Bienvenidos al ultimo capitulo del fanfic.

Disfruten la lectura.


Los trenes eran los medios de transportes de larga distancia más utilizados. Pinkie era consciente de ello. Observaba por la ventana las llanuras de verdes pastos que parecían extenderse hacia el infinito. De vez en cuando unas arboledas adornaban la escena.

Por la mente de Pinkie transcurrían muchos pensamientos de lo sucedido con Sawdust. Desanimada apoyaba la cabeza en la ventana para sumergirse en el paisaje. Ahora se encontraba más tranquila. Aunque eso tampoco era una buena señal.

Todavía recordaba cómo sus amigas confabularon para que ella se sintiera de esa manera. El recuerdo estrujaba su corazón. Se sentía traicionada.

XXX

Aquella mañana fue un duro golpe para Pinkie. Perder a un amigo de esa manera ya era malo, pero llamarlo amigo era igual de doloroso, no sabía por qué. Sus amigas lagrimeaban a lo lejos. Incluso Rainbow, aunque intentara ocultarlo de las demás.

Pinkie se encontraba hecha un mar de lágrimas. Nadie, en algún momento, la vio llorar tanto por algo, o por alguien.

—Vamos terroncito, será mejor que vayas a descansar a casa —propuso Applejack con ojos rojos.

Con la melena lacia desordenada, Pinkie se levantó del suelo y prosiguió a volver a su morada al lado de sus amigas. Evitaron a toda costa hablar del tema para que Pinkie dejara de llorar. Los susurros iban y venían entre ellas.

—Es una lástima que las cosas no hayan resultado —masculló Twilight.
—Estás en lo cierto querida, yo estaba convencida que con nuestra ayuda lo lograría —respondió Rarity.

El oído de Pinkie se alertó por el susurro.

—Nosotras hicimos nuestro mejor esfuerzo —dijo Rainbow.

La mirada vacía de Pinkie se desvió del suelo hacia Rainbow. Un sentimiento de enojo crecía en su interior.

—Mi libro no sirvió de mucho.
—Mis mariposas tampoco.
—La sesión de fotos fue un desperdicio de rollo.
—La cita en el rio me costó un favor que él me debía.
—Mis consejos no ayudaron al vaquero.

Su enojo crecía con cada palabra.

—Libro.
—Mariposas.
—Fotos.
—Rio.
—Consejos.

Sus amigas fueron las responsables de su sufrimiento y estas emociones encontradas. Esas frases y palabras daban vueltas en su cabeza como un remolino que la arrastraban cada vez más al borde de la locura. Como una tormenta que la ahogaba sin poder resurgir a la superficie.

Una idea. Una conclusión.

Detuvo su paso y las demás se le adelantaron, tratando de digerir la respuesta a la que había llegado.

—¿Qué ocurre Pinkie Pie? —preguntó Twilight notando su ausencia.
—Son culpables…
—¿Disculpa? —inquirió Rarity.
—¡Ustedes tienen la culpa de que me sienta tan miserable! —gritó furiosa.

Todas quedaron estupefactas por la reacción cambiada de su amiga.

—Escucha dulzura, no creo que debas catalogarlo como miseria…—intentó dialogar Rarity.
—Es decir que… ¿Ustedes ayudaron a Sawdust? —la necesidad de una respuesta se hizo evidente.

Todas se miraron, esperando que alguien tuviera la valentía de responderle.

—Si —encaró Applejack—, él pensaba hacer, lo que hizo, por su cuenta. Pero luego de decirnos decidimos darle un casco.
—Se confabularon… para hacerme sentir miserable…
—No Pinkie, no lo pienses como algo malo. Lo que sientes y lo que Sawdust siente es algo maravilloso.
—Yo… ustedes… no puedo.

Pinkie se echó a correr con todas sus fuerzas hacia ninguna parte. Se sentía traicionada por sus amigas. Quería llorar, pero sus lagrimales se habían acabado hace tiempo.

¿En quién podía confiar ahora?

XXX

El trabajo era su único refugio de la pena.

Los empleados de Sawdust lo recibieron cálidamente luego de su larga ausencia. Volver a ese lugar y fijar su mirada nuevamente en ese escenario rustico lo llenaban de recuerdos que quería olvidar. Por su bien.

Acordado el plan de trabajo con el sheriff iniciaron sin mayores contratiempos.

Braeburn también ayudaba en lo que podía, pero eso era una excusa para acercarse y poder entablar conversación sobre Pinkie. Sawdust lo evadía con trabajo. Y si no era con eso, con alcohol. Cuando el cansancio se acumulaba por su incesante trabajo se refugiaba en la bebida para evitar que su mente pensara en ella, a veces en el bar del poblado y otras en la soledad de su habitación.

Sus empleados no se dieron cuenta de su desdicha, pero tenían sus sospechas.

De vez en cuando Braeburn recibía cartas sobre el estado de Pinkie, las cuales no variaban demasiado de carta en carta.

Deprimida. Solitaria. Encerrada en su habitación sin querer hablar con nadie. Intentos fallidos de animarla y un rumor que indicaba que estaba entablando conversaciones absurdas con objetos inanimados. Nunca llegó a confirmarse del todo.

Era evidente que ambos la pasaban mal.

XXX

El tren arribó a la estación. Muchos ponis abordaron y descendieron, entre ellos una poni rosa con alforjas y una canasta con galletas con pasas de uvas.

Recorrió las calles de Fillydelphia recordando calles y números, para llegar con la única poni que sería capaz de ayudarla en este momento de crisis y en quien podía confiar. Durante su trayecto divisó varias parejas que tenían una cita mañanera. Ya sea en un bar, confitería o en la plaza. Para ella era lo mismo, le producía lo mismo.

Miró despectivamente y aceleró el paso para llegar a destino.

Una casa de color verde agua con flores al lado del pórtico y un pastelillo de bronce colgado en la puerta indicaba que había llegado al lugar donde, posiblemente, encontraría respuestas.

