Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son obra de Masashi Kishimoto. Una vez dejado en claro esto, les presento la primer historia que escribo, la más anticuada y con el tema más cliché que jamás me pude imaginar (porque en ese entonces no tenía idea), una vez reproducida en mi cabeza no desapareció, por lo que decidí materializarla.

La original era un asco, así que me he tomado un tiempo para darles algo decente que leer. Espero que les agrade, eso sí, pretendo hacer la historia más o menos largo, así que la historia irá avanzando a su paso, con paso suave pero contundente. Sugerencias y sobre todo críticas, tomatazos y lo que ustedes quieran son bien recibidas :3

*EL PADRE DE SAKURA SE LLAMA KIZASHI, bastante interesante, por fin apareció su nombre en el Anime. :)
Sugerencias o quejas son bien recibidas

PD: Este cap es algo aburrido lo sé, pero mejorará. Lo prometo u.u


Entre la obligación y el amor—

Capítulo 1: Estaba escrito.


I

El viento sopló frío, y tras el horizonte, el sol comenzó a desaparecer en medio de los lóbregos colores de lo que pronosticaba ser una noche opaca, cubierta, de este a oeste por una ligera lluvia otoñal.

Las tenues luces del alumbrado público se encendieron y las primeras gotas de lluvia comenzaron a precipitar suavemente sobre la urbe como una latente advertencia que amenazaba con empeorar la situación de un momento a otro. Pero eso era algo que no le importaba a ella, a la figura vestida enteramente de negro que se abría paso, ruda, entre el mar de gente que transitaba la concurrida avenida de Konoha.

Con desesperación parpadeó un par de veces y miró detrás de sí para asegurarse que nadie la seguía, una vez que lo comprobó, con un disimulo inusual en ella se acomodó el sombrero de ala ancha de tal manera que su particular color de cabello quedó oculto de las miradas curiosas que la seguían con atención. Y sin más, apresuró la marcha.

Ella no tenía nada que hacer ahí.

Desde la última pelea con su padre esa tarde, no había podido soportar más la situación, y ansiosa, había terminando por abandonar la casa con un golpe seco adornando su gesto hostil.

¿Infantil?

Sí, lo reconocía, pero lo que ellos planeaban hacerle era algo peor que infantil. Era irracional. No obstante, cuando creía que la situación no podían ser más irracional, Kizashi Haruno aparecía para demostrarle a su hija cuan equivocada estabaal enviarleuna "horda de bárbaros" para buscarla y llevarla de regreso, arrastrando, de ser necesario.

Y casi la tenían, sólo casi

Sino se hubiese internado en aquella tienda, probablemente iría de regreso a casa en ese preciso momento.

En un gesto evocador alzó la vista al cielo y una ráfaga fría le acarició el rostro, estremeciéndola. En un reflejo se abrigó mejor y llevó las manos al interior de la gabardina sintiendo su teléfono vibrar entre la fina tela; dudó un momento, para finalmente abrir el móvil y reconocer el número de su padre en el identificador de llamadas, una mueca de molestia se formó en su rostro y optó por ignorarlo.

El teléfono volvió a sonar una vez más, pero de nuevo se rehusó a atenderlo. ¿Para qué hacerlo?, eso no cambiaría las cosas, ¿o sí?

No, se dijo, no lo haría.

El teléfono timbró nuevamente y como las veces anteriores, Kizashi Haruno obtuvo el mismo resultado: Un nada al final de la línea. Únicamente el sonido de la llamada entrando a buzón. El inquietante silencio al final de la contestadora.

Nada.

El mismo resultado que su hija había conseguido de ellos en los últimos meses…

Nada.

Y sin dedicarle ni uno más de sus pensamientos, apresuró el compás lento de sus pasos hasta convertirlo en una carrera desesperada, pero se detuvo cuando la imagen de ella impactando torpemente el hombro de una mujer mayor le dio una idea del daño que podía ocasionarse —y ocasionarle a alguien más—si seguía cruzando las calles sin reparar en ninguna esquina.

