Título Original : A Cure for Boredom
Autora : emmagrant01
Disclaimer: Nada es de mi autoría. El enlace original está en mi perfil. Ésta es una traducción autorizada, los personajes originales pertenecen al universo de Sir Arthur Conan Doyle y a la adaptación de Sherlock de la BBC. La imagen de la portada pertenece al artista Reapersun, es maravilloso, así que visiten su tumblr.
Advertencias: Lenguaje fuerte, escenas de sexo explícitas, relaciones homosexuales, heterosexuales, voyeurismo, relaciones de sumisión y dominación.
Beta : Gudea, con quién hemos sufrido todo este fin e inicio de año hasta lograr la meta.
Para mi querida AnLy Drew a quién extraño mucho , y otra vez a mi beta Gudea que ha tenido que sacrificar glorioso tiempo de descanso en pro de esta pequeña perversión.
Ahora dejare esto por aquí y saldré corriendo.
CAPÍTULO 8 : CHOOSING
—¿Listo? —Las manos de John apoyadas a cada lado del marco de la puerta. Tenía el estómago hecho un nudo.
Sherlock miraba la calle de abajo por la ventana, con la cara a rayas debido a las sombras. Se volvió hacia John y asintió.
Se mantuvieron en silencio durante el trayecto en taxi y en silencio durante el paseo hasta el club. John sintió su pulso acelerarse mientras se acercaban a la puerta. Unos pocos pasos más y todo estaría bien. No pasaría nada. Sherlock se haría cargo de él, se haría cargo de todo. Él no tendría que pensar en este horrible caos durante un par de horas, y si tenía suerte, Sherlock le tocaría o algo así, y disfrutaría de ello de una puta vez.
Se detuvo cuando entraron a la zona principal del club, y sonrió. Este lugar: Dios, le encantaba. Era como un oasis en su vida, un lugar donde las reglas eran diferentes y estaba bien.
La mano de Sherlock se posó en su espalda, dirigiéndolo a la puerta que conducía hacia abajo. John se derritió con el tacto; la tensión de los últimos días estaba abandonando de su cuerpo. Consideró resistirse por un momento, sólo para que Sherlock tuviera que aplicar más fuerza, tal vez hablarle en voz baja al oído y ordenarle moverse. Pero no, no había tiempo para eso. John podría forzar los límites de esta relación más adelante; pero en este momento estaba demasiado entusiasmado por comenzar.
Se detuvieron frente a la puerta y John inhaló profundamente. Ahora podía pasar cualquier cosa. Sherlock debía tener un plan en mente, éste era el momento en el que John no tenía ningún indicio de lo que podía suceder… era delicioso. Se giró y le sonrió a Sherlock.
—¿Qué? —La expresión de Sherlock era adorablemente confusa.
John sonrió y tomó su mano, entrelazando sus dedos. Aquí podía hacerlo; era aceptable. Sherlock no pensaría que era extraño; no se apartaría.
Sherlock sonrió y le apretó la mano y le llevó escaleras abajo. Se detuvieron ante la puerta de la zona de juegos pública y Sherlock miro a John una vez más antes de abrir la puerta. Saludaron al guardia de seguridad y se acercaron a la barra.
Sherlock ordenó las bebidas y John se volvió para inspeccionar la habitación. Estaba más tranquilo que el último sábado por la noche, tal vez con la mitad de gente. Eso no significaba que los que estaban allí fueran menos entusiastas. Había una pareja follando enérgicamente en el suelo, no muy lejos, un poco más allá, aparentemente se empezaba a formar un trío. John dejó que su mente vagara por unos segundos, imaginando lo que podría suceder. Sherlock apareció a su lado otra vez y le entregó un vaso de cerveza, a John se le aclaró la mente por completo.
Bebieron en silencio, ambos observando. John esperó. Esta parte le había vuelto loco al principio, pero ahora le gustaba la sensación de ansiedad que se formaba en su interior. Le gustaba no saber, la paz que venía con la aceptación de saber que no tenía el control, que Sherlock se haría cargo de él.
Después de un rato, Sherlock se movió hasta colocarse detrás de él, su pecho presionando el hombro de John, y la frecuencia cardíaca de John aumentó. Allá vamos.
Los labios de Sherlock rozaron su oreja.
—Quiero que elijas a alguien. No te acerques, simplemente vuelve aquí y dímelo cuando te hayas decidido. Yo negociaré.
John asintió y apuró su cerveza. Nunca había escogido; ni siquiera se le había ocurrido como una posibilidad. Quizás Sherlock quería saber lo que le gustaba a John, ¿tal vez ver a quién encontraba atractivo? O puede que no hubiera esperado venir esta noche y no tuviera nada planeado, quizás estaba improvisando.
Le entregó a Sherlock su vaso vacío y comenzó a pasear por la habitación. Caminó por todo el perímetro lentamente, observándolo todo. Ésta era una elección complicada. Si escogía un hombre, la noche probablemente resultaría diferente a si escogía una mujer, o una pareja. ¿Qué quería que sucediera esta noche? No estaba seguro.
Se sorprendió al ver algunas caras conocidas. Una mujer que se parecía mucho a la mujer de traje de látex en color rojo del primer fin de semana, estaba sentada en el regazo de un hombre dentro de uno de los cubículos. Se detuvo un momento, preguntándose si debería de elegirla. De alguna manera ella había empezado todo esto para él; ella había sido la que plantó en su cabeza la idea de que él podría querer a Sherlock.
Siguió caminando. En otra habitación vio a un hombre joven que se parecía mucho a Cam besando a otro chico mientras que un hombre corpulento de mediana edad permanecía sentado en el sofá observando, copa en mano. ¿Quería estar en medio de los dos? Hizo una mueca; probablemente se sentiría terriblemente viejo.
No estaba seguro de que le gustara la idea de elegir. Le inquietaba; no era la forma en la que se suponía tenía que ser. Sherlock estaba a cargo aquí y a John le gustaba eso. No quería ser el que tomara las decisiones, decidir hacia dónde se dirigían.
Siguió caminando, pasando otros cubículos donde la gente se entrelazaba en una alucinante variedad de formas, otros donde la gente conversaba, coqueteando, riendo, y bebiendo juntos.
Y entonces se dio cuenta de que había deambulado por toda la habitación y ahora se encontraba donde había empezado. Sherlock seguía de pie en el bar, copa en mano, su mirada fija en la sala. Se veía fresco, compuesto, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo y por qué estaba allí. Encajaba a la perfección con su ropa ceñida y su increíble apariencia. John se preguntó qué era lo que realmente pasaba por su cabeza cuando estaban aquí, cuando veía a John con otras personas. ¿Se metería en el papel como John lo hacía, o era más complicado que eso?
Nunca había preguntado. Había un montón de cosas que nunca le había preguntado a Sherlock.
Una pareja de jóvenes que caminaban de la mano se abrieron paso a través de lo que se había convertido en una orgía en el centro de la habitación en dirección a Sherlock. Él asintió con la cabeza en señal de saludo y empezaron a hablar con él. La mujer puso una mano sobre el brazo de Sherlock y le sonrió, y su compañero miraba a Sherlock con evidente interés depredador. Los celos treparon por el pecho de John, junto con un toque de amargura. ¿Cómo dos perfectos desconocidos podían conseguir tan fácilmente lo que él no podía? Observo impotente, su mente dando vueltas a pensamientos sobre Sherlock entre esos dos, el hombre presionándolo por detrás, mientras la mujer lo chupaba. ¿Cómo sería estar viendo a otros tocando a Sherlock y haciendo que se corriera, sabiendo que nunca podría tenerlo por sí mismo?
Demonios, tal vez eso realmente sucediera esta noche. Tal vez Sherlock no quería que John eligiera a alguien para sí mismo, sino para Sherlock. Dios, ¿qué haría si fuera el caso?
Sherlock le sonrió a la pareja y dijo algo que John no pudo escuchar a esa distancia, moviendo la cabeza. Ellos asintieron y se fueron, la decepción clara en sus rostros.
John suspiró, aliviado y frustrado. Cruzó la distancia entre ellos y se detuvo frente a Sherlock. Se le quedó mirando, no muy seguro de saber lo que quería decirle.
Sherlock no le devolvió la mirada; mantenía sus ojos fijos en la orgía delante de él. Levantó la copa hasta sus labios y tragó.
—¿Y bien?
—Tú —soltó John. Sintió una pizca de pánico, un cosquilleo en la base de su cráneo, pero no había nada que pudiera hacer ahora. No podía retractarse.
Sherlock se volvió hacia él.
—¿Qué?
John se obligó a no mirar a otro lado, sosteniéndole la mirada.
—Me pediste que eligiera a alguien, y yo te elijo.
Sherlock pareció congelarse por un momento, sus ojos muy abiertos y el rostro pálido. Abrió la boca y volvió a cerrarla, tragando saliva antes de hablar por fin.
—John, no…
—No, escúchame. —John sintió su pecho oprimirse, pero ya estaba en ello y no se echaría atrás. Se acercó más y bajó la voz tanto como pudo, a pesar de que no haber nadie lo suficientemente cerca como para escuchar—. Tienes que saber cuánto te deseo. No te lo pediría si no pensara que tú me deseas también, aunque sea sólo un poco. Por favor, dime que no lo he entendido todo mal.
Sherlock cerró los ojos y pareció tratar de recomponerse. Cuando los volvió a abrir miro el suelo.
—No lo hiciste. Pero no puedo. Por favor, sólo… ve y elige a otra persona.
John apretó las manos contra su cabeza, obligándose a mantener la calma. Esto era exactamente a lo que le había tenido miedo, era exactamente por lo que no le había dicho nada en todo este tiempo.
—¿Por qué no? ¡¿Dime por qué mierda no, después de todo esto?!
—Por favor, no hagas esto.
—¿Ni siquiera merezco una explicación? —John lo miró y contuvo el fuerte impulso de empujarlo, golpearlo, hacerle enojar… cualquier cosa para conseguir una reacción que mostrara que estaba sintiendo algo parecido a lo que John estaba sintiendo en estos momentos—. Por un momento pensé que no estabas interesado en tener nada de sexo, pero ambos sabemos que no es cierto. He eliminado todas las otras posibilidades y la única maldita cosa que queda es que simplemente no me deseas.
La boca de Sherlock se frunció.
—Eso no es cierto.
—Entonces, ¿qué es? —Agarró los hombros de Sherlock, deseando que lo mirara—. Por favor, sólo… déjame tocarte. Eso sería suficiente. No tienes que hacer nada, sólo dejarme…
El vaso de Sherlock se estrelló contra el suelo. El repentino apretón el brazo de John era increíblemente fuerte, como la energía con la que tiró de John lejos de la barra y lo arrastró a la otra esquina. Empujó a John contra la pared con ambas manos en sus hombros y lo inmovilizó. Cualquier simpatía que hubiera habido en su rostro se había ido; lo que quedaba era crudo y casi doloroso de ver.
—Yo sé que tú crees que quieres esto —dijo Sherlock en un susurro ronco—, pero no lo haces. Confía en mí, John, no quieres esto de mí.
John le devolvió la mirada.
—Lo quiero, Dios, lo quiero.
Los ojos de Sherlock eran terriblemente duros. John se encogió contra la pared, su mente a mil por hora. Sólo había visto a Sherlock a punto de perder el control un par de veces.
—No sabes lo que me estás pidiendo. —Las palabras fueron casi un gruñido—. ¿Crees que podemos tener sexo y ser novios, continuar con nuestra vida y ser felices, pero no es así de simple.
—Entonces, ¿cómo es? Dime.
—No puedo amarte, John. Te consumiría. Sabes cómo soy. Sabes lo que pasaría.
John negó con la cabeza.
—No lo sé, y tú tampoco.
—No sabes lo que quiero, lo que pienso cuando te miro. —Él se acercó y movió sus manos de los hombros de John a su rostro, su agarre casi como una tenaza a punto de ahogarlo—. Quiero ser tu puto dueño. Quiero verte hacer cosas que no puedes imaginar. —Sus ojos vagaron por los labios de John, su nariz, cualquier lugar menos sus ojos—. Quiero hacerte cosas, cosas que me asustan. Quiero ver a otras personas haciéndote esas cosas. Quiero hacerte daño y… —Sus ojos se clavaron en los de John y se detuvieron. Su rostro palideció, como si acabara de darse cuenta de que había dicho esas palabras en voz alta.
