Hola, Hola. Bueno, yo sé que me tardo mucho en actualizar, pero es mi culpa, tengo muchas historias uvu. Y también la escuela.
Espero que les guste esta pequeña historia, y este capítulo también. Y gracias, por los reviews que me regalan, me hace feliz que les guste.
1.- Mi nombre es.
No sabía que era todo eso y menos el cómo había aceptado estar ahí; Comiendo con un joven idéntico a él que decía ser su gemelo, que dado al parentesco físico tenía que aceptar aquella posibilidad y de paso escuchar su teoría, y estar con un rubio fornido muy callado que lograba estresarle de sobre manera.
-Entonces, comienza. No tengo todo el puto día, o lo que queda de él.-dijo Lovino tomando de su bebida gaseosa.
-Ve~, estoy de acuerdo.-contestó Feliciano sintiendo una emoción incontrolable dentro de él. Ya hace un rato que lo había visto, abrazado y llorado. Pero como respuesta solo recibió confusión e insultos del otro. No lo recordaba, Lovino no recordaba su vida pasada. Así que tenía que moderarse, sabía lo que tenía que hacer pero a la vez le dolía. Él quería devuelta a su querido y enojón hermano. –Tú y yo somos hermanos.
El hermano mayor levantó una ceja, a ese paso perdería la paciencia.
-Nacimos de la misma madre, yo crecí con papá. Tú lo hiciste con mamá.-empezó a relatar de manera simple el menor. No sabía que caos estaba desatando en el corazón ajeno.
-No quiero que metas a esa mujer en esto, solo dime qué quieres.-contestó Lovino bajando la mirada. No entendía nada y no quería entender tampoco.
Si él era su hermano, ¿Por qué nadie se lo dijo? Y por qué…¿Soñaba con él?
Feliciano sonreía a pesar de que sus sentimientos se cortaban entre sí. Tomó la mano del rubio con fuerza y dio una de sus mejores sonrisas hacia su hermano.
-Entonces comencemos des de el inicio, ve~. Mucho gusto, mi nombre es Feliciano Vargas.
Lovino le miró, y por un momento en su interior sintió una calidez que nunca había sentido; Realmente parecía el calor familiar. Uno que por primera vez lograba sentir y uno que no podía explicar. Pues parecía que lo tuviera desde alguna infinidad.
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-¡Francis, por favor!-rogó el moreno.
-tranquilízate primero, toño.-le pidió mientras lo posicionaba de nuevo en el asiento.- Ten, toma algo de agua.-tranquiló dando un vaso de agua a su querido amigo. Entendía que estuviese confundido y alborotado. Una vez le sucedió lo mismo con cierto albino.
-Dime donde está. ¿El está en esta vida no es así?-preguntaba quedamente el moreno.
-Lo está.-respondió con tranquilidad el francés.
-¡Quiero verlo, ahora!-rogó.
-Primero lo primero.-respondió Francis de nuevo calmando al español.
-¿qué?-preguntó desesperado Antonio. El no quería retrasos, él quería ver a Romano.
-Te explicaré todo esto. Escucha con atención, es necesario.
-De acuerdo.-respondió mientras suspiraba y se recargaba en el respaldo acolchonado del sofá.
-Bien, verás. No todos reencarnamos igual. Eso incluye tiempo y memorias. Hay algunos que nacemos recordando todos, como yo. Pero otros no son iguales, algunos solo tienen flashbacks, sueños, etc. En el peor de los casos no recuerdan absolutamente nada.
-Quieres decir que….
-No lo sabemos, hoy se comprobará. –Dijo a la vez que seguía con su explicación.- hay una regla. No importa la vida que te toque vivir, pero debes tener al final la misma personalidad que tuviste antes, nombre y nacionalidad. Hay vidas muy crueles.
Antonio no respondió. Solo pensaba mirando a un punto blanco en la habitación.
-¡Austria! –exclamó de repente el español.
-Oh, oui, ya lo recuerdas.
-Gilbert, lo cuida. Es su niñero.
-Eso es verdad. Pero Gilbert es parecido a tu caso y hace un tiempo que recordó.
-¿Y Roderich?