Luego de tocar la puerta esperó paciente a que la atendieran.

—¿Quién es? —preguntó la poni anciana del otro lado.
—Soy yo abuela, Pinkie Pie —aclaró.

Los tres seguros de la puerta se destrabaron dando paso a una poni de edad avanzada de un color rosa pálido y una melena y cola de canas de lo que fue su alegre rosa oscuro, con arrugas tanto en su rostro como en sus cascos y un tapado de rombos que cubría su espalda.

—Pero miren nada más es mi nieta favorita en todo el mundo —expresó alegre.

Rápidamente la abuela pie extendió sus cascos y cerró sus ojos, esperando que su nieta saltara y la derribara con un abrazo, seguido por un sinfín de palabras que expresaran la dicha de volver a ver a su querida abuela. Pero sólo recibió un frio abrazo como respuesta. Un escalofrio recorrio el pelaje de la abuela, abriendo los ojos como respuesta. También notó el cabello alisado de Pinkie.

Algo va mal.

—Yo también me alegro de verte abuela —respondió Pinkie.

Sus palabras eran sinceras pero su estado de ánimo le pesaba.

—¿Eso que huelo son… galletas con pasas de uva?
—Sí, tus favoritas.
—Querida Pinkie, si sabes lo que me gusta, ven pasa, seguro debes estar cansada por el largo viaje —dijo la abuela pie, ingresando a su casa.

La fachada del interior de la vivienda era típica de una casa de yegua mayor. Viejos retratos familiares, algunos en blanco y negro, otros en sepia y los más recientes en color con toda su familia. Las paredes decoradas con un papel tapiz de flores que se repetían por todos lados. Los muebles viejos y los electrodomésticos "nuevos" contrastaban entre sí. Y ese aroma en el aire que uno podía identificar en estas viejas edificaciones, que aun después de tanto tiempo permanecen en pie.

Luego de llegar a la cocina, calentar las galletas y poner una mesa improvisada, ambas yeguas se sientan a conversar. Después de unos cuantos diálogos de introducción sobre sus vidas era tiempo de encarar el problema.

—Abuela… tengo un problema —dijo Pinkie algo desanimada.

La abuela dejó la taza de té en la mesa.

—¿Qué sucede querida? ¿Perdiste todas tus pelotas escondidas, diste una mala fiesta, algún cliente rechazó tus pastelillos…?

La pregunta siguió por un rato, imaginándose cada situación posible sobre porque Pinkie se podía sentir así. Pero ninguna daba en el clavo. Pinkie aguardó a que terminara para responder.

—No es nada de eso abuela.
—¿Y entonces que es? —inquirió nuevamente degustando una galleta.
—Es sobre un chico…

Tal fue la sorpresa de la abuela que se atragantó con la galleta de pasas. Tomó un gran sorbo de té para pasarlo y poder articular sus palabras.

—No pensé que llegaría el día que mi nieta me contaría cosas con sementales. Ahora cuéntame ¿Quién es él? ¿Cómo es? ¿De dónde viene? ¿Trabaja?
—Abuela, abuela tranquila —cortó Pinkie a su eufórica abuela—. Me cuesta mucho… contarte lo sucedido.

Notando la tristeza de su nieta se calmó y dijo.

—Está bien, sólo respira y cuando estés lista cuéntame.

Al sofocar un poco la amargura, Pinkie estaba lista para contarle todo lo sucedido en esas dos semanas. Desde la llegada de Sawdust hasta el beso que generó tantos sentimientos encontrados e indescifrables para ella. De vez en cuando pausaba su hablar para ahogar su pena con te y ganar la fuerza de seguir adelante. Las palabras le dolían. Su memoria era su cómplice y por más que quisiera no podía olvidarlo. Era lo que más la confundía ¿Por qué no podía simplemente olvidar a Sawdust?

En varios intentos sus lágrimas querían tomar posesión de ella. Pero eran retenidas quedando con ojos rojos e hinchados.

—Y ahora no se que hacer, quiero dejar de sentirme así abuela… ayúdame…

Ese era un pedido desesperado de ayuda. Su abuela había escuchado atenta toda la historia sin interrumpirla.

—Parece que has pasado por mucho en estos días mi pequeña potranca —dijo acariciándole el mentón de forma cariñosa—. Pero, aunque no lo creas, es algo normal que todos pasamos alguna vez.
—¿En serio? —contestó secándose las lagrimas.
—Pero claro, cuando se es un joven potro o potra estas cosas son pan de cada día y es allí cuando se dan estas preocupaciones, incluso tus tres hermanas pasaron por eso —relató con una risilla al recordar el relato de su hijo sobre las andanzas de las pequeñas.
—¿Incluso Maud?
—En ella fue difícil detectarlo pero si.

Pinkie se imaginó a su inexpresiva hermana lidiando con estos problemas a su manera. Fría y seria.

El resonar de un libro caer sobre la mesa la sacó de su trance.

—Recuerdo cuando vi por primera vez a tu abuelo que en paz descanse —dijo abriendo el álbum de fotos en una parte intermedia—, para mí fue amor a primera vista. En esos tiempos el tema de seducir o conquistar era un tanto diferente a lo que es ahora. Mis amigas me enseñaron a mandar señales para demostrar que estaba interesada y durante muchas noches esperé su respuesta hasta que un día soleado él, como todo un caballero, me invitó a cenar.

Al darse cuenta que estaba divagando en recuerdos que no iban a ayudar a Pinkie, decidió encaminar la conversación.

—Pero dejemos de hablar de mi —dijo despistando el sonrojo por los recuerdos—. Al principio tus padres se preocuparon de que no andes envuelta en esos problemas emocionales pero con el tiempo lo aceptamos y pensamos que los afrontarías cuando llegara el momento. Pero parece que no sucedió como esperábamos ¿Verdad?

