Cuando abrió los ojos se decepcionó al ver el mismo lugar de los dos días anteriores a ese. Bostezó perezosamente y se estiró estando sentado.

-Vaya, ¿se ha despertado ya el pequeñín?- Sonó aquella vieja voz que a duras penas conocía.

-No soy un niño.- Afirmó el erizo azul.

-Para mí sois todos niños.- Reafirmó la vieja cabra. –Entre estas paredes mohosas, sólo los niños me animan.

Y es que esos dos días los habían pasado un grupo de habitantes de Green Hill encerrados en esas celdas. Cada día había uno menos, cada día alguien era arrastrado en contra de su voluntad por robots hacia una sala de la que no se veía salir ser vivo alguno.

Aquel al que llamaban pequeñín no era otro que el joven erizo azul cuando aún no era más que otro habitante de Green Hill. Junto a sus compañeros había sido atrapado por aquel extraño ser al que llamaban "humano".

-Se han llevado a otro…- Se oyó comentar.

-Ya sólo quedas tú.- La cabra puso su pezuña sobre la cabeza de Sonic. –Eres el último niño.

-¿Qué nos va a pasar?- Se lamentó un flickie. ¿Qué hacen con los que cruzan esa puerta?

-Estamos acabados.- Sollozó una pequeña ardilla. –Ni siquiera tenemos la oportunidad de luchar por nuestras vidas.

-No estoy preparado para morir.- Empezó a desesperarse un gallo.

-¡Silencio!- Les hizo callar la vieja cabra. –Si tenemos paciencia, alguien vendrá a salvarnos, hay que tener esperanza, hay que seguir creyendo.

-¿Creyendo en quién?- Le echó en cara un cerdo que había perdido a toda su familia ya por esas fechas. –Nadie sabe dónde estamos ni qué nos ha pasado o qué nos pasará.

-Un héroe, un héroe vendrá y nos salvará a todos.

Aquella afirmación de la cabra fue tan solemne que nadie atrevió a reírse, la tomaron por una vieja loca. Pero Sonic no lo entendió, la actitud de todos, no parecía absurdo a sus ojos jóvenes y esperanzadores.

-¿Quién puede ser un héroe?- Rompió el silencio el erizo azul. -¿Qué hay que hacer para serlo?

-Oh…- Le sonrió la cabra. –Alguien que luche por lo que está bien bastará.- Le acercó un poco a ella. –Escucha, la próxima vez que se abra esa puerta, tú corre, corre con todas tus fuerzas tan lejos como puedas, ahí fuera encontrarás a un héroe que nos salve a todos.

En ese momento no lo supo, pero ese plan de "buscar al héroe" no era más que una excusa para que al menos él se salvase. Ya había oído que el pequeño era muy veloz, pero era demasiado joven a sus ojos para enfrentarse a todo aquello.

Como había planeado, cuando la puerta se abrió para que los robots se llevasen a una nueva víctima, el erizo azul empezó a correr dejando tras de sí una confusa estela azul que hizo caer a los guardianes.

Al pasar por la puerta por la que desaparecían sus compañeros vio la verdad, con una máquina los introducían en los robots que luego se movían usándolos como energía. No estaba pensando, así que después de ver eso siguió corriendo siguiendo el plan de la cabra, corrió y corrió con esas imágenes en su cabeza, se tropezó y cayó, pero cuando se dio cuenta ya estaba muy lejos de aquel lugar, podía ver en la lejanía que a los demás robots ni les había importado, una pequeña pérdida para ellos que no significaba nada.

Fue entonces cuando al mirar a su alrededor se dio cuenta, no había nadie que pudiese luchar por ellos.

-Yo voy a luchar por lo que está bien.- Se dijo a sí mismo en voz alta.

Como hablándole a su mente se convenció de ello, y si eso acababa con él ese día… estaría preparado para morir, porque un héroe no teme dar su vida por salvar a los demás, un héroe los salvaría justo a tiempo.

-Hero, Skillet-