-él no. Él no ha podido recordar. –dijo con seriedad. –Es un caso especial y diferente. En el caso de él, su cuerpo recuerda, sus memorias no. El pequeño Italia es como yo, recordamos todo el nacer, Ludwig igual. Tu amado italiano aún no es seguro el resultado.
-¿de qué hablas?-preguntó confundido Antonio.
-ambas italias están separadas, son hermanos al parecer pero, fueron separados.
Antonio estaba tonito, había muchas variables y sentía que caía en la desesperación. Debía verlo ya.
-¿Holanda?-preguntó aun pensativo el moreno.
-Un empresario muy exitoso, dona una vez al año a la caridad de cáncer infantil.-respondió con simpleza el francés.
-¿Bélgica?
El aire se tensó.
-Murió de cáncer a los 8. Ellos eran hermanos, por eso ahora dona. –respondió tristemente el rubio.
España lo miró aturdido. La palabra "Muerto" le perturbaba. En esta solo vida solo existía una oportunidad.
-¿Inglaterra?-preguntó con miedo esta vez.
-También es un empresario de clase alta, Alfred es su discípulo. Es muy inteligente el pequeñín. Por cierto, mon amour Mathew es un jugador de hockey reconocido. Quién podría decirlo.
Solo se escuchó un suspiro por parte del español no sabía que decir, pensar y mucho menos sentir. Todo era tanto para él. En ese momento el sonido de la puerta abrirse le desconcertó y lo que vio alegró el momento por el pasaba su mente.
Era Gilbert. Su viejo amigo Prusia.
-¡Gilbo!-gritó con alegría a la vez que se abalanzaba a abrazarlo.
-¡Cuidado, toño! Arrugas a mi asombrosa persona.
-¡Lo recuerdo todo, lo recuerdo todo!-le dijo con alegría acentuada en sus palabras.
Gilbert no dijo nada por unos momentos. Lo estaba procesando. Cuando por fin entendió, él fue quien le dio el abrazo al otro con fuerza. Esas eran muy buenas noticias.
-Was? ¿Cuándo?-exclamaba mirando a la par a Francis.
-al despertar.-respondió sonriendo el rubio.
-¿a dónde fuiste?-preguntó aún emocionado el español.
-Me tocaba servicio. Con el señorito.-respondió con un fantástico humor.
-Cierto, ¿Cómo está él? ¿Sigue siendo el mismo amargado aburrido?
-Desgraciadamente-contestó burlesco.
-¿cómo es su vida ahora?-preguntó indagando en la curiosidad.
-Es un mocoso. Su madre es la machorra, Elizabetha. –explicó el albino tomando asiento. – Ella no puede recordar. Es una cuarentona.
-¿Enserio?-volvió a preguntar abrumado y sorprendido el español.
-No lo sé, pero ya está grande. Roderich tiene 12. –explicaba tranquilamente pues realmente no hablaba muchos sobre sus servicios incluyendo al austriaco.
-Pensé que era menor…¿Por qué lo cuidas si tiene 12?, digo, nunca contaste mucho acerca de él.
Gilbert permaneció pensativo unos momentos y decidió proseguir.
-Hay casos que la reencarnación se vuelve más libre. Después de cierta cantidad de años ya no tienes exactamente que ser tú, que tu personalidad exacta. Eso pasó con Elizabetha. Es alcohólica, a veces inconscientemente daña a roderich, incluyendo su esposo, un hombre que no conozco pero tiene problemas de eso de la ira, también golpea a Roderich. Ella lo sabe, y estoy ahí para asegurarme que nada le pase al señorito.-explicó seriamente.
Antonio no sabía que decir, aún estaba confundido.
-Pero…¿Puedo verlo?, necesito verlo. –dijo convencido, pues si había alguien inteligente a su disposición y sabría que hacer podía acudir al razonamiento de la anterior nación austriaca.
-No es cuestión de conveniencia.-dijo tratando de finalizar el tema el albino.
-Igual quiero verlo. No importa el pasado, esta es una nueva vida.
-No puedes.-sentenció a la vez que el francés planeaba meterse al conversación densa.