Pinkie asintió.

—No quiero sonar grosera pero ¿Cómo esto va a ayudarme?
—Debes escuchar a tu corazón.

La abuela le dio una respuesta muy estereotipada, sacado del más simple libreto de novela para cuarentonas solteronas.

—Ese es el problema abuela, no sé qué hacer —respondió Pinkie apoyando su cabeza sobre la mesa.
—Debes entender que esta es una decisión que debes tomar por ti sola, más allá de lo que yo o cualquiera de tus amigas opinen al respecto. Sea un acierto o un error.

Sus palabras no parecían animar a la poni rosa que hacía círculos en la mesa con su casco libre mientras con el otro se devoraba una galleta.

—Él parece ser un buen semental que te quiere de verdad pero eso no significa que debes quererlo obligadamente. A veces se dan esas situaciones donde uno no puede corresponder al otro, y siempre es triste cuando sucede.
—¿Y qué le pasaría a Sawdust si no le correspondo? —inquirió Pinkie algo temerosa por la respuesta.
—Su corazón se partiría en dos, no literalmente por supuesto —respondió para calmar a la asustada Pinkie que creía que efectivamente le iba a partir el corazón a la mitad—. Y quien sabe como lo tomaría.
—¿Y cuanto tarda en sanar un corazón roto?

La abuela sólo atinó a levantar los hombros en señal de desconocimiento. Cada poni es único y el tiempo de recuperación de un rechazo varía, demasiado.

—Creo que tienes mucho que pensar ¿Pero qué tal si jugamos algo de bingo para despejarte nietecita mía? —preguntó sacando el tambor que hacía girar las bolillas, las bolillas y los cartones.
—¡Yo quiero el rosa! —exclamó animadamente Pinkie.

XXX

El anochecer golpeaba el hábitat desértico de los habitantes de Appleloosa, quienes festejaban en el gran salón multiusos que el equipo de Sawdust había construido durante el mes pasado. Todo salió a lo planeado y tanto las construcciones como las reparaciones se hicieron en tiempo y forma, haciendo que el sheriff ofreciera una celebración para los exhaustos ponis que trabajaron arduamente en la mejora del pueblo.

Tanto los habitantes locales como extranjeros bailaban en la pista de baile con música country. Algunos mejores que otros. Y unos cuantos degustaban bebidas en la barra y las mesas adjuntas.

Entre ellos Sawdust.

El poni de tierra había trabajado hasta el agotamiento con tal de evitar pensar en Pinkie. La sidra del desierto era su única compañía gracias a su cara de pocos amigos, su desahogo. Braeburn fue una piedra en su casco durante todo este tiempo, tratando a toda costa de hablar sobre lo ocurrido tanto en el trabajo como fuera de él.

—Cantinero, otra sidra por favor —dijo Sawdust.

Luego de llenarle la jarra dio un largo sorbo de néctar del olvido, como lo llamaba en estos casos, y giró para ver como sus muchachos bailaban alegres con las yeguas del lugar.

«Los envidio, y al mismo tiempo siento lastima» pensó para sí mismo.

Tan abstraído se encontraba que no notó cuando cierto semental se sentó a su lado en la barra y pidió lo mismo que él. Sawdust fijó su mirada en el tarro espumoso evitando el contacto con Braeburn, quien degustaba feliz su bebida. Tal vez demasiado.

Algo planeaba.

—Woooohhhhhh hace tiempo que no tomaba sidra con ese sabor único a un trabajo bien hecho ¿No lo crees compañero? —expresó alegre.

Pero Sawdust no le dirigió la palabra.

—¿Entonces no me vas a hablar? Está bien, de todos modos tengo mucho de qué hablar. Pinkie por ejemplo.

Sawdust frunció el seño en respuesta.

—No te preocupes, no voy a tratar de convencerte ni nada. Sabes, Pinkie es una yegua muy linda, Sawdust. No puedo creer que desaprovecharas una oportunidad como esa.

Dio un largo trago para olvidarla.

—Es decir, sólo mírala. Es alegre, energética, buena amiga, pastelera y sobre todo… atractiva —dijo en un tono seductor.

Permaneció inexpresivo. Aunque un sentimiento estaba naciendo en su pecho que le causaba ira.

—En serio compadre, estoy casi seguro que si hubiera estado en tu lugar la habría conquistado en un santiamén y sin que ella dudase ni por un segundo.

La ira empezaba a escalar en Sawdust como una pava con agua que era calentada en la hornalla. El intenso bullicio de la fiesta no era inconveniente para que cada palabra del vaquero penetrara cada vez más en su corazón, su frágil corazón.

—Cállate—murmuró con voz baja.
—¿Qué prosiga? Está bien. Luego de una cita romántica como no te imaginas le pediría de una forma espectacular que me haga el honor de ser su novio —dijo efusivamente.
—Cállate—volvió a murmurar apretando el aza del tarro.
—Y después le daría un beso lleno de amor y lujuria tomando la iniciativa mientras mis cascos recorren su cuerpo rosa. Ella gemiría de placer mientras su exhalación golpea mi melena al compas de mis labios que descienden deseosos por llegar hasta su más grande tesoro. El sudor y el aroma de nuestro amor carnal inundaría el aire en espera de que mi lengua acaricie con suavidad su...

Un sonido abrupto resonó por todo el recinto provocando que la música se detuviese y todos giraran para ver el origen de ese sonido. Vidrio esparcido por todos lados junto a un Braeburn inconsciente y un Sawdust iracundo era la imagen de la escena.

—¡Cállate… te dije que te callaras! —exclamó enojado señalando a Braeburn— ¡No quiero que hables así de ella nunca! ¡La amo demasiado como para dejar que un poni degenerado la ofenda de esa manera!
—¿Y entonces por qué estás aquí peleando en vez de ir a buscarla? —inquirió un poni de tierra campirano.
—Ella me rechazó luego de besarla —comentó triste con una lagrima que rodaba por su mejilla.
—Eso es mentira y lo sabes.

