Declaración: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto.
Advertencia: Un poco –bastante– de Ooc por parte de los personajes principales. UA.
—Dialogo –
«Pensamientos»
Para comenzar, quisiera advertir que en este capítulo incluí un poco de lemmon, por lo que para las personas que no quieran leerlo, pueden saltarse la parte a partir de la división número 5.
Capítulo 9
.
.
Su fin de semana había ido excelente.
Tras dejar a la Hyūga en casa sana y salva, a excepción del cabestrillo que la obligaron a usar, rápidamente se dirigió a la estación de trenes rumbo a Chiba, imaginando todo el trayecto como estarían sus hijas y cómo de bien lo habrían pasado, además de seguir con una sonrisa en su rostro, misma que se había posado desde que estaba en la sala de espera junto al durmiente Ryo, y no se había ido en todo el trayecto a casa, porque, y para ser sincero, una parte de él quiso reír hasta que su panza doliera por lo torpe que había sido la Hyūga al cargar esas cajas tan pesas ¡y con tacones! Esa mujer sí que era toda una caja de sorpresas al creerse capaz de todo. Ciertamente se sorprendía a sí mismo reconociendo su torpeza, además de sus otras cualidades ocultas a primera vista, como su vergüenza al verse pillada en un terreno poco dominado como era el ocupar una cierra eléctrica, y ahora sus ganas de demostrar que ella también podía ser de ayuda. No sabía bien porqué, pero eso le pareció muy tierno, en ese momento la vio como una niña pequeña queriendo demostrar que era grande. Recordar aquello hacían que le entraran nuevamente las ganas de reír, sintiéndose también afortunado de ver esa faceta de la señorita perfección, verla como la mujer con defectos que era, la mujer real y no la pantalla que más de uno conocía.
Volteo su mirada a la ventanilla del tren, viendo por última vez el paisaje antes de quedarse dormido.
En lo que fue aproximadamente una hora llego a casa, encontrando a ambas niñas durmiendo en su cama, acurrucadas una contra la otra mientras algunos rayos del sol se colaban e iluminaban la estancia. Sonrió para sí, enternecido por la escena, y luego de ser convencido por su madre de que debía descansar aunque sea unas horas antes del desayuno, con movimientos sigilosos como un ninja logró acomodarse entre ambas para así aprovechar su calor y caer dormido enseguida. Y así pasó su fin de semana. Llevó a las niñas y a sus padres a comer fuera, mimando a sus padres con un buen café y a sus pequeñas comprándoles todo y cuanto disparate veían mientras caminaban por el centro comercial y calles aledañas, para después ir a jugar a un parque cercano y a recorrer la costa disfrutando la brisa salina como no lo hacía hace un buen tiempo. De vez en cuando sus pensamientos divagaban y volvían a la mujer con el brazo lastimado que había dejado en Tokio. No dejaba de preocuparse por ella: ¿se encontraba bien?, ¿el brazo le habría dejado de doler? Y el pequeño Ryo, ¿estaría asustado al ver a su mamá herida? ¿Ya habría comido al tener a Hinata sin poderle cocinar? Esas y más preguntas rondaban en la cabeza del rubio mientras daba un paseo tranquilo por la playa, siguiendo a sus hijas con la mirada. Le marcaba de vez en cuando para saber cómo seguía todo, apaciguando así su ansiedad además de darles a sus padres —sin querer— motivos suficientes para que le dedicaran miradas cómplices y rieran emocionados cada vez que lo veían hablar por teléfono con la mujer.
Estos últimos ya habían perdido la cuenta de las veces que su hijo le llamaba, y aunque fue un tanto molesto al principio, le perdieron importancia y hasta llegaron a empatizar con su hijo y su respectiva jefa al ser informados del incidente ocurrido, por lo que con esta nueva llamada solo lo vieron de manera coqueta y haciendo señas molestas antes de irse, dejando a Naruto con cara de pocos amigos gracias a sus padres los, ahora, bromistas.
—¿Naruto? —escucho decir a la Hyūga a través de la línea.
—Si, o ¿tienes a otro Naruto llamando y preguntando por tu brazo? —quiso bromear este. Tras una leve pausa escucho a Hinata nuevamente.
—No, claro que no.
—¡Bien! me alegro de ser el único hombre de nombre Naruto en tu vida —carcajeo esté, sin oír nada como respuesta. Sintiéndose algo incómodo por el repentino silencio, dijo alarmado.
—Hey, ¿segura que te encuentras bien? Te oyes algo extraña.
—Si, yo, este… —contesto, sin lograr articular algo coherente—. La verdad, es que se me acaba de presentar algo urgente y no sé qué hacer.
—¿Qué ocurre? —pero no se oyó más que silencio del otro lado de la línea— ¿Hinata? —más y más silencio, Naruto ya se sentía desesperar— Hey, si hay algo en lo que pueda ayudar, tu solo...
—Si lo hay —corto está de repente.
Naruto sorprendido solo pudo atinar a decir "te escucho".
.
.
Hinata se encontraba nerviosa, la hora del encuentro con sus socios no estaba lejos y ella aún no se decidía por cual vestido usar. Primeramente optó por su vestido favorito, uno negro azulado con escote en v y falda a media pierna, sin embargo una vez con el puesto tuvo que quitárselo con desgana al notar que la tira de botones a su espalda no se abrocharían solos, sin poder imagina lo dificultoso que sería aquella tarea con su mano lesionada, si con suerte podía vestirse con solo la mano izquierda y ni hablar de maquillarse apropiadamente como lo hacía antes, sus sentidos estaban al revés, y no podía dar una pincelada de delineado a sus ojos sin que éste se mantuviese derecho y del mismo grosor, por lo que para esa noche había optado por un maquillaje sencillo y natural, resaltando más sus labios y pestañas, en vez de la sombra y delineado que ocupaba comúnmente. Con el maquillaje y peinado listo —si con peinado se refería a usarlo suelto y lacio— aún se encontraba en ropa interior frente a su closet, rogando al universos y a los dioses que por esa noche no hiciera frío para no verse embargada en la tediosa tarea que sería ponerse las pantis usando solo una mano.
Por un minuto quiso llorar y gritar de la frustración ¡el tiempo seguía avanzando y ella aun no escogía su vestido! y sin vestido no podía pasar al paso 2: escoger sus zapatos, accesorios, bolso y abrigo. Estaba hecha un lio. Solo tenía controlado el asunto de la niñera de Ryo que los acompañaría al hotel y ya se encontraba con él en la sala, y el asunto de su acompañante, el cual esperaba llegase a tiempo y que fuese una buena idea llevarlo a él precisamente.
Mientras tanto, el acompañante en cuestión ya se encontraba en el edificio de la Hyūga, y saludando al conserje que ya le conocía de antemano, subió al ascensor marcando el número de piso y arreglándose el nudo de la corbata en el reflejo de las puertas. Cielos, ¡como las odiaba! con tan solo tener una apretándole la garganta ya le ponían de mal humor. La aflojo lo más que pudo para sentir que al menos respiraba con normalidad, chasqueo la lengua y maldijo por lo bajo por un momento, reprochándose mentalmente lo fácil que había accedido a la petición de Hinata de ser su acompañante en la cena con los socios extranjeros. ¿Por qué había accedido? Ni él mismo lo sabía con exactitud, quizás había sido su corazón bondadoso al querer ayudar a las personas en aprietos, o bien saciar su curiosidad sobre cómo era la Hyūga en su rubro, ya que no la había podido ver tan bien en la fiesta que tuvo en su departamento. Suspiro, apartando las dudas y su enojo con la corbata para tomar aire e intentar calmarse antes de llegar al departamento. Vaya lío en el que lo metía la Hyūga.
