Pues... que les puedo decir... la verdad no sé si seguirán este fic ya que la última actualización fue hace... casi año y medio O_O Bueno, la intención nunca fue dejarlo de lado pero así sucedió, por eso lo retomo aunque no sé que tanto vaya a ser leído este tercer capitulo, en fin a los grillos que hay por allí y a los pocos lectores que hay, solo puedo decirles que ojalá lo disfruten, lo hice poniendo todo mi empeño para que sea algo de verdadera calidad.
Capítulo III. Sobrevivencia y Sublevación
La sonrisa que se formó en su rostro tras escuchar unas cuantas palabras del muchacho denotaba satisfacción… y mucha malicia.
- Así que… cambiaste de parecer. – Rió de forma escandalosa. Para Ash resultaba más hiriente que todas las torturas sufridas en días anteriores y por las cuales apenas si podía ponerse de pie cuando entró Froilán a su prisión. – ¿Qué sucedió con todas esas estupideces que dijiste? ¿cómo eran…? ¡Ah si! Preferías morir antes que hacer algo tan vil y despreciable cómo trabajar para mi. – Volvió a sonreír enervando al entrenador.
- Si quieres mi respuesta anterior, aún estoy a tiempo para…
- No, claro que no. Me sirves más vivo que muerto, pero solo tengo un poco de curiosidad… ¿Qué pudo haber pasado para que cambiaras de opinión? – Sus ojos negros se clavaron intensamente sobre las pupilas de Ash como si quisiera traspasar esa barrera física y leer directo en su alma. A pesar de lo intimidante que resultaba aquella mirada, Ash supo permanecer inmóvil y no desviar la vista hacia el techo, delatando así el pequeño agujero por el que había entrado Pikachu. Froilán no debía adivinar cual era el secreto tras su nueva decisión.
- Resulta que… – Dijo con voz endeble – Después de todo, no estoy dispuesto a perder la vida. – Cada palabra pronunciada dejaba en él cierto dolor, pues no se trataba de una farsa, era una verdad que no se atrevía a aceptar.
- ¡Ha! Igual que cualquier otro ser humano. – Froilán lanzó un bufido antes de alejarse sin molestarse a ver al muchacho que en ese momento se sintió como basura – Y yo aquí pensando que eras especial… pero no importa, el miedo a la muerte no es precisamente malo, es algo útil en realidad, así que es mejor continuar… ¡Owen! – A la mención de su nombre, el rubio empujó la puerta de madera presentándose junto a otros dos granjeros. Ash no pudo distinguirlos mucho, después de pasar tanto tiempo en la obscuridad, el brillante fulgor de pleno día lastimaba su vista y se cubrió el rostro.
- Supongo que… no vamos a recoger un cadáver después de todo. – Expresó el recién llegado con algo de sarcasmo sin obtener ninguna réplica por parte del ofendido, pero Froilán si expresó una orden en ese tono tan autoritario y escalofriante que poseía.
- Asistan un poco al chico porque francamente… me está dando asco con tan solo verlo.
- No se preocupe, alcalde. No queremos que llene con su asquerosa sangre todo el pueblo. Lo ayudaremos a instalarse.
- Lo dejo en tus manos, Owen. Y Ash… estoy ansioso de comenzar a trabajar contigo. – Toda la conversación había lastimado profundamente al moreno. Su orgullo, sus ideales, todo se había visto fuertemente quebrantado y por un instante pensó que ya no podría pasarle nada peor. Obviamente se equivocaba.
- Bueno, ya perdimos mucho tiempo así que… tráiganlo.
A la orden de Owen los dos granjeros que lo acompañaban se abalanzaron hacia él sin prisa, pero igual lo tomaron por sorpresa.
Cuando menos se dio cuenta, el fuerte agarre de los dos hombre lo asían por los brazos y sin darle tiempo de que les siguiera el paso lo arrastraron fuera de la celda al entonces aterrador mundo exterior. Sus pupilas no se ajustaron a la cantidad de luz, así que solo apretó fuerte los párpados para no lastimarse de más la vista, lo que imposibilitó saber que camino tomaba – o donde había estado todos esos días –. Un zumbido lo aturdía, sus pies arrastraban por la terracería. Si seguía avanzando era porque aquellos hombres casi cargaban con el escaso peso que ahora era su cuerpo.
Pasó varios minutos en la incertidumbre hasta que pudo enfocar de a poco el camino borroso, después, de un parpadeo o dos distinguió una especie de granero parecido al que estuvo trabajando los primeros días, pero con puertas de un metal más reforzado… se inquietó un poco al no saber que pasaría al entrar a ese lugar.
- Bien, déjenlo… por allí. – La orden provino del rubio apenas si ingresaron, haciendo que lo soltaran bruscamente y Ash cayera al no tener más soporte, pues sus piernas poco respondían. – Antes de llevarte a tu nuevo 'hogar', – dijo con cierta antipatía al momento de sujetarlo de la barbilla, examinándole el rostro, luego lo soltó con la misma rudeza para finalmente jalar con fuerza los pedazos de tela que aún quedaban de su camiseta, dejando su torso completamente expuesto. – hay que asearte un poco, porque, el alcalde tiene razón, luces como basura – Ash gruñó muy bajo, no estaba en posición de protestar, pero de igual forma no le gustaba que le hablaran así y levantó el rostro para dedicarle aunque fuese una mirada amenazante, misma que Owen no alcanzó ni siquiera a ver, pues en seguida un chorro de agua le pegó directo al rostro.
Tosió un par de veces. El agua entraba a su nariz, su boca, a sus oídos mientras ésta seguía vertiéndose sin misericordia sobre él; en seguida sintió como el golpe de agua pegaba en sus extremidades… cuando hizo lo mismo en su pecho y en su espalda un quejido salió de su garganta, pues allí había sido donde recibió mayor castigo, allí residían una gran cantidad de heridas de las que estuvo consciente solo hasta que el agua entró en las cortaduras provocadas por los afilados dientes de Mawile.
Intentó huir, moverse, pero era inútil. Apenas si se arrastraba un poco hacia la derecha, el chorro de agua lo seguía. Fue hasta entonces que se percató de donde provenía: un par de langostas azules con una tenaza pequeña y otra enorme de la cual salía el potente cañón de agua. Eran ellos quienes proporcionaban ese infernal baño y no quedaba más que observarlos, suponiendo que eran pokemón acuáticos de la región, los cuales eran desconocidos para él.
Al cabo de unos minutos el chorro de agua cesó, dejando a un jadeante Ash en el suelo, esperando que el ardor que le recorría la mitad del cuerpo cesara. Intentaba distinguir algo del lugar donde estaba, encontrándose solo con simples paredes, Owen, los otros hombres que lo llevaron hasta allí – a los que no le importó reconocer – y nada más. Uno de ellos se encontraba frente a una mesa con algunos utensilios y notó como vertía un líquido transparente en una cubeta.
"Más agua" pensó por un momento, encontrándolo absurdo. Si querían usar el vital elemento ¿Por qué no obligaban a esos pokemón acuáticos a proporcionarle otro ataque?
- Sujétalo bien.
Escuchó claramente y antes de que pudiera reaccionar, otro hombre colocó sus rodillas sobre sus débiles brazos, manteniéndolos fijos en el suelo mientras el hombre de la cubeta se acercaba para verter todo el líquido en su espalda.
- ¡Kyaaaaaaaaaaaaaaa!
Al sentir su cuerpo hervir y palpitar inclementemente entendió que no era agua lo que allí se contenía sino alcohol puro, mismo que al contacto con sus heridas abiertas le provocaba un dolor casi insoportable. Cuando apenas podía sentir el efecto del químico disminuir, escuchó otra orden proveniente de Owen que lo aterró al instante.
- Voltéalo.
- No… - Murmuró Ash en vano, pues en un segundo ya tenía perfecta visión del techo de lámina, antes que pudiera ver la cubeta comenzando a voltearse sobre él. – N… ¡KYAAAAAAAAAAAAAAA! – Volvió a gritar al sentir lo mismo que segundos atrás. Sus pectorales y su abdomen ardiendo por completo mientras el alcohol era lentamente absorbido por su lacerada piel. La sensación era tan fuerte que por un momento pensó que alcanzaría su corazón paralizándolo de una vez por todas.
- Vaya que eres malagradecido, - Habló el rubio en verdad molesto antes de acercarse, poniéndose de cuclillas junto a Ash. – Todavía que hacemos eso para que no te dé una infección y lo único que haces es gritar. – Sonrió ante el ceño fruncido que le dedicó el entrenador mientras continuaba jadeando, intentando reponerse al dolor. – En fin, ya acabamos, así que podemos llevarlo ahora.
- ¿Lle-varme… a do…? – Ash no sabía si su voz era demasiado débil o solo lo ignoraban por diversión, pues su frase quedó a medias cuando volvieron a levantarlo, obligándolo a traspasar una puerta que estaba pasando ese 'lobby' vacío, luego caminó por un largo pasillo con muchas puertas a ambos lados y abriendo la última que había del lado derecho lo hicieron entrar empujándolo hacia allí. De nuevo se encontró con el suelo frío, tardando unos cuantos segundos en poderse sentar sobre la superficie de concreto. – ¿Q-qué… es…?
- Tu nueva casa – contestó Owen, sin mucha delicadeza arrojándole una toalla al rostro que Ash quitó casi de inmediato para examinar el lugar.
Era un cuarto estrecho, donde solo había una cama de metal que, con tan delgada colchoneta sobre la base no prometía ser muy cómoda. Debajo de ésta, había un par de cajas a modo de gavetas y junto estaba una pequeña mesa con una silla fungiendo como un modesto escritorio sobre el cual había una caja plástica color blanco con una cruz roja dibujada en el centro. Las paredes eran lisas, todas de grueso acero que parecía no tener una sola abertura, incluso la puerta por la que se entraba allí era apenas una línea casi imperceptible sin ningún cerrojo por dentro.
- Pudiste vivir con todo lujo en casa del alcalde o incluso tener una propiedad solo para ti si hubieras aceptado desde el principio, pero dadas las circunstancias… creemos que es mejor si te quedas aquí.
- ¿De verdad hay quien pudiera haber dicho que si? – Ash no pudo evitar preguntar mientras hacía un esfuerzo para alcanzar la cama y sentarse sobre ella. Owen hizo una mueca ladeada que parecía más bien siniestra.