—Está bien —susurró John, mirándolo.
Las manos de Sherlock se trasladaron a su propio cabello e hizo una mueca.
—No está bien. Voy a presionarte y presionarte y un día decidirás que tuviste suficiente y me dejarás, y eso me destruiría.
—Eso no lo sabes. Y tampoco sabes lo que quiero.
Sherlock lo miró por un momento como si fuera a explotar, pero se calmó. Pareció hacer un esfuerzo. Finalmente, apretó los labios y asintió.
—Está bien. Dime qué es lo que deseas, John.
—A ti. Te quiero. Quiero todo esto, todo de ti. Maldita sea, mírame. —John agarró su camisa y la apretó, tirando de Sherlock más cerca de él. Los ojos de Sherlock le devolvieron la mirada con clara reticencia—. Estoy tan jodidamente enamorado de ti que voy a tomar todo lo que me des.
Sherlock negó con la cabeza y dio un paso hacia atrás, mirándolo aún más angustiado.
—Ése es precisamente el problema. Ya ha sucedido. No pudiste decirme que no el domingo, y si Annie no lo hubiera acabado ella misma, prácticamente te hubiera violado, y me hubiera gustado mucho, y no me habría dado cuenta de lo que querías hasta que fuera demasiado tarde. Es por eso que esto no puede suceder, John. No puedo…
—Oh, para… No pasó nada de eso. —John tomó las manos de Sherlock entre las suyas, volviéndolo a acercar—. Yo estaba enojado contigo por besar a Ryan y Ryan sabía que lo iba a hacer sólo por venganza, sólo para darte celos. Dijo que me arrepentiría y tenía razón. —Negó con la cabeza, ahora deseando haber aclarado esto aquella primera mañana—. Si yo realmente no hubiera querido hacerlo, habría usado la palabra de seguridad. Lo he hecho antes.
Sherlock lo miró fijamente.
—¿Por qué te hubieras arrepentido?
—¿De verdad no sabes la respuesta a esa pregunta? —Sherlock negó con la cabeza y John no podía creerlo—. Puedes ser un genio, pero a veces puedes ser increíblemente estúpido. —Soltó las manos de Sherlock y deslizó sus palmas hacia arriba por los lados del pecho de Sherlock. Sherlock se tensó ante el contacto, pero a John no le importó. Dios, había querido hacer eso desde hace mucho tiempo—. Porque yo quería que fueras tú.
Sherlock asintió lentamente, pero su expresión seguía dolida.
—Puedo ser un sumiso, pero no soy una delicada flor. Si no quiero hacer algo, lo sabrás. Fui a Afganistán, ¿recuerdas? Puedo manejarte, y puedo patearte el culo si tengo que hacerlo.
Algo así como una sonrisa se dibujó en las comisuras de la boca de Sherlock.
—Oh, lo dudo.
—Ponme a prueba alguna vez.
—Eso se puede arreglar.
John sonrió ante la chispa que se encendió en los ojos de Sherlock, y oh Dios, lo quería tanto. Estaba tan cerca que casi podía extender su mano y tocarlo.
—Todo esto se convirtió en un infierno cuando dejamos de ser honestos el uno con el otro. Así que estoy siendo honesto ahora. —Tomó la mejilla de Sherlock con una mano temblorosa—. Quiero que me presiones. Quiero que me uses para hacer cada retorcida fantasía tuya en realidad. Tengo fantasías también, cosas que no sabes. —Trazó el contorno del labio inferior de Sherlock con su pulgar.
Hizo una pausa, dándose cuenta de lo cerca que estaban ahora, sus rostros a pocos centímetros de distancia. Sherlock lo miraba con emoción, sus ojos oscuros, sus labios entreabiertos. La mano libre de John se deslizó por su pecho, por su costado y tomó la polla de Sherlock por encima de sus pantalones. Los ojos de Sherlock se cerraron y jadeó en voz baja, y John lo sintió endurecerse completamente bajo sus dedos. Se inclinó hacia adelante, sus labios rozando la oreja de Sherlock.
—Quiero que me entregues a otros y que les digas como follarme. Quiero que me ates y averigües cuáles son mis límites. Quiero que me marques una y otra vez y luego me folles hasta que no pueda ver bien. Quiero pertenecerte, que me consumas. —Hizo una breve pausa, sorprendido por la rapidez con la que esas palabras fluyeron de él. Acarició a lo largo de la polla de Sherlock con su palma—. Así que dime: ¿es eso lo que quieres?
Sherlock se quedó sin aliento y se apartó de él.
—Yo… Oh, Dios. —Se apoyó contra la pared con una mano y ajustó su erección con la otra, haciendo una ligera mueca.
John parpadeó.
—¿Acaso tú…?
Los ojos de Sherlock se agrandaron.
—¡No! Por supuesto que no. —Sin embargo lucía realmente mortificado.
—Estás sonrojado.
Las manos de Sherlock fueron inmediatamente a sus mejillas.
—No estoy sonrojado.
—Sí, lo estás. ¿Avergonzado?
—No, no. Yo sólo… Eso fue… Dios, John. —Negó con la cabeza y lucía realmente aturdido.
John lo miró fijamente por un momento. Desconcertado. Pero, por supuesto… a pesar de los acontecimientos de las últimas semanas, Sherlock realmente tenía muy poca experiencia real en esta área. Un poco de charla sucia y un sólo toque y por lo visto casi se había corrido en sus pantalones. Los labios de John se curvaron en una sonrisa.
—Justo cuando creo que he conseguido entenderte, me sorprendes.
—Eso es lo que me asusta. —Sherlock hizo un sonido como de risa ahogada y miró hacia otro lado—. Tienes que entender lo que estoy pidiéndote, John, por favor, compréndelo. Porque si hacemos esto y cambias de opinión… —Suspiró y miró a John otra vez, había tristeza allí… y algo más también.
Oh. Los ojos de John se ampliaron y tuvo que poner una mano sobre su boca por un momento cuando finalmente comprendió.
—¿Crees que hay algo mal con lo que estás sintiendo? ¿Crees que no es normal?
—Sé que no es normal.
John negó con la cabeza, casi echándose a reír. Era tan disparatadamente Sherlock que no supo por qué no lo había pensado antes.
—Oh, Dios, así es como se siente todo el mundo, Sherlock. Simplemente no lo sabes porque nunca te has permitido sentirlo antes, pero es completamente normal. Ciertamente una persona promedio no tiene tu particular conjunto de fetiches, pero lo otro es casi lo mismo, la posesividad, la obsesión, el miedo ante la idea de la pérdida… así es como se siente la gente cuando… bien. —Él no iba a poner palabras en la boca de Sherlock, no importaba lo mucho que lo quisiera.
Sherlock le miró fijamente.
—¿Así es cómo te sientes?
—Sí. Absolutamente, sí. —John se permitió sonreír.
—Pero…
—Pero nada. Dios mío, cuando me dijiste que no entendías el amor no pensé que lo quisieras decir literalmente.
Sherlock negó con la cabeza, incrédulo.
—¿Cómo puede la gente funcionar así? ¿Cómo salen de la cama y van a trabajar sin explotar? ¡Es paralizante!
—Sí, lo es. Es bastante miserable, sobre todo cuando se piensa que es unilateral.
—Pero… no es unilateral.
John tragó saliva.
—Definitivamente no.
Sherlock suspiró y pasó sus manos por su cabello.
—Así que… bien. Aquí es donde me dices que las relaciones son difíciles y no hay garantías. Podemos ser el uno para el otro, o podemos terminar matándonos entre nosotros, pero si no aceptamos el riesgo nunca lo sabremos.
John se encogió de hombros.
—Sí, básicamente eso.
Sherlock apretó las manos a los lados de su cabeza, haciendo una mueca.
—Yo estoy… jodidamente aterrorizado con esto. Prefiero mantener las cosas como están a aceptar el riesgo y perderte por completo.
—¿Serías feliz viéndome tener relaciones sexuales con otras personas, no teniéndome nunca para ti mismo?
—No me gustaría, no. Pero sería mejor que la alternativa. —Dejó caer sus manos y sus ojos eran solemnes, y John sabía que hablaba en serio.
—No es suficiente para mí, ya no. Por favor, Sherlock. Confía en mí.
Sherlock suspiró y miró a John un momento, luego asintió. John le dio un abrazo y se mantuvieron así durante un minuto entero.
—Así que vamos a hacer esto —dijo John. Esperaba no haber sonado como se sentía, Dios. Si Sherlock decía que no…
—Sí. —Los brazos de Sherlock lo apretaron—. Sí.
John cerró los ojos y sonrió, apretándolo más fuerte.
—Está bien, entonces. Está bien, Dios. —Exhaló, no totalmente seguro de creérselo—. ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué quieres hacer?
Sherlock se apartó y lo miró.
—Quiero ir a casa.
John sonrió y asintió con la cabeza.
—Entonces vamos a casa.
Por alguna razón les llevó una eternidad conseguir un taxi vacío, habían caminado casi hasta Trafalgar Square antes de finalmente conseguir uno. Se sentaron muy juntos en el asiento trasero, sus piernas tocándose, y John se dio cuenta con un sobresalto de que esto era real. Podía tocar a Sherlock fuera del club y estaría bien. Sherlock era suyo.
Apoyó la mano en el muslo de Sherlock y miró su cara. Sherlock puso su mano sobre la de John, muy suave, pero lo suficientemente cerca para que John pudiera sentir el calor entre ellos. John giro su mano de modo que su palma quedara hacia arriba con la intención de entrelazar sus dedos, pero Sherlock empezó a trazar círculos en la palma de John, lentamente, en espiral hacia el centro. El aliento de John quedo atrapado en su garganta por ese contacto. Parecía haber una conexión directa desde sus manos a sus testículos, y joder, ¿cómo algo tan simple se convirtió en esto?
La expresión de Sherlock era una mezcla de excitación y curiosidad, y John no pudo resistir la tentación de deslizar sus dedos a lo largo de la muñeca de Sherlock. Observó su rostro, vio su respiración acelerarse ligeramente, sus ojos abriéndose con sorpresa. John trazó una línea hacia abajo sobre la palma de su mano hacia el centro de la misma, y los ojos de Sherlock se cerraron. John hizo una nota mental de repetirlo usando la lengua en algún momento.
Sherlock finalmente entrelazó sus dedos. Su otra mano estaba apretada en un puño y se movió en el asiento, mirando por la ventana. Los ojos de John se movieron hasta los pantalones de Sherlock, y sí, sin duda estaba en la misma condición que John.
El resto del viaje en taxi fue insoportable. No podían mirarse el uno al otro, ni siquiera podían hablar. John podía sentir su corazón latir en las puntas de sus dedos, podía sentir el pulso de Sherlock en la palma de su mano. Una gota de sudor corría por la parte posterior de su cuello, pero no era nada comparado con la incomodidad absoluta de sentarse en el taxi con una furiosa erección de la que no podría encargarse hasta que llegaran a casa, mientras que se topaban con cada jodido semáforo en rojo entre Trafalgar Square y Baker Street.
Cuando el taxi se detuvo finalmente ante el 221B, John sacó su billetera del bolsillo de atrás y le lanzó uno de veinte al conductor. Salió corriendo por la puerta, rebuscando las llaves entre sus bolsillos. Sherlock se apretó contra él por detrás y su erección presionando el culo de John no ayudaba en absoluto. Dejó caer las llaves y por un momento pensó que Sherlock se agacharía junto con él en la puerta. Finalmente, logró abrir la puerta y empujarla hasta abrirla, cayéndose en la entrada. John se obligó a ponerse de pie y se dirigió hacia las escaleras, pero Sherlock le cogió de la mano y le dio la vuelta, presionándolo contra la pared del vestíbulo.