En un principio ante la petición de esta dudo, dudo bastante, él no era el tipo de hombre de traje, elegante y aburrido, conocedor de la bolsa, con empresas que llevasen el apellido familiar y que se jactase del dinero que poseía, nada más alejado de la realidad. Él era un tipo sencillo y francamente no creía que el acompañar a Hinata a esa importante cena con los socios norteamericanos fuese buena idea, si después de todo él ni encajaba ahí. Pero no se pudo negar ante la casi súplica de la mujer para que lo acompañase, ¿qué más podía hacer? no podía dejarla sola ante un lio como aquel, no en su situación ni mucho menos aun sabiendo la importancia que representaba esa reunión para ella, por lo que a regañadientes decidió acompañarla no sin que los nervios y ansiedad se lo comieran vivo. Sin tener mayor obstáculo que sus padres cuidaran a las niñas por una noche más y que el teme de su mejor amigo le prestara uno de sus tantos trajes, Naruto ya se encontraba en la puerta del departamento, sin dejar de repetirse una y otra vez que todo aquello era una estupidez y una mala idea. Pero ya nada podría hacer más que llamar a la puerta.
En cuestión de segundos fue recibido por una mujer ya mayor que se presentó como Natsu, la niñera de Ryo, seguido por el niño que feliz y emocionado le daba la bienvenida para irse pronto de "paseo", como se lo habían explicado. El rubio solo le seguía la corriente riendo y comentando que harían mañana, a donde irían y que comerían en su paseo por otra ciudad, mientras en su fuero interno no dejaba de sorprenderse por la simpleza con la que los niños observaban todo y daban vuelta hasta las situaciones más complicadas. Entretenido con Ryo, no había notado la nula presencia de Hinata en la estancia, por lo que luego de observar todo a su alrededor, preguntó por ella al no verla cerca.
—Está en la habitación, ya debe haber terminado. Iré por ella —dijo la niñera haciendo ademán de levantarse del sofá, no sin antes ser detenida por el rubio.
—Descuide, iré yo mismo.
Y como si fuese su propio departamento, se encaminó hacia la habitación principal sin pedir permiso a nadie. No tardó en notar que las luces estaban encendidas, por lo que dedujo que la Hyūga aún se encontraba por ahí, y haciendo un leve llamado a la puerta, se atrevió a entrar sin rodeos.
—Hinata, ¿ya estas lista?
Y apenas terminó de pronunciar dichas palabras, ve como una de las puertas del closet se cierra casi al instante ante su mirada atónita.
—¡Naruto! ¿Qué haces aquí? —pregunta eufórica la mujer, asomando medio cuerpo por el costado de la puerta, sosteniendo escasamente su vestido apegándolo a su cuerpo.
—¡Lo siento! pensé que estabas lista. Yo… te espero en la sala —dijo nervioso, encaminándose rápidamente a la entrada, casi huyendo de la habitación y escapando de la posible furia de la mujer. Si la Hyūga tenía un temperamento similar al de Sakura cuando esta se enojaba, la mejor idea era salir corriendo. Hinata por su parte con las mejillas sonrosadas de la vergüenza, exhala un sonoro suspiro antes de detenerlo.
—Espera, ¿antes, me ayudarías con algo?
Tomándose algunos segundos para analizar si escucho bien, inseguro se encamina al closet, viendo detrás de una de sus puertas la espalda totalmente desnuda de la Hyūga.
Naruto se quedó impávido sin saber que hacer mientras sentía que el calor subía y recorría poco a poco su cuerpo. Hinata se había tomado el cabello con la mano lesionada llevándolo hacia delante, mientras sostenía con la otra el vestido, dejando nada más que su espalda al total descubierto del hombre. No supo qué hacer, ante él tenía una espalda blanca, lisa y por más decir perfecta, tenía deseos de tocarla y sentía curiosidad sobre si sería tan suave como se veía. Trago duro y acercó lentamente sus manos al cuerpo de ella, no sin antes detenerse al escuchar las instrucciones de su parte.
—El cierre, necesito que lo subas, por favor. Yo no puedo.
Dijo de manera rápida. Parecía una orden que esperaba efectuarán a la brevedad, pero Naruto, sin decir nada, solo sonrió tomando el cierre y un pedazo de tela del vestido negro satén, muy cerca de la base de la columna, subiendo lentamente para asegurarse que no se atora con nada en el camino. Mientras efectuaba la tarea veía cómo la mejilla libre de cabello de Hinata se coloreaba cada vez más. Rio para sus adentros sintiéndose triunfador al imaginarse la cara roja y molesta de la Hyūga al sentirse atrapada de tal manera que debía pedirle ayuda a él. No había mejor victoria que aquella de sentirse superior y al mando de una situación, más si aquella situación comprendía a alguien como Hinata, acostumbrada a llevar el control siempre y no depender de nadie. Él no era un hombre engreído ni menos galán, pero eso Hinata no lo sabía, y si podía jugar al galán con ella, aunque sea por unos segundos, no perdería la oportunidad, por lo que se tomó su tiempo sin que nada ni nadie perturbara su concentración. Al terminar y poner el broche final, dio un paso atrás, dándole espacio.
—Gracias.
Soltó su cabello largo por la espalda y volteo a ver su reflejo en el espejo. El vestido era entallado de mangas cortas que apenas y cubrían sus hombros, un escote de corazón adornado con la misma tela que brillaba ante los matices de luz, terminando un poco más arriba de la rodilla en un corte liso.
—Luces muy bien —dijo Naruto sonriendo de manera amable.
Ella se gira para verle con mayor detenimiento para ver si podía devolverle el cumplido. Naruto con su traje negro ajustado y cabello corto se veía más que encantador, era todo un caballero y galán de telenovela, ella no pudo disimular ni esconder su reacción al verle vestido de etiqueta, paseando su mirada de arriba a abajo de su figura con una sonrisa disimulada en el rostro, si hasta destacaba más que sus compañeros, gerentes y socios de la bolsa. El gesto no pasó desapercibido por el hombre, llevándolo a sonreír de manera socarrona y más confiada que nunca. Hinata quiso reír cuando noto su cuello, pero se abstuvo de ello, sosteniendo con firmeza su mirada arrogante, antes de soltar y decir con una sonrisa de superioridad.
—Tu corbata está mal.
El rostro de Naruto se desfiguró, borrando todo rastro de confianza en él, mientras la Hyūga se cruzaba de brazos y sonreía victoriosa. Posándose rápidamente ante el espejo, solo pudo reír nervioso al ver la tela destartalada de la corbata junto con el cuello de la camisa en el mismo estado.
—Es que no acostumbro a usarlas.
—Lo sé —contestó, acercándose a él—. Déjame arreglarla por ti.
Naruto se dejó hacer, observando a Hinata muy detenidamente. Tenía una pacífica sonrisa en sus labios, como si de verdad disfrutara arreglándolo. Se le quedo viendo ensimismado por unos segundos, contemplando aquella hermosa sonrisa. No sabía exactamente bien el por qué, pero aquel gesto le pareció tan íntimo y por más tierno, que comenzó a sentirse nervioso, sentía como su corazón latía un poco más rápido de lo normal y como no podía apartar la mirada de Hinata. Esperaba que ella no se diera cuenta de aquello, a la vez que deseaba que aquel gesto se repitiese, que ella siempre atara sus corbatas, como si fuese un gesto cotidiano y dulce.