- Te sorprendería la respuesta, muchacho. No por nada estás solo tu en esta prisión. – Aquella afirmación fue escalofriante y no supo que más decir. En verdad le costaba trabajo imaginar la clase de personas que habían llegado antes que él, aceptando toda esa locura, convirtiéndose parte de ella. Su mirada se mantuvo fija en el rostro de Owen, esperando una explicación más amplia, pero después de unos segundos en los que lo observaba también, continuó hablando, quitándole toda importancia a ese asunto. – En fin, nosotros no somos tus enfermeras personales, si necesitas cubrirte con vendajes o lo que sea, allí encontrarás lo necesario. – Señaló la caja de plástico que Ash ya había adivinado se trataba de un botiquín. Seguro no contendría más que vendas y gasas, quizás una botella más de yodo o alcohol. – También te puede servir esto… – dio un paso atrás sacando medio cuerpo de la 'habitación' agachándose para recoger algo del suelo que pronto presentó frente a Ash. – Puedes utilizar tu ropa. – Arrojó la mochila a la cama junto al chico. Sorprendido de tener sus pertenencias, abrió el cierre con desesperación, recordando cada cosa allí guardada… decepcionándose al darse cuenta que faltaban muchas. – Cualquier objeto que pudiera… resultar peligroso ya fue confiscado, obviamente. – Ash alzó la mirada viendo como Owen sostenía algo que sin duda no se le permitiría utilizar: su pokédex.
- ¡Yo necesito eso! – Gritó sin pensarlo. No le interesaba tanto el aparato sino una de las tantas útiles funciones que éste tenía: su ID como entrenador con sus datos relevantes como su pueblo natal. Tuvo miedo, como nunca en su vida que ya lo hubieran revisado, que supieran algo sobre su familia, y fueran tras ellos para hacerles daño… un poco de ese miedo se dispersó cuando Owen arrojó el pokédex al suelo.
- ¿Para que habrías de necesitar algo así? No serás un entrenador pokemón… nunca más. – Después de sus crueles palabras, impactó su bota con toda fuerza sobre el aparato de alta tecnología, haciéndolo añicos. – No importa lo que eras antes, porque nunca saldrás de este pueblo, no hay motivo para molestarse en saber quien eras, de donde vienes, quien era tu familia… – Aunque quiso disimularlo, escuchar eso lo alivió… solo un poco, hasta que Owen extrajo de la bolsa de su pantalón negro un objeto único en el mundo, uno que le pertenecía a Ash. – O la identidad de la chica que seguro es idéntica a la de éste señuelo.
- Es… es mío… d-devuélvelo. – Quiso sonar autoritario, pero el miedo se aferró a cada una de sus palabras, sobre todo al notar como los ojos del ladrón inspeccionaba cada detalle de la pieza haciéndola girar entre sus dedos.
- Lo siento muchacho, pero el alcalde pensó que sería peligroso en tus manos, ya sabes, una punta filosa de metal… No podemos dejar cerca de ti nada que puedas utilizar como arma. Me ordenaron destruirlo, pero… es lindo. Así que me lo quedaré. – Ash apretó los dientes, sabiéndose completamente impotente. Sólo miró el señuelo por última vez antes que volviera al bolsillo de donde salió. – ¡En fin! Ya fue mucha charla. Por ahora cámbiate y descansa. Ya vendrá alguien a verte en unas horas… - Owen salió del cuarto mientras Ash sólo lo seguía con la mirada, sabiendo que no podría hacer nada para evitar ser encerrado en esa celda, pero antes de quedar prisionero en tan horrible lugar, el granjero le dedicó una última frase.
- Bienvenido a Vertumnus, Ash. Tu nuevo hogar. – Y después de eso quedó completamente solo.
Se recargó en la pared, repasando en todo lo que había pasado, sintiendo lejano el momento de recuperar algo de fuerzas, de escapar… pensando si es que eso sería realmente posible. Estiró una mano hacia el interior de su mochila encontrando solo ropa y… Sonrió al saber que otro pedazo de tela seguía allí. Quizás pensaron que era intrascendente, pero significaba el mundo entero para él.
Lo extrajo y examinó un poco con el pañuelo rosa con líneas rojas.
- Al menos me dejaron esto de tu recuerdo… – Le habló como si fuera a obtener una respuesta y no del objeto, sino de 'ella' – Al menos todavía hay algo de ti en este lugar. - Dijo guardándolo debajo de su escuálida almohada antes de cerrar los ojos y quedar dormido sin importarle su actual estado. Estaba completamente agotado…
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Eran las dos de la mañana y Misty se mantenía quieta, con los ojos bien abiertos observando a la ventana. La habitación donde se hospedaba estaba sumida en la total obscuridad de la noche sin nada que perturbara su tranquilidad, pero no pensaba aprovechar tanta quietud para dormir, eso quedaba claro ya que la cama estaba perfectamente hecha y ella tenía su ropa de día con los zapatos deportivos bien atados a sus pies. Ni siquiera quería recargarse, mucho menos poner la cabeza en la almohada, pues permanecía en estado de alerta.
Parecía tener un exceso de adrenalina a pesar de no estar en una situación de peligro, pero el recuerdo de la noche anterior de su encuentro con Ash era motivo suficiente para sentirse acelerada.
Aún no entendía el actuar del entrenador a pesar de haber repasado el día entero palabra por palabra. En verdad no encontraba motivo para que Ash pensara en 'protegerla de él' y más importante aún, si así era como se sentía, ¿por qué seguía allí? Después de haber sido emboscado, lo más lógico era que huyera a la región más alejada de ella, pero allí estaba de nuevo, encerrado en su habitación.
Su parte más romántica e ilusa creía que a pesar de todo, Ash no podía apartarse de su lado, aunque se lo repitiera, aunque huyera de todo contacto entre ambos. Tal vez, un magnetismo indescriptible, una fuerza invisible y perenne lo obligaba a continuar cerca… sacudió su cabeza ante semejante pensamiento. "No es momento para pensar en tonterías, Misty" Se regañó a sí misma al momento de colocar su mano izquierda sobre las orejas de su pokemón redondo y azul que estaba sentado junto a ella.
- ¿Nada aún, Marril? – Preguntó en un susurro a lo que él negó con un leve movimiento de su cabeza, sin emitir ningún sonido. – Está bien, presta mucha atención. – Dijo de nuevo en un tono apenas audible incluso para su compañero que tenía un tímpano sensible.
Recordaba de nuevo su encuentro con Ash y las horas que se mantuvo analizándolo, llegando a la conclusión de que necesitaba más información, luego… nació ese plan de una ligera charla con Delia durante el desayuno.
No resultaba extraño que el único tema a tratar en esa casa fuese Ash, pero la señora de la casa encontró un poco extraño cuando se le cuestionó sobre los detalles del regreso de su hijo.
- Realmente no hay mucho que contar… - Le había contestado un poco decepcionada. – Fue un día como cualquiera, yo estaba haciendo mis labores diarias, pues nunca se comunicó conmigo para decir que volvía… Fue raro que no llegara con nuevos amigos… o nuevos pokemón… tampoco tenía puesto el atuendo que yo hice especialmente para ese viaje un año atrás, pero no le di importancia a eso ni tampoco a…
- ¿Hubo otra cosa extraña? – Misty preguntó ansiosamente y Delia asintió.
- Su mochila… estaba en muy mal estado, incluso desgarrada de algunas partes. Entonces creí que eso se debía a que Ash es muy descuidado, pero, ahora que lo pienso, nunca antes llegó con sus pertenencias así…
Fue ese detalle el que Misty encontró por demás interesante, sobre todo porque estaba segura que nada de información provendría de boca de Ash o Pikachu, pero de esa mochila… seguro habría algo… una pista allí dentro. No mencionó nada al respecto, solo siguió haciendo plática con la amable mujer, aunque en su mente ya tenía bien trazado su plan, uno que funcionaría solo y si a pesar de todo Ash continuaba con sus escapadas nocturnas, único momento del día que el entrenador dejaba su habitación y que ella aprovecharía para hacer lo opuesto: entraría a la alcoba en busca de respuestas.
- Mar.. – Su pokemón saltó, moviendo sus orejas, mirando hacia la ventana.
- ¿Es él? ¿Está saliendo de la casa? – Preguntó la pelirroja a Marril quien asintió – Vaya… – Aunque eso era exacto lo que se requería para que su plan funcionase, de todas formas se sorprendió que Ash hiciera lo mismo que la noche anterior. ¿Tal vez no le importaba si se encontraban de nuevo o tal vez sus motivos para seguir 'escapándose' eran más fuertes que eso?
- Marril… - Se expresó el pequeño ratón rebotando fuera del cuarto y hacia la puerta trasera que daba al jardín. Misty lo siguió sabiendo que era momento de subir al tejado de la primera planta, así podría entrar por la ventana del cuarto.
No fue muy difícil escalar, aunque si un poco el moverse entre las tejas sin hacer nada de ruido, no quería despertar a la señora Ketchum o llamar la atención del recién fugado que se veía de espaldas cada vez más alejado de la casa. Se acercó con cautela hasta la ventana con la intención de utilizar el método de escape de Ash como el de entrada para ella notando como la frescura de la noche mecía con ligereza las blancas cortinas.
- Bingo. - Murmuró al darse cuenta que no tendría que forzar la cerradura de la ventana. Solo faltaba superar un obstáculo más para ser libre de explorar: Pikachu. Podría ser difícil si no pensara que, al igual que su entrenador no quería ser realmente antipático con nadie, así que tenía un excelente 'arma' para neutralizarlo. – Vamos, sal y has lo que solo tu sabes hacer – Arrojó una pokebola al interior de la habitación, esperando varios segundos donde solo se escuchó el pokemón recién liberado y luego... Nada. Comenzó a inquietarse al no tener idea que podría estar pasando con la interacción entre los dos pokemón.
"…Psy… ¡Psy ai ai! ¡Psyyy!"
Sus temores se dispersaron al escuchar la agitación del pato corriendo por la habitación y luego la exclamación de enojo del roedor eléctrico que, al parecer comenzó a perseguir al intruso por todos lados sin poder detenerlo. La carrera se hizo más frenética, tirando cosas a su paso o al menos eso podía deducir de los estruendos que llegaban hasta sus oídos.
- ¡Pi Pikachu! ¡Pikaaaa! – Misty podría interpretar aquello como gritos de frustración, estaba segura que eso eran porque, aunque en 'idioma Pikachu', era el tono similar al que ella utilizaba para reprender a Psyduck.
Más objetos fueron derribados, algo impactó contra la puerta – probablemente el pato atolondrado que tenía por pokemón – y después de eso un click que era una clara indicación de la cerradura al ser desecha. Los ruidos se fueron alejando hacia el pasillo y las escaleras. Entonces resultó obvio que tenía completa libertad de escabullirse, pero también sabía que solo disponía de un par de minutos para realizar su inspección.
Una vez dentro no perdió tiempo. Encendió una pequeña linterna dirigiendo su luz a cada esquina, luego debajo de la cama sin que allí hubiese algo aparte de una ligera capa de polvo. Entonces se volcó hacia el par de gavetas cercanas a la cama con los mismos resultados infructuosos.
