¡Hola a todos! Aquí está el epílogo de esta historia; un poco cursi y corto, pero bueno, creo que es un buen final. La neta agradezco muchísimo a todos los que han seguido este relato su paciencia en lo que subía los capítulos. La neta sé que el relato está muy poco desarrollado, pero creo que lo desarrollaré como una idea original (uno de mis propósitos de Año Nuevo XD) :).

Muchísimas gracias por sus reviews, ante todo. Este capítulo se lo dedico por entero a todos ustedes :D.

¡Saludos y Felices Fiestas!

Vicka.

P.d: Hay una próxima historia que quiero subir... Pero lo haré mañana o pasado... XD


Epílogo.

Mirando la nieve caer desde la ventana de la biblioteca de los Broflovski, asiento mi lata de cerveza a un lado y suspiro con nostalgia.

Si mi hijo estuviera aquí, seguramente saldría allá afuera a hacer un muñeco de nieve con sus amigos como en los viejos tiempos. Lamentablemente, en este segundo año de ausencia no será así. Miro entonces hacia allá, hacia la fiesta a la que he sido invitado.

Los invitados charlaban entre sí muy animadamente.

Había pensado al principio declinar la invitación de Gerald a asistir a su fiesta de Fin de Año, pero tanto él como Sheila nos convencieron a mí y a Sharon de venir. Hablando de ella, está platicando con Sheila; la veo llorar amargamente y con justa razón.

La desaparición de Stan nos unió más, hasta terminó por mejorar el matrimonio. En cuanto a Shelly, ella hablaba con nosotros, nos visitaba, limpiaba el cuarto de su hermano pequeño, a quien, a pesar de todo, amaba. No obstante, a diferencia de nosotros dos, no le dirige la palabra a Jimbo, cosa que entiendo perfectamente y no le culpo.

La relación entre el tío y la sobrina empeoraba cada día sin que pudiéramos hacer nada Sharon y yo; incluso hemos llegado a presenciar su declaración de que nunca le perdonará a Jimbo el haber apostado a su hermano y que lo odiaba por eso. Odiar es una palabra fuerte, pero todo eso en realidad daba cuenta del dolor que padecía al enterarse de lo ocurrido.

- Randy – escuché que me llamaban.

Volviéndome hacia mi interlocutor, le sonreí quedamente.

- ¿Qué hay, Gerald?

Mi amigo y abogado (sí, es mi abogado en el caso de la demanda contra Jimbo) se acercó y, poniéndome una mano al hombro, me dijo:

- Randy, no debes estar solo. Ven conmigo a la sala. Ahí vamos a charlar un poco.

- Gracias, Gerald, pero… Me gustaría quedarme aquí un rato.

- Randy...

Ambos nos sentamos y Gerald añadió:

- Amigo, no pierdas la fe en hallar a tu hijo. Sé que han pasado por mucho tú, Sharon y Shelly, pero deben ser fuertes y tener fe.

- No lo sé, Gerald, yo… Yo ya no sé qué hacer. Extraño mucho a mi hijo, a mi pequeño Stan… ¡Dios, esto es una pesadilla!

Me puse a llorar mientras que Gerald, conmocionado, me dijo:

- Te dejaré a solas. Si necesitas algo… Aquí estamos todos para apoyarte.

Yo no contesté nada.

Gerald comprendió que mi silencio era un "sí, muchas gracias". Levantándose del sillón, se marchó de la pequeña biblioteca mientras que yo volví mi mirada hacia la ventana.

Tener fe… Eso es algo que estoy perdiendo conforme pasaban los días. Envidio a aquellos que aún tienen fe en que mi hijo aparezca; quisiera tener ese optimismo, esa fe como ellos le llaman. Quisiera conservar mi optimismo y estar seguro de que Stan está bien, pero siento que todo se está yendo al abismo, que todo se estaba yendo al carajo.

Escuché el sonido del timbre.

- De seguro ha de ser algún invitado que llegó tarde a la fiesta – me dije mientras abría la puerta…

Y lo que vi en el umbral parecía ser sacado de un sueño.

Ahí, frente a mí, estaba una pareja de jóvenes, quienes se me quedaban viendo como si me reconocieran; uno de ellos, de ojos azules y cabellos negros cubiertos con un chullo rojiazul, me sonrió quedamente mientras unas lágrimas empezaban a recorrer sus mejillas.

- ¡P-p-papá! – exclamó el muchacho mientras me abrazaba.

- ¡Stan! – exclamé al reconocer su voz.

Le correspondí el abrazo.

En ese instante, en ese momento, sentí que todo ya estaba bien, que todo ya podría estar en paz.

Acabo de recuperar a mi hijo y eso hizo de este Fin de Año el más feliz de mi vida.

- ¡Sharon! ¡Shelly! – llamé con lágrimas en los ojos - ¡Vengan! ¡Vengan! ¡Miren lo que encontré!

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La fiesta de Fin de Año de los Broflovski fue la mejor fiesta de mi vida. Ahí estaba mi familia cuando Mark y yo recién llegamos a South Park; el primero en recibirnos fue mi padre, quien había llorado al verme ahí, en el umbral de la puerta de los Broflovski, pensando justamente en mi amigo Kyle. A eso llegaron mi madre y mi hermana, quienes al verme se echaron a llorar y a abrazarme. Detrás de ellos estaban los invitados y los Broflovski, quienes estaban felices al verme sano y salvo. De ahí, les presenté a Mark como mi novio (y mi prometido, pero eso decidimos dejarlo para una ocasión más especial).

Mi padre estaba tan feliz de tenerme de regreso que empezó a beber cerveza a lo loco (como siempre; en eso no ha cambiado) mientras que la señora Broflovski me ofrecía algunos bocadillos. Kyle, quien estaba con Henrietta, su novia desde hace cuatro años ya, Kenny, su novia Tammy, el culón de Cartman, Wendy, y varios más empezaron a preguntarme muchas cosas, sobre todo respecto a mi relación con Mark. Naturalmente, entre Mark y yo tuvimos que narrarles toda la historia.

Así mismo, Mark saludó a Trent Boyett, el primo de Butters (por increíble que pareciera, sí, son parientes cercanos; compadezco a Butters por tener qué tolerar su mal carácter), quien había sido su compañero en la correccional.

Me sentí feliz.

Había regresado a casa, a mi familia, a mis amigos… Y eso no lo cambiaré por nada.

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Primer día del año 2014.

Todos estaban completamente desvelados, durmiendo el sueño de los muertos en sus casas. Yo era uno de los tantos desvelados, aunque dormí solamente por espacio de tres horas; Stan, quien estaba a mi lado sentado con una taza de té de manzanilla, se recostaba en mi hombro contemplando la salida del sol desde el horizonte.

Esta era mi parte favorita de las mañanas: El amanecer.

Era un espectáculo hermoso, un espectáculo único. Me llenaba de paz, de tranquilidad, de felicidad.

- ¿Qué hacen ahí afuera, par de tórtolos? – inquirió Shelly, mi cuñada, quien había salido – Deberían estar durmiendo.

- Contemplando el amanecer – respondió Stan -. ¿Quieres venir?

- Me encantaría, pero Chad me está esperando.

- ¿Todavía sigues con ese sujeto?

- Oye, yo no te digo nada respecto a tu novio ex convicto.

- Solamente pregunto.

Yo negué con la cabeza.

¡Qué familia la que tenía Stan!... Pero me encanta... Y estoy feliz por ello.