Sherlock se le quedó mirando fijamente durante un rato, sus ojos casi salvajes, y luego besó a John. Fue más un choque de labios que un beso, y John se sujetó de Sherlock como si de ello dependiera su vida. Fue duro y furioso y perfecto, y John gimió dentro de la boca de Sherlock, asombrado por la intensidad del sentimiento de no estar lo suficientemente cerca.
Las manos de Sherlock bajaron el cierre de los pantalones de John, y lo siguiente que John supo fue que unos largos dedos envolvieron su pene y, Dios Santo, que todavía estaban en el vestíbulo.
—Arriba —susurró, separándose de la pared y caminando hacia atrás.
—No puedo esperar tanto tiempo.
—Has esperado tres semanas.
—He esperado más de un año.
Los talones de John golpearon la parte inferior de las escaleras, cayendo hacia atrás, llevándose a Sherlock con él. La barbilla de Sherlock golpeó el estómago de John y John hizo una mueca, pero luego Sherlock se deslizó por su cuerpo y se colocó entre sus muslos, deteniéndose ante la erección que sobresalía de los pantalones de John.
—Oh, Dios mío —dijo John, agarrándose de las escaleras. Lo abandonaron todos los pensamientos acerca de ir a su piso. Todo lo que podía pensar era en lo mucho que quería esa boca sobre él, ahora mismo. Sherlock se inclinó hacia delante, su cálido aliento contra su polla, y John cerró los ojos.
Se oyó un ruido en el pasillo y una puerta abrirse, luego el sonido de unos de pies en pantuflas.
—¿Sherlock, John? ¿Sois vosotros?
—¡Mierda! —exclamó John ahogadamente y un segundo después Sherlock se había arrojado sobre el cuerpo de John. John hizo un gesto de dolor: sin duda habían algunas direcciones en las que un pene erecto se suponía que no debería doblarse. Se las arregló para colar una mano entre ellos y ajustarlo a una posición más cómoda al tiempo que la señora Hudson daba la vuelta a la esquina.
—¡Oh, cielos! —Exclamó, sujetando firmemente su camisón alrededor de ella—. ¿Estáis bien, muchachos?
—Sí, sí, estamos bien —dijo Sherlock. Sonaba muy tranquilo, teniendo en cuenta la situación.
—Es que… me caí —agregó John. Dios, sonaba bastante flojo incluso para él.
—Eso paso, él se cayó. Y luego yo… me caí encima de él. Bebimos demasiado esta noche, ¿cierto, John?
John se rio; no pudo evitarlo.
—Oh, Dios, lo hicimos. Lo siento mucho, señora Hudson.
—Así que no se preocupe, estaremos bien. Lamento haberla molestado. —Sherlock le sonrió confiadamente.
—No os lastimasteis, ¿verdad? —dijo ella, dando varios pasos hacia ellos.
—¡No! —dijeron al unísono, y ella retrocedió un paso, sus ojos llenos de preocupación.
—Estamos bien, de verdad —dijo John—. Por favor, no se moleste.
—Sí, vamos a estar bien —añadió Sherlock—. Creo que sólo tenemos que… quedarnos aquí durante un rato. Vuelva a la televisión, nosotros sólo…
—Oh, en serio, Sherlock. No debéis quedaros ahí. Esas escaleras deben ser terriblemente incómodas.
—Sí, es cierto… son duras —dijo John, sonriendo.
—Sherlock, échale una mano, ¿puedes?
—Estaba a punto de hacer precisamente eso —respondió Sherlock, completamente inexpresivo.
La señora Hudson sacudió la cabeza como si estuviera escandalizada, aunque había un brillo asomándose en sus ojos.
—Borrachos un jueves por la noche. ¿Qué os pasa?
—Nada todavía —respondió John. Se sentía delirante. Era todo lo que podía hacer para no echarse a reír—. Pero Sherlock…
Sherlock puso una mano sobre su boca.
—Siento que haya tenido que verlo así, señora Hudson. Por favor, no se moleste. Yo me ocuparé de él.
—Vosotros dos… —dijo ella, sacudiendo la cabeza. Se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a su piso, un momento después estaban los dos solos una vez más.
Se echaron a reír tranquilamente y John tiró de Sherlock hacia abajo para un rápido beso.
—¿Ahora podemos irnos arriba, antes de que la señora Hudson consiga un buen vistazo de lo que está pasando?
Sherlock se sentó y John volvió a abrochar sus pantalones. Se puso de pie y le tendió una mano a Sherlock.
John le llevó por las escaleras hasta pasar al salón. Sherlock cerró la puerta y soltó la mano de John el tiempo suficiente para quitarse el abrigo. John lanzó su propia chaqueta a un lado y miró a Sherlock, esperando. La habitación estaba extrañamente iluminada por una combinación de la luz de la calle y la luz del baño que uno de ellos había olvidado apagar antes, y era perfecto.
Sherlock lo miró fijamente durante varios segundos antes de acercarse. Estuvo parado frente a él un momento más, su mirada deslizándose por la cara de John, como si lo estudiara, memorizando todo su aspecto en este momento.
—Si no me besas en este instant… —dijo John, siendo interrumpido por la boca de Sherlock presionada sobre la suya.
Era un toque vacilante al principio, un gentil roce de labios, nada como el arrollador besuqueo en la planta baja. John envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Sherlock y se dedicó a sentir, dejando a Sherlock controlar el ritmo. Era sorprendente poder estar en este lugar donde habían tenido tantas discusiones y conversaciones, en las que Sherlock deambulaba y despotricaba contra los casos y la falta de los mismos, donde se había construido su amistad en este último año… y donde ahora compartían un beso.
John gimió ante el primer roce de una lengua en su labio inferior, pero se obligó a esperar, para ver lo que sucedía a continuación. Si estuvieran en el club, él sabría exactamente qué hacer, qué esperar, pero era diferente aquí. Ellos estaban en casa, y las reglas eran diferentes.
Una de las manos de Sherlock se trasladó a la parte posterior de su cabeza y otra se instaló en su hombro, casi en la espalda. John se perdió en el baile lento de sus lenguas, en el asombroso calor de la boca de Sherlock, y tuvo que recordarse más de una vez que este era Sherlock y que era real. Sus manos se movieron a las caderas de Sherlock y lo atrajo más cerca, presionando la dura longitud de su pene contra Sherlock. Sherlock gimió en su boca ante ese tacto y el sonido tuvo un efecto eléctrico sobre John.
Tomó el control del beso y pronto tuvo a Sherlock derretido contra él en menos de un minuto. Había algunas cosas en las que sabía que era bueno y está sin duda era una de ellas. Justo cuando estaba considerando desabrochar los pantalones de Sherlock, éste detuvo el beso y presionó su frente contra la de John, jadeando.
—Creo que realmente podía correrme sólo con eso.
—Podríamos intentarlo alguna vez. —John aprovechó la oportunidad para comenzar a besar el cuello de Sherlock.
—Pero no esta noche. Oh, Dios.
Las orejas de Sherlock parecían ser sensible. John sonrió; podía utilizar eso.
—¿Qué quieres hacer ahora? —susurró.
—Yo… —comenzó Sherlock, pero la lengua de John trazando el lóbulo de su oreja parecía distraerlo por completo.
John se debatía entre distraerlo hasta el punto de hacerlo incapaz de hablar o parar para hacer un plan. Era, después de todo, la primera relación sexual en una década o algo así para Sherlock. John definitivamente quería que fuera memorable.
Se conformó con acariciar la mejilla de Sherlock con su nariz.
—Dime lo que quieres.
Sherlock exhaló temblorosamente.
—Oh, Dios, todo. —Mantuvo el rostro de John entre sus manos y lo miró fijamente, sus ojos oscuros bajo la luz tenue—. Lo quiero todo. No tengo idea de por dónde empezar. —Parpadeó ante John y parecía estar genuinamente a punto de colapsar.
John puso sus manos sobre las de Sherlock, apartándolas de su cara.
—¿Quieres que yo lo haga?
Sherlock se quedó mirándolo un momento más y luego asintió. John apretó sus manos y las soltó, dando un paso atrás. Observó a Sherlock durante varios segundos, tratando de decidir lo que él querría de estar en la posición de Sherlock. Había tantas posibilidades, tantas cosas que podrían hacer juntos. Y que iban a hacer terminar por hacer de todos modos… pero, ¿por dónde empezar?
—Desvístete —dijo John al fin. Las manos de Sherlock volaron a su camisa y comenzaron a desabrocharla, John añadió—: Poco a poco.
Observó botón tras botón abriéndose con un pop, los ojos fijos en la piel pálida que quedaba al descubierto lentamente. Cuando Sherlock terminó, dejó caer la camisa al suelo, John dio un paso adelante y acaricio el pecho de Sherlock, sus dedos deteniéndose en el vello oscuro antes de pasar a un tenso pezón. Besó el hombro de Sherlock mientras su mano acariciaba su estómago y por encima de su ombligo, siguiendo el rastro de vello con sus dedos hasta que desaparecieron bajo la tela.
Mierda. Tomó una profunda inhalación para tranquilizarse; había deseado hacer eso desde hace mucho tiempo.
—Ahora los pantalones. —Rodeó a Sherlock, viendo los músculos flexibles de sus brazos y hombros mientras se desabrochaba los pantalones y los empujaba hacia abajo sobre sus muslos. Sherlock se detuvo, recordando los zapatos, movió los pies hasta patearlos a un lado. Finalmente se quitó los pantalones y esperó, con la cabeza vuelta ligeramente como si estuviera tentado a mirar hacia atrás.
—Los calzoncillos. —Estaba muy orgulloso de haberlo dicho sin titubear. Sherlock pareció tomarse su tiempo con esa última prenda, John casi podía imaginarse la sonrisa en su rostro. Sherlock se inclinó para empujar la tela hasta los tobillos… realmente, era tan ridículamente innecesario que John casi rio ante su desfachatez… la visión de su culo en esa posición en particular era demasiado como para resistirse.
—Quédate ahí, así. —John dio un paso adelante y presionó su erección todavía vestida en la hendidura del culo de Sherlock, y joder, cómo deseaba eso. Acarició con una mano la espalda de Sherlock y movió sus caderas ligeramente. Él podía tener esto. Todo lo que tendría que hacer sería desabrocharse los pantalones y… Bueno, era un poco más complicado que eso, pero aun así. Sus manos se movieron a las caderas de Sherlock y las mantuvo quietas mientras se restregaba contra su culo lentamente.
—¿Alguna vez te han follado?
—Sí —respondió Sherlock, su voz poco más que un susurro.
—¿Lo disfrutaste?
Hubo una pausa.
—Sí.
Oh, Dios. John exhaló.
—Levántate. —Sherlock se levantó y John dio un paso hacia atrás—. Date la vuelta.
Sherlock se giró y sus ojos encontraron los de John inmediatamente. El rubor en sus mejillas se había extendido a su pecho y su pene estaba totalmente erecto, sobresaliendo de su cuerpo. John se lo quedó mirando, luego volvió a verle la cara y sonrió. Pasó una mano lentamente por el vientre de Sherlock, por encima de su cadera, sus dedos rozaron el vello oscuro en la base de su pene antes de tomarlo en un rápido movimiento desde la raíz a la punta.
Sherlock abrió la boca mientras cerraba sus ojos.
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que alguien te tocó así?
La frente de Sherlock se frunció.
—Oh, Dios. Años. —El hecho de que no se hubiera molestado en dar una respuesta exacta era una buena señal.
John lo acarició otra vez, fascinado por la vista de la piel del prepucio sobre el glande mientras tiraba de ella, luego la lenta exposición de la delicada y resbaladiza piel mientras lo acariciaba de arriba a abajo. Una gota de líquido se formó en la ranura y corrió la yema de su pulgar sobre ella, esparciéndola. No había tenido la oportunidad de jugar con el pene de otro todavía. Por alguna razón eso no había ocurrido en las últimas semanas.
—Dime lo que te gusta.
Sherlock exhaló.
—Eso está funcionando bastante bien en este momento.