—Listo, ahora si te ves como mi acompañante —bromeo, sin que la broma llegase a Naruto, que la miraba con una sonrisa tranquila y una mirada tierna que la dejaron levemente confundida—. ¿Ocurre algo?
Este sonrió más despreocupado, antes de decir "no es nada".
Hinata lo miro rara por un momento, pero tras chequear la hora en su reloj de muñeca, dejó a un lado el asunto y asalto sus accesorios dando los últimos toques a su outfit para salir rápidamente del departamento. Si su jefe se enteraba que había hecho esperar a los socios norteamericanos por culpa de su indecisión, la mataría. Pidió al universo con todas sus fuerzas que el tráfico fuese expedito esa noche y gracias al cielo, así fue.
Tras dejar a su hijo con la niñera en el hotel asignado para esa noche y darles dinero suficiente como para que salieran a entretenerse un par de horas, arrastró a Naruto de un brazo y a toda prisa tomaron un taxi que no los dejaría lejos de ahí. Una vez adentro, Hinata movía su rodilla un tanto frenética, lanzando miradas de reojo de tanto en tanto al hombre a su lado, sorprendiéndose de lo tranquilo que se mostraba esté, que veía la ciudad de noche a través del vidrio polarizado del vehículo. Hinata se quedó observándolo más de unos segundos, cosa que hizo que él volteara a verle al sentir su mirada, le dio una tranquila sonrisa que logro calmarla por unos segundos, para luego volver al círculo vicioso de mover frenética sus rodillas, morderse el labio y ver a Naruto, envidiando su tranquilidad. Hizo esto tantas veces que ni cuenta se dio cuando Naruto ya no le sonreía con tranquilidad sino que con preocupación. Ella pareciera tener la mirada ida entre sus ojos azules y una dimensión desconocida entre ambos, como si verlo directamente a él, a la vez que a la misma nada, fuese de lo más interesante. Carcajeo un tanto nervioso, como si su estado fuese algo contagioso. Su inesperada risa logró sacarla de su ensoñación, haciendo que parpadeara confundida un par de veces.
—¿Qué pasa? —pregunto ella aun confundida.
Naruto dejó de reí, viéndola fijamente.
—Tranquila, todo saldrá bien Hinata, de veras.
Ella iba a protestar, preguntando él porque estaba tan seguro de ello y que tan certera era su respuesta, pero la detuvieron la mano grande y fuerte de él en su hombro, más la amable sonrisa que le entregó, dando con eso toda la confianza que tenía en ese asunto, si bien él sabía prácticamente nada sobre el rubro de la Hyūga, de una cosa sí estaba seguro: la reunión con los extranjeros saldria de maravilla, ya que, después de todo, era la señorita perfección quién sería la anfitriona y representante de los intereses de la bolsa nacional. Todo iría bien.
.
.
Al cabo de treinta minutos llegaron al restaurante. Naruto y Hinata se dejaron conducir por la estancia hasta llegar a la mesa indicada, algo más apartada del resto de los comensales. A menudo durante el trayecto intercambiaron miradas, pero ahora estando frente a los socios, Naruto aguardo a ser presentado. Eran tres los socios norteamericanos, un anciano y dos bordeando la mediana edad. Al llegar Hinata, los tres se levantaron respetuosamente, haciendo una leve reverencia al estilo nipón un tanto forzada. Rieron ante la situación, logrando que con eso la mujer se relajara y los saludara con un apretón de manos mucho más cómodo para todos. Más pronto que tarde, la mujer dio paso a Naruto, quien se había mantenido al margen al no querer interrumpir los saludos, además de no saber cómo presentarse ni en qué momento. Los socios lo observaron con algo de suspicacia para luego saludarlo también con un apretón de manos, haciendo amago de asombro y simpatía al notar el cabello rubio y los ojos azules, rasgos tan americanos en el hombre que no pasaron desapercibidos por los extranjeros. Naruto solo devolvía una de sus forzadas sonrisas de fotografía, entendiendo muy poco de lo que comentaban los hombres y tomando asiento junto a la mujer.
Los socios hablaban confiados acerca de los cambios que surgían en el mercado, así como las ventajas y consecuencias que la alteración de la moneda nacional e internacional significaba para cada una de las partes, sin comer ni beber nada, entusiastas por hacer notar su punto de vista y casi inmunes a la entrada de comida recién servida. Naruto intentaba mostrarse lo más cómodo posible, sin saber si lo estaba logrando, prestando fingida atención a lo que los americanos decían e intentando seguir el hilo de la conversación a través de las palabras que entendía del idioma extranjero. Comía su plato bocado a bocado, sin querer verse hambriento o aburrido, mientras uno que otro socio le lanzaba ocasionales miradas con el fin de que opinara algo, lo cual no ocurriría debido a su escaso conocimiento en el área.
Y así transcurrió la cena, entre escuchar cifras que no entendía, acuerdos nacionales de los cuales no tenía idea, además de la situación del país en general en cuanto a posicionamiento económico se refería, todo eso sumando el hecho de escuchar palabras u oraciones completas que, por no saber traducir una sola palabra adecuadamente, daba como resultado un dialogo incoherente para entender, al menos que él no podía. De vez en cuando miraba de reojo a Hinata, observando detalladamente su expresión para así tener una idea de que es lo que conversaban, pero aun así ya estaba perdiendo un poco la paciencia, al cabo de descargar su energía moviendo su pierna bajo la mesa de manera compulsiva..
Tras lo que para él fue un largo rato, sin mucho que hacer, se dedicó a observar más detenidamente a la Hyūga a su lado. Ciertamente se veía hermosa aquella noche, a pesar de llevar una muñequera ortopédica que hacía juego con su vestido, mostrando un rostro serio y atento a lo que conversaban los hombres, haciendo comentarios elocuentes y sonriendo de vez en cuando. Debía reconocer que estaba impresionado. A pesar de saber de antemano de qué iba el trabajo de la Hyūga, era otra cosa verla en acción, respondiendo elocuentemente las preguntas de los caballeros, argumentando justamente cuando no estaba de acuerdo con un punto de vista, o bien agregando puntos cuando un comentario la convencía. Estaba seguro que si le hacían una fotografía en esos instantes, no mostraría otra cosa más que admiración y asombro por la mujer. No supo por qué o en qué momento ocurrió, pero tal pensamiento le cayó como agua fría sobre el cuerpo, seguido por otro que no revelaba nada más que una verdad absoluta que ya hace tiempo notaba: la mujer le gustaba. Hace algún tiempo se dio cuenta de que Hinata le atraía como persona, como amiga y sobre todo como mujer. Al principio tenía bastantes cualidades que por mucho él despreciaba, tales como la altanería, orgullo y su obsesión por querer controlar todo; sin embargo, con el tiempo llegó a conocerla mejor, dando vuelta las cualidades desagradables para encontrarles su lado positivo, así como ver su lado dulce y oculto. Su relación progresivamente se había hecho más cercana, esto gracias y en parte a la llegada del pequeño Ryo, ¡el niño era excelente! y no debía fingir agrado cuando jugaba y pasaba las tardes con él y en compañía de su madre, ciertamente se sentía cómodo con ambos, podía ser él mismo, y con Hinata sentía la cercanía de ser su amigo, pero también el deseo que despertaban sus curvas pronunciadas y su coqueteo discreto. No obstante, un nuevo sentimiento surgió con la casi reciente aceptación de su atracción por la mujer: él no era suficiente. El verla no solo como la Hinata Hyūga que él conocía, sino que como la mujer exitosa que era, hicieron que un pequeño sentimiento de inferioridad se posicionará en su pecho y que se diera cuenta de lo grandiosa que era. Siempre tuvo en cuenta la diferencia de estatus que había entre ellos, desde el primer día que llego a su elegante departamento, como también cuando ambos dedicaron una tarde para enseñarle al otro acerca de su oficio, y sin contar la reciente fiesta en la que conoció el tipo de persona con las que Hinata se codeaba. Nada de eso lo impresionó de primeras, después de todo él no era el tipo de persona que se impresionaba fácil, pero el verla al mando de una reunión, hablando sobre cifras y datos que no entendía, y más en un idioma extranjero que dominaba a la perfección, bastaron para notar lo lejos que ella se encontraba de él. Se sintió un poco estúpido e incómodo de primeras, él no encajaba para nada en aquel lugar. Sonrió con algo de nostalgia, volteando su mirada a la copa de vino ya vacía, sintiéndose como ella.
