The Walking Dead no es mio. (mas quisiera.) Es de la fox y del autor del comic. creo.

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nota. Demasiado TWD. Anyway, me gusta Carol.

nota2. Tal vez lo siga, con diferentes parejas y esas cosas. Que alguien me diga en comentarios si le parece.


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She never dies.

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.Carol tiene esa forma de hacer las cosas. Suave. Como la piel de la parte interior de sus brazos. Tiene arrugas de la risa. De las preocupaciones, del dolor, de la muerte. (Carol ha perdido mucho. Todo eso que no se puede contar). Carol le sonríe como si digiera "eh, está bien, cariño, la vida no es tan mala." Y a Daryl le gusta creerlo.

(Carol tiene las manos tan cálidas.)

Carol tiene esa mirada de madre. Esa mirada sabia, tibia, como un abrazo. Daryl se siente a menudo torpe cuando la tiene cerca, con toda esa sutileza que lleva impregnada como debajo de la piel. Daryl siente las manos demasiado grandes y demasiado ásperas. Siente que pesa mucho, que es muy grande. Que Carol es la cosa más pequeña (y la mas abarcante) del mundo y quiere envolverla para que nada mas vuelva a pasarla nunca porque coño, nunca ha conocido a nadie que merezca eso tanto como ella.

Carol tiene manchada las manos de tanta sangre. De muertos pero también de vivos. Carol es valiente como nadie aunque parezca más frágil que cualquiera. Carol ama, ama tanto que no le importa morirse un poquito por dentro con tal de mantener a su familia a salvo. a Daryl se le calienta el pecho cuando piensa en esas cosas, en su mirada cálida, pero luego en que mierdas estas pensando pedazo de gilipollas marica, entonces va y entierra algunos fierros en la cabeza de algunos de esos putos muertos, y de paso caza algo y se lo da para que lo cocine, y no es que esté buscando excusas para verla un poquito más. coño, es solo que a ella se le dan mejor esas cosas. Punto.

Daryl sabe (o cree que sabe) que Carol a veces se siente culpable cuando se cuela en su cama – si se le puede llamar así- y le mira con esos ojos viejos, la sonrisa cansada y la lengua bailándole bajo el paladar (del ansia). Daryl siente sus manos más torpes que nunca. La saliva se le hace espesa cuando la besa con la boca abierta y los sentimientos escurriéndosele por los bordes encallecidos. El mundo allá afuera se sigue cayendo a pedazos, le dice (Carol) con los ojos. Deberíamos estar ayudando, somos egoístas. Yo soy egoísta. Pero entonces Daryl toca ahí, exactamente. Le mira tan intenso que la traspasa y entonces le vuelve a besar para que se le olvide hasta su nombre.

A Daryl le da miedo, a veces. Cuando están echados bajo las mantas, con la respiración entrecortada y la mirada fija (en los ojos del otro.) El edredón marca el límite entre su universo y el resto del mundo, ese mundo manchado de sangre y lagrimas y no te mueras hoy, por favor. Daryl lucha contra el instinto de salir corriendo. Cierra los ojos, exhala. Los abre cuando algo se remueve, no te vayas. Daryl siempre la ha hablado con los ojos. (Daryl no sabe hablar con las palabras. No le enseñaron. No quiso aprender.) Algo dentro de él ruge cada vez que contempla la posibilidad de perderla. (y no es que la tenga mucho, de todas formas.)

Carol se queda siempre.

Al otro día, cuando despierta, ella ya no está. Porque tiene la exasperante costumbre de levantarse antes que las gallinas. Daryl, que se levanta excesivamente temprano pero nunca lo suficiente, siente que quiere jurar. Aunque sonríe de todos modos.

Cuando, antes de salir a otra (no tan) estúpida y arriesgada excursión, Carol le mira. Y No te mueras hoy, por favor.

Sonríe (o hace una mueca parecida, tampoco aprendió a sonreír).

Le devuelve un

Claro que no, idiota. ¿Quién te piensas que soy?

Por supuesto.

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