—¿Todavía piensas en mí cuando te masturbas? —John lo acarició de nuevo y observó el rostro de Sherlock. Lo había visto correrse antes, pero esto iba a ser completamente distinto.
—Sólo pienso en eso.
—¿Qué me imaginas haciendo?
—Sería mucho más fácil preguntarme en lo que no pienso.
—Adelante, entonces.
—Yo… no puedo pensar en nada.
John sonrió; le gustaba Sherlock un poco incoherente.
—No puedo decidir si quiero que te vengas en mi mano o en mi boca. ¿Tienes alguna preferencia? —Dio otra sacudida lenta al pene de Sherlock, girando en la parte superior para deslizar el prepucio por un lado de la cabeza.
Los ojos de Sherlock se pusieron en blanco por un momento.
—Uhmmm… ¿ambos?
—Bueno, supongo que podría intentarlo, pero…
—En tu boca.
John se puso de rodillas y sonrió.
—Esperaba que dijeras eso. —Poso sus manos sobre las caderas de Sherlock y lo miro por un momento. Había visto el pene de Sherlock antes, pero nunca demasiado, nunca tan de cerca y sin las manos de Sherlock en el camino. Levantó la vista para observar a Sherlock mirándolo con una expresión de pura necesidad.
John se inclinó y movió la lengua por la punta. Las manos de Sherlock sujetaron sus hombros al instante; John tuvo la impresión de que de repente tenía dificultades para estar de pie. La lengua de John rodeó el glande lentamente, rozando el frenillo. Envolvió una mano alrededor de la base y tiró de la piel hacia arriba, alzando suficiente prepucio como para posar la punta de su lengua por debajo… era algo que había deseado hacer.
—Oh Dios, por favor. —Las manos de Sherlock temblaban sobre sus hombros. Esto probablemente no tomaría mucho tiempo.
John metió la cabeza en su la boca y luego lo chupó suavemente con su lengua. Era sorprendentemente diferente sin condón: el gusto y el tacto de la piel contra su lengua era intenso, la combinación del sabor ligeramente amargo del preseminal hacía toda la cosa mucho más íntima de lo que nunca había sido con los invitados del club. Luego estaba el hecho de que se trataba de Sherlock, que no había tenido un polvo adecuado en más de una década, y John quería hacerlo lo mejor que pudiera.
Mantuvo la ligera succión y se centró en utilizar su lengua para masajear la parte inferior de la punta, y después de treinta segundos había una mano presionando su cabello.
—Para, para, para —dijo Sherlock con los dientes apretados, los ojos fuertemente cerrados—. No voy a durar mucho más tiempo.
—Entonces tal vez deberíamos terminarlo. No sé tú, pero ésta no será la última en la noche.
Sherlock asintió, con los ojos todavía cerrados, y John tragó su polla de nuevo, esta vez sin contenerse. No había pasado ni un minuto antes de que Sherlock maldijera y apretara el cabello de John entre sus dedos y John no se dio cuenta de que había olvidado completamente esa parte hasta que tuvo la boca llena de semen . No estaba mal… no era como si no lo hubiera probado antes… pero lo sentía mucho más en la boca de lo que hubiera esperado, basado en su experiencia personal. Lo empujó a la parte posterior de su boca y tragó antes de poder pensar mucho al respecto. Era una sensación extraña… que definitivamente nunca iba a dar por sentada de nuevo.
Sherlock cayó de rodillas con un gemido.
—Me retracto. Eso fue muy superior a la masturbación.
John enarcó una ceja.
—¿Así que después de todo tenías razón?
—Yo siempre tengo razón. —Sherlock atrajo a John para un beso—. Oh, Dios, lo tragaste, ¿no? —dijo contra los labios de John—. ¿Cómo te sentiste?
—¿Quieres saberlo?
—Creo haber mencionado antes que quiero saberlo todo cuando se trata de ti.
Los dedos de Sherlock se abrieron camino bajo la camisa de John; John se la pasó por la cabeza rápidamente y la tiró a un lado antes de volver a capturar la boca de Sherlock con la suya. Cuando los dedos de Sherlock empezaron a desabrochar sus pantalones se apartó y sonrió.
—Espera, tengo una idea. —Se puso de pie y se quitó los zapatos, sentándose en el sofá, dejando sus piernas abiertas—. Ven acá.
Sherlock le dirigió una mirada inquisitiva, pero se arrastró y se arrodilló delante de él, con las manos sobre las rodillas de John. Él arqueó las cejas.
—Sígueme la corriente. Tengo mis razones.
Sherlock sonrió oscuramente antes de deslizar sus manos lentamente hacia los muslos de John. Acarició burlonamente a la tela tensa sobre la erección de John antes de desabrochar el botón y abrir la cremallera. John levantó las caderas para permitir que sus pantalones y ropa interior quedaran en sus rodillas. Las manos de Sherlock se aventuraron por sus muslos una vez más y los separo aún más. Se inclinó hacia delante hasta que su boca estuvo tan cerca de la punta de su pene que John podía sentir su aliento chocando.
—Ésta es una fantasía, ¿cierto?
—Oh, sí —dijo John, casi jadeando, Dios.
Sherlock chasqueó la lengua sobre el frenillo y John gimió. Oh, esto iba a estar bien.
—Dime.
—Yo estaría sentado en el sofá y tú estarías en esa silla y entonces vendrías aquí y… —la lengua de Sherlock comenzó a lamerlo desde la base y continuo lentamente hasta la punta, John dejó caer su cabeza de nuevo en el cojín del sofá—. Oh, mierda, es increíble.
Su lengua se arremolinó alrededor de la cabeza y se movió ligeramente contra los puntos sensibles antes de pasar por la hendidura de nuevo. Plantó besos con la boca abierta hasta la parte inferior y luego, lentamente, tortuosamente, pasó la punta de su lengua a lo largo de la cresta del glande. Estaba claro que Sherlock había prestado atención a lo que le gustaba a John en estas últimas semanas. Justo cuando John pensó que no podría aguantar más, la lengua se dirigió hasta la pequeña hendidura y los labios de Sherlock tocaron la punta con un suave beso.
John lo miró de nuevo. Sherlock lo estaba mirando, observando, ajustando sus movimientos a las reacciones de John. De alguna manera, John no se había imaginado que sería un amante particularmente reflexivo, pero estando ahora así, tenía mucho sentido. Sherlock lo había estudiado todo, obsesionándose, asegurándose de hacerlo a la perfección. Había entendido finalmente lo que John había estado tratando de decirle sobre el sexo, y no sólo estaba haciendo las cosas bien, iba a conseguir que fuera perfecto. Parecía que John tenía mucho que hacer para ponerse al día.
Con esos labios cerrados alrededor de la cabeza de su pene, John gimió. Joder, era increíble. La sensación de calor y humedad sin nada artificial entre ellos era tan perfecta que casi se sentía culpable. La lengua de Sherlock masajeó la parte inferior de la cabeza y movió su boca hacia abajo, tomando una cantidad notable hasta la base antes de subir de nuevo con la cantidad perfecta de succión.
—Oh, mierda, eso es… —John enroscó los dedos de su mano en el cabello de Sherlock… otro punto en la larga lista de cosas que quería hacerle a Sherlock… y empujó hacia abajo lo suficiente para hacerle saber lo que quería. Sherlock repitió el movimiento y John acarició su cabeza. Se dejó caer en el sofá, sus caderas deslizándose hacia delante. Las manos de Sherlock agarraron su culo y lo acercaron aún más; parecía querer tomarse su tiempo.
—Oh Dios mío, tu boca. No tengo idea de lo que estás haciendo. —Su lengua parecía estar en todas partes, y John estaba derritiéndose. Era increíble y perfecto, y sin embargo, quería algo más. Se agachó y encontró la mano de Sherlock, la atrajo hacia sí, metiendo dos dedos en su boca. Oyó (y sintió) a Sherlock gemir mientras recorría los dedos con su lengua por un corto tiempo antes de liberarlos—. Métemelos —dijo, empujando la mano hacia abajo de nuevo.
—Dios, sí —dijo Sherlock cuando se separó del pene de John. Bajo los pantalones de John completamente y los echó a un lado. Llevó las rodillas de John a su pecho y observó la cara de John mientras introducía lentamente un dedo mojado en él.
—Los dos —dijo John, tratando de empujarse contra él. Necesitaba eso y aún más de él, tan pronto como fuera posible. Sherlock añadió el segundo dedo y John silbó—. Dios, sí… Chúpamela también, vamos.
Sherlock sonrió y agarró la base de su pene con una mano. Parecía como si quisiera decir algo, pero no lo hizo; simplemente tomó la cabeza del pene de John y lo puso en su boca de nuevo.
—Oh mierda, joder —dijo John, cerrando los ojos. Los dedos dentro de él se empujaban y retiraban lentamente hasta que sólo las puntas estiraban su agujero abierto, entonces retomaban lentamente su camino de regreso, una y otra vez. Entre los dedos en su culo y la boca de Sherlock sobre su pene, estaba flotando, totalmente llevado por la corriente. Era increíble, pero no estaba a punto de correrse. Eso era intencional, se dio cuenta. Sherlock quería hacer que esto durara el mayor tiempo posible.
Dios, él conocía el cuerpo de John increíblemente bien para ser alguien que no lo había tocado hasta esa noche.
—Eres jodidamente increíble —dijo, abriendo los ojos y mirando hacia abajo.
Acarició la cabeza de Sherlock y éste se separó un poco hasta levantar la mirada hacia él. Sus mejillas estaban rojas y sus labios húmedos —oh, Dios— su pelo estaba increíblemente desordenado donde John había puesto sus dedos. Sus ojos se movieron hacia abajo, más allá de los testículos de John, hacia donde sus dedos seguían ocupados en su camino dentro y fuera de su culo. Después de un momento levantó la vista otra vez, sus ojos estaban sorprendentemente oscuros. Su otra mano soltó la polla de John y desapareció de la vista, su boca se abrió ligeramente. Estaba acariciándose a sí mismo, John se dio cuenta.
—¿Estás…? —preguntó John. Sherlock asintió, sus ojos fijos en John. Oh, Dios. Esto sería rápido. Y ahora sabía exactamente lo que quería—. ¿Tenemos lubricante? Debemos tener algo más.
—Sí —dijo Sherlock, su voz increíblemente ronca, y John pensó que podría derretirse en el sofá con el sonido de la misma.
—¿Dónde?
—Dormitorio.
Brincaron del sofá y casi corrieron por el departamento. John quitó el edredón de la cama de Sherlock (no quería hacer más lío del necesario), mientras que Sherlock revolvió un cajón de su mesita de noche. Ambos se pusieron de pie, al mismo tiempo, en lados opuestos de la cama. Se miraron el uno al otro.
John se instaló en el centro de la cama y le tendió una mano a Sherlock. Sherlock pareció tomar un respiro para calmarse antes de subir a la cama junto a él. John le dio un beso y se echó hacia atrás, trayendo a Sherlock hasta ponerlo encima de él.
Sherlock levantó la cabeza después de un momento y lo miró fijamente.
—No he hecho esto antes.
—Entonces ya somos dos.
—Supongo que sé qué hacer en teoría, pero…
—Algo me dice que vamos a averiguarlo. —John capturó su boca en otro beso—. Los dos lo hemos hecho de la otra manera, después de todo.
—Cierto. —Sherlock se desplazó sobre el cuerpo de John y un momento después los dedos resbaladizos presionaban dentro de John una vez más. Tenían un montón de lubricante y se sentían increíblemente húmedos, pero John sabía de buena fuente que nunca era demasiado.
Los dedos de Sherlock se curvaron y acariciaron suavemente su próstata, John se quedó sin aliento, una espiral de deseo atravesándolo. Había tenido una novia hace años que había descrito una vez una especie de desesperada sensación de quererlo dentro de ella, y ahora, después de tantos años, entendía exactamente a qué se refería.
Ahora, en este momento.
—Suficiente, estoy bien. —Se sentó y luego se arrodilló—. Ponte de espaldas.