Sawdust se asustó al ver a Braeburn parado en frente suyo intacto, sin ningún rasguño y pisando los vidrios que previamente habían estallado en su cabeza.

—¿Pero cómo es que tu...?
—Necesitas más que un tarro de sidra para noquearme, además esto era parte de mi plan, en realidad me pegaste con un tarro falso que se usan en las obras de teatro, observa.

Agarró un tarro de la mesa y se golpeó en la cabeza con él, demostrando su punto.

—Ahora vayamos a lo importante. Eres un idiota vaquero, ella no te rechazó ¿Qué te hizo pensar eso?

Los demás poni observaban la discusión siguiendo con atención cada detalle.

—Luego de decirle mis sentimientos se fue corriendo y me dejó con el corazón roto.

Los espectadores giraron sus cabezas a Braeburn en espera de su respuesta.

—Pero eso no significa que te haya rechazado, cabeza dura. Además en la estación de trenes no le dejaste ni un gramo de esperanza.

Un sonoro "ohhhh" se escuchó por el lugar mientras esperaban la respuesta de Sawdust.

—No había nada que decir. Además intentó justificarse para sentirse mejor consigo misma y eso fue justo lo que yo hice.

Las cabezas giraron una vez más a Braeburn.

—¡Estaba tan devastada que no podía decir nada! ¡Entiéndelo! ¡Esto te afectó tanto a ti como a ella!

Y otra vez giraron a Sawdust.

—¡Mientes! ¡A ella no le afectó como a mí porque ella…! —pausó un momento, como si fuera hora de aceptar la realidad— Ella no me ama como yo a ella.

Las yeguas y algunos sementales del lugar empezaron a botar lágrimas por la trágica historia de Sawdust.

—Ten.

Y le entregó unas seis cartas que ya estaban fuera de sus sobres.

—¿Qué son?
—Con el paso de los días, Applejack me fue enviando cartas sobre el estado de ánimo de Pinkie. Léelas y dime si estoy mintiendo —dijo seriamente.

Las cartas describían como, a pesar de sus esfuerzos, no pudieron ayudar a Pinkie a recuperarse de la partida de Sawdust. Estaba confundida, triste, aislada, frágil como porcelana, enojada, su cabeza era un maremoto de pensamientos que no llegaban a ningún lado. También reflejaba la pena de cada una de sus amigas por no poder ayudarla.

Ahora Sawdust se sentía confundido en su totalidad ¿Qué debía hacer? Lograba ver en Pinkie algo en común y era que, cuando sucedió lo de Applejack hace ya muchos años, se sintió igual de miserable y derrotado. Preguntándose una y otra vez que fue lo que hizo mal, como seguiría adelante, en quien podía confiar su corazón y muchas cosas más.

El Sawdust del pasado se reflejaba en la actual Pinkie. Y eso le generaba culpa por haber causado tal desastre siendo capaz de manejar mejor la situación. No quería que su amada yegua pasara por lo mismo.

No lo merecía.

«Ella merece lo mejor, la voy a sacar de este abismo».

Dejó de leer las cartas y miró a Braeburn que esperaba paciente alguna respuesta. Recibió más de lo que esperaba al ver a Sawdust romper en llanto.

—¡¿Cómo pude ser tan estúpido?! —exclamó frustrado por su actitud con Pinkie.
—Ya deja de llorar Sawdust, a las yeguas no le gustan los debiluchos —dijo Braeburn consoladoramente entregándole una servilleta para que se limpiara— ¿Y ahora que harás?
—No lo sé, ya jugué todas mis cartas.
—Pues, recuerda que en todo mazo de cartas hay dos comodines esperando a que los utilices —dijo el cantinero mientras limpiaba un tarro sucio.
—Comodines… ¡Gracias, sé lo que debo hacer! Mándales una carta a las chicas y diles que necesito su ayuda que ya voy para allá.
—Entendido —respondió Braeburn.

El semental se fue corriendo del local dispuesto a recuperar a Pinkie, y tenía la idea perfecta para ello.

Braeburn observó orgulloso como su amigo se retiraba del local para conquistar a Pinkie, pero un nuevo estruendo llamó la atención de todos los presentes y al girar nuevamente se encontró con un poni tumbado en el suelo con vidrios a su alrededor.

Pero no daba señales de que iba a levantarse.

Todos fijaron su mirada en aquel poni constructor que le dio con el tarro de vidrio en la cabeza de su compañero de trabajo.

—¿Qué? Creí que todos los tarros eran falsos —se excusó el semental.

XXX

Todo estaba listo, era hora de hacer la movida final, sólo faltaba la pieza más importante. Pinkie. Estaba previsto que ella llegará al anochecer de su pequeño viaje y ahí sería el momento de actuar.

Las luces nocturnas de la estación y el vapor del tren que arribó a su destino eran la única compañía para la única poni color de rosa que, luego de tomar una gran bocanada de aire, se dispuso a regresar a su hogar luego de un agotador fin de semana que le trajo un respiro para su cuerpo y mente. Aun con el cabello lacio caminaba lenta por las calles desiertas de Ponyville iluminadas tenuemente por unas farolas. Pero para Pinkie todo era gris gracias a la conclusión a la que había llegado.

Todo gris.

Excepto aquel globo azul que flotaba en medio del camino. Pinkie se acercó hasta él y desató una nota que estaba atada al hilo.

Sigue los globos.

Levantó la mirada y observó como varios globos marcaban la pauta del recorrido. Azules y amarillos como los de su cutie mark.

Siguió y siguió el camino por la calle principal, por la salida del pueblo, a través de un camino de tierra, pasando por una pequeña arboleda hasta que el último globo flotaba encima de una colina que a Pinkie le resultaba familiar.

