.
Garrett golpeó su cabeza contra el respaldo de su asiento.
—Me estás matando.
—¿Te das cuenta que eres una estrella de cine, no? Estoy muy seguro que sería fácil si realmente quieres conocerla.
—Vamos. Eres un actor, por el amor de Dios. ¿No tienes un don para historias? Tiene que ser natural. —Su expresión se iluminó—. ¡Oh! Puedes hacer una fiesta. Tú y Tanya siempre fueron buenos amigos. Si la invitas junto con todos, no sería corresponderle.
—No me gusta…
—CÁLLATE. —Garrett estaba exasperado, su mirada ligeramente disgustado—. Todo es aburrido, tu trabajo, las personas, las fiestas. —Señaló a Edward—. Necesitas un reinicio, tío.
—Lo siento. Todo esto con Victoria me ha irritado hoy.
—Siempre estás irritado, aunque tengo que admitir que el palo se metió bien en tu culo hoy. —Se inclinó sobre la mesa, luciendo sincero ahora—. En serio, hombre. Estás consumiéndote. Tal vez necesites irte de Los Ángeles por un tiempo.
Edward miró a su amigo.
—Eso sería fantástico. —Arrastró las palabras secamente—. Los tabloides pueden decir que estoy escapando para lamer mis heridas. —No que le importara lo que pensaran los tabloides. Él solo estaba siendo un dolor en el culo en ese momento. En serio, no era una mala idea—. ¿Cómo dónde?
—Siempre puedes ir a ver a tus pequeñas sobrinas. Siempre te hicieron sonreír.
—Solo tengo una sobrina. Alice.
—Habían dos, ¿o no? Recuerdo eso. Cuando tu hermana vino de visita y nuestro ser estaba lleno de niños que reían sin parar.
Edward sonrió ante el recuerdo.
—Solo una de ellas era mi sobrina. Bella es la sobrina de mi cuñada.
—Lo que sea. Solo ve. Sal de Dodge por un momento.