A tiempo pudo percatarse de cómo la conversación se volvía menos fluida, entre silencios y cortos comentarios, por lo que dejando sus divagaciones anteriores, volvió su atención a la situación presente, sonriendo y sin notar la mirada de la Hyūga sobre él.
Hinata había estado demasiado tiempo ensimismada con los socios: tenían mucho de qué hablar e importantísimos temas que tocar de primeras, temas que con el transcurso del tiempo y su alianza se irían desarrollando. Noto a ratos que Naruto estaba atento a la conversación, por lo que mostraba su lado diligente y con mayor confianza en sí misma, tomaba la palabra dentro de la charla, tranquila de que él también se estuviese divirtiendo. Eso paso dentro de los primeros veinte minutos, pero tras dicho tiempo, pudo notar que la atención de su acompañante comenzaba a fluctuar, y ella lo entendía perfectamente, ya que si hubiese estado en su lugar, en una reunión sobre construcción o algo similar, también se hubiese aburrido. Si bien sabía que el fin de dicha reunión era acrecentar la amistad entre las dos bolsas, al ver que se desarrollaba de maravilla, decidió relajarse un poco con sus socios y pasar a temas menos formales y en los que Naruto también pudiese participar, ordenando otra botella de vino para los socios.
El resto de la noche transcurrió sin novedades y de forma agradable, en donde esta vez los corredores de la bolsa probaron los platillos servidos, incluida Hinata. Hablaron sobre la comida, el vino y las tradiciones tanto niponas como norteamericanas que a ambos grupos les parecían curiosas e interesantes, probando los platillos y el licor nacional mientras Naruto y Hinata se maravillaban y hacían preguntas acerca de las fotografías y lugares turísticos que los extranjeros mostraban. Después de reír compartir sus opiniones al respecto, la velada estaba llegando a su fin, ya con todos los invitados con sus platillos terminados y con sus abrigos puestos.
—¿Es usted también un socio? —comentó un norteamericano.
—No, solo soy su acompañante —dijo sonriendo y volteando a ver a Hinata—. De la bolsa, no entiendo mucho.
—¿En serio? Pero si comentaba muy bien sobre ello.
—Todo lo que sé, es gracias a ella —rio Naruto.
—¿Y cuál es su rubro, Naruto? —comentó uno de los más jóvenes.
—Lo mío es la construcción.
—¡Oh, qué bien! —dijo el hombre mayor, sin tanta convicción y tras una pausa, agregó—. Ya veo, ustedes deben arrasar en el mercado, eh.
—Disculpe, no entiendo.
—Usted señala las deficiencias de la construcción y la señorita Hyūga mueves sus influencias para que la empresa cierre. ¡Es simplemente brillante!
Los dos aludidos permanecieron en silencio sin saber qué decir. Naruto sin entender de qué hablaba el hombre e intentando traducir nuevamente lo que dijo en su cabeza, mientras Hinata sin darle mayor importancia, optaba por aclarar la situación.
—Gracias, pero se equivoca señor Walter —dijo—. Naruto y yo no trabajamos juntos.
La cara rechoncha del hombre pareció asombrarse por unos momentos tras entender el significado de sus palabras, pidiendo disculpas a la brevedad y haciendo una leve reverencia por si los hubiese ofendido, a lo que Hinata, apenada, intentó detenerlo riendo con todo aquello.
—Discúlpeme —dijo el hombre, esta vez en un correcto japonés.
—No se preocupe señor, no hay nada que disculpar.
Una vez resuelto el asunto del comentario de su socio, Hinata se permitió dejar su nerviosismo de lado. Ciertamente se había alarmado un poco al ver la cara confundida de Naruto, listo para indagar sobre un tema que no conocía bien. Y no es que a ella le importase, pero de momento quisiera mantener sus tratos y sus funciones a raya del rubio, ya que bien consiente era de que el trabajo de contratista de Naruto era solo temporal y que su verdadero trabajo debería ser uno en el que formara parte de una constructora, siendo jefe de obra o de división, teniendo gente a su mando y, claro está, ganando más dinero que el que ganaba siendo contratista; por lo que no sabía cómo es que el hombre se tomaría el hecho de saber que el trabajo exacto de ella en la bolsa, era llevar a cabo el cierre de constructoras pequeñas para ser compradas por grandes compañías y cadenas, dejando muy poca oportunidad para la expansión. Sabía que en algún momento él se enteraría, pero de momento, no le diría nada acerca de sus funciones específicas.
Al cabo de unos minutos más entre disculpas y bromas por parte de los socios, se hicieron los saludos y despedidas correspondientes para dar fin a la reunión. Naruto y Hinata cuando se vieron solos en la entrada del restaurante, se miraron mutuamente y comenzaron a carcajear sin reparo, logrando que con esa simple acción, todo el nerviosismo y la ansiedad acumulados por la reunión, se disipara de inmediato.
—No puedo creer que hayas insinuado que estamos juntos como pareja.
—Solo dije que no estábamos juntos por trabajo —alegó Hinata—. Además, fue algo entrometido.
—Sí, es verdad. No puedo creer que lidias con personas así siempre.
—Y no solo eso, veces anteriores a algunos se les sube el licor a la cabeza y ya te imaginas como se ponen —agregó.
—¿Se te insinúan? —pregunto el rubio.
—Así es. Es por eso que quise que me acompañaras.
—De nada —dijo bromeando, a lo que ella le sonrió.
