PRÍNCIPE DE LOS OJOS AZULES


CANDY:

Corría a todo lo que mis piernas me permitían… de tras de mí venia un par de uniformados sonando un silbato mientras agitaban sus porras en señal de advertencia de lo que me esperaba si lograban darme alcance. Mi respiración se hacía cada vez más dificultosa y comenzaba a ver borroso, el corazón latía desbocado que parecía que quería salirse y escapar sin importarle dejar atrás un cuerpo inerte.

No reconocía ninguna figura de lo que iba pasando frente a mí y quedaba prontamente en el pasado, mi único deseo era ponerme a salvo de lo que probablemente sería una injusticia… pero quién defendería la causa de una chica de 12 años andrajosa… no es precisamente que esté sin asearme sino que mis ropas llevan tantos remiendos que no se percibe un pedazo de lienzo de más de 20 centímetros… yo no tengo la culpa de ser huérfana y vivir en las frías calles en compañía de dos chicas más a las cuales considero mis hermanas: Patricia y Annie.

Me había acercado a la multitud con la ilusión de mirar el espectáculo gratuito del circo que llegaba a la ciudad… yo no tomé el bolso de aquella mujer que alertó a los guardias que vienen tras mí. Méndiga vieja alborotadora –¡Auxilio! Detengan a esta jovencita ratera, me ha sacado la cartera… Maldita vieja regordeta ¿Por qué no tratas de darme alcance? –Por favor alguien haga algo– Me zafé como pude de su maldito agarre que envolvía mi delgado brazo a causa de los constantes ayunos.

–Suélteme maldita vieja bruja, yo no le he tomado nada, revise bien sus cosas y no haga perjurio en mi contra. –Tiraba en dirección contraria a ella quien forcejeaba conmigo.

–Yo vi cuando metía su mano en su bolso y tomaba su cartera –Gritó una vieja desgarbada que estaba cerca de la escena.

La multitud comenzó a dar alaridos como si estuviera armada o fuera yo un ser descomunal que infundiera terror. Logré deshacer su fuerte agarre y retrocedí mientras la loca mujer manoteaba gritando que alguien la auxiliara de mí.

Llevaba corriendo, al menos unas 20 cuadras, esquivando todo lo que se me ponía al frente: personas, algunos tendidos mercantiles, autos y uno que otro perro callejero igual que yo. Si lograba llegar hasta el callejón me escondería y estaría a salvo.

Pero no contaba con que mi pie derecho sucumbiría ante una pequeña piedra que falseó mi paso lográndome derribar, era tanta mi inercia que la piel de mis brazos y rodillas se quedó pegada al pavimento dejando salir la sangre que palpitaba frenéticamente dentro de mis venas.

Intenté ponerme de pie a pesar del dolor de mi tobillo y de la condición rasgada de mis rodillas. Los policías me dieron prontamente alcance tirando de mi cabello que había luchado contra el viento mientras yo intentaba huir.

–Ven acá pequeña ladrona… ponte de pie infeliz chiquilla – Su gran mano sujetaba mi cabello en un puño fuertemente ceñido alrededor de mi nuca –Creíste que te escaparías… ¿Verdad sinvergüenza? –Tiraba fuertemente.

No podía hablar debido a la falta de aliento de mi malograda carrera. Negué con la cabeza mientras el infeliz tiraba de mí manteniendo mi postura lo más erguida posible, intenté evitar que siguiera lastimándondome al subir mis manos y envolver la de él… fue imposible… el maldito cerdo parecía disfrutar castigar a una jovencita.

–Pasarás una larga temporada en la sombra, princesa –Ironizó su compañero al tiempo que golpeaba la palma de su mano con la porra de madera teñida de color negro –¿En dónde está la cartera de la señora?

–Yo… yo … no tomé nada… –Dije con el aliento entrecortado mientras mi pecho subía y bajaba intentando estabilizarse, mitad agitación por la carrera que había emprendido, mitad miedo.

–Mientes –El dorso de su mano giró mi cara al impactarse contra ella. El sabor salino de la sangre inmediatamente fue detectado por cada papila gustativa. Tenía tanto temor, pero también tenía orgullo, así que evité que mis ojos expresaran mi sentir… no lo haría delante de ellos… delante de nadie…

–No miento, he dicho la verdad, yo no tomé la cartera de esa vieja bruja–Su mano regresó ahora con la palma para acariciar mi otra mejilla.