La joven se detuvo un instante para articular una disculpa incompresible, pero al cabo, una corriente helada la abrazó y le arrancó el sombrero, liberando el rosado cabello de Sakura Haruno a la multitud y obligándola a retomar su camino con mayor ansiedad que al inicio. Un par de miradas cargadas de enojo la siguieron en su camino, pero Sakura sólo escuchaba el desbordar de los charcos con el golpeteo de sus zapatos. Era un ritmo acompasado que se perdía en medio del trinar de la calle y el barbullo de las personas.

La joven cerró los ojos y sintió un escozor incómodo removiéndosele debajo de los párpados, y sin poder detenerlo, un ligero sollozo abandonó sus pulmones liberándola finalmente. Un gruñido, algo atorado en el fondo de su ser que le impedía respirar tranquilamente se impostó en su pecho. Y con los ojos brillosos, los miró envidiosa.

Bajo los pies de los transeúntes, todo parecía tan sólido, como si caminaran sobre una calzada de asfalto; pero ella sentía que su mundo estaba sobre un sendero de légamo que se iba deshaciendo a cada paso que daba. Y todo era culpa de su Kizashi, Hizashi y Neji.

Neji…

Aún le parecía increíble que no se hubiese negado a participar en semejante tontería. A pesar de que no lo había visto muy satisfecho por la decisión de ambos padres, tampoco se había atrevido a negarse, a hacer algo en contra de aquella estupidez que iba a terminar por arruinarles la vida de un tajo. En cambio, lo había consentido sin oponerse.

—Si ya lo han predispuesto, hagan lo que tengan que hacer —había dicho,con su habitual indiferencia. Neji había aceptado la resolución de Kizashi Haruno y de Hizashi Hyuga con los brazos abiertos, sin hacer nada.

Nada. Absolutamente NADA. Y aquello era lo que más le á él no tuviese a nadie en su vida, alguien con quién se sintiera identificado, pero ella era un caso totalmente diferente… Y esa pequeña diferencia marcaba una brecha abismal entre los dos.

Con los ojos acuoso bajó la mirada y observó triste, la vieja fotografía que guardaba en el relicario de su madre, para después presionarlo fuertemente contra su pecho. La pequeña fotografía estaba vieja y ligeramente descolorida, pero aún podía identificar la imagen de dos personas abrazadas cariñosamente.

Itachi aparecía rodeando su espalda con una mano y con la otra acariciándole el cabello para atraerla hacia él. Sakura soltó un suspiro, porque aún podía recordar como su cuerpo delgado encajaba perfectamente en el cuerpo de Itachi, y como su rostro se ajustaba al espacio entre su cuello y su clavícula dándole refugio cada que lo necesitaba.

De eso hacía un par de años…

Pero ya no más. Porque aunque no le gustara reconocerlo, esos momentos formaban parte de su pasado y Neji parte de su presente y sin discusión alguna de su futuro.

Sin embargo, Sakura no era tonta, era consciente que no toda la culpa era de Neji. Ella también tenía vela en el entierro por no ser más determinante, por no ser más fuerte para insistir y decir "NO" de forma definitiva. Por no poder olvidar a Itachi a su recuerdo. En cierto sentido, detestaba en la persona en la que se había convertido y en la que había dejado de ser.

Pero por encima de él, de ella y de todos, detestaba no saber sobrellevar las cosas. POR SER DÉBIL.

Sonrió tristemente. Siempre lo había sido. Dejarlo a relucir una vez más no cambiaría las cosas, qué más daba; una vez más, una vez menos. Estaba a merced de los vendavales de la juventud, de los deberes y de las obligaciones…

Llevaba cuatro años padeciendo con los problemas "de la juventud", y recientemente con las "obligaciones".

"Todos tenemos un fin en esta vida, Sakura. Tenemos deberes con la sociedad, con la vida y nosotros mismos, pero debes entender que por encima de ellos están las obligaciones. Las obligaciones con la familia…"

"Las obligaciones con la familia…", se repitió.

