Entonces otra vez salí del trance y quise morirme, directamente, dejar de existir, desaparecer de la faz de la tierra, y sobre todo, desaparecer de esa habitación.

-Pro… profesor…¿ puede abri…- antes de que terminara la frase la puerta se abrió ante mis narices. Miré a Snape, tenía el ceño fruncido y la cara muy seria.-Lo… siento…

-¡LARGUESE!-salí corriendo de allí asustada, y llorando, últimamente lloraba demasiado.

Tenía que mantenerme alejada de Snape, por mucho que me excitase más que cualquier persona en la faz de la tierra no estaba bien acosar a un profesor.

Según me tumbé en la cama me quedé dormida, estaba agotada, gracias a Dios al día siguiente era sábado y no tenía intención de salir de mi habitación en todo el día.

Me desperté muy tarde y empecé a hacer una especie de calendario con las horas en que la lujuria había invadido mi cuerpo, apuntaría cada vez que me pasara para ver cómo evolucionaba.

Durante la mañana me ocurrió dos veces, en intervalos de 4 horas, y por la tarde otra vez más. Sólo eran las 7 de la tarde y ya llevaba más veces que el día anterior.

Pude observar que la intensidad, tal y como dijo Snape, era muchísimo menor que las otras dos veces cuando le tuve tan cerca, la del baño, que fue muy intensa, tanto que pude tener un orgasmo sin ni si quiera tocarme y la del baile que pasaba la línea de lo que era estar excitada, eso más bien era ninfomanía.

Llevaba todo el día dándole vueltas y a eso de las diez decidí bajar al baño de prefectos a relajarme un rato, pero estaba claro que la suerte no estaba de mi parte…

Cuando abrí la puerta, entré en el vestuario de mujeres, dejé mi ropa y salí desnuda con una toalla en la mano, entonces me di cuenta de que él estaba allí.

No me había visto aún, estaba bajo la cascada de agua, pude ver por primera vez su cuerpo. Tenía el torso blanco, se veía que estaba musculado, aunque no muy definidos, mejor, a mi me gustaban así, muy marcados, su espalda era ancha y fuerte. Un par de cicatrices cruzaban su pecho, pero al contrario de afearlo le hacían aún más apetecible.

Esa visión provocó que me excitara. Era la primera vez que salía directamente de mí, pero la sensación era la misma, estaba cegada, no pensaba, solo me acercaba hacia gran bañera sigilosamente. Él no podía oírme por el ruido de la cascada.

Cuando entré en el agua se dio cuenta del movimiento del agua y miró hacia dónde estaba yo. Estaba cubierta hasta la cintura, con los senos medio tapados por el pelo y con una sonrisa inocente dibujada en mi cara.

Él se quedó observándome y se frotó la cara con las manos, al borde de perder la paciencia.

-Por el amor de Merlín Granger, ¿qué hace aquí?- Se notaba que quería salir de allí, pero no podía dejar de mirarme.

-Ha sido mera coincidencia profesor… Si no quería que nadie apareciese por aquí ¿Por qué no cerró la puerta?-Poco a poco iba acercándome a él.

-A estas horas no suele haber nadie.-contestó secamente.-No se acerque más.

-En realidad es usted quien está en el lugar equivocado, usted debería utilizar el baño de profesores.- dije haciendo caso omiso a su advertencia.

-Está estropeado.

-Vaya, que casualidad.- dije riéndome- Parece como si realmente el destino hubiera querido que los dos nos encontrásemos aquí.

Me dedicó una mirada fría al más puro estilo Severus Snape. Sabía que estaba mal, sabía que no podía acosarle de esa forma, pero de verdad que no dependía de mí.

-Granger, ¿Por qué hace esto?. Tiene miles de compañeros a los que acosar y que estoy seguro que estarían más que dispuestos a acostarse con usted, pero yo no, entiéndalo de una vez.

-¿De verdad cree que tanta gente estaría dispuesta a acostarse conmigo?-pregunté.

-Si, Granger, si.

-Entonces… ¿me considera atractiva, profesor?- Se había ido echando hacia atrás hasta llegar al otro extremo de la bañera.

-¿Qué? Yo… solo digo que los adolescentes desprenden hormonas, y no hace falta mucho para convencer a un chico de su edad para acostarse con alguien.

-Entonces, dice que… no le gusta lo que ve…- Me aparté el pelo que cubría mis senos, para que pudiese observarme bien.

-Granger, deje de hacer el imbécil y tápese. Ya se lo dije ayer, y no quiero tener que volver a repetírselo.

-Pero usted es mi profesor y necesito su ayuda.- dije sollozando falsamente.- Solo usted puede ayudarme a que se pase este efecto que me tiene mojada a todas horas.

-No sabe lo que dice, ni lo que hace.-Se iba a marchar, pero le agarré del brazo.

-Claro que lo sé. Y usted lo sabe tan bien como yo.

-Mire, solo actúa así por culpa de la maldita poción, que en buena hora el maldito de Weasley le dió. Y yo estoy empezando a perder la paciencia.