El corazón de Pinkie empezó a golpear fuerte en su pecho al imaginar la posibilidad de volver a verlo, aunque fuera para darle malas noticias.

Al llegar al lugar de su primer beso vio que el último globo era sostenido por Sawdust quien lo esperaba con una tierna y cálida sonrisa.

—Hola.
—Hola…—dijo Pinkie con sentimientos encontrados.
—Pinkie, vine hasta aquí para decirte que...

Pero Pinkie le tapó la boca con su casco. No quería estar confundida. Practico sus palabras durante todo su viaje en tren para decirle cuando tuviera la oportunidad.

Sin importar que Sawdust mirara a Pinkie con esos ojos que proyectaban un rojo vivo en su corazón.

—Déjame hablar a mi primero —propuso sacándole el casco—. Estuve mal todo este tiempo desde que te fuiste y no parecía que tuviera fin. Me pelee con mis amigas y me sentí sola y todo por tu culpa.

Sawdust comenzaba a ganar culpa lentamente y su sonrisa se borraba.

—Y lo peor es que estaba confundida, sin saber que pensar acerca de ese beso o como se llame que me diste aquel día. Tenía muchos pensamientos, tantos buenos como malos que no me conducían a ningún lado hasta que mi abuela me dio un consejo que me ayudó a tomar una decisión.

Sawdust la escuchaba segura a diferencia de aquel día en la estación de trenes. Aunque eso no es siempre bueno.

—Lo que quiero decir con esto es que… sé que me amas, con todo tu corazón y es por eso que… no puedo corresponderte… no del modo que te mereces, e imaginar que si acepto en un futuro lo voy a arruinar me pone triste porque te voy a perder de una forma dolorosa… lo mejor sería que… dejemos de vernos.

La declaración detuvo el tiempo mismo. La amargura de perder un amigo como Sawdust invadió el pecho de Pinkie, presionándolo. Pero sabía que era la decisión correcta.

Pronto se le pasaría.

Los ojos de Sawdust no reflejaban nada. Habían perdido su brillo. Todos sus ánimos se desplomaron y sintió su corazón dejar de palpitar por un segundo.

Estaba a punto de decir sus últimas palabras y marcharse para siempre pero un recuerdo vino a su mente.

—Pues, recuerda que en todo mazo de cartas hay dos comodines esperando a que los utilices.

«Debo… intentar… con mi segundo comodín».

Pinkie se alejaba del lugar dispuesta a regresar a su hogar y a su antigua vida antes de todo lo ocurrido.

—¡Espera! —rogó Sawdust.
—Por favor Sawdust, no hagas esto más difícil.
—No voy a decir nada, lo voy a cantar, pero por favor escúchalo —suplicó.

Resignada se sentó en el suelo en espera de lo que tenía que decir.

Sawdust silbó y un piano con su pianista, un violonchelo con su violonchelista, una tuba con su jugadora de tuba y un arpa con su arpista salieron de los pastos altos y se prepararon para tocar. Pinkie estaba intrigada.

—Desde ahora te advierto que no tengo la mejor voz del mundo, pero si sentimientos que deben ser correspondidos.

Cualquier poni pensaría que le tocaría una bella pieza romántica en un compás lento, una letra empalagosa, melódica y llena de vida que significarían sus sentimientos y, si Celestia quería, lograría que la poni rosa cambiara su postura.

Pero si algo aprendió Sawdust en estas dos semanas es que, Pinkie funcionaba de forma aleatoria, y era hora de actuar como tal.

—¡Muchos ánimos Pinkie, se lo que pondrá una sonrisa en ese bello rostro tuyo!

Dio la señal para empezar y los artistas contratados comenzaron a tocar. Rápidamente Pinkie pudo identificar de qué canción se trataba.

Tu pata izquierda aquí y luego para atrás
Tu pata izquierda aquí y la mueves sin parar
Sólo haz el pony pokey y a todos conocerás
eso aprenderás

Y la derecha aquí y luego para atrás
y la derecha aquí también le vas a ayudar
sólo haz el pony pokey ya nada será igual
eso aprenderás

La canción era acompañada por una coreografía algo simple pero que le daba un toque especial siguiendo las instrucciones de la letra. Pinkie observaba a Sawdust con una sonrisa divertida por verlo interpretar una de sus canciones para fiestas.

La izquierda jalaras y luego patearas
la izquierda una vez más se valiente sin dudar
sólo haz el pony pokey y otra cara tu pondrás
de eso te voy a cantar

Se acercó por la espalda, colocó sus cascos en sus hombros y metió su cabeza en el cabello de Pinkie, sacándolo por el otro lado. Pinkie rió por eso. Luego se puso en frente de ella y le dijo que le siguiera el paso.

Tu cabeza así, y luego hacia allá
tu cabeza así y la mueves sin parar
sólo haz el pony pokey aunque no te guste más
ahora te puedes marchar

Movieron la cabeza de un lado a otro en perfecta sincronía. Pinkie se mostraba muy cooperativa, después de mucho tiempo se divertía como era de esperarse de una poni como ella.

Sawdust se paró en dos patas y extendió su casco invitando a Pinkie a bailar la ultima parte de la canción. Esta sin dudarlo agarró el casco de su compañero y bailaron el resto del tema.

Te avientas desde ahí, te avientas desde acá
te avientas desde ahí ten cuidado o caerás
sólo haz el pony pokey y un grito les darás
de eso yo les voy a hablar

Sólo haz el pony pokey
Sólo haz el pony pokey
Sólo haz el pony pokey
de eso se va a tratar.

Al finalizar el tema, Sawdust agarró el casco de Pinkie y con toda su fuerza la hizo girar como trompo formando un remolino rosa por unos segundos. Segundos que bastaron para que Sawdust sacara de su alforja una sorpresa y se armara de valor para decir unas palabras.

Pinkie quedó mareada en el suelo, una vez recuperada vio a Sawdust sosteniendo una tarta con forma de corazón.