"Sí, Sakura, las obligaciones con la familia…"

Sakura volvió a sonreír nerviosamente a medida que intentaba encender un cigarrillo inútilmente. Jamás se había interesado por entender el significado de las palabras de su padre. Las había tomado como palabras al viento sin importancia, como el consejo más de un viejo. Ahora veía su error. Y volvió a reír, esta vez de incredulidad.

Aún le parecía inverosímil que el sueño maravilloso que Kizashi Haruno le había conseguido, según la buena opinión de todo el mundo se tornase una auténtica pesadilla para ella. Pesadilla que estaba segura, terminaría aplastándola tarde o temprano.

Sin importarle si la seguían o no, con el envés de la mano se limpió rabiosamente las gruesas lágrimas que manchaban su rostro y con una violencia impropia de ella, despojó de su dedo anular el anillo de compromiso que lo adornaba, y se dejó caer, cansada, sin un ápice de energía en su cuerpo. El golpe seco de sus rodillas contra el suelo llamó la atención de las personas que se detuvieron preocupados a escasos metros, con suma curiosidad…

La imagen deprimente de Sakura arrodillada, con el rostro entre las piernas era solamente superada por otra imagen de ella misma, desaliñada y en las mismas condiciones pero en un triste y sucio cuarto habitacional.

Y lloró, lloró en un esfuerzo por dejar secos sus lagrimales de una vez por todas, porque sabía que nada evitaría que su matrimonio con Neji Hyuga fuese consumado.

Sólo siete días…, resonó en su cabeza, sólo siete días…


II

A fines de año había etiquetado su vida como una total monotonía.

Nada nuevo, nada digno de resaltar de la temporada. Las ramas de los árboles habían sido cubiertas por suaves montones de nieve que daban un aspecto triste y húmedo a los cascarones de lo que anteriormente habían sido flores de cerezo y arce. Sin embargo, esa mañana miró al cielo y observó como nubes negras surcaban el horizonte opacando todo rastro de rayo luminoso en su camino.

"Otra vez hará frío…", pensó con inquietud.

A simple vista le pareció que era un mal día para salir, y no era que llevase un letrero de "supersticiosa" con letras grandes pegado a la frente, pero ese extraño escalofrío impostado en la espalda lo único que conseguía era acrecentarle la incertidumbre en su interior.

Sakura llevó su mano al pecho con la intención de controlar los latidos de su corazón con ese insulso gesto. Cerró los ojos respirando suavemente, tratando de mantener la calma. Frente a ella se encontraba su padre y el mejor amigo de éste, y teniendo en cuenta que uno era más serio que anterior, no podía darse el lujo de desencajar.

"Como para matarme de la felicidad", concedió. Y no creyó que algo más pudiese hacer de aquella atmósfera, una más pesada. En ese momento, en toda respuesta, tocaron la puerta y su padre contestó con voz gruesa un serio "adelante".

Sakura alzó una ceja cuando escuchó la puerta correrse detrás de sí, no sabía que esperaban a alguien más.

—Llegas tarde —murmuró Hizashi, con voz grave y firme.

—Tenía asuntos que terminar en la oficina —escuchó responder, en el mismo tono.

Cuando Sakura se volvió, lo hizo esperando encontrar a otro amigo de su padre: algún hombre mayor, con el cabello blanco, arrugas y canas y con cinco décadas, por lo menos, de edad encima. Pero en su lugar, se dejó ver a un joven con los mismos rasgos que Hizashi, menos acentuados por la edad pero idénticos al fin de cuentas, verlos juntos fue como presenciar el pasado y el futuro de una misma persona.

No cabía duda que los años habían tratado bien al mayor de los Hyuga, y que el más joven de ellos, iba por el mismo camino.

¿Quién será?, se preguntó. Era claro que era un Hyuga, su cabello castaño cayéndole sobre los hombros y enmarcándole las nobles y aristocráticas líneas blancas de su rostro se lo decía a gritos, ¿pero quién era?