-Gilbert no deja que nadie lo vea.-explicó más suave Francis.
-¿Eh?, ¿Por qué?-preguntaba confundido.
-Pos su tipo de reencarnación, él no recuerda…pero su cuerpo sí.-explicaba más a fondo el francés.
-No entiendo.-decía el español tratando de comprender.
-si le hacer recordar sucesos históricos acerca de él. Su cuerpo recuerda. Siente otra vez ese dolor. –Explicaba Francis con detenimiento.- Hay casos. Por eso igual queremos saber más acerca de los demás, solo no hemos tenido la oportunidad.
En ese momento el celular del albino emitió un sonido de alerta. Un mensaje de su hermano anunciado que habían encontrado a Lovino. Antonio lo veía con atención, a él nadie lo iba a poder engañar, y menos si se trataba de Lovino…su Romano.
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Podía sentar el viento pegarle violentamente al rostro. Tenía que llegar, tenía que alcanzarlo, tenía que verlo. Era una necesidad que palpitaba violentamente su corazón. Se paró frente a la calle donde estaba restaurante. Sus otros dos amigos le seguían por detrás tratando de alcanzarle. Y como tal, llegó a tiempo, pues en esos instantes las puertas del local se abrieron y ahí lo vio. Era Lovino tal y como lo recordaba.
Él estaba hablando con su recién descubierto hermano, y al parecer ignorando a Ludwig, vaya novedad. Y esos momentos, el italiano le miró como si fuera la primera vez.
-…¿Antonio?-murmuró sin quererlo.
-Lovino.-le gritó para salir corriendo a abrazarlo, pero antes de eso, el menor se desmayó.
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Feliciano estaba desesperado, su hermano estaba inconsciente en el hospital. A su lado se encontraba, Ludwig, Francis y Gilbert quienes también estaban presentes menos Antonio, quien estaba en la habitación junto a Lovino.
-Feli….entonces, ¿él aun no recuerda nada? –preguntaba el albino.
-No.-negó tristemente la cabeza el nombrado.
Francis iba a decir algo pero la voz chillona de una mujer le interrumpió. Era joven, no podía rebasar los 30 a su parecer. Tenía el cabello algo largo, ondulado y castaño. Vestía de falda corta, y un gran escote que le daba una exuberante figura, a parte de su destacado rostro detallado con maquillaje remarcado, que hacia lucir sus ojos color olvide y sus finos labios en tono carmín. Ella solo podía ser la madre de Lovino…y por consiguiente, también la de Feliciano. Con sus altos tacones haciendo resonar en el piso, hablaba por el celular.
-Si mamá, ya estoy aquí.-decía sin ningún interés pareciendo estar ahí a la fuerza.- Ya, ya lo vi, parece estar bien.-volvió a decir mirando finamente a Feliciano y acercándose con velocidad. Cuando llegó a él con u mano libre lo tomó del mentón con fuerza.- Parece estar bien mamá, incluso se tiño el cabello. Bueno no importa, no tienes de que preocuparte. –dijo a la vez que colgaba.- No voy a llegar a cenar, ten esto y a ver qué cenas, y no vuelvas a hacer un drama de estos, tuve que salir del trabajo por tu culpa.-dijo fríamente y se retiró otra vez.
Todos los presentes miraban atónitos.
Ella ni siquiera se percató que el que estaba frente suyo no era Lovino.
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-Lovi, ¿Estás despierto? –le hablaba con sutileza el español.
-¿Antonio?-preguntaba recién despertando y mirando a de los brillantes ojos verdes.
-Sí. ¿Me recuerdas? –preguntaba con esperanza y miedo.
-No seas idiota, esta es la primera vez que te veo.
-Pero sabes mi nombre….
-Lo supuse, porque una vez, te vi en un sueño….
Y bueno, este fue el capítulo 1 y espero que les haya gustado, realmente ya tenía hecho la gran parte, solo era cuestión de acabarlo...fine, espero que les haya gustado cositas hermosas ovo
Todo por un spamano feliz -insertecorazónaquí.-
¡Muchas gracias por leer, los quiero! Hasta la próxima.
¡Saludos!