Hinata llamó a la niñera avisando que ya iban de regreso, informando esta que no se preocupara porque Ryo ya se encontraba dormido, mientras Naruto intentaba tomar un taxi que los llevara de regreso al hotel; sin embargo después de conversarlo, decidieron caminar de regreso, después de todo podrían tomar un atajo para llegar y la noche estaba fresca como para dar un paseo, sumando el hecho de que por las copas de vino ingeridas, el frio sería un problema menos. Entre bromas acerca de la reciente reunión y temas triviales, el trayecto se realizó sin apuro alguno y de manera agradable. La noche estaba pacífica y con un clima fresco, con arrebatos de calor seco y vientos repentinos. Ante uno de ellos, en un arrebato Hinata se acercó a Naruto, y en un acto de total familiaridad, tomo su brazo atrayéndolo hacia sí, sin motivo alguno. Naruto noto su cercanía sin inmutarse, como si aquella manera de comportarse fuese siempre así, cercana y natural. Guardaron silencio por unos momentos, cada uno disfrutando la mutua compañía que se hacían aquella fresca noche en una ciudad desconocida. Sintiendo como sus pasos se acompasan al ritmo del otro, Naruto volteo a verle siendo imitado por la mujer, y en un acto sincero y cómplice ambos se sonrieron, reanudando su charla momentos después, sobre cualquier tema interesante, sin atreverse a deshacer el contacto ya establecido, sintiendo cada uno dentro suyo, como si ya fuesen una pareja de años.
.
.
No tardaron en vislumbrar el hotel, al cual ingresaron de la misma forma en la que iban caminando antes, sin temor a las miradas curiosas que se posaban sobre dos huéspedes de apellidos distintos y habitaciones separadas. Subieron al ascensor y llegaron al mismo piso, una habitación al lado de la otra, ambos deteniéndose frente a la habitación de Hinata, prontos a despedirse por esa noche.
—Muchas gracias por acompañarme esta noche, Naruto.
—No fue nada, de veras.
—La velada fue mucho más agradable contigo ahí —dijo sincera.
—Sí, aunque yo entendí solo la mitad de todo lo que decían —bromeo el rubio.
—Lo siento.
—No tiene importancia —carcajeo.
Luego de eso, ambos se quedaron viendo durante unos segundos, sin saber qué más decir o cómo continuar. Naruto estaba ensimismado mirándola, podía ver esos ojos lila toda la noche, sin más pero de pronto notó que Hinata desviaba la mirada, mostrándose algo incomoda. «Demonios», pensó Naruto un tanto desesperado y triste, nunca pensó que después de todo y la familiaridad con la que se habían tratado, ella quisiera despedirse lo más rápido posible e irse a dormir. Suspiro, intentando retener un poco más la sonrisa que ya comenzaba a verse rígida. Sin más que decir, solo atino a despedirse con un cordial "buenas noches" antes de dar media vuelta para marcharse.
—Naruto-kun, espera —dijo, apenas y Naruto termino de despedirse—. Necesito tu ayuda con algo.
El hombre aguardó un tanto confundido por la petición, pensando en mil y una formas e intentando imaginar a qué se refería la Hyūga con esa "ayuda". Quiso espantar las ideas poco realistas de su cabeza tan rápido como se presentaban, pero que cada vez que desechaba una idea, otra se presentaba para reemplazarla. Sin saber que decir, solo asintió expectante a lo que pediría ella.
—¿Podrías ayudarme con el cierre del vestido, por favor? ya sabes, mi muñeca no alcanza —termino de decir un tanto apenada, con las mejillas arreboladas, no sabía si por vergüenza o por el vino ingerido.
Naruto acepto y de cierto modo su cuerpo se tensó, y como un robot, comenzó a aproximarse al cuerpo de la mujer, pronto a colocar sus manos en la espalda de esta para llevar a cabo su cometido, pero antes de que eso pasara, Hinata lo detuvo colocando una mano en su pecho.
—Aquí no. Adentro —dijo sin poder sostener su mirada.
Por unos instantes, y con toda su fuerza de voluntad, Naruto se permitió el relajo por unos momentos, haciendo que el raciocinio dominará. Si bien ahora que lo pensaba, no le parecía del todo extraña dicha petición, ya que anteriormente había ayudado a Hinata con el mismo problema, y por supuesto que debería hacerlo dentro de la habitación, no ahí en el pasillo en donde cualquiera podría pasar y ver la espalda desnuda de esta. Sin embargo, aun y con la experiencia previa, la tarea le parecía nuevamente algo difícil, si aún recordaba con lujo de detalles cómo es que le costó dominar sus ansias de tocar su piel cuando subió el cierre esa tarde, y ahora hacerlo de nuevo fácilmente le costaría el doble bajarlo y dejar al descubierto su espalda, por lo que no estaba seguro de poder aguantarse con la misma facilidad que había hecho en la tarde.
Una vez dentro de la habitación, Hinata enciende una de las lámparas de la mesita de noche pronta a la cama, Naruto entro cerrando la puerta, y viendo como la Hyūga se despojaba del abrigo y los tacones, acomodando su cabellera hacia delante, lista para que la ayudara. Se puso aún más nervioso, tal como un chiquillo de dieciséis años al ver que estaba solo con una chica en una habitación. Por aquello se reprochó mentalmente, él ya era un hombre, no tenía por qué complicarse o ponerse nervioso ante la situación. Con nueva confianza renovada, se acercó a la Hyūga y con sumo cuidado, comenzó a bajar el cierre con lentitud mientras se repetía mentalmente que sólo debía tocar la tela del vestido, y no la piel nívea que hacía perfecto contraste con él. Cuando ya tuvo la espalda desnuda frente a si, el rubio podría asegurar que sus manos se movían solas en dirección a ella, queriendo tocarla, pero antes siquiera de rozarla, Hinata da la vuelta quedando frente a él, con las mejillas sonrosadas y una sonrisa en los labios.
—Gracias.
—No hay de que —dijo este, intentando que su tono de voz fuese lo más natural posible.
Hinata se encontraba con el cabello a su lado izquierdo, sosteniendo su vestido con la mano lesionada mientras la otra se posaba en el pecho del rubio, que apenas si sintió su roce, ya que estaba totalmente perdido en sus ojos lila.
—Gracias por invitarme esta noche, me la pase muy bien —dijo Naruto, hipnotizado por la cercanía de la mujer, alternando su mirada entre sus ojos y labios, muriendo por tenerla tan cerca. Hinata no dijo nada, sonriendo enigmática y acortando cada vez más la distancia entre ellos, y ya a unos míseros centímetros de su boca, se detuvo para susurrar:
—Yo también lo pase excelente.
Y fue su aliento chocando contra sus labios y aquel susurro seductor, lo que hizo que perdiera la cabeza. Sin aguantar un segundo más, en un arrebato Naruto tomó posesión de sus labios, en un principio un tanto ansioso por el contacto pero luego, cuando ella comenzó a mover sus labios también, el contacto poco a poco se fue profundizando. Naruto se movía con maestría sobre los de ella, intentando saciar sus ansias por devorarla, mientras hacía viajar sus manos desde la desnuda espalda hasta la cintura de ella, acercándola más él, disfrutando el exquisito contacto, llegando a pensar que nunca se cansaría de tocar esa suave piel. Hinata por su parte no se quedaba atrás, la mano lesionada se mantuvo atrás mientras la otra se deslizaba lentamente por el torso firme del rubio, queriendo tocar más de lo que sentía a través de la tela de su camisa, deteniéndose justamente cerca de su ombligo. Naruto con el contacto sintió una corriente eléctrica recorrerle el cuerpo, misma sensación que ella aprovechó para profundizar más el beso, lamiendo sus labios y adentrándose en su boca. Su lengua en un principio fue un tanto tímida, como tanteando el terreno, sin estar segura de cómo respondería el hombre, pero tras lo que fue un segundo, Naruto respondió con igual ansias que ella, demandando su boca para ser explorada y acariciar su lengua con la suya sin divagación. Al cabo de unos segundos se separaron por la inminente falta de aire, aun manteniendo el contacto entre sus cuerpos, y Naruto al verla directamente al rostro, quedo más asombrado que antes. Hinata reía con una sonrisa de auténtica dicha, eso hizo que el corazón le diera un vuelco, nunca antes la había visto tan hermosa y con una sonrisa tan sincera. Él también sonrió, contagiado de la dicha de tenerla entre sus brazos por fin. Hinata acorto la distancia entre ellos, posando su brazo lesionado en el fuerte cuello, mientras tocaba su frente con la de él, sonriendo cómplices por un instante antes de volver a fundirse en un beso. Naruto pudo sentir como sonreía entre el beso, como si hubiese deseado eso por mucho tiempo y estuviese feliz de que por fin sucediera. Él también lo estaba, sentía el pecho hinchado de dicha y un calor recorrerle todo el cuerpo, ¡si hasta podría carcajear de felicidad! Y aunque ganas no le faltaron, no lo hizo por la obvia razón de que no quería arruinar el momento.
