*Este fic está publicαdo únicαmente en FαnFiction. net y en Wαttpαd*
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Disclaimer: Tanto Resident Evil como los personajes pertenecen a Capcom.
*Primero que nada y antes que todo, haré mención especial para mi queridísima: Stacy Adler, pues ella fungirá como Beta reader para este nuevo fic. ¡Muchísimas gracias, linda! :D
Capítulo 1. El principio del fin.
—«La secuencia de autodestrucción ha sido activada, repito, la secuencia de autodestrucción ha sido activada. Esta secuencia no puede ser abortada. Todos los empleados diríjanse a la salida de emergencia»
—¡Capitán!
—¡Salgan de aquí ahora mismo!
¿Qué tan difícil es cambiar tus expectativas de vida, por procurar las de un mundo entero que se hunde de a poco, desde que científicos amantes de la ciencia se han encargado de llevar al planeta a niveles que nadie habría imaginado? La soberbia y la tiranía se han aliado por un fin en común: el poder. Las ideologías quedaron atrás desde que postores jugando con la estabilidad humana, han ofrecido centenares de ceros detrás de una fuerte cantidad. La ley del más fuerte, y ahora también la del más astuto, se ponen a prueba.
—«Esta secuencia no puede ser abortada. Todos los empleados diríjanse a la salida de emergencia»
No era la primera vez, y nada aseguraba que sería la última. Entregando la vida por no permitir que las mentes más retorcidas, se terminen de llevar al carajo al mundo completo. No hay permiso para flaquear, no cuando has dado los que posiblemente pudieron ser los mejores años de tu vida, usando armas de todo tipo y apuntando directo a la cabeza de seres que no estás seguro de que tengan una.
—Las instalaciones están a punto de ser destruidas. Tienen que salir de inmediato —habló a través del PDA.
—Estamos cerca, Hunnigan —contestó, y de inmediato cortó la comunicación.
En esta guerra no sólo se han perdido vidas físicas, sino también vidas personales. Aquellos que han dado más que un suspiro por no permitir que la maldad de esos que se hacen llamar «hombres de ciencia», destruyan la vida humana, han dejado de lado sus vidas por las de personas inocentes que no merecen ser tratadas con tal suplicio.
—«La secuencia será completada en 120 segundos. Esta secuencia no puede ser abortada»
Las alarmas comenzaban a ser insoportables, el ruido aturdidor recordaba que esas instalaciones estaban a punto de hacerse polvo. Las luces rojas alumbraban todos los pasillos, apoyando a la advertencia de la grabación que no paraba de repetir ese torturador mensaje. El tiempo estaba literalmente contado dentro de ese establecimiento; algo similar ocurría con la vida humana, el tiempo parecía ir en reversa para todos los habitantes.
—«La secuencia será completada en 60 segundos. Esta secuencia no puede ser abortada»
Ya estaban cerca, la salida podía divisarse ante ese pequeño rayo de luz. La carrera se hizo más rápida, estaban a segundos de desaparecer junto con las instalaciones. Algunos seres se encargaban de entorpecer el camino, pero soldados preparados para ese tipo de situaciones, no podían permitir la interferencia de obstáculo alguno; nada los había vencido hasta ahora y nada lo haría.
La salida ya estaba frente a ellos, pero la seguridad se encontraba a un par de kilómetros de ahí. Los quince segundos que restaban, eran contabilizados de manera escalofriante. Sus pies iban coordinados buscando el mismo lugar para mantenerse a salvo. La carrera jamás se detuvo y las armas no dejaron de ser disparadas contra personas que fueron utilizadas para los malditos experimentos.
Ya no quedaba más tiempo.
—«Cinco segundos para que la secuencia sea completada»
Y los segundos se hicieron luz, las instalaciones comenzaron a estallar de forma secuencial. El suelo vibraba bajo sus pies, y trozos de lo que había sido un centro de experimentación, salían volando por los aires. Lo que había sido una estructura bien planeada, ahora se reducía a nada.
Saltaron cual película de acción, tratando de evitar que el fuego terminara por consumirlos. Las explosiones no pararon hasta terminar con el último muro de la construcción. El polvo se apoderó de la zona por varios kilómetros, y el sonido de las explosiones devastaba los tímpanos de quienes fueron testigos de tal brutalidad.