Sherlock parpadeó… al parecer no era lo que esperaba… pero se apoyó sobre sus codos. John tomó el lubricante de su mano y miró a la erección que sobresalía de su cuerpo. El hecho de que haber sido él quien lo pusiera duro de nuevo tan rápido, dijo mucho acerca de lo mucho que Sherlock quería esto esta noche.
John vació el lubricante sobre la palma de su mano y se sentó a horcajadas sobre las caderas de Sherlock. Dudando.
Mierda.
—Uhmm… —Miró a Sherlock, frunciendo el ceño—. ¿Quieres usar condón?
Sherlock lo miró fijamente durante un segundo.
—No.
John vaciló. No había tenido relaciones sexuales sin condón en más de una década y media… en algún momento de su vida se le había metido en la cabeza que los condones eran absolutamente necesarios cuando no se tenían relaciones monógamas. Y mierda, él y Sherlock definitivamente no eran monógamos. Sabía su propia historia y sabía la de Sherlock, también tenían la reciente prueba para el VIH, pero aun así. Se sentó y miró a Sherlock, paralizado.
Sherlock se obligó a sentarse y tomó la mano de John. Tiró de ella hacia su pene y envolvió los dedos de John alrededor de él, moviéndolos a lo largo y esparciendo el lubricante en la piel.
—Nada de condones, no entre nosotros. Nadie más puede tener esto. Nadie más puede tocarte sin uno. Pero yo sí.
John suspiró y asintió.
—Está bien. Sí. —Algo así como el alivio lo inundó y besó a Sherlock. Lo empujó sobre la cama y acarició su polla un par de veces más, observando su rostro. La expresión de Sherlock era completamente abierta, más honesta de lo que John había visto en su vida.
Estaba claro que quería esto y confiaba en John. Sabía lo mucho que John quería esto, lo que significaba. Pero todavía había algo de aprensión por allí, todavía había un poco de miedo por lo que pasaría. John supuso que no podía culparlo por eso.
John se movió hacia adelante y tomó el cabecero de la cama con una mano mientras se ponía en cuclillas sobre Sherlock. Metió la mano por debajo de él hasta sujetar el pene de Sherlock y ponerlo en posición, entonces respiró hondo, intentando relajarse lo más posible. Annie le había contado que era mejor deslizarse hacia abajo, así que procedió de ese modo. Ser el que dirigía la intrusión en su cuerpo fue más extraño de lo que supuso y tuvo que apretar la mandíbula durante parte del tramo. No dolía mucho, pero era extraño sentir la lucha de su cuerpo por aceptar la intrusión. Sentía cada centímetro mientras se deslizaba lentamente, sorprendido por la sensación de saciedad y calor. Era completamente extraño y al mismo tiempo insanamente caliente.
Después de un largo y lento descenso, se dio cuenta de que su culo estaba tocando los muslos de Sherlock. Suspiró y miró hacia abajo para ver una expresión de asombro en el rostro de Sherlock.
—¿Está bien?
Sherlock asintió. Su expresión no cambió.
John empujó sus caderas hacia arriba y se quedó sin aliento ante la sensación de la polla de Sherlock deslizándose dentro de él. Sherlock cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás.
—Oh, Dios mío.
—Lo sé —susurró John. Sus brazos y piernas temblaban, pero se sentía fantástico, más de lo que había esperado. Se empujó hacia abajo de nuevo, poco a poco, su cuerpo todavía adaptándose.
—Espera —dijo Sherlock, y John se congeló, lo miró. Sherlock se estiró hasta agarrar las caderas de John e invertir posiciones, de alguna manera se las arregló para mantener su polla dentro de John mientras se movían. John terminó de espaldas con Sherlock entre sus piernas, mirando en su dirección. Sherlock salió lentamente y empujó hacia él de nuevo, John gimió—. Eso está mejor —dijo Sherlock, sacándola nuevamente. Se detuvo cuando sólo la punta de su pene permanecía en el ano abierto de John, luego empujó hacia delante sólo un poco, meciéndose dentro y fuera del tramo más sensible en el recto de John. La sensación era increíble.
La polla de John estaba dolorosamente dura. Había descubierto nervios en lugares que normalmente no se sentían, y estaba reestructurando rápidamente su concepción acerca de lo que podía ser el sexo. Sherlock presionó un poco más profundo y cambio el ángulo un poco hacia arriba, y luego la cabeza de su pene rozó la próstata de John, y, ¡Oh, Dios! Le estaba quedando completamente claro por qué a la gente le gustaba hacer esto.
—Oh Dios, eso fue increíble —dijo John, clavando sus talones en los muslos de Sherlock—. Eso, más de eso, más duro.
Sherlock vaciló un momento antes de embestir más rápido, más profundo. Era mejor, pero no suficiente. John levantó sus rodillas tratando de conseguir el ángulo correcto, y era aún mejor, pero todavía quería más.
—Fuerte —jadeó. Clavó sus dedos en el culo de Sherlock y se sujetó al cabecero con su otra mano—. Vamos, no voy a romperme. Fóllame. —Sherlock lo miró como si no pudiera creerlo, y John gruñó—. ¡Fóllame! ¡Muévete!
Sherlock hizo una especie de sonido estrangulado y procedió a embestir más duramente. John apretó los dientes y juntó sus dos manos en la cabecera e hizo todo lo posible por empujarse a su encuentro, y luego, oh, mierda, oh, Dios, eso fue todo.
—Sí, sí, perfecto, joder, Sherlock. —Y fue perfecto. No podía creer que no hubiera hecho esto antes, cómo pudo haber pasado toda su vida sin haber experimentado esto. Sherlock se inclinó hacia él, con una mano en el cabecero, y la otra sujetando una de las rodillas de John hasta casi su pecho. La concentración en su rostro era intensa. La polla de John estaba atrapada entre sus vientres y estaba recibiendo un golpe firme con cada embiste, y Jesús, la sensación de la polla de Sherlock empujándose contra él era simplemente increíble—. Oh, Dios mío, es…
La polla de Sherlock se deslizó afuera por completo y ambos maldijeron.
—Lo siento, lo siento —Sherlock dijo mientras retomaba la posición. Embistió de nuevo a John y bajó su cuerpo otra vez, tratando de encontrar el ritmo adecuado.
—Sí, así, pero más…, más fuerte, joder.
La frente de Sherlock se frunció por la concentración y John más tarde se sentiría avergonzado por haber sido tan exigente, pero en este momento no le importaba. Él sólo quería más, más rápido, más profundo, más duro.
—Dios, John —Sherlock gruñó—. No puedo… Voy a…
—Está bien —dijo John. Estaba cerca, tan cerca, apenas tenía que cambiar el ángulo un poco y se correría también. Arqueó las caderas hacia arriba tratando de encontrarlo.
Sherlock gritó y sus movimientos se hicieron erráticos, y John envolvió sus brazos alrededor suyo, tirando de él más cerca. Sherlock enterró su cara en el hombro de John y gimió, su boca abierta presionada contra la piel de John, y empujó a John una vez más antes de quedarse quieto.
—Oh, Dios, oh, Dios, oh, mierda…
John sintió el momento en que terminó, sintió la tensión dejar el cuerpo de Sherlock. Presionó besos contra su sien y apretó sus brazos alrededor de él.
Sherlock se salió del abrazo, retirándose de su culo y se movió hasta estar entre los muslos de John. Los ojos de John se abrieron de golpe y miró hacia abajo mientras Sherlock tragaba su polla.
—Dios mío. —John se quedó sin aliento con la boca abierta, luego jadeó de nuevo cuando Sherlock empujó varios dedos en su culo y comenzó a follarlo, rozando su próstata con cada golpe. John se sintió al borde del orgasmo, perfectamente equilibrado, a la espera de caer en lo que parecieron minutos. Era como si Sherlock lo sostuviera allí, no dejándole correrse, esperando hasta que John no pudiera soportar más.
—Por favor —susurró—. Oh, por favor, yo…
Los dedos de Sherlock cambiaron el ángulo ligeramente y chupo más fuerte, luego John sintió su cuerpo precipitándose a toda velocidad hasta el borde, sintió sus bolas contraerse, y todo se redujo a la boca y los dedos de Sherlock. Era vagamente consciente de estar gritando que se corría, pero no le importaba. Sus manos apretaron el cabello de Sherlock y probablemente le dolía, pero no podía hacer otra cosa que sentirlo inundándolo.
Estaba temblando cuando todo terminó y apenas podía moverse. Sintió los dedos de Sherlock deslizarse mojados fuera de él y sus piernas se derrumbaron sobre el colchón. Ni siquiera podía abrir los ojos.
—Dios, John. Eso fue increíble.
John gimió en respuesta. Sherlock salió de la habitación por un momento y regresó con un paño húmedo. John pensó que debería sentirse avergonzado, pero no pudo sonrojarse en ese momento; se sentía jodidamente bien. Lo tomó y se limpió, luego lo arrojo a un lado. Sherlock se instaló a su lado y tiró de la manta sobre ambos.
—¿Estás bien?
John exhaló.
—Ése puede haber sido el mejor orgasmo de mi vida.
Hubo una pausa.
—¿Hablas en serio?
—Por supuesto que sí. —John abrió los ojos para ver a Sherlock mirando hacia el techo, luciendo muy satisfecho de sí mismo. Había abierto su corazón a John esta noche, le había confesado sus más oscuros temores y deseos, y había admitido estar tan aterrorizado de su propio egoísmo que prefería ver a John desde lejos sólo para mantenerlo dentro de su vida. Luego se había asegurado de que el sexo se centrara casi completamente en John.
¿Cómo no podía ver lo increíblemente puro que era en realidad su corazón?
John cerró los ojos y suspiró.
—Te amo.
Se quedó en silencio por un momento. Sherlock se movió hacia un lado y presionó su nariz en la mejilla de John.
—¿De verdad?
—Sí. No es sólo charla por la felicidad poscoital.
Sherlock suspiró.
—Por mucho que quiera oírlo, no estoy seguro de que eso sea algo bueno. Si me amas, no serás capaz de salirte de esto, incluso si tuvieras que hacerlo. —Se acurrucó al lado de John, casi envolviéndose alrededor del cuerpo de John, sus acciones adorablemente incongruentes con sus palabras.
—No voy a ninguna parte —dijo John. Se movió hacia un lado y besó suavemente a Sherlock. Sherlock suspiró y le devolvió el beso, y se quedaron allí juntos por mucho rato, sólo besos, brazos envueltos alrededor del otro, labios deslizándose juntos lentamente. Era perfecto y John no quería que se detuviera, nunca. Podía quedarse allí para siempre, sólo besando a Sherlock, y sería perfecto.
—Así que te gusta duro —dijo Sherlock finalmente. John podía sentir la sonrisa en sus labios.
—Eso parece —Se había sorprendido consigo mismo.
—Puedo manejar eso.
Las palabras enviaron un escalofrío por la espalda de John y sonrió.
—Quiero verte haciéndolo.
—Tal vez no de inmediato. Lo sentirás mañana, confía en mí.
John se rio y lo besó de nuevo.
—Lo estoy sintiendo ahora. Siento que todavía estás dentro de mí.
—Tal vez lo estoy. Tal vez nunca salga.
—Perfecto —susurró John. En realidad, era perfecto, pensó mientras finalmente se deslizaba hacia el sueño.
o-o-o-o-o-o
La primera vez fue el sonido de la ducha lo que lo despertó. La tubería sonaba mucho más fuerte de lo habitual, y le llevó un momento recordar que no se había quedado dormido en su propia cama. Sonrió y se quedó dormido de nuevo.
La segunda vez, su cuerpo lo despertó. Abrió los ojos. Le hubiera gustado quedarse allí y pensar en maneras de conseguir que Sherlock volviera a la cama, pero su vejiga era persistente. Se sentó e hizo una mueca.
Ow.
Sherlock no había estado bromeando. Sonrió al recordar, sin embargo: valió la pena. Se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que pudieran hacer eso otra vez.
Se puso de pie y se estiró, luego abrió la puerta del dormitorio de Sherlock. Sherlock estaba sentado en una silla en la sala, completamente vestido, una taza tocando sus labios. Se quedó helado cuando vio a John, sus ojos muy abiertos. Por una fracción de segundo John pensó que lucían mucho más impresionantes a plena luz del día de lo que Sherlock hubiera esperado.