Así que se apresuró al el clóset, buscando de inmediato hasta el fondo de éste... Entonces la vio. Nada le aseguraba que fuera la misma mochila, pero el estado desgastado de ésta incitaba a buscar en su interior. Dejó la lámpara a un lado para emplear ambas manos en hurgarla. Parecía no haber nada de interés, solo envolturas de pastelillos y demás basura hasta que sus dedos rozaron la orilla de un papel que desdobló encontrándose con una especie de mapa hecho a mano. Las líneas ya eran casi imperceptibles y los pocos puntos de referencia lo eran aún más, de todas formas pudo distinguir en una simple escritura que no era la de Ash, un letrero que indicaba claramente: "Ruta 4"
- ¿Por qué un camino es tan importante? - Pensó en voz alta sabiendo que ya tenía una pista para comenzar a develar el misterio que ocultaba Ash. Arrojó sin ningún cuidado la mochila al escuchar a Psyduck lloriquear cerca de la alcoba.
"Ese pato inútil, ¿por qué no corre a otro lado? Pikachu va a..." Detuvo sus pasos y sus pensamientos cuando algo que se asomó de otro de los bolsillos desgarrados de la mochila llamó su atención. Ese trozo de tela se parecía mucho a… si, lo reconocía porque era el mismo pañuelo que le regaló a Ash en aquella triste despedida. Sus bordados rojos y su color… ¿rosa? Se acercó a tocarlo notando que había una mancha predominante de un tono… marrón. Al tenerlo entre sus dedos, la tiesa tela solo confirmaba lo que ya había deducido. Su lindo y perfumado pañuelo estaba horriblemente mancillado de sangre casi en su totalidad.
Sintió un vuelco en el estómago al verlo, recordando las marcas en la espalda del entrenador, imaginando que ambas cosas estaban relacionadas, ¿Tal vez esa era la sangre de Ash? Aún con el shock invadiéndola, cerró el closet y se apresuró a salir por la ventana sin preocuparse si hacía ruido, si Pikachu la descubría, si despertaba a Delia… Con tantas cosas dando vueltas en su mente casi cae al bajar, sosteniendo en su mano derecha ambos objetos hurtados, observándolos con cuidado paralizada en medio del jardín… El secreto de Ash cada vez le parecía más extraño y su corazón acelerado le exigía descubrir de que se trataba lo más pronto posible.
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Se despertó entre quejidos pues cada intento de despabilarse representaba un ligero tirón de la sábana blanca adherida a sus frescas heridas. Tardó unos segundos más en poder levantarse y recordar todo lo ocurrido, sobre todo porqué estaba allí, en ese cuarto tan hostil.
Debía de haber pasado apenas una hora o dos dado que nadie había perturbado ese ligero y adolorido sueño. Sabiendo que en cualquier momento alguien podía entrar, decidió estar preparado.
Se acercó hasta el botiquín inspeccionando su contenido. Tal cual lo había adivinado había vendajes que pronto usó para cubrirse desde el pecho hasta la cintura, era más fácil si cubría toda el área afectada sin saber donde tenía las heridas más grandes o profundas. Después, con un poco de antiséptico curó los pequeños rasguños o cortadas que podía percibir de sus brazos y la que supuso tenía sobre su ceja derecha, cubriéndola con banditas. Pensó que eso era todo lo que encontraría en ese botiquín hasta que distinguió una caja junto a una pequeña botella de agua. Sacó el empaque analizando la probabilidad de tomar su contenido. La etiqueta decía 'Amoxicilina' y adentro encontró un par de blíster con píldoras cilíndricas. No tenía idea de medicina, pero dadas las circunstancias supuso que era un simple medicamento para aminorar sus heridas.
- Que considerados – Se dijo con ironía antes de tomar un par de ellas sabiendo que no eran dañinas, pues si fueran a matarlo, seguro no lo harían por un medio tan piadoso como ese.
Buscó entre sus cosas hasta dar con una camisa limpia que se colocó con cuidado para finalmente deshacerse de sus jeans que llevaba desde aquel día en que fue aprisionado. Una vez que se cambiase esa prenda, arrojó los usados debajo de la cama. Con tantas manchas y rasgado casi por completo no pensaba que tuviera mucha más utilidad.
Sintió un atisbo de alivio, era lo mejor que había estado en días aún sin tener la certeza de cuanto iba a durar o si sería capaz de tener una vida plena de nuevo. En ese momento no quedaba más que disfrutar su soledad antes de saber qué cosas atroces lo obligarían a realizar… No pasaron ni cinco minutos cuando escuchó el cerrojo al ser abierto del otro lado. Se paró y retrocedió ante la posibilidad de otro maltrato como los anteriores, pero al abrirse la puerta se encontró con un muchacho de cabello negro cortado al ras, un poco más alto que él, un tanto más corpulento, pero no por mucho.
- Soy Will – Se presentó el recién llegado sin mucha emoción, manteniéndose en el exterior de la celda – Me enviaron para enseñarte las actividades que realizarás de ahora en adelante. – Abrió del todo la puerta retrocediendo un par de pasos dando a entender que debía salir. Ash titubeó unos segundos, pero ante la mirada fastidiada del granjero no le quedó de otra que obedecer. Había comenzado a avanzar por el pasillo cuando sintió algo metálico presionarse contra su columna vertebral. – Y más te vale no hacerte el gracioso e intentar escapar, porque te dispararé sin titubear.
La amenaza le pareció innecesaria, pues apenas si podía moverse, no tenía la fuerza suficiente como para intentar correr o luchar contra nadie… al menos no de momento. Se mantuvo callado y sólo caminó reconociendo el lugar ahora que estaba más consiente, estudiándolo, buscando una posible ruta de escape, algo que parecía imposible, pues aparte de las puertas que conformaban un total de diez celdas no había ninguna otra abertura, ninguna ventana, o conducto de aire. Aquello era una caja hermética que además estaba custodiada por muchos hombres que se encontraban al final del pasillo, en la única salida y se extendían sobre el sendero. Si que se habían tomado muchas molestias para restringir a un simple entrenador, pues según lo dicho por Owen, solo él habitaba esa 'prisión'.
- Owen dijo que conociste muy bien su granja, así que te pusieron a trabajar allí – Señaló el lugar que estaba a un par de kilómetros de distancia de su 'casa' cuesta arriba – La jornada comienza a las seis de la mañana, así que alguien pasará a recogerte desde las cinco y se encargará de llevarte a las duchas, luego a donde puedas desayunar. Después realizarás cualquier tarea que se te indique, como alimentar a los pokemón, ayudar con su cuidado o tal vez te manden a los cultivos para…
- Si solo necesitaban otro granjero pudieron pedírmelo por las buenas – Se atrevió a hablar un poco molesto, recibiendo una mirada desagradable por parte de su guía.
- No seas estúpido – Contestó ácidamente – Eso es solo parte del trabajo que debes hacer para pagar por tus alimentos y tu hospedaje. – Ash quiso reír ante lo último haciendo un esfuerzo sobrehumano para no hacerlo y seguir escuchando – Eso es lo que harás por las mañanas, pero a partir del mediodía, estarás allí… - señaló otro lugar más cercano a la prisión que resultaba ser otra especie de granero. Caminando se dio cuenta como ambos sitios se perdían entre la arboleda, razón por la cual nunca los distinguió en sus primeros días de estadía. – Allí realizarás todo el… entrenamiento con los pokemón que se te asignen. Por ahora trabajarás con un grupo selecto de Mareeps, dicen que eres bueno con los pokemón eléctricos, así que pondremos a prueba esas habilidades. Owen se encargará de supervisar tus actividades, pero como pudiste ver… todos aquí vigilan cada uno de tus movimientos, así que a menos que quieras trabajar con una pierna o un brazo menos, es mejor que cooperes…
Así lo hizo a pesar de los largos días de trabajo, a pesar de la escasa comida o descanso que recibía a cambio, a pesar de los malos tratos recibidos por parte de todos, Ash continuó con sus 'deberes' de la mañana y su convivencia con 'sus pokemón' el resto del día que no había pasado de un simple entrenamiento, mismo que no podía salirse de control, pues Owen siempre estaba allí, vigilándolo junto con otros dos hombres que estaba seguro se trataban de los mismos que lo habían llevado a la prisión en primer lugar.
Así pasaron varios días. Intentaba contarlos resultando un poco difícil sin tener ni siquiera un calendario o una libreta para irlos marcando. Igual habían sido trece largas jornadas de sol a sol… casi dos semanas en los que no había podido descansar o curarse apropiadamente.
- Muévete niño. – Uno de tantos granjeros lo empujó hacia el sendero. El calor desprendido del sol en todo su esplendor pegaba sin clemencia en el agotado cuerpo de Ash.
- No puedo ir más rápido – Se quejó, sintiendo una pesadez casi insoportable, y el dolor de las heridas a medio sanar.
- ¿Qué pasa, princesa? Un poco de trabajo ya te está afectando? – Se burló el sujeto dándole otro empujón más fuerte que el primero. Ash no contestó nada, quiso seguir avanzando, pero todo se volvió borroso y colapsó ante la furiosa mirada del hombre encargado de él ese día.
- Maldito mocoso… - Escuchó como lo llamaba de forma cada vez más lejana mientras lo tomaba de la camiseta sin que eso lo hiciera reaccionar – Ni siquiera llevas quince días trabajando y ahora tienes fiebre. Yo siempre pensé que el alcalde perdía su tiempo contigo… Eres un debilucho…
Los insultos intensificándose fue lo último que identificó antes de cerrar los ojos entregándose por completo a la obscuridad de la inconciencia sin importarle que fueran a hacer con él…
Poco a poco perdía toda voluntad.
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Arrastrando sus pies sobre la duela Misty ingresó a la casa de los Ketchum. Había sido un día completamente agotador y solo pensaba en cenar algo para después dirigirse a su habitación a descansar, planes que resultaban difíciles de llevar a cabo, pues la preocupación de la maternal mujer no se lo permitían.
- Has estado más ocupada de lo normal, querida. ¿Segura que todo está bien? – Le preguntó eso mismo varias veces mientras comían y por más que Misty sacudiera su cabeza en negación, parecía no convencer del todo a Delia - ¿Por qué estuviste todo el día fuera entonces? ¿Mi hijo ha vuelto a ser grosero contigo o…?
- N-no nada de eso. – Contestó rápidamente fingiendo una sonrisa. – N-necesitaba salir un poco, tomar aire fresco, eso es todo.
Esa última respuesta pareció ser la indicada para acabar con el interrogatorio y a la pelirroja le pareció irónico que fuese a conseguirlo con una mentira, pues si había estado encerrada, solo que no en la casa sino en la biblioteca. Había buscado en cuanto libro de geografía que encontró, eso sin contar todos los sitios en línea para saber que había al este de la ruta cuatro de Kalos, segura que ese era el sitio que más marcado estaba en el austero mapa encontrado en la mochila de Ash.