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—¡Maldita sea! —gritó exasperado. Sus manos habían caído sin ningún cuidado sobre aquel escritorio de color caoba.
—¿Qué ocurre?
—Perdimos la comunicación, Jill —respondió con clara preocupación en la voz.
Valentine guardó la compostura, esa noticia tenía dos vertientes. Confiaba en la capacitación del equipo que fue enviado a las instalaciones de Neo-Umbrella en Ucrania, en lo que no confiaba era en esos malditos tiranos. Cualquier cosa podría pasar cuando el tema de interés era «Bioterrorismo». Como si en cada paso que ellos daban por derrocar a esas malditas empresas, los científicos avanzaban otros dos; daban la impresión de ir siempre por delante. Tenían que acabar con ese problema desde la raíz y no sólo por el talle como habían estado haciendo; el problema de todo eso, es que tal cual se contagiaban los virus, ellos agrandaban su sociedad.
—Lo último que escuchamos fue una explosión. —Seguía con su explicación. Jill le miraba atentamente, no había ningún atisbo de preocupación en ella; el tiempo les había enseñado a mantener la cabeza fría ante situaciones como esa.
—Las redes habrán colapsado. Tenemos que esperar a que la señal vuelva, Claire —habló finalmente.
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La cuenta regresiva no pudo ganarles. Ahí estaban, tirados sobre el piso polvoriento, tratando de recobrar los sentidos. La zona se encontraba devastada, el polvo invadía el aire. La explosión había dejado grandes estragos en la tierra. Un enorme agujero estaba en el lugar que hasta hace unos minutos había ocupado la gran construcción arquitectónica. No había rastro alguno de sobrevivientes y tampoco de esos seres mutantes; los miembros de la B.S.A.A. no estaban a la vista, y esperaba que nada catastrófico hubiese ocurrido con ellos.
Se levantó tambaleante, sentía que el piso seguía moviéndose, pero sólo era causa de su vértigo. Se sacudió la ropa intentando quitar la mayor cantidad de polvo posible, miró a su alrededor y ahí estaba...ahí estaba la mujer que lo había acompañado en los últimos minutos antes de que todo estallara. Estaba confundido, sentía que su cabeza reventaría en ese mismo instante, pero no lo pensó dos veces y se acercó hasta aquella mujer que aún seguía tumbada en el suelo.
—Estoy bien, no es necesario que me ayudes —habló al sentir las manos del hombre, tanteándola.
—Sólo me aseguraba —dijo, al tiempo que se sentaba a un lado de ella. Realmente estaba doliéndole la cabeza como al maldito infierno.
La mujer se acomodó para quedar sentada a su lado. También se sentía aturdida con todo ese alboroto. Se pasó una mano por la cabeza. Ella siempre tenía formas de escapar, no habría sido necesario pasar por todo ese ajetreo de la autodestrucción, pero él...él no tenía asegurada su salida. Muy probablemente hubiera terminado hecho añicos junto con la enorme construcción. Le había mostrado el camino fácil, y del cual era muy poco probable que los agentes de la B.S.A.A. tuvieran conocimiento. Sólo esperaba que no haya sido demasiado tarde para ellos.
—¿Te sientes bien? —preguntó, tratando de ocultar su preocupación. Quedaba claro que era él quien no se sentía bien.
—No lo creo —contestó, tomándose la cabeza una vez más y dejándose caer completamente sobre la tierra.
—Parece que necesitas un poco de atención —dijo, mientras se acercaba hasta él para revisarlo.
Tenía un fuerte corte en la cabeza, y un pequeño hilo de sangre corría con suavidad por su frente; estaba segura de que él no lo había notado, parecía distante. Probablemente se encontraba en shock o algo así. Lo mejor era sellar esa herida antes de que continuara sangrando. Arrancó un pedazo de tela de su blusa e intentó usarla como vendaje.
—No tienes que hacer siempre esto. —Retuvo su muñeca para evitar que continuara ayudándolo.