Se besaron esta vez más lento y profundo, sin las ansias y nerviosismo iniciales al saber que el otro deseaba aquello tanto como si mismo. Naruto demandaba de su boca, mientras ella ladeaba su rostro para profundizar aún más. Pronto el beso dejo de ser suficiente. Naruto se aventuró a abandonar su boca para pasar por su mejilla hasta llegar al lóbulo, haciendo un corto camino marcado por besos y mordidas, y sin previo aviso, la voltea para dejar a su altura el cuello y hombro desnudos de la mujer, apartando la larga cabellera para tener un mejor acceso. Lentamente comenzó a depositar besos desde la base del hombro para subir por el cuello, dejando a su paso un rastro cada vez más húmedo. Hinata ante el contacto delicado y erótico, cierra sus ojos sintiendo la respiración tibia y los labios de Naruto apegados a su piel, y como estos subían más tocando áreas cada vez más sensibles, con sus manos aun apretando el costado de sus caderas, haciendo que con ese acto sintiera su masculinidad creciendo por entre sus pantalones. No pudo aguantar más y dejo escapar un gemido cuando el rubio se quedó jugando con el lóbulo de su oreja, lamiendo y succionando lentamente. Hinata ya no daba más, y en un arrebato se liberó de la prisión de sus fuertes manos para voltearse y quedar frente a frente, tomando nuevamente sus labios, ansiosa. Naruto sin hacerla esperar sigue el juego, ella acaricia sus cabellos mientras las manos de él bajan de sus caderas para posicionarse en sus redondas nalgas, las mismas que no aguantó en apretar entre sus grandes manos, intentando abarcar a cabalidad su anatomía. Hinata da un respingo ante esto dejando sus labios, y mirándolo entre sorprendida y excitada, comienza a dejar un camino de besos que se repartían entre su cuello y la clavícula, escuchando los suspiros de Naruto, incitándola a continuar. Sin dejar su tarea, Hinata comienza a desabotonar la camisa del rubio, notando cierta dificultad al hacerlo debido a su muñeca. Dejó su cuello para concentrarse en sacarle la estorbosa prenda, pero aun así sin lograrlo. Naruto rio ante su fallo y sin mayor problema desabotona la prenda lanzándola lejos.
—Muy difícil para ti, ¿eh?
—No te burles.
Naruto solo río antes de tomar nuevamente a la mujer entre sus brazos y sin previo aviso, alzarla por las nalgas, haciendo que ella envolviera su cintura con las piernas de forma automática. Logró caminar escasos tres pasos con ella alzada para llegar a la cama matrimonial y depositarla ahí, sacándose los zapatos y posicionándose lentamente sobre ella, deleitándose con la imagen frente a él. Hinata con los cabellos esparcidos en las almohadas hacia un perfecto contraste con su piel pálida. Aun ataviada en su vestido, Naruto lentamente comienza a recorrer sus muslos, embriagado ante la suavidad de su piel, su delicioso perfume y la exquisita imagen de ella agitada y con la mirada llena de deseo por él. Delicadamente comenzó a depositar besos en su clavícula para luego bajar poco a poco por sus hombros, guiando sus manos sobre el vestido de satén, para quitarlo por fin y con algo de ayuda de la Hyūga.
Ya con ella ante sus ojos solo con la ropa interior, pensó que babearía en cualquier momento. Hinata se quedó estática, totalmente expuesta ante la mirada hambrienta del rubio, y no es que eso le molestase, sino que aumentaba aún más su excitación, le gustaba sentirse deseada y se dejó observar por el rubio que sin ningún reparo la observaba. Sus pechos eran increíbles, grandes, redondos y firmes, tales como a él le gustaban, ambos sostenidos de un brasier negro traslúcido sin tiras, Bajo notando el vientre plano de la mujer con su redondeadas caderas enmarcadas con pequeños tirantes negros que sostenían lo que taparía su intimidad. Naruto pensó que estaba frente a una modelo, ¿cuándo había sido la última vez que estuvo con alguien de tan prodigioso cuerpo? no recordaba si eso había pasado alguna vez. Subió su mirada al rostro de Hinata, que solo le sonreía divertida ante su expresión, el río también, avergonzado al verse pillado en tan poco disimulada observación.
—No es justo que solo yo esté en ropa interior —dijo la Hyūga, sin ocultar su deseo.
Naruto le sonrió, y haciendo caso se aleja un poco de ella, desabrochando con rapidez su cinturón y desasiéndose de sus pantalones. Ahora era el turno de Hinata de observar detenidamente su anatomía, desde sus fuertes muslos, pasando por lo que se veía un bien dotado miembro, subiendo por su abdomen y pectorales ligeramente marcados por el trabajo duro hecho en el rubro de la construcción, terminando en la orgullosa y presumida mirada del rubio que sin vergüenza alguna, se dejaba observar.
—¿Te gusta lo que ves? —bromeo, haciendo una pose fingida de modelo.
—Ven aquí —rio Hinata.
Naruto comenzó a trepar por el cuerpo de la mujer que lo esperaba sentada en la cama, sus movimientos eran los de un felino acechando su presa, y a Hinata no le molestaba por una vez ser la presa de Naruto. Ya a escasos centímetros de tomar nuevamente su boca, Hinata lo detuvo con un toque suave en su pecho.
—Hey, quiero que sepas que… Naruto-kun, tú me gustas —confesó está un tanto nerviosa viéndolo directamente a los ojos, esperando su reacción.
Naruto se sorprendió unos segundos, quedando completamente helado frente a la repentina confesión de la mujer. Quiso gritar de la alegría, besarla hasta más no poder y abrazarla, todo eso al mismo tiempo, pero se contuvo. El tenerla ahí, bajo su cuerpo, en ropa interior y con la mirada expectante ante su respuesta, consiguieron que Naruto optara por, con sumo cuidado y delicadeza, acunara su rostro en sus manos para darle un casto beso en los labios, y sonreírle tiernamente antes de responder.
—Tu también me gustas Hinata.
Y sin esperar más, se fundieron nuevamente en un beso apasionado.
.
.