—No podía irme sin cantarte esa canción y entregarte esto ¿Lo recuerdas?

Y como olvidarlo, para Pinkie era como volver al inicio de esos extraños sentimientos que la condujeron a este momento.

Esa tarta de manzana con forma de corazón provocó una chispa en la mente de la poni rosa, una revelación escondida muy en el fondo de su corazón. Sus ojos la cautivaban, su cabello, su forma de ser y por sobre todo, el enorme esfuerzo que hizo para que ella no lo viera como un simple amigo del montón. Del gigantesco montón.

Ahora se daba cuenta que trató muy mal a sus amigas injustificadamente cuando ellas sólo querían lo mejor para ella, para ambos.

Las imágenes de todas las cosas que hizo con Sawdust llegaron a su mente. Nunca pasó un mal rato con él. Lo disfrutó. Cada sensación cálida. La disfrutó. Los abrazos, roces y toques de cascos. Todo. Todo era mágico cuando estaba a su lado.

Encima se tomó el trabajo de cantar para ella una de las tantas canciones que la poni rosa había compuesto un día de ocio.

¿Por qué ella no tomaba la iniciativa de intentarlo?

—Te amo Pinkie, y aunque no me correspondas al menos quiero que dejemos las cosas bien.

Su mirada se concentraba en el pastel. Suspiró, sintiéndose bien con ella misma por primera vez en mucho tiempo.

—Yo estoy bien Sawdust —respondió alegre—, como dije, no sé si podré corresponderte tanto como tú me amas…

Por un momento el corazón de Sawdust se enfrió.

—Pero eso no significa que no pueda intentarlo, contigo.

Una sonrisa de satisfacción se formó en Sawdust quien con toda la delicadeza dejó el pastel en el suelo y tomó la barbilla de Pinkie cariñosamente para acercarla lentamente a su rostro. Ambos sonrojados, con respiración agitada y un corazón palpitante unieron sus labios por segunda vez pero esta vez Sawdust pudo sentir que Pinkie le correspondía, y no como en esa primera ocasión donde ella estaba tensa por la sorpresa.

Diez mágicos y eternos segundos después se separaron, sin dejar de mirarse con pasión.

—Si Sawdust, quiero ser tu novia —respondió a la pregunta que le hizo hace un mes.
—Pues, te tardaste —dijo Sawdust bromeando.
—Mejor tarde que nunca ¿No?

Con una leve risilla volvieron a fusionarse en un beso que los hizo desplomarse en el césped quedando de costado sin separarse por nada del mundo.

¿Por qué habría de hacerlo?

De vez en cuando se separaban unos milímetros para recobrar el aliento, sus exhalaciones se mezclaban y acariciaban sus pelajes para luego volver a disfrutar del sabor de sus labios.

Se mantuvieron abrazados todo el tiempo, asegurándose que ninguna fuerza divina los separaría de ese lazo especial que poseían.

El cabello de Pinkie volvía a cobrar vida luego de estar un mes lacio. Pero no volvió a ser esponjado como de costumbre, sino que adquirió volumen y su melena rosa se convirtió en un estilo ondulado que caía en ambos lados de su rostro.

Tal cual como en el sueño de la playa en la primera noche en casa de Applejack.

La hacia ver hermosa. También lo acarició para sentirlo y era suave sin perder su característico aroma a algodón de azúcar.

Fue un momento mágico para ambos.

Luego de diez minutos dejaron de besarse y se quedaron viendo las estrellas con sus cascos entrelazados mientras devoraban el pastel con forma de corazón. Pinkie se devoró gran parte del mismo porque recuperó el apetito perdido por su estado depresivo.

Se la pasaron hablando de cualquier cosa y de vez en cuando se piropeaban y halagaban uno al otro. Para sorpresa de Sawdust, Pinkie sabía mucho del tema, lo cual resultaba extraño porque nunca tuvo charlas de este tipo con alguien antes.

Y al volver a ver su melena, llegó a una conclusión. Gracias a él, Pinkie sacó una nueva faceta al exterior, así como tenia a la divertida con cabello esponjoso, a la triste con cabello lacio, ahora existía una nueva, la enamorada de cabellos ondulados especialista en el amor.

«Y vaya que es especialista» pensó.

Un sonido de globo inflado en un milisegundo sacó a Sawdust de su trance. Giró para ver a su amada quien se encontraba dando brinquitos en el lugar con una sonrisa que parecía salirse de su rostro y su melena nuevamente esponjada en su totalidad.

Al menos había disfrutado de su estado anterior. Pero una duda cruzó por su mente lo que le obligó a preguntar.

—Pinkie ¿Tu sabes lo que hicimos cierto? ¿Lo que me dijiste, verdad? —inquirió para estar seguro que no la estaba utilizando.
—Eres un tontito Sawdust —expresó alegre.

Y que mejor forma de responder su pregunta que tomando la cabeza de su novio y besarlo por sorpresa. Más allá de que fue algo inesperado, forzoso y con movimientos algo torpes de la poni rosa esté lo disfrutó. Tal fue el efecto intoxicante de ese beso que los ojos de Sawdust cambiaron por corazones, su pelo se desordenó y una corriente eléctrica recorrió cada centímetro de su cuerpo.

Al separar sus labios Sawdust cayó al suelo por la intensidad del beso algo mareado.

—Oh no ¿Estás bien? ¿Te gustó? —preguntó Pinkie.
—Si… y si —respondió con tres pegasos cupidos dando vueltas en su cabeza.

XXX

A diferencia de aquella mañana de hace un mes atrás, esta era una despedida alegre.

Las mane 6 y Spike se encontraban en la estación despidiendo a Sawdust quien, aunque quisiera quedarse a vivir en el pueblo con su amada, debía volver a su ciudad, principalmente por motivos de trabajo que era su fuente de subsistencia.