La mujer se sorprendió por su actitud. Él se levantó del suelo con dificultad y la dejó sentada aún con la sorpresa que no pensaba delatar. Lo imitó entonces, alzándose de inmediato. Lo más probable es que estuviera molesto, y no era para menos, pues ella parecía estar jugando todo el tiempo con él, aún sin ser esa su verdadera intención. Tampoco podía dar tregua a sus sentimientos, ella no vivía de eso, vivía de su trabajo. Estaba tan involucrada ya, que sentía que si se alejaba de ese mundo, su razón de existir se iba al cesto de la basura.
—Trata de salir con vida de aquí —finalizó su charla con ese comentario. Estaba por marcharse.
—¡Espera, Ada!
—No tienes que hacer siempre eso, Leon —dijo, en tanto una sonrisa ladina se dibujaba en su rostro, y con eso, por fin se alejó del lugar.
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—¡Capitán, capitán!
Una voz llamándolo le hizo regresar a tierra. Aún tenía el sonido de la explosión en los oídos, y sus ojos no lograban enfocar con claridad. Esperaba que esos malditos se hayan muerto tras el derrumbe. La cantidad de experimentos que se realizaban en ese lugar, habían rebasado los límites y sus propios pronósticos. Había gente que seguía jugando a ser Dios.
—Evans —nombró al soldado que intentaba ayudarlo—. ¿En dónde...? ¿En dónde están los demás?
Ya estaba de pie. Sacudía su cabeza para intentar despejarse, lo cierto era que sentía dolor en todo el cuerpo. Esa explosión había logrado arrojarlos a gran distancia. No veía a nadie más que a Evans cerca de ahí; menos mal que no tenía contusiones y era capaz de recordar al sujeto que tenía delante de él.
—Están tratando de recuperar la señal en los PDA.
—¿Todos están bien?
—Ninguno mostró lesiones de gravedad, Capitán —informó de inmediato.
Miró a su subordinado, parecía asustado, pero eso era obvio, era un novato. En ese momento recordó a Finn, ese pobre hombre que iba con toda la ilusión del mundo en su primer...y última misión. Ahora Evans le traía recuerdos que le dolían; recordar a Finn, era recordar a...Piers Nivans. Odiaba ese maldito mundo, odiaba todo lo que tuviera que ver con esos estúpidos virus. Lo que él había considerado más importante, le había sido arrebatado por la nueva era de la ciencia. Había recuperado a Claire y a Jill, pero jamás recuperaría a todos esos hombres que entregaban hasta su alma en cada una de las misiones.
Sus ojos miraban todo alrededor. No parecía quedar nada de ese laboratorio. Los soldados estaban intentando conectarse con la sede de la B.S.A.A. en Nueva York. Deseaba que pronto encontraran señal, era importante informar acerca de lo ocurrido, y que Jill no se preocupara tanto por su situación.
A lo lejos, pudo ver una pequeña figura caminando. No recordaba haber visto a nadie de la DSO en ese lugar, y si su vista no le fallaba, esa persona era Sherry Birkin, ¿qué demonios estaba haciendo ella sola ahí? Seguramente estaba con Kennedy, la interrogante ahora era: ¿En dónde está él?
La chica continuaba acercándose a ellos; parecía cansada.
—¿Sherry? —preguntó, una vez que la tuvo cerca.
—Chris, menos mal que los he encontrado.
—¿Estás sola?
—Estaba con Leon, pero antes de que todo estallara nos separamos. No sé en dónde está ahora —dijo, mientras miraba la zona y a todos los soldados intentando comunicarse—. Supongo que la señal tardará en llegar.
—¿Has intentado comunicarte?
—Hace un momento, pero nada. —Sacó su PDA y lo revisó una vez más.
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Los minutos se hacían lentos esperando algún tipo de respuesta por parte de Chris. No habían solucionado nada, el vibrar de la explosión había sacudido varios kilómetros a la redonda. Todo tipo de comunicación era imposible por el momento, las comunicaciones se cayeron por completo. Lo único que restaba era seguir esperando, aunque eso los matara de ansiedad.