Pero cada consulta daba el mismo resultado: nada. En ese punto remarcado hacia donde se dirigían varias flechas no era más que un sitio sin importancia en medio de un gran bosque, uno que ni siquiera era recomendado en las guías de turistas ni de entrenamiento, pues no había gran variedad de especies pokemón allí.
Sin pokemóns, sin un poblado, mucho menos rivales por enfrentar y Ash estuvo allí… ¿todo un año? Aquello no tenía sentido sin importar cuantas veces le diera vueltas al asunto en su cabeza, eso sin contar que le estaba generando un verdadero agotamiento mental.
- Perdón por retirarme temprano… - Se expresó entre bostezos apenas terminada la cena – quisiera quedarme un rato más, pero creo que…
- No te preocupes, querida. Ve a descansar. – Delia le sonrió al retirar los platos, dirigiéndose a la cocina.
- Gracias y buenas noches… - Contestó al tallarse un ojo mientras arrastraba sus pies por las escaleras hasta el fondo del pasillo de la planta alta donde estaba su habitación.
Se detuvo en seco frente a la puerta al notarla entreabierta, sintiendo de pronto ese simple detalle como una indicación a que algo ocurría en el interior. Caminó con cautela notando la luz emitida por la lámpara de escritorio… No había duda, alguien estaba en la habitación.
- ¿Qué demo...? - Se expresó enojada al notar sus cosas revueltas sobre su cama e incluso había fotos y hojas de papel desparramadas por el suelo. Estaba a punto de estallar en enojo al no encontrar una posible causa a tanto desorden hasta que notó una sombra quieta junto al escritorio; un intruso que ni siquiera se inmutó con la presencia de la chica o los gritos de ésta. - ¡¿Qué diablos estás haciendo?! - Demandó saber sin identificarlo del todo, hasta que el sujeto dio dos pasos hacia el frente con un pequeño cuaderno negro entre manos.
- Desquitándome. – Dijo en una áspera aunque tranquila voz. Sus facciones apenas eran reconocibles por la tenue y amarillenta luz que solo resaltaban sus ojos castaños, haciéndolos ver aún más claros de lo que eran. Misty se quedó helada al observarlo fijamente – Tu revisas entre mis cosas, por eso es justo que yo haga lo mismo.
- ¿A q-que te refieres...? – Su nerviosismo era obvio, pues dejó los reclamos de lado, reemplazando su expresión por una más avergonzada.
- Por favor. – El chico se expresó con un poco de sarcasmo haciéndose paso hasta estar en medio de la habitación, donde podía observar mejor a la sorprendida pelirroja - ¿De verdad creíste que tu tonta treta iba pasar desapercibida por Pikachu? Entonces eres mas ingenua de lo que me acusabas ser. – Sus crudas afirmaciones generaron muchas sensaciones en Misty desde pánico hasta vergüenza y de vuelta al enojo al ver como el chico seguía revisando ese cuaderno que de pronto identificó a la perfección – Seguro no te ves a ti misma como tonta e ingenua, pero en cambio si crees que eres… "mandona y a veces en exceso apasionada..."
- ¡Cómo te atreves a leer mi diario!
- Cómo te dije, es lo justo. – Fue lo único que contestó, moviendo un poco la libreta de forma triunfante, algo que sin duda enervó a Misty y se abalanzó sobre él con intenciones de arrebatarle el objeto.
- Deja de hurgar en mis cosas…! Tu… ¡Idiota! – Gritó desesperada estirando sus manos intentando recuperar el diario, pero solo tocó a la nada, pues él escapó rápida y fácilmente pegando un brinco sobre la cama para ponerse a salvo del otro lado, acto que hizo gruñir a la pelirroja en frustración – No está bien curiosear en el diario de una chica, ¡insensible! – se expresó de forma tan aniñada que Ash no pudo evitar sonreír ante la graciosa imagen de Misty con sus ojos refulgiendo en ira y sus mejillas enrojecidas e infladas. Siempre había sido divertido hacerla enojar, incluso en ese momento que lo hacía por… la verdad no tenía idea qué lo impulsó a entrar en aquella habitación, pero sin duda lo estaba disfrutando.
- Ojalá así aprendas la lección. No es cortés curiosear en las cosas de otros.
- ¿Tu hablando de cortesía? Eso si es gracioso cuando te has pasado el tiempo siendo un patán con todos. – dejó de mirar al chico para acercarse a la puerta para cerrarla lo más silenciosamente posible, de pronto recordando que podían ser escuchados por Delia y de momento, quería que esa conversación fuese privada – Además no lo hice para molestarte, solo quería saber algo de lo que pasó contigo en Kalos, porque…
- No es algo que te incumba, - Cortó de tajo las palabras de la chica, ojeando de nuevo el diario – así como a mi no debiera importarme que sueño tan extraño tuviste el otro día, pero si insistes en entrometerte, yo haré lo mismo. Mientras hagas preguntas como esas, seguiré leyendo.
- Te ordeno que dejes mi diario en paz y ¡Agh…! – Azotó su pie sobre el piso al darse cuenta que el chico la ignoraba y continuaba su lectura. El muy sinvergüenza, aún en su sombría forma de ser se atrevía a sonreír, burlándose de ella. – ¿Sabes qué? No me importa, lee eso, lee toda la maldita cosa si quieres, porque yo no tengo ningún secreto y a pesar de todo, ¡no hay algo que te ocultara a ti!
Las palabras de Misty lo sorprendieron tanto como la expresión de seguridad que mantuvo después de ellas. No sabía si calificarla como admirable o verdaderamente tonta por pensar así a pesar de la forma tan vil con la que estuvo tratándola desde que sus miradas se cruzaran por primera vez en esa casa. Tampoco pareció sentir desprecio por él cuando vio su cuerpo lacerado aquella noche en el río. Sin que lo admitiera abiertamente, Ash sintió un poco de alivio que no fuese capaz de ahuyentarla, pues ahora que estaban bajo el mismo techo no la quería lejos cuando noches enteras pensó solamente refugiarse en ella, sanar bajo el cobijo de sus brazos…
Tantas emociones no eran para nada delatadas por sus serias facciones o su mano firme que solo se dedicó a pasar página por página de esa libreta que contenía la vida de Misty, algo que le traía cierta felicidad hasta que encontró una fotografía pegada en una de las hojas. Allí estaba ella, radiante, feliz… sus manos aferradas al brazo de un chico castaño que mostraba el agrado del contacto con un ligero sonrojo. Parecían una verdadera pareja e imaginó como aquel desconocido podría ofrecerle felicidad pura, seguridad y muchas tantas cosas que jamás podría darle ya a Misty, no después de lo vivido en Kalos.
- Si en verdad no tienes secretos, – Desprendió la foto y levantó la mirada encontrándose con las curiosas pupilas de Misty – supongo que tu romance con éste… niño debe ser del conocimiento popular.
- ¿Ah? – Su expresión severa se deshizo sin entender de donde salía ese comentario ni porqué parecía decirlo con un deje de amargura. Su confusión creció cuando Ash dejó caer la fotografía sobre la cama y pudo reconocer la imagen retratada en ese simple papel.
– Es… esto… ¿te molesta acaso? – Preguntó un tanto sorprendida tomándola entre sus dedos, para después dirigir su mirada hacia el chico que, ahora era quien inflaba un poco las mejillas, visiblemente molesto.
- ¿Por qué debería? Tu novio ni siquiera es tan atractivo. – Hizo un pequeño puchero al momento que dejaba caer todo su peso en la pared olvidándose del diario… y de su pose sombría. De pronto parecía más el niño que Misty conoció desde siempre y su corazón aumentó de ritmo drásticamente al encontrar solo una explicación para los comentarios ácidos de Ash y su repentino enfado.
- Podría ser que… ¿estás celoso? – Se aventuró a preguntar sin tener idea que podría recibir como respuesta, la cual llegó acompañada de un gruñido por parte del entrenador.
- Pff, por favor, ¿de ese tipo tan debilucho con cara de tonto? No sería competencia…
- ¿Para ti? – los ojos castaños casi se desorbitan al darse cuenta de la clase de cosas que estaba dando a entender y se incomodó aún más cuando Misty soltó una risilla antes de mirarlo burlona –¿Sabes? Es raro que no veas a Giorgio como competencia en lugar de decir que yo no soy capaz de ponerte celoso en primer lugar.
- ¡E-es lo mismo! De todas formas tu y ese tipo Giorgio seguramente son muy felices, así que, ¿no debieras regresar a Celeste para estar con él? – Expresaba fastidio, pero no era más que molestia disfrazada. La sola idea de que Misty en verdad deseara regresar a su ciudad natal para estar con 'ese' resultaba insoportable. – Así dejarías de entrometerte en mis asuntos.
- Giorgio es un amigo, no tengo que regresar a ningún lado, así que puedes dejar de preocuparte por eso.
- Yo no estoy…
- ¿Sabes? Si quieres hacerme creer que me detestas, realmente estás haciendo un pésimo trabajo, sobre todo porque tu viniste hoy, aquí a mi habitación. ¿Para que Ash? ¿Querías verme acaso?
- N-no digas ridiculeces, yo solo quería demostrarte cuanto puede irritar que alguien se entrometa en tus asuntos… poco me interesa lo que sea de tu vida ahora. - Apenas lo dijo, sintió aquella mentira quemarle por dentro, destrozándolo por completo como ninguna otra cosa lo había hecho en mucho tiempo.
- Si claro, porque estás demostrándolo muy bien, - Espetó molesta al tirar de su brazo, evitando así que siguiera su camino hacia la puerta. – Yo nunca he dejado de preocuparme por ti, aún quiero saber que ha pasado contigo y es obvio que lo mismo te ocurre con respecto a mi. No te soy indiferente y… casi podría asegurar que me quieres aquí, a tu lado. - Su corazón palpitaba con gran fuerza al quedarse sin la valentía que la impulsó a decir todo eso y aumentó el ritmo al notar como Ash no se apresuraba a contradecirla, solo mantenía la mano firme sobre el picaporte, pero sin atreverse a mirarla. Después de un largo silencio, él habló solemnemente.
- No importa lo que yo quiera... Antes que mi madre te llamara a ti y a todos los demás, tenías una vida lejos de aquí, compartiendo experiencias con otras personas… Deberías... Deberías seguir haciendo justo eso porque...
- ¿Porque todos deciden siempre por mi? ¿Porque no importa lo que yo deseé? – Su tono de voz se percibía entrecortado y fue eso lo que obligó al entrenador mirarla al fin notando como los ojos verdeazulados brillaban por todas las lágrimas que intentaban contener. Era obvio que no lo lograría por mucho tiempo, pero a pesar de ello siguió hablando. – Antes del gimnasio yo… tenía una vida que si quería, una que acabó porque mis hermanas me obligaron a regresar sin pedir mi opinión. ¿Y ahora tu quieres hacerme lo mismo?