Las ponis notaron que tanto Sawdust como Pinkie compartían un brillo especial en sus ojos.

—Nuevamente les agradezco a todas por ayudarme, fue un gesto demasiado grande por alguien que apenas conocían —dijo Sawdust.
—No tienes porque agradecernos vaquero, lo hicimos de corazón.
—Además el resultado final es magnífico, se ven tan tiernos juntos —dijo Rarity.

Sawdust se sonrojó por el comentario, Pinkie simplemente rió entre dientes.

—Ahora que recuerdo, tengo que entregar unos pendientes a ustedes.
—Uy uy, ¿Y a mí que me trajiste? ¡¿Qué me trajiste?! —exclamó Pinkie impaciente.

Este se acercó y le dio un beso rápido.

Con un sonrojo fulminante en su pelaje rosa, Pinkie comenzó a saltar por toda la estación de la emoción. Aun no controlaba del todo bien el caudal de emociones que el semental le provocaba.

—Para Twilight, te devuelvo la bolsa de dormir que Rainbow incineró en la piyamada, de paso te devuelvo el libro de encare que me prestaste.
—Gracias, casi se me olvida que me faltaba una.
—Para Applejack, mi mejor amiga, te traje esto.

El presente estaba envuelto en papel de regalo naranja. Al abrirlo se encontró con un porta retrato con una foto de ambos que se habían tomado un día que la feria vino al pueblo durante las dos semanas de estadía de Sawdust. A los costados había unas siglas "M.A.P.S" y abajó una leyenda con su significado "Mejores Amigos Por Siempre".

—Gracias vaquero, lo atesorare por siempre, mejor amigo.

Se dieron un abrazo lleno de confianza, no era sorpresa que ambos tuvieran una conexión así de fuerte. Esa noche luego de la feria hablaron con todas sobre lo sucedido en Manehattan. Incluso a Pinkie. Ellas aceptaron lo sucedido y se admiraron por haber cerrado un capítulo de su vida que, al final, definió su situación con Pinkie.

Claro que omitieron el beso de aquel atardecer, acordando que le dirían a Pinkie cuando Sawdust estuviera listo.

Una vez separados, era hora del último regalo.

—Y el último es para Rainbow Dash.
—¿Para mí? ¿Por qué?
—Bueno, se que tuvimos nuestros conflictos y quiero asegurarme tu amistad después de todo —dijo sacando un sobre marrón.

Rainbow estuvo a punto de abrirlo pero Sawdust la interrumpió.

—Si quieres conservar tu orgullo, esperaría a llegar a casa para abrirlo.

Ella no tenía idea del porque le dijo eso, pero confió en él y dejó sellado el sobre para más tarde.

—¡Todos a bordo para el tren con destino a Manehattan! —anunció el encargado.

Con su alforja puesta dio media vuelta para dirigirse al tren pero Pinkie lo esperaba con una mirada de cachorro triste.

—¡No quiero que te vayas! —gritó con tristeza aferrándose a él con un abrazo.

—Tranquila Pinkie, no me voy a ir para siempre, te prometo que volveré para pasar al menos un fin de semana contigo cada tanto. Yo no sería capaz de dejarte, pero tengo una empresa que mantener y juro que algún día vendré a vivir a Ponyville para estar cerca de ti.

—¿Lo Pinkie prometes?

—Con abrojo o sino arrojo un pastelillo a mi ojo.

No había que aclarar que todas las chicas se conmovieron por la escena. Rarity, más que las otras, lloraba en los brazos de Spike.

Se dieron un último beso seguido de un abrazo de despedida. Las puertas se cerraron, el silbido de la unidad marcó el inicio de la marcha y los vagones comenzaron a movilizarse por las vías. Sawdust iba sentado junto a la ventana y no le quitó la vista a Pinkie hasta que la perdió de vista.

Pero eso no evitó que la dejara de escuchar.

—¡No te olvides de escribir! —escuchó a Pinkie gritar por megáfono desde la estación el cual produjo un eco notorio en todo Ponyville.
—¿Estarás bien Pinkie? —preguntó Twilight.
—Pues claro —respondió como si fuera algo obvio—. Además, tengo mucho que hacer en Sugarcube Corner por mi ausencia de trabajo, lo que me recuerda que tengo que volver, nos vemos mas tarde.

Con velocidad ultrasónica dejó a las demás para volver al trabajo.

—Y aun después de esto Pinkie Pie sigue siendo Pinkie Pie —concluyó Applejack.

Los demás asintieron.

XXX

"Querida Princesa Celestia:

Hoy no le reporto una lección de amistad, sino algo mucho más complejo y profundo como lo es el amor. No piense mal, es sobre mi amiga Pinkie Pie.

Aprendí que el amor no siempre es como lo pintan en los cuentos infantiles o las novelas escritas. Es mucho más de todo, y tampoco es fácil de conseguir en algunos casos."

Con su propio delantal se veía a Pinkie sacar del horno la última de las tartas "corazón de amor". La cual hace con el mismo amor y sentimiento como aquella vez con Sawdust. Son todo un éxito y muchos ponis en pareja la felicitan por el trabajo.

"Muchas veces se necesitan más que sólo sentimientos para enamorar a alguien, pero en síntesis puedo decir que las emociones juegan un papel importante…"

En su casa en las nubes, Rainbow abrió el sobre marrón y sacó las fotos que había adentro. Su cara se tiñó de un sonrojo de vergüenza extrema al descubrir que Sawdust, le había tomado fotos de su pequeña escena de ballet en el bosque Everfree con una pequeña nota adjunta.

"¿Sin rencores?"

La pegaso esbozó una sonrisa.

—Sin rencores, amigo.

Abrazó las fotos por un segundo y luego las arrojó a la chimenea, convirtiéndose en cenizas a los pocos segundos.

"Y aunque tus acciones pasadas te definen como eres ahora. Debes dejarlas donde pertenecen, el ayer."