No quería preocuparse de más. Sabía que Chris era capaz de mantenerse con vida. Tampoco quería que Claire se preocupara tanto, pero para la pelirroja era casi imposible hacerlo cuando había pasado tres años sin ver a su hermano. Chris se encargó de mantener a su hermana alejada de eso, pero en el intento por apartarla de su mundo, había terminado por alejarla de él. Y ahora ella estaba ahí, esperando alguna señal de vida del único familiar que le quedaba sobre la tierra.
—Chris está bien, Claire —susurró cerca de ella. Colocó su mano sobre su hombro para alentarla, la pelirroja ante esa acción sólo pudo sonreír débilmente.
Tenía miedo, estaba completamente asustada. No quería que nada malo ocurriera con su hermano; tenían bastante tiempo de no verse, y le preocupaba no verlo jamás. Había pasado tres años de su vida sola, sin su familia; a veces hasta creía haber olvidado los rasgos de Chris. Era difícil recordarlo sonriendo, o regañándola por alguna insensatez de su adolescencia. Extrañaba sus abrazos y esos besos que dejaba en su cabeza cada que se despedía de ella. Pero él había decidido que era mejor no verse, que era mejor continuar con su vida sin relacionarse con ese entorno. Ella por supuesto había enfurecido ante esa decisión tan precipitada. Más que eso: le dolieron en el alma las palabras que Chris utilizó para alejarla.
«—Entiéndelo, Claire. Es peligroso.
—¿Es peligroso para mí? ¡¿Qué hay de ti?! —gritó, en un intento por hacer recapacitar a su empecinado hermano.
Estaba fastidiado de esas discusiones que no terminaban en nada. Claire era tan necia como él, y jamás llegarían a términos medios si continuaban hablándose de esa manera.
—No te quiero cerca, Claire —dijo con tal seguridad, que Claire no pudo más que sorprenderse por ello.
—¿Qué?
—Será mejor que no nos volvamos a ver. Continua con tu vida, sé que te irá bien. —Sentenció.
—No me hagas esto, Chris. ¿Estás loco? —Sonó desesperada—. No estás hablando en serio, no me dejarás sola, ¿o sí? —Ahora estaba al borde de las lágrimas. Se acercó hasta su hermano e intentó abrazarlo, pero este se resistió totalmente a ello.
—Será mejor que te vayas, es tarde —contestó fríamente—. Olvida que... —Apretó la mandíbula —. Tan sólo olvídame.
Y ahí se quedó Claire, estática y atónita. Él se alejaba como si nada hubiera ocurrido, dejándola completamente sola. No pudo resistirlo, y las lágrimas que habían amenazado con salir hace unos minutos, ahora cumplían su cometido. No podía creer que eso de verdad hubiera pasado, nunca hubiera creído que Chris la alejaría de su lado por protegerla. Era tan estúpido, era tan... Ya no importaba, no tenía ganas de seguir ahí.»
No pudo dejar todo de lado. Desde que se enteró de esa misión en Ucrania, le fue imposible mantenerse alejada de la información. ¡Por dios! era su hermano, su único familiar, todo lo que tenía, y ahora estaba en peligro. Y aunque Chris se negara a verla, ella jamás dejaría de preocuparse por él. No importaba que cuando regresara se molestara de sobremanera con ella, ella quería estar ahí cuando él estuviera de vuelta.
Ansiaba verlo con bien, y quizás acercarse y abrazarlo. Deseaba que en cuanto él la viera, tuviera la misma intención que ella. No quería seguir alejada de su hermano; esos dos años habían sido terribles, ni siquiera tenía permiso para llamarlo y saber de él. Nada, Chris no quería que se relacionaran en absoluto.
Todo estaba saliéndole mal, parecía que el mundo había conspirado en su contra. No sólo era Chris quien estaba en problemas, ahí también estaban Sherry y...Leon. Ellos junto con Jill, era lo único por lo que valía la pena vivir, por lo que valía la pena continuar en esa lucha.
—¿Por qué no vas a descansar, Claire? Luces cansada.
—Sólo esperaré un poco más.
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No tenía idea de dónde se había metido Sherry. La había perdido de vista justo cuando las alertas de autodestrucción comenzaron a sonar. Esperaba con todas sus fuerzas que hubiera encontrado la salida a tiempo y que estuviera bien. No pensaba en otra posibilidad, ella tenía que estar sana y salva.