–Cuida tus palabras, esa señora es toda una dama, aprenderás a respetar muchacha insolente–La gente que comenzaba a arremolinarse a nuestro derredor se bastaban al mirar el espectáculo de dos guardas del bien haciendo su trabajo al atrapar a una ladrona, nadie se atrevió a defenderme o a pedirles que se limitaran a remitirme a la instancia correspondiente, todo lo contrario, les animaban a "darme mi merecido".

La piel de mi cabeza comenzaba a doler debido a los fuertes tirones de la mano de mi verdugo y la sangre de mis raspones comenzaba a cuajar doliendo, el sudor que había generado mi acelerada intensión de escapar enfriaba tanto mi cuerpo que ahora temblaba y mis labios rotos ardían. –Digo la verdad, oficial, yo no tomé nada. –Catearon por encima de mi ropa y como era de esperarse… no encontraron nada, así que sin más me dejaron en libertad.

La gente que momentos antes les animaban con sus gritos y manos agitadas poco a poco se retiraron, algunos movían la cabeza, otros bajaban la mirada, las mujeres murmuraban, pero ninguno de ellos se acercó para ver cómo me encontraba.

Mi tobillo estaba inflamado y dolía, sentía duros los músculos de las piernas y las rodillas se negaban a flexionarse, como pude envolví con mis brazos doloridos mi estómago que también había sufrido debido a mi caída… fue entonces que maldije una vez más mi suerte… mi vista se me nubló debido a las lágrimas que reclamaban su pronta salida, un casi inaudible quejido salió de mi boca y comencé a sollozar mientras avanzaba poco a poco debido a mi condición física.

Llevaba tres días enteros sin comer, pero eso no era motivo para robar. El botadero de basura ya no era suficiente para mí, aunque juntaba las botellas de cristal para venderlas en las procesadoras lo que me daban no era suficiente para vivir.

Annie y Paty insistían que debía dedicarme a lo mismo que ellas… yo simplemente no podría… prefiero correr que golpear por dinero, me da miedo… ellas sin en cambio sienten placer al hacerlo. No reciben ninguna remuneración monetaria por el momento pero sí comen bien al menos.

¿Por qué sigo con ellas? Porque son la única familia que tengo, hemos vivido juntas desde que yo tenía 6 años, es decir, más o menos 5 años.

Ellas me encontraron en el botadero de basura de la ciudad cuando con mis pequeñas manos removía las grandes bolsas putrefactas de los desperdicios urbanos. Cuatro chicos más grandes que yo intentaban quitarme el esfuerzo de mi trabajo, peleaban conmigo por la bolsa llena de botellas de cristal, bolsa que yo tenía que llenar cada día para la señora Marie. No tengo ni la menor idea cómo llegué a dar con ella, ella dice que me encontró envuelta entre unas cajas de cartón y que tuvo lástima de mí por eso me había recogido. Había sido muy grande el favor que hizo conmigo que yo no podía darme el lujo de llegar con mis manos vacías porque no tenía otro lugar para vivir.

–Suéltenla montoneros –Annie lanzó una piedra a uno de los chicos, mientras mis dientes se encajaban en la mano de quien intentaba quitarme lo mío. –Ella no está sola… ¿Quién es el primero? –Annie es mayor que yo por cuatro años y Paty tres… ¿cómo lo sé? Porque un día llegó un señor que dijo que trabajaba cuidando a los niños y nos llevaron a los servicios infantiles del gobierno, la mujer que nos duchó dijo los años que se nos veían.

–No quiero verte cerca de mi hermana, hijo de puta –Paty gritaba mientras les atinaba fuertes golpes con un palo que sostenía en sus manos –Cabrones montoneros…

–Eso es, corran malditos cobardes… corran y refúgiense bajo las faldas de sus putas madres–Gritaba Annie.

Después de nuestra pelea Annie me preguntó mi nombre –La señora Marie me dice "Recogida" cada vez que se dirige a mí.