Applejack colocó la foto de Sawdust en un mueble de su habitación junto a otras fotos de su familia y amigas de distintos momentos. Se sentía feliz por los dos y sabía muy bien que la cuidaría con todas sus fuerzas. No había motivo para dudarlo, incluso luego de su beso. Cerró la puerta de su habitación y se dirigió a los campos de manzanos a cosechar, no sin antes ponerle llave a la habitación de huéspedes que ahora no tenía a nadie a quien acobijar.

"Como todo lo que se obtiene con esfuerzo, los resultados finales son satisfactorios y gratificantes. No hay que temerle a abrir nuestro corazón a alguien, ya que hay posibilidades de que sea el riesgo que cambie tu vida para siempre, para bien o para mal, pero que tarde o temprano es necesario.

Su más leal alumna, Twilight Sparkle."

Sawdust se encontraba sólo en el asiento de tren dándole una hojeada al álbum de recortes que Pinkie había hecho para él, que contenía fotos de ellos en sus distintos encuentros. A Pinkie le encantaba sacar fotografías y le iba a entregar ese álbum a Sawdust el día que se fuera. Pero como sabemos, cosas inesperadas pasaron y no pudo concretarse, hasta ese día. Incluso tenía un poco de su perfume en él. Inhaló la tapa con lentitud y dejó escapar un suspiro de dicha.

El ciclo se había roto.

Aunque la música, el paisaje, la locomotora, los vagones y los asientos fueran iguales, él era otro poni con un motivo de sobra para despertar cada día con una gran sonrisa en su rostro.

El clima desértico también era el mismo, igual de caluroso.

«Maldito tren sin aire acondicionado».

FIN


Y hasta aquí llegó el fanfic señores, espero que les haya gustado.

Terminó de la misma forma que empezó, eso lo saqué de un fanfic famoso pero no recuerdo cual xD.

Y llegamos al final, ¿Que les puedo decir? Esta es una simple historia de amor que tenia como objetivo ser lo más realista posible, lo dije al iniciar el fanfic.

¿Lo logré? Diganmelo ustedes.

Agradezco a cada uno de los que me dejó reviews a lo largo de los capitulos, en especial a mis seguidores de hierro: rompeordenes, azofel-raz y xXnobu16Xx por seguirme desde el principio cuando comencé a incursionar en los shippings. Mencion especial a , sin resentimientos hermano xD.

Es hora de dar las gracias a los reviews en el capitulo anterior por parte de:

rompeordenes : Gracias por esas felicitaciones y espero que hayas disfrutado el fanfic ^^

Azofel-Raz: Gracias por el review, personalmente yo creo en el equilibrio asi que donde haya ponis de bien tambien hay ponis de mal, por ejemplo los pescadores. Pero gracias por exponer tus puntos de vista personales y espero que hayas disfrutado el fanfic.

xXnobu16Xx: La tipica, agachar la cabeza y salir corriendo xD. Espero que hayas disfrutado el fanfic.

Snes RB: Ahora si acabó, espero que te haya gustado.

Linkwarriorx0: Gracias como siempre por tu review y espero que hayas disfrutado del fic.

Guest: Gracias por eso y espero que hayas amado tambien el final.

LARZER: No exactamente, pero las cosas se resolvieron de todas formas, espero que hayas disfrutado el final.

metalic-dragon-angel: Como le dije a larzer, no exactamente xD, espero que hayas disfrutado del final.

HonkyTonk: Gracias por los halagos y si, la universidad es primero. Otra cosa, nunca me llegó el review al fic de Brave Rick, tal vez se perdio en el correo (?. Espero que hayas disfrutado del fanfic.

Ahora, voy a tomar este espacio prestado para responder todos los reviews dejados luego de finalizar el fanfic, por parte de:

rompeordenes: Muchas gracias por todas las alabanzas, de verdad. Me alegra que hayas disfrutado tanto de esta pequeña obra y que haya quedado entre tus favoritas.

pinkie doo: Gracias por tu comentario, seguro ya lo habrás visto pero igual te respondo que ya está disponible.

metalic-dragon-angel: Gracias por tu comentario.

Linkwarriorx0: Gracias por tu comentario.

xXnobu16Xx: Gracias por tu comentario. Y si, ese y otros fanfics +18 están disponibles.

Silverwolf850: Gracias por tu comentario.

HonkyTonk: Gracias por tu comentario. No tienes de que disculparte, me alegra que te hayan gustado todos los gestos romanticos.

unserlz: Gracias por tu comentario. Lamento decirte que no me seguiste en los demas fics, asi que ya no eres mi acosador oficial, sorry.

Azofel-Raz: Gracias por tu comentario. Siempre me gustaron tus comentarios con referencias a rugby.

elpachonisimo x5: Gracias por todos tus comentarios a traves del fanfic, agradezco que hayas disfrutado todos los detalles.

LovitoBrony: Gracias por tu comentario.

zomeroxd: Gracias por tu comentario. El porno vino por separado.

Isaac: Gracias por tu comentario.

draconia1985 x2: Gracias por tus comentarios. Me alegra que hayas disfrutado tanto de esta obra.

FHix x2: Gracias por tus comentarios. Me alegro que te hayas divertido con este fanfic, estos tipos de comentarios con cosas para mejorar son lo mejor que puedo recibir, de verdad, muchas gracias por tomarte el tiempo de escribir todo eso. Tomaré tus consejos en cuenta para futuros proyectos.

A medida que sigan llegando reviews, los iré respondiendo.

Recuerden, si les gustó el fanfic dejen un review y compartanlo con sus amigos, si tienen alguna duda pueden mandarme un MP, no muerdo, tambien pueden darle like a la pagina de facebook "Exelion fanfiction" para estar enterados de avances y otras cosas, link en mi perfil o pueden buscarlo por fb.

Hasta el proximo fic, se despide, Exelion.