El beso pronto dejó de ser suficiente ante sus urgencias, por lo que Naruto recostando el resto del cuerpo de Hinata, comienza a bajar hasta el inicio de sus pechos. Daba besos cada vez más mojados a cada uno de ellos, una de sus manos acariciaba peligrosamente su vientre, mientras que la otra buscaba detrás de la espalda, esperando encontrar rápidamente el broche que los dejaría libres. Hinata arqueo su espalda para facilitar la tarea, logrando que de un solo intento el brasier entre ellos dejase de existir, liberando sus maravillosos senos. Aprecio un momento más a la hermosa mujer que tenía frente a sí, devorándolos con la mirada, y sin esperar más, se dispuso a saborear los pezones turgentes y rosados que se elevaban hacia él. Rozo levemente uno de ellos con su lengua, notando las reacciones que provocaba el lamerlos en círculos o acariciarlos con los labios. Hinata se removía inquieta bajo él, extasiada ante su húmeda lengua y cerrando los ojos con fuerza de tanto placer. Sonrió, normalmente era ella quien en sus encuentros sexuales tomaba la iniciativa, pero al ver que el rubio lo estaba haciendo tan bien, simplemente se dejó hacer, se dejó amar por él. Naruto la observaba fijamente, sin perder una de las hermosas reacciones de placer que la mujer hacía, deleitándose y acrecentando con ello su propia excitación, por lo que comenzó a ser más atrevido en sus caricias, pasando a succionar delicadamente con lengua y labios uno de sus pezones, mientras el otro recibía correcta atención de su mano, siendo masajeado y pellizcado en ocasiones. Hinata comenzó a moverse con más ímpetu que antes, arqueando su espalda para tener aún más de las caricias que el rubio le ofrecía a una de sus partes más sensibles. «Oh cielos» pensaba Hinata cada vez más entregada al placer y a las caricias del rubio. Naruto soltó el pezón ya erecto y sensible para cambiar su mano por su boca y atender al otro, quería acariciar cuanto pudiese de la Hyūga y saciarse del sabor de su piel, si eso era posible.
Tras unos minutos de correcta atención brindada a sus pechos, colocó sus manos nuevamente a los costados de estos, masajeándolos suavemente para comenzar a trazar un camino de besos que iba desde sus pechos en dirección a su abdomen bajo. Hinata se sentía en el cielo, e incitaba a que Naruto continuara con las caricias en sus senos, coloco una mano sobre la de él, haciendo mayor el contacto e instándolo a que continuara con el masaje, pero dicha acción se detuvo cuando sintió algo caliente y mojado entre sus piernas. Un gemido auténtico salió de sus labios haciendo que abriera sus ojos de golpe, viendo como la cabellera rubia de Naruto estando entre sus piernas, subía y bajaba por su muslo interno, mientras quitaba la última prenda que le quedaba, aprovechando de pasar brevemente por su clítoris para continuar su camino hacia la otra pierna y repetir el proceso, como si de una fila de caninas en péndulo se tratase.
Quiso maldecirlo por hacerle eso, ¡la estaba torturando con su ir y venir!, quiso hacerlo pero la voz le falló al sentir que la lengua de Naruto que no se detenía y se adentraba para explorar su intimidad. Apretó sus labios intentando que los gemidos no salieran. Naruto sin dejar de brindarle atención a su punto sensible, alza la mirada viéndola con un dejo de malicia para volver a su tarea con más ímpetu. Hinata ante la clara derrota y propuesta de guerra que el rubio hizo al verle de tal forma, no le quedó otra opción que tomar una de las almohadas y colocarla sobre su cara, soltando sus labios para emitir libremente todos los sonidos que las acciones de Naruto le provocaban, disfrutando y maldiciendo su atrevimiento. El rubio por su parte continuaba su tarea sin inmutarse, acariciando los muslos que mantenía separados mientras su lengua recorría su zona íntima de arriba hacia abajo, se introducía en ella y succionaba el botón rosa que clamaba por atención, repitiendo las caricias una y otra vez, deleitándose ante el sabor y los permanentes movimientos que la Hyūga hacia siendo su prisionera. Al cabo de unos segundos y sin parar su tarea, el cuerpo de Hinata se tensó para luego convulsionar levemente, como si una corriente eléctrica le recorriese todo el cuerpo. La mujer había alcanzado el clímax y todo gracias a él. Separándose y limpiando su boca con el antebrazo, sonrió soberbio y victorioso al ver la cara roja y agitada de Hinata al retirar la almohada que ocultaba su rostro.
Sin perder mucho tiempo, Naruto nuevamente comienza a trepar por su cuerpo, dispuesto a dejar los juegos de lado. Hinata solo se dejó hacer mientras regularizaba el ritmo de su respiración, y una vez que Naruto estuvo lo suficientemente cerca de ella, de un rápido movimiento y con ayuda de sus muslos, le voltea quedando sobre su regazo, dedicándole la misma mirada de malicia que él le dio minutos atrás.
Sin pedir permiso bajo sus bóxer, liberando así el miembro erecto del hombre. Sonrío con suficiencia, como dando su aprobación ante el tamaño, y antes de que Naruto pudiese hacer o decir algo, lo envuelve con una mano izquierda, mientras que con su pulgar comenzó a trazar círculos en la punta del miembro. Al contacto, Naruto apretó sus dientes al mismo tiempo que inclinaba su rostro hacia atrás, mascullando algo que ella no logro a entender del todo. Tras un rato con su miembro en mano, sin previo aviso se inclinó sobre él para lamer toda su longitud. Naruto al sentir su lengua caliente y húmeda, recorrerle y succionar su intimidad, solo pudo apretar aún más sus dientes y labios, evitando que saliese algún improperio o gemido. La caricia que le estaba brindando la Hyūga era de lo más deliciosa, y si no resistía, pronto dejaría salir un gruñido de su boca y todos los sonidos que ella estaba provocando. Sin embargo, por más que lo intentara, un gruñido logró escapar al sentir como no solo su lengua, sino también sus labios y el resto de la boca de la mujer, abrazaban su miembro para succionarlo delicadamente, de arriba hacia abajo una y otra vez, caliente y húmedo. Era buena y lo hacía tan lentamente que provocaba jadeos incontables en el rubio. Pudo sentí como progresivamente aumentaba la velocidad, dispuesta a hacerlo acabar como él había hecho con ella minutos antes.
Pero él no se lo permitiría, no señor, así no acabaría esa noche de diversión para ambos, por lo que con toda la fuerza de voluntad que pudo conseguir en un momento como ese, se incorporó logrando alcanzar los hombros de la Hyūga para detenerla, logrando que con escasa fuerza, ella entendiera el mensaje y se separase de él.
Hinata lo vio confundida por unos momentos, pero entendió casi al instante, dejando su actividad de lado por el momento. Mientras se acomodaba el cabello, dio a Naruto unos segundos para normalizar un poco su respiración, y tras ello, la mujer se acercó dándole un dulce beso en los labios para posicionarse sobre él. Quiso seguir jugando en venganza por haberla hecho acabar antes, por lo que comenzó a moverse, lenta y maliciosamente sobre su miembro, creando un pequeño roce entre ambas pares, sin embargo Naruto rápidamente detuvo su roce malicioso entre sus intimidades, colocando una mano firme en su cadera para impedir el movimiento y mirándola seriamente. Hinata sonrió traviesa, y sin dale mayo espera, lentamente comienza a dejar caer su peso en la masculinidad del rubio, volviéndose uno solo al instante. Ambos dejaron escapar un suspiro cuando eso ocurrió. Se mantuvieron quietos unos segundos, sin moverse aún, cada uno disfrutando la nueva cercanía del otro, cercanía y contacto del cual habían estado privados hace ya bastante tiempo. Se sentía tan placentero tenerlo y estar dentro mientras se abrazaban, que ambos sintieron alcanzar el cielo, con Naruto rodeando su fina espalda con sus fuertes brazos y Hinata apegando su cuerpo más a él. Pronto ella comenzó a enredar sus piernas en el cuerpo del rubio, aumentando el contacto para comenzar a mover sus caderas a un ritmo lento y sensual, profundizando la penetración, mientras Naruto con una mano en sus nalgas marcaba el ritmo y con la otra tomaba la cabellera larga de la peli negra para atraerla a su boca y devorarla descontroladamente. Se movían al unísono cada vez más rápido, mientras el rubio cambió su boca por sus senos, y Hinata ya libre soltaba jadeos cada vez más seguido. El ritmo progresivamente iba siendo más acelerado y salvaje, marcado por las manos del hombre en sus caderas, incitando a seguirle el paso, y Hinata apoyando una mano en sus piernas y la otra lesionada descansando en el hombro del rubio, creando con su roce cada vez más placer desbordante.