-Eso no es verdad, usted mismo dijo que los efectos aumentarían si tuviese cerca a alguien que me excitase demasiado, tanto como para no poder controlarme. No es de ahora, es de hace tiempo. Probablemente si no fuera por la poción nunca se lo habría dicho, pero usted, profesor, me vuelve loca.

Solté todo sin pensar, sin poder callarme la maldita boca, las palabras salían de mi como si hubiera tomado veritaserum, pero no era eso, era que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de sentirle dentro de mí.

Según dije todo aquello Snape me agarró por los hombros y me empotró contra la pared de la bañera donde hace escasos momentos estaba él. Sus ojos demostraban una mezcla de ira y deseo, o al menos eso me parecía a mí en ese momento.

-Estoy harto de esta tontería Granger.-Me hacía daño en los hombros, verle tan fuerte me excitaba-He tenido que soportarla ayer en mi despacho acosándome, y ahora no se mete en el baño conmigo, sino que encima intenta mentirme.

-Profesor, no le estoy mintiendo, es la verdad. Puede admitirlo o ser un cobarde.-había pronunciado la palabra mágica. Me agarró por la mandíbula presionándome el cuello mientras su otra mano se aferraba al borde a un lado de mi cadera, me habría asustado de no ser porque su cercanía me aturdía de tal manera que prácticamente se me había olvidado respirar.

-No se atreva a llamarme cobarde, estúpida. No es más que una niñata.-Escupió las palabras con rabia, pero no podía engañarme, su miembro erecto me rozaba la tripa, estaba caliente, igual que yo.

Le miré a los ojos mientras apartaba la mano que tenía en mi cuello y la puse al otro lado, le tenía prácticamente encima.

Iba a marcharse cuando enredé mis piernas a su alrededor y le atraje hacia mí, le notaba rozando mi entrada con su erección.

-Granger, ni se la ocurra atreverse.- me miraba con ese mar negro que tenía por ojos y por supuesto que me atreví.

Con un golpe de mis piernas hice que su miembro se introdujese en mí de una maldita vez, y fue como encontrar el nirvana. Él echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos y suspiró, con una mezcla entre frustración y deseo.

Repetí la misma operación saliendo despacio de él y haciendo que entrase de forma brusca. No me miraba a la cara, no quería admitir que yo había ganado la batalla, pero era la realidad. Entonces abrió los ojos y esta vez fue él quien hizo el movimiento.

Un gemido estruendoso salió de mi boca, nunca me había sentido tan completa, y necesitaba más, mucho más.

Cuando por fin aceptó que el daño ya estaba hecho posó mi espalda en el suelo del baño, dejando la otra mitad dentro de la bañera y me agarró las tetas con ambas manos a la vez que las recorría con la boca.

Mordía y pellizcaba mis pezones sin ninguna delicadeza, y me encantaba. Estaba furioso conmigo por no haber podido contenerse, se le notaba, pero no me importaba nada, las oleadas de placer que estaba sintiendo no eran comparables con absolutamente nada.

-¡Ah joder! Más fuerte.-grité.

-Date la vuelta.- dijo entre jadeos, mientras era él el que me giraba hasta darle la espalda.

Me agarró de las caderas y me embistió desde atrás, con esa postura entraba mucho mejor y podía darme mucho más fuerte, que era precisamente lo que le había pedido.

-¿Así mejor Granger?- dijo tirándome del pelo.

-Si, joder si, mucho mejor.-Me dio un azote muy fuerte, y la sensación que me recorrió el cuerpo me indicó que estaba a punto de correrme.- Ahhh otra vez, dame otra vez.

-Así que a la sabelotodo la va el sexo duro.- dijo azotándome de nuevo.

-Ahhh.- Era como si el orgasmo durara mucho más de lo normal, era maravilloso.-Me… ahh me voy a… correr…

Otro azote fue el que hizo que explotase del todo, los espasmos me recorrían todo el cuerpo mientras él no dejaba de follarme una y otra vez sin piedad.

-Vamos Sabelotodo, enséñame como te corres.- su mano se había apoderado de mi sexo y me rozaba frenéticamente.

Esos roces hicieron que llegara al final, si pensaba que no podía haber un orgasmo mejor que el del otro día en su habitación, estaba equivocadísima.

Cuando él noto que había terminado, me agarró de nuevo de las caderas y con una última embestida también se abandonó al clímax, pude notar el calor de su semen dentro de mí junto a un gemido ronco y demasiado sexy para ser real.

Ahora que se me había pasado el "ataque" estaba muerta de vergüenza.

-Veo que ya se le ha pasado el momento ninfómano.- dijo secamente.-Ahora tendrá tiempo de arrepentirse.

Le ví salir de la bañera y rodearse la cintura con una toalla blanca, pero justo antes de que se marchara al vestuario le llame.

-Profesor…- se giró y me miró a los ojos.- No… no me arrepiento.

En su cara se dibujó una sonrisa cínica.

-Entonces espero que haya disfrutado, porque si vuelve a acercarse a mí de esa forma no pienso ser tan benevolente.

¿Eso había sido una amenaza?