—No importa —contestó Kizashi Haruno, señalando una de las sillas aledañas a la derecha de Hizashi—. Toma asiento junto a tu padre, Neji.

Sakura lo siguió de reojo. Neji era alto, delgado y serio.

No tiene nada que envidiarle a su Hizashi, pensó.

Y sin dedicarle ninguna mirada, Neji pasó a su lado para saludar a ambos hombres, para saludar específicamente a Kizashi como si lo conociera de toda la vida…

Sakura respiró profundamente, reconociendo el aroma… olor a lino.

No, no era lino, pero se le parecía. Sakura lo miró con interés palpable, hacía "algún tiempo" que no percibía el mismo aroma en "otra persona" que no fuera Itachi…

¿Itachi? Sakura tragó fuerte, algo se removió en su interior. Una vieja herida no sanada. Instintivamente movió su cabeza, alejando cualquier pensamiento concerniente a él. Sin embargo, algo en Neji le resultaba familiar.

No obstante, cuando su atención volvió a la realidad, se encontró con los ojos grises de Neji estrujándola con la mirada. Su descarado "reojo" había llamado la atención del muchacho, quien lo lucía muy satisfecho por su insolente osadía.

Parpadeó un par de veces recuperando la compostura, escuchó unos pasos a su alrededor junto a una voz que reconoció de inmediato. Hizashi se sentó con los labios fruncidos aumentando su aspecto serio, sus manos blancas eran entrelazadas en un gesto acogedor.

—Nos hemos hecho viejos, pero en algún momento tenía que suceder —murmuró con obviedad—, por lo que años atrás tomamos una decisión previniendo este momento; anunciarlo anticipadamente habría significado un desastre. Afortunadamente, han llegado a una edad que consideramos prudente para entender la situación — Hizashi deshizo el gesto acogedor de sus manos y su voz, inicialmente cálida, se tornó firme—. Es momento de que entiendas que la edad deja de importar con los años, de nada sirve ser demasiado viejo o demasiado joven, al final solo se deben aceptar las responsabilidades.

—Ustedes adoptaran las suyas —intervino Kizashi con voz autoritaria—. Las empresas cambiarán de dueño, habrá un fusión de inversión por lo que pasará a ser una sola entidad, a partir de ahora, Sakura, Neji, tendrán una nueva convivencia… empezarán a familiarizarse para tomar confianza. Es necesario que entiendan lo que queremos decir.

Sakura asintió con la cabeza.

—No suena mal, ¿pero por qué? —preguntó con interés, en su mente se formulaban distintas interrogantes— ¿Volvieron las pérdidas?

—De ninguna manera, Sakura, eso es cosa del pasado… esto es totalmente personal —murmuró su padre, dejando de lado el tema.

—Entonces, ¿por qué no lo dijeron antes? nos hubieran ahorrado la incertidumbre durante semanas.

—No lo hubieran entendido —volvió a afirmar éste con seguridad—. Para realizar esta clase de movimientos debe haber un lazo de suma importancia que ninguna de las dos partes sea capaz de quebrantar. Debe unir a los Hyuuga y a los Haruno como familia, de hacerlo todos saldremos beneficiados.

—¿Qué probabilidades hay de que alguno de nosotros falte a su compromiso, estando consciente que le afectará de manera proporcional a su familia, Sakura? —preguntó Hizashi.

Los labios de ella se curvaron en un gesto estupefacto, conocía perfectamente la respuesta.

—Ninguna.

—Ninguna —rectificó con suspicacia—. ¿Entienden la importancia?

Hyuuga y Haruno como familia… Su apellido y el de Neji, seguido por la palabra FAMILIA en la misma oración le resultaban extrañamente horribles.

Tenía que reconocerlo, estaba nerviosa y no entendía exactamente por qué.