–¿Qué puto nombre es ese para una niña –Preguntó Paty, ella maldecía más que Annie. –Yo me llamo Patricia, ella me puso ese nombre –Señaló a Annie –Y ella se llama Anabella, pero le gusta que le llamen Annie.

–Yo no sé cuál es mi nombre porque nunca me han llamado de otra forma que "recogida de la basura"

Annie pasó un brazo alrededor de mi cuello –Serás Candy, porque pareces un pedacito de chocolate por tanta mugre que cargas encima –ellas se rieron y yo no entendí. –Serán Candy... te sienta bien

–¿Vendrá con nosotras? –Preguntó Paty sorprendida y Annie asintió con la cabeza–¿Y si la busca su mamá y no la encuentra? Nos meteremos en problemas…

–Pensarán que se murió, que se la robaron o que se la comió un perro –Nuevamente las dos rieron.

–Sí, un puto perro maldito sin cojones – Mencionó Paty. –puedo verlo, con sus dientes afilados mordiendo tu pellejo… ja, hijo de su perra madre…. Perra madre… a él le sienta bien

Cada una se flanqueó a mis costados y yo me sentí segura entre ellas. Llegamos a un callejón entre dos fábricas abandonadas, brincamos una gran pared, al otro lado nos esperaba "nuestro hogar". No sé qué estaba más sucio, si el botadero o este lugar. Al menos el botadero tenía la división de la basura comestible de la reciclable.

–Candy, esa será tu cama, Paty y yo dormiremos juntas en lo que conseguimos otra… hay otra cosa que debes saber… no importa que tan miserables seamos, aquí nos duchamos todos los días sin importar si hace frío o calor ¿Comprendes?

–Sí –Miré mi cama la cual consistía en un gran trozo de esponja con una frazada, sin dudas era mejor que el cartón en el cual dormía por las noches.

–Candy, aprenderás a defenderte de cualquier cabrón que se te ponga enfrente… tu vida es algo que tienes que cuidar siempre… no importa cuántas veces desees morir… esa no te pertenece y quien te la dio se encargará de quitártela, –Nunca olvidaré las palabras de Paty, era muy pequeña para mencionar una verdad tan profunda a los 9 o 10 años. –Mañana comenzarás a entrenar con nosotras…

–Estás loca –Dijo Annie, –Está muy chiquita, ni siquiera la podemos llevar con nosotras. Se quedará aquí, si tiene hambre encontrará la forma de conseguir su propia comida.

–¿Por qué no puedo ir con ustedes?

–Porque no te podemos cuidar. –Mencionó Annie.

–Me sé cuidar sola…

–¿Crees que a mordidas podrás defenderte? –Fue el turno de Paty. –Annie tiene razón, además nosotras no pasamos todo el día allá, también buscamos nuestra propia comida.

–Escucha bien Candy, no importa cuánta hambre tengas, nunca robes, nunca, ¿Escuchaste bien? No iremos a visitarte si caes en la sombra.

Mojé mi cuerpo bajo la fría noche debajo de un grifo, Paty me dio unos pantalones de algodón y Annie una camiseta. –El agua del grifo debe ser mágica Annie, mira la dejó blanca –La risa socarrona de Paty nos contagió.

–Ya no será Candy… te di ese nombre porque parecías chocolate.

–Un Chocolate Blanco… Candy White –Mencionó Paty.

Desperté porque el rayo del sol iluminó mi cara, hacía mucho que no dormía tanto, la verdad no sabía qué era dormir hasta que el sol estaba en lo alto, casi todos los días cuando el sol estaba en esa posición yo llevaba la mitad de mi bolsa llena de botellas. Estiré mi cuerpo entre las ropas grandes que mis hermanas me habían proporcionado cuando escuché –Vamos maldita puta, levántate y muéstrame lo que tienes…

–Me tomaste con la guardia baja, maldita bruja pero esta me la pagarás…

–Vamos, menos ladridos y más mordidas perra estúpida….

–No corras… enfréntame…

Salí al patio y vi a mis hermanas trenzadas y gritándose… –Básta, no se peleen –Grité con desesperación mientras corría para intentar separarlas.