Miró hacía todos lados y el lugar aparentaba ser un completo desierto. Esa construcción era lo único que había en kilómetros; como siempre, esos malditos tenían bien pensados sus lugares de experimentación. Había algunos árboles que rodeaban el lugar, suponía que era para mantenerse aislados de la población. Ya no quedaba nada relevante, más que ese enorme agujero en la tierra y los escombros encima de él.
Recordó el momento en que encontraron a Ada rondando por las instalaciones, ya ni siquiera era sorpresa hallarla en esas situaciones, siempre tan enigmática y cautivadora, pero tan indiferente hasta de ella misma. Siempre terminaba agradecido con ella; fuera por la razón que fuera, siempre le ayudaba a salir con vida, directa o indirectamente, de varias de sus misiones. Pero no podía seguir pensando en una mujer que sólo se preocupaba por ella misma; él necesitaba más que «eso», y «eso» otra persona ya se lo ofrecía. Añoraba verla y poder sentirla cerca de su cuerpo, poder hundirse en su calor y ser uno con ella. Esa mujer era quien le había devuelto la cordura a su vida. Su extraña relación era lo único que lo mantenía cuerdo a esas alturas.
Levantó los brazos y los dejó caer, mientras suspiraba. Tenía que encontrar a Sherry, si estaba viva no tenía que estar muy lejos de ahí.
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—Espero que tengas una buena explicación para lo que hiciste, Aldrich.
Un sujeto de cabellos grises y traje negro, había llegado de manera amenazante hasta aquella habitación dentro de un gran complejo. Su enojo no era para nada latente, estaba furioso con esa chiquilla que siempre se empeñaba en hacer las cosas como le venía en gana. La mujer frente a él ni si inmutó por la rabia contenida que llevaban esas palabras.
—Había gente de la B.S.A.A ahí dentro —contestó, restándole importancia a aquello con un encogimiento de hombros.
—¡El estúpido proyecto también estaba ahí! —gritó, completamente fuera de sí.
El tipo se movía de un lado a otro, mientras sus manos sujetaban su cabeza con desesperación. Eso no era nada bueno, y cuando su jefe se enterara de tal hecho, se encargaría de matarlo a él primero. Esa mujer no tenía ni idea de lo que había logrado hacer con su estúpida acción.
La joven lo observaba con una ceja arqueada y los brazos cruzados. Ese ridículo anciano exageraba la situación. Ella sólo había hecho lo que creía conveniente en ese momento, y lo que pensara su superior le tenía sin cuidado. Además, el proyecto ya no estaba ahí. Ella sabía perfectamente lo que hacía, y jamás habría sido tan idiota como para hacer reventar todo el lugar sabiendo lo que guardaba.
—Deberás tener una buena excusa para él —continuó con su reproche.
—No me inmiscuyas en tus asuntos, Downing. Tú eras el encargado de esas instalaciones, ¿y qué hiciste cuando la B.S.A.A logró infiltrarse, eh? Sólo esconderte como la maldita rata que eres. Yo no tengo la culpa de tu incompetencia —dijo, sin preocupación alguna.
La chica salió de aquella oficina con una pequeña sonrisa en la cara. El hombre se había quedado de piedra ante lo que había escuchado. Y era algo firmemente seguro, su jefe lo mataría sin contemplación alguna. Tragó en seco, tenía que hacer algo antes de que él se enterara de lo ocurrido y le cortara la cabeza.
¡SORPRESA! :D
Este es una nueva historia que ha generado mi loca cabeza. "Mí misma" se retó para algo de acción. :)
Me gustaría aclarar una cosita para este nuevo fic, así nos evitamos reclamos y cosas de más, jajaja xD (Ustedes saben que estoy abierta a todo tipo de críticas, siempre y cuando éstas sean para mejorar). Y es por eso que me gustaría aclarar desde el comienzo las parejas de las que se conformará este fic:
(Leon/Claire) (Chris/Jill) (Jake/Sherry) ¡Y no habrá cambio alguno en ello!
Si les ha llamado la atención esta nueva idea, entonces nos vemos hasta el próximo capítulo! :D