Los ojos de Kizashi se desviaron fijándose en una esquina de la habitación, la luz cálida fue sustituida por un sentimiento opaco y áspero, Sakura miró a su alrededor y un estremecimiento tensó su cuerpo.

—Orochimaru… —susurró sin apartar su mirada de él. Lo veía de la misma forma que hubiese visto a un bicho inmundo— ¿Qué hace él aquí?

De uno de los costados, una sombra sobresalió de la pared, entre sus manos sujetaba una pila de documentos perfectamente acomodados. Al ver la mirada inquisidora de la joven, sonrió con sorna. Sakura desvió la mirada a medida que se dirigía hacia ellos colocando las carpetas sobre el escritorio.

Un escalofrío le recorrió el interior. Que ese sujeto estuviera ahí sólo anunciaba algo: malas noticias.

—Cálmate, Sakura, Orochimaru está a cargo de los trámites legales de la empresa. Su trabajo es verificar qué todo se cumpla de faltar alguno de nosotros —Kisazhi miró a Hizashi y volvió la mirada hacia ella.

—¿Qué quieren decir con eso? —preguntó asustada.

Hizashi le extendió una carpeta de la misma manera que lo hizo con Neji. Ésta miró con desconfianza el fólder, por alguna razón sintió el mismo estremecimiento de la mañana, Sakura sacudió la cabeza lanzando un suspiro antes de comenzar, omitió algunos párrafos a su paso y continuó con la segunda página… después con la tercera…

Hasta que sintió su cuerpo temblar con cada una de las líneas que leía, sus manos sujetaban con fuerza las hojas y se sorprendió así misma de la fuerza de voluntad que poseían sus piernas para no dejarla caer. A medida que continuaba leyendo, las palabras se impregnaban de mayor terror: era frías, secas, carente de cualquier rastro de sensibilidad.

Le parecía absurdo y sub-real. ¡Estaba leyendo su contrato matrimonial!

Tenía que ser una especie de broma con un negro sentido del humor.

Respiró profundamente al darse cuenta que no había ningún error; reconoció la firma con la caligrafía auténtica de su padre al final.

—Neji y tú se casarán dentro de seis meses… —dijo Kizashi secamente. El rostro de su hija estaba desencajado, en el interior de ella escuchaba reproducirse automáticamente la voz de su padre una y otra vez.

Neji y tú se casarán…, Claro y contundente. No había ningún error.

Sakura buscó algún indicio de error en los documentos. Pero no, no había ninguno. Definitivamente hablaban en serio.

No podía describir el vuelco de angustia que se extendió por toda su espalda, una horrible sensación helada le atravesó de golpe el pecho. Movió la cabeza, renuente, sin poder creerlo aún. Volteó a mirar a Neji de forma suplicante al ver su figura levantarse. ¡Aún tenía una esperanza! Si él se negaba, ninguno de aquellos dos hombres podría contradecirlo. Tenía una oportunidad de salvar su patética existencia y él…

—Si ya lo han predispuesto, hagan lo que tengan que hacer —murmuró sin ningún rastro de agobio en su semblante.

A diferencia de ella, la decepción de sus palabras le formó un nudo que fue incapaz de deshacer. No había dicho más, llanamente firmó y colocó la carpeta con un sonido seco sobre el escritorio como si se tratase un estado de cuanta más y se dirigió a la salida.

Terror, sintió terror… pánico, quizá.

Su mirada atónita lo vio pasar a un costado, con el mismo aire característico de indiferencia. Su facción relajada era contradictoria al vuelco de angustia que ella sentía mezclarse en su interior. El silencio se volvió pesado. Le costaba respirar, sus mejillas se tiñeron con un sutil rubor producto de todo el enojo contenido. Mordió su labio inferior reprimiendo la infinita cantidad de insultos que tenía para ese hombre.

—¿Qué significa eso de "hagan lo que tengan que hacer"? —dijo halándolo del brazo. Neji sintió la tela de su ropa ser sujetada con precisión, y volvió el rostro hacia ella ocasionando que sus miradas se encontraran obligándola a desistir de su agarre. Vio sus ojos reflejados en su iris grisáceo y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no retroceder ante él.