—Ah, buenos días, John. —Mycroft estaba sentado frente a Sherlock. Parecía completamente desconcertado al ver a John salir del dormitorio de su hermano completamente desnudo.
—Mierda —dijo John, y se dio la vuelta. Cerró la puerta de Sherlock detrás de él y gimió. Todavía tenía que ir al baño, pero sus ropas estaban esparcidas en alguna parte del salón, en el suponiendo que Sherlock no las hubiera puesto en orden. Oh, ¿a quién quería engañar? Por supuesto que no lo habría hecho. No es que importara; Mycroft se habría dado cuenta de lo que había ocurrido a los dos segundos de haber entrado al piso.
Consideró brevemente buscar un recipiente donde orinar y esconderse en la cama de Sherlock hasta que Mycroft se fuera. Pero una mierda, todos ellos eran adultos. Bueno, John era un adulto, en todo caso, y no había nada de qué avergonzarse. Rebuscó en el armario de Sherlock hasta que encontró una camiseta (¿ Sherlock tenía camisetas?) y un par de bóxers. Se los puso y ya estaba por lo menos moderadamente presentable. Volvió a abrir la puerta de la habitación.
—Buenos días —dijo bruscamente y luego desapareció en el cuarto de baño. Se quedó todo el tiempo que pudo, cepillando sus dientes e incluso usando hilo dental, iba a tener que afeitarse o ducharse si quería conseguir más tiempo. Se quedó mirando su reflejo en el espejo por un momento. Lo mejor era terminar de una vez.
Cruzó hasta el sofá, complacido de ver que Sherlock había preparado una taza extra para él. La tomó y se sentó en el sofá, recordando demasiado tarde que tenía que tener un cuidado especial con una parte en concreto de su cuerpo. Apretó la mandíbula y se acomodó, trató valientemente de sonreír a los dos rostros que lo miraban.
Mycroft enarcó las cejas y miró fijamente a Sherlock, quien sonrió y miró hacia otro lado.
John apenas resistió el impulso de mandarlos a los dos fuera.
—Es bueno verte de nuevo, Mycroft.
—Entiendo que debería felicitaros —continuó Mycroft, con tanta naturalidad como si estuviera hablando del tiempo.
John miró a Sherlock, cuya expresión claramente decía, ignóralo. John esbozó una sonrisa forzada.
—¿Eso es lo que te trae aquí un viernes por la mañana, o hay algo más?
—Oh, ésta es una visita puramente social. Vosotros dos habéis estado bastante ocupados desde hace un tiempo y yo simplemente quería pasar por aquí y ver lo bien que os estaba yendo.
—Querías saber si estábamos follando o si todavía estábamos dando vueltas uno alrededor del otro —dijo Sherlock.
John tosió, habiendo escogido precisamente el momento equivocado para tomar un sorbo de su té.
—Yo no lo expuse tan rudamente —dijo Mycroft—, pero en esencia, sí. Sherlock no ha devuelto mis llamadas.
—Nunca devuelvo tus llamadas.
—No, generalmente envías un mensaje diciendo que deje de fastidiar, de ese modo me aseguraba de que estabas vivo y bien. No recibir nada de ti es bastante inusual.
—Tú sabías exactamente dónde estábamos y qué estábamos haciendo.
—Perdóname por estar preocupado por tu comportando muy inusual, pero también ignoraste las múltiples oportunidades para insultar mi preocupación por ti.
—No lo tomes como algo personal —dijo John—. También rechazó un caso de asesino en serie la semana pasada.
La taza de té de Mycroft se detuvo a mitad del camino a su boca y se volvió para mirar boquiabierto a Sherlock.
—De verdad estás enamorado, ¿no es así?
Sherlock puso los ojos en blanco, aunque el tinte en sus mejillas convirtió su expresión en algo casi adorable. Mycroft se volvió hacia John con una expresión de incredulidad. John se encogió de hombros.
Mycroft dejó la taza de té de nuevo en el plato y se recostó en la silla.
—Bueno, éste es quizás un buen momento para hablar de cierta tarjeta de membresía prestada.
Sherlock suspiró.
—Sí, por supuesto. Había supuesto que te gustaría tenerla de vuelta tan pronto como fuera posible.
—No —dijo Mycroft, y Sherlock y John intercambiaron una mirada de sorpresa—. Quedáosla, al menos por ahora. Después de todo no es la única institución de la que soy miembro. Sentíos libres de conservarla todo el tiempo que queráis. —Sonrió con magnanimidad.
—Gracias —dijo John.
—Oh, no le des las gracias —escupió Sherlock—. De esta forma puede seguir espiándonos.
—Lamento tener que recurrir a ciertos medios para mantener mi presencia en tu vida. —La voz de Mycroft había adquirido ese tono agradable que significaba que estaba imaginando como estrangular a su hermano—. Pero yendo al grano, mi objetivo actualmente es uno práctico. Soy miembro de tres clubes privados en Londres que se adaptan a, digamos, intereses variados. Os invito a pedirme prestadas mis credenciales de afiliación a cualquiera de ellos siempre que lo deseéis… de una en una, por supuesto. No os preocupéis, estoy seguro de que encontraríais la manera de entrar a cada uno de ellos con el tiempo, lo que podría conducir a un incidente bastante embarazoso que preferiría evitar.
Una vez más John había cometido el error de tomar un sorbo de té. Balbuceó y dejó la taza en el plato, dejándola a un lado.
Mycroft le dirigió una larga mirada antes de continuar.
—Estoy, por supuesto, muy a favor de vuestra relación y estoy feliz por los dos. Así que por favor, consideradlo un regalo.
—Gracias —dijo John de nuevo, dirigiéndole una mirada mordaz a Sherlock—. Lo agradecemos sinceramente. —Sherlock puso los ojos en blanco—. Bueno, yo lo agradezco mucho. —Sonrió a Mycroft.
—Sí, por supuesto. —Mycroft se levantó y se cerró el botón de su chaqueta—. Pues bien, me imagino que tenéis cosas que hacer esta mañana, así retomare mi camino.
John se mordió los labios tratando de no sonreír ante el intento de insinuación. Sherlock hizo una mueca como si el comentario realmente le hubiera causado un dolor físico. John acompañó a Mycroft por las escaleras hasta la puerta principal.
—Gracias —dijo, tendiéndole una mano—. Él lo aprecia, incluso si no lo dice.
Mycroft tomó su mano y la estrechó con firmeza.
—Lo sé. —Se lo quedo mirando por un momento, como si quisiera decir algo más, pero en lugar de eso sonrió más ampliamente y abrió la puerta. John cerró tras de sí y se apoyó en ella, sonriendo.
Tres clubes de sexo. Y pensar que sólo habían explorado uno. Joder.
Subió por las escaleras y fue al salón. Sherlock estaba mirando por la ventana, al parecer estuvo viendo a su hermano irse en su extravagante limusina de diseño habitual. John se acercó a él y lo envolvió entre sus brazos por detrás.
—Así que Mycroft lo aprueba.
—No necesito su aprobación para nada.
John sonrió en su hombro.
—Ésa no es la cuestión. Él es tu hermano.
—¿Lo aprobaría tu hermana?
—No es asunto suyo.
—Precisamente.
—Sin embargo, tu hermano podría hacernos la vida bastante difícil, si no lo aprobara.
—Supongo. —El tono de Sherlock indicaba que no le agradaba darle la razón.
John rozó su nariz contra el hombro de Sherlock y lo apretó en su abrazo. No estaba seguro de cuándo se acostumbraría a ser capaz de hacer eso cada vez que quisiera. Sherlock se apretó contra él y una espiral de deseo estalló en el vientre de John. Jesús, era insaciable. Era glorioso.
—¿Quieres intentar algo?
Las manos de Sherlock acariciaron las suyas.
—¿Qué tienes en mente?
John le dio la vuelta y lo beso todo un minuto, echándose hacia atrás sólo cuando sintió el inicio de una erección presionándose contra su cadera.
—Desvístete. Vuelvo en seguida.
Sherlock lo observó mientras cruzaba la habitación, cuando John hubo regresado con el tubo de lubricante, estaba quitándose los pantalones.
John dejó el lubricante en una mesita y tomó la mano de Sherlock. Lo llevó al sofá y lo besó de nuevo antes de dejarse caer de rodillas. Tanteo la polla de Sherlock con su lengua hasta finalmente tomarlo en su boca cuando estuvo completamente duro. Dios, amaba la sensación de la carne firme contra su lengua… podría hacer esto todo el día. De hecho, podría plantearse tratar de mantener a Sherlock a punto de correrse todo el tiempo que fuera posible. Se preguntó cuánto tiempo podría pasar antes de Sherlock finalmente perdiera el control y le follara la boca. Duramente.
Mierda, se estaba distrayendo.
Sherlock gruñó y le acarició la cabeza.
—Yo no me quejo… oh, Dios, es increíble… pero esto no es exactamente nuevo.
—Todavía no. Ven aquí. —Sherlock se arrodilló y John se sacó los bóxers antes de tomar las dos pollas juntas en una mano y acariciarlas juntas.
Sherlock se inclinó para besar su cuello.
—Eso está bien también, aunque creo que prefiero tu boca.
—Es gracioso que digas eso. Date la vuelta.
Sherlock parpadeó durante un segundo antes de que sus ojos se abrieran. Sin decir una palabra, se puso sobre sus rodillas de modo que le dio la espalda a John.
—Y hacia adelante, eso es. —John empujó sus omoplatos y sonrió cuando el pecho de Sherlock presionó el sofá. John pasó las manos por la espalda de Sherlock para luego instalarse detrás de él. Separo las piernas de Sherlock y poso sus manos sobre su culo, sonrió ante el rubor que se extendía por el cuerpo de Sherlock. Sus testículos colgaban pesadamente entre sus muslos y John tomo uno con su mano, tirando suavemente. Se preguntó cómo se sentiría con eso en su boca.
Los muslos de Sherlock se separaron un poco más y John gimió.
—Luces tan jodidamente caliente así —susurró. Sus manos se movieron hacia atrás hasta apretar el culo de Sherlock. Oh, iba a disfrutar esto. Posiblemente incluso más que Sherlock.
John se inclinó hacia delante y le mordió el culo en broma, Sherlock saltó.
—Estaba probando —Pasó los pulgares por la raja de su culo y separo las nalgas, Sherlock hizo un sonido como un gemido.
Era increíble que hasta hace tan sólo unas pocas semanas esto ni siquiera se le hubiera ocurrido, pero desde que se lo habían hecho a él, había querido hacérselo a alguien más. Se inclinó hacia delante y arrastró su lengua desde la parte superior de la hendidura hacia abajo, lentamente, a modo de juego. Sintió a Sherlock tensarse debajo de él mientras se acercaba a su ano, y ponerse aún más tenso cuando su lengua se puso justo debajo. Rodeó el agujero con las lengüetazos por un tiempo tortuosamente largo, su polla endurecida con simpatía, y finalmente en espiral. Cuando la lengua de John apretó delicadamente el centro de su agujero, las piernas de Sherlock casi no pudieron sostenerle.
—Oh, Dios mío… Oh, Dios.
Ésa sin duda era la reacción que había esperado. Lamió su agujero suavemente al principio y aumentó el ritmo poco a poco. Sherlock parecía estar luchando por no retorcerse y los sonidos que estaba haciendo eran menos coherentes a cada minuto. John tensó la lengua y apretó la punta dentro de él lo mejor que pudo, entrando y saliendo con movimientos pequeños para estirarlo lentamente.
—Oh, joder, John —era lo único que podía entender de la cadena de palabras que salieron de la boca de Sherlock mientras lentamente lo follaba con la lengua. Sherlock parecía estar empujándose hacia atrás para chocar contra él y John se sorprendió de lo profundo que su lengua podía ir dentro de su cuerpo. La piel interna estaba resbaladiza y suave, y Dios, era increíblemente extraño y sucio tener su lengua dentro del culo de Sherlock, pero también le gustaba. John se preguntó si podría hacerle correrse sólo con esto. Apretó los labios alrededor de su agujero y eso le ayudó a ir aún más profundo. Se centró en acariciarlo y encrespo la punta de su lengua un poco cuando rehízo su camino.