- Yo solo pienso lo que es mejor para ti.
- ¡Tu no podrías saberlo! – Espetó con un poco de rabia – ¡No hemos estado juntos desde hace seis años Ash! Solo yo sé lo que me hubiera hecho feliz ¿y sabes que sería eso? No haberte dejado nunca, así no tendrías que leer un estúpido diario para saber que me ha pasado todos estos años y yo no tendría qué investigar nada tratando de adivinar lo que te ocurrió en Kalos, porque hubiera estado allí, contigo. – La sola idea que algo como eso pudo haber pasado lo atemorizó por completo. Ya había pensado en más de una ocasión como hubiera resultado todo de haber contado con compañía al llegar a ese pueblo de locos, pero que fuera Misty quien hubiera acabado atrapada en ese infierno… era demasiado aberrante de tan solo imaginarlo.
- Pues nada me alegra más que no haberte tenido a mi lado, - Dijo con una seguridad que dejó helada a la chica – especialmente en Kalos. – Sintió su corazón oprimirse notando como sus palabras arrancaron unas cuantas lagrimas de las pupilas aguamarina y todo el cuerpo de Misty se estremecía ante lo que pensó era un claro rechazo sin imaginar la razón existente tras esa afirmación. La chica sentía que se desvanecería en cualquier momento sobre todo cuando Ash dio unos pasos hacia ella clavando aún más su mirada severa y como respuesta solo pudo retroceder hasta toparse con pared. Teniéndola acorralada, Ash soltó en ella una única cosa que consideró como verdad cada noche que estuvo encerrado. – El día que nos despedimos, fue lo mejor que pudo pasar, así que agradece a tu buena fortuna y vuelve a esa vida que no crees querer. Con el tiempo verás que es lo mejor para ti. Tu gimnasio, tus hermanas... y ese tal Giorgio. Todo eso es lo que te pertenece, así que vete… no hay nada aquí para ti.
La observó fijamente por unos segundos más, asegurándose que el mensaje fuese recibido, pero al mismo tiempo no deseaba irse dejando en esos ojos azules y cristalinos la congoja que en ellos se reflejaba. Se aguantó las ganas de acercar sus dedos hasta las mejillas para limpiar el rastro del llanto que allí residía y apretó los labios reprimiendo las ganas de acercarlos hasta los de Misty, solo la observó un poco más antes de alejarse, saliendo sin prisa de la habitación.
Apenas se supo sola, se dejó caer sujetando con fuerza sus piernas contra su pecho.
Contra todo pronóstico dejó de llorar, no deseaba hacerlo más, lo que deseaba eran respuestas y de un modo u otro las obtendría. Apretó su puño derecho sabiendo que había llegado el momento… era tiempo de la jugada final donde Ash le diría la verdad o ella iría en busca de respuestas.
oOoOoOoOoOo
- Les dije que algo así pasaría, pero como es costumbre, nunca me escuchan.
- Ya Ivy, menos reclamos y más acción, ¿se puede o no salvar al muchacho?
- Claro, solo deberán seguir mis instrucciones, por lo menos ésta vez.
- Bien... Es una pérdida de tiempo, pero si no queda de otra...
- Podría ponerse al día con los entrenamientos si deja el trabajo en la granja por unas semanas.
- ¿Y yo trabajar más? Si claro.
- No depende de ti, Will. El alcalde es quien tomará esa decisión, aunque es mejor que te vayas haciendo a la idea, a este niño lo queremos aquí por lo que podría lograr con esos Mareep una vez que evolucionen.
- ¿En serio crees que un chiquillo será capaz de manejar la mega evolución de un Ampharos? Como no.
- Solo espera y verás, Will, este niño traerá grandeza a nuestro pueblo, justo como siempre lo hemos soñado... Pero basta de charla, déjame hacer mi trabajo o no sobrevivirá ni la noche.
- Como dije, no es más que un insignificante muchacho, no durará ni un mes aquí, ¿verdad debilucho?
...
- ¿Qué...?
Ash abrió los ojos lentamente, recordando aquellas palabras y la cara de Will observándolo, burlándose.
¿Había sido un mal sueño? O peor aún, ¿una realidad cruda e inhumana? Lo más seguro es que se tratara de la segunda opción, pero era difícil saberlo cuando de lo único que tenía la certeza era haberse desmayado en medio del campo y ahora despertaba totalmente desorientado bajo brillantes lámparas que despedían su incandescencia directo a sus ojos.
- ¿Dónde e-estoy? - Intentó articular las palabras más para remojar un poco sus labios que para obtener respuestas. No sabía si había alguien acompañándolo o se encontraba solo en ese amplio cuarto de paredes blancas. intentó moverse y al instante sintió algo extraño en su brazos izquierdo, un par de agujas insertadas en el antebrazo - ¿Qué sucede...?
- ¡Ash! Al fin estás despierto – Era la primera vez en mucho tiempo que alguien se dirigiera a él con cierta gentileza y enseguida lo encontró extraño, sobre todo porque no podía enfocar del todo la fuente de esa voz cantarina hasta que el rostro de una mujer estuvo muy cerca al suyo cuando ella se inclinó para retirar un paño de su frente para reemplazarlo con uno fresco – ¿Cómo te sientes muchacho?
- ¿Bien? - Contestó más con un tono de duda mientras la mujer seguía con sus cuidados hacia él. Su cabello castaño atado en una trenza y la sonrisa que le ofrecía ejercía cierto encanto sobre él, pero no de una forma agradable. Parecía más como un depredador que intentaba engañara a su presa, haciéndole creer que era Delia quien cuidaba tan vehementemente de él. Pasaron varios segundos antes de que reconociera que quien estaba allí era Ivy, la esposa de Owen. – Aún no sé... Que me ha pasado...
- Ah, tuviste una fuerte fiebre a causa de una infección en tus heridas. – Explicó con tranquilidad. – Eso iba a pasar tarde o temprano, ya que no tuvieron los cuidados adecuados contigo, pero no debes preocuparte por eso, ya todo está arreglado. – Su voz sin duda era maternal y su mente seguía jugándole una broma, pues en intermitencia veía el rostro cariñoso de su madre, para después darse cuenta que los ojos dorados de Ivy eran los que estaban allí frente a él. – Debo admitir que me preocupaste. Estuviste inconsciente demasiado tiempo y...
- ¿Desde cuando… estoy aquí? – Preguntó con inquietud.
- Pues… tres días, creo.
Estaba bastante aturdido, pero aún en su confusión podía hacer una suma simple de los días en los que estuvo trabajando más el tiempo que se encontró inconsciente y podía deducir que era más de lo que había acordado para encontrarse con Pikachu.
¿Qué era de su mejor amigo ¿Sus otros pokemón estarían con él? ¿Seguían en el bosque o podría ser que esos monstruos los hubieran encontrando en ese tiempo? Su mirada aterrada se volcó en Ivy que seguía con sus actividades de enfermera y al verlo sonrió.
- No tienes porqué preocuparte. Suturé las heridas más grandes y te administré un antibiótico más fuerte. Ahora estás bien y en un día o dos te recuperarás por completo, solo necesitas descan...
- Ya descansó lo suficiente. - Una voz resonó autoritaria en todo el lugar. Ash ni siquiera intentó buscar a la persona que declaró aquello, tenía una vaga sospecha, sobre todo cuando notó el ceño fruncido de la castaña al escucharlo. – Ya perdió demasiado tiempo, es momento de reponerlo así que prepáralo para...
- ya hemos discutido esto, Owen. - La mujer pareció contenerse al responder, mirando de reojo a Ash, después a su marido. - Es necesario que mejore su condición o regresará aquí todo el tiempo. – Ivy desvió su vista hacia el chico como si se disculpase por decir algo así en frente de él, pero la siguiente frase de Owen dejaba en manifiesto que a él no le importaba discutir esas cosas frente a Ash.
- De todas formas lo hará. El alcalde quiere que pase a la siguiente fase de entrenamiento y... podría oponerse. - Los labios fruncidos de Ivy era solo la expresión mínima de frustración que sentía el joven recostado en la camilla.
Si tan solo la mujer pudiera interceder más por él, si pudiera descansar lo suficiente tendría la fuerza que necesitaba para escapar, pero su buena estrella se había extinguido cuando llegó a ese lugar y no parecía querer brillar de nuevo. Lo supo apenas notó la sonrisa retorcida que Owen le dirigió.
Levántate ahora o te obligaré y créeme, no tengo la delicadeza de mi esposa. – Sus ojos grises se clavaron en los castaños del chico que sostuvo la mirada, de alguna forma desafiándolo, diciéndole sin hablar que ni con todo lo ocurrido le daría la satisfacción de sentir miedo ni con su presencia o sus amenazas.
- Bien, regresemos al entrenamiento. - Expresó con firmeza y se levantó de la cama arrancando las agujas que conectaban los antibióticos a su torrente sanguíneo.
- Ya veremos si lo resistes... - Murmuró un poco entretenido ante el actuar del chico. - No sabes lo que te espera...
- No es suficiente poder, que lo haga de nuevo.
- Está muy debilitado para intentarlo ahora y...
- No pedí tu opinión, te exijo ¡que hagas lo que se te ordena! - Las irascibles palabras fueron acompañadas de un puñetazo que impactó de lleno en la mejilla del entrenador que, sin posibilidades de contraatacar y al ser demasiado débil en comparación a la gran masa corporal que poseía su atacante, no pudo hacer otra cosa que recibir el golpe... De la misma manera en que lo había hecho tantas veces en días pasados y seguro faltarían más mientras se negara a usar los pokemón de la manera en que se le pedía, aunque su resistencia mejoraba, por lo menos ya no daba al piso con cada impacto, pero de igual forma terminó escupiendo una buena cantidad de sangre antes de encarar al tan respetado alcalde.
- No alcanzarán su potencial de esa forma.
- Eso es solo tu estúpida opinión.
- Un pokemón responde mejor a los estímulos positivos, jamás se harán fuertes si le temen a su entrenador.
- Entonces son inútiles. - Sacó una barra de metal con una punta afilada y la clavó en el Mareep mas cercano el cual chilló horriblemente mientras su lana blanca se teñía de rojo. Froilán extrajo el objeto con la intención de volverlo a encajar en la misma víctima mientras el resto del rebaño comenzaba a alborotarse a su alrededor, pero no alcanzó a dañarlo ya que Ash tomó la vara con fuerza.
- ¡NO! No dejaré que los lastimes.