—Las cosas nunca son como uno quisiera, pero siempre son como deben ser… —se detuvo un instante. Sakura bajó la cabeza y Neji notó el cambió de actitud en ella, permaneció inmóvil esperando a que finalmente lo soltara de su afiance pero no ocurrió, en su lugar sintió en su tacto un leve temblor, unos mechones de cabello se apegaban a su rostro ocultando la mirada de Sakura entre ellos.

«¿Iba a llorar? ¿Eso era lo mejor qué se le ocurría hacer? Tiene que ser una broma.», pensó con molestia.

Entre sus prioridades —era claro— no estaban tener una familia, aún más arraigado estaba casarse, pero desde que había entrado a esa habitación tenía la extraña sensación de que algo así sucedería, mentalmente ya estaba preparado al momento de oírlo.

Fácilmente podía negarse a contraer matrimonio con ella, afectaría la relación con su familia —era verdad— pero nadie tenía el valor suficiente para obligarlo a realizar un acto suicida y estúpido como aquél, nadie, ni siquiera su padre tenía la facultad suficiente para contrariarlo. Su vida era rutinaria. Dedicado de lleno a la empresa familiar no hacia más que ver pasar su futuro, pero extrañamente eso no le importaba, porque para él: Las cosas simplemente tenían que ser…

La idea de un compromiso banal le era indiferente. Había pasado su vida entre contratos, que uno más no representaba un cambio significativo a su vida estable y monótona. Porque era sólo eso ¿cierto? Un simple contrato. Sólo tendría un nuevo título nobiliario y era todo, sin tomar en cuenta la infinidad de beneficios que eso le traería a su familia y a su carrera.

—Deberías de ser más objetiva, esto no es por ti, Haruno —dijo sin apartar su atención en ella—, deberías entenderlo y dejar de ser tan egoísta.

Sin embargo, por el rostro de Sakura sabía que habría un pequeño problema, la convivencia con ella… nada importante pensaba, de las veinticuatro horas…

¡Pasaba veintitrés fuera de casa todos los malditos días!

Que se alegrara, incluso se ausentaría largos periodos de tiempo entre viajes y salidas. Le daría una vida más amena fuera de su presencia si eso le preocupaba.

Esperó a escuchar los quejidos de ella, pero eso no ocurrió. La idea de contraer matrimonio tampoco lo hizo de la cabeza de Sakura, simplemente permanecía con la mirada baja. Para él la mejor respuesta era aceptar los escenarios del destino. Porque el destino era así.

Predispuesto…

—¿De verdad? —preguntó con incredulidad— ¿Es todo lo que dirás? ¿No harás nada?

Neji guardó silencio, no tenía intención de abrir una discusión, sabía perfectamente que le era más fácil partir un prejuicio por la mitad que un dogma existencial. Así era el ser humano. Incapaz de aceptar lo establecido, vanidoso para negar la existencia de algo predeterminado, su vida y la de ella habían sido escritas de tal manera que simplemente su destino se tenía que cumplir.

Eran simples herramientas para un fin incierto. Hablar con esa mujer era como mantener una conversación entre religión y ciencia en un intento absurdo por intentar ponerse de acuerdo, contestarle solo generaría algo más peligroso que una pelea.

Controversia…

—Basta, sakura —la voz tranquila de su padre terminó de frustrarla, su vida estaba siendo decidida por tres hombres y no estaba haciendo nada para evitarlo.

—¡Tenemos que hablar! —dijo con un tono abatido.

—No realmente —la confianza en su voz no era muy alentadora. Por otra parte, su padre sintió remordimiento, no recordaba ver aquella tristeza en los ojos de su hija desde la muerte de su esposa, y desde la huida de aquél bastado…

Con sólo recordarlo lo invadió la rabia.