Sherlock era incoherente ahora; resultó ser sorprendentemente vocal cuando le gustaba algo, para agradable sorpresa de John. Sus reacciones eran increíbles y John quería ver más. Quería verlo correrse. Quería hacerle rogar. Quería tantas cosas que era casi abrumador.
Su mandíbula finalmente estaba empezando a doler y se alejó un poco a regañadientes. Cogió el lubricante y esparció un poco en sus dedos, luego introdujo dos en el cuerpo de Sherlock. Casi no encontró resistencia, no es que le sorprendiera. Sherlock volvió a gemir, deshecho contra el sofá. John se inclinó sobre él para plantar besos a lo largo de su columna vertebral.
—¿Estás bien?
—Siempre y cuando estés pensando follarme, sí. —La voz de Sherlock fue ligeramente amortiguada por el sofá, John sonrió.
Había planeado tomarse su tiempo con esta parte, para saber exactamente lo que a Sherlock le gustaba, pero en menos de un minuto ya tenía a Sherlock retorciéndose.
—Estoy bien, estoy bien, sólo… por favor.
—Correcto —dijo John, lubricando su polla lo más rápido que pudo—. Aquí, sal del sofá. —Tiró de las caderas de Sherlock hasta ponerlo sobre sus manos y rodillas frente a la ventana—. Sólo dime si…
—Oh, Dios, ¡Fóllame ya!
John no pudo resistirse a palmearle una nalga mientras lo ponía en posición.
—¿No estás siendo descarado?
—¿Por qué, te gusta? —Había una clara sonrisa en su voz.
John sonrió.
—Déjalo para más tarde. —Presionó la cabeza de su polla contra culo de Sherlock y comenzó a introducirse tan lentamente como pudo. Sherlock hizo un sonido estrangulado y John se detuvo—. Dime si…
Sherlock se empujó contra él casi inmediatamente.
—No, continua, está bien. Es increíble. —Su voz sonaba forzada, pero John decidió aceptar su palabra.
John suspiró y embistió lentamente hacia delante hasta que estuvo completamente dentro. Posó una mano en la espalda de Sherlock y gimió.
—Oh, mierda, se siente tan bien. —Se sentía diferente a lo que hizo con Ryan, y no sólo porque no usaban condón. Supuso que no debería sorprenderse—. ¿Puedo…?
—Oh, Dios, si no empiezas a moverte…
Empezó lentamente, buscando el ángulo correcto. En algún lugar se oyó el timbre del teléfono… El teléfono de Sherlock. Sherlock o bien no lo había oído o lo estaba ignorando.
—Pon tu cabeza hacia abajo —dijo, y empujó el hombro de Sherlock—. Lo siento por el suelo.
—No importa. Sólo… oh, joder, es…
Al parecer, había encontrado el ángulo correcto. Se deslizo dentro y fuera lentamente, observando la respuesta de Sherlock. Era por esto que él había querido ser follado en el colchón, pero no tenía idea de lo que Sherlock podría querer.
Otro teléfono sonó —el suyo esta vez— y él maldijo, momentáneamente distraído.
—Ése tiene que ser Lestrade. Nadie más trataría tanto de contactar con nosotros.
—No pares, no te atrevas.
—Dios, no. Sea lo que sea, puede esperar diez minutos. —Tal vez como tres minutos, si era honesto. No iba a ser capaz de seguir así mucho tiempo más—. Oh, joder, es tan bueno. Dime lo que quieres.
—Así, así , un poco más duro… sí, ahh… —Definitivamente podía hacerlo más duro. Sherlock perdió rápidamente la capacidad de formar palabras después de eso, y John no estaba muy lejos.
Tuvo que luchar para no perderse en el cuerpo debajo de él. Apenas podía creer que estuvieran haciendo esto, semanas después de que él comenzara a fantasear sobre ello, y era incluso mejor de lo que había imaginado. La fricción y el calor eran perfectos y él estaba tan cerca, tan cerca que estaba empezando a preocuparse de no ser capaz de hacer que Sherlock se corriese.
Algo rozó su muslo y se dio cuenta de que era la mano de Sherlock, que estaba tirando de sí mismo hacia fuera. John agarró sus caderas y se inclinó sobre él lo mejor que pudo sin perder el equilibrio, y luego arremetió contra él con fuerza. El cambio de posición lo llevo muy cerca del borde.
La mano de Sherlock se quedó quieta y John sintió su cuerpo tensarse, Sherlock empujó de nuevo contra él, jurando en voz alta. John se inclinó sobre él, presionó su frente contra la espalda de Sherlock, luchando para mantenerse en movimiento. Sólo el sonido de la voz de Sherlock cuando se corrió fue casi suficiente para empujar a John por el borde, y la sensación de su culo contrayéndose fue gloriosa. Cuando estuvo seguro de que Sherlock había terminado, John finalmente se permitió ser egoísta y lo folló con embistes rápidos, la correcta presión donde lo necesitaba.
—Oh, Dios, eres perfecto, eso fue tan… —El resto de sus palabras se perdió en medio de un grito mientras empujaba todo lo que podía, cayendo los dos en el suelo. Se quedaron allí jadeando durante medio minuto antes de que John pudiera retirarse. Se alejó lentamente y acaricio los costados de Sherlock en simpatía cuando este se estremeció—. Lo siento. Me entusiasme mucho al final.
—No, fue perfecto. —Sherlock se obligó a sentarse en el suelo e hizo una mueca—. Esto necesita limpiarse.
—Yo me ocuparé. —John se estiró y sonrió—. Cuando me pueda mover otra vez.
Sherlock se inclinó para darle un beso y John tiró de él para que se pusiera encima de él.
—Definitivamente deberíamos usar la cama la próxima vez. Mis rodillas me van a doler durante días.
—¿Sólo tus rodillas?
—Entre otras cosas. —Sherlock se movió hacia un lado—. Aunque tengo que decirte que fue mucho más agradable de lo que esperaba. Recuerdo que era más una cosa de dolor-convirtiéndose-en-placer, pero no dolió para nada.
John sonrió por un momento, luego sus ojos se estrecharon cuando se le ocurrió algo.
—Espera. ¿Qué estás insinuando?
Los ojos de Sherlock se estrecharon.
—Nada. Yo… —Sus mejillas se encendieron—. Oh, Dios, no. No eso. Amo tu pene, no te atrevas a insultarlo.
—Mi pene también te ama. —John sintió sus mejillas calentarse y sonrió.
—Creo que en realidad fue el rimming.
—No sabía que conocieras la palabra.
—Sé un buen número de palabras que podrían sorprenderte.
John le sonrió.
—¿Como cuál?
Sherlock se inclinó hacia delante y besó a John suavemente, susurrando: —Yo…
El sonido del timbre de la puerta los sobresaltó a ambos.
Sherlock gruñó y presiono su cara en el hombro de John.
—Nunca he tenido tan poco intereses en hablar con un cliente.
—Podemos decirle que vuelva más tarde. Que deje su número.
—Podríamos fingir que no estamos aquí. —Sherlock enarcó una ceja.
John sonrió y lo besó. El timbre sonó dos veces más y lo ignoraron. La lengua de Sherlock se arrastró por la parte interior del labio superior de John. John fue a su encuentro y succiono la punta de ella sugerentemente, Sherlock gimió. John se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que cualquiera de ellos estuviera dispuesto para comenzar otra vez. Él debería encontrarse satisfecho después de eso, pero de alguna manera no lo estaba. Quería más, estar en la cama todo el día, tocarlo, besarlo, chuparlo, jugar con él. Se había sentido así un par de veces antes en su vida, pero había pasado demasiado tiempo.
Estaba realmente enamorado. Era fantástico.
Se oyeron pasos en la escalera, ambos se separaron y se pusieron de pie.
—Mierda, mierda, mierda —John maldijo, cogiendo los bóxers de Sherlock del suelo y poniéndoselos.
Hubo un golpe en la puerta y una voz detrás ella gritó: —¿Sherlock?, ¿John?
—Un momento, señora Hudson —dijo Sherlock. Él casi se cae poniéndose sus pantalones, John se echó a reír.
—¡Esto es ridículo! —susurró mientras se pasaba la camiseta por encima de la cabeza.
—Ésa es la única palabra para describir esto. —Sherlock agarró su camisa del suelo.
—¿Estáis bien? —llamó la señora Hudson desde el otro lado de la puerta—. El Inspector Lestrade está aquí y parece preocupado por vosotros. Dice que no habéis respondido a sus llamadas.
John se dirigió a la puerta echando un vistazo hacia atrás para ver a Sherlock, que se abrochaba la camisa frenéticamente. Él asintió con la cabeza.
John tomó una respiración profunda y descorrió el seguro de la puerta, la abrió lo suficiente como para sacar la cabeza.
—Hola. Buenos días. —La señora Hudson lo miró sorprendida y dio un paso atrás. Él debía lucir más libertino de lo que pensaba. Le sonrió a Greg, cuyo rostro se había ido puesto un poco pálido.
—Bueno, entonces, ¿estáis bien? ¿Sherlock está bien?
John sonrió.
—Absolutamente bien. —Greg le lanzó una mirada incrédula a John detrás de su hombro—. Gracias, señora Hudson.
Ella asintió con la cabeza y se retiró, volviendo a bajar por las escaleras.
John abrió más la puerta y le indicó a Greg que pasara con una sonrisa forzada.
—Lo siento —dijo Greg, sus mejillas ardiendo en rubor—. Es sólo que… bueno, Sherlock siempre contesta sus mensajes o…
—Al parecer ya no será así. Puedes entrar.
Greg parecía dividido entre pasar por la puerta o girar sobre sus talones y huir, pero asintió. Sus ojos se agrandaron cuando vio a Sherlock. John se dio la vuelta y casi se echó a reír. Sherlock parecía totalmente ultrajado: su camisa estaba mal abotonada y le colgaba en un ángulo extraño, y su cabello estaba… bueno. John le sonrió.
—Sí, estábamos follando —dijo Sherlock, las manos sobre sus caderas. Incluso parecía un cachorrito enojado—. Nos interrumpiste.
—Bueno, técnicamente ya no lo estábamos haciendo —dijo John.
—Por el momento. Pero iba a…
—Demasiada información, muchachos. —El rostro de Greg estaba tan rojo como John jamás le había visto—. Puedo volver más tarde. No era tan urgente.
—Lo que explica por qué viniste a buscarnos personalmente y tuviste que molestar a nuestra casera para que te dejara entrar cuando no respondíamos —Sherlock enarco una ceja.
—Estaba preocupado, por el amor de Dios. Te llamé ayer por la noche y de nuevo dos veces esta mañana, y no respondiste. Envié media docena de mensajes, y no le hiciste caso a ninguno. Pensé que tal vez habías ido y hecho algo estúpido por tu cuenta en el caso y…
—Está claro que no —dijo Sherlock—. Pero si lo hubiéramos hecho, difícilmente podría haber sido tan estúpido.
—Teniendo en cuenta de quien estamos hablando, sí, podría haber sido un desastre.
—Bueno, afortunadamente para Scotland Yard estábamos ocupados en otras cosas. —Oh, que encantador: Sherlock estaba en modo totalmente sarcástico. John gimió y se apretó el puente de la nariz con sus dedos. En serio, ¿qué pasaba con estos dos?
—¿Y desde cuándo no respondes un maldito mensaje de texto? No sé qué te has estado metiendo últimamente pero… —Greg se interrumpió y se llevó una mano a la frente—. Oh, Dios, no quise decirlo de esa manera.
—Irónicamente, ésa es la verdadera razón —dijo John, incapaz de contener la risa—. Los dos, ya callaos y sentaos. Voy a hacer café.
Cinco minutos más tarde Sherlock estaba bien vestido y Greg era capaz de mirarlos a los dos sin ruborizarse, y todo el mundo tenía una taza de café en la mano. John se sentó en el sofá junto a Sherlock y se sintió extrañamente, delirantemente, feliz.