Ambos ya estaban llegando a su límite, observando en la mirada del otro la súplica de seguir. Ante esa mirada llena de deseo del rubio, Hinata sin poder aguantarse, dejó escapar un "más" de sus labios, misma palabra y suplica que Naruto captó de inmediato, aumentando la velocidad de las embestidas al tiempo que ella movía sus caderas a un ritmo desenfrenado, mientras nuevos suspiros y jadeos salían de los labios de ambos. A los pocos segundos, sintió a Hinata tensarse avisando que el orgasmo ya estaba cerca, por lo que aumentando un poco más la velocidad de las embestidas, se dejó llevar hasta que escuchó el grito y prisión que ella creaba con sus paredes, apretándolo. Él también había acabado.
Ambos se encontraban jadeantes y cubiertos por una fina capa de sudor, descansando sin separarse. Hinata recuperando el aliento poco a poco e intentando normalizar el galope de su corazón, apoyó su frente en el hombro del rubio, el cual al contacto, la abrazo por la cintura, descansando también en ella.
Pasado un tiempo, la mujer comenzó a sentir el sudor cada vez más frío, por lo que buscando refugio en Naruto, se acurruca en su pecho atraída por el calor emitido y vencida por el cansancio. Sin embargo, casi al acto abrió los ojos y noto lo que estaba haciendo. Ella nunca antes había hecho algo así, nunca buscaba un gesto de ternura ni mucho menos lo demostraba, normalmente después de un encuentro sexual con cualquiera de sus pretendientes, siempre se iba o despedía a los hombres, o en algún caso extremo, dormía con ellos a cierta distancia, pero nunca los abrazaba una vez que terminaban.
Por lo que al instante, disimuladamente se separó de él para quedar a un costado de la cama. Naruto un tanto reticente la liberó de sus brazos y vio que esta se acostaba dándole la espalda. Suspiro sin saber qué hacer, por él estuvieran abrazados dándose más calor y haciéndose cariño mutuamente, pero prefirió no molestarla y darle su espacio. Simplemente la imito, recostándose a su lado, dejando escapar un suspiro.
Por su lado ella se sentía terrible, ¿qué estaba haciendo? a pesar de haber deseado pasar la noche de esa manera con Naruto, no estaba segura de que debía hacer a continuación, ¿lo dejaría dormir a su lado?, ¿le decía que se fuera a su habitación? todo le parecía muy confuso, aunque si debía admitir que deseaba pasar con él la noche, durmiendo entre sus brazos. Pero ¿qué pasaba si Naruto pensaba de manera distinta y se quería ir?, ¿qué fue solo sexo y ya? aquellas dudas la dejaron helada, más de lo que ya se encontraba.
De pronto sintió a Naruto removerse a su lado, levantarse y mover la colcha de la cama, y supuso lo peor, pensando que él se estaba levantando dispuesto a irse, por lo que no debía sorprenderse si lo veía recogiendo sus cosas para vestirse y salir rápidamente por la puerta, sin decir nada. Se encogió en sí misma un tanto molesta, soportando el frío en su espalda y el dolor que aquellos pensamientos suponían. Suspiro, ya no importaba, ella había hecho lo mismo montón de veces antes, por lo que un trago de su propia medicina parecía lo más justo a esas alturas de la vida. Gracias leyes del karma.
Cerró los ojos para no ver a Naruto irse, pero nada pasaba, esperaba escuchar el sonido del cierre de sus pantalones o algo así, pero nada. Espero en el silencio, tentada a voltearse y ver lo que pasaba pero de pronto sintió una mano por su cintura que la jalaban, abrió los ojos de golpe, dio media vuelta y vio a Naruto atrayéndola, palpando el espacio junto a él bajo las sábanas mientras sonreía.
—Tienes frío, ¿verdad?
Aun pasmada, solo asintió, a lo que Naruto sonrió más ampliamente incitándola a ir con él y arroparse a su lado. Hizo caso, y una vez en el lugar el rubio se acomodó para dejar su hombro libre y listo para que ella lo usara de almohada. Al instante pudo sentir como el calor de él la envolvía, y su cuerpo se encajaba a la perfección a su lado, atreviéndose a poner una de sus piernas heladas sobre las cálidas de Naruto, para así disipar el frío que se apoderaba de ella. Alzó su mirada y vio como este se encontraba viéndola y le sonreía con ternura. No sabía exactamente porqué pero quedó impresionada, sin atreverse a romper el contacto entre sus ojos o sus cuerpos.
—¿Estar cómoda? —pregunto Naruto de pronto.
Ella volvió a asentir con más ímpetu, sin poder confiar en su voz de momento. Sentía unos irracionales nervios al estar así, de esa manera, junto a Naruto, sin atreverse aun a tocarlo con sus manos. Todo era tan distinto a lo que ella solía hacer que se sentía fuera de su zona de confort, recorriendo un camino nuevo y desconocido, aún no del todo seguro, y aun sin saber cómo actuar; mas el ver la mirada de Naruto sobre ella, llena de ternura y alegria, hicieron darse cuenta de una cosa: estaba con la persona que quería y la quería de vuelta, al por fin saber que ella no le era indiferente al rubio, sino todo lo contrario. Un nuevo sentimiento pudo más que la inseguridad en su pecho, sintiendo una calidez nueva e inexplicable dentro de sí, la misma que la llevo a sonreírle con igual felicidad antes de acercarse a darle un casto beso en los labios, atreviéndose por fin a posar su manos sobre sus pectorales y relajarse más a su lado, mientras Naruto, como si fuese algo ya natural entre ellos, la abrazo por la cintura atrayéndola más a él, pasando en un supuesto descuido, la mano por sus nalgas para apretarlas. Hinata le vio con desaprobación y roja como un tomate, mientras el rubio solo sonreía feliz, dispuesto a dormir toda la noche con ella entre sus brazos. Bufando, la Hyūga se acomodó de mejor manera, disfrutando del calor que emanaba él.
—Buenas noches, Hinata —dijo Naruto abriendo solo uno de sus ojos, dedicando una última y suave sonrisa, para caer rendido instantes después.
—Buenas noches, Naruto-kun —respondió sin saber si fue escuchada al ver que su respiración se volvía cada vez más acompasada. Con cautela se acercó a los labios masculinos, depositando un casto beso en ellos. —Que tengas dulces sueños —término diciendo mientras también se disponía a dormir, sin percatarse que la sonrisa apacible del rubio se ensanchaba aún más.
.
.