El sentimiento de rabia e ira, el mismo que solo un padre puede sentir al ver a su hija llorar despertó como un león herido. No volvería a permitir que Sakura sufriera de aquella manera, quizá en ese momento su decisión era cruel, pero con el tiempo lo entendería. Así tuviera que introducir a Neji como un ladrón en la vida de su hija, no le importaba, no le importaba si al final sería feliz.

Después de todo, el fin compensaba los medios… Y Kizashi Haruno no perdía la esperanza. Neji Hyuuga era la persona indicada para desposar a Sakura.

Se consideraría satisfecho si lograba borrar los malos recuerdos que Itachi Uchiha le había dejado a su hija…

—La decisión está tomada, no cambiaré de opinión. No se trata que estés de acuerdo. En este momento estás molesta, y quizá aún deseas demasiado joven para entenderlo. Pero en algún momento me lo agradecerás.

Hizashi permaneció en silencio, la oposición de Sakura ya había sido prevista, incluso la indiferencia de su hijo no era de extrañarse. Todo era cuestión de tiempo.

Ellos sólo eran el medio, sacrificarían una parte para conseguir la faltante, era cuestión de voluntad y paciencia. Si hacían las cosas bien, sus vidas dejarían de ser un simple compromiso, o quizá Kizashi tenía razón, aún eran muy jóvenes para entenderlo.

La luz tenue del salón solo daba un ambiente sombrío aumentando la tensión, que sin proponérselo Sakura hubiera sido capaz de cortar. Les dedicó una última mirada y su expresión era distinta. Con un tacto hostil golpeó el contrato matrimonial sobre la superficie de la mesa, el vaso que sostenía resbaló por sus dedos…

Y el ruido agudo del cristal contra el suelo se encerró en la habitación, estaba por alejarse pero la voz de su padre detuvo su frustrada huida.

—¡Sakura! —la llamó sujetándola con fuerza.

De un forcejeo Sakura apartó la mano de su padre de su muñeca y se marchó, con las miradas siguiéndola hasta que se perdieron detrás del crujir de la puerta.

—Infantil —escuchó en un susurro con total rechazo.


III

Sakura corrió hasta quedarse sin respiración, le fallaron las piernas y estuvo a punto de caer nuevamente, hasta que alcanzó una banca sucia y húmeda en la cual sentarse. El contacto con ella hizo que se acalambrara; como si la frialdad de la superficie le hubiera corroído el interior, algo normal a conciencia de otros pero no para ella, esa frialdad le recordaba que su vida se basaba en un estúpido acto de tristeza y melancolía. Miró al cielo contemplando como el último rayo de sol desaparecía por completo. ¿Acaso era una señal?

Deseo que no fuera así. No creyó sobrevivir a otra más.

Su rostro palideció y sus ojos comenzaron a desprender un hilo de lágrimas, aquella mullida banca parecía burlarse en su cara, era la misma que siempre la veía en ese estado deprimente, cómo si no existieran otras…. Maldito sarcasmo, ni eso podía hacer bien. Dejó que el peso de la gravedad la desplomara, su cabeza estaba llena de angustia, centenares de preguntas jamás resultas iban y venían golpeándola de lleno.

Y por más que pensaba no entendía, no entendía por qué Neji Hyuuga era indiferente al sentimiento de las personas. Indiferente a sí mismo y hacia ella. Con las pocas ganas que aún le quedaban siguió su camino, hasta detenerse frente a un edificio recién construido. Subió al quinto piso y al tocar el timbre una chica rubia salió a su encuentro. Cerró los ojos y se lanzó abrazándola… Llorando

Finalmente, el enojo, la frustración y la rabia terminaron por inundar su pecho junto a una serie de maldiciones que sólo ella entendía entre sollozos.


Sus comentarios inspiran a esta humilde escritora. Sus opiniones son importantes, sugerencias BIEN recibidas n.n

¿Y bien? qué les pareció? Apoco no Neji es un amor? xD

Sakura es demasiado dramática ._.