- ¿En serio vas a defenderlos? No son más que un estorbo, una perdida de tiempo! – Con un tirón de su brazo logró quitar las manos del chico de su arma y de un rápido movimiento terminó por hundirla en el muslo del muchacho. Enseguida Ash emitió un sonido igual de aterrador al Mareep cuando recibió el mismo castigo. Una punzada se generaba desde el centro de la herida y se extendió hasta la punta de sus dedos obligándolo a caer de rodillas. - ¿Ves? Así se trata al ganado y si tu quieres ser parte de él, adelante. - dicho eso volvió a clavar la punta afilada unos centímetros más debajo de donde le infringió la primera herida.
Un quejido seguido de jadeos indicaban el dolor que Ash sentía. Aunque se resistía a dejarse dominarlo, no desaparecía. Al contrario, se intensificó cuando Foirlán lo obligó a levantarse y no tuvo más remedio que apoyar su extremidad maltrecha para mantenerse de pie. - ¿Ahora vas a hacer lo que te digo?
- No lastimaré a ninguno de estos pokemón. - Contestó sin titubear.
La convicción era demasiado palpable que incluso sus ojos se tornaron más obscuros, enfureciendo a su atacante. Foirlán odiaba que esas cualidades no fueran aprovechadas para su beneficio y con ese coraje hirviéndole la sangre lo golpeó fuertemente en la quijada, ésta vez logrando que Ash perdiera el equilibro.
Un zumbido permaneció en su oído imposibilitándolo a reincorporarse. No quería vencerse, pero después de tanto castigo recibido en tan escasos minutos, sintió sus párpados cerrarse.
- Estúpido. - Murmuró Froilán antes de alejarse unos pasos para llamar a sus hombres que esperaban fuera del granero - ¡Traigan a Ivy! El chico necesita asistencia médica.
- ¿De nuevo?
Entrenar, negarse, ser lastimado, terminar sangrando en la enfermería.
Esa nueva rutina se extendió por unas semanas que le supieron a eternidad. A veces era solo un puñetazo y a veces, como en esa ocasión terminaba con heridas expuestas que aún seguían expulsando sangre que manchaban los simples vendajes colocados por Ivy. En más de una ocasión pensó pedirle ayuda a la mujer, pero ya había aprendido en no confiar en nadie, ni siquiera en Jimmy quien le había asegurado ser un aliado y ni siquiera lo había visto en casi dos meses que llevaba prisionero allí.
Sentado sobre el pasto seco de un pequeño corral en el que se suponía debía estar entrenando ante la vigilancia de media decena de granjeros observaba su más reciente lesión.
"Demonios, no puedo ni siquiera apoyar mi pierna, no podría correr ni un tramo antes de que me capturen de nuevo"
Comenzaba a desesperarse al ver pasar los días sin que tuviera la condición necesaria o la oportunidad para escapar.
- ¿Qué crees que es esto? ¿Un día de campo? ¡Ponte a entrenar muchacho! - Uno de los hombres que lo rodeaban apuntó un rifle en su dirección y no tuvo más remedio que levantarse, arrastrando su pierna hasta alcanzar al grupo de Mareeps que sin buscarlo ahora conformaban 'su rebaño'. Acarició a uno provocando un poco de estática que le generó una pequeña carga eléctrica en la punta de los dedos. Lejos de sentir eso como una agresión, sonrió. Extrañaba demasiado a su compañero eléctrico, preguntándose una vez más dónde podría encontrarse...
- Tal vez exista una manera de saberlo... - Murmuró inclinándose hacia el Mareep que estaba acariciando para darle una indicación, lo mismo hizo con el resto del rebaño. Inmediatamente después acataron la orden y desplegaron un rayo que alcanzó hasta las nubes, manteniéndose así por largo rato.
La energía podía parecer normal para cualquiera, pero algún experto podría deducir que aquello no era una línea recta sino una onda, un mensaje para cualquier pokemón eléctrico que lo mirase. Segundos más tarde una segunda columna de electricidad se extendió desde un punto lejano en el bosque hasta el cielo. Ash no podía entenderlo, pero estaba seguro que quien lo generaba era su pequeño amigo y su sospecha rápidamente se confirmó cuando uno de los Mareeps movió la cola en signo de alegría, generando unos cuantos sonidos de agrado.
- Parece que se aproxima una tormenta. - Expresó uno de los vigilantes y Ash sonrió al saber que ninguno de ellos entendía lo ocurrido frente a sus ojos. Debía aprovecharlo, esa era su única oportunidad para salir de allí.
Disimulando la emoción ante el descubrimiento, se rodeó de los pokemón para darles una indicación más, un nuevo mensaje para Pikachu:
"Sin importar lo que pase, en una semana escaparé. Búscame junto a Froakie y Litleo al sur de la granja de Owen y… prepárense para luchar."
oOoOoOoOoOo
Si creía que había vivido las peores torturas en aquel bosque de Kalos, era porque nunca vivió la incertidumbre de saber si había perdido o no a la mujer que amaba.
Después de su charla con Misty regresó a su confinamiento autoimpuesto sin ganas de escaparse como las demás noches, pues apenas cerró la puerta se recargó en ella tratando de adivinar a qué correspondían cada uno de los sonidos que percibía dentro de la casa. Esperaba escuchar pasos, tal vez una ligera despedida entre su madre y la chica, incluso ruegos de la maternal mujer para convencerla que se quedase… pero no hubo nada, si acaso el televisor encendido por unas horas, después, la calma absoluta reinó en la residencia.
Misty no se marchó esa noche, Ash lo sabía y ese solo pensamiento lo tranquilizó por unas horas, pues apenas despuntó la mañana volvió a su lugar junto a la puerta, esperando la llegada de ese momento. Quería escucharla hasta el último segundo, hasta que saliera de esa casa, alejándose definitivamente de su vida… Pasó todo el día y aún podía distinguir su voz, su risa. Era casi el atardecer y ella seguía allí, podía asegurarlo, fue hasta entonces que se dejó caer sobre la cama, dándose cuenta que una vez más había fallado, Misty no se iba, lo que significaba que debía seguir siendo cruel con ella para conseguirlo. Se giró sobre su costado, suspirando. No se creía capaz de continuar con esa actitud hacia ella.
Quisiera admitirlo o no, lo estaba derrotando.
- Pero… – Habló bajo y Pikachu se acercó hasta su mano extendida sobre el colchón para dejar que su entrenador le acariciara la barbilla – la verdad es que siempre he sido débil ante ella. – Dijo con una ligera sonrisa mientras Pikachu asintió conociendo los sentimientos que su entrenador albergaba por la pelirroja. – Pues debiera darse por vencida, - Exclamó un tanto molesto para después rodar un poco sobre su cama, soltando una largo suspiro – de todas formas no hay nada que pueda hacer, ella nunca entenderá… me odiaría si supiera toda la verdad.
Se levantó y cambió su camiseta de manga larga por otra limpia, mientras pensaba que hacer de ahora en más, puesto que no podía continuar así. Tarde o temprano terminaría cediendo ante ella…
Entre más lo pensaba solo una respuesta aparecía como solución: debía marcharse, irse lo más lejos posible y lo haría… si tan solo esa idea no lo aterrara por completo.
Aún no podía viajar normalmente, estaba consiente de ello, pero eso no era impedimento para pasar unas cuantas horas en el exterior tan solo disfrutando de lo bueno que el mundo tenía por ofrecer sin pensar en lo malo. Abrió la ventana dándose cuenta que la noche era aún muy joven y aspiró el agradable aire limpio del campo. Amaba que su casa estuviera a la orilla del pueblo, lejos de la gente.
- Debieras venir conmigo hoy, Pikachu. Me siento mejor cuando estoy allá afuera, tal vez te ayude a ti también. – Le pidió a su pokemón sin que éste contestara nada y solo se hiciera un ovillo sobre la almohada. – Está bien compañero, no necesitas hacerlo si no quieres. – Dijo en un tono ligero y comprensivo que solo usaba en los confines de su habitación, sobre todo porque entendía que por ahora, Pikachu sentía una ligera aversión hacia otros pokemón sin importar que tan pequeños o inofensivos parecieran. Fue ese problema una de las principales razones por las que decidió volver a casa, para que su amigo pudiera sentirse seguro.
Tratando de despejarse de todo eso y deseando sentir un poco más de la primaveral noche, salió de la habitación como era su costumbre: a hurtadillas, por la ventana, algo que resultaba demasiado fácil con la agilidad que había adquirido. Casi ni hacía ruido al caminar por el solitario sendero. Sus ojos solo se encontraban con árboles frondosos de los que se desprendía el agradable e inconfundible aroma a bosque. Sentía paz instantánea al estar rodeado de la naturaleza, disfrutando por breves instantes de lo que él solo podía definir como completa libertad… antes que las pesadillas y los miedos volviesen con renovadas fuerzas para continuar afligiendo su ya perturbada mente.
Si, esas noches lo mantenían hasta cierto punto cuerdo… o así había sido hasta ese momento, pues apenas divisó su lugar predilecto cerca del nacimiento del riachuelo, pudo notar la figura de la pelirroja que parecía esperar su llegada.
Contuvo la respiración para luego, en cuestión de segundos volver a su actitud hermética, fingiendo de nuevo que no la quería cerca, esperando que esa fuera la última vez que debiera comportarse así… y después de ese encuentro, Misty al fin se fuera lejos.
- ¿Qué haces aquí? – Demandó saber en ese tono ácido y repelente, haciendo que la chica se girara en su dirección. Ash se desconcertó un poco al encontrar en ella cierta firmeza, como si sus malas palabras no la afectaran más.
- No voy a molestarte mucho, – respondió ella agachándose un poco para tomar algo del piso y poner a la vista del chico un objeto: una mochila de diferentes tonos rosados. No se necesitaba meditarlo mucho para adivinar que eran las pertenencias de la pelirroja. Ante la mirada desconcertada de Ash, Misty se dispuso a explicar. – Como verás, tengo todo listo para emprender mi viaje, solo vine a decírtelo antes de partir. – Aquella declaración lo tomó por sorpresa. Esperaba tener otra confrontación con ella antes de obtener esa respuesta y allí estaba al fin lo que estuvo buscando, pero no por eso sentía felicidad. De cualquier forma supo disimular muy bien la decepción generada con esa noticia.
- Vaya, al fin. Pensé que tendría que sacarte a la fuerza – Dijo de la forma más desagradable posible mientras se cruzaba de brazos. Misty fijó su mirada sobre los ojos castaños por un buen rato antes de continuar hablando con cierto desenfado.
- Si bueno, tampoco tendrás que preocuparte que regrese pronto, ni que por alguna razón nuestros caminos se crucen porque me voy muy lejos de aquí.
- ¿Ah si? Pensé que regresarías a tu casa, a los brazos de tu amado Giorgio… o como se llame.