Annie se levantó del suelo y me tomó en sus brazos –Cálmate Candy, no estábamos peleando, estamos entrenando, cuando cumpla los doce me dejarán pelear. Podré ganar dinero…Pero tenemos qué entrenar nuestros mejores golpes y movimientos…

–No seas una niñita llorona, sé que no tienes bolas pero no llores –Dijo Paty… –Yo también quiero cumplir los doce para que pueda pelear… ahora sólo nos ocupan para limpiar y para hacer mandados…

¡Qué rápido han pasado tres años! Annie ya tiene 15 y Paty 14. Por mucho que lo intentan no logran hacer que yo entrene con ellas.

¿Qué hacía cuando ellas aún no cumplían la edad para pelear? Recuerdo que caminé sin rumbo buscando qué comer… pasé por una zona de casas muy bonitas… y escuché a una mujer que retaba a alguien, me escondí por miedo pero me acerqué por curiosidad. Me paré sobre mis puntas para alcanzar a ver y vi que un niño de cabellos amarillos como los míos entraba a una habitación y azotaba la puerta con todas sus fuerzas. Rodeé la casa para mirar la habitación a donde el niño había entrado… cuando me asomé por la ventana él hacía lo mismo desde el interior.

–¡Hey! Espera no corras ¿Quién eres? –Dijo cuando yo hice el intento de huir al ser pillada curioseando.

Me acerqué con cautela y él subió el vidrio de la ventana. –Me llamo Tom Stevenson ¿Cuál es tu nombre?

–Candy… como el chocolate, White por ser blanca.–Él se rió.

–¿Andas perdida Candy? Nunca te había visto por aquí…

–Sí –Mentí –Me perdí y no sé volver a mi casa y tengo mucha hambre.

–¿Tienes hambre? La hora de merendar ya pasó…

–Me voy Tom, tengo que regresar a mi casa…

–Espera tantito ¿Te apetece un emparedado de mantequilla de maní con mermelada de fresa y un vaso de leche?

Lo miré, lo que fuera que me estaba ofreciendo seguro estaría delicioso… no me equivoqué… y así nació mi amistad con Tom Stevenson. Amistad que duró hasta que cumplí los 10 y él los 13, nos veíamos a escondidas todos los días en la parte lateral de su casa, justo debajo de su ventana…

–Candy White, nos mudaremos a una zona residencial, papá ha cerrado un buen trato…

–Tom, ¿Esta será la última vez que nos veamos?

– Nos volveremos a ver.

–Como sea… quiero que sepas que estoy agradecida porque me enseñaste a leer, escribir, a contar…

–Candy, soy yo quien tiene qué agradecerte por la amistad que me has brindado todos estos años.

–Mi hermana Annie ha dicho que este año entrenaré, ella y Paty ya pelean con contrincantes de su edad. Annie es muy sanguinaria y Paty es una maldita… no tienen piedad y yo no quiero ser como ellas, pero no tengo otra alternativa… Annie ya me ha puesto nombre, convirtió Candy en "K-end-die", es la segunda vez que me nombra… ella me puso Candy el día que nos conocimos –Nuestra amistad era tan sincera que Tom conocía mi historia.

–Candy, sólo cuídate ¿Sí? , creo que no podemos escapar a nuestro destino. –Me miró y sonrió –Haremos algo especial esta navidad, la pasarás conmigo y mi familia, les diré que invitaré a una amiga y veré que más les invento… pero tendrás que ir con nosotros a la iglesia primero, es tradición en la familia.

Me regaló unos jeans que habían sido de una de sus hermanas y un suéter de otra… ese día me dejó entrar por la ventana a su habitación para que me duchara en el baño que tenía para él solito. –El grifo del agua caliente es el de la derecha y el de la fría es el de la izquierda, ahí está el shampoo, el acondicionador… –Todas las botellas las había visto muchas veces vacías en el botadero pero nunca llenas de un contenido de olor agradable, todas eran una mezcla del aroma corporal de Tom. Aunque Annie y Paty luchaban y ganaban dinero se habían propuesto ahorrar para pagar el alquiler de un mejor lugar que la bodega, Annie decía que nos estábamos convirtiendo en mujercitas y que no debíamos vivir en esa condición. Por eso el dinero se limitaba a la comida y un jabón por persona, la ropa…la ropa era un lujo que Annie nos proveía dos veces al año en las tiendas de segunda, la ventaja de ser la menor es que me daban lo que ellas iban dejando al crecer.