—En cualquier caso, vamos bien con el caso de tráfico humano. Hubo otra redada anoche y tenemos pistas sobre varios lugares más. La gente que hemos detenido hasta el momento ha sido sorprendentemente cooperativa.
—Me imagino que hay cosas peores que cooperar con la policía —dijo Sherlock.
—¿Por ejemplo que toda la población de la prisión te conozca como un conocido delincuente sexual infantil? —añadió John.
—Sí, así parece —dijo Greg—. Es curioso cómo un rápido recordatorio de ese hecho anima a la gente a hablar.
—Suena como que tuvieras todo bajo control —dijo Sherlock—. ¿Para qué nos necesitas?
John se volvió hacia él; su aburrimiento estaba escrito en toda su cara. Habían trabajado en el caso con todo el misterio de las marcas y lo que quedaba era atrapar a los malos. Sherlock tenía poca paciencia para los policías y ladrones reales como parte de la operación; si no había un rompecabezas que resolver o un juego intelectual que jugar, no estaba interesado.
—Esto empieza a parecer más grande de lo que habíamos imaginado antes. Estamos arrestando a todos los que podemos seguirle la pista en Inglaterra, pero la red es internacional. En algún momento tendremos que incluir a otras agencias del gobierno.
—Creo que estás hablando con el Holmes equivocado. —Incluso su tono gritaba "aburrido" ahora. John presionó su codo contra uno de sus costados y esperaba que lo tomara como indicativo de que tenía que comportarse.
—¿Qué te hace pensar que no he hablado con él ya? Tu fuerza es el análisis, Sherlock. Tú puedes ver toda la información y ver los patrones que nadie más puede encontrar. Puedes decirnos por dónde empezar, y nos darías una enorme ventaja cuando tengamos que empezar a negociar con los organismos encargados de hacer cumplir la ley extranjera.
John levantó las cejas ante Greg. Halagar a Sherlock era como acariciar un gato. A veces obtenías un ronroneo y otras veces resultabas arañado. John esperó a ver lo que tocaba esta vez.
Sherlock se quedó pensativo y asintió.
—Bien.
—Bien. —Los labios de Greg formaron una sonrisa—. Si pudieras dejarte caer por el Yard esta tarde, te lo agradecería.
Sherlock miró a John, y John se encogió de hombros.
—Aparentemente iremos.
Sintió una mano en su espalda, los dedos trazando el contorno de sus vértebras. John se curvó ante el toque y sonrió. No estaba seguro de si Sherlock pensaba que John necesitaba eso o si sólo quería tocarlo, pero de cualquier manera, era agradable. Cuando empezó a hacerle cosquillas, John se inclinó hacia él y el brazo de Sherlock envolvió sus hombros. Oh, él podría acostumbrarse a esto.
La mirada de Greg pasó a Sherlock y luego a John de nuevo. Él sonrió.
—¿Alrededor de las dos, entonces?
—Estaremos ahí —respondió John.
Greg dejó la taza de café en la mesita y se puso de pie.
—Tratad de no lucir como recién follados cuando aparezcáis. No necesito a mi gente más distraída en este momento.
John sonrió.
o-o-o-o-o-o
—Antes de irnos, ¿podemos hablar de esto? —John se apoyó contra la puerta viendo a Sherlock abotonarse la camisa. Tenía el pelo humedecido por la ducha… la ducha en la que ambos habían logrado meterse. Los ojos de John brillaron al recordar a Sherlock de rodillas, chupando su polla mientras el agua caliente caía sobre ambos. Jesús, las cosas que podía hacer con su lengua.
—¿Acerca de qué?
Se estaba distrayendo otra vez.
—¿Que estamos haciendo exactamente? Quiero decir, ahora somos pareja, y supongo que no vamos a mantenerlo en secreto. Bueno, a menos que lo desees. ¿Eso quieres? Porque…
—¿Por qué deberíamos mantenerlo en secreto?
John se encogió de hombros.
—Bueno… Algunas personas podrían no aceptarlo. Podría dañar el negocio.
Sherlock frunció el ceño.
—Todo el mundo piensa que somos una pareja de todos modos, ¿no? Nunca le ha hecho ningún daño.
—No. Entonces no será un secreto. Bien. —John hizo una pausa—. Así que… ¿Vamos a seguir con el club, o… ?
—No veo por qué no. Es un poco molesto que Mycroft insista en estar involucrado, pero… —Hizo una pausa—. ¿Estás sugiriendo que quieres dejar de ir?
—Oh Dios, no. Quiero seguir… presionando límites. Me gusta. ¿Eso es lo que quieres?
La expresión de Sherlock se volvió cálida y John sintió un cosquilleo en su estómago. ¿Otra vez? Jesús, se sentía como de dieciocho años.
—Creo que ya he detallado la lista de cosas que quiero. Otro de los clubes Mycroft es muy adecuado para algunas… más interesantes.
John se ruborizó.
—¿Interesante?
Sherlock se quedó mirándole por un momento más antes de girarse hacia otro lado. Se aclaró la garganta.
—Tal vez deberíamos discutir los detalles más tarde.
Los labios de John se apretaron mientras trataba de no sonreír. Era bueno saber que no era el único en un constante estado de excitación.
—Muy bien. Ya que vamos a seguir con esto, creo que debemos estar de acuerdo en algunas reglas básicas.
—¿Cómo?
—Compromiso. ¿ Somos exclusivos? Quiero decir, ¿Fuera de los clubes?
El rostro de Sherlock se nubló por un momento.
—¿Qué deseas?
—Quiero estar contigo. No tengo ningún interés en nadie más. Para ser honesto, ni siquiera me gustó la idea de elegir a alguien más la noche anterior.
—Muy bien. Pero…
—Pero cuando vayamos, somos dominante y sumiso. Puedes compartirme, controlarme, usarme… Estoy bien con eso. Me gusta, ya lo sabes. Y me gusta lo mucho que eso te excita. Pero en casa…
—En casa sólo somos nosotros. Sí, eso funcionará. —Sherlock se volvió hacia el espejo y pasó sus dedos por su cabello.
John exhaló.
—Así que… ¿Esa cosa del poder va a ser siempre…? Me refiero, por ejemplo, ¿puedo compartirte?
Los ojos de Sherlock se encontraron con los suyos en el espejo.
—¿Eso quieres?
John vaciló.
—Me gusta la idea en teoría. Pero en realidad no estoy seguro. ¿Tú lo quieres?
Los ojos de Sherlock estaban fijos en los suyos.
—Por ahora no quiero a nadie más que a ti.
John se acercó a él y envolvió sus brazos alrededor de él por detrás, presionando su frente contra su hombro.
—¿Y si uno de nosotros cambia de opinión?
—Podemos hablar de ello. —Sherlock giró entre sus brazos y lo besó—. Como he dicho antes, todo es posible. No tengo ningún marco de referencia para una saludable relación romántica. Y francamente, no estoy seguro de lo que eso significa para mí. Mientras seamos honestos con el otro, creo que va a estar bien.
John sonrió. Era increíblemente liberador pensar que esto no tenía que ser nada, no tenían que seguir ningún patrón establecido. Ellos podrían hacer lo que quisieran. Dios, las posibilidades. Siempre había pensado que al final encontraría a una mujer, se casaría, tendría hijos… pero no había ninguna razón por la que tendría que ser así. El futuro parecía mucho más abierto en este momento de lo que se había sentido en mucho tiempo. Cualquier cosa era posible.
Sintió la tentación de dejar que sus manos se posaran sobre el culo de Sherlock, pero probablemente llegarían tarde y ellos tenían que ayudar.
—¿Quieres salir esta noche? Suponiendo que no terminemos persiguiendo criminales a través de media Europa de forma inesperada, por supuesto.
—¿Tú sí?
John frunció los labios.
—No, en realidad no. Honestamente preferiría pasar este fin de semana en la cama contigo, dejándola sólo cuando sea absolutamente necesario. —John le acarició el cuello—. ¿Tal vez el próximo fin de semana?
—O el siguiente. —Los labios de Sherlock se presionaron contra su frente y se arrastraron por su sien antes de posarse en su oído—. No hay prisa. Estaba pensando en comenzar una nueva hoja de cálculo, actualmente…
Más experimentos… John encontró la idea extrañamente emocionante.
—Si no nos vamos ahora mismo, todas estas ropas van a tener que irse.
—No necesariamente. Podríamos…
—No, nos están esperando. —John retrocedió a regañadientes—. ¿Listo?
—Sí.
Sacaron sus abrigos y caminaron por las escaleras. Sherlock se detuvo con la mano en la puerta y se volvió hacia John.
—¿Qué? —Preguntó John.
Sherlock sonrió y lo atrajo hacia él.
—Te amo, lo sabes —susurró.
John sonrió.
—Lo sé. Y disfruto escuchándolo, así que dilo tantas veces como quieras.
Sherlock lo besó y John metió sus brazos en el abrigo de Sherlock, acurrucándose cerca. Oh, Dios, nunca iban a pasar por la puerta, ¿verdad? Más les valía dejarlo, o decirle a Greg que viniera por ellos el lunes.
Podía imaginarse el mensaje: "Perdónanos por lo de esta tarde… ha surgido algo. Por tercera vez esta mañana". Sonrió.
—Oh, vosotros dos. —Oyeron detrás de ellos. John dio la vuelta para ver a la señora Hudson sacudiendo la cabeza ante ellos—. Yo habría pensado que tendríais suficiente con lo de anoche y lo de esta mañana.
John la miró boquiabierto.
—¿Qué?
Sherlock rio detrás de su hombro y John le dio un codazo en el estómago.
—Las paredes son bastante delgadas. Tenedlo en mente. Probablemente voy a tener que conseguir una de esas máquinas ruidosas. —Ella lanzo un largo suspiro y volvió a desaparecer de su piso.
—Oh, Dios mío —dijo John—. ¿Esto acaba de suceder de verdad?
Sherlock sonrió y abrió la puerta.
—Vámonos. —Salió a la luz del sol asombrosamente brillante, su ondulante abrigo oscuro detrás de él. John se detuvo un momento mientras sus ojos se acostumbraban a la luz. Dios, un cielo azul despejado en Londres… ¿Qué otra cosa podía traer este día?
La habilidad mágica de Sherlock para conseguir un taxi de la nada funcionó otra vez, le habló al conductor antes de abrir la puerta y e indicarle a John que entrara.
John se deslizó por el asiento y miró por la ventana. Sherlock se sentó junto a él y el taxi se alejó de la acera. John sintió un roce en su mano y volteo para encontrarse que se trataba de los dedos de Sherlock. Sherlock estaba mirando por la ventana de la izquierda, ya perdido en sus pensamientos.
John tomó su mano y entrelazó sus dedos mientras Sherlock le devolvía el apretón.
John sonrió.
o-o-o-o-o-o
FIN
o-o-o-o-o-o
Oh por Dios … ¡Fin! ha sido un gusto enorme, y sin duda un gran proyecto que se alargo más que nada por algunos problemillas personales, pero era algo que cómo dije desde siempre no podía dejar sin terminar, muchas gracias por todos sus comentarios, favoritos y followers, siempre fueron una alegría y motivación. Me gustaría contestar todos sus reviews cómo al principio, pero otra vez, el karma del tiempo. Si hay alguna inconsistencia, ¡Díganmela! no será la primera vez que un comentario ha corregido horrores, ya no he tenido tiempo ni de volverlo a leer, siento que otra persona fue la que tradujo esto.
Mi amor por Sherlock y John seguirá mostrándose en futuras traducciones, sin duda amo más a John como dominante, me gusta verlo serio con Sherly, así que adoro más el segundo lemmon de ellos dos jeje, pero para todo hay gustos, hay un spin-off de este fic, no prometo empezar la traducción pronto, puesto que tengo un proyecto muy postergado, pero si la hare en determinado momento, aún no la leo, así que leeré y traduciré.
Bueno, Adiosín! esperen noticias mías más pronto de lo que creen!