- Pues pensaste mal, porque no me importa él, estoy más interesada en encontrar respuestas. – Recalcó la última palabra para después buscar algo en el bolsillo de su short: un papel que desdobló con cierta lentitud para después dar algunos pasos hacia Ash, extendiéndolo ante él. Quería que distinguiera perfectamente de qué se trataba. – Estoy segura que aquí las encontraré…
- ¿Qué es…? – Su rostro pasó del desinterés al pánico total apenas si reconoció del todo el trozo de papel con la escritura casi disuelta por el desgaste. Era el mapa de Jimmy, ese que finalmente lo ayudó a salir del horrendo lugar donde estuvo encerrado y al que Misty pretendía ir. – ¡¿ACASO TE HAS VUELTO LOCA?! – Gritó sin mesura y sin máscaras al momento que sujetaba a la pelirroja de los brazos con un poco de rudeza. Tal vez la estaba lastimando, pero no podía pensar en nada más que en hacerla desistir y esa desesperación se filtró en sus ojos, en sus temblorosos labios, en sus acciones… Muy al contrario, Misty ni se inmutó ante el rudo arranque del chico.
- No lo estoy. Ahora pienso más claro que nunca y en vista que tu no me dices lo que ocurrió en Kalos, iré a averiguarlo por mi propia cuenta, a la fuente del problema mismo.
– Tu no… no… ¡Nunca irás allí, ni siquiera te acercarás porque yo no lo permitiré! ¡¿Me escuchas?! – La sacudió un poco, asegurando más sus manos sobre los delgados brazos de Misty – ¡Nunca dejaré que pongas un pie en el sitio señalado en ese maldito mapa!
- ¡Lo haré si solo así entiendo que pasó contigo! - Ella también se afianzó de Ash importándole poco si el papel en su mano se rompía al sujetarse de las mangas de la camisa como si con eso se aferrase a la vida misma. – No me importa si al llegar allí muero, lo único que me importa, eres tu y…
- Pues lo mismo digo. – Susurró al momento que cerró los ojos, sintiendo como un extraño oleaje lo recorría por entero ante esa confesión. Deshizo toda defensa o barrera, permitiéndose ser completamente vulnerable, pues sabía que esa sería la única forma de detenerla. – Necesitas saber que… moriría si con eso logro protegerte, pero en un lugar como ese… ni un sacrificio así sería suficiente para regresarte a salvo a casa. – Mantuvo los ojos cerrados todo el tiempo y no podía darse cuenta del terror que causó en ella, sobre todo con sus últimas palabras – Por eso te suplico que olvides esa tontería de viajar allí… - No se atrevió a decir más, ni a sujetarla con tanta fuerza, algo que Misty aprovechó para subir sus manos hasta el rostro de Ash y suavemente lo giró en su dirección, aunque él mantenía sus ojos cerrados.
- ¿Qué hay allí, Ash? – Habló con tenue voz, mientras acariciaba un poco sus mejillas.
- Nada bueno. Créeme, yo… he deseado tantas veces nunca haberme perdido en ese maldito bosque ni encontrarme con… – No podía ni continuar hablando sin que las imágenes se aglomeraran en su mente y sintió la necesidad de salir corriendo, alejarse de Misty cuanto pudiese, pero ella no lo soltó, al contrario, sus yemas se aferraron cuanto pudieron a la piel de su rostro, sus piernas se movieron hacia al frente mientras las de Ash retrocedían. Sin quererlo, terminó aún más cerca del chico, sus hombros tocándose y casi podía sentir como la camisa del chico rozaba contra su vientre expuesto al llevar un top tan corto como vestimenta. – Tiene que decirme, qué encontraste en ese bosque, Ash.
- No necesitas saberlo.
- ¿Alguien te hizo daño? – Se aventuró a preguntar con un poco de miedo colándose en su voz, pero Ash pareció encontrar ese cuestionamiento más bien absurdo. Si tan solo esa fuera la verdad podría pasar por una víctima, pero todo era mucho más complicado que eso.
- Eso es solo parte de la historia.
- ¿Cuál es la otra parte?
No podía resistirlo más. Sujetó las manos de la chica y con cierta lentitud la alejó de él, mirándola al fin, pareciéndole insoportable que lo contemplara tan preocupada por su bienestar cuando él no merecía nada de compasión.
- Ya te lo dije el otro día, yo hice tanto daño como… las personas que conocí. No tienes idea de las cosas que yo hice… Yo ahora podría…
- ¿Lastimarme?
- A ti… a mi madre, a cualquier criatura viviente. – La verdad estaba en el aire y no había vuelta atrás, no había forma que Misty continuara a su lado después de tal declaración o eso creyó, pero contra toda lógica ella volvió a colocar una mano en su rostro, rodeando su cuello con la otra, generando nuevamente esa cercanía casi íntima.
- Eso no es verdad. Has estado aquí por más de dos meses y no has dañado a nadie. Tus miedos están solo en tu cabeza. Debes empezar a olvidar todo lo que te está dañando.
- No es tan sencillo. – Apenas si se atrevió a soltar esas palabras, mientras su mirada permanecía fija en sus ojos hipnotizado por ellos, como si esperara encontrar una cura milagrosa a todos sus males en ese remolino de azul y verde.
- Debe serlo para Ash Ketchum, – Ella creía en esas palabras con todo su ser y eso se demostró en la sonrisa que le ofreció al chico – eres la persona con el espíritu más grande que conozco. Si alguien es capaz de transformar todo ese dolor que sientes y convertirlo en fortaleza… eres tu, Ash, lo sabes. – Tras su pequeño discurso conservó esa cándida sonrisa esperando conseguir un gesto similar en el joven, pero él apenas si curvó un poco su labio inferior en un gesto más bien triste.
- Ésta vez no, Mist.
- Puedes hacerlo, ¡Lo harás! Solo… déjame ayudarte… sólo dime qué ocurrió y yo… juntos podríamos encontrar una forma de… - Era absurdo pensar que pudiera de un momento a otro borrar todo el sufrimiento existente en Ash, pero deseaba ayudarlo y mirándolo a los ojos solo podía sentir que él le rogaba porque lo intentara.
Entonces dejó de hablar y de pensar, solo se dejó arrastrar por la sensación de estar tan cerca de él al punto de sentir el aire cálido de su respiración sobre sus mejillas… Realmente nunca planeó llegar a eso, pero de igual forma acercó su rostro con agónica lentitud hasta rozar sus labios contra los del chico…
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Si le pidió a sus pokemón dar pelea es porque él estaba dispuesto a hacer lo mismo. Cuando el día llegó, tenía muy claro lo que debía hacer, pero no por ello sentía menos miedo, pues las personas que enfrentaría ahora eran peor que todas las organizaciones criminales que conoció en el pasado.
Un raudal de adrenalina lo invadió desde el momento en que, con una habilidad que él mismo se desconocía golpeó al hombre que lo escoltaba dejándolo inconsciente.
- ¡El chico quiere escapar!
El grito proveniente de uno de los guardias a lo lejos fue el último momento lúcido que tuvo antes de echarse a correr con el sonido de disparos tras él. Entonces los sucesos se volvieron imágenes difusas que no duraban más que un segundo, solo eran un efímero parpadeo.
Primer fragmento: volteó solo para distinguir uno de los guardias gritándole mientras el otro se dirigía hacia él.
Segundo fragmento: deslizándose atravesó una cerca, yendo colina abajo. Luego comenzó a correr por el sendero hacia el bosque mientras los gritos se intensificaban.
Tercer fragmento: Corrió tanto como pudo sin pensar en sus depredadores hasta que distinguió a Pikachu junto a sus otros dos pokemón que lo esperaban a lo lejos. Estaba por lograrlo, estaba por conseguir su libertad...
¡PUM!
Un solo estruendo acabó con su momentánea felicidad desatando un fuego incontrolable y voraz que lo rodeó por completo. Pikachu se abalanzó en su dirección visiblemente aterrado, pero su fiel amigo nunca logró siquiera tocarlo.
Un zumbido permaneció en el oído de Ash gracias al objeto que pasó cerca de su rostro hasta impactar con Pikachu. Luego otro y otro más... Tres proyectiles se dirigieron hasta los pequeños pokemón que conformaban su equipo.
Esperó por lo peor, pensó que lo siguiente que vería sería los cuerpos sin vida de sus amigos y entre tanto caos sintió alivio al darse cuenta que no estaban heridos, que las explosiones solo habían liberado una red tras otra, capturándolos a los tres sin que tuvieran una oportunidad de defenderse, pero tampoco la tendría él.
- ¡Maldito mocoso! – Las palabras fueron acompañadas de un gruñido, seguido de un golpe que se estrelló en su nuca.
Sin saber de que podía tratarse Ash ya estaba tendido en el piso y desde su penosa posición pudo observar la enorme corpulencia de Froilán. Parecía más una sombra, una aterradora fuerza demoniaca que no podía ser destruida ni con todas las llamas que lo rodeaba.
Ash observó directo a los ojos negros, encontrándolos en verdad vacíos. En ese cuerpo no había ninguna clase de compasión o piedad… no encontró humanidad.
Froilán sonrió antes de volver a levantar sobre la cabeza de Ash un madero, objeto con el que le pegó en cuanto le había dado alcance.
- Te vas a arrepentir de esto.
Ash solo sintió el calor de la sangre saliendo de él, imaginando el río de sangre, corriendo sobre el campo envuelto en llamas. En verdad estaba en el infierno…
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- No, - Ash reaccionó de forma alterada a las intenciones de Misty, pues no podía pensar en robarle un momento tan bello y casi mágico como sería un beso de ella, no mientras su pasado existiera para recordarle en qué se había convertido. Se alejó ofuscado, escapando de Misty, aunque realmente quería huir de sí mismo. – Me gustaría creerlo, me gustaría poder empezar de nuevo, tener una vida normal… ser feliz, pero esa ya no es una posibilidad.
- Entonces no tengo opción. - Dijo haciendo un mohín molesto que también se generaba de la frustración por no haberlo besado. - Si tu no me dices lo que ocurrió, yo misma iré a experimentarlo.
- No sabes lo que dices. ¿Acaso no me viste el otro día? Cada una de las cicatrices que tengo ahora, existe gracias a… ellos. ¡No puedes estar pensando en ir a buscar algo así!
- Entonces dame las respuestas que necesito o de otra forma, iré a Kalos ahora mis…
- No te dejaré hacerlo.
- ¡O mañana o en un mes! No podrás vigilarme para siempre y sabes que en cualquier oportunidad que tenga, me marcharé y ten por seguro que ese bosque será mi único destino.
- ¡¿Eres tan testaruda que prefieres arriesgarte tan absurdamente que hacerme caso?! – Se expresó con desesperación apretando sus puños ante la necedad de Misty quien solo atinó a sonreír, sabiéndose ganadora de esa discusión.
- Si ya sabes la respuesta a algo, ¿por qué lo preguntas? – Amplió su sonrisa consiguiendo así derrotar al chico. Ash se alborotó el cabello para después soltar un suspiro en señal de completa rendición.