Salí por la ventana y seguí las indicaciones de Tom –Ya llegó mi amiga, –Dijo al abrir la puerta. Fuimos a la iglesia, el servicio religioso estuvo muy hermoso y lo que más llegó a mi corazón fue lo que el reverendo dijo en relación al niño Jesús –"Él siendo Rey se hizo pobre por amor, dejó su hermoso palacio para nacer en un sucio pesebre, tu corazón es como ese sucio y mal oliente pesebre que puede albergar al niño Jesús para que él lo ilumine con su amor…."Yo había nacido en un sucio botadero… ¿acaso algún día dejaría de ser la mugrosa recogida niña de la basura? Como sea, yo saldría adelante… el niño Jesús me podría entender y ayudar…

Llegamos a su casa y cenamos… todo delicioso… su mamá me ofreció quedarme a pasar la noche, qué diferente fue dormir en una cama cómoda, calientita y con olor a limpio, Yo quiero una vida a sí. Quiero un esposo como el papá de Tom, ser una esposa como su mamá y tener mis propios hijos… pero en una casa como esta y no en un botadero como Marie o en una bodega… Esa noche fue la última vez que vi a mi amigo Thomas Stevenson.

Después que los guardias me soltaron caminé como pude en dirección a casa, el tobillo me hacía renguear, la sangre de mis rodillas se había cuajado sobre la tela de mis jeans, y mi delgada blusa no me cubría del frío. Sequé mis lágrimas mientras suspiraba ante mis recuerdos… el cielo decidió llorar en mi lugar porque dejó caer grandes gotas de agua… no había ningún lugar en el cual pudiera refugiarme porque tardaría más en intentarlo que en lo que me echaran como a un perro sarnoso.

Pasé por un restaurant y detuve mi marcha cuando vi que un grupo de jóvenes salía con risas y seguramente sus estómagos llenos. Pasaba mis manos frotándolas en mis brazos intentando dar calor, pero era inútil. Los chicos no se movían de debajo de la lona porque esperaban sus autos, así que me bajé de la acera sin importarme que mis pies se hundieran en la corriente de agua que buscaba su desembocadura en una coladera del drenaje.

Sentí una mano posarse en mi hombro que me detuvo, era tan cálida, miré por encima de mi hombro y vi una hermosa mirada azul acompañada de una bellísima sonrisa. –Ten, te cubrirá del frío –Me puso una chamarra de piel en mis manos, los demás chicos rieron con sorna.

–¿No me echarás a la policía acusándome que te la robé?

–No, tómala. Es un regalo, lo que encuentras en ella, en cualquier bolsa, será tuyo, –Me guiñó un ojo.

Iba escurriendo de agua pero no importó, me la puse, le agradecí con un pequeño asentimiento de cabeza y una sincera sonrisa.

Parecía un perro mojado cuando llegué a "casa". Me quité la chamarra y la froté con cuidado en el interior con una playera seca, me cambié de ropa y me tumbé en mi cama respirando el aroma que llevaba impresa la prenda, cerré mis ojos y veía el rostro del muchacho más atractivo que nunca había visto en mi vida.

"Todo lo que encuentres en ella será tuyo", metí mis manos en los bolsillos y encontré dinero, un sobre con mentos y un papel doblado, inmediatamente lo abrí y comencé a leerlo…

Terrence Grandchester:

Te amo… eres…..

Tu novia Susy

No me importó saber que tenía novia, me importó saber cómo se llama: Terrence.

Mis hermanas no estaban, seguramente estaban en las luchas… me hice una bolita en mi cama intentando entrar en calor: –Buenas noches Terrence Grandchester, mi príncipe de los ojos azules.


HOLA AMIGAS, ESTA ES LA NUEVA... YA MERO CULMINAMOS LA DE "PODRÉ DUDAR" Y SABEN QUE COMIENZO CON OTRA ANTES DE FINALIZAR ALGUNA...

NO ME HE OLVIDADO DE NINGUNA DE MIS PUBLICACIONES...PERO CREO QUE NO DEMORO TANTO EN PUBLICAR ;)

LINDO SÁBADO Y ESPERO LES GUSTE

SU AMIGA ABBY =)