- Bien, te diré lo que quieras saber… Sólo si prometes nunca poner un pie cerca de ese lugar y… no le digas a nadie nada de lo que yo diga.
- Me parece justo, así que podrías empezar por decirme… ¡Ey! – Su sonrisa se desvaneció por completo al notar como el chico ignoraba sus palabras y le daba la espalda para retornar al sendero por el que hubo llegado. – ¿A dónde crees que vas?
- A casa.
- Pero pensé que me contarías…
- No dije que lo haría ahora. Nos veremos aquí mañana a medianoche, entonces te contestaré cualquier pregunta que hagas, pero solo mañana, ¿entendiste?
- Esto es absurdo, ¡ya estamos aquí! ¿por qué no hablamos ahora? – Corrió tras él plantándose frente al chico para así detener sus pasos.
- Porque… quiero conservar 'esto' un poco más.
- ¿Ah? ¿A qué te refieres? – En ese instante se intercambiaron los papeles, pues entonces fue Ash quien tomó cuidadosamente el rostro de la chica entre sus manos, sonriendo ante el ligero sonrojo que provocó en ella con la inesperada acción.
- Que me mires así y no con miedo o rencor. Por un día más… Quiero recordar cuando aún sentías cariño hacia mi…
- Yo no… - Por reflejo quiso ocultar sus sentimientos, aunque después de todo lo dicho y su intento por besarlo ya resultaba absurdo, así que no vio ningún motivo para seguir negándole la verdad. – No es 'cariño' Ash, yo… te amo y eso nunca podrá cambiar. – Lo dicho por Misty ya resultaba bastante obvio para ambos, pero eso no evitó que el rojo tiñera sus mejillas, siendo el impacto mayor para el entrenador, paralizándolo por completo. Quería contestarle lo mismo y que supiera las incontables veces que su solo recuerdo lo salvó, hacerle saber que fue ella quien le otorgó la fuerza necesaria para seguir viviendo, sin embargo prefirió callar mientras daba torpes pasos hacia atrás, intentando alejarse de ella.
-Veremos si aún me amas después de que hablemos mañana. – Dijo secamente y sin atreverse a mirarla más, echó a correr hasta desaparecer entre la arboleda.
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Gota tras gota de intenso carmesí caía desde la frente de Ash hasta formar un diminuto charco en el concreto siendo ese círculo lo primero que vio al abrir lentamente los ojos.
Ya no era algo extraño para él ser lastimado, ya no sentía pánico el despertar en la enfermería de Ivy después de una fuerte golpiza, pero en ese momento, al despertar, algo no se sentía bien y esa sensación fue lo que mantuvo sus ojos fijos el incesante goteo. Temió por lo que pudiera pasar cuando levantara la vista.
- Estoy muy decepcionado de ti, muchacho. - La voz de Froilán solo confirmó sus temores, sobre todo cuando en su campo de visión aparecieron las botas militares del hombre. – Y no por el hecho de que intentaras escapar sino porque me mentiste, me aseguraste que tenías miedo de perder la vida por eso es que recibías tanto castigo, ¿sabes? Solo quería reforzar tus temores, hacerlos tu peor pesadilla, entonces harías lo que te pedía sin dudarlo, pero resulta que ni siquiera te importaba y solo me hiciste perder el tiempo.
Ash no fue capaz de decir nada, ni siquiera se atrevió a levantar la vista y así transcurrieron los segundos, en los que esperaba que arremetiera contra él como en pasadas ocasiones, haciéndolo 'pagar' como nunca por su osadía, sin embargo Froilán no hizo nada, solo se quedó allí por un rato antes que sus botas resonaran mientras se alejaba lentamente de él.
- Pues no jugaremos más ahora que sé tu verdadera debilidad. – Sus palabras se apagaban por un extraño sonido metálico, como el de una pesada puerta oxidada al intentar deslizarse. Fue hasta ese momento que Ash se levantó lentamente de la camilla en la que estaba recostado, dándose cuenta de dos cosas que ya sospechaba: No estaba en la enfermería de Ivy y algo horrible estaba a punto de suceder. - Ésta vez, haré trisas todo lo que amas, empezando con él. - Una sonrisa torcida en el rostro de Froilán era el lado opuesto a la expresión de miedo de Ash.
- No... - Murmuró aterrado al ver que la puerta abierta revelaba una especie de habitación y en el interior estaba su pokemón eléctrico sujetado de sus cuatro pequeñas patas con grilletes. - ¡Pikachu! - Gritó el joven al momento de incorporarse por completo con la intención de correr hasta él, pero Froilán lo contuvo sin problemas para después arrojarlo lejos de un empujón.
- ¡Pi Pika pi! - Expresó el ratón con enojo mientras generaba electricidad descontrolada en todas direcciones sin que eso le ayudara a liberarse.
- Vaya, veo que es mutuo, esa rata se preocupa más por ti que por si mismo y estoy seguro que a ti te afectaría si algo le pasara al pobrecito pokemón. ¿No es así, muchacho?
- ¡No te atrevas a tocarlo maldito animal! - Ash gritó colérico, aún tumbado en el suelo, logrando que Froilán sonriera aún más.
- Yo no pienso hacerle nada, pero, no sabes mucho de Kalos, podría haber todo tipo de pokemón, resultando algunos realmente peligrosos. – Diciendo eso, arrojó una pokebola que liberó a un pequeño pokemón con cuerpo hecho de sombras y cabeza de madera. Podía ser un pokemón fantasma aunque resultaba hasta cierto punto tierno. – No parece muy amenazante, ¿cierto? De todas formas te puedo asegurar que mi Phantump puede hacer tanto daño como el más temido Salamance. ¿Quieres probarlo?
- ¡No te atrevas a...! - No fue capaz de terminar su amenaza cuando el pokemón desapareció para desconcierto tanto de él como de Pikachu. Reapareció segundos después detrás del pequeño roedor, así que él no pudo ver como una enorme garra hecha de la mismísima obscuridad se desplegó mostrando uñas afiladas, las cuales se clavaron sobre la espalda de Pikachu.
- ¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! - El grito de dolor puro inundo la habitación, misma que se iluminó debido a los truenos que Pikachu soltaba en un intento desesperado por liberarse al sentir como aquella garra se clavaba más y más en su carne.
- Eso, es el precio a pagar por haberme mentido... - Froilán dijo con simpleza a un atónito Ash que solo veía lo que le ocurría a su mejor amigo sin sentirse capaz de ayudarlo. Por su cuenta, Phantump comenzó un trayecto con la uña clavada en el roedor, desde el centro de su espalda hacia su oreja derecha muy lentamente. Centímetro a centímetro iba creando un profundo surco que se llenaba de rojo sin que Pikachu pudiera hacer nada más que gritar.
- Y eso es por intentar escapar.
- ¡BASTA! – Ash reaccionó al fin levantándose y corriendo hacia Pikachu, pero Froilán lo sujetó con fuerza del brazo para impedirlo. - Déjalo en paz, ¡no lo lastimes más!
- No lo haré. - Dijo con tranquilidad haciendo a Ash hacia atrás de un envión, mientras el golpe fantasma llegaba a su fin, liberando al fin a su víctima del sufrimiento. – Te aseguro que nada más le pasara a tu insignificante Pikachu ni a tus otros patéticos pokemón… siempre y cuando hagas tu trabajo.
- ¡Pi pi-kachu! – El pokemón protestó sin saber a que iba todo eso, de todas formas podía estar seguro que cualquier petición de esos lunáticos no podían tratarse de algo bueno, pero sus gritos parecían no llegar a oídos de Ash. Su entrenador tenía la mirada fija en la horrible herida que lo marcaba desde ese momento y de por vida. - ¿Pi…?
- Está bien, - contestó el chico, apenas siendo capaz de contener su miedo al pensar lo que conllevaba esa decisión. – haré lo que me digas, solo… déjalos libres.
- ¿Estás bromeando? No los soltaré para que regresen cada vez que se les antoje a intentar ayudarte. Los mantendré conmigo y si escucho algo diferente a un "Si señor" de tu parte, los mataré.
Ash no contestó nada, sabía las cosas atroces que ya le habían pedido y no quería imaginarse lo que debía realizar de ahora en más, pero no podía negarse, ni revelarse, no mientras la vida de su mejor amigo dependiera de ello.
- Entonces, ¿Qué dices muchacho? ¿Ahora si trabajarás para mi? – Se miraron por unos segundos antes que Ash dejara caer los hombros, contestando al fin con voz temblorosa.
- Si… señor.
- Eso pensé.
Pikachu no podía creer lo que escuchaba ni lo que veía, porque ante tantas adversidades que habían enfrentado en el pasado, en ninguna situación, bajo ninguna circunstancia Ash nunca se había doblegado de esa forma y le dolía verlo tan…derrotado.
Pues si su entrenador no era capaz de dar pelea él lo haría. Aún con los grilletes bien fijos en él, a pesar de que se quedara en esa extraña prisión de ahora en más, Pikachu tenía muy claro su objetivo: Luchar, hacerse más fuerte, buscar una forma de obtener su libertad.
Ambos saldrían vivos de allí y verían la luz del día nuevamente, sin importar el costo. Esa fue la promesa silenciosa que se hizo Pikachu antes de que Froilán se llevara a Ash.
Historia breve de este capitulo: todo esto no estaba en los planes, pero releyendo los dos capítulos pasados me di cuenta que muchas cosas no se entenderían si lo hacía a como lo pensé cuando planeé toda la historia, así que me vi en la necesidad de hacer tooooodo esto para que la historia tuviera coherencia porque iba a ser muy raro que después de ser tan grosero, de la nada Ash se decidiera a hablarle por las buenas a Misty... además que le quería dar un toque de romanticismo antes de pasar a... bueno ya lo verán.
No debiera prometer que no me tardaré, pero juro que no volverá a pasar otro año y medio para publicar este fic porque capaz que sale otro disco de Muse o hasta dos (que es en sus canciones que se inspira todo el fic) y si eso pasa las agrego a mi plan y bueno... sería de nunca acabar.
Como nota, ya sé que la garra fantasma no funciona así de cruel pero me pareció la mejor opción y le aumenté y cambié como funcionaba el ataque para agregarle dramatismo. Esto se pondrá más sangriento así que lean bajo su propio riesgo, yo por lo menos les puedo decir que disfruté mucho haciendo a Ash sufrir XD En fin, prometo contestar sus reviews en estos días, los aprecio mucho de verdad pero por ahora es muy noche y debiera estar durmiendo ya, porque mañana será un día largo. Igual sigan mandando sus valiosas opiniones, sobre todo si tienen más ideas para torturar a Ash n.n
Canción que inspiró la idea general del fic. Undisclosed Desires de Muse
Canción que inspira el fic. Ruled By secrecy de Muse
Canción que inspiró este capitulo. Survive y Revolt de Muse